Un miércoles se despertaba como cualquier otro, tras tener
una noche de descanso, es decir sin tener visitas y poder soñar, a las siete y
cuarto de la mañana el despertador sonaba, y como había descansado tan bien, me
desperté media hora después, provocando así llegar mucho antes de las nueve de
la mañana al trabajo, que se despertaba un día de lluvia y solo lluvia.
A las diez y cuarto que ya había parado de llover, me
preparé para salir a la calle a hacer el reparto habitual, salí de la oficina
con la nariz afectada, no sé qué le pasaba a mi linda nariz pero no podía parar
de quitarme el pañuelo de encima. Seguía trabajando, cuando de repente me
empezó a doler la cabeza, no era muy fuerte pero molestaba, seguí trabajando
como si nada, hasta que al final llegó la hora del descanso 40 minutos más
tarde, y me senté en un banco del mercado municipal de Manlleu, delante de las
carnes, mientras observaba la gente pasar en silencio, a mi izquierda tenía al
Arcángel Uriel, curiosamente lo estaba viendo, cosa que no es muy usual verlo
tanto rato seguido, mientras escuchaba que decía “esta noche ¿a dónde has ido exactamente? He notado que te ibas lejos,
muy lejos, pero luego has regresado y he pensado que a lo mejor había viajado a
alguna época ¿dónde has ido, mi amor?” y le dije con dificultad para poder
hablar normalmente, porque me dolía más la cabeza y de vez en cuando notaba
como si todo diera vueltas, pero no me alarmé, pensaba que podría ser un
síntoma del mes de las mujeres (porque a veces solo ocurre) y le dije “Hoy solo he soñado, necesitaba descansar,
ya me tocaba, ya me tocaba. Llevaba tres semanas sin poder tener una noche para
soñar libremente, sin tener ningún viaje en el tiempo, ni visita a la 5D.”.
Uriel quería seguir hablando sobre los últimos viajes a la
5D que se habían realizado, pero después de comerme todo el desayuno y de
comprar 150 gramos de pasta recién cocida y no dejar ni rastro, le tuve que
decir “Mi amor… no me encuentro nada
bien. Tenemos que volver, no me veo capaz ni de levantarme, el mercado da
vueltas, yo doy vueltas y mi cabeza parece que tenga atasco, me duele, me
siento densa y diferente al mismo tiempo, me siento que no estoy aquí en 3D,
creo que estoy cambiando de dimensión, Uriel, llévame a casa por favor.”. Uriel
cuando me escuchó se acercó, me agarré a él como pude y me dijo “¿Y si terminamos estas cuatro cartas que
nos quedan y te acompaño a la oficina, hablamos con tú jefa para que te dé
permiso para ir a casa a tumbarte?” aunque no me parecía muy buena idea lo
de acabar, acepté, así que Uriel se ofreció en todo momento, para llevarme,
como si fuera un muñeco, tuvo que ayudarme a mantener el equilibrio, por lo
tanto se puso detrás de mí, me agarraba de los brazos y me ayudaba a andar y a
poner las cartas a sus buzones correspondientes, solo quedaban cuatro cartas
que estaba muy cerca de allí, y después cuando íbamos para la oficina él me
preguntó “¿Por qué te sucede esto, mi
amor?” y yo le dije “Creo que un
Maestro me quiere ver, urgentemente a la 5D. Porque está pasando como la otra
vez, mi amor”, Uriel no dijo nada más, llegamos a la oficina y la jefa al
verme tan mal me permitió ir a casa, una vez más Uriel tuvo que cuidar de mí,
¡qué santo que es!
Llegué a mi habitación, sin encender ninguna luz y sabiendo
que Uriel había entrado dentro, cerré la puerta y la oscuridad me invadió los
ojos, así por divinidad lidiar el dolor de cabeza, y dije “Uriel, ¡qué voy!” me dejé caer hacia delante, como si estuviera a
punto de darme una buena hostia contra el suelo, pero a la mitad del camino, o
lo que me pareció a mí, noté los brazos extendidos de Uriel que me sujetaron
con fuerza, me puse como un caracol y me reconforté en sus brazos, lo siguiente
que recuerdo es que me puso sin cambiarme de ropa dentro del saco de dormir, el
nórdico y se quedó a mi lado hasta que desaparecí a la 5D, ya que al subir las
escaleras ya estaba en la 4D y cuando estaba en la habitación Uriel y yo
volvíamos a estar en la misma frecuencia. Me había ido a la 5D sin la compañía
del Arcángel Uriel.
Mi aura estaba brillantemente blanca, no podía ver nada de
dónde iba ni de dónde venía, hasta que no cedió, no pude darme cuenta de dónde
estaba. Me deslumbré al saber que estaba dentro de un claustro de un monasterio
muy antiguo, como si fuera romano y de hace mucho tiempo, allí había mucho
jaleo fuera del claustro, se escuchaba a muchas personas hablar como si fueran
millones y millones de personas allí dentro, pero en el claustro solo habían
veinte personas, sin apenas moverme reconocí en la entrada del jardín del claustro
quién me había llamado con tanta urgencia, al verlo entendí porque lo hico de
esta forma y no pudo esperar a llegar a la noche. El claustro estaba muy
iluminado, el Sol brillaba con su máximo esplendor, me acerqué a él, no lo
podía creer que después de dos semanas volvería a estar con el Maestro Jesús.
“¡Maestro, sabía que
eras tú!” le dije con una sonrisa, él que mantenía los ojos cerrados, los
abrió un momento y sus ojos verdes se iluminaron al verme, él se había puesto
el anunciador en la cabeza, sin decirme nada, agarró mi anunciador que colgaba
dulcemente de mi hombro izquierdo y me lo colocó en medio de la cabeza, dejando
el flequillo a la vista, con las puntas en ambos lados de mi pecho y me dijo “He venido aquí a rezar, ¿me acompañas?”
le acepté así que él me agarró la mano izquierda y entrelazó sus dedos con los
míos, ¡qué bello! Delante de nosotros vino el sacerdote del templo, extendió
las manos hacia arriba y pronunció el rezo en el idioma universal, él cerró los
ojos y yo también.
Al terminar, no duró demasiado a términos de 3D unos diez
minutos, nos fuimos del claustro sin que el Maestro Jesús me dejase la mano y
sin quitarme el anunciador de la cabeza, me dijo “A dónde vamos, tú ya has estado. ¡Les vas a dar una alegría cuando te
vuelvan a ver!”, ni me imaginé dónde íbamos, pero alguien nos estaba
esperando. La puerta que cruzamos daba al interior del templo, me fijé mejor y
los techos parecían góticos y le dije “¿Esto
es… la superficie?” y él contestó “Puede
serlo pero jamás olvides que cualquier detalle cuenta”, cuando lo dijo
empezamos a bajar unas escaleras muy antiguas, y cuando llegamos a bajo, la
tecnología de magnetismo y elevación había llegado en las profundidades del
templo, me puse a reír y le dije “¡Claro,
Agartha tenía que ser!” él también se echó unas carcajadas muy bonitas
mostrando así todos sus dientes blancos e impolutos.
Subimos a las escaleras mecánicas y bajamos por el andén,
hacía mucho tiempo que no agarraba el metro
de Agartha, que va con sistema de magnetismo, es decir, sin ruedas, va elevado,
igual que en las películas e igual que ocurre en las ciudades de Almas, como
Nosso Lar (Nuestro hogar). Reconocí el andén enseguida y le miré a los ojos y
le dije “¿Estamos en IIÓN?” y él
dijo “Así es ¿lo recuerdas?” y yo le
dije “¡Cómo olvidarlo, aquí estudiaba
entre los 5 a los 10 años, en esta misma vida, aunque solo hace poquito que
recordé el nombre de la ciudad de luz, yo lo recuerdo más como la casa de
campo!” dije con una sonrisa de felicidad en la cara.
El andén estaba abarrotado de gente, algunos eran almas que
estaban encarnadas e iban a sus clases correspondientes, al llegar el metro otros, volvían de la superficie en
la ciudad de luz IIÓN (se pronuncia Yon)
para agarrar el transporte y regresar al hangar para volver a la superficie de
Gaia, yo recuerdo haberlo hecho, pero era un largo camino de treinta minutos
aproximadamente, el tiempo justo para volver a mi habitación y una hora después
me despertaban para ir al colegio, cuando era tan chiquita, ya que en mi casa
no son para nada almas despertadas (ni ahora en estos tiempos), por lo tanto no
les he compartido esta experiencia. Nosotros al llegar al andén, subimos al
primer metro que iba dirección la
ciudad de luz Amsha (bajo los Picos de Europa). Miré de dónde venía y la ciudad
de luz que había empezado la ruta era el
Vaticano, le miré y me eché a reír, le señalicé y él dijo “Si, yo vengo de allí”, no me extraña.
Quería sentarme en uno de los asientos que había al lado de
las ventanas, pero el Maestro Jesús que aún me sujetaba la mano, hizo fuerza
contra él para terminar más juntos, aunque no había motivo para hacerlo, no
subía tanta gente como estar más cerca, comprendí que no hacía falta porque
bajaríamos enseguida. Las puertas del metro
se cerraron sin apenas hacer ruido, y empezó el viaje hacia el interior de la
bota, es decir hacia Milán, para que os situéis un poco, aunque ese no era
nuestro destino. “Había olvidado lo ligero
que era viajar en magnetismo, ¿Has probado el de la superficie?” y él dijo
“Pronto un ingeniero aprenderá este
sistema e iréis mejor y más cómodo” y es verdad, muy pronto será, tengo fe
y esperanza en ello.
Miré las paradas apuntadas en la pantalla que había cerca
del cristal que era toda la pared, la próxima parada era IIÓN – Zona No Encarnados, veníamos de la Zona de Encarnados, era
el lugar dónde yo había estudiado, dónde los profesores eran los Maestros
Ascendidos que ahora tengo contacto de nuevo y seguimos con los aprendizajes
ahora diferente a antes, si antes era con un conjunto de hermanos de diferentes
lugares de la superficie de Gaia, ahora solo es con el Maestro a solas. Enseguida
el metro llegó a la siguiente parada,
en estos lugares la vía no pasa por montañas y por un puente elevado cerca de
lagos, ríos y el mar que rodea Agartha, es como llegar a una ciudad, solo es un
túnel iluminado en cristales azules. Al llegar al andén, el Maestro Jesús
empezó a caminar y yo le seguí sin dejarnos de la mano, estaba bastante
alucinada ya que jamás había estado en esta parte de la casa de campo, para que
os ubiquéis de Roma, habíamos ido a parar por las alturas de Pisa.
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