domingo, noviembre 29, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 59

 

El Ser quedó inmovilizado boca abajo en el suelo, me subí enseguida a su espalda, agarré sus patas delanteras con una mano y con la otra, le di un pequeño golpe en las rodillas, ese ser era mitad mantis mitad hombre, le fusioné las rodillas, él gritó de dolor.

-          En nombre de la Hermandad Blanca y la Guardia de San Miguel Arcángel, queda usted detenido, por incumplir las normas 487 de conducta Universal, la norma 82 de armonía espacial y la norma 134 de pertenencia de armas ilegales. – dije, entonces sonó la trompeta, la prueba había terminado.

El resultado no lo iba a saber hasta dentro de unos días, pero me sentía que había hecho un buen trabajo todos los días. Para mí era importante superar este examen, porque de este modo, me centraría más en la recuperación del cargo que según Lonan decía, como guardiana de la Unidad 23, que al mismo tiempo estaban esperando mi regreso. Sentía que mi lugar era allí, formando parte de la unidad de la guardia de San Miguel Arcángel, aunque recordaba la opinión del Chico de Ojos Verdes, era importante para mí.


Salí por la segunda puerta, ya de nuevo con la ropa de siempre, a fuera cerca de la cancha del juego de la Rata me esperaba el Chico de Ojos Verdes, ya era demasiado tarde como para ver un trozo de un partido, todos nos teníamos que ir a casa, así que con la compañía del Arcángel Uriel, nos fuimos los tres a buscar el metro. Al salir una hora más tarde de lo habitual, ese metro iba directamente a Manlleu. Me sentí muy feliz saber que habían podido venir al final, y también por las críticas constructivas que daba Uriel respecto a la prueba.

-          ¿Sabías que te iba a tocar enfrentarte con un… insectoide?- me preguntó el Chico de Ojos Verdes, que no había abierto la boca en todo el trayecto.

-          Un… ¿qué?- dije.

-          Insectoide, la especie más hostil del universo conocido. ¿por qué elegiste enfrentarte a una proyección así?- dijo el Chico, se le veía emocionalmente afectado, preocupado por mí y por más cosas que no llegué averiguar.

-          Ni sabía. Solo he metido la mano en el saco y ha salido esto. Ni sé quién era.- le confesé.

-          Bueno… solo era una proyección, chicos… - decía Uriel para calmar los ánimos, pero no daba resultado.

-          ¡Ves, sigues recordando lo que pasó! ¿Por qué decidiste volver? ¿No sabes al peligro que te estás exponiendo y yo no voy a poder protegerte siempre, si te pones constantemente en peligro, sabes?- confesó con los ojos emocionados, indignado el Chico.

-          ¿Perdón? ¿qué tú me protejas a mí? ¡No me conoces como soy en esta vida, chico! Pero de ningún modo soy una princesita, y no lo pienso ser. ¿entiendes? ¡Además ya te lo dije! Es algo que siento que debo hacer, tengo que volver a la guardia, sí lo quiero hacer.- le dije sinceramente.

-          Esas palabras que ha dicho la proyección, son ciertas. Ellos mataron a tu mamá.- dijo el Chico.

Las dos paradas que faltaban para llegar a Manlleu, las pasamos en silencio mirando el paisaje, pero ambos llorando en silencio. Uriel me agarró la mano, pero también se la agarró a él y las juntaron.

-          Ustedes dos no se pueden pelear, son amigos y a los amigos se les cubre las espaldas, pase lo que pase, decidan lo que decidan. – dijo Uriel poniendo paz, esta vez lo consiguió.

Me lancé a los brazos del Chico y le susurré “perdón” y él dijo lo mismo, entonces llegamos a mi parada. Con Uriel bajamos del metro, y al girarnos para saludarlo desde la distancia, me di cuenta de que el Chico ya no estaba en el metro. Se cerraron las puertas y el metro prosiguió su curso, me puse a caminar junto a Uriel, pero alguien me dio en la espalda, me giré, era el Chico, había bajado del metro.

-          ¿Qué haces?- le pregunté.

-          Ah… te tenía que decir una cosa… me he mudado a Manlleu.- dijo con una sonrisa que cambió por completo el momento agrio.

-          ¿Cómo?- dije pero él me abrazó y salimos juntos del andén.

Aunque no me dijo dónde vivía, por lo menos sabía que lo tenía super cerca, incluso en 3D, puesto que él también vive en esa dimensión. Quizás me lo cruce por algún lado de la calle y no me dé cuenta de que es él, pero cerquita lo tengo.

La última semana antes de terminar Abril, en el colegio terminamos el proyecto de los dinosaurios, la Ramona nos dio un cuadernito impreso que habíamos hecho entre todos en algunas horas en informática y al fin dábamos por terminado el proyecto. Había aprendido muchas cosas sobre nuestro antiguo reino, los Dinosaurios. Ya de por sí, me enamoraron aquellos que tenían el cuello tan largo y comían hierbajos tanto de las hojas más altas de un árbol hasta las más bajas en el suelo. Mientras que los demás se peleaban por el Tiranosaurios Rex, yo me quedaba con mi cuellilargo pacífico y amoroso.

-          Bueno alumnos, hoy iremos a la clase de Octavo B para presentarles nuestro proyecto, ¿de acuerdo?- dijo la Ramona.

Me alegré mucho porque tenía la posibilidad de volver a charlar con Silvana, aunque la última vez no fue demasiado bien, esperaba que con este proyecto quizás consiguiera algo. De camino hablaba telepáticamente con Uriel.

-          Dary, ¿cuál es la mejor forma de decirle a alguien que te acuerdas de ella pero que la última vez que se vieron fue en otra vida?- le pregunté.

-          Quieres un consejo…- dijo yo dije que si con la cabeza.- dale pistas, es mejor que lo descubra ella misma, es una forma de que no te tome por loca, si va descubriendo paso a paso quién es. De la otra forma, la perderías para siempre. – dijo Uriel.

-          ¿Cuál me puede asegurar que a pesar de que se tome un tiempo para averiguarlo solita, pueda seguir con ella?- le dije.

-          Ninguna, solo hay que tener paciencia, mi amor. Es la base para que todo ocurra. – contestó.

Mientras la tutora de aquella clase, nos presentaba en conjunto, empecé a buscarla, se encontraba en la tercera fila a la izquierda, nada más verla le sonreí, ella me vio y resopló. Algo me decía que le molestaba algo… pero no entendí qué… tenté a la suerte, porque no sabía ni por dónde empezar, ¿cómo podía vincular este proyecto con la vida en la antigua Roma? ¡Ay Dios, dónde me había metido!


Caminé hacia Silvana sin dudarlo, curiosamente nadie iba hacia ella, hasta que llegué, le sonreí y ella me lo devolvió. Bien, eso era un buen comienzo. Puse el cuaderno encima de su mesa y ella empezó a revisarlo, observando las fotografías y los títulos, sin ceñirse mucho al texto del proyecto, me quedé observándola. ¿Por qué estaba tan nerviosa?

-          ¿Por qué me dijiste la última vez si sabía quién eres?- me preguntó.

-          Porque me suenas mucho, y pensaba que a ti también.- le dije, los nervios me hacían tartamudear un poco.

-          No sé quién eres, pero me resultas conocida. ¿Te llamas Laia, verdad?- dijo, me mostró la portada del documento que llevaba mí nombre.

-          Sí.- dije.

-          Lo siento, pero no me suenas.- confesó.

Me giré un momento, miré la pizarra, curiosamente estaban dando clase de historia, miré lo que había en la pared, historia Romana. ¡Qué curioso es el universo! Le volví a mirar.

-          ¿Daban historia ahora?- le pregunté.

-          Si, es algo aburrido… ¡qué suerte tienes de no pensar en eso!- dijo no tenía mucho interés por el tema.

-          En mi clase no damos eso, pero yo la estudio aparte, por mí cuenta. Dime ¿cuál es tú parte de la historia de Roma favorita?- le pregunté.

-          ¿Eres un celebrín o qué?- dijo para reírnos un rato.

-          No, no lo quiero ser. Pero voy por tú nivel en realidad, aunque esté en primero.- le confesé.

Silvana alucinó, no se lo esperaba.

-          Entonces, ¿sabrás explicarme la antigua roma, cuando fueron las conquistas de España, verdad?- me preguntó.

¡El universo ya lo dice, todo está conectado! Le sonreí y después de tomar aire, le empecé a explicar, parecía perdida en el tema, así que le ayudé un poco. Hasta que se quedó muda, mirando a la cuarta pared durante bastante tiempo, al volver, me miró con los ojos algo bañados en lágrimas.

-          Ampurias, Barcino y Tarragona fueron ciudades muy importantes, ¿verdad?- me preguntó.

-          Si.- le dije.

A partir de aquí, ella empezaba a recitar sus memorias, de forma inconsciente pero recordaba, y se acordaba del general, aunque no me reconoció como tal, pero se acordó. Para mí también fue nuevo eso, me dejé llevar por el flujo del universo y pude decir lo que quería decir. Pero en el momento en que le iba a decir algo más, nos tuvimos que ir, no pude decirle que era yo el general, que la manzana que comía la había compartido con ella, pero no quiso y que durante toda una semana, estuve yendo a ese pozo para solo verla. No le pude decir eso, tuve que esperar al fin de curso.

Durante la última semana de clases, ya en Junio, la Ramona para despedirse de nosotros, quiso hacer un ejercicio escrito.

-          Les estoy repartiendo una ficha, dónde hay dos preguntas, quiero que me digan ¿qué más les ha gustado del curso? Y en el otro lado ¿qué no les ha gustado del curso? – dijo.

Mire a mis compañeros, pensaban y pensaban pero no escribían, tampoco era tan difícil, para mí me fue más difícil rellenar la parte positiva, puesto que ese curso había sido una mierda, la relación con la Ramona no era nada bueno, aunque me he callado algunas pullas, pero fue nefasto, su actitud antes las cosas, la forma de ponerme en peligro sin tener el mísero interés en procurar por sus alumnos,… siempre que ocurría algo, salía mí nombre aunque no hubiese hecho nada, solo era el centro de su atención, algo que detestaba.

La parte que menos contenta estaba, fue que ella era la de oposición, en cuanto me pasó lo de Gämael, en vez de intentar ayudarme, me puso contra las cuerdas del tiempo y el espacio, aumentando así ya las burlas entre los alumnos. ¡Fue la guerra que no quise empezar y no empecé pero ella daba guerra! Durante ese curso, me sentí muy indefensa, los compañeros se metían conmigo, cada vez que abría la boca, se reían de mí, y la Ramona aunque tenía una sonrisa falsa, también me metía en ridículo, apuntándose a las burlas de mis compañeros. ¿Tenía que mentir en esa ficha? ¡Claro que no! Pero mis compañeros sí que le hicieron la pelota, por miedo a suspender. A mí me daba igual, la había peleado hasta el final.

Entonces, me levanté y me dirigí hacia la mesa de la Ramona y le entregué la ficha, en la parte positiva solo puse la excursión al Gnomopark pero la otra pregunta no me quedó ni un espacio libre. La Ramona se asombró, se puso de pie y caminó por la clase, leyéndola.

-          ¡Escuchen esto que ha puesto Laia!- dijo la Ramona.

¡No me lo podía creer! ¡No sería capaz de…!

-          Positivo, la excursión al Gnomopark.- los compañeros estaban normal.- pero en negativo, ha puesto <la Ramona, su actitud ante el sufrimiento de uno de sus alumnos es inaceptable> - dijo la Ramona, me miró sorprendida.

Los compañeros se quedaron en silencio, me miraban como si me fuesen a castigar.

-          ¿Por qué has puesto esto?- me preguntó la Ramona.

-          ¡Por qué es cierto! No estoy contenta con sus servicios, seño. Ha estado todo el curso, buscándome para su guerra, y como ha podido comprobar, no lo he aceptado en ningún momento. Si lo que quería era poner en ridículo a alguien, que sepa ha sido usted quién lo ha hecho consigo misma. Porqué si hubiese hecho un buen trabajo, quizás ahora no tendría este moco delante de los compañeros.- le dije con sinceridad.


Los alumnos empezaron a reírse, pero esta vez no eran de mí, sino conmigo. Aunque yo no estaba contenta del numerito que se había formado, me senté entre aplausos, mientras que la Ramona se sentaba avergonzada.

Aprendí muchas cosas durante ese curso, una de ellas era a no aceptar injusticias, solo había montado dos numeritos en todo el curso, el de la psicóloga y el de la profesora. Pero eran para no convertirme en el juguete de nadie. 

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HR.

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jueves, noviembre 26, 2020

Normas Sociales

 

¿Por qué aceptarse es tan difícil pero cuando nos referimos a las normas sociales parece que todo sea más sencillo? La sociedad por naturaleza dicta unas normas de comportamiento, en que todos sin ningún tipo de excepción deben cumplir, y estas normas las regimos nosotros mismos. Son normas en que un gobierno en realidad no tiene el poder, por ejemplo la moda, ¿por qué pensamos que todos tenemos que vestir en los distintos estilos que uno debe marcarse? Es decir, cuando bajo a Barcelona me doy cuenta de ello, si eres Emo, debes vestir como uno, si eres Punk debes vestir igual, pero ¿Y si en realidad tu estilo de vestir no cumple ningún estilo identificado y solo según lo que te vaya gustando vistes algo u otra pieza más cómoda a ti?


Las normas sociales es como la moda, son normas en que nosotros y sin reunirnos para debatir si debemos ser de esta forma u otra, aceptamos las condiciones sin rechistar. Miren las tiendas cuando paseen por las calles de sus ciudades o pueblos, tenemos definidos estilos de vestir, de forma de vivir entorno al hogar, la tecnología… ¿por qué las aceptamos? Por ejemplo, hace unos 200 o 300 años, la diferencia de clases sociales era algo muy definido, que se medía según si comías todos los días o no podías comer ni una miga de pan. Ahora parece que se haya disipado, pero no… porque sigue habiendo personas viviendo en la calle, mendigando, siguen habiendo gente que debe ocupar casas porque no puede pagar ni el alquiler social que les dan tras perder sus propias casas. Y esto, aunque no nos guste, también lo aceptamos, porqué ¿Cuántos de ustedes han dado algo de comer al mendigo o le han saludado o ayudado en algo? Con el mundo que vivimos, seguramente que serían tan pocas personas que se podrían contar con los deditos de una sola mano.

Así que aceptas que un mendigo no tenga hogar, ni trabajo, ni nada para comer, pero lo único que gana es para un cartón de vino y emborracharse porque lo único que le queda es eso… día tras día emborracharse para ver la vida de otro color, porque esa persona más negro y no la puede ver mejor. Entonces, te justificas con que es una estafa, porque en vez de invertir el dinero en comprar comida, lo hace para emborracharse… ¿Qué tienes por corazón? A ver… ¿y si te dijera que ese es tu futuro? Imagina si aquella persona que está mendigando, en realidad es tú yo del futuro que ha viajado en el tiempo para decirte “eh, vigila porque con esta actitud, acabamos así”. Te lo repito por si no te quedó claro, ¿Acaso el mendigo y tu han dejado de ser humanos? Entonces… ¿por qué tomas esta actitud?

Aceptamos las normas sociales de igual manera que se elige una papeleta en un cuenco de cristal con los ojos cerrados, como ciegos que no quieren ver la realidad y se centran en sus vidas, pensando que importan más que los demás. En las ciudades se ve como las personas caminan por cualquier lugar, pero entre ellas, ni se saludan, ni se miran… uno anda con los audífonos escuchando música, otro con el celular, una paseando el perro y al mismo tiempo contestando una llamada de teléfono, otro corriendo… pero ninguno se mira, todos a lo suyo… y si los miras y se dan cuenta, te miran con cara de no entender nada, pero pasan de ti… desvían la mirada y ya… y solo los miras a la cara aunque no los conozcas simplemente para ser amables y no ser tan autómatas que a lo tonto… ya no podemos ni abrazar a quién nos importa.

Debemos abrir el corazón y darnos cuenta de la cantidad de normas sociales que aceptamos ciegamente y que poco a poco nos separa aún más de seres sociales. Como el que tanto se repite en la adolescencia de tomar alcohol o fumar, no saben la cantidad de jóvenes que empiezan a drogarse así, por tan solo permanecer a un grupo de amigos y no tengas que estar solo cuando intentas respetar tú salud y sobre todo tus principios. ¡No somos tontos! Aceptamos estar normas sociales, pero no nos aceptamos como somos cada uno de nosotros mismos, vaya controversia, ¿no?

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HR.

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domingo, noviembre 22, 2020

El Espejo de Mí Vida - Capítulo 58

 

Esta fue la primera vez que supe lo que era morir en esta época, desgraciadamente recordaba cómo habían sido los velatorios en otras épocas de la historia de este planeta, porque seguía recordando vidas anteriores. En este caso fue distinto porque resulta que se había muerto un tio segundo, hermano de mi abuela Victoria que nunca había conocido, pero que teníamos que ir allí a darle las condolencias.

La calle estaba desértica y muy en silencio, papá consiguió aparcamiento cerca de la casa, era la única que se escuchaba hablar mucha gente en el garaje, las puertas eran blancas. Mamá llamó al timbre, nos abrieron enseguida, no tuvimos ni que subir ningún piso, todos estaban en reunión improvisada, sentados en un ovalado círculo hablando de la vida, la muerte, y del tiempo que hacía que no se veían las caras.

Me presentaron a un montón de gente que ni me acordé de sus nombres, conocí a la tita Antonia, la tita Rosita, el tito Pedro (esposo de Rosita) y algunas de las hijas de cada tita. Faltaban más titas y titos, pero no vivían en Cataluña, estaban repartidos entre Jaén y Madrid. Mi abuela Victoria era la cuarta de doce hermanos, por los cuales solo quedaban ocho con vida repartidos por España.


Quince minutos después de todas las presentaciones, llegaron más familiares, estos los conocía, llegó el Titi y Rafalé, Alfonso se quedó con la abuela para cuidarla, era muy tarde para ella. Como hacía dos días que no veía al Titi, él se acercó a nosotros, disimuló la presencia de Gab y de Uriel, pero le vi algo incómodo porque no paraba de observar a Gabriel, para que pensase en otra cosa, le di un fuerte abrazo al Titi, él me lazó por los aires en sus brazos hermosos, me puse a reír. Hasta que lo abracé.

-          ¿Qué hace Gabriel aquí?- me preguntó el Titi.

-          Estaba en clase y nos han interrumpido y le he pedido que viniera.- le dije.

El Titi me miró a los ojos, primero sorprendido pero luego parecía que le había venido una idea en la cabeza y automáticamente mostró su sonrisa más tierna, miró de reojo a Gabriel y le guiñó el ojo, Gabriel asintió mostrando sus blancos dientes. Yo no entendí absolutamente nada.

De nuevo en el suelo, nos dieron de comer, al final cenamos y todo. Me puse al lado del Titi, sentada en una de las sillas, mientras que los adultos hablaban de sus cosas, delante tenía a Gabriel sentado en el suelo, y detrás a Uriel de pie, mientras que comían algo que les había preparado el Titi, siempre iba precavido, llevaba más de lo que debía. Con platitos de plástico y vasos también igual de agua o jugo, empezamos a cenar.

-          Así que tú eres Laia…- dijo uno de mis primos segundos que acababa de conocer y parecía tener 25 años.- yo te fui a ver en el hospital en Barcelona cuando naciste… ¡qué grande estás!- dijo.

Me di cuenta de que era la única niña pequeña que había allí, faltaba otro por lo visto, pero se había quedado con otro familiar y no vino, el otro tenía un año menos que yo. Reconocí a su madre, porque muchas veces la había visto al recoger a su hijo al colegio, curiosamente ese primo tercero iba al mismo colegio que yo.

Me estaba aburriendo, los adultos hablaban de muchas cosas pero yo ya estaba cansada y quería moverme, así que me senté en el suelo, literalmente quise ponerme encima de las rodillas de Gabriel, pero al estar con tantas personas, me tuve que conformar con ponerme a su derecha.

-          Me aburro…- susurré.

-          ¿Y si retomamos la clase? – propuso Gabriel.

Me quedé mirándolo con los ojos tan abiertos que no sabía qué decir.

-          ¿En serio, hermano? – respondió Uriel.

-          Si, este es un buen lugar para practicar. Además, Uriel puedes decirle a alguien que nos pongan música de fondo y así será más fácil. – dijo Gabriel convencido.

-          ¿Aquí?- repetí algo avergonzada.

Gabriel dijo que si con la cabeza, me sentía rara, porque nunca habíamos tenido público, pero antes de que dijera nada, un ángel de un familiar aceptó el reto y le susurró a su protegido poner música.

-          ¡Voy a poner algo de música para animarnos un poquito!- dijo el familiar, parecía que había escuchado a su ángel.

-          ¡Bien! – susurró alegre Gabriel.

Al principio me dio algo de vergüenza, pero a la que se escuchó la música, me puse en medio del círculo y con Gabriel y Uriel, montamos un espectáculo con pequeñas acrobacias que había aprendido a hacer, todo al ritmo de la música, la gente nos estaba observando, más de cuarenta personas observándonos. Pensaba que nos cortarían enseguida, pero no fue así, resultaba que les gustaba lo que hacía y nos dejaron por una hora y media más o menos.

De repente se acabó el cassette y todo se quedó en silencio por unos segundos, yo regresé al aquí y ahora, cuando escuché como todos los familiares se pusieron a aplaudir. Me los quedé mirando, mientras me ponía de pie algo avergonzada, puesto que todos me estaban mirando y aclamaban todo el espectáculo que había dado, y que yo… no me acordaba de casi nada de lo que había hecho, me olvidé de dónde me encontraba y solo estaba ensayando.

Al final me fui con el Titi, él me subió encima de su regazo y lo abracé, me sentía muy avergonzado aunque fuese por algo bueno. Gabriel se acercó a mí para decirme algo.

-          Cuando estés preparada, tendrás que hacer todo lo que te estoy enseñando delante de la gente. Hoy ha sido poquita gente, pero llegarás a más de 500 personas en una sola sesión. Solo cuando estés completamente preparada y hayas aprendido todo lo que te estoy enseñando, querida. Aún falta para eso, pero se te da muy bien estar arriba de los escenarios…- dijo Gabriel, me quedé observándole y él luego dijo – ahora me voy, pero volveré pronto – le di un abrazo disimulado, el Titi nos ayudó a disimularlo y entonces Gabriel se esfumó delante de nuestras narices, una bolita de luz irradió el centro del círculo que nadie pudo ver y desapareció.

En realidad a mí también me gustó, pero sus palabras me dejaron bastante inquieta, este trabajo sería para estar encima de un escenario, como si fuese el circo. ¿Ese sería mi destino, la misión y el propósito de mí vida?

Pasaron tres días más, cuando me encontraba en la última prueba de entrenamientos en IÓN. Me puse la túnica azul que era obligatoria para esta ocasión, los zapatos y las muñequeras, la prueba de hoy sería la más difícil de todas, porque estaría sola y tenía que salir con éxito. Debajo de la túnica llevaba un corsé para proteger las caderas, y en la cabeza me coloqué una diadema especial, para proteger energéticamente la cabeza y todo el cuerpo. Como todavía no formaba parte de la guardia tenía que ir así de protegida, porque en algunas ocasiones recibiría golpes muy fuertes como para terminar internada en un hospital.


Estaba en una sala al lado del campo de entrenamientos, fui la última de ese día, no había podido ir a ninguna clase, porque tenía este examen muy importante. De fondo se escuchaban los golpes que recibían mis compañeros que salían uno a uno, presentados por el Maestro Lonan al público que nos acompañaba, curiosamente por lo que había escuchado, todas las gradas del campo estaban llenas de Seres de luz. Solo esperaba que entre ellos estuvieran Uriel y el Chico de Ojos Verdes, que se tomó el placer de no ir a Ávalon para venirme a apoyar. ¡Es único!

Escuché la trompeta, esa era la señal de que me tocaba salir a hacer el examen, así que me puse de pie y caminé hasta la puerta, antes de llegar se abrió sola, la oscuridad del pasillo me daba miedo, pero la incertidumbre de no saber qué me iba a tocar hacer en el examen, me mataba por dentro y en un riguroso silencio. Los demás exámenes habían sido complejos, pero eran en grupo, este sería completamente en solitario. Se me aceleró la respiración y consigo el latido del corazón, era lo único que podía escuchar, hasta que llegué a la siguiente puerta de madera, esperando así a que se abriera sola.

Al otro lado de la puerta, estaba el Maestro Lonan, vestía con su túnica y uniforme de gala, en sus manos llevaba un saco con algo que tenía que agarrar, me acerqué a él.

-          ¿Nerviosa, querida? – me dijo con una sonrisa, solo pude confirmarlo con la cabeza.- ¡Todo saldrá bien! En la prueba de hoy, debes meter la mano y dentro tendrás una figura dónde dentro dirá cuál es tu mayor miedo, y detrás de esta cortina, se plasmará. El objetivo será vencer el miedo, ¿de acuerdo? – dijo, pero antes de decir nada prosiguió.- recuerda, nada de armas de ningún tipo – concluyó Lonan.

-          Ok.- dije.

Metí la mano en la bolsa, noté un rombo lo saqué y dentro de ella salió un trozo de escama de lagarto. ¡Mierda!

Caminaba por uno de los pasillos de la casa de mi abuela, cuando al traspasar el umbral de una de las puertas del vestidor, vi al final delante de la puerta de la terraza, un ser gigante casi tocaba de cabeza en el techo, no tenía pelo, pero su piel era como un lagarto gigante, en plan mantis religiosa. El ser se giró y me miró con esos ojos negros tan horribles, me vi reflejada en ellos, me asusté. No sabía porque pero sentía que lo conocía pero no era algo bueno, era un miedo del pasado. Entonces vi que iba armado, con una especie de pistola con un componente que te desgarraba la piel hasta deshacerte. ¡Era horrible!

El Ser me apuntó con ella, no se le entendía al hablar, pero no alcé las manos, me asustaba tanto que me quedé paralizada varios segundos. Admitía que iba a morir, aunque me había olvidado de dónde realmente estaba, hasta que recordé las palabras de Lonan “es una prueba”. Entonces el Ser disparó, esquivé el líquido que derritió la silla con las patas de aluminio. Me quedé agachada en el suelo, mientras que con la mano derecha, tocaba la zona de las cuerdas vocales, y con la lengua intentaba buscar la vibración correcta para entender al Ser. No me costó mucho, hasta que le pude entender qué hablaba.

-          Yo maté a tú madre… en la invasión… - repetía con maldad.

No lo entendía, pero como iba armado y disparaba, tuve que esquivar todos sus disparos para no terminar mal. Hasta que pudo ver uno de sus puntos ciegos.

-          ¡La Galaxia de Orión será para la Corporación! – amenazaba.

Tenía que desarmarle antes de que pudiera detenerlo, eso conllevaría a un combate cuerpo a cuerpo, noquearlo sería difícil con alguien tan grande, por eso sus puntos ciegos, me servirían como comodines. Sin pensármelo mucho, me fui a uno de ellos, su arma cayó en el suelo y con el pie lo aparté de la sala y con una de las bolas de energía que había creado mediante esquivar sus tiros, lo envié al hiperespacio. Usar un truco de las clases con Gabriel, no era hacer trampa en la prueba, estaba permitido, mientras no fueses armado. Entonces empezó el combate cuerpo a cuerpo.

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