sábado, mayo 29, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 88

 

Dejé las figuritas del pesebre y me las quedé mirando una a una, en un arrebato de furia, las tiré todas dentro del pesebre. Gabriel estaba a mi lado, simplemente observando. Entonces agarré un burro y me lo quedé mirando directamente a los ojos de plástico y un sentimiento me surgió dentro del corazón, sentía lo que quería la figurita y lo coloqué comiendo pasto en el bosque, al otro lado de dónde realmente estaba. Luego agarré un pastor y le puse bajo la sombra de un árbol, y así con todas las figuras, todas se cambiaron de sitio.

-        Fíjate en esto, Gab. – le dije.

Con la mano le dije que se viniera a mí lado y se agachara, cerca del pesebre, le puse los dedos delante de sus labios para callarlo y solo podía observar.

-        Ellos mismos nos contaran su historia.- dije y nos quedamos en silencio.

Poco a poco las figuras empezaban a cobrar vida y se movían solas, la historia si le permites ser escuchada, ella misma te contará sus secretos.

El resto de las navidades fueron como siempre, aunque ya no vivía la misma intensidad la cabalgata de los Reyes Magos, seguía esperando el momento para compartir con los tres Maestros Ascendidos Universales para darles mis tres deseos. Como cada año, fui a casa de la abuela Filo a poner la bandeja en el salón, pero mi abuela me dijo que fuera a aquel cuarto al lado del suyo a buscar en el armario la bandeja. Me fui sin la compañía de nadie, incluso Uriel no estaba conmigo, se quedó en el salón-recibidor esperando noticias mías.


Abrí el armario que ya sabía dónde era, la costumbre de casi pasarme media semana en esa casa, sabía dónde tenía casi todas las cosas. Agarré la bandeja, cerré la puerta del armario y en cuanto me puse a caminar hacia el salón de nuevo, escuché cómo si se hubiese caído algo en el suelo, me giré y me quedé atónita. En medio de la habitación, en el suelo había una figura del pesebre de la abuela sin explicación ninguna. Me agaché, lo agarré y me lo llevé, curiosamente era el caganer, la figura que solo ponemos los catalanes, consiste en un señor con barretina y que fuma pipa, que está agachado cagando.

-        Iaia mira lo que me he encontrado en el cuarto de la plancha.- le di el caganer.

-        ¿Qué hacía eso allí? ¡Corre ponlo en el pesebre!- me ordenó.

El pesebre lo tenía en el salón, no se entendía porque había recorrido casi 50 metros él solito. No le di mucha importancia, hasta que al día siguiente, tras ver la bandeja llena de regalos, me fui al cuarto de la plancha a dejar la chaqueta y me volví a encontrar en el suelo de la misma forma que el día anterior al caganer. Lo volví agarrar y sin decirle nada a la abuela, lo volví a meter en el pesebre. No entendí qué pasaba con esa figura, pero parecía tener vida propia.

Ese año les había pedido a los reyes magos un carrito de bebé para transportar mis muñecos y llegó en casa de la abuela. Me había puesto de acuerdo con mi prima Sofía de pedir ese carro de bebé, porque queríamos salir juntas con nuestras abuelas, simulando ser mamás de dos muñecos. Nunca me llevaba juguetes cuando iba por la calle, tenía mis juguetes en casa, y más en casa de las abuelas, porque en ese tiempo pasaba mucho tiempo allí y jugaba a muchas cosas, en casa de la abuela Filo pedía juguetes para que se quedasen allí y así jugar con ella. Me daba vergüenza llevar juguetes por la calle, sé que para los niños es algo normal que a veces van con un peluche o un muñeco pero en mi caso me daba vergüenza.

Durante el almuerzo en familia, la abuela me había puesto al lado de ella y de Líon, le había pedido días antes si era posible estar cerca de Líon y ella aceptó. Se me hacía demasiado pesada la sobremesa sin jugar con mi primo, que por lo menos tenía las ganas de jugar conmigo. En un momento de aburrimiento, me levanté de la silla y me fui al sofá a tumbarme, de repente, me vi envuelta en una guerra de almohadores porque Líon empezó a lanzármelos y yo me tenía que defender. ¡Fue divertido!

-        ¿Has practicado el Kung Fu?- le pregunté.

-        Si, ¿quieres practicar?- dijo Líon.

Le acepté la propuesta, nos quitamos los zapatos y delante del sofá, mientras que los demás familiares seguían hablando en la mesa, nos pusimos a entrenar, apartamos las mesillas del salón y empezamos. Sin darnos cuenta, Guillem y Eduard se pusieron a observarnos. Aunque les parezca que Líon no tuviera ni idea, él sabía esas artes por sus vidas anteriores dónde nos hemos encontrado en cuatro y hemos sido amigos fieles hasta el fin de la eternidad. Le llamo Líon aparte porque ese es su nombre universal, pues en la primera vida que lo conocí, yo era un Lobo de Montaña y él un León. Por eso los Lobos y los Leones me encantan.

Hacía un mes y medio que una noche en que mi padre me vino a buscar a casa de la abuela, apareció de la nada mi tio Quim y su hijo mayor Líon, allí en la cocina delante de la heladera nos juramos ser amigos hasta el fin de la eternidad, hicimos la promesa inquebrantable que en la actualidad seguimos manteniendo, aunque las relaciones a veces tomen distancias por su propio bien.

Me fui con el carro al cuarto para ponerme los zapatos nuevos, en cuanto la práctica llegó a su fin, él me enseñó unas llaves que todavía no había tenido el placer de practicarlas en los entrenamientos. Entonces, de nuevo en el suelo encontré la figura del caganer en la misma posición que las otras dos veces.

-        ¿Qué te pasa figurita?- le dije al objeto inanimado.

Uriel me acompañaba en ese momento y le conté lo que pasaba con la figurita, pero tampoco lo entendía. Entonces sin explicación ninguna, apareció una brisa que atosigaba mi pelo y el de Uriel, la brisa venia del centro de la habitación, la puerta se cerró de golpe acompañado de un ruido estrambótico.

-        ¿Qué pasa?- le dije, me aferré a la mano de Uriel, tenía miedo.

-        ¡No lo sé! Seas quien seas, ¡da la cara! – le gritaba al viento.

Entonces me quedé tan sorprendida que parecía un sueño, en medio de la habitación apareció un señor viejo, medio calvo, con gafas oscuras y antiguas, iba vestido con camisa y pantalón de abuelo, y sonreía.

-        ¿Quién eres tú?- le pregunté tenía demasiada curiosidad.

-        Me llamo Josep y soy tu abuelo, el esposo de Filomena, y el padre de Quim y tu padre. – se identificó.

Atrás en la pared de corcho vi una fotografía de él y mi abuela juntos, realmente era quién decía ser, pero él estaba muerto por casi ocho años, murió un año antes de mi nacimiento.

-        Pero tu… tu… tu… ¡estás muerto!- le dije intentando comprender.

-        Así es, querida. – dijo con una sonrisa y señalándose a sí mismo.

-        ¿Cómo es posible?- susurré.

-        Mejor pregúntame algo que ya no tengas la respuesta tú misma, Laia. Llevo un tiempo queriendo contactar contigo, pero no entendías mis señales. Hasta esta. – dijo señalizando la figurita.


Entonces recordé la aparición de Tulio, hacía tiempo que no me sucedía algo así, pero ¿también era posible en personas? ¿Por qué me había tocado hacer ese trabajo? Tenía tantas preguntas en la cabeza que me quedé en silencio mientras que mi abuelo Josep me estaba mirando, por su expresión me dio la sensación de que sus intenciones eran buenas, quizás necesitase algo de mí, algo como hablar con alguien que era lo que había pasado con Tulio. Pero la muerte de él había pasado hacía casi ocho años.

-        ¿Llevas ocho años rondando por aquí?- le pregunté.

-        No, no soy un espíritu perdido. Te busco a ti para que me ayudes en una cosa.- dijo mi abuelo.

-        ¿En qué?- le pregunté sin pensarlo antes.

Entonces me acerqué a él y empezó a decirme lo que quería, lentamente me fui calmando y adaptando a esa clase de “apariciones”. Acepté ayudarle, pero su promesa no era para un asunto pequeño, era para algo que no sabía cuanto tiempo duraría, pero de todas formas acepté su petición y prometí acatar sus condiciones en todo momento.

-        Bien. Me irás viendo por esta casa y entonces verás qué debes hacer. Ahora me tengo que ir, viene ella. – me advirtió mi abuelo.

-        ¡No te vayas, abuelo! – dije pero alguien llamó a la puerta y sin decir nada se abrió era mi abuela que iba con una cámara de fotos.

-        Laia, ¡venga ponte al lado del carrito, te voy a tomar un par de fotos para el álbum! – dijo, le hice caso.

Mi abuelo se sentó en una de las sillas del fondo de la sala, mientras que la iaia Filo se acercaba a la mitad de la habitación para tomarme una foto, junto al carrito y los zapatos nuevos que los reyes magos me había traído la noche anterior en mi casa. Al terminar, le di un abrazo, entonces nos fuimos hacia el comedor con todos, antes de irnos del cuarto le saludé a mi abuelo susurrándole un bonito “adiós” él con una sonrisita me dijo “nos vemos”.

Al regresar al comedor, encontré a mi tio Quim y mi padre que hablaban de su abuela Roser, de algunas anécdotas que ella hacía antes de morir en el año 1981 en esa misma sala, cuando antes de las obras, el comedor era en realidad un dormitorio más.

-        La iaia Roser era sorda y tenía un aparato muy viejo, dónde se ponía un auricular en la oreja y del cuello le colgaba una especie de aparato, en plan Walkman dónde para hablarle le tenías que hablar en el aparato. Lo que pasa es que la mayoría de veces lo mantenía apagado para no escucharnos, y le decías <iaia baja el volumen de la televisión> y ella tan pancha.- comentó mi padre todos nos poníamos a reír.

Me encontraba en el sofá, de rodillas apoyando los codos en el respaldo, observándoles. Me reía mucho cuando hablaban de cosas graciosas de los familiares que ya no estaban entre nosotros. De repente noté una brisa inexplicable a mi derecha, me fijé y vi unas manos arrugadas encima del respaldo, miré y vi a una señora mayor con el pelo recogido con un moño canoso, una bata negra hasta las rodillas, sonreía aunque de la oreja le colgaba un aparato de escucha. ¡Dios santo era mi bisabuela Roser! También estaba deambulando por allí, durante mucho tiempo le tuve miedo a la casa de la iaia Filo, aparecían muchos muertos y todos familiares, incluso un día conocí a la Tía Mercè y a la Tía Filomena, que eran tías segundas de mi abuela. Pero todos tenían un aura de luz blanca alrededor, eso quería decir que no eran espíritus perdidos, sino que venían de permiso, desde lo que nosotros llamamos más allá

Recomendación: Shadow Hunters - Netflix.

HR.

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martes, mayo 25, 2021

Y Sin Libertad Seremos.... Libres

 

El tiempo es lo único que necesitamos y que tenemos en nuestro poder, mírate las manos y dime ¿eres libre realmente de todos los patrones que te definen tal y como eres? Aunque sean invisibles, tienes cadenas en las muñecas y en los tobillos. Si no lo ves claro, dime ¿Qué haces cuando andas con tus amigos, dices la tuya sin perjudicarte la opinión de ellos o dices las cosas según lo que el grupo apruebe que debas ser?

LI-BER-TAD.

Antes de pedirla, ¿sabes sus letras cómo saben? ¿Sabes los espacios que los separan? ¿Sabes el sentimiento que ansias tener que sigue anhelando tu corazón? La libertad se consigue, rompiendo los patrones que te conforman, analizando lo que traes de tus padres, familia, amigos, compañeros de trabajo o de clase…

La libertad es única y la tienes en tus manos, pero de pequeños nos dicen que la libertad solo es para caballeros de los cuentos, dónde salvan a gente en peligro, pero ¿y tú estás en peligro? Si no viene ningún caballero a salvarte, es porque te toca ser el héroe de tu cuento. Aunque la libertad te cueste la vida, pues a los que no les guste no se irán de rositas, querrán intentar por las malas que cambies tu forma de SER para convertirte en un inseguro de la vida. ¡En un dormido del propio SER!


¡Es hora de salir de la matrix! Perdón, disculpen pero no hablo de un mundo burbuja lleno de numeritos cayendo si miras en un punto fijo, o quedarte suspendido como hace Neo en su momento de gloria. Analicen mejor la trilogía, pues no habla de salir simplemente, de tomarse la pastillita azul y saber la verdad. Habla de cómo convertirse de víctima de acoso social de prejuicios y ser autómatas en los trabajos que van en contra de tus propios sueños, a ser el héroe que es capaz de ponerle corazón a la vida y no ser más un robot que copia al otro, por miedo a ser rechazado y se enfrenta a él mismo y a la vida de aquellos autómatas miedosos que no saben ser valientes y salirse del patrón.

¡Salir de la matriz! Significa, decirle a nuestra mamá universal “ya soy mayor para que me controles, mamá, quiero salir al mundo sin ti” pues estamos en la pubertad en la evolución como reino sagrado humano. Toca experimentar el mundo que mamá y papá nos han contado que es, pero ahora lo viviremos a nuestro modo. ¡Esto es la libertad! Pero al mismo tiempo, asumiendo las responsabilidades de dicha libertad, aunque ellos siempre van a estar allí por si nos pasa algo, es hora de vivir, señores.

¿Cómo quieres vivir en realidad? Anótalo en un papel, luego haz un fuego y antes de quemar el papel, lee en voz alta cuando estés en el aire libre lo que has escrito, como si mamá y papá universal estén escuchando y al terminar, da las gracias y quemas el papel como ofrenda a ellos, para romper las cadenas invisibles de tus manos y tus pies.

Luego tú corazón sabe lo que quieres hacer, simplemente experimenta la vida que se te presenta, acepta el regalo de la vida, pues decidiste volver para algo que debes descubrir tú mismo.

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Recomendación: La llamada (Película) – Netflix.

HR.

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viernes, mayo 21, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 87

 

La Angélica era hermosa, tenía el pelo largo rubio, los ojos verdes y la piel blanquita, era muy alta tenía que agacharse para pasar por las puertas y casi no podía ponerse de pie al pasar por el pasillo de lo bajo que era para ella el techo, iba vestida con una túnica hasta las rodillas de color verde, detrás vi sus alas blancas con las puntas verdes igual que se les había visto un día a Raffaello en París cuando cambiaba de andana. Ella se acercó a mí, yo me quedé a esperarla pero en realidad pasó de mí y se puso al lado de Juanito que la ignoraba, era obvio que ni por su condición tampoco veía a los ángeles.

Pensé que era su ángel guardián, pero la Angélica simplemente le puso una bola de energía esférica encima del hombro izquierdo de Juanito, se giró hacia a mí, me guiñó un ojo sin dejar de sonreírme.

-        ¡Cuídalo bien!- dijo la Angélica y antes de que pudiera decir nada, se fue.

Juanito había nacido con un pequeño problema en el habla no se le entendía pero yo sí que entendiendo qué dice a cada rato, supongo que es una de mis habilidades activadas, puedo hablar con los animales y también con personas que tienen una discapacidad, en el caso de Juanito, nació con un retraso mental de diez años, es justamente la diferencia de edad que tenemos y en toda mi vida es el primo con quién mejor me comunico y me entiendo.

La bola de energía se mantuvo en su hombro durante varios minutos, como Juanito es el primo y el familiar más alto que tenemos, a esas alturas con tan solo 16 años ya rondaba casi los dos metros, no podía tocarle el hombro. Me giré y le hablé a Uriel.

-        ¿Por qué ha dicho eso esa Angélica y qué es esa bola?- le pregunté.

Uriel le sacó la bola del hombro y se lo puso en sus manos para que pudiera alcanzarlo.

-        La Angélica ha dejado este mensaje para ti. – dijo Uriel.

-        ¿Qué tengo que hacer para leerlo?- le pregunté.

-        Tócalo y déjate llevar. – respondió.


La esfera de energía brillaba igual que una bola de cristal de una bruja que había visto en algunas películas de Disney como Blancanieves. Puse la mano en la esfera y de repente vi las imágenes dentro de mí cabeza…

Vi siete estrellas muy brillantes en el universo, una de ellas bajaba en plan estrella fugaz a la Tierra, encarnado en Juanito. Vi el nacimiento de él y sus primeros siete años, a su ángel guardián pidiendo un apoyo en plan guía protector, que en este caso vi como a las Divinidades antes de que naciera los fui a ver y prometía cuidarlo hasta el fin de su encarnación. Entonces vi la primera vez que él me conoció a través del cristal del hospital en la sala de neonatos.

Regresé como si el tiempo no hubiese avanzado mucho, solo algunos segundos, cuando le miré a Uriel, la bola había desaparecido.

-        Soy el protector de Juanito.- le dije sorprendida.

Uriel se alegró y me dio un beso en la mejilla, entonces abrieron la puerta y nos lanzamos a abrir los regalos de Papá Noel. Mientras que montábamos los juguetes nuevos, escuché que la tita Trini contaba a la familia que mi primo José el que se había casado en Junio, sería padre en unos meses, oficialmente dejaría de ser la pequeña de la familia Garcia, por un lado me alegré pero por el otro, pensé que ya no sería tan especial como era.

Al volver a casa, tuve más regalos no los abrí con la misma ilusión de hacía un año, pero seguía siendo una noche especial. Al día siguiente, me levanté muy pronto, mi padre se quedó medio dormido en el sofá y después se fue a desayunar, me fui con él.

-        Papá, ¿por qué yo no tengo hermanos?- le pregunté.

-        Antes de que nacieras queríamos tener dos hijos, pero tras tu problema al nacer y la economía, creo que nos quedaremos solo contigo.- dijo mi padre algo decepcionado.

Era cierto que económicamente todo era muy justo, pero por suerte nunca nos faltó ni para comer, ni un techo ni ropa, traer otra vida al mundo con estos recursos hubiese sido demasiado arriesgado. No entendía mucho el significado de que un hijo es igual a ruina económica, pero después de saber que iba a tener un primo en unos meses, me picó la curiosidad de saber ¿por qué el ser humano es de las pocas civilizaciones en el universo que tarda nueve meses en crear una vida completamente funcional con el mundo que le rodea?

Después de desayunar, me fui a la salita y empecé a buscar entre las librerías si habría alguno que me pudiese ayudar con mi pregunta, pero mi madre y el Titi eran demasiado fan de la ciencia ficción y las novelas, allí solo había fantasía. En esos tiempos, internet todavía no había llegado a Europa pero si en algunos puntos de América del Norte. En la televisión decían que un señor llamado Bil Gates había inventado una tecnología dónde desde cualquier ordenador pudieses navegar por todo el mundo en busca de conocimiento, juegos o cualquier cosa, este señor llamó esa red Internet.

Con seis años casi siete, encendí el ordenador, me fui a buscar el Word y empecé a escribir, siempre usaba el ordenador para jugar, pero me cree una carpeta y empecé a poner mis cosas. Mi padre se levantó de la silla de la cocina y se vino para la sala para decirme que se iba al garaje después de canviarse de ropa, pero yo me quise quedar escribiendo.

-        ¿Qué haces?- me preguntó mi padre.

-        Escribo cosas.- contesté.

-        ¿Cómo has aprendido a abrir el Word? A ver… ¿cómo escribes?- dijo sorprendido.

-        Es fácil.- dije.

Me puse a escribir algunas cosas que quería saber y que de momento no podía investigar, pero mi padre se quedó bastante sorprendido, pues tecleaba mejor de lo que esperaba, usaba más de un dedo, no todos pero en comparación a él y a otros compañeros de clase, solía tener más experiencia. Mi padre se fue al garaje a hacer de las suyas, y yo tras escribir y guardar el documento en mi carpeta en una sección que llamé pensamientos, empecé a jugar con el pesebre.

Cada navidad jugaba con el pesebre, por eso mi padre colocaba las figuras de plástico, me acuerdo que durante muchos años no tuvimos San José porque Frodo se lo había comido, y la virgen María parecía madre soltera. Por no ser religiosos seguíamos unas tradiciones bastante religiosas. Con el pesebre hacía siempre barbaridades, mi imaginación nunca me falló, no sabía porque pero cada año mi padre colocaba una señora mayor que representaba ser la castañera, una mujer que vendía castañas en la plaza del pesebre, pero yo le veía con una cara malvada y le decía la bruja. Su objetivo de todos los años era secuestrar al niño Jesús y hacerlo malvado, para que luego en la semana Santa no salvase al mundo.

La historia empezaba así…

La malvada bruja se levantaba en el amanecer con un cántico a la oscuridad, dónde se comprometía que esta vez cumpliría su misión, secuestrar al niño Jesús y ponerlo de su lado. La bruja vivía en una cueva cerca del descanso de los pastores que la mañana del 24 de diciembre, seguían su trabajo de siempre, pasturar y sembrar sus campos. Entonces la bruja en el mediodía se dejaba ver en la plaza del pueblo delante del establo dónde se suponía tenía que nacer el Salvador, con la excusa de vender castañas (lo interesante es que castañas también significa recibir una hostia). Pero antes de que se fuera el Sol, veía que delante de la puerta del establo descansaba un hermoso arcángel con las plumas plateadas con sus puntas azules que respondía con el nombre de San Miguel, aguardando lo que sería el lugar dónde nacería el Salvador.

La bruja recogió su parada de castañas y se escondió tras los arbustos cerca a la plaza principal del pueblo, esperando al momento oportuno para actuar. Varias horas después, en la plaza llega un burro, dónde la futura madre María cabalgaba en el lomo del animal, San José guiaba al burro y a su esposa, esperando un refugio dónde pasar la noche. Perdido porque no encontraba un hostal dónde quedarse, de repente se acercó el Arcángel San Gabriel que le indicó que podía quedarse en la iglesia, les acompañó dónde el Arcángel San Miguel les dejó entrar. Justo a medianoche, la bruja salió de su escondite y fue hacia la iglesia, quería entrar pero San Miguel le paró.

-        ¿Cree que puede pasar de esta forma?- le dijo San Miguel con autoridad, con una mano en la empuñadura de la espada de energía azulada, y la otra en el cinturón de su túnica.

-        Vengo a ver al Salvador.- dijo la bruja intentando ser inocente.

San Miguel Arcángel sacó su espada y le apuntó al cuello de la bruja.

-        Si de mí has de confiar tu amor, verás en ti el odio hacia el Salvador.- le dijo San Miguel.

La bruja al mirarle a los ojos a San Miguel, empezó a gritar de dolor, un dolor que le creía des del pecho hasta consumirla entera. No le permitió entrar, pues si así lo hacía quedaría rebajada a cenizas. Entonces, la bruja se fue por dónde vino, pero cuando vio a San Gabriel que echaba a volar para ir avisar al mundo del nacimiento, le siguió ella por tierra y él por aire.

La bruja al ver como San Gabriel anunciaba a los pastores la llegada del Mesías, empezó a alentar a los pastores del pueblo de que el mal se acercaba y que tenía forma de humano llamado Jesús. Algunos pastores le creyeron, otros combatieron contra las conspiraciones de la bruja y llegaron finalmente a la iglesia para ver al Mesías.


Cuando terminé de jugar, me llevé un susto, cuando vi a mi lado al Arcángel San Gabriel que no me había dado ni cuenta del tiempo que hacía que estaba allí, escuchando la historia, mientras movía todas las figuritas.

-        ¡Me has asustado Gabriel! ¿Cuánto tiempo hace que estás aquí?- le dije.

-        Disculpa, no era mi intención interrumpirte. Quería saber si te sabías la historia al completo de lo que pasó… pero continua… te escucho… - insistió Gabriel.

-        ¿Saber qué?- pregunté curiosa de mí.

-        Estás canalizando lo que pasó, cómo la oscuridad impidió que los pastores fueron a ver al Maestro Jesús. – explicó Gab.

-        Solo estoy jugando, nada más…- aclaré.

De nuevo usaba mis habilidades canalizadoras para saber cosas que ni siguiera me planteaba saber, ¿por qué me pasaban esas cosas? Lo que los demás niños decían “juegos” o “imaginación” yo me preguntaba ¿tengo imaginación? Por qué todo lo que a mi me parecía algo inventado, en realidad era canalizado, ¿era una impostora creadora de historias?

-        ¿Por qué no puedo imaginar nada?- le pregunté.

-        ¿Quién piensa que la imaginación es algo que no ha existido? – contestó Gabriel.

-        Las personas, por lo menos a los adultos se los escucho bastante… dicen <qué imaginación más bonita tiene este niño>- aclaré.

-        Los adultos dicen eso porque ya no se sienten capaces para seguir imaginando, pero ni se dan cuenta de que ellos también usan la imaginación para vivir. – comentó Gab.

-        No entiendo.- dije.

-        Ellos no imaginan brujas ni princesas en apuros, pero si que piensan ¿qué voy a hacer por la tarde o mañana? Usando simplemente esta pregunta o la pregunta, ya están imaginando y creando la vida del mañana. Mi querida Laia de mí corazón eterno, debes saber que el futuro a pesar de que ya está escrito, tú eres dueño de crear el camino que quieres hacer, y para eso debes imaginar y plantearte preguntas. – aconsejó Gab. 

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