domingo, mayo 31, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 31

Después de todas las pruebas, el compañero de Hilaríon vino, se agachó al lado de la silla porque volvía a estar en el ventanal para hablar conmigo.

-          Hilaríon dice a ver si puedes entrar ahora a solas, sin ellos, ni si quiera Uriel. Quiere comunicarte algo importante, ¿puede ser? – dijo el compañero.

Miré a Uriel que estaba pendiente de la conversación, por la familia no me importaba, pero sin él, era algo especial.

-          ¿Te importa Dary? – le pregunté.

-          Cuidaré de tú familia mientras tanto, mi amor. – dijo Uriel con una sonrisa de complicidad y aceptación.

-          Ok.- contesté al compañero.

-          Señora Garcia, me tengo que llevar a su hija a ponerle la escayola. – le dijo a mamá.

-          Si, vamos…- dijo poniéndose de pie.

-          Mamá… prefiero ir sola. Por favor.- le dije.

-          ¿Por qué?- preguntó.

-          El doctor lo quiere así, no se preocupe, está en muy buenas manos. – contestó el compañero.

Mamá se sentó y el compañero me llevó de nuevo a dentro, me ayudó a colocarme en la camilla y empezamos la conversación, algo distinta a lo que quizás tenía que ser para los demás que no estén en esta vibración.

-          Si te necesitamos, te llamo. Gracias. – le dijo Hilaríon al compañero que se fue por la otra puerta en dirección opuesta a los demás, para quedarnos a solas completamente.


Mi atención se enfocó directamente en sus ojos, curiosamente también los llevaba verdes, el pelo de oro hasta las orejas con rulos, y una barba de varias semanas, a pesar de que me aterraban las barbas como ya les comenté, él era distinto, quizás el único en ese tiempo en que no me importaba que llevase barba, porque no tenía intención de retirar la mirada. Él era diferente, un Ser de Luz que se había molestado en aparecer en este inhóspito hospital para atender mi urgencia.

-          ¿Por qué has aparecido?- le pregunté.

-          Cuidamos de ti, querida. Este es nuestro trabajo. – contestó noté que no lo decía tan seriamente, que en su mirada había algo de ironía, que me provocó que soltara una pequeña sonrisa insonora y comprendiera de que sus palabras eran ciertas.

-          ¿Quieres decir que cuando me operaron en este hospital de chiquita, también fuiste tú? – le dije arqueando una ceja en señal de sorpresa pero dentro de mí sentía curiosidad y me divertía averiguar su respuesta.

-          Fue una colaboración, entre médicos de tú dimensión y nosotros. ¡Eras tan chiquita! Teníamos la responsabilidad de cuidarte, bien, tú misma me ordenaste ser uno de tus pilares de protección en sanación… y no sabes lo feliz que me hiciste, hacía tiempo que no tenía una responsabilidad así desde que ascendí.- comentó.

¿A él también? ¡Dios bendito! Sino recordaba quién era, el doctor Hilaríon… no me sonaba de nada, solo tenía el mismo nombre que mi tío, y no entendía ¿por qué?

Hilaríon agarró de un armario un vaso que lo llenó de agua del grifo, del dedo índice salió una bolita muy chiquita que cayó en el agua, convirtiendo el líquido transparente en verde por unos segundos, hasta que volvió a ser transparente. Llevó el vaso al lado de la camilla, metió el dedo índice y corazón, alcé la pierna derecha por la altura de sus rodillas, lo coloqué encima de sus piernas, mientras que él empezaba a untarme esa substancia por el tobillo.

-          ¿Qué es eso?- le dije.

-          Solo un recordatorio. Tus células del tobillo se han olvidado de la importancia que tiene su función, es por eso que hace semanas empezaron a debilitarse, y hoy te has hecho esto. Con este ungüento, solo le estoy haciéndoles recordar la importancia de su misión. – dijo.

-          ¿De veras?- le dije, me costó creerlo.

-          En realidad no necesitas la escayola, pero te la pondré porque pues tú mamá va a pensar que no soy buen “médico”, esto es lo que realmente te va a curar. Porque este ungüento va directo a tus células, al ADN y le dan el mensajito para ser fuertes, y sostenerte en el camino. ¿Comprendes, querida? – dijo yo simplemente lo confirmé con la cabeza y él prosiguió.- Mientras recuerden, no vas a volver a necesitarlo – terminó.

Hilaríon alzó una mano hacia a mí, y del dedo índice volvió a sacar otra bolita chiquita, no más grande que la cabeza de un alfiler. Me quedé contemplándolo, era verde brillante y no parecía tener cuerpo, solo energía.

-          ¿Cómo haces eso?- le pregunté.

-          Nosotros le llamamos Alquimia, pero en tú dimensión le llamarían magia – dijo fue tan chistoso que nos pusimos a reír.

-          Si, me suena. Alquimia, hace poco tiempo aprendí esa palabra en IÓN. Tengo entendido que para hacerlo hay que estudiar para ser Alquimista, pero que no hay muchos centros en Agartha qué lo hagan…- dije, quería omitir la parte de quién era el amigo, igualmente Hilaríon no le dio importancia al quién.

-          La mejor escuela es Ávalon, porque tiene al mejor Alquimista de 5D. Se hace llamar Merlín. – él prosiguió con el ungüento, mientras me contaba cosas de esa escuela.

Merlín… nunca había escuchado ese nombre, pero me parecía muy mágico y bonito. Sabía que el chico de Ojos Verdes ya le habían aceptado en Ávalon y que el 2 de septiembre empezaría a estudiar allí, pero tenía tan poca información, que no pude evitar hablar del tema ya que Hilaríon empezó.

-          ¿Podrías contarme más de… Ávalon, por favor? – le pregunté.

-          Fue la primera escuela construida para que vosotros, nuestros hermanos de 3D, pudieran venir a aprender los conceptos de la Sabiduría Universal del SER. Fue construida a finales del siglo X de la superficie, solo unos pocos al principio podían venir a compartir y aprender de esta sabiduría, pero en los tiempos que llegaron, después de que los Elementales tuvieron una gran crisis de fe y provocasen que los demás hermanos de la superficie empezasen a tener miedo de estos aprendizajes. Un grupo llamados salvadores de Dios, empezaron a atrapar a los alumnos y alumnas que poseían la sabiduría, fueron mal llamados Brujas y Brujos para ser mandados a quemarles vivos, por hacer <magia>, un derecho que según sus creencias, solo lo podía hacer Dios y nadie más. – explicó Hilaríon.

Él al terminar con el ungüento, se puso de pie, al lado del lavabo tenía varias tiras de yeso preparadas para el siguiente paso, ponerme la escayola, no le quise interrumpir y seguí escuchando la historia, que me resonaba mucho.

-          Esa lucha entre la brujería y los salvadores de Dios, duró varios siglos, todos aquellos alumnos que estuvieron en Ávalon perdieron la vida ante esa orden, algunos eran torturados y otros quemados o colgados de sus cuellos. La sangre se había convertido en un emblema de poder, cuantos más mandaban a la pira, más fuertes eran los salvadores de Dios, que en el nombre del universo mataban pensando que así estaban “purificando” la humanidad. – Hilaríon seguía contando pero no le pude escuchar…


De repente, las paredes de la consulta empezaron a tambalearse sin motivo alguno, tenía mucha calor y todo parecía derretirse a mi alrededor. Dejé de ver al maestro Hilaríon que seguía con su historia, y sin saber qué me estaba pasando, me dejé llevar…

Me encontraba atada de pies y manos en un mástil, a mis pies había trozos de leña y lana preparadas para hacer una gran fogata. Delante de mí estaban todos los ciudadanos de un pueblo, vestidos con ropajes antiguos como de la edad media, mientras que un hombre vestido con sotana negra, veía la imagen desde segunda fila, estaba llorando, aunque tenía que disimular. Sentí en mi corazón que se me rompía, porque aquel monje lo amaba con toda mi alma. Antes de que pudiera hacer nada, un segundo hombre que parecía Franciscano me estaba acusando de brujería, en una mano llevaba la sagrada Biblia y con la otra me señalaba diciéndome <bruja>. Entonces, un hombre que daba mucho miedo encapuchado, que tenía en sus manos una antorcha, cuando el Franciscano le dio la orden, tiró la antorcha a mis pies, dónde la leña y la lana empezaron a arder. Notaba la calor y el dolor de las llamas del fuego tocando mí piel, ardía y dolía mucho. Hasta que grité.

Sin darme cuenta volví a la consulta de aquel hospital, Hilaríon se quedó callado, cuando me había escuchado gritar.

-          ¿te duele? – preguntó Hilaríon aflojando de inmediato el yeso que seguía poniéndome.

-          He visto algo… fuego… pira… un cura…- empecé a divagar.

-          Espera…- dijo, dejó el yeso, y me abrazó. - ¿qué has visto?- me preguntó.

Le expliqué con lágrimas en los ojos. De nuevo había visto algo que no pertenecía a este tiempo.

-          No te preocupes, querida. Solo son recuerdos de una vida que tuviste. En algún momento podrás ver la historia completa de lo que te sucedió allí. – dijo mientras intentaba calmarme.

-          ¡Pero ha sido tan horrible! ¡Dolía mucho! – me quejé.

-          Recordar vidas no es algo bonito, querida. De la misma manera que en esta vida recordarás cosas que no te gusten recordar, cuando uno recuerda vidas pasadas, tiene que aceptar que tendrá que ver todo lo bueno y malo que le haya pasado. – de alguna manera no me asustó lo que dijo, más bien lo veía algo razonable.

-          No recuerdo mucho, porque Uriel y Anasiel dicen que debo olvidar para recordarlo más tarde. Nunca había visto, un final de una vida…- le comenté.

Hilaríon prosiguió con la escayola, mientras que intentábamos seguir un tema.

-          ¿Es posible que mientras recuerde encuentre a alguien que ame en esta vida? – le pregunté, me sentía preocupada no me podía quitar de la cabeza al monje llorando, curiosamente llevaba los ojos verdes, y sentía lo mismo que el chico de IÓN.

-          Por supuesto que si, todos reencarnamos. – contestó.

-          ¿por qué?- le pregunté.

-          La razón principal es para experimentar la materia, es en 3D dónde se puede hacer. Reencarnar no es algo horrible, es algo sagrado y muy importante, ¿comprendes? Cuando decides volver a nacer, te estás dando otra chance de poder seguir aprendiendo algo que es importante para ti, en un espacio y un tiempo diferente al que venías. – contestó Hilaríon.

De alguna manera, sabía que aquel monje que había visto era en realidad el chico de ojos verdes. ¿Era eso lo que él se refería con que me recordaba? ¿Podría ser la chica que también vi en Egipto? Aunque no entendía muy bien lo que eran las emociones en ese tiempo, tenía la corazonada de que eran la misma alma, con distintos cuerpos y en distintos tiempos.

Tras la escayola, Hilaríon permitió dejar entrar a mi mamá, durante el tiempo que había pasado más de una hora, la tita Mari tenía que irse a trabajar y en su lugar vino el primo Noel que nos vino a buscar en su auto para llevarnos de nuevo al piso de la Tita Mari, junto a Juanito y a Jordi.

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Recomendación: Fix my eyes - King & Country.

HR.

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jueves, mayo 28, 2020

Contactando

El tiempo nos ayuda a comprender mejor los aprendizajes, es por eso que cuando era adolescente todo lo que estuviera relacionado con los bosques, montañas y praderas, no me gustaban nada. Ir al campo a caminar, era algo que no hacía porque no me gustaba el hecho de estar en un lugar dónde el suelo no estuviese asfaltado, ni que hubiesen tiendas o edificios gigantes. No hace mucho tiempo que adoraba la torre Agbar de Barcelona sin ni siquiera haberla visto en persona nunca. Hace como diez años, soñaba con salir de Manlleu para irme a alguna ciudad grande como Madrid, Roma o mejor dicho Buenos Aires. No quería ver el campo, ¡nunca! Sobre todo en verano cuando los mosquitos arrasan mis piernas cómo si mi sangre estuviese de temporada… ¡horrible era pensar que me tenía que quedar en una ciudad de 20.000 habitantes!


Soñaba con Argentina por varias cuestiones, una de ellas era para salir de Manlleu y estar lo más lejos posible de mis padres o cualquiera que estuviese en contra del camino que había elegido, en ese tiempo solo era la escritura. Estaba harta de no conseguir el apoyo de los que a mí me importan y que solo me aceptan si cambio de profesión y me busco algo “serio”, por eso admití que el camino tendría que hacerlo sin ellos. Se te rompe el alma al pensarlo, pero sabes que si ellos no quieren, tendrá que ser así. La otra razón, en ese tiempo no sabía por qué pero siento un gran “impulso” en que debo estar allí muy pronto. Ahora sabemos que Argentina es el lugar dónde Gaia ha decidido que nazca su hijo Nueva Gaia, y que todos aquellos que hayamos decidido nacer en otros países, si sentimos este “llamado” es porque debemos y tenemos que estar en el momento en que deba ser. Por eso, a pesar del tiempo que hace que siento esto, sigo esperando el día, ahora sé que será pronto, pero de momento no hay fecha establecida.

Pero la relación con el campo y las montañas, empezaron a cambiar a partir del 2015, aunque les parezca chistoso, cuando uno se siente mal y está en una depresión por muchos meses, deja de tener en cuenta la importancia de aquello que es a fuera de él. Es decir, durante los primeros seis meses, no me quise comunicar con ninguna amistad, apenas decía ni quedaba con nadie porque no me apetecía, quería estar a solas, necesitaba estar a solas. En el primer mes, me quedé en casita sin apenas salir, igual que una cuarentena, pero con la diferencia de que no había peligro a fuera, pues las pesadillas residían dentro de mí corazón, muchas noches en vela intentando no tener pesadillas, llorar por cualquier cosa, programa de televisión, leyendo libros, escribiendo mis sentimientos en el diario personal… hasta que la salvación a mis penurias llegó de una forma inesperada, en el segundo mes decidí agarrar una mochila e irme al campo con la excusa de grabar planos para el canal de youtube.

Había perdido todas las ganas de hacer cosas, de crear y de sentirme viva. Por eso, salir al campo, por un camino que solo había hecho una vez en una caminata nocturna y sin mucha referencia, sin darme cuenta, abrí una puerta en mí corazón que no había abierto jamás llamada reino vegetal. Entonces, las praderas, las montañas y los bosques eran un lugar bellísimo que redescubría pero esta vez sintiendo los colores, sus sentimientos y sus conexiones. Fue cuando mis padres junto a dos tíos míos decidieron irse un domingo a la mañana a un bosque llamado la grabulosa que se encuentra en la comarca de Osona, me uní a ellos para conectar con el camino el elemento tierra, cuando uno de mis tíos le pillé abrazando a un árbol que él a su lado parecía una hormiga.

Me picó la curiosidad y le pregunté “¿por qué los abrazas?” y él me dijo “Así es como se comunican”. Y sin querer preguntarle más, caminé hacia el próximo árbol que tenía a tres metros, dejé a un lado un bolso que me había llevado para mis cosas, y lo abracé. La sorpresa me la llevé yo, cuando también planché una de mis orejas en el centro del árbol, la hormiguita escuchando al gran sabio, cuando el corazón empezó a latir con fuerza, no le presté mucha atención, solo cerré los ojos y susurré “perdón, no quería estar tan distante”, fue entonces cuando escuché como una especie de señora cantando muy bajo, abrí los ojos y empecé a mirar si había alguien cerca, pero no había nadie. De fondo podía escuchar el clic de la cámara, cuando papá me había pillado de esa forma, volví a cerrar los ojos y escuché esa voz femenina “te amamos, hormiguita”.

Me impactó tanto que tuve miedo, enseguida me separé y no volví a conectar más con ningún árbol, y así lo respeté durante los siguientes años. Aunque seguí caminando por el campo, contándoles a los árboles mis historias, que de algún modo, sentía que me escuchaban y que querían saber más, pero respetaban la decisión de no acercarme para conectar con ellos. Hasta que la vida me envió a alguien importante, el placer de poder reencontrarme con uno de mis hermanos de otra vida, que curiosamente vivía cerca. Y él dijo “si tanto deseas que te escuchen, debes aprender a escuchar también”, tenía razón, el reino vegetal seguramente que se alegraban de que podían contar conmigo, pero al negarme a conectar con ellos, pero ellos si que tenían que escucharme, me sentí muy mal durante varios días incluso semanas, ¡qué egoísta llegaba a ser!

De todos modos, no me sentí con ganas de volverlo a hacer, hasta el 3 de octubre del 2017 y más que un deseo fue una necesidad. Porque trasdós semanas y tres días duro trabajo a nivel de 3D entre España y Cataluña, dónde la guardia de la orden de San Miguel y muchos Seres de Luz de 5D que se ofrecieron como voluntarios, estuvimos a punto de evitar una gran hecatombe. Fueron dos semanas descansando muy poquito y trabajando muchas más horas de las permitidas, evitando que gente de poder tuviera la idea de ir más allá con una votación de derechos fundamentales del reino humano, por los cuales, los últimos tres días fueron del tirón, de Sol a Sol y lo más duro el día 1 de Octubre, nunca me había tenido que atrincherar en los diferentes colegios electorales para evitar que la policía nacional y la guardia civil matasen sin piedad a golpes a los civiles, por el simple hecho de votar nuestros derechos.

Evitamos las matanzas conformándonos amargamente con 893 heridos, por los cuales 2 personas perdieron uno de sus ojos, otros algunos miembros debido a las pistolas de pelotas que en Cataluña están prohibidas. Allí yo no iba con ninguno de los bandos, pero me mantuve firme junto a la guardia, mí unidad trabajamos con todos los mecanismos para evitar lo que fuese, en el campo neutral. Entre mossos de escuadra, policías locales, bomberos… del lado defendiendo las urnas, mientras que del otro lado, policías nacionales, guardia civiles que habían estado encerrado por dos semanas en un crucero en Tarragona para incitarles al odio aún más, con sus cachiporras preparadas para matarlos si era necesario. Y nosotros, en medio de todo eso, hablando y calmando a los violentos (de cualquier lado) para evitar tal masacre. En varias ocasiones tuvimos que defendernos, bloqueando golpes, arrancando las cachiporras de sus manos, entre otras cosas…


Aquel 3 de Octubre fuimos convocados todos los de Cataluña a una manifestación en cada ciudad grande de cada comarca, una manifestación de piedad y consciencia, dónde no se dijo ni se gritó nada, todos en silencio, con las manos arriba, saludando como los sordos, y de fondo una coral cantando la canción más triste que jamás había oído. La gente lloraba a moco tendido, igual como si hubiesen ido a un funeral de alguien importante, Cataluña había sido gravemente herida por su hermana España. La gran mayoría que podía ver a mi alrededor de más de millones y millones de personas convocadas a esa manifestación en las plazas de la ciudad, pude ver como la mayoría estaban heridos, los más leves ya tenían el alta pero fueron a la manifestación. Ese momento, se me cortó el alma porque todos estábamos sufriendo el mismo dolor. Total, la policía no pudo derrocar nada, Cataluña supo resistir, pero ¿a qué precio? Ni el de muertes ni heridos me quedé bien.

Al regresar a Manlleu, me fui directamente a dar una vuelta, el día se estaba acabando, el sol ya se había escondido y cuando vi el primer árbol que se me cruzó por delante en el paseo del Ter, ni me lo pensé, lo abracé y me quedé allí llorando durante un buen rato. Noté cómo los árboles desde sus ramas me observaban con pena, también lloraban aunque intentaban consolarme, noté como algo me tocaba la espalda, curiosamente se cayó una hoja que aún estaba verde en la espalda y empezaron a caer hojas verdes, dejando así las marrones en sus ramas, cómo si dijeran “estamos de luto, juntos”. Esas hojas cayendo, era la representación de la alegría siendo corrompidas por la violencia, porque cuando están secas, se caen por su propio peso, pero cuando están verdes, significa que están vivas y coleando.

Entonces, empecé a caminar hasta dónde los árboles querían que fuese, al Embarcador, mientras que caminaba, las hojas verdes caían con fuerza, cada árbol entendía qué estaba sucediendo y se arrancaban literalmente algunas de sus hojas, como si fueran sus lágrimas. Una vez llegué al Embarcador, un remolino de aire envió a un montón de hojas verdes al aire, dónde en forma de espiral empezaron a elevarse hasta desaparecer en medio del agua, dónde el aire dejó de tener fuerza y las hojas se las llevó el flujo del río. A pesar de su significado, era un espectáculo ver cómo me intentaban ayudar sin tener que pronunciar ninguna palabra. En el momento en que vi como las hojas desaparecían en el horizonte del río, interiormente me sentía mucho mejor, dónde poco a poco la neutralidad regresaba a mí corazón. Alcé la vista y observé a esos grandes sabios que llamamos árboles, y con la mano en el corazón les dije “gracias” les di un beso al aire, y me regresé a casa.

Desde entonces que conecto con ellos siempre que lo siento en el corazón, y durante estos tres años, he conocido a dos árboles muy especiales uno se llama Raiku que está custodiado por una hada, y otro árbol que se llama Arabella o Arela, custodiada por el guardián de las almas, ya que se encuentra en la zona del cementerio.

Recomendación: Babies – Serie documental (Netflix).

HR.

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sábado, mayo 23, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 30


-          Dary, necesito ayuda. Creo que me he roto el tobillo.- le dije susurrándole para que la familia no escuchara nada.

-          Ahora en el auto, llamo a un Maestro y vemos qué hacemos, tú apóyate en mí tanto como necesites. El auto está lejos. – dijo sinceramente Uriel.

Se me había olvidado que el auto lo habían aparcado en lo alto de unas escalinatas más empinadas de lo que recordaba, aunque hacía 24h que había pasado por allí y no me parecía tanto, pero claro, no estaba con un tobillo roto. Con la ayuda de Uriel en todo momento, subimos escalón por escalón haciendo intentar ver que en realidad no pasaba nada, aunque cada vez que ponía el pie en el suelo, veía las estrellas, les daba un abrazo y un beso y regresaba a la Tierra. Ese dolor, formaba parte de la experiencia que había decidido pasar, hacer ver que no ocurría nada, era la forma de decirles a mi familia lo fuerte que soy que me rompí un tobillo pero aún y así, no me quejo e intento seguir como si nada. ¿Cuántos serían capaces de hacerlo? 

Esto es algo que me sucede siempre que me rompo o me lastimo algo, el dolor es parte del proceso, por eso por mucho que grites no pasará hasta que aceptes que es parte del trabajo que estás aprendiendo, tampoco es que hayas hecho algo malo, solo que tenías que ver que de esa forma, hay más puntos de vista que debes fijarte para la próxima vez. 

-          Me asombra que no grites ni digas nada de momento a la familia, mi amor ¿por qué? – me preguntó Uriel cuando ya llegábamos al auto.

-          Recordé cómo eran las cosas en el frente, cuando era guardiana de luz en una guerra de hace mucho tiempo, allí me lastimé mucho, y aun así, tenía que seguir luchando para el bien de lo que fuese que estuviese defendiendo, hasta el fin de mis días, Dary. Así que lo de hacer escándalos no es lo mío…- le dije y ambos nos pusimos a reír.

-          Si, recuerdo que me dijiste que habías estado en una guerra muy importante, mucho antes de que nos volviésemos a encontrar. Pero no pensé que serías tan valiente incluso en estas circunstancias. Efectivamente, eres toda una guardiana. – contestó Uriel con una sonrisa de agradecimiento.

Uriel me ayudó a sentarme en el asiento de atrás derecho del auto, que iba lleno. Mari conducía, mi mamá iba de copiloto, en el medio estaba Juanito y al otro lado Jordi. Uriel disminuyó tanto su tamaño que pudo sentarse detrás del asiento del copiloto entre mis piernas, manteniendo así un poco en alto el tobillo, encima de una de sus manos, mientras que con la otra me agarraba la mano. El viaje de vuelta al piso, fue bajo el ritmo de uno de los temas del verano mix del radio casette del auto.


Al llegar al piso, los primos fueron los primeros en ducharse, luego fue la tita Mari y luego mamá me invitó a ducharnos juntas. Mientras esperaba mi turno, Uriel agarró sus anillos que los tenía dentro de su maleta de viaje, en teoría él también había venido a “desconectar” pero debido a la situación, tuvo que ponerse los anillos en los dedos y pedir ayuda. Me senté en el sofá, mientras que él se sentó junto a mí, estuve todo el tiempo observando cómo Uriel tocaba botones holográficos de la pantalla e intentaba hablar con un Maestro, para que nos indicara qué debíamos hacer. 

Le costó mucho porque no eran horas de conectar y sabían que estábamos de vacaciones, así que al final uno de los Maestros por el cual no supe el nombre en ese momento (ahora lo recuerdo como Hilaríon), se apareció en la pantalla holográfica para pasarnos consulta.

-          Gracias por atendernos, Maestro Hilaríon. Verás, hemos tenido un pequeño accidente en la playa…- Uriel le contó lo ocurrido, mientras que Hilarión ponía cara de interesante. - ¿qué debemos hacer? – terminó Uriel.

-          ¡Déjame verlo, por favor! – dijo Hilarión.

Uriel puso la pantalla holográfica cerca del tobillo y cuando vio que estaba aún más hinchado, su sorpresa me alertó de que era grave. 

-          ¡Deben ir a un hospital se ha roto el tobillo y habrá que intervenir!- dijo Hilarión su sorpresa era como si fuese demasiado urgente.

-          Pero no puedo decirlo en casa… quizás no nos manden a dónde quieren ustedes…- le dije.

-          No te preocupes, iremos nosotros dónde te manden. Díselo. Y nosotros te atendremos en el hospital. Uriel, en cuanto salgan, mándame un mensaje y enviaré a mis compañeros a socorrerla de inmediato. – dijo Hilarión.

-          De acuerdo. – contestó Uriel, cerró la pantalla holográfica.

-          Se lo voy a decir, en cuanto nos toque ducharnos.- le dije a Uriel.

Después de la ducha, mamá se empeñó en ayudarme a secarme con la toalla los pies, en cuanto vio el tobillo se quedó blanca.

-          ¿Qué te ha pasado?- dijo algo alterada.

-          Me tropecé y creo que me lo he roto, me llevas al hospital, ¿por favor?- le dije.

Me vestí, mamá también, antes avisó a toda la gente del piso, algo alterada, mi mamá es así, le cuesta mantener la calma en estos casos. La tita Mari se ofreció a llevarnos al Hospital San Juan de Dios. 

Al llegar al hospital, entramos por la parte de urgencias tal y como debía ser, mi mamá se fue a la centralita dónde le entregó la tarjeta sanitaria con mis datos y nada más ver mi nombre la chica que atendía llamó por teléfono.

-          ¡Ya llegó, parece grave!- dijo la chica.

Mamá no escuchó nada, porque se puso a hablar con Juanito que quiso acompañarnos, aunque no sabía qué sucedía (porque él nació con un pequeño retraso a nivel intelectual y estas cosas le costaban más de entender). No pasó mucho tiempo, cuando un celador, vino con una silla de ruedas para que pudiera sentarme y trasladarme por el lugar más fácil. 

De la puerta de entrada para los pacientes, salió un chico de apariencia de 30 años, muy alto y ancho de espaldas, con cabellos dorados hasta las orejas y perilla también dorada, unos ojos verdes muy brillantes. Vestía el uniforme de médico jefe de sala de trauma (de fracturas de huesos y articulaciones del cuerpo)

-          Señora Garcia, ¿es usted la madre de Laia, cierto? – dijo el médico, no miró la carpeta que tenía en su mano para saber mi nombre, cuando le miré él me miró y me guiñó un ojo, entonces comprendí que ese médico era Hilaríon.

-          Si, soy yo y ella es Laia, mi hija.- estaba preocupada.

-          Bien. Cuénteme, ¿qué ha sucedido? – le preguntó a mamá.

-          Mejor te lo cuento yo.- les interrumpí.

-          Claro. – dijo Hilaríon se agachó mientras le contaba lo sucedido, inspeccionó un poco el tobillo.- Vamos a mi consulta, para hacerle unas pruebas – dijo, se puso de pie y empezó a empujar la silla, mamá y Juanito vinieron conmigo, Uriel me agarraba la mano.

Desde que Hilaríon había dicho que teníamos que ir al Hospital en la pantalla holográfica, le dijera a mamá lo sucedido y Uriel informase de que íbamos a ese hospital, desde que salimos del piso para el hospital, pasaron solo 20 minutos, el tiempo suficiente como para que Hilaríon y su “equipo de seres de luz” se apareciesen en el hospital y nos estuviesen esperando, tanto la secretaria de la centralita, como el celador, él mismo y otro compañero que colaboró, todos ellos, eran Seres de Luz que habían bajado a 3D para acudir en mi ayuda. ¡Wow!





No era la primera vez que visitaba ese hospital, pero si que era la primera vez que entraba por urgencias. Si lo recuerdan bien, ese fue el lugar dónde me operaron en la boca cuando tenía 15 meses de vida, y allí pasaba consulta con Cati una vez por semana durante un tiempo, desde entonces que no había vuelto. El pasillo estaba abarrotado de gente por todas partes, entre pacientes y médicos o ayudantes de médicos, casi no se podía pasar, antes de llegar a su consulta número 23, me dejó delante del ventanal con vistas a las casas que había al otro lado del hospital, edificios de Barcelona. Varios minutos después, Hilaríon nos permitió entrar, él mismo me trajo hasta allí y un compañero que estaba dentro de la consulta y que resultaba ser un ayudante (también discípulo de él) cerró la puerta tras nuestra entrada.


-          Por favor, siéntate aquí- dijo Hilaríon señalando la camilla en medio de la consulta.

Uriel me ayudó, por el otro lado el compañero también me ayudó, mamá no le permitieron tocarme, no querían complicar más las cosas, así que les ofreció asiento en dos sillas que había a un rincón de la camilla.

-          Soy el doctor Hilaríon y este es mí ayudante, con su permiso vamos a proceder a hacerle una revisión para averiguar qué se ha dañado realmente y cuál será la cura más adecuada para ella. Así que les pido que se queden allí y no hablen, en este caso, solo podemos hablar con ella, ¿de acuerdo? – informó muy amablemente Hilaríon.

-          Ok.- dijo pero su cara era de preocupación y algo extraña pero no quiso indagar, solo quería que yo estuviese bien.

-          No te preocupes, no creo que vaya a hacer nada, Hilaríon.- le dije.

-          Solo sigo el protocolo, querida. – dijo mientras se dirigía hacia a mi, se sentaba en un taburete que era demasiado pequeño para su altura gigante.- vamos a ver, voy a tocarte para ver qué te duele y averiguar cuanto está roto… ¿preparada? – alzó las cejas en señal de advertencia.

-          Si.- me aferré a la mano de Uriel con fuerza.

Hilaríon empezó a inspeccionar, me dolía bastante incluso sin poder controlarlo grité varias veces cuando, intentó poco a poco mover el tobillo, pero como vio que podía moverlo con dificultad, su cara de preocupación masiva que tenía empezó a disiparse.

-          Bien, por lo menos es una buena noticia, no está roto, solo parece un esguince. De todas formas, haremos placas para averiguar que el hueso este bien, y seguramente te vamos a poner una escayola. – dijo Hilaríon. 

La verdad es que podría haber sido peor, a tan nivel que quizás hubiese tenido que operarme, pero curiosamente solo era un esguince, las placas (rayos X) determinaron que era un esguince no muy grave, pero que me tenía que olvidar de tener un verano de piscina y playa, porque lo más probable es que me pasaría todo el verano con la escayola en la pierna. ¡A tomar por saco mí verano!

Recomendación: Vem Me Satisfazer - MC Ingrid.

HR.

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