domingo, octubre 30, 2022

Manual Del Buen Canalizador

 

Deben saber una cosa que es muy importante, canalizar a un Ser de Luz no es ni algo fácil de hacer ni algo que sea peligroso, pero si no se siguen unas normas, puede llegar a matarte o a que acabes perdiendo la cabeza. En estos tiempos de despertar que nos encontramos, se está hablando mucho sobre los Seres de Luz y muchos Chelas están canalizando mensajes en las redes sociales, porque esos Seres de Luz contactan con las personas para que comparten sus mensajes a nuestra dimensión y estén al alcance de todas personas que quieran leer el mensaje y ponerse a trabajar en ello.

Pero hay que saber muy bien, qué significa canalizar a un ser que vive en otra dimensión, porque hasta hace poco tiempo no sabíamos nada al respecto. En primer lugar debemos tener en cuenta, que no simplemente los seres de luz quieren comunicarse con nosotros, también los seres oscuros intentaran por todos los medios poder conectarse con nosotros, y enviar un mensaje a la humanidad. Recordemos que por canalizar o tener contacto un Ser de luz o un Ser oscuro es algo bueno o es malo, sí que es verdad que últimamente estamos reestableciendo el orden entre la balanza de la luz y la oscuridad, porque después de todo lo sucedido en la guerra de armonía, los vestigios de oscuridad que han quedado y que no siguen el plan divino de la sombra, siguen torturando a seres inocentes en lugares remoto de nuestro planeta, y esos son los que la Orden de San Miguel están intentando localizar cuanto antes y capturar para llevarlos ante Orión.

Cuando nos referimos al término sombra, nos referimos al reino de la oscuridad que des del pasado 10 de Febrero está reinando el Arcángel Azrael (uno de los hermanos de los grandes arcángeles, y no por estar ahora en sombra, en la oscuridad significa que haya caído y sea malo, sino que él simplemente está gobernando de nuevo las sombras para seguir el plan divino de equilibrio perfecto del propio universo para que este mundo pueda ascender junto a sus hermanos planetas de este Sistema Solar llamado Rah). Por ejemplo, el arcángel Raffaello que antes de la guerra era un Ser de Luz, él meses antes de esta guerra cayó y ahora está en busca y captura en algún lugar de este planeta, ya que está acusado de traidor.


Para identificar si viene de la luz o de la sombra, solo debemos percatarnos en lo que siente nuestro corazón, si es de luz sentiremos un amor tan profundo que incluso nos cueste respirar, porque no estamos acostumbrados a este nivel tan alto de amor. En cambio si es de la sombra, sentiremos miedo, quizás te pongas a temblar las piernas o vibres simplemente porque la situación es compleja. Si quieres seguir adelante, simplemente respira profundamente y calma tú cuerpo para que el mensaje fluya, aunque si es la sombra, vigila que estos sentimientos negativos no se intensifiquen durante y después de la canalización (si no están en armonía, podrían provocar una depresión de varios días o semanas, pero no es mortal si sigues el segundo paso a rajatabla). Pero cuando canalizas la luz, esos sentimientos de luz se intensifican días después, puedes estar pasando unos días muy hermosos, pero luego al estabilizarse todo, puede que sientas algo de bajón o síndrome de vacío temporal (sentirás que algo te falta pero en unos días se te pasa bebiendo agua y estar tranquilo).

El segundo lugar, tenemos que tener en cuenta, la energía que tenemos cada uno de nosotros. Antes de ponernos a canalizar, tendremos que analizarnos emocionalmente cómo estamos, y es muy fácil, durante una semana, agarra un cuaderno y apunta cómo te sientes al final del día, si el balance de la semana es equilibrado (ni la densidad ni la luz te ciegan el corazón o te descompensan emocionalmente, dónde estés en una situación de in extremis), podrás elegir un día de la siguiente semana para ponerte a canalizar (empezando por diez minutitos y con la práctica ir alargando el tiempo). En caso contrario, no es recomendable canalizar, hasta que tengas una situación emocional equilibrada y armónica, los extremos aumentan el nivel de depresión tras una canalización (sea de luz o de oscuridad ocurre igual), y eso si no se trata a tiempo puede llegar incluso a una desesperación e incluso te acabes quitando la vida (aunque les parezca extremo, hay casos en los que ha sucedido).

En tercer lugar, vamos a hablar del juicio, y para hacerlo tenemos que hablar sobre la diferencia entre el juicio y el saber discernir. Aunque parezcan iguales, en realidad son muy distintos, para poder canalizar y comprender el mensaje que nos llega, lo importante es no ponerle juicio a nada de lo que salga, porque el mensaje no lo estás creando tú, sino es de un Ser de Luz (incluso puede ser que a veces canalices a tu YO SUPERIOR). Nada de lo que estás canalizando es erróneo, todo lo que se dice es por una razón que ya más adelante comprenderás porqué, por eso no hay que ponerle juicio, hay que aprender a discernir. Esto significa que debemos escuchar atentamente el mensaje y comprender de dónde viene, por el tono del mensaje vendrá de un Ser de Luz o un Ser Oscuro, sino sabes de quién es, se lo puedes preguntar, y si se quiere identificar lo hará y si no, lo deberás respetar. En muchas ocasiones, es más importante el mensaje que el mensajero o ¿acaso cuando te llega una carta de correos a tu casa, te importa más el señor de correos que te ha traído la carta que el contenido de la carta en sí?

En cuarto lugar, debes ser educado y respetuoso con todo lo que canalices. Cuando te dirijas al Ser de luz u oscuro que te comparte el mensaje, hazlo desde el respeto y con educación, los modales son fundamentales en este tipo de relación, quizás un ser oscuro no los tenga tan implantados, pero si es de la sombra dónde sigue el plan divino, lo será (parece extraño pero lo son, aunque algunos seres de la sombra son un poco chapados a la antigua, te llamarán señor o señora y a lo mejor te harán alguna reverencia, aunque el patrón sea antiguo, tu simplemente eres educado y respetuoso en todo momento para no causarle situaciones incomodas. Un ser oscuro no se sabe cómo va a reaccionar si no se siente respetado y puede que te amenace, así que mejor no le pierdas el respeto ni le tengas miedo, porque te pueden manipular con ello).

En quinto lugar, el mensajero decide por qué vía es mejor que se pase el mensaje en las redes sociales de esta dimensión. A veces, te dirán que compartas el mensaje en tu cuenta de twitter o de Instagram, incluso te dirán qué imagen deberías usar. En este caso, estás hablando con un superior, por ende, él ser manda y tu simplemente obedeces. Aceptas en todo momento la repercusión que pueda causar el mensaje en tus redes sociales, los comentarios de la gente que te sigue y que no todos reaccionarán de la forma positiva que te gustaría, pero si hay comentarios los Seres que hayas canalizado también lo verán desde su dimensión y puede que se vuelvan a poner en contacto contigo para responderles, obedeces sin poner excusa si esto sucede.

Y por último, al terminar de canalizar debes agradecer el mensaje y la atención puesta en ti que te han otorgado los Seres de luz. Los mensajes personales que vayan dirigidas a alguien en particular, debes ser muy respetuoso y por ende si te dicen que debes entregarlo, lo harás pero luego a ti se te va a olvidar el contenido del mensaje, porque en ese caso eres parte del sistema de reparto de mensajería universal y solo el mensaje debe llegar al receptor.

Las formas de canalizar varían mucho de cada uno, para poder empezar siempre es recomendable hacerlo escrito, sea a ordenador o a mano. Eso ya lo vas a ir viendo a lo largo de las canalizaciones. Debes tener en cuenta que tener una alimentación nutritiva rica en frutas, verduras y agua, ayuda a estabilizar el sistema circulatorio que será la que se encargará de repartir la información de la energía por todo el cuerpo y por tus Chakras en forma de energía.

Si aún necesitas más información, puedes consultarme en Instagram me buscas como @laia_gali_hr y me mandas un MD te responderé encantada de ayudarte. 

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jueves, octubre 27, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 160 [2T]

 

No le pude decir nada más, porque él se puso a saltar abrazado a mi y yo por inercia me tuve que poner a saltar, abrazándolo esperando a que nadie me viera abrazar al aire a lo tonto. Pero cuando me fije, Sergi estaba fijamente mirándome con una cara descuadrada, me quise detener pero no pude, Gabriel inevitablemente me empujaba a seguir saltando, esta vez en círculos.

-        ¡Para Gabriel! ¡Nos están viendo! Bueno… ¡qué me están viendo a mí! ¡Para!- le exigía pero Gabriel por la emoción no me escuchaba.

Sergi se acercó a mí y se puso a saltar a mí lado, puso un brazo encima de mis hombros y el otro encima de los hombros de Gabriel, que le agarró de la espalda para seguir dando vueltas saltando. La gente le podía ver.

Quizás ese momento fue único y especial, la primera vez que alguien que no fuera yo lo vieran. Ahora que el tiempo ha pasado tanto, lo entiendo más, como había tanta gente revuelta porque los cursos ya se habían separado, la gente corría por dónde quisiera, la gente se podrían pensar que a lo mejor era un alumno de Sexto o un visitante, porque a partir de ese año el último día de clase era a puerta abiertas, la gente de la calle venía a ver los espectáculos (solo familiares y ex alumnos). Aunque las visitas solo podían estar en los palcos y no en el patio, pero como si él se hubiese saltado esa norma por unos minutos.


Fue en ese momento cuando me pude fijar que había escondido las alas, y que iba vestido con camiseta blanca y pantalón vaquero negro, podía pasar perfectamente por cualquiera, quizás Sergi no se dio cuenta de que realmente estaba medio abrazando al arcángel San Gabriel, el diosito de los mensajitos de Dios y que muchos no saben pero también es el Dios de los nacimientos.

Cuando finalmente terminamos de dar vueltas saltando, Gabriel me abrazó con mucha fuerza, me dio un beso en la mejilla y se separó para abrazar a Sergi, entonces se comportó.

-        Disculpa a mi amigo, es muy cariñoso, Sergi.- le dije con una sonrisa de complicidad.

-        ¿Quién es tú amigo?- preguntó sin dejar de mirarle a la cara.

-        ¡Uy discúlpame que no me he presentado, soy… Gabriel! – por un momento pensé que iba a decir la palabra <arcángel> antes de su nombre, le dijo con una sonrisa.

-        Sergi. ¿Estudias aquí?- le preguntó Sergi arrugando la frente.

-        No, he venido a ver el show. Habéis bailando muy bien las dos canciones. ¡Me ha gustado mucho! – Nos felicitó el arcángelito.

Me tuve que aguantar la risa, por no molestar a Sergi, así que le pasé un brazo por su cintura y le piqué suavemente, para que dejase de hacer lo que hacía.

-        Le gusta bailar, mucho. Él me ha ayudado a terminar de pulir las canciones.- le expliqué a Sergi.

-        Vale. Un placer,… ¿Cómo era?- dijo Sergi.

-        Gabriel.- dijo le dio unas palmaditas en el hombro y le miró a los ojos directamente incluso cuando se fue con los demás.

Me puse delante de Gabriel le agarré de las manos y tiré de él para que dejase de mirar a Sergi y me mirase a mí.

-        ¡Qué amigo más interesante tienes, mi amor! – dijo Gabriel.

-        ¡Hey…!- le chisté los dedos delante de sus ojos y me miró.- ¿Qué haces aparecido aquí?- Le pregunté.

-        Hacerte compañía mi amor. ¡No te preocupes que con tanta gente ni saben que nos conocemos! – respondió convencido de lo que decía.

-        Ahora Sergi si. ¿Tienes permiso para hacer esto?- le pregunté.

Gabriel se me quedó mirando torciendo la boca.

-        Parece mentida que me preguntes eso, Laia. ¡Sí, claro que tengo permiso!- respondió el arcángel.

Me puse así porque se suponía que estaba de incognito todo lo relacionado con la 5D, y tenerlo allí que a los demás podían verlo, me resultaba algo un poco vergonzoso, porque me daba miedo de lo que podrían decir de él. Miraba alrededor, tenía la esperanza de que quizás se imaginasen que conozco a alguien de otro curso.

-        ¿A quién buscas? – me preguntó.

-        Si te ven conmigo la gente sospechará. Debes irte.- le dije.

-        No querida, no me iré a ninguna parte. Sergi me podía ver, los demás ni saben que existo. Puedes estar tranquila, mi amor. Nadie sabe que nos conocemos. – respondió Gabriel decidido.

Le miré a la cara sorprendida.

-        Sergi te acaba de saludar.- le dije.

-        Si, lo sé. Pero no sabe quién soy realmente. – dijo tan calmado.

-        ¿Porqué lo has hecho ante él? – le pregunté.

-        Tenía ganas de presentarme ante tus mejores amigos, me has hablado tanto de ellos, que… lo siento, pero quería conocerlos. Por cierto… - dijo buscando a alguien.- Me falta presentarme ante la… Saida. ¿Dónde está? – dijo seguro de sí mismo.

-        ¡Ni se te ocurra, Gab!- le grité presionando con fuerza sus manos.

Él me miró con sorpresa directamente sus ojos verdes penetraron en mi alma como si fuera un intruso, pero lo cierto es que no sentía que un intruso me recorriera el alma, sino alguien conocido, sin querer resoplé del gusto que sentía.

-        ¡Dale, preséntame a la Saida! ¡Dale, mi amor! Que después de lo que has conseguido con ella, no me puedo sentir más contento por ayudarla tan bien. ¡Dale, preséntamela, por favor! – insistía como un niño chico.

-        ¡Por supuesto que no! ¿Qué le digo? <Mira Saida te presento al arcángel Gabriel, que por cierto es quién me ayuda a ayudarte, y ahora ha venido porque quería conocerte en persona> ¿Eso?- le dije a Gabriel.

-        ¡Si, es perfecto!- dijo y saltó de alegría ilusionado.

Mi cara cambió repentinamente a mirada lasciva casi amenazándole de muerte, él se detuvo de dar saltitos y se quedó mirándome.

-        ¡Qué sosa eres a veces, Laia!... ¡Luego no me vengas en que no me esfuerzo para conocer a tus amigos mejor, eh! – decía Gabriel arrugando la frente como si le molestase mi reacción, pero era divertido picarlo de vez en cuando.

-        La conocerás si el tiempo lo desea, así que rézale mucho a Diosito que a lo mejor, te lo concede con el tiempo.- le dije dándole unas palmaditas encima de su pecho, luego me giré para caminar hacia la fuente que había después del patio cubierto.

Escuché su sonrisa sorda, pero antes de que pudiera seguir caminando hacia los demás compañeros que seguían emocionados por el último día de clase, Gabriel se colocó delante de mí para impedirme el paso y detenerme.

-        ¿A dónde vas? ¡Voy contigo! Uriel me ha dejado que cuide de ti, él ha tenido que irse. – dijo.

-        Tengo que subir a buscar mis cosas.- le dije.

-        De acuerdo, ¡vamos! – dijo se colocó a mi derecha, me agarró de la manito y dio un paso pero yo me detuve.

-        ¡Así no quiero! ¡Hazte invisible para ellos!- le exigí dejándole la mano.

Gabriel dijo que si con la cabeza, cerró los ojos, yo aún lo seguía viéndolo y cuando lo abrió para saber que realmente los demás ya no lo veían, se fue con alguien y le pasó la mano por delante de los ojos, al ver que no se daba cuenta de nada, supe que estaba visible solo para mí o para los conectados.


Me despedí de la clase, del lugar dónde había pasado uno de los peores cursos, porque el acoso escolar se intensificó un poquito más. Allí a dentro se quedaban recuerdos dolorosos, pero dentro de mí corazón permanecerían conmigo hasta que tuviera el valor suficiente de volverlos a hacer frente y sanarlos, aunque fuese escribiéndolos en estas líneas que les he estado compartiendo años después.

En cuanto la Laura llegó a clase, me quedé mirándola fijamente, mientras que cargaba la mochila de los últimos libros y el álbum de fin de curso. Me coloqué la mochila en la espalda y agarré la artesanía de plástica que hicimos para el fin de curso, para caminar hacia la mesa de la profesora. Me detuve delante de ella y le miré a la cara directamente, ella me miró, dejó de recoger sus cosas.

-        Quería decirle algo, antes de irme.- le dije.

-        ¿Si?- dijo la Laura.

-        Solo espero que las cosas a partir de ahora vayan mejor, porque como empiece usted el próximo curso con la misma mala onda que empezó conmigo, en su espalda se tendrá que hacer responsable de la muerte de muchos alumnos, porque con el nivel de depresión que da, alguno no llegará a los veinte años. – le dije.

-        ¿Cómo dices, Laia?- dijo la Laura asustada, se le encallaban las palabras al decirlo.

-        ¿Aún no se ha dado cuenta del infierno que me ha hecho pasar de curso o qué? Todos los días castigada sin recreo, por no estudiarme sus poemas, o por ayudar a la Saida a poder pasar de curso y enterarse de la clase. Siempre me ha estado castigando a mí, cuando había más personas que hacían cosas más horribles, yo simplemente por ayudar a otros, cobraba el pastel entero ¿no? – le dije.

La Laura se quedó muda mirándome.

-        Yo he sobrevivido, pero yo de usted me replantearía si ser profesora es realmente su verdadera vocación, porque joder a los alumnos por ser buenas personas, es algo que debería cambiar para el próximo curso. Ahora soy yo quién le pone tarea para el verano. Míreme y verá que lo que digo es cierto. ¡No joda a más alumnos, por favor!- le terminé de decir.

Mis palabras y mi cara eran sinceras pero sin estar enojada ni intentaba pasarle mi rencor, solo le quería que supiera que se estaba equivocando. Al verla sin aliento, simplemente supe que mis palabras le habían dado directamente en el corazón, al verla con los ojos como dos naranjas.

La abuela me vino a buscar al colegio, y con ello la abracé de lo feliz que era, de nuevo la libertad, el Sol caliente en la cara, piscina hasta tarde y noches cortas bailando y en familia. ¡No pedía mucho a la vida pero eso era parte de mí felicidad!

El lunes de la siguiente semana, me iba de colonias con el Tripijoc, ese año cambiamos de destino y nos fuimos a la Masia el Collell, una casa de campo cerca del Esquirol (a tan solo media hora o cuarenta minutos de casa). La Masia tenía una norma explicita y era que el último quilómetro y medio se tenía que hacer a pie, por eso el autobús nos dejó cerca de la carretera y un remolque subió las mochilas, mientras que todos los demás subimos a pie, dando un paseíto a las cinco de la tarde por el campo, alejados de la civilización, conectando con el gran reino vegetal. 

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HR.

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miércoles, octubre 19, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 159 [2T]

 

Cuando llegó el lunes, a primera hora después de rezar, porque ese día quería llegar a la hora, levanté la mano y la Laura me dio permiso para hablar.

-        ¿Por qué no se siente alguien al lado de la Saida? No debería estar sola.- dije.

-        Los lugares ya están adjudicados y estarán todos así hasta final de curso, Laia.- respondió la Laura.

-        No me parece que sea bueno para ella… recién llegada, un idioma nuevo, una vida nueva… no es bueno que se pase las horas de clase sola si no entiende nada de lo que le decimos.- le expliqué.

-        ¡No se hablé más, Laia!- gritó la Laura.

-        De acuerdo. Pues con su permiso, déjeme que le enseñe algo.- le dije.

Empecé a sacar los libros del cajón y todas mis cosas, los agarré.

-        ¿Qué haces?- preguntó la Laura.

-        Si usted no le pone a nadie, ya me ofrezco yo.- le dije, mientras que me trasladaba al lado de la Saida, ella sonreía alegramente.

-        ¡Vuelve a tú sitio Laia!- gritaba la Laura.

-        ¡Ni de broma! Yo no voy a tolerar esto, ¿sabe?- le dije mirándole a la cara directamente.

-        ¡Aquí mando yo!- exigió la Laura.

-        Pero no de corazón y alma, porque está podrido el suyo. ¿Cómo puede permitir algo así, por dios?- le dije.

Coloqué mis cosas en el nuevo pupitre al lado de la Saida, ignorando a la Laura.

-        ¡Te quedarás sin patio!- decía la Laura.

-        ¡Y usted sin titulo si alguien superior se entera de esto!- le respondí.

Empezó a resoplar fuerte pero no dijo ni hizo nada más, no nos tocaba con ella la primera hora, así que se tuvo que ir. A partir de ese momento, el reto era muy diferente, no eran pasar las horas en clase y esperar a que llegase el verano, sino que me había propuesto algo grandioso que yo misma podría hacer sin problemas, tenía que ayudar a la Saida a entender los conocimientos, sin hablar yo ni una palabra de Marroquín y ella sin hablar ni catalán ni español, ni mucho menos inglés.


Mientras que la gente de la clase, dejó de reírse de ella, volvieron a mí, me daba igual, pero a ella ni tocarla, porque clase a clase podía ver el esfuerzo que hacía ella para poder aprender los conocimientos. Incluso le tuve que enseñar lo más básico en clase de lengua, para que aprendiera a chapurrear un poquito y de aquí ir reforzándolo. Me centré tanto en ella, que incluso mis notas empezaron a mejorar un poquito, seguía sin hacer la tarea, pero ella si que hacía las cosas.

A la hora del patio, se venía el Sergi a jugar con nosotras dos, y los tres hacíamos un trío hermoso de muy buenos amigos, incluso a la Saida le devolvió la sonrisa y las ganas de aprender eran tan fuertes, que durante esos dos meses que faltaban de curso, la Laura no pudo meterse conmigo, de hecho se quedaba calladita, estupefacta como la Saida conseguía sus objetivos, chapurrear el catalán y el español, aprender a decir los números en varios idiomas y reforzarle las matemáticas. Para ayudarla más, le compré un cuadernito de refuerzo dónde extra fuera del colegio le decía que repasase la suma de una, dos o más cifras, las divisiones, multiplicaciones, y yo se lo corregía porque en eso iba super bien.

También le regalé los libros de cuentos infantiles de parvulario que tenía en casa, para que practicase la lectura, nos pasábamos a veces la hora del patio repasando la lectura y así aprendió a leer tanto en catalán como en español. Incluso le regalé un cuadernito de buena letra, para que practicase, porque dónde estudió en Nador, les enseñaron muy poco a escribir, ella me decía que había dejado la escuela por ser mujer, allí me di cuenta por primera vez que la cultura musulmana es muy machista y chapada a la antigua, pero lo respeto.

Una niña de nueve años estaba haciendo el trabajo que la Laura debería estar haciendo, y además de forma gratuita y sin pedir nada a cambio, ni siquiera nadie que le dijera qué lo debía hacer. Como se puedan imaginar, les di una gran lección tanto a la Laura, como a la directora, porque un día vino a clase y nos vio, se quedó sin palabras. Fue entonces, cuando se acercó a nuestra mesa, y después de valorar que lo que había aprendido era gracias a mis intenciones de integrarla con el resto, me miró con sus ojos cafés…

-        De acuerdo Laia, el próximo año, este centro tendrá programa de integración de inmigrantes. Tienes razón y no sabes lo avergonzada que me siento al respecto, lo siento mucho de verdad. No era consciente del problema…- dijo la directora Assumpta.

-        Disculpas aceptadas.- le sonreí humildemente.

Finalmente, llegó el fin de curso de 3r de Primaria y con ella regresaba la libertad, el buen tiempo y la buena vida. La Saida tal y como me había puesto como objetivo a final de curso aprendió a chapurrear y a tener una pequeña conversación en los dos idiomas, tanto en catalán como en español, solo faltaba que el próximo curso le fuera reforzando un poquito más, porque le faltaba bastante práctica. Durante la última semana del curso, las niñas de clase decidieron hacer un baile para presentarlo en la fiesta de fin de curso, como era muy buena idea, un año más me presenté y colaboré bailando para todos los alumnos del centro, y la Saida por sorpresa también se quiso apuntar, pero no fue bien recibida.

-        ¡La morita esta no entrará en nuestro baile, ¿entiendes?!- decía la Júlia.

-        ¿Quién eres tú para faltarle al respeto a mi amiga, eh Júlia? Ella si quiere bailar, lo hará, te guste o no, lo hará.- le exigí.

-        No, no, en mi grupo no entran moros.- insistía.

-        ¿Lo haces porque no sabes si sabe bailar o por una cuestión de su origen?- Le pregunté, pero la Júlia se me quedó en silencio mirándome directamente a los ojos.- Por qué te recuerdo que en el grupo se han apuntado los niños y entre ellos está Mohamed, y a él no le impides que esté, pero a la Saida si. ¿Lo entiendes tú?- le dije mirándole a la cara sinceramente.

La Júlia suspiró indignada, echó un paso atrás.

-        A ver que levante la mano ¿quién no quiere que la Saida esté en el grupo de baile?- dije yo mirándoles a los demás.

Solo levantó la mano la Júlia, los demás por primera vez entraron en razón, incluso noté la mirada de Gerard cómo si me felicitase por la acción, ya que nadie más se atrevía a hacer. Quizás el miedo les corrompía por dentro, pero si alguien se metía con mi amiga Saida, yo daba la cara por ella y lo que fuese falta, porque en eso consiste en la amistad, en no dejarla atrás y ser su apoyo cuando el mundo parezca que le vaya en contra. Le eché huevos, pero porque según la gente los míos están hechos de otra pasta que al parecer no se encuentran en muchos lugares.

La Saida se puso feliz al saber que había tanta gente que sí la querían dentro del grupo de baile, así que entre todos le enseñamos lo que ya habíamos empezado a ensayar, ella se esforzó para aprenderse los pasos, vi que a ella también se le daba bien eso de bailar, así que tampoco le supuso mucho esfuerzo. La Júlia por un momento pensé que renunciaría, pero no, ella quería bailar por última vez con esos compañeros de clase que había conseguido hacía unos años. Se tragó su orgullo y su racismo para que pudiera ella también celebrar su último día de curso con nosotros. A pesar de las diferencias, siempre he querido lo mejor para ella, aunque ella no lo viera igual.

El día antes de finalizar el curso, los demás chicos y chicas de clase que habían renunciado a no bailar, porque no les apetecía antes de empezar a ensayar, cuando se dieron cuenta de que era parte de ese baile, un regalo para despedirnos de la Júlia, se apuntaron, incluso la Laura, la profesora. La Cristina me ofreció que les ayudase a los nuevos a entender los nuevos pasos del baile, supongo que vio que ya me sabía el baile en su totalidad sin tener que pensar ni contar en los pasos que venían. Recuerdo que ese año bailamos una canción de Britney Spears – Baby give me more.

Si me dejo llevar por la canción, aún me salen esos pasos, será que el tiempo está vivo dentro de mí y cuando más consciente eres de la realidad que vives, mejor guardas los recuerdos de esta vida (y de las otras también regresan como agua de mayo).

Para la escenografía del último día, de parte del vestuario teníamos que ir todos con camiseta blanca y pantalón tejano, junto con un sombrero de campo (mi padre me dejó su sombrero de cuando arreglaba el jardín de casa). Como camisa no tenía, le tuve que pedir a mi madre, me iba un poco grande pero servía, entonces la Saida me dijo que no tenía sombrero, así que le pedí al tiet Josep si me prestaba el suyo para mi amiga, que se lo volvería enseguida, muy amablemente me lo prestó y se lo dejé.

La verdad es que fue un regalo muy bonito para la Júlia, lo que no sabía era la sorpresa que le teníamos preparada. Después de esa canción, venía otra que ella no se había preparado, pero porque se suponía que escenificábamos en plan como si fuéramos un grupo de cantantes, y ella solo tenía que estar en medio mirando nuestro baile. Ese si que no recuerdo la canción exacta, pero fue muy bonito también.


Al final, antes de terminar oficialmente el curso, nos pusimos cada curso en corro para cantar la canción de despedida, que cada año era la misma y no entendía porqué. (La canción era aud lanye Sagne) pero yo me quedé sin palabras, cuando la gente empezó a cantarla como tradicional en catalán, con los brazos en cruz agarrándonos las manos con los de los lados, pero yo no la cantaba en catalán ni en español, de hecho no me sabía la letra, pero la empecé a cantar… en arcturiano. Cuando terminé y la gente gritaba de felicidad porque el verano acababa de empezar, y otros simplemente lloraban de tristeza, porque la hora del adiós y de la entrega de los claveles a los de Sexto siempre era difícil. Yo me quedé en el sitio, intentando comprender qué carajo acababa de cantar en el idioma oficial de Agartha.

Gabriel apareció delante de mis narices feliz, gritando con una cara de felicidad extrema que por la emoción me abrazó, yo no pude corresponderle el abrazo, me quedé como una pasmarota, rayada por lo que había cantado.

-        ¿Qué estaba cantando en arcturiano?- susurré.

-        La canción de nuestros sueños, mi amor.- respondió Gabriel seguía feliz.

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