Me había peleado con el arcángel Uriel por primera vez desde que decidí volver a nacer, las lágrimas que se me caían por las mejillas eran tan dolorosas, que al mismo tiempo notaba como el corazón me ardía. Nos miramos en silencio, estábamos en el cuarto, todavía era Agosto y quedaban unos días para que empezaran las fiestas de Manlleu. En ese momento escuché unos raspones en la puerta, me acerqué y dejé a entrar al Bilbo, nada más entrar y cerrar la puerta se subió a la cama de un salto y al verme llorando me acerqué a él y me empezó a consolar.
Estuvimos parte de la mañana sin decirnos nada, puse algo en la televisión y nos quedamos cada uno en un sofá viendo la serie en Disney Channel. Hacía la una del mediodía tenía que ir un momento a la gestoría Delmuns, porque mí papá me había pedido que fuera para ayudarle en una cosa y media hora más tarde me fui a casa de la iaia Filo porque había quedado con ella para almorzar.
Caminé por la calle un poco extraña, sentía que el suelo era blando, veía como se ablandaba como cuando caminas sobre una cama elástica, pero al saltar no me elevaba, ¿qué estaba pasando? Tocaba las paredes de las casas y mi mano se quedaba marcada por unos instantes, se hundía pero enseguida se regresaba. No era normal, pero tampoco le dije nada a Uriel que seguíamos sin hablarnos, pensé que de algún modo había elevado tanto mi consciencia que estaba en el límite de la dimensión 3D. Dónde los límites que separan la 3D y la 4D parecen de plastilina, por culpa de la elevación tú cuerpo está experimentando un subidón espiritual, pero se pasa enseguida.
Me senté en la mesa del comedor mientras que mi abuela empezó a servirme la sopa de macarrones (su especialidad de la casa), ese día el Tiet Josep no almorzaría con nosotros porque se había ido con su <amigo> Rafael en un restaurante en no recuerdo dónde. De repente empecé poco a poco a ponerse borroso la visión, miraba a la abuela pero no la veía bien, como si tuviera la vista cansada pero ¿a los 13 años? Tampoco era normal, los efectos del subidón espiritual se suponían que ya habían desaparecido, esos efectos adversos eran completamente nuevos, pero empecé a asustarme cuando la visión en vez de estar borrosa me quedé ciega completamente.
- ¿Quieres más macarrones, Laia?- me preguntó la abuela.
El latido de mí corazón se aceleró muy rápidamente, estaba realmente asustada, mirando por todos lados, girando la cabeza, intentando ver algo, mirando si se me habían enganchado los párpados o algo, pero me choqué con las gafas y luego sin querer me metí un dedo en el ojo, noté la molestia. ¡Ay Dios, esto es grave!
- ¿Laia?- dijo la abuela.
- Iaia… no me encuentro bien…- le dije.
Escuché que dejaba el cucharón dentro de la olla, caminaba hacia mí lado, me puso la mano en la frente, porque yo no paraba de tocarme los ojos, abriendo y cerrando los parpados mil veces, para ver si volvía a ver, pero nada, no funcionaba nada.
- ¿Qué te pasa?- dijo la abuela preocupada.
- No veo. Veo todo negro.- le dije desesperada.
- ¿Quieres tumbarte un ratito en tú cama?- me preguntó seguía preocupada.
- Si.- dije.
Me levanté de la mesa arrastrando la silla de madera, con las manos en la mesa me guíe, después recordaba que tenía una puerta cerca, así que con las manos intenté a mi izquierda encontrarla, en cuanto la encontré sin querer me di un golpe en el hombro derecho que me quedé ahí, escuchaba que la abuela se había alejado.
- Iaia, iaia, dame la mano, no veo, ven por favor.- le dije suplicando.
Escuché sus pasos de vuelta, me agarró de la mano y me guio hacía el cuartito dónde normalmente lo había convertido en su vestidor, pero tenía una cama que era dónde dormía si me iba de excursión con ella algún domingo. Con las manos busqué la cama, me senté.
- Túmbate mejor. – dijo Uriel a mi derecha, noté su brazo en mis hombros.
Me tumbé, pero de repente una mano gigante me levantó suavemente la cabeza para colocarme una almohada.
- ¿Qué hago?- decía la abuela.
- Abre la puerta, necesita aire, ¿tienes un abanico? – dijo Uriel a mi abuela.
Le iba a decir eso, pero la respuesta de mí abuela fue.
- Si, hay uno en este cajón. Ábrelo, Mientras que yo abro la puerta de la terraza.- dijo la abuela.
- De acuerdo. ¡Gabriel, ven, corre! – gritó Uriel.
¿Mí abuela vio al Uriel? Aluciné, en serio, pensaba que todavía ni me había levantado de la cama y que todo esto formaba parte de un viaje dimensional. Mi abuela nunca había visto a mis ángeles, pero cuando estaban esa situación, mi abuela reaccionó de una forma tan normal que eso fue lo que me extrañó. ¿Era cierto que hablaba con Chamuel aunque fuese más en privado?
Sentí una brisa, aunque abrieron la puerta de la terraza eran las dos del mediodía en pleno Agosto a cuarenta grados a la sombra… no pasaba ni una pizca de aire, pero aún y así lo noté, claro que lo noté, por qué fue el momento en que Gabriel apareció en el cuartito.
- ¿Qué te pasa Laia? – noté como Gabriel se arrodilló a mi izquierda, me agarró de una mano y con la otra me acariciaba la frente.
- Dice que no ve. Tenemos que ayudarla a que le regrese la vista. – informó Uriel.
- Vale. ¿Cómo ha pasado esto? – preguntó Gabriel.
- Hemos discutido hace unas horas, al despertar, pero se ha quejado antes, y su tercer ojo ha dejado de funcionar, por eso no ve a través de sus ojos. – respondió Uriel.
Seguían viniéndome preguntas en la mente, pero el latido seguía acelerado.
- ¿Eso es posible?- dije asustada.
- Si, has tenido un momento de rebelión. Laia, tus habilidades son muy sensibles a la energía que emites y a todo aquello que te digas a ti misma. ¿Por qué te has peleado con Uriel, amor? – me preguntó Gabriel.
Noté el aire del abanico me empezó a bajar el latido del corazón pero aún estaba acelerado.
- Dijiste que es complicado… lo nuestro. Pero lo cierto es que, esto que vivo, todo lo que me pasa en esta vida, es muy complicado. Pero tengo una cosa clara.- hice una pausa dramática.- me da igual si es complicado lo nuestro, yo quiero intentarlo.- le confesé a Gabriel.
Esperaba que él dijera nada, pero se quedó callado.
- Me halaga escucharlo, mi amor. Pero… lo nuestro no puede empezar, hasta que nos den permiso Nuestros Hermanos del SETHI. – dijo Gabriel.
- ¿Del qué?- pregunté.
- Es el CENTRO DE LA SAGRADA TRINIDAD es el lugar dónde se crean las Llamas Gemelas en este planeta. Estamos bajo su juramento, es algo que ya elegiste antes de nacer, mi amor. – dijo Gabriel.
¡Me cago en… mí! Otra sanción más de mi yo de otra vida, o del momento entre una vida y la siguiente. Empecé a entender que mi yo antes de nacer, sabía que sería demasiado curiosa y por eso puso ciertos controles.
- ¿Dónde hay que ir para hablar con ellos?- le pregunté molesta.
- Todos a su debido tiempo, mi amor. – escuché que decía Uriel.
- ¿Dónde está?- grité.
- Está bien, está bien,… iremos pero no hoy, ni mañana, ni pasado, cuando estés lista, iremos. – dijo Gabriel.
- Hoy.- dije.
- Imposible. El SETHI no te podrá recibir, porque tú todavía te queda algo importante que aprender, y ahora, debes calmarte para que…- dijo Gab pero le interrumpí.
- ¡Hoy!- grité.
Antes de decir nada más, noté los labios de Gabriel dándome un beso en la frente, noté cosquillas también pero me calmé enseguida y entonces fue cuando volví a recuperar la visión. Lo primero que vi fue la cara de mi abuela a los pies de la cama, estaba preocupada pero su cara era un cuadro, luego vi a Gabriel, Uriel y a Chamuel, se alegraban de saber que les podía ver.
A pesar de todo, cuando volvimos mi abuela y yo al almuerzo, no volvimos a hablar más del tema, luego me di una siesta, pero si que durante el día se me fueron adormeciendo los brazos, al cabo de 24h estaba como nueva. Gabriel se preocupó tanto por mí, que esa misma noche pidió hora de urgencia para que el Maestro Hilaríon me visitase en Amsha (Agartha), pero después de un chequeo, el Maestro Hilaríon no vio nada raro en el diagnóstico.
La noche del 14 de Agosto del 2006, no sabía qué se iba a convertir en un día super importante del año, porque ese día se celebró la primera fiesta del SERPENT de Manlleu. Era muy duro que llegasen las fiestas y no poder hablar con nadie del colegio porque no me querían ni ver, porque todos quedaban durante las fiestas para ir a los conciertos y eventos, pero yo… ¿con quién podía ir? La Sofia, mí prima estaba fuera de vacaciones, solía irse esa semana… y las amigas marroquís estaban en marruecos durante todo el mes. De nuevo sola ante la adversidad, incluso en vacaciones de verano.
Por la tarde de ese mismo día, papá me preguntó si quería ir a buscar al primo Juanito a la estación que se iba a quedar una semana en Manlleu en casa de mí tio Rafalé, lo acompañé. Recuerdo que cuando estaba en la estación esperando el tren, papá se quedó en el auto, yo caminaba por el recinto acompañada de Uriel pero Gabriel sabía que andaba cerca, de hecho noté como le salían las patas por un lateral del techo de hierro de la estación, miré hacía arriba y le vi.
- ¿Qué haces ahí arriba?- le pregunté.
- ¡Déjalo, amor! Solo está vigilando el perímetro. – dijo Uriel.
Me imaginé porque no se había ido un poco más lejos, cada vez que el primo Juanito se venía a pasar unos días a nuestra ciudad, a él no le hacía ni gracia, y a mí tampoco la verdad. Le di la mano disimuladamente a Uriel y le tiré para ir debajo del tejado.
- En la boda me dijo algo más Gabriel que no te he dicho, Dary. – le confesé.
- ¿El qué? – preguntó Uriel interesado.
- Hizo un comentario sobre lo que pasó con Juanito cuando tenía seis años.- le dije.
- Ah, ok. ¿Acaso te molestó que lo comentara? – me preguntó.
Dije que no con la cabeza.
- Entonces, ¿qué te preocupa? – preguntó Uriel.
- ¿Por qué lo he estado escondiendo que él abusó de mí y que casi me viola?- le pregunté.
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HR.
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