Uriel me vio triste con ganas de llorar, así que me abrazó, mientras que yo hundí mi cara en su pecho, quería llorar pero no me salían las lágrimas, notaba una presión en el pecho seguido de una sensación horrible sobre mí.
- Me cuesta aceptar que sucedió, pero me da bronca saber que pasó, me da bronca de que yo pudiese haber evitado des del comienzo, porque eso pasó varios meses. Mi mamá me dejaba a solas con él, y a la que escuchaba la puerta de abajo cerrarse ya se había sacado el zomborrio… ¿y yo qué? Ahí incomoda… sintiéndome que no merecía darle respeto a mí cuerpo, sintiéndome sucia… intentando evitarlo a toda costa… ¿por qué no corté de raíz y le dije a mí mamá lo que sucedía?- le confesé.
- Eras muy chiquita, te ayudamos en todo, porque él jamás te violó, solo eran besos. No sabías lo qué ocurría, mi amor. Si quieres llorar, hazlo, si es lo que necesitas soltar, pero no te culpes, no fue tú culpa, fue culpa de él que hacía eso que no debía hacerlo. – dijo Uriel.
- Me culpo porque él nació con un retraso cognitivo de diez años, o sea, técnicamente tiene diez años más que yo biológicamente, pero mentalmente era como yo. Es decir, que cuando yo tenía seis años, él tenía diez y seis pero con la mentalidad de un niño de seis, y con las hormonas de un adolescente. Me culpo por dejarme hacer. – le dije.
- ¿Dejarte hacer? ¡No, eso jamás, mi amor! Intentabas ponerle trabas siempre, que si los besos sin lengua, que no querías ir a tú habitación a solas con él, intentabas por todos los medios no estar a solas con él. ¿Eso es dejarte hacer? Si lo hubieras permitido, estarías lamentando algo mucho peor. Entiendo lo que le pasa a nivel cognitivo, pero él ya tiene su Karma, pero esta vez no quiero que estés sola, estaré todo el tiempo impidiendo que te quedes sin tus padres si él está, ¿de acuerdo amor? – respondió Uriel.
Acepté la ayuda, no quería estar a solas con él en ningún momento, seguía sin novia, seguía con las hormonas alteradas, aunque ya tenía veinte-cuatro años. El tren llegó, y Juanito se bajó del vagón del tren, cruzó la vía por el paso y se fue para mí contento, él esperaba sus dos besitos pero le detuve.
- ¡Ni me toques! ¿Entendiste? ¡Si durante el tiempo en el que estás aquí, me tocas, me haces cualquier cosa, se lo diré a mis padres y te denunciaré a la policía! ¿Vale?- le amenacé.
Se quedó blanco, pero serio mirándome.
- Sino aceptas no nos vamos.- le dije.
- Vale.- dijo.
Respetando las distancias nos fuimos para el auto, él se subió, pero le dije a papá que quería ir caminando y me fui.
En realidad mis padres nunca supieron lo que pasó ni si ocurrió una sola vez o varias, pero sí que fue mi mamá la que nos pilló aquella vez que estaba en mi cuarto y que casi me viola, lo digo así, porque cuando llegó mamá y abrió la puerta sin llamar, él me había quitado por la fuerza la camiseta y estaba a punto de quitarme los pantalones, él casi iba desnudo también. Sé que mamá le sentó horrible y no volvió a dejarme sola con él nunca más. De hecho, ya no se volvió a quedar nunca más a dormir en casa, siempre que venía tenía que dormir en casa del tio Rafalé.
No supe gestionar bien eso, y por eso el contacto físico con los demás me era muy difícil, de repente dejé de dar abrazos y besos a la gente, incluso a la hora de saludar a familiares. Darle un beso a mi mamá, para mi era que me pidiera como si me abrazase a una bomba, no podía, pero ella quería igual y me lo hacía, así que chillaba y ella se molestaba. No era porque no la quería, sino por lo que me había sucedido. Y la otra consecuencia, fue que me enganché al porno des de los seis años, ahora hay control parental pero en ese tiempo no, solo tenías que meterte en internet cuando no estaban tus padres y ponerte a tono viendo guarradas, viendo cosas muy dark debido al trauma que tuve (he estado enganchada al porno, hasta hace un año en el 2024 me pude desenganchar al darme cuenta desde qué trauma me enganché a ello).
Desgraciadamente Juanito no tuvo basta con lo que ocurrió a los seis años, me siguió <buscando> hasta que cumplí diez años. Mis padres no supieron más de ello, porque lo hacía esta vez con más cuidado. Mi mamá no me dejaba a solas con él, mientras que él estuviera en casa, pero cuando nos íbamos a Sitges… no hacía falta ni que se fueran a comprar o algo, con el simple hecho de irse a otro terreno, ya Juanito me buscaba.
Intenté por todos los métodos no quedarme a solas, pero es que incluso si iba a buscar al Bilbo en el garaje él venía, si iba a buscar manzanas o ciruelas en los árboles del primer terreno, él venía detrás. Si quería estar en la caravana tranquila a solas y cerraba la puerta expresamente, él venía detrás. A pesar de que mi mamá le envió a dormir al dormitorio del final del pasillo, siempre se escapaba por el día a joderme… las veces que tuve que darle de hostias para que ni se acercara (ahora entiendo porque me sé defender muy bien ante una agresión sexual, a pesar de que soy de la ODSMA).
Cuando cumplí once años y llegó el verano, dejó de venir y yo me alegré mucho, pero como ya dije a los 13 años regresó. Aquella tarde, después de almorzar, estábamos a solas en el salón, pero cada uno en un sofá distinto viendo Floricienta (hacía poco que me había enganchado). Su actitud era diferente, de repente pasaba de todo, no quería hacer nada y parecía que estaba molesto, no sabía si alegrarme o mantener más la firmeza.
Un par de horas más tarde, me quise ir a dar una vuelta y pasarme por las atracciones de la feria, cuando vi al Juanito que me miraba.
- Mamá, me voy a dar una vuelta en el río. Aprovecharé para subir al Saltamontes.- le dije.
- Ok, a las nueve aquí.- dijo.
- Ok.- dije, abrí la puerta pero cuando quise cerrarla Juanito la agarraba con fuerza.
- ¿Puedo ir contigo?- dijo.
- Mejor que no.- le susurré.
Él soltó la puerta y se la cerré en las narices, bajé corriendo las escaleras y me fui al río a pasear. Antes de subirme al Saltamontes, la mejor atracción que había (era toda grande porque ya me subía a las más fuertes), me di cuenta del costo… lo habían subido y no tenía suficiente, así que a pesar de que todavía no tenía celular, supe que estarían tomándose algo en el Nuremberg. Me regresé a Dalt Vila, los encontré en una mesa de la terraza, le pedí más dinero a papá, me lo dio pero cuando me regresé… Juanito se acopló. ¡Mierda!
El silencio nos atrapó, incluso cuando teníamos que esperar a que terminase la vuelta la atracción. Al final no quiso montarse, mejor. Me subieron con un niño, pero por suerte no era Juanito… creo que fue Gabriel porque noté su presencia en las alturas.
- ¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Juanito.
- No sé. Pero yo quiero seguir dando una vuelta.- dije.
- ¡Vale!- dijo.
- ¿Es que no entiendes lo que te he dicho esta mañana?- le pregunté.
- Si, no te pienso tocar más.- respondió.
- Ok, pero eso incluye que no quiero dar ni pasar tiempo contigo. Bajo el techo de mis padres, me portaré amable contigo, pero fuera, no quiero que estés. ¿entiendes ahora?- le dije bruscamente.
- ¿Pensaba que me querías?- dijo su tono de voz era débil, le había dolido.
- Lo siento, pero no. No confío en ti.- le dije.
Se quedó plantado mirándome con los ojos vidriosos. Empecé a dar pasos hacia atrás, hasta que al final di media vuelta y me fui por el paseo del río hacía el embarcador. No me preocupaba que se perdiese, se conocía el camino de vuelta a la perfección, aún no eran las nueve de la noche y quise aprovecharlo.
Al pasar el puente de Can Molas por debajo, me tuve que detener a un lado, me temblaban las piernas, el corazón me iba a mil y tenía unas ganas locas de llorar. Uriel me abrazó, pero noté como Gabriel aterrizaba y se unió al abrazo, nos fuimos a sentar en los lavaderos. Estuvimos un rato ahí, el tiempo que necesité para continuar caminando como si nada. Fue de las cosas más dolorosas que he tenido que hacer, incluso actualmente mantengo las distancias con él, aunque a veces no es posible.
La noche del Serpent de Manlleu (14 de agosto del 2006), estábamos delante del puente de can molas, esperando a que pasara, pero el universo mantuvo otra decisión. Mientras esperábamos, diluvió durante quince minutos como si el mañana no existiera, nos dejó a todos los presentes empapados completamente. Luego pasó, le seguimos por el paseo de San Juan, hacia las tres Cruces, después bajó a la plaza y el espectáculo final fue bonito. A pesar de que nos perdimos lo más bonito cuando la serpiente cruza el rio… no fue mal por ser el primer año (eso si, a partir del 2007 fue épico esas fiestas que incluso en la actualidad lo espero con tantas ganas).
No me sentía cómoda si Juanito estaba con nosotros, pero tampoco quería provocar un conflicto más allá de él y yo, pensé que ya era mayor para enfrentarme a mis propios problemas y solucionarlos. De todos modos, mis padres no se enteraron ni que sufría Bullying en clase. Eso determinaba claramente que hacía mucho tiempo que había dejado de ser una niña inocente y vulnerable.
A principios de Septiembre, el tercer curso en Ávalon estaba empezando. No les he contado mucho sobre ese colegio de Alquimistas tan interesante, puesto que no tengo permiso para hablarles de lo que sucede ahí a nivel de conocimientos, porque las enseñanzas son del mismo famoso Mago Merlín, por ende son secretas todavía para ustedes.
Ese año volvería a tener al Señor Ojos Verdes como profesor, de nuevo algo que me parecía moralmente inmoral, una tortura planeada mente a la perfección, porque deseaba por todos las fuerzas, poder mantener la amistad con él, pero moralmente me parecía mal.
Pero cuando me llamó por el pasillo y tuve que entrar en su clase que estábamos a solas, el corazón me iba muy rápido. Mi cabeza no paraba de repetirme ¿Gabriel o él? ¿Gabriel o él?
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