viernes, julio 30, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 97

 

Mi hija no tenía mucho tiempo de vida, parecía que hubiese parido hacía semanas, me miré un poco y aún tenía la barriga de embarazada y me dolía un poco. Me emocioné.

-        Espera, no llores ahora. Tengo otra buena noticia.- dijo Uriel mientras me secaba las lágrimas con las yemas de los dedos.

-        ¿Qué pasa?- le dije.

-        Tu esposo ya ha llegado de la guerra, y quiere verte en el salón de inmediato.- respondió Uriel contento.

Se me aceleró el corazón sin explicación, empecé a dar pequeños saltitos para calmar a mi hija porque seguía llorando, vi que se calmaba.

-        Dile que tardaré unos minutos. Tauriel tiene que dormirse.- le dije.

De hecho se lo dijo mi yo de esa vida, yo no tenía ni idea de que mi hija se llamase así. ¡Qué nombre tan bonito! Pero cuando quería saber más… regresé a mi vida actual.


Cuando sonó el timbre de la hora del patio, me quedé totalmente desconcertada, como si el tiempo se hubiese acelerado, pues la materia en la que nos encontrábamos ya era plástica, miré el dibujo que había hecho y me quedé un rato descifrando qué carajo había dibujado… un bebé en brazos de una niña. Me había dibujado a mí misma en esa vida.

-        Dary, ¿qué teníamos que dibujar?- le pregunté curiosa.

-        ¿Qué te gustaría ser de mayor? – respondió Uriel.

Volví a ver el dibujo, en él estaba también el pequeño estanque con una palmera, las bóvedas blancas y azules que entraban a los aposentos, y yo allí delante del estanque junto a un bebé en mis brazos, y detrás de la palmera el Chico de Ojos Verdes, pero en una sombra. La identidad de este Chico aún era todo un misterio, empezaba a pensar que quizás me lo había inventado, pero tras recordar algunas vidas juntas, se me pasaba y confié en el tiempo en que prontito sabría su nombre. Pero a quién quería engañar, si este juego me estaba apasionando, conociéndonos lentamente, como si fuésemos espías a través de algunas señales divinas, señales que nadie más puede identificar, como por ejemplo el número 23 que se me repetía muchísimo.

Me puse a llorar en silencio al recordar al Chico. Me agaché para agarrar el desayuno e irnos Uriel y yo al patio, fui la última en salir de clase. Uriel me pasó uno de sus brazos por encima de los hombros, notaba su apoyo, mientras que nos íbamos a las escaleras, en ese momento escuché un estruendo que me escapó de todos los pensamientos, y empecé a buscar de dónde venía mirando por las ventanas del pasillo.

-        ¿Qué están haciendo?- dije casi gritando, antes de que me contestara Uriel me puse a correr directamente a las escaleras de color negro, Uriel iba detrás de mí, le costaba alcanzarme.

-        ¡Espera, mi amor! – gritaba Uriel pero no le hacía ni puto caso.

En el patio seguí corriendo cruzando el patio sin mirar nada, sin esquivar pelotas ni nada, tan solo tenía los ojos fijados en la sorrera, pues allí en cuanto llegué vi a dos hombres de cincuenta años, que estaban con una motosierra cortando el tobogán y los hierros del parque. Alrededor de la sorrera había muchos niños, llorando mirando cómo se llevaban, lo que tanta diversión les había dado. Se me rompió el corazón a mí también y lloré.

Noté de nuevo el brazo encima de mis hombros de Uriel, se puso detrás de mí, notaba su respiración agitada intentando tranquilizarse. La Dolores, la profesora de P3 vino a rescatarnos para que fuésemos a otro lugar del patio, pero yo me acerqué a ella.

-        ¿Por qué lo están cortando?- le pregunté algo enojada.

-        Lo sacan porque ya no pueden jugar más allí.- dijo la Dolores.

-        ¿No podrán de nuevo algo?- pregunté.

-        ¡No, y no preguntes más!- dijo la Dolores.

-        ¿Por qué?- dije sin escucharla.

-        ¡Se acabó, estás castigada!- me agarró del brazo y me fue arrastrando hasta las jardineras, al otro lado del patio, la Dolores, pero me resistía.

Como me iba resistiendo, al final se detuvo a mitad del patio, me agarró el brazo con fuerza y con la otra mano me picó los dedos fuerte, me dolió y me quejé llorando.

-        ¡Deja de quejarte y anda!- gritó.

Dejé de resistirme y le acompañé a las jardineras.

-        ¡Aquí sentada te vas a quedar hoy!- dijo la Dolores, me sentó y ella se quedó allí con cuatro profesoras más.

Estuve todo el patio castigada, por haberme quejado de que no cortasen el parque que los demás tanto amaban. A los cinco minutos, me fui de allí en busca de un lugar mejor, la profesora se dio cuenta varios minutos después, así que las cuatro profesoras me estuvieron persiguiendo por todo el patio intentándome capturar. Me divertí mucho. Recuerdo a la Dolores gritarme que fuera con ella y yo diciéndole que no con el dedo y la cabeza, y ella al final intentando perseguirme pasando por el medio de los campos dónde los niños jugaban al futbol sin control. Pobrecita, se llevó varios pelotazos en la cabeza y en el cuerpo.

-        ¿No la vas a ayudar? – me preguntó Uriel.

-        No, ella está en oscuridad. ¿Por qué me tiene que castigar por preguntar? ¡No es normal!- le dije.

Uriel me miró con ojos de pilla, pero en el fondo él entendía que quién actuaba mal era la Dolores no yo. Así que me ayudó a jugar. La Ramona era una de ellas, cuando nos encontrábamos cerca de las fuentes para los mayores, la Ramona apareció por detrás por sorpresa.

-        ¡Ven aquí!- dijo.

-        ¿No te bastó en todo lo que hiciste el año pasado conmigo que ahora te unes con ella?- le dije mientras escapaba corriendo, ni me pudo alcanzar.

Parecía la fuga de Alcatraz eso, pero no lo entendía, el patio era un rectángulo en medio de tres edificios del colegio que hacían de muro y uno dónde había una casa habitada. No había escapatoria posible, pero no me alcanzaban. Era gracioso como lo hacían para capturarme. Si nosotros estábamos en la esquina del patio cubierto, ellas estaban delante de la pista de baloncesto, al otro lado del patio, luego con tan solo ir hacia la derecha o la izquierda, ellas hacían lo mismo pero lo contrario, como si intentasen atraparme pero imaginando que en medio hubiese una mesa y no había nada, solo niños jugando al futbol en plan cañero.

-        Estas cuatro en una salida de verdad, las acaban atrapando los malhechores… ¿Ves lo que hacen?- le comenté a Uriel, que se río descaradamente.

Solo faltaba que sonase una canción por megafonía avisando de que eso era una cámara oculta. Por qué la gente que se fue enterando de lo que pasaba, no entendía porqué me perseguían.

Sonó el timbre y no me atraparon, luego me fui a la fila y la Dolores me agarró del brazo.

-        ¡Ya está bien, hombre!- empezó a gritarme echándome la bronca del siglo, pero le corté.

-        ¡No, no voy a permitirle que me haga esto! ¿Sabe? ¿Se da cuenta de porque me está castigando usted? Por hacerle unas preguntas, que solo era porque los chicos están preguntando porque al ver que quitan esto, se asustaron. – no me di cuenta pero armé un numerito que todos los alumnos me estaban observando.

Miré un segundo a mi alrededor y vi que venía la Carmen se acercaba a nosotras.

-        ¿Qué pasa aquí?- dijo la Carmen.

Empezaron a contarle la versión de su historia, pero la Dolores se inventó cosas, se inventó de que yo estaba siendo agresiva, cuando no lo fui. La Carmen me miró un momento.

-        ¿Agresiva?- preguntó la Carmen.

-        Sí, y le he tenido que darle en la mano para que me dejara en paz.- inventó la Dolores.

-        ¿La pegó?- alzó la voz en señal de sorpresa la Carmen y la Dolores dijo que si con la cabeza.- ¡No, no… nunca se pega a un alumno! ¿Usted cree que ese es un motivo para castigarla? ¡Déjenla en paz, ella solo quería saldar sus dudas, su curiosidad es fantástica, no intenten hacer un drama porque ustedes le tienen miedo por todo lo que ocurrió en su pasado y que no hay forma de que lo superen! Laia, ve a la fila con tus compañeros.- dijo la Carmen.

-        Gracias.- le dije amablemente y con Uriel nos fuimos a la fila.

Cosas parecidas me iban pasando en los recreos y fuera de ellos, después de lo ocurrido en primero. Me di cuenta de que los profesores eran rencorosos y que no se olvidarían de ello aunque tuviese que estar cinco años más allí. Suerte que la Carmen era lo más parecido a un ángel caído del cielo, porque me defendió siempre, lo que me había dicho a principios del curso, empecé a creérmelo a partir de ese momento.


Durante el mediodía, estaba en la salita viendo dibujos, habían empezado hacía pocos días una serie llamada Gargolas que me encantaba, intentaba no perderme ningún capítulo, pues detrás venía Rugrats.

-        Dary, me siento igual de rara que estas Gargolas que protegen Gotham durante la oscuridad. Como si me viesen a mí, y sintiesen que soy de otro planeta o yo que sé… pero soy una extraña que a muchos temen. – dije me estaba quejando en realidad.

-        Eres un rayo muy potente que ha venido a iluminar los corazones de aquellas almas que están distorsionadas en sus mundos, mi amor. El camino que tomaste viniendo a nacer aquí y en este tiempo, será muy complejo. Pero siempre nos tienes a nosotros. – contestó Uriel.

-        Sinceramente, no me siento de 3D. No me siento una humana, aunque tenga un cuerpo igual. – dije.

Uriel no contestó solo se río y nos pusimos a escuchar el capítulo. Ya estábamos a uno de Febrero y eso quería decir que oficialmente el Chico ya no se encontraba en 3D, mientras que veía ese capítulo me entró la angustia y empecé a moverme por el sofá, me tapé la cara con una almohada intentando pensar por un segundo que nada de esto estaba pasando de verdad. Pero de nuevo vivir en 3D era demasiado duro, todos mis amigos y compañeros que no tenía que disimular, se estaban yendo de mí lado y cada vez me daba más miedo pasarme el resto de la vida sin ellos.

-        ¿Por qué duele tanto que te abandonen?- le dije a Uriel.

-        ¿Te sientes abandonada? – preguntó Uriel arqueando las cejas en señal de sorpresa.

-        Si, claro que si. Solo queda la mentira, tener que disimular. ¿Por cuánto tiempo más?- dije desesperada.

-        A mi no me vas a dejar, eh. Yo estoy aquí contigo. Conmigo no disimules. – respondió burlón Uriel.

-        Tu eres diferente, Dary. Ya sabes a qué me refiero. Me quedaré solita y me da miedo.- dije agobiada.

-        Yo siento que así te vas a centrar aún más en prepararte para el día de mañana. Los humanos son difíciles, pero tú eres especial, mi amor. Vas a poder, vamos a poder. – me animó Uriel, lo estaba consiguiendo.

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viernes, julio 23, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 96

 

Me quedé parada pensando en todas las personas que he conocido en 3D, pero no pude atar cabos de ninguna manera, aunque tengo que reconocer que sospechaba de Sergi un poco.

-        ¿Cómo se pueden reconocer?- le pregunté la curiosidad de nuevo me picaba tanto que me daba hasta ortigaría.

-        Simplemente no siguen el rebaño. – respondió mientras le daba un sorbito al jugo de frutas Haziel.

En clase me pareció que hablaba de Sergi, pero de nadie más.

-        Así que son diferentes, ¿verdad? – dije.

-        Suelen ver más allá de lo que los demás ven, no se conforman con lo primero que encuentran ni con la primera información que se les entregue, quieren saber más para ayudar. - dijo.


Entonces descarté a Sergi, él solo quiere pasar el rato, en ningún momento quiere profundizar en las cosas, solo con lo que recibe de primera mano ya le es suficiente. Pero me identificaba mucho con esa definición, pero me descarté enseguida. Creo que si yo fuera un ángel encarnado, tendría el triple de problemas que ya tenía y que era incapaz de comprender por qué sucedían.

-        La mayor de las veces, ni saben que lo son. Pero siempre les dicen que son especiales. – añadió Haziel.

-        ¿Especiales?- repetí curiosa de mí.

-        Están adelantados en el tiempo en todos los aspectos. – dijo.

Aunque me costaba, me seguía descartando. Lo de especial en algún momento sabré porque me lo dicen, pero no, no es porque sea un ángel encarnado. En realidad no quiero más problemas, solo quiero hacer las cosas que quiero hacer sin causar problemas, así de simple. Pero todas las miradas que recibo, son siempre de críticas malas para terminar burlándose de mi forma de ser, incluso algunos se aprovechan de ello para intentar hacerme quedar en ridículo o simplemente que yo piense que estoy mal.

-        ¿Por qué en la 3D hay tanto juicio?- pregunté.

-        Porque el miedo les hace crear enemigos en vez de hacerles crecer y ser mejores versiones de ellos mismos día a día. El miedo desde hace eones, ha sido un cúmulo de emociones que han ayudado a que la humanidad pueda conseguir avanzar, pero en los tiempos que estamos a punto de empezar, es tiempo de que la humanidad comprenda que el miedo solo te atrapa y no te deja sentir la libertad, ni saber qué es ser responsable de ti mismo. – dijo Haziel.

Por miedo a lo que vieron de mi posesión, la Júlia ha conseguido a toda la clase a sus espaldas y el curso entero para que me hagan bullying. Pero no me tienen miedo a mí, sino a ella, por lo que sea que les vaya a hacer.

Desayuné super rápido en casa de la abuela Victoria, el Titi fue quién me llevó al colegio dando un paseo a las nueve de la mañana. Tenía tanto sueño, que durante la hora de rezo, me quedé frita de pie, mientras que la Carmen daba paso a un compañero de clase para que leyera en voz alta la plegaria del día, me desperté casi a las puertas de un infarto cuando se escuchó la música de la canción religiosa que teníamos que cantar al finalizar el rezo. La primera hora tocaba clase de naturales, estábamos estudiando a las hormigas, me fascinaba su estructura social, es muy parecida a la que vivimos nosotros, un mandamás (la reina) en nuestro caso el presidente del gobierno, que manda a los de más abajo para que salgan adelante y cuiden de la colonia. Uno de mis mayores sueños, siempre ha sido en tener un hormiguero en casa de forma natural, para estudiar su comportamiento y compararlo con el de la sociedad a nivel más metafísico.

En un momento en que la Carmen nos dejó hacer un ejercicio sobre hormigas a nuestro aire, aprovechando que tenía a Gerard atrás, me giré para hablar con él y con José.

-        ¿Saben porque las hormigas cuando construyen sus túneles tiene esta forma tan peculiar?- pregunté.

José y Gerard me miraron con curiosidad y asombro al mismo tiempo.

-        Pues esa forma se llama hexágono, es decir que es una forma que tiene seis lados, y esto tiene mucho que ver con cómo se formó la Tierra hace muchos millones de años.- dije me sentía fascinada por esa información.

Pero ni a José ni a Gerard les entró de la misma forma, me seguían mirando de la misma forma de sorpresa, pero no entendieron nada de lo que les dije y simplemente me volví a girar y continué con mis cosas.

-        Mi amor, ¡qué información tan interesante! ¿por qué crees que son seis lados, sabes de qué dimensión proviene esta información? – me dijo Uriel mientras pasaba un bazo por encima de mis hombros para consolarme y animarme un poco.

-        Si, la 6D.- dije sin ánimos.

-        ¡Maravilloso! ¡Cuéntame más, mi amor! – dijo Uriel para seguir animándome.

Miré a Uriel a mi izquierda, mientras que apalancaba la cabeza encima de la mesa e intentaba pensar por un segundo que aún me encontraba en Agartha, cerré los ojos bien fuerte, y por un segundo pensaba que estaba allí de nuevo, pero al abrirlos, la realidad volvía a mí y me puse triste y algo decepcionada. Uriel pasó cariñosamente su mano encima de mi pelo, se agachó para tener su cara a poca distancia de la mía, se le veía preocupado por mí.

-        Lo comprendo amor. No te preocupes. – comentó Uriel mostrando una pequeña sonrisa de compasión.

Miré alrededor, todos estaban charlando entre ellos, pero ninguno charlaba con su ángel de la guarda. Cada vez veía menos ángeles al lado de mis compañeros y empecé a preocuparme si a mí me pasaría igual, solo pensarlo me ponía a llorar y sentía como el corazón se desgarraba tan fuerte que sabía que moriría si algún día ocurriría.

-        Quedamos muy pocos, Dary. ¡No quiero perderte!- le dije susurrándole a la oreja.

-        Si no lo deseas, siempre estaré contigo. Aunque no me llegues a ver, yo nunca me separaré de ti. Te lo prometo y cuando un ángel promete algo, siempre cumple. – me susurró Uriel en la oreja seguro de lo que decía.

-        ¿Tendré que dejar de verte?- susurré pero me puse sin querer a susurrar algo más alto, por suerte nadie nos vio.

-        Tus ojos se adaptarán a tu nueva realidad de 3D. Pero siempre me haré ver para ti. – informó Uriel.

-        ¿Cómo?- le pregunté.

-        Podrás sentir esto. – me dio un beso en la mejilla y me acarició suavemente con la yema de los dedos la mejilla que me había besado.- Cuando lo sientas, sabrás que soy yo. – mostró una sonrisa sincera y yo le copié.

Su cariño siempre había sido muy sincero, en ese tiempo era cariñosa con mi madre y con la iaia Filo, incluso con el Titi, pero con mi padre nunca, siempre me ha parecido fría la figura paterna, prefiero saludarle en plan americano, un choque de puños o unos golpecitos en la espalda, que darle un beso o un abrazo. Aunque les parezca extraño, a mi padre ya le es suficiente, tampoco es muy cariñoso con la gente pero es una buena persona. Eso me viene de mi apellido paterno, los Galí somos algo secos con las muestras de cariño en público.

-        ¿Cuándo será esa gran decisión, Dary?- le pregunté.

-        Cuando cumplas 8 años, tendrás que decidir si quieres seguir con nosotros o dejarlo todo para más adelante. – respondió Uriel.

El corazón me latió muy fuerte y me dolió bastante. La decisión era clara, en un año aproximadamente tenía que tomar un camino, estar junto a los ángeles de forma activa o… vivir al margen de todo lo que signifique Ser de Luz. Eso quería decir dejar incluso Agartha y el trabajo de Trabajador de la Luz para cuando estuviese más preparada.

-        Dicen que esta decisión es la primera importante tras nacer, ¿cierto?- le comenté.

-        Así es, mi amor. Después de nacer, a los ocho años se toma la primera decisión importante, la siguiente será cuando tengas doce años, para saber ¿qué te gustaría ser de mayor? Y luego ¿qué universidad o trabajo quieres hacer? Y así, un sinfín de preguntas importantes que te van a condicionar toda la vida, hasta el fin de ella. – respondió Uriel.

En jerga angelical se les llama a estas decisiones troncales, pues son las que todo el mundo debe pasar para hacer un camino u otro.


Entonces, me vino un mareo sin previo aviso y me quedé mirando como toda la clase se movía, los muebles, las personas,… todo… dónde poco a poco me estaba entrando un sueño raro, lo último que recuerdo fue que dejé de ver y todo se puso de color negro… reconocí esas sensaciones, estaba volviendo a recordar una vida anterior…

Abrí los ojos, me encontraba en una habitación estaba tumbada en una cama, hacía mucho calor, cuando me incorporé vi que no estaba en mi habitación, pues era tres veces más grande de lo que era la mía en Manlleu.

-        ¿Dónde estoy?- dije en voz alta, pero en la habitación no había nadie.

Las paredes eran blancas y solo había dos ventanas con cortinas sin cristal ni persiana, me incorporé y caminé hacia ella, para ver qué había más allá de esa habitación. Se podía ver un amplio patio con un estanque en medio, había columnas blancas y doradas alrededor del patio, también había plantas tropicales, la temperatura era muy alta parecía verano. En el patio vi a unos hombres que iban con falda y una camisa blanca, la falda era dorada, un cinturón de cobre y en la cara llevaban un tatuaje de un ojo en la frente.

Entonces, empecé a escuchar un llanto de un bebé que provenía del interior de la habitación, miré y me fijé que la cama estaba en medio de la habitación y era doble, estaba hecha de madera dorada y azul, parecía lujosa. Deambulé por la habitación pero no había ningún bebé, hasta que la puerta se abrió y me quedé parada, allí estaba el arcángel Uriel caminando hacia a mí, con un bebé llorando en sus brazos.

-        Creo que necesita los brazos de su mamá, querida.- dijo Uriel.

-        ¿Qué?- dije sin pensar.

Uriel se acercó y me entregó al bebé, yo lo agarré como pude y le miré a los ojos, estaba llorando pero se parecía a mí.

-        Tu hija necesita los brazos de su mamá.- comentó contento Uriel.

Entonces la reconocí, era ella, la misma hija que vi cuando visité el departamento en Agartha. Había viajado en el tiempo, estaba en un recuerdo de una vida pasada, que no sabría identificar, parecía Egipcia pero algo me decía que aún no había pasado eso, el antiguo Egipto todavía era un sueño a punto de realizarse. Luego supe dónde estaba era Khefis, la capital de Atlántida. 

P.D. Dentro de cuatro capítulos terminaremos la primera temporada y estaremos dos semanas sin publicar capítulo, luego regresaremos.

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HR.

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sábado, julio 17, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 94 y 95

 Capítulo 94:


Tuve un poco de esperanza de que a lo mejor volvería a ir allí cuando lo vuelvan a abrir, de alguna forma que desconocía, mi corazón me decía que así sería. A pesar que en ese tiempo pensar en el 2070 se me iba a ser algo largo la espera, ni pensé en cuantos años tendré cuando regrese… En teoría habré cumplido los 77 años, aún hay chance.

De repente la nave tuvo que detenerse en el espacio exterior, cuando ya nos acercábamos al planeta del medio de la Tres Marías. Miré por el ventanal y vi que había una cola inmensa de naves que esperaban igual que nosotros.

-        ¿Qué pasó?- se me escapó sin querer.

-        No te preocupes, es un control. En este planeta es dónde se mueven más naves que no pertenecen al planeta, pues aquí en realidad nadie vive solo es un planeta de trabajo, por ende controlan los accesos para que solo entre y salga los que tienen permiso para venir. – dijo Alaniso, se acercó a nosotros.

La cola llegaba hasta el centro del planeta, que me dejó muy impresionada, pues se veía que estaba todo construido, no había casi nada de naturaleza, pero ambas construcciones parecían torres y halas como si fuera un gran castillo, pero repartido por todo el planeta, tampoco tenía ríos ni mares ni océanos claros, pero entremedio de ambos edificios, cuando ya habíamos entrado casi en la atmosfera del planeta, vi que había ríos unidos entre puentes, como si fuera una Venecia a lo grande.

-        Alaniso, llévate a Laia y a Humiel en el muelle de carga, le harán el control allí mismo. – ordenó Roxanne.

-        ¡Claro, comandante!- respondió Alaniso.

Las compuertas del muelle de carga se abrieron tras esperar pocos minutos, una pequeña nave metálica pero bañado en oro, entró y aterrizó en la plataforma A4 que estaba justo delante de nosotros. Esa nave parecía una especie de cigarro dorado, que tenía pocos ventanales pero era muy hermoso, del lado derecho llevaba un signo muy especial que hacía poco tiempo había visto, era la rueda del Karma y Dharma. Automáticamente vi hacía dónde nos íbamos, en un lugar que Garol había explicado que era sagrado y oficial, es decir que toda la Hermandad Blanca sabe quién entra y quién sale de este planeta.

Miré a Humiel y a Alaniso, estaban concentrados mirando la nave un al lado de otro, yo estaba a la derecha de Alaniso, me habían dejado a un lateral, pero estaba en la misma línea que ellos. Quise dar un paso atrás, porque de dónde yo vengo, los más representados van delante y los demás detrás, pero cuando iba a hacerlo Alaniso me empujó suavemente y me obligó a mantenerme a su lado.

-        ¿Por qué te vas para atrás? – me preguntó susurrando.

-        Los humanos dejamos a los superiores ir delante.- dije.

-        Aquí no hacemos esa diferenciación, ponte a mi lado y no vuelvas a hacer eso, ¿de acuerdo? – susurró Alaniso.

-        ¿Por qué?- dije.

-        Ofenderías a nuestros invitados. El universo no permite que haya diferencias entre hermanos. – dijo.

Me anclé al lado de Alaniso y simplemente me dejé llevar por lo que estaba a punto de ocurrir, mi primer encuentro con un miembro de la Orden del Karma, y lo mejor de todo es que no había tenido que morir para vivir esto.

Una puerta que ni se veía que era una puerta de la misma nave chiquita, se abrió igual que una puerta de garaje automática, de allí salió una angélica muy hermosa, tenía el pelo muy largo ondulado castaño, lo llevaba con una trenza que se lo había puesto por delante a un lado, una túnica hasta las rodillas de color anaranjado, llevaba un colgante de una flor rosa, sus ojos eran azules con tonos verdes, en su cara mostraba una sonrisa sincera que mostraba alguno de sus dientes blancos hermosos. La túnica era de verano, del brazo izquierdo llevaba un brazalete en forma de serpiente que le subía hasta el antebrazo dorado, y las sandalias eran de cuero negro.

Detrás de ella había dos guardianes de luz, con sus cascos azules y su uniforme pero en vez de ser azul era en tonos anaranjados y blancos. Ambos guardianes iban con la espada de luz en guardia, y su escudo dónde representaba la cara de Hércules y dos serpientes que rodeaban el escudo la famosa Kundalini.

Cuando la angélica se puso a caminar hacia nosotros, le pude ver sus alas blancas con las puntas rojas, eran bellísimas. Me quedé hipnotizada viéndola caminar, mientras que ella se detuvo con Alaniso, se saludaron dándose la mano, luego Humiel también le dio la mano.

-        Me gusta volver a verte, Tío. – dijo la angélica vi que se lo decía al Titi, entonces arqueé las cejas en señal de sorpresa.

-        Lo mismo digo,…- contestó el Titi, dijo un nombre que no supe entender.

Entonces, me saludó a mí, le di la mano y le sonreí.

-        Me alegra de conocerte, Laia. Perdona, pero para mí va a ser algo difícil esto, porque ya nos conocemos. Soy la Ángela de la Justicia, pero me puedes llamar Judge. – se presentó, yo la miré con amabilidad y sorpresa.

-        Gracias, por recibirme.- dije, me puse algo nerviosa sin motivo.


Entonces le pidió al Titi la documentación suya y la mía, mientras que hacían el control de que todo estuviese correcto, Alaniso ya había roto la fila y eso quería decir que podía deambular tranquilamente. Me acerqué a uno de los dos guardianes y me puse a observarlo, se me quedó mirando.

-        ¿Necesita algo? – preguntó el guardián.

-        Disculpa, solo estaba mirando su… escudo. ¿Es Hércules, cierto?- dije.

-        Así es. Nuestro patrón. – contestó.

-        ¿Ustedes no son de la guardia de San Miguel Arcángel?- pregunté arrugando la frente.

-        San Miguel Arcángel solo tiene guardianes en la Tierra, aquí en Orión nuestro patrón es Hércules. – respondió.

Me resonaba un montón ese nombre, como si ya lo conociese de otro lado, pero era de las primeras veces que escuchaba su nombre entre guardianes. De hecho desconocía que estuviese dentro de esta orden, aunque fuese dirigiendo la de Orión.

-        ¿Quién es Hércules?- pregunté.

-        Es un Elohim que reside en Orión, pero también está en tú plano de existencia trabajando en colaboración con San Miguel Arcángel en la Tierra. – contestó amablemente el guardián.

-        ¿Elohim?- pregunté.

-        Son como Maestros Ascendidos pero que se ocupan de las emociones, en tu planeta se os recuerda por ser una civilización con mucha energía acumulada, es decir, con muchas emociones para experimentar. Un Elohim se encarga de equilibrar esas emociones en cada uno de los seres que habitan en sus dominios. Por ejemplo, Hércules ahora trabaja en la Tierra, pero él se encarga de equilibrar las emociones del rayo azul, es decir, la valentía, la fuerza, perseverancia y la perspicacia. – respondió el guardián.

-        ¿Para qué exactamente?- dije, soy demasiada curiosa ya me lo dicen mucho en clase.

-        Toda la energía la tenemos que observarla desde estos planos tan altos, como es la 5D y la 7D. Al fin y al cabo, un Ser de Luz trabaja con energía y simplemente equilibra y crea en base a ella. – respondió.

Cuando iba para hacerle otra pregunta, el Titi nos interrumpió y tuvimos que subir a la pequeña nave, El Consejero Jefe del Tribunal Kármico nos estaba esperando y parecía que íbamos con algo de retraso. Así que me despedí de Alaniso, él me prometió estar allí a la vuelta, la nave no tenía permiso para entrar en la atmosfera de Épsilon ese día, y se tuvieron que esperar a esas alturas.

Entré en la nave y me senté en el primer asiento que encontré con ventanal lateral, Humiel me ayudó a colocarme los cinturones de seguridad en plan helicóptero, pocos segundos después y sin darme cuenta, empezamos a elevarnos y salir fuera del muelle de carga del Comando Ashtar. La nave por ser tan pequeña tenía una velocidad bastante potente, en poco tiempo pude captar que íbamos a más de 200km/h adelantando todas las naves que habían en fila esperando a pasar el control, los pasamos por la derecha, me quedé mirando por la ventana y aluciné. Había muchas naves, jamás había visto tantas y todas eran peculiares, otras más grandes otras más pequeñas, pero se veían si eran de la Hermandad Blanca o simples vecinos. Me quedé mirando una de ellas, tenía forma de palangana del revés, con muchas luces verdes y rojas alrededor y un eje con un cristal dónde se veía unos seres muy pequeños, con ojos negros, tenían pelo aunque fuese blanco y su piel era color tierra de las montañas.

-        Mira esa nave…- le dije a Judge.

-        Estos son nuestros vecinos de Betelgeuse, una estrella aquí en Orión lejos del cinturón. –respondió Judge.

Me explicó que esta civilización suele tener una personalidad bipolar, no suelen irse de Orión, pero me comentó que hace mucho tiempo, cuando la Tierra todavía era una grande esfera de fuego y lava, decidieron visitarla y ayudar a la construcción de la nueva civilización.

-        Ellos entregaron un fragmento de su ADN para que el reino animal pudiera existir. ¿Te suenan los dragones de comodo? Ellos al tener un ADN parecido a los Draconianos ayudaron a crear la evolución de esta especie de animal que vive en tú planeta. – informó Judge me dejó fascinada pues había estudiado esa especie de animal en IÓN no hacía mucho tiempo.

Recuerdo que Garol dijo que estos animales tenían un origen bastante misterioso, pues en tantos milenios no han evolucionado mucho.


La nave aterrizó en una de las terrazas de un edificio muy alto, parecía una sexta planta, nada más bajar de la nave, seguimos a Judge junto a los dos guardianes, entramos a dentro y todo parecía diferente, como si hubiésemos entrado en un viejo claustro de un monasterio pues todas las puertas eran arcos de medio punto, con grandes puertas laterales de cristal colorado, como si fuesen de un templo de Agartha. En este caso, todo estaba bañado de amarillo, el suelo, las paredes y el techo, aunque habían pinturas muy bonitas en las paredes, en forma de fresco que hablaban sobre la historia de Orión, que me dejaron fascinada, aunque desconocía toda la historia, solo sabía un trozo por recuerdos y también por lo que Uriel ya me había explicado en otras ocasiones.

Giramos a la derecha al llegar al final de un pasillo muy largo, conté veinte puertas grandes, y luego a la tercera puerta, giramos a la izquierda para entrar en otro pasillo igual que el anterior, yo ya me estaba perdiendo con tanto giro y pasillo. Caminábamos a paso ligero, allí no se andan por las ramas, van siempre con prisa y en silencio. Volvimos a girar a la derecha y nos quedamos quietos delante de una puerta de cristal amarillo que tenía el número 703.

Judge se giró y me miró, me agarró de la mano y me obligó a ponerme delante de ella, me hizo un gesto para que abriera la puerta, pero llamé, entonces la puerta se abrió sola y entré, con algo de miedo porque no sabía quién habría al otro lado.

-        ¿Hola?- grité algo miedosa.

Me di cuenta de que no era un pasillo más, pues me había puesto dentro de un departamento bastante amplio, el pasillo era diferente, había mucha luz, tenía cinco puertas a cada lado de madera robusta, caminé lentamente hasta el final dónde había un gran salón con su cocina, y arriba de la escalera de caracol de hierro negro, estaba un pequeño despacho. Me quedé allí esperando.

Capítulo 95:

Me asusté cuando escuché como se caían libros de una de las estanterías del despacho, así que subí las escaleras de caracol intentando a ver si encontraba a alguien que me pudiera recibir.

-        ¿Hola? ¿Alguien se lastimó?- pregunté preocupada mientras entraba a la biblioteca del despacho.

No era muy amplia, pero los pasillos se alargaban con grandes y muy altas estanterías con libros sobre las leyes universales entre otras cosas, algunos estaban encuadernados en cuero azul marino, otros en cuero rojo, parecían pergaminos muy antiguos del principio de la galaxia de Orión.

-        ¡Rayos, le dije que no lo hiciera así y no me ha hecho caso…! – escuché la voz de un hombre que provenía del segundo pasillo de estanterías, así que me dirigí hacia allí.

Pero no vi a nadie, en ese pasillo había al fondo un escritorio dónde había un libro muy grande abierto por una página en blanco, me acerqué cuando de repente vi que la pluma que había en el tintero empezó a moverse sola.

-        Apunta… - decía la voz del hombre y automáticamente la pluma agarró tinta y empezó a escribir sin que nadie la tocase, me fascinó tanto que me tuve que acercar a tocar la pluma para ver si eso era verdad. Al tocarla, la pluma sin querer dejó manchurrones de tinta en el pergamino del libro y se paró.- ¿Quién tocó la pluma sin mi consentimiento?- dijo el hombre.

Seguí la voz hacia el siguiente estante, finalmente encontré al hombre que iba con una túnica naranja mientras revisaba los libros de los estantes, al mismo tiempo que en sus manos había otro libro gigante que estaba leyendo. Tenía el pelo canoso y largo, ondulado al final, llevaba anteojos y una barba de cinco días aproximadamente, a pesar de tener mi temor a las barbas, allí no me dio miedo. Supongo que fue el hecho de estar en otro planeta y en otra vibración.

-        Lo… siento… no quería molestar a la… pluma, ni a usted. Soy…- me interrumpió el hombre levantando el dedo índice hacia a mí, me quedé callada observando como seguía leyendo en voz alta el libro, mientras que se escuchaba de fondo como la pluma del pasillo anterior, escribía en el libro.- ¿Cómo hace eso?- se me escapó.

-        Haz una carta a los hermanos del Consejo, envíalo como urgente para la próxima vista de este ser. – dijo el hombre.

Escuché como se cerraba el libro de la mesa y la pluma escribía en una carta que la envío directo volando por la pequeña biblioteca, mientras que la pluma descansaba en su tintero.

-        ¡Me preguntaba cuando me vendrías a visitar, Laia! – dijo el hombre contento, cerró el libro y lo dejó encima de un sillón, se vino para mi para acabar abrazados, aunque yo le miraba con cara de no saber quién es.

-        ¿Usted es Jacob?- pregunté por cortesía.

-        Si, así es. No me trates de Usted, somos amigos desde hace muchos eones.- dijo con una sonrisa al separarnos me ofreció sentarme en el sillón, él apartó el gran libro y me senté.

-        Gracias. Seguramente que sabrás que… es mi primera vez aquí, me refiero en esta nueva encarnación. Pero no recuerdo haber venido antes aquí. Así que intentemos hacer que me conoces por primera vez, ¿de acuerdo?- le dije.

-        Como quieras. Pero antes trabajabas aquí. Te sentabas aquí a repasar las actas de las vistas del día. – dijo.

Revisé el sillón, parecía antiguo, con ojeras forrado en terciopelo verde, era muy cómodo. Pero no recordaba nada, nunca había visitado antiguos lugares de trabajo, me pareció muy curioso.

-        ¿Qué actas?- pregunté.

-        Eras lo que en tu mundo dicen una abogada universal, de hecho de las mejores. Todos estos tomos de leyes que se han ido modificando a lo largo del tiempo, te los estudiabas y aplicabas la ley a todos los seres que desencarnaban para saber qué resultado habían obtenido en su encarnación, si era compensación en Karma o en Dharma. – me explicó.

Aunque hablaba raro, entendía sus palabras, hablábamos el mismo dialecto, eso me extrañó mucho.

-       


Gracias, pero prefiero que no me lo digas. En algún momento tendré la chance de recordarlo y luego, si lo quieres lo compartimos. Pero mi visita era por otra cosa.- le dije.

-        ¿En qué puedo ayudarte? – preguntó Jacob.

-        ¿Ya has visto al padre del Chico de Ojos Verdes por aquí?- dije.

Se sentó encima del reposa brazos del sillón, se llevó una mano en la barbilla y la otra la reposó encima de sus costillas flotantes.

-        Hace dos días terminamos su vista. ¿A qué vienes a por el resultado? Si no eres familiar directo, no te lo puedo dar. – exigió.

-        No, no vengo por eso. Vengo a qué me cuentes más.- dije.

-        ¿Sobre qué?- preguntó.

-        Sobre su asesino. El Chico no ha querido decirme más, y el arcángel Gabriel ni Uriel tampoco, pero gracias a la ayuda del Arcángel Humiel, estoy ahora aquí contigo. Estoy preocupada por mi familia, ¿corren peligro también?- le dije.

-        Su asesino fue Gämael lo único que te puedo compartir es que esto no debería haber sucedido y aún estamos investigando porqué lo ha hecho, pues no estaba en sus quehaceres rutinarios. – respondió Jacob.

-        ¿O sea que es un ajuste de cuentas?- pregunté preocupada.

-        No lo sabemos. ¿Qué te hace pensar eso? – dijo.

-        La posesión de hace un año. – confesé.

-        La verdad es que algo de sentido hay, pero tiene que ser una broma. – comentó Jacob.

Me lo quedé mirando esperando a que dijera algo más, pero no lo hizo.

-        ¿Por qué Gämael fue a por mi y ahora a por el padre del Chico? ¿Tiene algo que ver con el futuro que seremos él y yo?- le dije.

-        De alguna forma siempre han estado ustedes dos unidos en uno, tanto en pareja como en miembro de la familia. Pero Gämael parece ser que esta vez está actuando sin control, como si supiera qué sucederá cuando ustedes tengan veinte años y de alguna forma quiere impedir vuestro destino. – respondió Jacob.

Arrugué la cara y el ceño, no entendía cómo sería capaz de ver tanto en el futuro si los Seres de luz solo tienen una aproximación de los próximos nueve años hacia el futuro.

-        ¿Por qué él puede ver más que los demás?- pregunté.

-        Lo más probable es que haya conocido a alguien del futuro y sepa toda vuestra historia de amor de aquí hasta vuestra ascensión. – respondió.

-        ¿Cómo alguien?- repetí sin querer sorprendida.

-        Es posible que haya viajado en el tiempo y haya secuestrado a uno de vuestros hijos o nietos, para sonsacar información. – dijo Jacob.

Se me congeló el corazón, me costaba respirar por la sorpresa de la noticia.

-        ¿Ha secuestrado a uno de mis hijos de Agartha?- susurré.

-        No, puede que haya secuestrado a uno de vuestros hijos que aún no han nacido en esta vida. – aclaró Jacob.

Voy a ser mamá. Me quedé con la boca seca, como si tuviera un esparadrapo en la boca. Aún no conocía a mis hijos que había dejado en Agartha y ya me estaban hablando de los que tendré en el futuro dentro de veinte o treinta años.

-        ¿Por qué habrá hecho esto?- pregunté.

-        Claro, es que tú aún no eres consciente de lo especial que son ustedes dos, el Chico y tú son muy importante para lo que debe experimentar vuestro planeta en este nuevo tiempo que se acerca velozmente. – respondió Jacob.

-        No entiendo.- dije.

-        Lo harás, a su debido momento. – respondió con una sonrisa.

La visita acabó de esta forma, él mismo me acompañó hasta la puerta principal de vuelta, nos dimos un abrazo y acto seguido me encontraba de nuevo en el pasillo, sentado en una de las sillas al lado de la puerta estaba el Titi, se había quedado traspuesto, lo desperté con cuidado.

-        ¿Estás bien, Titi?- le pregunté.

-        Si, es que llevas cuatro horas aquí dentro. – dijo.

-        ¿Cómo?- se me escapó arrugué el ceño.

El Titi me enseñó el reloj y vi que era cierto, pero para mí solo fue un ratito, como media hora nada más. ¿Qué había pasado? Me aferré a la mano del Titi y nos volvimos hacia la nave, luego regresamos al comando Ashtar, nos estaba esperando en el mismo lugar, y mientras volvíamos a la Tierra, quise estar en la cafetería, el Titi no quiso estar conmigo así que me fui solita.


Me quedé en la barra a comer el aperitivo, tenía bastante hambre y estaba algo preocupada porque llegaría a casa algo más tarde de lo que normalmente llegaba, solo de pensar que tenía que volver a clase, ya me sentía más cansada de lo que estaba.

-        ¡Oxalc! ¿Eres Laia, cierto? – dijo un señor que se sentó a la derecha de la barra, llevaba el pelo negro hasta los hombros todo enrulado, llevaba barba de siete días, una túnica blanco roto, hasta que finalmente le vi las alas, blancas con las pintas grises.

-        Oxalc. Si, ¿quién eres?- le dije amablemente.

-        Yo soy el arcángel Haziel. Soy uno de los hermanos de Uriel y Humiel. Es un placer volverte a conocer. – dijo ofreciéndome la mano, se la acepté.

Así haciendo memoria ya conocía a unos cuantos, pero todavía la lista de hermanos era larguísimo, porque ya lo comentó Uriel una vez son doce hermanos.

-        Igualmente.- dije amablemente.

-        Debe ser extraño para ti tener que reconocernos de nuevo, como si fuese la primera vez. Para nosotros también lo es, dejar todos los recuerdos de otras vidas, para volver a empezar, como si nada hubiese ocurrido, pero en verdad solo espera el momento de que uno se acuerde y vuelva a ser como antes. – dijo Haziel mientras le dio un trago a su jugo de frutas.

Los humanos suelen filosofar sobre la vida, delante de una cerveza mientras intentan mantener la coherencia de su vida extraña o demasiada rutinaria. Pero Haziel parecía que estaba nostálgico por algo que desconocía.

-        Es raro, pero me gusta. – contesté.

-        Hace un tiempo decidí encarnar y no me fue demasiado bien. La densidad provocó que mi cuerpo se enfermara cada dos por tres y finalmente tuve que dejar la vida antes de cumplir diez años. Ver a mis padres que había elegido estar con ellos, rotos, se me rompió el corazón y decidí no volverlo a intentar hasta que la humanidad estuviera más preparado. – confesó, estaba dolido.

-        ¿Eso lo puedes hacer?- dije curiosa de mí.

Él dijo que si con la cabeza.

-        Hay muchos hermanos de la jerarquía angélica que actualmente están encarnados en este tiempo. – confesó.

-        Espero conocer a alguno…- susurré sin pensar.

-        Ya lo has hecho – susurró Haziel.

 

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