viernes, enero 31, 2020

Uniendo El Gran Corazón Con La Red


Hace tiempo que mi corazón ha vuelto a latir de la misma forma que lo hacía hace 12.000 años, el gran latir se está acercando, queridos alumnos de mi corazón y pronto nos uniremos allí dónde nos encontremos, de nuevo en la gran RED planetaria, para empezar a ser UNO. No falta mucho, porque el primer contacto empieza este próximo domingo 2 de Febrero del 2020. Sinceramente, quería hacer una reflexión sobre los pilares de consciencia, pero creo que hablar del gran corazón planetario, es lo que va más acorde en lo que está sucediendo. 

En mis memorias tengo muy presente algo que realmente me ha marcado todas mis vidas desde que salí de mi primera fuente divina, la fuente en que realmente nací y no fue precisamente en este universo. Por lo que recuerdo, provengo del universo primordial, porque recuerdo haber visto lo que sucedió antes de que existiera el Big Bang. Mientras que divagaba entre las estrellas y los planetas, decidiendo qué experiencias quería vivir, vi algo que me dejó totalmente captivada. 


Danna me había contado cuando apenas aprendía a ser una bolita de luz infinita que divagaba por mundos muy elevados, desde las dimensiones dónde el cuerpo no puede llegar, y las emociones tampoco lo pueden sentir vibrar, Danna me contaba la historia de cómo se mantienen todas las existencias en un mismo punto. 

El gran Mher creador de realidades, arquitecto de vidas y de esencias, creó un sustento tan flexible y tan resistente para que el TODO los pudiera escuchar. Pues el sustento no se puede ver, solo con los oídos de la pura divina gracia del propio Mher, pueden bendecirte a escuchar su hermoso canto de luz, dador de vida y creador de existencias. Porque en algún lugar, siempre podrás escuchar el latido de la vida bombear en su centro, el poder del equilibrio perfecto entre luz y sombra, neutralidad entre sutil y densidad, maravilla y tormento. 

Allí me encontraba, en la oscuridad, en la luz, en la neutralidad, entre sutil y denso, maravilla y tormento, cuando escuché el latido del gran corazón del Universo, el que sostiene la gran red de planetas. Escuchaba cada latido, me encontraba en el centro y allí pude reconocer que todos los latidos provenían del mismo origen, de aquellas existencias, que resonaban en luz sus consciencias brillantes, civilizaciones que a pesar de tener cuerpo físico, eran luz en consciencia. ¡Una maravilla del gran Mher! 

Hace 12.000 años, tuve que dejar de escuchar el gran corazón latir, y eso me quemó el corazón, quebrándolo en millones de trozos, que se fueron perdiendo en cada vida que seguí encarnando en Gaia. Recuerdo que en cada una de ellas, tenía mucho miedo a sentir AMOR, cualquier tipo relacionado con esta palabra AMOR, me dolía el corazón, sin recordar el motivo. Por eso, le tuve miedo a sentir y en muchas ocasiones, fui un ser sin sentimientos que a ojos de los demás, no era nadie, solo una persona algo arisca con las relaciones humanas. 

La verdad es que sentía que alguien me había abandonado y no podía reconocer quién o qué era y culpé a todos aquellos que se acercaban a mí, dándome una chance a volver a querer, y quise, pero AMAR solo una vez en cada encarnación. Mher fue mi primer amor en mi existencia en los universos, pero tuve un segundo AMOR, que renace encarnación tras encarnación. Pero por muchos arcoíris aparecieran en el cielo, sentía pavor mostrarme con sentimientos, a pesar de ser humana en ese momento, y por ley de encarnación, tenía sentimientos, herí a aquellos que me importaban, al comportarme como si fuera un palo. 

Me di cuenta de ellos, en dos ocasiones, una en 1912, en el momento en que el barco se estaba ya inundándose en las profundidades del Océano Atlántico y ver aquellos ojos y aquel corazón que me había estado sosteniendo y que yo no había reconocido a su tiempo, me di cuenta de que el amor es algo esencial en la vida, porque sin amor no hay vida y esos ojos verdes, me dejaron petrificada en el espacio tiempo, atrapada en una eterna nada que solo quería llorar del dolor que sentía. Morir en aquel océano, me volvió a romper como Mher, pero esta vez me culpaba a mí, de ser tan tarada de no amar a quién muy joven le había jurado amor y fidelidad ante un altar y ante el gran Mher. Durante un espacio sin tiempo, me sentí peor que nunca, a pesar de estar desencarnada, deambulando por allí, sin amor… culpándome por no haber estado con mi amor el tiempo que tenía. 

Regresé a un lugar dónde siempre me había sentido una más, Arcturia (Arcturus) a reflexionar. Me puse de rodillas, ante la montaña de ARS, el gran sagrado mineral de Ownel (El creador de reinos, hermano de Mher) y durante mucho tiempo, me quedé allí llorando, hablando, en silencio, sin comer, sin nada, las tormentas me visitaron, el viento azotó mi pelo, y la arena azulada se me metía por todas partes, pero no me moví. 

Ucna’hat aktham na’hat. (El latido que dejé de sonar)
Empecé a cantar en Arcturiano (el padre del Sayónico).

Mher ajne’m shuxta’em. (Universo vuelve a mis tímpanos)
Ukaneh etzhe’m nanuum. (Late en mi corazón)

En un silencio roto por mis lágrimas, coloqué mi frente en la arena azulada, y entonces lo escuché, de nuevo su latido. Mher volvió a mí. 

Desde entonces que no he parado de escuchar su latido sonar en mi corazón, manteniendo la pureza de este canto, cada día puedo ser parte del TODO en consciencia. Y el domingo, este latido, por primera vez en 12.000 años, los cuatro reinos volverán a escucharlo, al reconectarse en su primer contacto en la RED PLANETARIA. 

Si quieren saber más sobre las cosas que se harán el domingo, sigan mis redes y la Fundación Arsayian (allí van a estar mejor informados, pero compartiré todo lo que pongan). 

Recomendación: In this life – Israel Kamakawiwo’ole.

HR.

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domingo, enero 26, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 12


Silencio. Inspiro. Retengo. Escucho el latido de mí propio corazón latir con fuerza. Observo. Aguanto. Expiro. Oscuridad. Negra oscuridad. Oscuridad que temo, pero que amo. Espero. Observo la oscuridad. Silencio. Inspiro. Retengo. Escucho el sonido del aire entrar por la nariz y llenar mis pulmones. Observo como el aire se convierte en oxígeno y a través de la sangre, se transporta a todo el cuerpo. Observo. Aguanto. Expiro. Observo el CO2 que expulsa mis células la corriente sanguínea, regresa a los pulmones y es expulsado por la nariz. Repito tantas veces como mi cuerpo empieza a ser consciente de dónde estoy.

Empiezo a sentir como si el cuerpo me hiciera un masaje con pequeñas agujas que no hacen daño. Me elevo, sin dejar mi cuerpo, me separo de él unido a un cordón plateado. Hasta que mi espalda toca el techo, como si fuera un globo de helio.

-          ¡Bien hecho, mi amor! Esta es la primera vez que has entrado en el Astral, lo vas a necesitar para poder moverte durante un tiempo, en las distintas dimensiones que se compone cada planeta. Pero recuerda, solo podrás entrar con supervisión ¿de acuerdo? – Informó Uriel parecía feliz.

-          Asusta verse, es como si hubiese muerto.- dije asombrada y curiosa al mismo tiempo.

-          Tranquila, sigues viva, porque te une este cordón. Procura que siempre esté así de brillante y sano, pues es tú unión con el cuerpo. – siguió informando.

-          ¿Por qué debe ser con supervisión? – pregunté.

-          El astral es un lugar inestable, aquí pueden encontrarte tanto seres de luz, como seres de la oscuridad. Digamos que te encuentras en un submundo dónde todo es como una balanza, puede que haya días que sin que tú quieras, te encuentres con tus peores pesadillas, y otros a nosotros. Pero si estás bajo nuestra protección, nosotros, podremos asegurarte que podrás ir a clase todas las noches y volverás todas las mañanas. – dijo Uriel.

¿Más pesadillas? ¡Genial! Todo se veía más brillante, como si pudiera probar cada objeto, color, sensación… ¡era increíble! 

-          ¿Cómo puedo evitar encontrarme con la oscuridad? – pregunté, el miedo ya me recorría un poco por el cuerpo astral, pero aguanté.

-          Tus emociones determinarán tú estado aquí. Si las tienes equilibradas, no te sucederá nada, en cambio si quieres cambiar y te has enojado con algo, no llegarás a ver la luz esa noche. – dijo.

Mis emociones variaban un poquito durante el día, pero normalmente mantenía la luz en mí corazón, así que poco miedo me daba poder entrar en oscuridad, es decir, que quizás tuviera más chances de entrar en luz que en oscuridad. Todavía me costaba entenderlas, pero imaginaba que me mantenía en un equilibrio constante en una balanza, y solía funcionar en situaciones difíciles. Un buen ejercicio antes de cambiar al astral.

Miré a Uriel y me quedé perpleja ante sus alas, desprendían un aura de color del oro, alcancé sus alas desde allí y las toqué, que suaves, ¡wow! Uriel se percató y sonrió.

-          ¿Son así en realidad? – pregunté.

-          Si, y cuando alguien me las toca, lo noto, a pesar que sean las plumas de las puntas, están conectadas a mí. – dijo con una sonrisa amable.

-          ¿Por qué las veo con ese reseguir dorado? – dije.

-          Aquí los colores se intensifican, ¿tienes sensaciones de que estás comiendo un color en tus labios? – me preguntó y yo dije que si con la cabeza, y prosiguió. – es normal, es la forma que tiene el color de comunicarse contigo. Si está feliz de conocerte, será siempre un gusto como si comieras metal, si está algo triste, será como comer madera. Los colores determinan nuestro estado emocional, pero por si mismos también tienen sus sentimientos. – dijo.

 
Sentía un dorado metalizado en la lengua, o sea que el color estaba feliz. ¡Qué raro se me hacía eso!
-          ¿Cómo te sientes? – me preguntó.

-          Bien. ¿A dónde iremos? – le dije.

-          Hoy a ninguna parte, con tan solo hacer esto ya has pasado media noche. Poco a poco, mi amor. Así que es hora de volver, te estás a punto de quedar sin energía y debes aprender a aterrizar también bien. – dijo.

-          ¿Ya? Pero si han pasado solo cinco minutos…- dije.

-          Acá el tiempo pasa distinto. – me ofreció la mano, se la acepté y empecé a bajar, me puse de espaldas y me dijo – Ahora, vuelve como el principio, poco a poco ve tomando consciencia de tú cama y tú cuerpo. – le escuché y acaté sus palabras.

Cuando abrí los ojos, volvía a estar en mi cuerpo, me sentía emocionada pero también muy cansada, le quise dar un abrazo a Uriel, pero no me quedaban fuerzas.

-          Gracias, Dary… quiero… abrazarte…- me quedé frita antes de notar su abrazo.

Llegó la mañana siguiente de una forma demasiado repentina, mamá abrió la puerta y empezó a gritar, esa era su forma de levantarme cada mañana, y la detestaba, porque me hacía sentir de mal humor. Pero esa mañana, mamá tenía razón, llegué tarde por primera vez al colegio, me sentía muy cansada, casi ni podía caminar, parecía un zombie… realmente había gastado mucha energía entrando en el Astral. Estaba tan cansada, que me quedé frita en clase durante las dos primeras horas.

-          Laia, ¿estás bien?- preguntó la María Ángeles preocupada porque nunca me había pasado.

-          ¿Eh?... ¡si!- dije avergonzada de lo que había pasado.

-          ¿Qué te pasa?- me preguntó.

-          He dormido mal hoy, lo siento señorita.- así llamábamos a nuestras profesoras en ese colegio. 

Cuando llegó al medio día, mamá me pilló durmiendo en el sofá y decidió no llevarme a clase por la tarde, me pasé el día durmiendo, hasta que llegó la noche y hablé con Uriel.

-          ¿Esto va a ser así siempre?- le dije.

-          No, tan solo debes dejar que tú cuerpo se acostumbre, es por eso que te lo enseñamos ahora, porque cuando empieces, no te ocurran estas cosas. – informó.

-          De acuerdo. Cuando quieras, empezamos…- le dije.

-          Hoy no, mi amor. Descansa. Pero si tienes dudas, ya sabes – dijo.

Quería hacerle unas preguntas, pero me quedé frita antes de empezar, ni escuché el cuento esa noche, lo dejaron para otro momento. 

Pasaron varias semanas, y poco a poco ese cansancio junto a las entradas al Astral fue cesando, hasta que llegó el 12 de Febrero, mi santo. 

-          ¿Cómo te encuentras hoy, mi amor?- preguntó Uriel, mientras que me acariciaba el pelo que tapaba mi cara.

-          Mejor.- contesté contenta y con energía, a pesar de que ya era casi media noche.

-          Me alegro, porque hoy vamos a empezar a ir a Agartha. ¿Estás preparada? – dijo con una sonrisa.

-          ¡Si, claro que si!- dije pegué un grito sin querer de la alegría que me dio, pero me tapé rápido la boca y nos quedamos en silencio esperando a que nadie abriera esa puerta y nos viera aun así. Por suerte, nadie nos interrumpió.

-          Entonces, ya sabes… relájate. No te preocupes por el tiempo que tardes, tampoco tenemos prisa, lo importante es que te dobles bien. – me advirtió antes de empezar.

Cerré los ojos, y empecé a tomar consciencia de mi cuerpo, mediante la respiración lenta y pausada, dónde cada segundo me sentía cada vez más relajada y entraba así en un estado de trance. Hasta que al final me elevé y al abrir los ojos, ya me encontraba doblada en el tiempo y el espacio.

Uriel me ofreció una mano, le agarré, aunque parecía tener una aura muy potente, su tacto de piel se notaba muy suave, igual que un recién nacido. Uriel me empujó a tocar los pies en el suelo, la sensación era diferente que de costumbre, parecía que mis plantas de los pies tuvieran zapatos, pero al verme, estaban desnudos.

-          Intenta no soltarte de mi mano, vamos a volar juntos ¿de acuerdo? – informó Uriel.

Lo confirmé con un gesto con la cabeza, así que él mostró sus alas y sin hacer ningún esfuerzo, empezó a elevarse, acto seguido yo también me elevé. Nos acercamos a la ventana que estaba cerrada, pero yo sin querer, empecé a frenar, porque sabía que nos chocaríamos contra ella. Pero antes de llegar, se abrió por arte de magia y salimos bajo la luz de las estrellas más brillantes que jamás había visto. Volví a mirar atrás, cuando me di cuenta de que la ventana volvía a estar cerrada, como si nadie lo hubiese tocado. Wow.


Entonces, empezamos a elevarnos cada vez más y más alto, hasta que las calles de Manlleu eran diminutas, no hacía nada de frío a pesar de estar en Febrero, me sentía como si fuese una noche de verano a la romántica luz de las estrellas.

-          En cada ciudad hay distintas formas de entrar a Agartha, pero cómo todavía estás empezando, vas a tener que cruzar mediante portal dimensional. Pero recuerda que de momento, solo lo podrás cruzar, si te acompaña un Ser de Luz, por ejemplo, hoy te acompañaré yo durante todo el viaje, pero en cuanto empieces, solo te podré acompañar hasta que cruces el portal, luego allí, habrá otro Ser de Luz que te recogerá y se encargará de ti, para que asistas a las clases que te toquen aquella noche.- toda su información me parecía asombrosa, no me importaba estar acompañada de más ángeles, total ya me había acostumbrado a ello des del nacimiento.- Estos portales, solo se abren a determinadas horas, intenta volver antes de que se cierren, porque cada portal te puede dejar muy lejos de casa, y quizás tardemos más en volver a unirte ¿de acuerdo?- terminó de decir.

-          Ok. ¿Por qué no están abiertos todo el tiempo?- pregunté.

-          Es por seguridad, no queremos que hermanos de tú dimensión que no están autorizados a cruzar, crucen sin querer ¿entiendes?- aclaró.

-          ¿Eso puede pasar? – pregunté de nuevo.

-          Si, y a pesar de que ya hay controles muy firmes, sigue ocurriendo. – su cara se entristeció, como si tuviera parte de la culpa, pero no lo entendí.

Nuestros pies finalmente aterrizaron en una calle de mi ciudad Manlleu, pero antes de seguir caminando, Uriel me obligó a mirarle a los ojos.

-          Debes prometer que no vas a decir dónde se encuentran estos portales, como ya te he dicho, es por seguridad. ¡Prométeme que no lo vas a hacer nunca! – insistía.

-          Lo prometo.- dije.

Seguimos caminando por una de las calles que recordaba haber pasado algunas veces con mi abuela y mi prima Sofía, hasta que nos desviamos a la derecha. Entonces, me quedé asombrada, porque delante de nosotros, se abrió como una especie de nube brillante, dónde de su entrada había una cola muy larga. Reconocí las alas de muchos ángeles, que acompañaban a muchas personas a entrar por ese portal. Uriel me estiró del brazo suavemente, y nos pusimos en la cola, mientras que seguíamos el ritmo del lugar, Uriel de su bolso sacó dos tarjetas de plástico unidos a dos cuerdecitas de cuero, uno me lo colocó alrededor del cuello y el otro se lo puso él alrededor de su cuello.

-          Esta es tú tarjeta identificadora para cuando pases por estos lugares. Con esto, tienen un control de tus entradas y salidas de Agartha. – informó.

-          Es como el DNI ¿cierto?- pregunté.

-          Así es, mi amor.- contestó con una sonrisa, mientras seguía rebuscando en su bolso.

Me intrigaba tanto lo que estaba haciendo que no pude evitar observarlo. Sacó dos anillos de plata, uno de lo colocó en el dedo índice de la mano izquierda y el otro en el dedo pulgar de la mano derecha. Cuando esos dos anillos, se tocaron ligeramente, se abrió como una especie de pantalla energética entre las manos, dónde se podía ver más información. Me quedé alucinando, porque jamás le había visto hacer eso.

-          ¡Oh que bien, el metro llegará puntual!- comentó.

Empecé a mirar alrededor de la nube, que ya sin darnos cuenta de ello, habíamos entrado dentro completamente. Sin entender lo que había dicho Uriel, me fijé más adelante, hacia dónde nos llevaba la cola, alrededor nuestro habían puesto unas vallas de seguridad, para que nadie se escapara o se colara de la cola. Entonces, vi que a unos veinte metros aproximadamente, había ángeles vestidos con escudo y lanza que custodiaban la cola y preguntaban a la gente alguna cosa. 

-          Guardianes de luz.- susurré pasmada…

-          Oh, si… suelen vigilar estos lugares. ¿los reconoces?- dijo Uriel.

-          No mucho…- dije.

-          Ellos son los que no están unidos a ninguna unidad, están a merced de San Miguel Arcángel, su único jefe.- informó.

Recomendación: Batere il ferro Finché è Caldo - Miss Keta.

HR.

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sábado, enero 18, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 11


Lo bueno de tener a mi abuela Filo viviendo en Manlleu, es que no hacía falta agarrar auto para ir a su casa, tan solo caminar menos de cinco minutos y ya llegamos a su antigua casa. Mamá me agarró en brazos y yo llamé al timbre, uno de mis primos fue quienes nos abrieron la puerta y subimos al primer piso. Me sentía ilusionada, con esta parte de la familia solo tenía que hablar en catalán, por lo tanto no me sentiría desfasada con ellos. 

Saludé a mi tio Quim, el único hermano que tiene mi padre, y a su mujer Rosa María, luego a mi abuela, a mi tío segundo Josep, y luego a mi primo favorito por el cual, le conoceremos con el nombre de Líon (su nombre verdadero no lo voy a mostrar). Lo llamo así, porque es el nombre que recuerdo y recordaba de otras vidas, que en Maghus lo entendía como “León Protector de la Energía Planetaria de Gaia” más común llamado como “León protector”, es decir Líon. Luego a mis dos otros primos que son curiosamente gemelos Eddie y Guillem. Todos eran mayores que yo, creo que me llevaba más de 12 años con los gemelos y más de 15 con Líon, todos eran hijos de mi tío y mi tía. 

En el momento en que llegué al salón y vi la bandeja llena y llena de regalos, me alegré mucho, eran muchos regalos, tantos que no cabían dentro de la bandeja y se apelotonaban, con sus distintos colores del papel de regalo, que en estos casos si que llevaban nombre, pero la gran mayoría ponían mi nombre, ventajas de ser la chiquita. Pero lo que realmente me llamó la atención fue que detrás de los regalos, pude percibir una bicicleta roja y blanca, me quedé en shock. 

-          ¿Una bici?- susurré casi sin aire.

-          Ahora podremos enseñarte a andar en ella.- dijo Uriel con su gracia divina.

En realidad nunca había tenido una, todavía andaba en triciclo, si lo sé, ya era demasiado mayor para eso, pero me gustaba ir. La abuela como era tradición era quién repartía los regalos, y yo fui abriendo, un muñeco, que me quedé con la cara de ¿Por qué me pasaron esto si yo no juego a eso? Igual no lo descarté. Luego ropa para el invierno, cosas para el colegio,… más legos, eso me gustó mucho, y finalmente la bicicleta con rueditas. 

Entonces llegó el gran almuerzo, de primero un pica-pica de aceitunas, patatas, berberechos, cóctel de gambas,… de segundo rollito de ternera estofada, en ese tiempo comía carne, y me encantaba pero cuanto menos hecha mucho mejor. Y de postre, la tradicional torta llamado tortell de reyes o roscón de reyes. Está relleno de crema o de nata, con frutas confitadas (a mi nunca me gustaron, pero a mi abuela le encantan), lo especial es que lleva doble sorpresa, dentro del roscón puedes encontrar una figurita de porcelana de un rey, si te toca te ponen una corona y durante ese año, energéticamente hablando tus deseos tendrán más potencia, o una haba de plástico, que si te toca, pues tendrás que pagar todo el almuerzo. Curiosamente me tocaba todos los años el rey, hasta que vi que los adultos lo hacían a cosa hecha por ser la chiquita, así que dejé de creer que mis deseos tendrían mayor potencia, si la forma en como había sido, no era para nada a la merced del universo.

-          Todos los deseos que pidas durante este año, tendrán más facilidad para que te ayudemos a conseguirlo, mi amor. – decía Uriel.

Mi carita triste no decía lo mismo.

-          ¿Estás bien? – preguntó.

-          No, no quiero que se haga así.- dije.

-          ¿Por qué? – preguntó con los ojos de sorpresa.

-          No me ha tocado por divina gracia, sino por la mano de un humano.- dije refunfuñando.

Mi abuela se empeñó en que me pusiera la corona y así hacerme una foto tradicional con quién le había tocado la haba, pero como éramos tantos, había dos reyes y dos habas. Por eso, durante muchos años, no salía contenta en las fotos, más bien, obligada a celebrar algo intencionado por adultos que no saben lo importante que es dejar que el universo cuente su versión de la historia, es decir, que haga su voluntad ante nosotros. Me sentía muy mal, me sentía como si hubiese faltado al respeto a la gran magnitud que todos los ángeles respetaban como a su vida, aunque era una víctima y comprendía que lo hacían para que no me enojara (que no lo hubiese hecho), pensé en que lo más importante es ser fiel al universo, ya que ella es el único que sabe realmente cómo te encuentras y qué necesitas a cada rato. 

Ese fue el primer año, que vi como los adultos habían perdido muchas más cosas de lo que se imaginaban, perdieron el creer en la magia y en serle fiel al universo. Dos cosas que inevitablemente componen nuestro día a día en esta encarnación. 

Me fui al sofá, mientras que los demás charlaban y charlaban de temas tan aburridos que decidí volver a revisar los regalos uno por uno. Líon me vio y decidió venir conmigo, a pesar de ya tener casi 20 años, decidió venirse conmigo a la otra parte del comedor, la zona del sofá. Se sentó a mi derecha en silencio, esperando a que yo dijera algo, pero lo ignoré, no había hecho nada malo, pero no quería decir nada.

-          ¿No tienes nada que decirme, pequeña? – intentó, pero no coló.- ¿Te gustaron los regalitos? – siguió.

-          No entiendo esto.- le mostré el muñeco.- ¿Por qué?

-          Algún día vas a ser mamá, deberás aprender a cuidar bebés, ¿no?- dijo con ironía, la comprendí enseguida y nos reímos.

-          Prefiero ser soldado, es menos complicado.- le contesté entre risas.

-          Cierto es. ¿Sabes que en IÓN entrenan a los guardianes?- dijo.

-          En realidad sé poco de ese lugar, pero ¿crees que volverían a repasarme los conceptos básicos? ¡Los tengo medio olvidados! – dije.

-          Claro que sí. Allí vas a conocer al viejo, es amigo mío y le hablé de ti, está deseando verte entrenar. – comentó.

Abrí los ojos como platos, no podía creer que mi entrenador sería Lonan, más conocido como el caballero San Jordi, sí el de las leyendas del libro, el dragón y la rosa. ¿Siguen pensando que las leyendas solo son leyendas? ¡No pierdan su inocencia! 

-          ¡La mano derecha de san Miguel Arcángel! – susurré asombrada.

-          Así es, pequeña. Él te va a entrenar, para que recuerdes todos los conceptos, y si lo deseas, podrás volver a la unidad de la guardia de luz de la orden de San Miguel – dijo Líon con asombro y gozo en sus palabras.

La reacción de Líon era comprensible, él también entrenó con Lonan para volver a ser lo que es, un León Protector, es un cargo dentro de la Orden. La conversación se terminó acá, cuando decidieron los primos llevarme al garaje a enseñarme a montar en bicicleta. Recuerdo que en el momento de subirme, Uriel colaboró, junto a Líon y los ángeles de los primos. Me subí y como tenía las rueditas, me sujeté sin problema y entonces, le di a los pedales y Líon me siguió al lado hasta que al final, se puso un primo de lado a lado del garaje, para ayudar a girar, que aún era difícil.

Los primos se vinieron arriba y quisieron llevarme con los demás, pero para enseñarles que ya sabía montar, pusieron la bicicleta en la entrada del piso y me hicieron ir hasta el comedor, con la suerte de que la abuela estaba al final del comedor tomándome una foto. El flash me afectó a los ojos y terminé atropellando la mesa, me cargué sin querer dos copas de cava. ¡Uy! Por eso nunca me gusta tomarme fotos con flash, me duelen mucho los ojos, aún no comprendí porque. 


Dos días después, pudimos regresar al colegio y la normalidad regresó, seguí aprendiendo mucho con la María Ángeles e incluso en el patio, las niñas de clase, me admitían en sus grupos, de hecho, se acoplaban ellas, cuando me veían tan “sola”. ¡Qué tiernas! Aceptaba sus compañías y las escuchaba, pero cuando volvían a criticar a los demás en la espalda, como no lo veía correcto, siempre intentaba irme a otro lado. Ya les había dicho que yo no me sentía igual que ellas en eso, pero como seguían haciéndolo, al final decidí con dejarlas y que criticasen lo que quisieran, pero yo no me quedaba, porque tampoco era tonta y sabía que escuchar historias que no debía, me afectaban emocionalmente, así que evité problemas superiores. Con el tiempo, dejaron de venir, eso me afectó, pero si era para seguir criticando, casi me hicieron el favor, y así fue como pasé durante gran parte del segundo trimestre, acompañada de mis guías de nuevo, como siempre.

A finales de Enero del 1999 Uriel y Anasiel empezaron a enseñarme de forma práctica a meditar más consciente y a un nivel mucho más profundo. Un día en el patio, hablaba con Uriel…

-          Esta noche, vamos a entrar en meditación y te vamos a enseñar, cómo vas a poder ir a IÓN ¿de acuerdo? – dijo Uriel con una sonrisa de corazón, ansioso de saber de mi aprobación.

-          Vale.- contesté.

-          A media noche será entonces.- concluyó.

Por aquel tiempo, me iba a dormir a las 11pm, un poco tarde quizás por la gente de la clase, pero yo tenía que esperar que mi padre saliera de laburar para poder al menos, cenar todos juntos, algo que mi madre quiso hacer como costumbre, por lo tanto, no llegaba hasta las 9pm pasadas, la gestoría le tenía muy ocupado. 

-          Laia, ¿quieres que vayamos a mi cama a leer un cuento?- preguntó mi madre.

-          No, hoy no quiero cuento mamá. Me quiero ir a mi cama.- le dije.

-          ¿Y eso? ¿Estás bien? – me preguntó preocupada.

-          Si, solo estoy cansada.- dije.

Me llevó a la cama, me ayudó a ponerme el pijama, me arropó, encendió la luz pequeña de la mesita de noche y tras un beso de buenas noches, se fue cerrando la puerta tal y cómo últimamente estaba durmiendo. 

-          ¿Dary, estás aquí? – empecé a susurrar llamándole.

Pero no obtuve su respuesta, y era algo raro, porque siempre que lo llamaba, él ya estaba cerca. Así que decidí esperarle, mirando al techo, intentando relajar, porque me sentía ansiosa, sus palabras eran claras, a medianoche me iban a mostrar cómo será ir a IÓN. 

De repente, escuché el ruido de unas campanas repicar, pero no eran las campanas de la Iglesia de Manlleu, eran más puras, y comprendí que provenían de un ángel.

-          ¿Dary?- volví a susurrar con una sonrisa de oreja a oreja.

Pero tampoco apareció nadie. Volví a escuchar las campanas repetir su tono, miré por la habitación, pero nadie había.

-          ¿Quién hay? ¡Que se haga ver!- dije susurrando de nuevo.

En medio de la habitación apareció una hermosa angélica con una túnica amarilla casi blanca y unas alas hermosas en blanco puro, una cabellera anaranjada y en sus manos, como dos pequeñas castañuelas pero eran como mini platos dorados que al unirlas sonaban como una campana. Sus ojos eran azules. ¡Qué belleza! 

-          Un gato camina por la ciudad, buscando aventuras, buscando paz, buscando un hogar. – cantó. – la aventura le aterraba y en su corazón el hogar le ansiaba. – tocó esos platillos y prosiguió cuando de fondo se escuchaban acordes de guitarra sonar.- la ciudad no lo quería y su paz desapareció de su corazón. – volvió a tocar los platillos y de fondo el coro de ángeles en la distancia hacía los acordes con “O”. – su solitario camino, le llegó a su corazón, y de ella, surgió una gran luz de amor, pues su gracia le llenó de esperanza, y su aventura fue hallada. – terminó de cantar.

Detrás de esa bella angélica, apareció Uriel bailando al ritmo de la canción, mientras que el coro seguía cantando y la bella angélica con una sonrisa me acarició la cara, me dio un beso en la frente y se fue volando con el coro, mientras que Uriel se acercó a la cama, le permití sentarse a un lado, pero se mantuvo de pie. 

-          ¿Qué te ha parecido el cuentito de hoy? – me preguntó.

-          Extraño.- dije.

Los cuentos de los ángeles no son simples para entretener, siempre tienen un mensaje a descubrir, solo que cada uno debe interpretarlos, pues a cada uno le llena algo distinto. 

Recomendación: Just lov me - Britney Spears.

HR.

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