sábado, octubre 02, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 105 [2T]

 

-        Laia, ¿nos puedes explicar qué haces en la ventana?- preguntó la Carmen.

Cuando abrí los ojos, me dolían por la luz, pero no sabía cómo me había puesto de pie de cara a la ventana, casi poniendo las manos en el cristal, suerte que me paró la profesora. Todos me estaban observando, pero no pude decir nada, me entró una vergüenza que simplemente sonreí y me volví a sentar en mí lugar, intentando volver a mis quehaceres.

Uriel se partía solo a mí lado de rodillas, mientras que yo intentaba dibujar una casa en el dibujo, algo que no sabía ni por dónde empezar. Finalmente sonó el timbre de las cinco de la tarde, la libertad acababa de empezar, aunque fuesen solo por dos días. Recogí mis cosas, metí la bata en la mochila y después de abrigarme me fui en la fila con los demás compañeros. Salimos hacia el patio cubierto, tenía que esperar a que mi mamá me viniese a buscar, que curiosamente llegaba algo tarde.

Mientras que me estaba preocupando porque no volvase a ocurrir eso que pasó hacía un par de cursos atrás, la Carmen se acercó a mi para hablar conmigo.

-        ¿Todo bien, Laia?- preguntó.

-        Si, estoy esperando a mi mamá, hoy me toca ir a la piscina.- le dije.

-        ¿Haces natación? No me contaron tus papis…- respondió Carmen.

-        No, es porque esta semana empecé a ir al Tripijoc, ¿le suena?- le dije.

La Carmen se quedó reflexionando unos segundos, pero al final terminó afirmándolo con la cabeza.

-        Resulta que hoy toca piscina, aún no sé los horarios del centro, porque literalmente empecé ayer.- le respondí.

-        No pasa nada. ¿Te lo pasas bien allí?- preguntó.

-        Si, me gustó mucho. Es otra cosa diferente, y lo diferente parece divertido.- dije.

Nos pusimos a reír, Uriel hablaba con el ángel guardián de la Carmen, una angélica hermosa, con pelo rubio hasta media espalda y ondulado, llevaba una túnica blanca hasta las rodillas con una inicial con la letra “I” bordada en un lateral de la túnica en color azul clarito, le quedaba hermoso. Supuse que era la inicial de su nombre o su congregación angelical.

-        ¿Le puedo decir algo, profe?- le pregunté.

-        Claro.- respondió.

-        Le quería dar las gracias, porque este año me está gustando mucho y por primera vez, no quiero terminar el curso. Usted es una profe genial, se nota que le gusta lo que hace y es muy buena.- le dije con el corazón.

-        ¡Ay, muchas gracias Laia!- dijo casi emocionada, lo hacía con facilidad que bonita.


Mamá llegó solo diez minutos tarde, como siempre con prisa de ir a casa, me despedí de la Carmen y me fui con ella, Uriel se vino conmigo obligatoriamente. Según lo que le habían dicho, a las seis teníamos que estar en las piscinas de Manlleu, que no sabía en esa edad si estaban cerca o no de casa, pero todo parecía que no, porque como mi mamá no manejaba auto, teníamos que ir caminando cruzando la ciudad. Así que llegué a casa, me cambié, me puse el bañador debajo de la ropa, mientras que ella terminaba de organizarme la bolsa de natación, entonces, merendaba algo rápido, un zumo de melocotón y una tostada con jamón de York (nosotros le llamamos Dulce solo en Cataluña).

El camino desde casa hasta las piscinas me pareció bastante largo, supongo que mis pasos eran pequeños, normalmente mi madre literalmente parecía que me arrastraba paso a paso, porque ella tiene las piernas muy largas y casi tenía que correr, en plan como los perros corren al lado del dueño para ir al mismo ritmo, porque cuando ella daba un paso, yo tenía que hacer tres como mínimo y uno tenía que ser un saltito, aunque iba de la mano de ella, me asustaba caerme y darme de morros contra el suelo.

Era extraño llegar puntual con mi mamá, pero ese día lo conseguimos. Nos esperamos junto a la madre de Jesús, porque los monitores aún no habían venido, ese día solo tenía que venir la Maribel con otra compañera, también llamada como ella, pero le llamábamos Morales, su apellido. En realidad era la psicóloga que solía venir al centro cada dos meses para entrevistarnos de cómo nos iba todo. Eso lo supe por los compañeros que hablaban de ella, antes de entrar a dentro de las piscinas. Mamá se quedó conmigo hasta que las dos monitoras llegaron con más compañeros, entonces ella se fue, me dio un besito y me dijo que papá me vendría buscar a las ocho de la tarde allí mismo.

Nada más pasar la puerta de dentro, la humedad del lugar empezó a invadir mí cuerpo hasta tal punto de que empecé a sudar. Las monitoras hablaron con el recepcionista, entregaron una tarjeta y el mismo recepcionista que me quedé mirándole, nos dio paso, porque se suponía que era un lugar de deportes, pero el recepcionista tenía sobrepeso de tal forma que incluso era perjudicial para su salud, le llamaban Manel y solía fumar puros habaneros (en ese tiempo se podía fumar dentro de recepción). Nos sentamos en los bancos y nos quitamos los zapatos, para ponerlos en cubículos de madera, también los calcetines para entrar en el recinto con chanclas.

En la siguiente sala, hacía aún más calor, separados por hombres y mujeres, entrabamos al vestidor, allí dejábamos la ropa y la bolsa para quedarnos, con el bañador, el gorro de piscina, la toalla y las chanclas. Ya no tenía calor, aunque notaba la temperatura alta como si fuese Julio, antes de bajar por las escaleras (teníamos que seguir el circuito) nos tacaba mojarnos en las duchas, luego bajamos las escaleras y esperamos a los chicos, entonces, el grupo volvió a unirse y seguimos el circuito.

En ese tiempo Manlleu no tenía piscina de invierno, usaban la misma del verano para ambas épocas, lo que pasa que en invierno rodeaban la piscina como si fuese un gran globo blanco de aire para mantener el lugar calentito. ¿Saben esas películas en que los personajes se contagian de algo radiactivo y les ponen en tiendas de aire aisladas del mundo? Pues algo así sentía cuando iba a la piscina, tanto con el colegio como en el Tripijoc. A veces cuando veía la puerta giratoria pensaba, la cellarán en cuanto pase y me dejarán aquí encerrada hasta vete tú a saber cuándo. Pero luego recordaba que yo no estaba infectada y se me pasaba, solo era una imaginación o a veces me imaginaba que nos llevaría a una nave e iríamos de viaje por el cosmos, pero también era demasiado tentador para chicos de esa edad.

Al cruzar la puerta giratoria, simplemente esperábamos a los demás, la Maribel nos indicaba en qué carril nos tocaría estar, siempre era en una punta para tener más aceso a poder salir del agua, y más fácil para todos. Puse la toalla en el banco y me quité las chanclas, esperé a lo que dijeran las monitoras, pensaba que haríamos ejercicios de natación como en el colegio.

-        ¡Vayan a jugar, a las siete y media todos a las duchas!- dijo la Maribel.

La multitud se fue corriendo hacia el extremo de la piscina, el lugar dónde cubría poco, para agarrar flotadores y objetos para jugar. A mi me sorprendió porque estaríamos todo el rato jugando, algo que deseaba hacer desde hacía mucho tiempo. Así que con Uriel nos fuimos a buscar un churro de plástico y nos fuimos a la mitad del carril, en cuanto iba a saltar, noto que alguien me agarra del brazo.

-        Disculpa Laia, pero ¿sabes nadar?- me preguntó la Morales.

-        Si, obtuve el caballito amarillo en el cursito del colegio.- le dije.

-        Perfecto. De todas formas, no te vayas mucho al hondo, ¿ok?- me dijo la Morales.

-        Ok.- le dije.

Ella me soltó y con Uriel saltamos al agua como dos niños riendo y disfrutando, nos fuimos nadando hasta casi al fondo, porque queríamos estar en paz. Me puse el churrito en plan sillita y así no tenía que nadar tanto, podía relajarme, Uriel también se agarró uno para él.

-        Mi amor, te informo de que el Chico ya ha llegado a Amsha. Hace un rato me lo ha confirmado Amsharah. ¡Ya lo tienes en Gaia! – dijo Uriel contento.

-        ¡Qué bien! ¿Podremos ir hoy a verlo?- le pregunté.

-        Si, no te preocupes. – respondió Uriel.

¡Qué maravilla poder jugar y hablar con Uriel en la piscina! Ese tiempo valía oro en mí corazón. En algunas ocasiones, Jesús por ser tan alto, venía dónde estábamos sin nadar, de hecho él no sabía porque de pequeño le operaron las orejas y el médico le aconsejó que no buceara, así que jugaba con él con juguetes que se había traído, serpientes de plástico aptos para el baño.

-        ¿Por qué te operaron las orejas?- le pregunté, tenía curiosidad.

-        Nací con un problema en el cerebro y me tuvieron que operar- informó Jesús.

Entendí que había nacido con una enfermedad muy grabe en el cerebro, y en esa operación le ayudaron a poder moverse, porque al parecer tenía como un tumor benigno que le afectaba a la zona motora, el habla e incluso se podía quedar sordo y ciego de un ojo. Al operarlo, solo se quedó con una secuela, discapacidad intelectual, hablando en términos un poco menos ortodoxos, Jesús tiene la mentalidad de cinco o diez años menor de lo que debería.

-        Mucha gente no quiere estar conmigo, porque no soy como ellos.- comentaba sin dejar de jugar.

-        Yo si que quiero ser tu amiga, Jesús. Para siempre.- le dije con una sonrisa de comprensión, él se alegró y me dio la mano para chocar mis dedos, le respondí y a partir de ahí fuimos muy buenos amigos.

Por favor, no digan “¡ay pobre!” porque de pobre nada. Las personas que nacemos con obstáculos, no deberíamos discriminarlos. Yo nací con un problema en el habla por culpa de no nacer con paladar ni campanita, oficialmente no soy discapacitada, pero si hubiese tenido más secuelas, seguramente que lo sería. Solo por hablar diferente, me declararían incapacitada por ser diferente a los demás, a los que llaman “niños sanos”, cuando el problema de la humanidad que tiene más grande, es que no para de “discriminarse entre sí” y no decide “amarse”. Si un niño o niña decidió nacer con dificultades, deberíamos aplaudirlos porque su labor es muy importante ¿saben?


Uno de los motivos básicos que pasan por ese obstáculo, es porque como ya deben saber, ninguna familia está limpia de “pecado”, a ver no quiero ponerme religiosa, me refiero a que ninguna familia es “perfecta” esas imperfecciones ayudan al patrón familiar a resolver los traumas que se hayan ido ocasionado desde el primer familiar con el apellido, hasta la actualidad. Decidir nacer con Síndrome de Down, por ejemplo en el universo se le llama purgador de traumas emocionales densos familiares y aquí ¿discapacitado intelectual?

Ya con nada más nacer, la sociedad ya no le acepta tal y como es, sus padres sí, pero lo que en el futuro será algo para la sociedad, está “catalogado” a ser ¿jardinero, ayudante de kellys o algo que él no quiere ser? Supongamos que el niño decide ser médico, a pesar de tener Síndrome de Down tiene el mismo derecho que cualquiera para serlo, ¿por qué no lo ven igual ustedes? ¿Y se creen que están evolucionando discriminando a tanta gente? ¡Perdón pero no lo acepto, lo tenía que compartir!

Recomendación: Serie Un Paso Adelante (Netflix). 

HR.

HERO&Corporation.

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