martes, junio 30, 2020

¿A qué le doy a los Hombres o a las Mujeres?

*Antes de empezar a explicarme, me gustaría dejar claro una cosa, en este post y siempre que se habla de este tema, mostro mucho amor y respeto a las orientaciones sexuales de los demás y la mía propia. Lo que les voy a contar ahora, quería ponerlo en el Espejo de Mí Vida, pero por circunstancias que han ocurrido estos días, tendré que decirlo en esta reflexión. Así que les pido que abran el corazón y escuchen (bueno lean sinceramente), además que no quiero causar daño a nadie, puesto que este es mi experiencia y por lo tanto una perspectiva de la realidad del UNO. Gracias.

He crecido en una familia muy abierta a estos temas, de forma en que juzgar la forma en como uno expresa el amor de pareja si en un hombre o en una mujer, está mal, puesto que el universo es femenina y masculino y no tiene por qué ser juzgado por ello. Por eso mi familia me ha enseñado a respetar y aceptar, puesto su orientación sexual no cambia la forma en cómo uno se relaciona con los demás. Amor, respeto y paz, así de sencillo. Personalmente de pequeña no entendía muy bien, si debía elegir “bando” puesto mi familia me educó dejándome que mí propio corazón se exprese libremente sin juicio. Pero en el colegio de nuevo estaba muy marcado, se burlaban de ti por querer jugar con las niñas en vez de jugar a futbol, lo vi en uno de mis mejores amigos que conocí en segundo de primaria, que des del primer momento le abrí mí corazón neutralidad sin querer obligarle a elegir un bando, puesto que a mí eso no me importaba yo seguiría siendo su mejor amiga fuese lo que fuese.

No entendía porque le maltrataban así los compañeros si quería jugar con las niñas de clase, recuerdo que él se sentía mal e intentaba “hacer ver” que era igual de hombre que ellos, aceptando a jugar a futbol, cuando decía que no le gustaba hacerlo, de tal forma que me invitó él a que le acompañara y así lo hice. En ocasiones, quería jugar con él en el patio pero me decía con tristeza “no, no puedo jugar contigo, tengo que jugar con los chicos” y se iba avergonzándose quién sentía ser. Nunca le obligué a quedarse si él no quería o no se sentía con fuerza de hacerlo, y le respeté, seguí cuidándolo pero en el anonimato, puesto que los fines de semana quedábamos en mi casa y jugábamos juntitos toda la tarde.

Actualmente no tengo ni idea de cómo se sentirá, puesto que los caminos se han ido separando, pero espero que pudiese expresarse tal y como sentía. Yo desde aquí siempre le daré, le he dado y le doy mi corazón. Pero ver la situación en clase, me parecía algo malo, se burlaban mucho de él por expresarse diferente y yo le quería defender pero no ayudaba mucho la verdad. Me prometí a mí misma que no volvería a permitir algo así si alguien que me importa se burla de él o ella.

Con el tiempo en la adolescencia, me di cuenta de que los compañeros de clase empezaban a tener sus relaciones de pareja y sus líos, pero yo no tenía tanta suerte, también porque no me sentía preparada para empezar con la expresión de la pareja, pero me pregunté ¿qué me gusta las mujeres o los hombres? Interiormente y hasta ese momento nunca me lo había planteado, pero tampoco pude contestar a la pregunta, cuando veía al chico de Ojos Verdes, los guías me decían “no te fijes en la forma, pues todavía no tú corazón no se ha expresado su verdadera forma”. Querían decir, que todavía no podía saber si me gustaban los hombres o las mujeres, porque el corazón tarda en expresar dónde reconoce y en qué forma aquel que realmente estás destinado o destinada a encontrarte en cada esquinita de tú sendero.

Los compañeros de clase se me quedaban mirando cuando me preguntaban “¿Te gusta alguien?” y yo les decía “No lo sé” y luego decían “¿Qué chico es?” y yo les decía “No sé si es hombre o si es mujer”. Se me quedaban mirando con una cara de que estaba loca, una vez más, no entendían mi punto de vista en este mundo. Los guías me decían “un día lo sabrás” confié totalmente hasta ese momento sentía el mismo amor de pareja tanto para los hombres como para las mujeres, pero no hacía nada. Por ejemplo, me gustaba mucho de pequeña Gerard, pero en mujer sentía una admiración muy fuerte por la Cristina pero luego en mi mejor amiga Núria (mejor amiga en la actualidad). Comprendí que etiquetarse es un concepto social, el corazón se expresa con AMOR, por eso no me importó pero no hice nada hasta que un día supe por dónde tenía que seguir mí camino.

El 12 de Abril del 2010 (apúntense esta fecha porque en el espejo en el futuro lo sabrán mejor porqué es muy importante), ese día no pude ir al colegio porque de repente a las ocho de la mañana mientras me preparaba para ir al colegio, me estaba a punto de sacar la secundaria, me tuve que quedar en casa porque todo me daba vueltas. En ese momento no lo entendí qué me pasaba porque nunca me había mareado por nada, ahora sé que estaba cambiando de dimensión físicamente por primera vez, con la ayudita de Uriel. Me fui a 4D en un universo paralelo, dónde allí curiosamente se encontraba el chico de Ojos Verdes, pero yo no lo podía ver, me taparon los ojos los guías al decirme “el amor es dejar que el corazón se exprese, pues los ojos condicionan, el corazón debe sentirse libre”.

Allí, tuve dos pruebas muy importantes. La primera consistía en que todos los chicos tenían que agarrarme en brazos y yo tenía que elegir a través del corazón quién sentía que podría ser el Señor Ojos Verdes (el hombre que me he ido casando en cada encarnación). Después de unos cuantos hombres, llegó él, sí era él, iban sin camiseta, y mi corazón empezó a latir y vibrar con tanta fuerza que era capaz de volver a crear un nuevo universo. La segunda prueba, era la llamada prueba de fuego, un beso de amor verdadero, cuando volvió a aparecer y yo seguía con la venda en los ojos, volví a sentir lo mismo, era él y solo podía ser él porque solo me pasaba con él.

Regresé sabiendo que mí corazón se había definido, me gustaban los hombres, solo que ahora empezaba la búsqueda de este chico en 3D, pues los guías me dijeron “vive en este mismo planeta y en tú misma dimensión, es tiempo de reencontrarse”. Y así empecé mi viaje de búsqueda, sin nombre, sin saber de qué país era, qué edad tenía, solo sabía que era un hombre joven, mayor que yo, y con los ojos verdes. Durante esa búsqueda, tuve que conocer a diferentes chicos, dónde cada uno eran clave para encontrarlo. Pero con el tiempo me di cuenta de que las formas en cómo se habían expresado las cosas, eran distintas a lo que suele ocurrir socialmente, había dejado que mí corazón fuese quién realmente debe ser, libre, si condiciones de pelo corto, largo, barba… o lo que sea, libre, ciego de amor.

Fue entonces cuando comprendí, porque me costaba definirme años atrás, de nuevo la sociedad ahora está determinando mucho qué orientación sexual eres. Una vez más, un límite cuando somos seres infinitos, si piensas en el amor libre, muchos piensan en que te perdiste en la vida, pero yo no lo siento así, es decir… ahora me van los hombres, pero quizás en diez años o más de repente conozca a una chica y me gusten las chicas. ¿Eso debe definirse para ser una etiqueta? ¿Para ser de un grupo o de otro? ¡Pues no! El universo es masculino y femenino es UNO, un ser COMPLETO. Y si estamos volviendo a ser UNO, debemos ser COMPLETOS, por lo tanto debes ser masculino y femenino.

Llevo toda la vida, viviendo en UNIDAD y siendo COMPLETA, no me dejo limitar yo soy es una propiedad infinita dónde el universo se expresa ante cualquier forma, yo soy, simple. No me determino heterosexual, ni bisexual ni lesbiana, yo me determino INFINITA COMPLETA EN UNIDAD, masculino y femenino. Tal y como dice Araceli el personaje de la que se avecina “somos hojas movidas por el viento”. Así que les pido que no intentan definirme en nada, ni sexual, ni mi forma de ser, como ya habrán visto mucho de ustedes, no me dejo limitar por una creencia o un patrón. Transformo mi ser para SER COMPLETA EN MASCULINO Y FEMENINO. En anteriores momentos del pasado, os he dicho que no era lesbiana, y que me gustan los hombres, ahora ya saben por qué. Gracias por a todos aquellos que comprendan esta información.

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HR.

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domingo, junio 28, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 35

Después de cenar, seguimos paseando por el paseo marítimo hasta que de repente encontramos un parque de hinchables a pie de playa.

-          ¡mamá, mira!- le dije.- ¿puedo?- le pregunté.

No había nadie más que el señor que custodiaba los hinchables, pero como era un día especial y supongo que no era muy caro, mis padres aceptaron. ¡Qué alegría! Lo que más me llamó la intención fue un tobogán, Uriel vino conmigo, así que me quité los zapatos y vi como él también se los quitaba, suele llevar sandalias doradas, tiene un pie muy grande creo que su número es un 53, como decimos en España “casi podría dormir de pie”.


Mientras que empezaba a dar saltitos antes de subir, para terminar de esperar a Uriel, me sentía como una niña como cualquiera, feliz, jugando, cómo si todo lo demás no fuese importante. ¡Qué divertido fue ese tobogán! Me sentía una niña, y no alguien maduro con cuerpo de niña de 5 años. Tanto papá como mamá, parecían adoptar sus responsabilidades como debía ser, y en ocasiones eso me provocaba dudas, porque no sabía si lo hacían para aparentar o es que se habían dado cuenta de lo que pasaba… dejé de prestar atención a esos pensamientos negativos, cuando Uriel y yo empezamos a subir con la cuerdecita, que además teníamos todo el tobogán para nosotros, no había ningún niño allí, parecía que nos estuviese esperando.

-          ¿y si lo hacemos sin cuerda? – preguntó Uriel.

-          ¡Me caigo!- le dije entre risas, como si Uriel estuviese diciendo una estupidez.

-          No, no lo permitiré. ¡venga, tú puedes, mi amor! Yo te acompaño, por si te desvías, yo te agarro…- dijo animándome que lo estaba consiguiendo.

-          Pero… ¿cómo sería? – le pregunté.

En realidad Uriel no tuvo que enseñarme, fue ver cómo era la cosa, y automáticamente me puse de pie y empecé a caminar. Me giré para ver a los papis.

-          ¡Miren, sin manos!- les dije como tantas veces había oído en la televisión decir eso los dibujitos animados.

-          ¡Agárrate, hija!- gritaba papá.

-          ¡No, yo puedo!- dije.

Seguí subiendo sin manos en la cuerda, sin que Uriel me agarrase, pero estaba cerca y cuando lleguemos arriba, antes de ver la altura que era eso, que parecía que te tirabas de un tercer piso.

-          Dary, ¡sígueme! – le dije.

Uriel se quedó un poco atrás para observar qué iba a hacer. Papá y mamá estaban observando, ellos a pie del hinchable. Inspiré profundamente por la nariz, puse las manos en alto y me puse a hacer la vertical, aguantando el equilibrio, Uriel se puso a mi lado, vigilando.

-          Tú también…- le dije intentando no perder la concentración.

Uriel me copió, estábamos a los pies del tobogán, cuando vi que ya estaba como yo, le di una señal alzando una ceja, y empezamos los dos a bajar los pies hacia adelante, para terminar haciendo el puente pero en vez de terminar haciendo el puente, la bajada nos empujaba, por eso nos soltamos de las manos y bajamos hasta llegar abajo. ¡Qué divertido!

Tenía muchas ganas de probarlo, después de uno de los entrenamientos con Lonan, él me sugirió hacerlo y en cuanto tuve la chance, ni me lo pensé. La sorpresa fue la cara de mis padres, cuando nos pusimos de pie, para volver a subir, se quedaron en shock. Pero la verdad es que probamos con Uriel distintas figuras y nos salieron muy bien, lo recuerdo de una forma en que no me importó lo que dijeran los demás, solo me estaba divirtiendo practicando posturas que había reaprendido a hacer en los entrenos, figuras que son importantes para entrar en la guardia una vez más.

De camino de regreso al apartamento, mis padres se quedaron en silencio, pero me miraban cómo si fuese extraña. Empecé a correr descalza por la arena fría de la playa, mientras que todavía hacia alguna figurita. Como si fuese el circo del Sol, mis padres por primera vez los había dejado sin derecho a despreciar mis especialidades acrobáticas. De hecho a esa edad practicaba mucho, porque tenía que volver a recuperar el equilibrio físico, que con las últimas encarnaciones me había desviado del eje.

En el momento en que me estaba haciendo la cama para ir a dormir, papá se quedó en el otro sofá para ver la televisión un rato que echaban una película. Me fui a la terraza, me senté en una silla, agarré una libreta que había comprado en el quiosco de la esquina, me puse con los rotuladores y empecé a dibujar, bajo un cielo estrellado, la luz tenue de las calles, permitían ver muchas más estrellas de las que estaba acostumbrada a ver. Era más de media noche, pero no me importaba trasnochar.

Cerré los ojos con un rotulador en la mano derecha y otro en la izquierda, respire profundamente, puse las manos uno en cada hoja y me dejé llevar. Mientras que estaba en trance para relajarme un poquito, me imaginé cuál era mi eje en mí interior, como si una cuerda atravesara todo mi Cuerpo, vibrando en alguna sintonía rápida. A la que abrí los ojos, dibujé la mano derecha un corazón y la izquierda estrellas.

Uriel observó los dos dibujitos…

-          ¡Maravilloso, mi amor! Estás en sintonía… ¿sabes lo que acabas de canalizar? – dijo.

-          No, no lo entiendo.- le dije.

-          La conexión entre el cielo y la tierra, el corazón simboliza la unión entre las estrellas y el camino que has venido a hacer. Toda la información que recibirás, será de este conjunto que forma lo que hagas en esta vida. Pues todo lo que necesitas para comunicarte, se encuentra vibrando en sintonía para ser recibido. – dijo Uriel pero no entendí nada.

En vez de esperar su significado, nos fuimos a descansar.

Pasamos la mañana jugando en la playa, y bañándonos en el mar, ¡qué vacaciones tan fabulosas! Llevábamos tres días allí, y no quería irme, quería estarme allí eternamente. Después de almorzar, mis padres hicieron la siesta, como yo no tengo por costumbre hacerla, me quedé dibujando en la terraza que daba un solecito interesante, aún llevaba el bañador puesto. Uriel se quedó a mi lado, descansando, hasta que uno de sus anillos se puso de negro a dorado, eso quería decir que tenía una llamada urgente, a pesar de no haber atendido nada desde que habíamos llegado, era la primera vez que alguien quería ponerse en contacto con él.

-          Tengo que contestar, no será nada… - dijo, se levantó y se fue a un rincón de la terraza.


Uriel contestó una video llamada de algún Ser de Luz, por la cara que ponía o los movimientos de ajetreo que hacía, parecía importante y algo inesperado. De pronto me asusté, cuando un auto pasó tocando la bocina, era un auto blanco y antiguo, pero en el momento en que volví a observar a Uriel, se había girado, me daba la espalda y no podía ver su cara.

-          No sé si es una buena idea… intenta que sea suave, ¿ok? No queremos sustos… - decía.

No tuve tiempo de indagar más porque la llamada se cortó enseguida y Uriel regresó, mi cara de interesada lo decía todo ¿qué había sido eso? Pero Uriel se volvió a sentar a mi lado, se tapó con su anunciador rojo la cara, y no dijo nada, se quedó allí… intentando dormir un ratito.

-          ¿Todo bien?- le dije.

-          Si, mi amor. Esta tarde iremos al poblado íbero, me lo estaban diciendo. – no dijo nada más.

Desconocía que iríamos a ver a las tardes, pero Uriel tenía razón, papá cuando se despertó decretó que iríamos al poblado íbero que lo habían convertido en museo interactivo.

Bajé del auto, observando el desierto del bosque que habíamos podido aparcar, caminamos por un camino hasta que al final llegamos a la entrada, la chica nos dijo ciertas indicaciones que no llegué a escuchar, mientras que observaba por encima la gente que había, dos grupitos de cinco personas y nosotros, que íbamos por libre, con un montón de propaganda en las manos y una especie de teléfono dónde te decía la charla al apretar uno de los números.

-          No quiero estar aquí…- susurré, Uriel me escuchó, se agachó yo le agarré de la manito.

-          ¿Qué te pasa mi amor? ¿Estás bien? – dijo Uriel.

-          No, algo va mal.- no le pude decir exactamente qué me pasaba, me agarré a su brazo con fuerza, él se volvió a estar de pie y seguimos a mis papis poco a poco para entrar al recinto.

Sentía en el centro de mis pulmones una presión tan fuerte que me costaba respirar con normalidad, por lo tanto, empecé a respirar más acelerada consiguiendo así acelerar el pulso y los latidos del corazón. Efectivamente, era un poblado íbero, con muchas piedras apelotonadas una encima de la otra, formando así muros de una casa, calles, puentes y pozos, intentaba no tocar nada, pero esa sensación era cada vez más fuerte. Hasta que de repente, escuchaba el sonido de varias espadas tocándose en un combate a muerte como en las películas. Miraba a mí alrededor varias veces, pero no veía absolutamente nada, pero al volver la vista al frente, las escuchaba como si tuviera la espada pegada a la espalda.

Lo peor fue, cuando empecé a escuchar susurros, que por muchas veces que me girase y no ocurriese nada, no había nadie, ni en la torre de vigía, escuchaba los susurros. Me agarré con más fuerte al brazo de Uriel, que finalmente él se quejó de lo fuerte que lo agarraba, se agachó, pero antes de que dijera nada, le pasé los brazos alrededor de su cuello y empecé a llorar sin intentar llamar la atención de nadie más.

 Antes de que Uriel me preguntase, noté sus alas que me rodeaban las espaldas, esas plumas que en muy pocas ocasiones las había podido tocar, tan suaves y ligeras que parecía que durmieses encima de un edredón de un rey. Me sentía en casa, todo lo que escuchaba, de repente había dejado de escucharlo, así que le di un besito en la mejilla como acto reflejo y le di las gracias.

-          Laia, ven, ¡vamos a entrar aquí!- dijo papá mientras que entraba dentro de una de las casas.

Me desenganché de la mano de Uriel y caminé rápido hacia papá, que se quedó a fuera, mamá también, y yo entre pensando que me seguían detrás. Pero todo estaba oscuro, hasta que de repente automáticamente se encendieron las luces y se vieron personajes de cartón piedra que simulaban lo que hacían en esa casa hace muchos años atrás. Me giré para ver si Uriel estaba, pero tampoco, y al volver a mirar al frente, una estatua de cartón piedra se movió.

-          ¡Hola Laia!- dijo el hombre.

-          ¡Ah!- grité de miedo.

-          Ei, tranquila, tranquila… no soy una estatua, soy un… Ser de luz, amigo de… Uriel…- dijo para calmarme.

Me quedé allí, medio muerta de miedo, observándole, no tenía alas, pero tampoco era muy alto, llevaba gafas azules, pelo moreno corto, camiseta y pantalón como si fuese cualquier persona, pero que conocía a Uriel, cuando en ese tiempo no le decía a nadie que lo tenía… ¡qué raro!

-          ¿Quién eres?- le dije.

-          Soy Orange, un guía de 5D. – dijo siendo muy amable.

Recomendación: Un alma llamada Axel - Libro de Amada Selina.

HR.

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jueves, junio 25, 2020

Cambia Tus Recuerdos

El tiempo a veces me tortura la mente y el corazón lo venera como algo importante, pero yo me pregunto ¿por qué? Si el tiempo, es solo lo que vemos pasar sin apenas decir nada. ¿Qué es el presente? Porque sabemos que el pasado ya lo hemos vivido, el futuro lo que queremos vivir, pero el presente… ¿Cuándo es presente y cuando un presente de repente se convierte en pasado? Es tan efímero, que aunque le des mil vueltas, sabrás que las 999 veces que pienses en ello, se habrán convertido inevitablemente en el pasado y solo una por pocos segundos será del presente, para convertirse pronto en pasado. Entonces, ¿Por qué nos dicen “vive el presente” o “carpe diem”?


Con lo poco que dura el presente, no da tiempo ni a pensar qué quieres hacer con él. Siempre nos quejamos que el tiempo va demasiado rápido, pero yo siento que el problema está en que en el colegio no nos enseñan a vivirlo como es debido. Por ejemplo, ya desde que eres chiquito, te mandan a estudiar un montón de cosas que siempre te dicen “esto es para tú futuro, para que seas alguien”. Uno se mata a estudiar durante años, pensando que en algún momento se va a convertir en “alguien” pero nunca sabemos cuándo será, ni siquiera si ya ha llegado ya. Porque un niño, espera a cumplir 18 años para ser mayor, pero cuando llegas a esa edad, esperas cumplir 40 para disfrutar de la vida junto a tus hijos, pero uno a los 40 años lo único que hace es trabajar como si ese “alguien” todavía no haya llegado, y uno piensa en la jubilación a los 67 años… en la edad de oro del humano, entonces allí si, se supone que allí has llegado a ser “alguien” pero ¿qué alguien buscaba ser? Porque lo único que se descubre es que eres oficialmente un anciano que ya no sirves para mucho más y te dan “este tiempo” para que hagas todo lo que has tenido que esperar durante tú vida.

Pero claro, no todos llegamos a esas edades con la salud de hierro, y más con lo mal que nos alimentamos ahora, una persona mayor está científicamente demostrado que antes de los 50 sufre un ataque al corazón y luego con 80 años ya ni se pueden mover… Entonces, ¿Cuándo se supone que todo el sacrificio que hacemos en la vida llega su recompensa?

¿En la muerte? Socialmente se dice que antes, porque al temer no saber qué hay más allá, piensan en esta vida por si acaso. Pero… si nunca llega la recompensa… ¿qué haces? Tantas horas doblándote el lomo por simplemente la razón del dinero, pensando en que en algún momento vas a poder viajar o hacer algo que te apasione, y cuando estás en el tiempo adecuado, resulta que no puedes por problemas de salud. Y claro, por eso todos estamos felices, ¿cierto? Felices con la sociedad que tenemos, de todo lo que hacemos… ¡aún nos falta mucho por aprender de la vida! Ni se lo imaginan…

Te educan pensando en que tus gustos y deseos no significan nada, lo que importa es tener dinero, porque sin él, nada funciona. Ok, estoy de acuerdo en que la moneda es imprescindible para aprender a administrarnos, pero lo que no pienso tolerar, es el hecho de hacer un trabajo que no me guste por simplemente tener la recompensa económica a fin de mes. El hecho de trabajar por simplemente el dinero, me parece una forma de “violar” el sentido de la vida, con el largo tiempo que pasamos aquí, ¿ustedes creen que si tuvieran que repasar sus vidas lo harían con alegría y gozo permitiendo ser sometidos de esta forma?

El problema no está en los gobiernos, sino en nosotros mismos. ¿Por qué no te permites aquel deseo que tanto quieras hacer pero por miedo no te atreves? Si ya no respetamos a nuestros deseos y peticiones propias, ¿cómo quieren que un gobierno sea justo y prometedor? Vayan a su interior y no tengan miedo a sentir y realizar sus deseos, el mundo quizás cambie si empiezas cambiando tú. Entonces la pregunta es… ¿Qué pasado quieres construir en tú vida? Por lo poco que dura el presente, prefiero que sea cumpliendo un deseo que no lamentarme de no haberlo hecho.

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HR.

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domingo, junio 21, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 34

Algo me decía en mí interior que la vida no era cómo se dejaba ver, mientras intentaba verlo a través de los ojos de mis padres. Siempre he tenido mucha imaginación para crear cuentos e historias, pero la verdad solo eran comentarios del pueblo, yo no imagino tanto, solo me permito escuchar el universo lo que tiene que decirnos. Quizás sea este el motivo de porque parezco tan diferente ante ellos, dos personas que perdieron la curiosidad de seguir caminando, mientras que a mí, ganas no me faltan. Cada vez que veía que les faltaba la magia de seguir viviendo, me prometía a mí misma que jamás perdiera esas ganas, y para hacerlo tenía que permanecer siendo así de noble en mí corazón. Algo que cuando vas creciendo, los adultos quieren que abandones y seas maduro, pero si madurar consiste en perder tú punto de referencia, prefiero crecer sin renunciar a ello.

En el momento en que volvimos a pasar por un túnel, sin saber los orígenes de mi mal estar, empecé a ver algo fuera del tiempo dónde me encontraba…

Me encontraba de pie, ante un gran ventanal rectangular, dónde se veía el espacio sin ningún planeta alrededor. Dentro de la sala circular, había diferentes seres, algunos muy altos y con cabellos rubios, otros con aspectos diferentes pero con un aspecto humanoide. Vestían con monos de colores, los que dirigían el lugar de azul, los pilotos de amarillo, los de seguridad de rojo y los de sanidad de verde.

-          Activen el agujero, velocidad a medio grado del cuadrante.- decía el que parecía el capitán.

-          Sí, capitán.- contestaba uno de los pilotos.

Me encontraba a la derecha del capitán, llevaba una larga cabellera rubia, yo también pero era chica y por lo que sentía, lo amaba. Antes de que dijera nada, delante del ventanal apareció una bola gigante azulada y entramos dentro, que nos atrapó con mucha fuerza.

Al regresar al presente, me aferré al cinturón de seguridad del auto, y respiré hondo aunque me dio la sensación de que me quedaba pegada al asiento, pues de algún modo había vuelto a recordar algo que viví en otro tiempo. No pude evitar compartirle a Uriel lo que había visto, mediante una comunicación telepática.

-          ¿Qué era eso circular del espacio?- le pregunté.

-          Un agujero de gusano, es un sistema de transporte rápido para ir a ciertos lugares del universo con mayor rapidez. Por lo que veo, reviviste la entrada de uno de ellos, hace bastante tiempo, mucho antes de que volviéramos a vernos en este planeta, mi amor – dijo con admiración y felicidad.

Cada recuerdo era como si me clavasen un puñal en el corazón, eran piezas muy sueltas y además pequeñas. Pero dolían tanto, que no quería seguir recordando, por primera vez, esperaba con ganas el momento de volver a olvidarlo todo y vivir así el tiempo que Anasiel me había dicho que tenía que vivir, solo para esta vida. Me dolía, por la simple razón de que siempre que recordaba algo, siempre aparecía el chico de ojos verdes, con otro aspecto pero el corazón no me traicionaba, si había alguien en la sala que latía con la misma intensidad, efectivamente era él en el pasado. Miles de millones de vidas y de tiempos unidos, y aquí estamos de nuevo, pero ¿para qué? Eso todavía tenía que descubrirlo.

La siguiente hora de camino, me la pasé llorando en silencio, papá tenía que estar concentrado en la carretera y mamá, tenía que seguir disfrutando de sus dulces sueños. Yo solo lloraba, porque me dolía el corazón, demasiadas vidas con la misma alma y aun así, no me he cansado de buscarlo, siempre lo he terminado encontrando. El dolor, es tan solo la falta de reconocimiento de lo que realmente significa estar al lado de él, no simplemente en el ámbito romántico, pues nuestro camino está más unido a través del trabajo que se une trabajo, placer y estancia en un mismo sendero.

Imagínense que durante más de 70 vidas, se van encontrando a una misma alma, cambiando su rostro físico, pero su alma es exactamente la misma y sus corazones se reconocen en cada vida. Pero cada vida que pasa, hay una situación distinta, y en algunas acabas unida al otro y en otras, acabas mal parado, asesinado y corrompido por alguien ajeno por celos o injusticia. ¿Creen que se volverían locos al saber que en esta vida vuelve a ocurrir? Porque es para volverse loco, y más recordando, pero que no lo puedes compartir porque nadie todavía está preparado para aceptar que esto está ocurriendo… una pregunta ¿se siguen preguntando porque la mayoría de veces no me relacionaba con los demás? Los únicos que podían ayudarme, siempre han sido los Seres de Luz que no viven en nuestra dimensión.

Aunque la curiosidad no paraba de picarme la sesera, tenía miedo de perder la cabeza por algo que quizás no podría ser, algo que esta vez tal vez, sería distinto. A pesar de tener tan solo 5 años, como ya se deben haber dado cuenta, tenía una madurez interna bastante considerable, por lo tanto, me daba pesadillas con tan solo pensar que quizás no lo conseguiría. Eran tantas cosas, lo que los Seres de luz me estaban ayudando a conseguir, que comprendí que si al final fuese, no podía comportarme como una niña inocente que no sabría aceptar la situación. Así que le agarré de la mano a Uriel, él me observó, no le quería decir nada, le mostré una sonrisita, pero mis ojos delataban el miedo que recorría por mi cuerpo en forma de sangre.

-          ¿Qué te preocupa, mi amor? – dijo Uriel frotándome la mejilla con el reverso de la mano.

-          ¿Por qué?- dije directamente.

Uriel alzó las cejas sin entenderme.

-          ¿Por qué tengo que encontrarlo… al de ojos verdes? ¿por qué es tan importante para ustedes? ¡No lo entiendo!- me quejé arrugué la frente y miré por la ventanilla.

-          Ya lo vas a entender…- dijo Uriel pero no dijo nada más, yo me enojé y le dejé de agarrar la mano.

El silencio marcó la próxima hora.

El apartamento que habíamos alquilado por una semana, se encontraba en una calle paralela a la playa y al centro de la ciudad de Calafell. Nada más observar el ambiente de las calles, te daba un calorcito de verano y frescura que parecía el inicio en vez del final. Observé las largas y grandes playas de arena marrón que inundaban las costas del mar, mientras que el paseo marítimo estaba lleno de tiendecitas típicas de cosas para la playa. Entre chancletas, bañadores y flotadores…

Quería que el tiempo se detuviese nada más llegar, pues ese lugar parecía evadirme de todas las dudas que últimamente se habían instalado en mi mente. Además que por primera vez en mi vida, pude ver la sonrisa de relajación que tenían mis padres nada más entrar en la ciudad costera. Algo que veraneando en Sitges no siempre se podría apreciar, por el simple hecho de que viajábamos con toda la familia, y eso a mi padre le estresaba un poco, porque solíamos encargarnos de la abuela Victoria con nosotros, y al no andar, resultaba algo incómodo. Pero esa semanita era solo familia de tres miembros, mis padres y yo. ¡Felicidad pura!

El apartamento se encontraba en una primera planta, la única pega era que solo tenía una habitación, por lo tanto, a mí me tocaba dormir en el sofá. Pero no me importó, mejor para Uriel y para mí, porqué podíamos acampar en el gran salón, ya que había dos sofás, uno en cada uno y eso era como una fiesta de pijamas inter-dimensional. En el momento en que mis padres estaban en su habitación “instalándose”, aproveché para hablar con Uriel en el salón, susurrábamos para que nadie nos pudiera escuchar. En casa era algo extraño que yo de repente tuviera “un amigo imaginario”, aunque había visto a mamá hablar también con sus ángeles en muchas ocasiones. Pero a papá eso le incomodaba mucho, y cuando me veía a mí, culpaba a mamá porque pensaba que solo “copiaba” sus movimientos para “encajar”.

-          Dary, te quiero pedir una cosa importante que quiero que cumples durante el tiempo que estemos aquí, ¿ok?- le dije.

-          Dime, ¿qué quieres, mi amor? – contestó interesado.

-          Quiero disfrutar de estas vacaciones, así que te voy a pedir que no quiero nada de lecciones de otras dimensiones o de esta misma sobre mi día a día. Necesito estar por esta semana, disfrutando solo de la familia, del resort dónde estamos y de la playa. Contigo y con los papis, ¿ok? – le dije.

Le pilló algo de sorpresa, estuvo unos segundos Uriel en silencio intentando pensar en la propuesta.

-          Descuida, mi amor. ¡Vamos a disfrutar del aquí y ahora! – dijo con una alegría Uriel.

De la emoción le di un abrazo agarrándole por la cintura, él también estaba feliz.

-          Para hacerlo, déjame que llame a los otros y les informe que estamos de vacaciones por siete días, ¿te parece bien? – preguntó.

Dije que si con la cabeza y él empezó a hacer sus cositas, agarró uno de sus pergaminos y luego los anillos, le dejé en el sofá sentado terminando de hablar con sus superiores, mientras que yo me fui a la habitación para estar con mis padres.

-          ¿Qué vamos a hacer?- les pregunté mientras que hacían la cama.

-          Iremos a hacer la compra y luego a pasear para ir a tomar un heladito en el paseo marítimo, ¿te parece?- dijo papá.

-          ¡Sí!- dije feliz.

Como era un día especial, papá me permitió comprarme un helado más caro, de aquellos que normalmente no podía pedirme, uno de cucurucho con mucho chocolate, mi favorito. El atardecer en la playa era espectacular, jamás había visto algo tan hermoso, me quedé un buen rato viendo como a la derecha lentamente el Sol transformaba el cielo azul en distintos tonos de naranja y violeta, mientras que aterrizaba en el horizonte de una urbanización. De una forma en que parecía que si íbamos allí con el auto, encontraríamos al Sol a punto de cenar.

-          Sol ilumina mi sendero, pues en mis manos dejo la luz que abunda en mí corazón. Dile a la Luna que en su canción de cuna, me acurrucaré y en un nuevo amanecer mis ojos reflejaran tus rayos, reconociéndome en los tuyos – cantaba Uriel mientras que el Sol despacito se iba evaporando.

En realidad lo cantaba en aquel idioma tan misterioso que curiosamente, comprendía sin recordar si es que ya en algún lugar del tiempo-espacio lo haya aprendido. El Sayónico. Era de las pocas veces que podía escucharle cantar en un lugar público. Mamá me permitió inundar mis pies desnudos en la arena que ya no quemaba, para sentirme igual que los lobos pero en sentido inverso, si ellos esperan la Luna, yo me despedía del Sol.

-          ¿y ahora qué está por venir?- pensé.

-          Detrás de cada puesta de Sol, una aventura se avecina… - dijo Uriel.

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HR.

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