jueves, diciembre 31, 2020

Los Primeros 6 Meses del 2021...

 Hoy tenemos un mensaje de la Hermandad Blanca...

La nueva era, el nuevo camino, la nueva humanidad… años y años esperando el momento de iniciar y aquí estamos, una semana después a mí me ha pasado varias cosas… la primera y la más impactante para mi es que me estoy rencontrando con los compañeros que normalmente nos reunimos en 5D y ahora están en 3D. Lo más impresionante es que ya llevan desde los años 80 por aquí, así que realmente no están viniendo por dónde pensábamos que lo harían. No hay que mirar el cielo y esperar a ver si ves una nave o cualquier cosa, sino que hay que mirar por la calle y esperar a verlos, tocando tierra con sus piernas, vestidos como nosotros y como si nada te observan con una sonrisa franca y sabes que son ellos. No lo dudas en ningún momento, son ellos y aquí están.


La llegada está sucediendo y será así durante los próximos seis meses.
Agárrense que lo que viene es el gran cambio que tanto miedo tienen y saben que es inevitable, lo sucedido en el 2020 no es nada comparado con lo que se viene en 2021, y acuérdense que hace un año les decía que el YOSOY iba a poner a la gente en firme para que empezarán a rectificar sus formas de vivir la vida. No tengan miedo, solo es evolución.

En los primeros seis meses, presentaremos una fuerte oleada del rayo Azul llamado el de la valentía. Debemos ser valientes, puesto que Saturno nos pondrá en juicio con nosotros mismos para saber y cuestionarnos si lo que hacemos en nuestro día, esta vez sobre la forma de comportarnos cada día con nosotros mismos, es la que realmente uno resuena en el interior o es por acomodación social. En la era de acuario nadie sigue a nadie y todos tenemos nuestro propio mundo que lo modificamos a nuestra forma y como se nos antoje hacerlo.

Mientras que Júpiter nos estará vigilando a ver si cumplimos con las leyes universales, que a nivel básico son las que nos rigen en un entorno biológico, emocional y espiritual.

Estos dos planetas serán nuestros vigilantes estelares que estarán constantemente en guardia durante esta nueva era. Así que no les subestimen, puesto que en tan solo una vibración cambie, sus vidas cambiaran completamente y para siempre. En el 2020 solo era una preparación para lo que se viene, tengan fe y confíen en sí mismos. El universo les sostiene en todo momento pero es hora de ser grandes y aceptar quién uno es. Sé valiente.

 

Atentamente,

La Hermandad Blanca (HB) y la Hermandad de la Rencarnación (HR).

¡Feliz 2021!

Recomendación: Los ángeles visten de Blanco – Jarabe de Palo.

 

HR.

 HERO&Corporation.

domingo, diciembre 27, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 63

 

El emisario salió al pasillo con nosotros bastante alterado.

-        ¡Han avisado que sus naves han dado media vuelta antes de que entrasen a la atmosfera de Mintaka! ¿Qué ha pasado? – preguntó intentando comprenderlo.

-        Pues que… acaba de sentenciar la muerte de Haia…- dijo el Titi con los ojos más sorprendidos que jamás pude verle.

-        ¿Te ha amenazado? – preguntó el Emisario.

-        No, no ha sido así. Ella le ha amenazado a él. – aclaró el Titi.

-        ¡Insensata, te va a matar! – gritó el emisario.

Entonces miré al Emisario a los ojos, me sentía demasiado mayor pero era el cargo de la responsabilidad que era grabe, la muerte me estaba acechando.

-        Mejor que lo intente conmigo, que a un planeta indefenso.- le dije.


Me tomé la tarta en la mesa dónde estaba mi abuela, quise cambiar un poco e irme con los primos, la Ana María, Jordi, Juanito y la Laura comía la tarta hablando de sus cositas, me uní a la conversación intentando no sentirme tan mayor como me sentía últimamente. La abuela no podía tomar mucho dulce, pero el tito Alfonsito no puso ninguna pega, aunque ese día parecía que también se le había cortado el hambre a la abuela. Me puse a su lado, le agarré del brazo, para que volviera de uno de sus recuerdos, le sonreí y ella me reconoció y me sonrió colocando su mano en la mejilla de mi cara.

-        Abuela, ¿tienes hambre?- le dije.

-        Si.- contestó.

-        Mira lo que hay, te va a gustar mucho… ¡tarta de chocolate con nata y limón!- le dije con alegría.

Ella miró mi plato y solo abrió la boca, quería que le diese, así que puse el plato en la mesa y agarré el suyo y se lo di con mucho gusto. Antes de que ella terminase la tarta, Noel agarró el micrófono para hacer el tradicional acto de prenda de los novios, que consiste en que los novios tienen que entregar algo importante del vestido al padrino. Así que el primo José entregó su corbata plateada, que el padrino con unas tijeras la cortó antes del nudo, y la prima Heidi entregó su liguero blanco igual que el vestido, que el padrino lo cortó.

Encima de una bandeja el padrino fue cortando las dos prendas en trozos pequeños y las fueron repartiendo por núcleos familiares para que guardasen un trozo de esa unión. Entonces, empezó la parte más divertida, el baile, los novios se fueron a la pista e inauguraron la pista con un waltz que lentamente fueron uniéndose los demás. Durante el baile me dejé llevar de tanta presión que sentía dentro, y empecé a disfrutar, bailé con todos mis tíos y primos como si el mundo se hubiese quedado en pausa y solo la música tenía el control de la vida en ese preciso instante feliz.

Miré a lo lejos como el Titi discutía con el padre de Aros, automáticamente me fui de la pista hacia él, tenía que volver a la mesa esquivando a la gente que me agarraba para bailar. Algo me decía a mí que no andaba bien y tenía que ir a ayudar a mi tío. Me puse en medio y por primera vez en toda mi vida, no tuve miedo en mirarle a la cara, pero el corazón se encogió muy rápidamente.

-        ¡Basta!- le dije.- ¡Si tienes algo que decir, tendrás que decírmelo a mí, a la cara!- le grité defendiendo al Titi que me agarró de los hombros.

-        Ya es demasiado tarde…- susurró el padre de Aros antes de irse definitivamente de la boda, buscó a la tita Julia y a su hija mayor y dejaron la boda sin despedirse de nadie.

No entendí sus palabras, así que comprobamos que Orión estuviese bien, sin ninguna novedad que declarar. Me preocuparon bastante sus palabras cuando vi al Titi que lloraba medio escondido.

-        ¿Qué pasa?- le dije preocupada.

-        Nada, nada…- se excusó secándose las lágrimas.

-        Titi, puedes confiar en mí, ¿qué te ha dicho?- le dije.

-        Nada, querida. Volvamos a la fiesta.- dijo.

A las 8pm el local tenían que recoger así que nos echaron de allí, los novios nos invitaron a los miembros más cercanos al pisito nuevo que se habían comprado para su enlace y su nueva vida como marido y mujer que querían aprovechar para mostrárnoslo. Así que agarramos el auto y nos volvimos para El Prat de Llobregat.

El pisito era pequeño, no me acostumbraba al hecho de que en las ciudades grandes la gente deja de vivir en casas para vivir en pisitos, de menos de 95m2. El recibidor era muy pequeño, entrabas directamente al pequeño salón y comedor, tenían un acuario con peces, porque a mi primo José siempre le gustaron los peces, luego la puerta de la cocina en forma de arco, con un espacio en medio de la pared para que se comunicase con el comedor. Al lado del sofá una pequeña terraza, y al lado de la cocina, un pasillo, dónde a la derecha la primera puerta había una habitación, en ese momento estaba vacía, según mis primos esa sería la habitación de sus futuros hijos, la puerta del fondo era la habitación de matrimonio, y luego la única puerta a la izquierda era el baño.

Pequeño pero acogedor, pensé que quizás hasta que no hubiesen hijos, permanecerían allí, pero todo apuntaba a que habían comprado el piso, por lo tanto se quedarían por mucho tiempo, puesto que los adultos pagaban rentas de la casa, por lo tanto tenían que quedarse por narices.


Me senté en el sofá, mientras me tomaba un vasito de agua junto a un trozo de coca (en España es un postre muy famoso, de chocolate y azúcar). No me di cuenta de que había una señora mayor sentada en la parte de la cheslón, me estaba mirando con una sonrisa, no la había visto jamás, se me acercó para hablarme.

-        Hola, ¿tú debes ser Laia, me equivoco?- dijo la señora mayor, aparentaba tener más de 70 años.

-        Si, soy yo.- le contesté, por educación, esperando saber quién era.

-        Me llamo Josefa, soy una de las hermanas que aún quedan vivas de tu abuelo Hilario.- informó.

¡Anda, una tía segunda! Pensé sorprendida, pensaba que no conocería a nadie en la familia Garcia, por eso me sorprendió, de parte de Galí conocía al Tiet Josep i la Tieta Cristina, pero de parte de mi madre, no lo sabía, me refiero de parte de mí abuelo, de mi abuela ya les mostré, aunque ya ni me acordaba de los nombres de los doce hermanos.

-        Soy de las mayores, ¿te han hablado de mí?- preguntó.

-        Lo siento, pero no.- le sonreí como intento de disculpa.

-        Tú abuelo era el segundo hermano, yo soy la tercera y la tita Teresa es la cuarta y última. Tuvimos un hermano mayor.- no me dijo el nombre del último hermano. – Solo estamos vivas las hermanas, la Teresa vive en tu ciudad ¿sabías?- informó.

-        ¿En Manlleu? ¡No lo sabía!- dije sorprendida.

-        Sí, vive dónde… tu abuela Victoria, en el piso de abajo.- informó me dejó muy sorprendida.

Era raro que no conociese a la Tita Teresa viviendo tan cerca de casa mi abuela Victoria, ¿por qué me enteré por otros de todo eso y de la existencia de ella, la tita Josefa? Aunque era una niña, sabía quiénes eran mis familiares, no me pareció algo bueno que me lo escondiesen.

De repente y sin explicación ninguna, apareció mi madre, se sentó en medio de nosotros y le miró muy mal a la Tita Josefa, ella se calló la boca como asustada o como si quisiera ser educada.

-        Laia, vamos a la terraza, que no la has visto.- me dijo mi madre agarrándome de la mano.

-        Ahora voy mamá, estoy hablando con la tita Josefa.- le dije, la mirada de peligro se le había puesto en la cara, no lo entendí.- ve ahora voy, quiero seguir hablando con ella.- le dije y se tuvo que ir, arrugando la cara de malas formas.

¿Qué le estaba pasando ahora a mi madre? Aunque comprendí que después de todo lo sucedido con el abuelo, ella tuviese miedo de sus hermanos, que al fin y al cabo son sus tías y a la familia a pesar de todos los errores que se hagan, hay que aceptarla y quererla tal y como es, porque son tu tribu, estés de acuerdo o no, lo son, llevas el apellido por algo más que rellenar unos documentos.

-        ¿Te puedo hacer una pregunta?- dijo Josefa.

-        Si.- contesté amablemente.

-        Creo que tú madre no te quiere…- comentó, arrugué la frente no por mi madre sino por la tita Josefa, ¿qué era ese comentario? No me gustó nada.- tu madre no te quiere… yo sí que te quiero… conmigo serías feliz… aquí en el Prat…- comentaba.

Noté a Uriel sentado a mi derecha que me puso la mano en el hombro, no lo veía en ese momento, pero sabía que eso era una señal. ¿Qué estaba tramando la tita Josefa?

-        Mi amor, esto lo hace con todas las niñas y niños de la familia. Quiere que te vayas a vivir con ella y que ella sea tu mamá. – me susurró al oído Uriel.

-        ¿Qué hago?- le contesté susurrando.

-        Sé tú misma, mi amor. Lo harás bien. Confío en ti. – contestó Uriel.

Uriel tenía razón, no me había gustado ese comentario, ¿quién era ella para decir que yo no era feliz con mi mamá? A pesar de los problemas ocasionados, no tenía paciencia para eso, así que no tuve otra que decirle la verdad.

-        Josefa, te acabo de conocer justo hace cinco minutos, recuerda esto, no eres nadie para decirle a nadie si es feliz o no con su vida. Ni mucho menos, intentes comerme la cabeza y acabes saliendote con la tuya de malas formas, como ya sé que hiciste en otras ocasiones. – me quedé mirándola con ojos de preocupación por ella, sabía que estaba sufriendo y no lo había estado haciendo toda su vida, sentía su sufrimiento, lo sentía sin tener que tocarla.- además, tenías que haberle hecho más caso a tu madre, cuando te decía que no le hicieras caso a Hilario, viviste con miedo a su lado, pero también tenías miedo de tú propio padre, vivir complaciéndolo haciendo actos malos, te hacía sentir respetada, ¿verdad?- le dije, se quedó inmóvil con los ojos vidriosos.- ese tiempo terminó con la muerte de mi abuelo, los tiempos oscuros para ti terminaron, ¿por qué no abrazas la luz y permites que la familia deje de temerte y seas bienvenida en ella?- le dije, me levanté del sofá y antes de irme le dije – mis manos y mis brazos, te recibirán siempre con amor, yo te perdono todo lo que hiciste en el pasado a esta familia y tú vida.- le sonreí y le mandé un beso en el aire.

La tita Josefa se quedó mirándome en silencio, siguiéndome con la mirada hasta que desaparecí por la puerta de la terraza. Mientras le decía todo eso, recibí imágenes de sus actos, eran horribles, y descubrí el secreto de su supuesta hija.

¡Feliz Navidad!

Recomendación: David Bisbal - Corazón Latino.

HR.

HERO&Corporation.

domingo, diciembre 20, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 61 y 62

 Capítulo 61

Papá aparcó el auto en el parquing que el mismo restaurante había habilitado si éramos familiares de los novios, aun me encontraba algo mal, durante los veinte minutos que había durado el tiempo entre tirarles el arroz a los novios delante de la iglesia, agarrar el auto y llegar al restaurante, no había dejado en ningún momento la mano del Titi, le pedí que viniera con nosotros, así que mamá se fue en el otro auto. Necesitaba estar al lado de él, me sentía insegura, realmente el Creador me había pedido eso… tenía muchas dudas de si había sido real o un simple sueño.


No quería caminar así que el Titi se ofreció llevarme en brazos, algo que mi padre no le gustó y decía “ya eres grande para ir así, Laia” pero lo ignoré recostando la cabeza en el hombro del Titi, mientras que él se excusaba con un “no me importa”. Nos quedamos atrás expresamente, antes de entrar le susurré al oído “¿podemos hablar por favor?” el Titi aceptó y nos fuimos en un rincón bajo los árboles. Me dejó en el suelo, le agarré de las manos y nos sentamos en un banco de piedra muy bonito, parecía romano antiguo.

-        Necesito contarte algo importante que ha pasado antes en la iglesia, pero debes prometerme que no se lo contarás a nadie, ¿ok?- le dije mi cara triste y preocupada le fue suficiente para que entendiera la gravedad, así que le conté.

El Titi se quedó totalmente sorprendido cuando terminé de explicarle, su carita me preocupó aún más, ¡ojalá hubiese sido un sueño! Pero parecía ser que era cierto.

-        ¿Quién es el Creador?- le pregunté.

-        Tiene muchos nombres, pero uno que tú lo conoces muy bien porque muchos lo nombran así es Dios.- contestó.

-        ¿Cómo Dios? ¿En serio?- dije, no podía ser…

-        Así es, querida. Dios te ha mandado un trabajito, que debes cumplir.- dijo el Titi, estaba más ilusionado que yo misma, porque yo sentía miedo.

Soy muy joven para empezar a trabajar, pero eso parecía no importarles a los Seres de Luz.

-        Dios manda a los mejores para que le ayuden, siéntate reconfortada, querida. – me animó el Titi.

-        ¿Alegre? Pues tengo miedo…- comenté.

-        Es normal, el primer trabajo siempre da respeto.- dijo.

-        ¿A ti también se te apareció cuando trabajaste por primera vez?- le pregunté.

-        No, lo mío fue distinto. Yo fui a su casa, porque quería verme y me ofreció trabajar aquí y acepté.- informó.

-        Espera… ¿Has estado en su casa? ¿En… el universo?- le pregunté.

-        Si, en un planeta a 120 años luz de aquí. ¡Es una belleza su casa!- decía con cierta admiración.

-        ¿Cuándo fue eso?- le pregunté.

-        Hace unos… 110 años aproximadamente.- dijo mientras cerraba un poco los ojos mirando el cielo como si así fuese a recordarlo mejor.

Me explicó que Dios le había mandado a cuidar de esta familia hacía cinco generaciones atrás, pero no fue hasta que llegaba mi madre, unos años antes que él pidió permiso para reencarnar y cuidarnos mejor, bueno eso ya les había compartido en otros capítulos. Pero desconocía que fuese durante tanto tiempo, pensaba que solo había estado en esta y quizás en mi generación, pero ya me di cuenta de que no.

-        ¿Por qué esta familia? ¡No lo entiendo!- le dije.

-        Su plan es algo maravilloso, porque sigue siendo un secreto.- dijo por no dejarme con la palabra en la boca.

-        ¡Hilario, ven!- gritaba Rafalé a lo lejos.

Nos quedamos mirándolo con cara de no entender nada de lo que estaba pasando a nuestro alrededor más allá de nuestra conversación, hasta que volvimos a recordar que nos encontrábamos de fiesta y que no debíamos hablar de trabajo.

Rafalé se acercó a nosotros con un cigarro en la boca.

-        Dime.- dijo el Titi.

-        Los novios quieren hacerse una foto con todos los hermanos juntos y con mamá. ¡Vamos!- dijo Rafalé.

-        Si, ya vamos. Solo necesitamos unos minutos.- contestó el Titi.

Rafalé regresó con los demás, mientras seguimos hablando.

-        Lo único que sé que parece que está planeando Dios con esta familia, es que la está preparando para algo mucho más grande que vendrá, después de ti, querida. A mí me dijeron que tenía que cuidar de tú madre y de ti un tiempo, en cuanto me vaya, sabré más cosas y te las vendré a decir a pesar de que los demás no me puedan ver y tú en cambio sí podrás.- informó el Titi.

Algo más grande después de mí, me dejó la mente inquieta sea lo que sea, cada vez envían más Seres de luz a reencarnar en esta familia, algo me decía que el trabajo que había aceptado hacer con Dios, tendría mucho que ver con el propósito y misión que había decidido venir a realizar en el futuro.

Los siete tíos se tomaron la foto junto a los novios, el Titi agarró del brazo al primo José y la abuela Victoria le agarró del otro brazo. ¡Qué bonitos estaban todos! Al terminar me tocó a mi junto a mis padres con los novios, luego subí las escaleras blancas y arriba nos esperaba grandes mesas rectangulares con comida de todo tipo, había llegado la hora del pica-pica antes del catering. Empecé a comer de pie, mientras veía a toda la familia charlar, era la única prima pequeña que estaba, aunque conocí a los primos pequeños de parte de la novia, pero no me relacioné porque me costaba bastante relacionarme con gente cercana a mi edad. Solo me puse a comer y estar al lado de Juanito, vi al primo Noel siendo el padrino de boda, una responsabilidad importante que lo hacía con mucho humor.


Me senté un momento para comer un pequeño platito que me agarré que estaba buenísimo, cuando se me sentó alguien a mi lado que no conocía, al parecer venía de parte de la novia, era un chico bastante guapo de vente años, con el pelo largo hasta los hombros de color castaño oscuro, unos ojos verdes hermosos y llevaba perilla y los contornos de la mandíbula recortados por la barba. Me sentí algo incómoda, porque se me quedaba mirando como si disfrutase de la experiencia, le miré un segundo pero giré enseguida cuando me di cuenta de que me miraba, buscaba a Uriel pero no lo encontré a mi lado.

-        ¿Dónde se ha metido este ahora…?- susurré.

Seguí comiendo intentando no decir nada.

-        El padre de Aros, está invitado a la boda.- dijo ese chico.- pero Aros no le han dejado venir.- concluyó.

Me quedé mirándolo intentando recordar si formaba parte de la familia, sabía perfectamente que no. ¿Quién era él?

-        ¿Perdón?- susurré.

-        Tienes la oportunidad perfecta para decirle lo que sientes a su padre, solo así, quizás reconsidere la opción de liberar a su hijo de aquellas jaulas psicológicas por el cual está perdiendo el juicio.- dijo ese chico.

-        ¡No voy a hacer nada, ese hombre me da miedo!- le dije, quería evitar hablar con él, no parecía de fiar.

-        Así que… de esta forma es como piensas salvar al mundo, ¿no? ¡Dejando que el miedo te venza!- dijo ese chico, noté la ironía de sus palabras pero me lo tomé mal.

-        No estoy en condiciones para hablar de esto con extraños.- le dije.

-        ¿Extraño?- dijo molesto, del bolsillo sacó su identificación.- ¡mira quién soy!- me puso la tarjeta identificativa en las narices.

La tarjeta decía que era un emisario de luz de la constelación de Vega, bajo la tutela de Orión enviado directamente por el Consejo de Orión. Me quedé a cuadros, se suponía que era un día de fiesta y no hacía más que recibir visitantes de otras dimensiones que quizás no se dejaban ver en 3D. ¡Madre mía!

-        ¿Y ahora qué quiere el Consejo de Orión? ¡Estamos en una fiesta familiar! ¿no saben respetar las tradiciones humanas?- le dije en realidad ya quería terminar de trabajar y empezar a disfrutar de la celebración.

-        Me puedes llamar Emisario, mejor no digo mí nombre. Estoy aquí para que me ayudes, estoy para conseguir que Aros regrese a su casa y que le saquen de ese lugar horrible por los cuales se está volviendo demasiado violento, y si no lo consigo, el Consejo habrá perdido a uno de sus mejores emisarios.- informó.

-        ¿Te van a echar?- dije riéndome.

-        No, a mí no. Pero a Aros si.- contestó.

 

Capítulo 62

No era buena señal que el Consejo de Orión estuviera detrás del padre de Aros, no suelen comportarse así sino es una buena causa o una emergencia, al parecer el hecho de que estuviese encerrado en ese colegio / psiquiátrico había infringido más de la mitad de las normas del Consejo y Mintaka había pedido un permiso especial para regresar de vuelta a Aros a Orión y salvarle la vida, pues su vida ya no podía seguir en este planeta, ni mucho menos en la familia que él mismo había elegido trabajar.

La situación era grave, cuando le pedí al emisario la hoja de reclamación, hasta ese momento lo tomé como una broma universal, pero la orden no parecía en ningún momento falsa y la situación en verdad era grave. Mintaka tenía que conseguir el regreso de su emisario lo antes posible y si habían venido durante la boda era por algo, así que acepté ayudarle.

-        ¿Sabes dónde debe estar su padre ahora?- preguntó el emisario.

-        Está por aquí, pero me temo que lo tendremos que buscar.- le dije.

-        ¡Vamos, entonces!- dijo agarrándome de la mano y tirándome escaleras abajo.

-        ¡Espera, deja que venga Uriel con nosotros, es mi guardián, es importante nos ayudará!- le exigí.

El emisario aceptó, empecé a buscar entre las mesas a Uriel, había agarrado dos pinchos de gambas, lo agarré del brazo y me lo llevé rápido.

-        ¿Qué haces, amor?- preguntaba Uriel.

-        ¡Tenemos trabajo urgente que hacer! ¡Vamos, nos están esperando!- le dije arrastrándolo.

No lo entendió hasta que vio al emisario, se puso uno de los pinchos en la boca y el otro me lo ofreció a mí, lo acepté a pesar del trabajo, era la hora de almorzar y tenía hambre. El local también servía a seres dimensionales, así que tuvo bastante suerte Uriel porque pudo alimentarse sin ningún problema. El emisario le resumió el problema, le mostró la orden y nos fuimos escaleras abajo a buscar a nuestro objetivo.

-        Seguramente estará con la Tita Julia.- comenté.

Pero no la encontrábamos ni a ella ni a él. Hasta que vi al primo Noel que organizaba a la gente por grupos para hacerse las fotos con los novios.

-        ¿Sabes dónde está la tita Julia?- le pregunté.

-        Ya ha subido a picar algo.- dijo sin dejar de organizar.

Pregunté por el padre de Aros.

-        ¡No lo sé, no iba con ella!- contestó Noel.- debe haberse ido a fumarse un pitillo por allí…- comentó.


Nos fuimos hacia la zona del parquing con la esperanza de verlo, aunque fuese en la distancia, porque yo había decidido no acercarme a menos de cinco pasos de él, su olor a azufre me mareaba y además me lastimaba por dentro. Lo vimos detrás de uno de los autos, fumaba solo, nadie le acompañaba, tampoco había hecho buenas migas con la familia, pero de repente vimos que se giraba y hablaba con alguien, que yo no podía ver.

-        ¿Pueden ver con quién habla?- susurré curiosa.

-        No… ¿Saben si va más acompañado? – preguntó el emisario.

Sabíamos que su hija mayor estaba pero nadie más, además la Laura estaba con su madre picando algo. Así que estaba solo.

-        Espera… ¿los seres oscuros pueden comunicarse con seres más oscuros que no estén al alcance de nosotros?- pregunté susurrando.

-        Si, si que pueden. ¿Crees que…? – contestó Uriel, le dije que si con la cabeza.

Busqué en el saco de Uriel unas gotas para los ojos que en IÓN nos habían recetado si había algún caso difícil como este. Me puse una gota en la yema del dedo y me la pasé por el lagrimal, volví a repetir el proceso con el otro ojo, cerré tres veces los ojos y luego guardé las gotas en su saco. Miré al padre de Aros, que hablaba con un ser oscuro que no tenía rostro, era todo negro, no tenía ni ojos, boca, nariz… era realmente aterrador y por lo visto el padre de Aros hablaba como si fuese su amiguito del alma.

-        Sí, está hablando con un rostro negro.- susurré los demás no quisieron ponerse las gotas, así que les tuve que traducir la escena.

-        ¿Dicen algo? – preguntó el emisario.

Me dispuse a escuchar.

-        El plan es sencillo, lo reducimos y así Orión no nos toca más los cojones…- comentó el padre.

-        Prepararé las armas para el levantamiento, señor.- dijo el rostro.

-        Asegúrate de que ese planeta no quede nadie con vida que pueda contar nada, ¿de acuerdo?- le ordenó.

-        Por supuesto, mi señor.- contestó el rostro.

Se me pusieron los pelos del brazo de punta, me agarré a la mano con fuerza de Uriel.

-        ¡Tenemos problemas, quieren atacar Mintaka!- susurré aterrada.

-        ¿Cómo? – contestó el emisario.

Les conté lo que había pasado, enseguida el emisario con sus anillos llamó a su superior y le explicó lo ocurrido.

-        El ataque va a ser en pocas horas, reuniré a mis naves para que defiendan todo lo posible, pero prepárense, van a por el Consejo. – decía el emisario con el rostro totalmente serio.

-        Recibido.- escuché.

Un conflicto bélico universal estaba a punto de acontecer durante esa boda, mientras que nosotros celebrábamos con mucha alegría la unión, un planeta conocido de Orión se debatiría entre el apocalipsis o la Salvación.

Volvimos a dentro con los demás, porque no podíamos hablar en esas condiciones, la única forma de parar esto era hablando con él. No entendía el conflicto pero no era joda, iba todo en serio. De repente, se me cortó el hambre. En cuanto subimos de nuevo los escalones para ir a picar algo, Noel y Rafalé se acercaron a mi preocupado.

-        ¿Por qué  te has ido? ¡No debes irte del lado de tus padres o del Titi! Te puedes perder…- decía Rafalé echándome la bronca.

-        Perdón, buscaba el baño y a la tita Julia.- le dije.

Volvimos a dentro, y nos dieron permiso para entrar en el comedor y observar dónde nos tocaría sentarnos. Me quedé mirando la tarjetita con mi nombre, a mi derecha tenía a mi padre, y a mi izquierda al padre de Aros. ¡Hala, lo que faltaba!

-        ¿Alguien me cambia el sitio, por favor?- pregunté los de la mesa.

-        ¿Por qué?- preguntó papá.

-        Mira con quién me ha tocado y no quiero.- le mostré.

-        ¡Es solo una comida, Laia!- dijo papá inocente de todo lo que realmente significaba eso.

-        ¿Alguien me cambia el sitio por favor?- exigí a la gente de la mesa.

-        ¡Yo!- dijo el Titi.

En realidad lo solucionamos con poner a mamá al lado de ese demonio y yo me quedaba entre mi padre y el Titi, con suerte solo tenía que girar la cara para otro lado, y ya está. El Titi no sabía nada, pero le dije a Uriel que se lo contase disimuladamente, se enojó mucho.

Llegaron los novios, la música se prendió a todo volumen y la gente con las servilletas de hilo las hacían voltear con las manos como si fueran hélices de un helicóptero, entre silbidos y gritos de “¡vivan los novios!”. A pesar de todo, la fiesta tenía que continuar siendo hermosa para la familia, pero mi cara era todo un cristo. Solo me venía la gran duda del millón de pesetas ¿Qué había hecho Aros como para que su padre quisiese conquistar o atacar de forma violenta a un planeta indefenso de la Constelación de Orión?

¿Qué hacía yo allí parada comiendo platos que no sabía ni lo que era gritando “¡vivan los novios!” mientras una civilización entera moría asesinada? Se me cerró el estómago y los titos dijeron “Claro, te has hinchado a gambas y salmón y ahora no tienes hambre”. El Titi les miraba con cara de asco, pero tampoco podía decir la verdad. Me gustaría saber si serían capaces de comer en la misma situación que estábamos viviendo los conscientes en esa sala… el Titi tampoco pudo comer casi nada, ni se puso a beber alcohol, en su lugar pedía que le rellenasen su copa y la mía con agua fría.

-        Si te hidratas, quizás consigamos alguna idea para ayudar – susurró el Titi.

En cuanto apagaron las luces, encendieron las luces de discoteca y apareció la gigante tarta, todos se pusieron de pie y con las manos seguían el ritmo de la música. Los novios cortaron la tarta con una espada tan grande y plateada que pude verme reflejada, la cortaron justo delante de nosotros. Entonces, me puse a llorar me lancé a los brazos del Titi y lloré.

-        Oh, se ha emocionado…- decían las titas.

-        Sí, voy a fuera un momento con ella, para que le dé el aire.- dijo el Titi.

Él me agarró en brazos y empezó a caminar hacia la salida principal para quedarnos en el pasillo delante de la puerta al jardín del pica-pica. Me puso de pies en el suelo, se agachó y me abrazó sin decir nada.

Del baño salió el padre de Aros, lo miré él me miró y antes de que diera ningún paso más, con el corazón la puerta para entrar dentro del comedor, se cerró de golpe en sus narices. Caminé hacia él, enojada.

-        ¿No te bastó con encerrar a tú hijo que ahora tienes que atacar a un planeta?- le dije.


Nunca había hablado con él. Me sequé las lágrimas de los ojos, el Titi me quería agarrar pero se lo impedía.

-        En este universo se respetan las leyes de convivencia, y si alguien ataca o secuestra o encierra a alguien que nos importa, acaba perjudicado. ¿Olvidaste los modales universales?- le dije muy seriamente, sabía lo que decía y lo que hacía, pero tenía que hacerlo…

Él empezó a hablar en Sayónico, entonces yo cambié el idioma por educación.

-        Quédate con esta carita, porque cada vez que pongas en peligro al universo, vas a tener que sacar cuentas conmigo, ¿entendiste? ¡Yo defiendo a los débiles y a los inocentes! La guerra no es con tú hijo, ni con Mintaka, ni con Dios… es conmigo. Si quieres terminar con la vida de cualquier civilización, termina conmigo antes, hasta que uno de los dos muera.- le dije.

-        ¡Que así sea!- es lo único que dijo.

Entonces, regresó al comedor. 

Recomendación: Alone with me - Vance Joy.

HR.

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