sábado, octubre 09, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 106 y 107 [2T]

 Capítulo 106:


Jesús se cansó de hablar conmigo y se volvió a sus juegos más en el lugar dónde él estaba más cómodo porque no cubría, así que con Uriel nos fuimos hacia el fondo, nadie se percató de a dónde iba, mientras que seguía charlando con Uriel de nuestras cosas.

-        ¿Por qué hay tantos límites en este mundo y la humanidad se esconde en ellos?- le pregunté estaba bastante preocupada por la conversación con Jesús y me sentía bastante indignada a pesar de que yo tuve una mano divino para poder ver estas cosas e intentar solucionarlas a nivel colectivo.

-        Para entenderlo, primero debes entender los límites para qué sirven. ¿Alguna vez en tú vida te has encontrado con un límite? – me preguntó Uriel.

No me di tiempo a pensar y contesté que no, pero la cara de Uriel me invitaba muy amablemente a reflexionar sobre ello, así que hice memoria.

-        Tengo uno que me da mucha rabia, porque tengo un cuerpo de niña pero me entero de todo lo que pasa a mí alrededor, cuando los adultos me ocultan sus cosas, me siento inferior y me enojo. ¿Por qué estoy viviendo así?- le dije.

-        Tus padres han crecido pensando que los niños no deben preocuparse por las cosas de los adultos, porque piensan que los niños son inocentes y no saben nada más allá de lo que aprenden en la escuela. – comentó Uriel.

-        Me da rabia que hagan eso. – dije.

-        ¿Por qué? – preguntó Uriel inclinando la cabeza hacia un lado.

-        Sé que no puedo compartir nada de lo que estoy viviendo, pero a veces pienso en el momento en que sí que pueda, y me da miedo de que no acepten lo que significa mi mundo. Tengo miedo que ellos me digan que no tengo derecho a vivir así y me juzguen para lastimarme aún más. – dije algo triste.

Uriel se acercó a mí flotando en el churro y me pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros, apoyé la cabeza en su hombro unos segundos, hasta que recordé dónde estaba, volví a ponerme normal y miré si alguien nos había visto. Curiosamente todos estaban haciendo sus cosas y no vieron nada.


De repente alguien me agarró del pie derecho y tiró de mí muy fuerte, provocándome saltar del flotador e hundirme en el agua, quién me agarraba el pie lo hacía con fuerza, no me había dado tiempo de agarrar el suficiente aire como para aguantar tanto rato, miré hacia arriba, y vi a Uriel buscándome, se me escaparon burbujas de aire, miré hacia abajo. ¡Mierda!

Tenía algo atado en el pie que me tiraba hacia abajo, era muy pesado, parecía una cuerda roja, pero no sabía de dónde había salido, me agaché e intenté desengancharme, pero cuando lo tocaba, salía como una energía parecida a la electricidad.

-        ¡No te escaparás! – decía una voz en mí cabeza, la reconocí. Mierda…

-        ¿Gämael?- pensé.

-        ¡Esta vez me tendrás que escuchar! – gritaba en mí cabeza, la conversación era telepática.

Antes de poder decirle nada, otra cuerda roja me rodeó el cuello y apretó tanto que no podía ni retener el poco aire que tenía en los pulmones, noté la presencia de Gämael detrás de mí, él después me rodeó sin tocarme y sonrió.

-        ¡Mírame! ¡Mira lo que hiciste aquel día! – dijo Gämael acercándose.

Daba repelús tenía media cara quemada y casi todo un brazo calcinado también, al parecer me culpaba él a mí de esos daños, que se los provoqué yo cuando quise salir de la posesión.

-        No pude hacerlo de otra forma, no te quería en mí, Gämael. ¿Es por eso que has matado al padre de mi llama gemela? ¿Me culpas a mí de que me poseyeras o de que yo soy más fuerte que tú?- le dije ya desesperada y directa, quería respirar y volver a la superficie.

Escuché como alguien saltaba al agua, miré hacia arriba y vi a Uriel que me venía a rescatar, pero antes de que pudiera agarrar mí mano, Gämael sin tocarlo le empezó a atacar agarrándole de un brazo.

-        Voy a por ti y a por los tuyos. Solo quería que supieras, que sus muertes caerán sobre tus espaldas, quiero hacerte sufrir hasta que me supliques trabajar para mí. – dijo Gämael.

Gämael se transformó en una especie de nube viscosa en medio del agua, que rompió las cuerdas rojas al mismo tiempo dejó que Uriel dejase de estar inmovilizado, Uriel nadó hacia a mí, me agarró de la mano y me sacó a la superficie. No quise estar más tiempo en el agua, Uriel me llevó hasta la orilla y me dejó con medio cuerpo fuera del agua, pero me agarré a él y me salí del todo. Él se sentó en el bordillo, nos quedamos en silencio esperando recuperar el aliento los dos, me apoyé en su hombro suavemente. En el momento en que ya quería volver al agua, las monitoras nos hacían salir porque había que ir a ducharse y cambiarse de ropa.

En cuanto llegué a la ducha, me quedé un rato bajo el agua caliente pensando en que podía haber muerto, pero también en lo que había dicho Gämael. Uriel no quiso sonsacarme nada porque él me veía que no estaba en condiciones de hablar, así que se puso de espaldas en lo que debería ser la puerta de la ducha con la toalla, esperándome a que terminase. Me sentía tan mal, que me fui a cambiarme en el baño, no me gustan los vestidores, me siento muy incómoda.

Una vez ya eran las ocho, salimos al exterior a esperar a que viniese papá a buscarme, él solía venir pronto siempre, pero ese día se tardó un poco, fue el tiempo suficiente para hablar en un rincón con Uriel susurrándole para no levantar sospechas.

-        Uriel, tenemos un problema. Hay que avisar a Jacob.- dije.

-        ¿Qué te ha dicho? – preguntó Uriel su rostro se volvió serio y pensativo.

-        Me ha amenazado a mí y a la familia, a ellos de muerte, a mí solo quiere que trabaje para él.- le comenté.

-        No te preocupes, les protegeremos a todos. – dijo Uriel y se puso con sus anillos a llamar a toda la galaxia.

Entonces vino mi papá, me subí en el auto atrás y me fui a casa. En realidad, dejamos el auto a casa y nos fuimos hacia el bar Nuremberg a tomar algo con mis tíos, entre ellos el Titi. En cuanto le conté lo que había pasado, me abrazó tan fuerte que podía fusionarme con él.

-        Lo siento mucho, querida… ¡Lo habrás pasado muy mal! – comentó el Titi.

Estábamos a solas en la calle, mientras que los familiares estaban hablando con otros amigos, antes de entrar a dentro y tomar algo. No les dije nada a mis padres, obviamente que no podía hacerles eso. Pero estaba muy asustada. Durante varias noches no pude pegar ojo, me costaba incluso entrar al viaje astral, así que eso retrasaba el reencuentro en 5D con el Chico, con las ganas que tenía, pero la culpa que me concomía por dentro, porque tal y como dijo Gämael, la muerte de su padre en realidad había sido por culpa mía.


Finalmente pude entrar al viaje astral, a pesar de que tenía que ir a clase, le insistí a Uriel que me llevara a ver al Chico, no tuvo más remedio que acompañarme. Tenía muchas ganas de verlo, pero tenía que compartirle que yo también estaba en peligro y mi familia, pero al parecer sería complicado que me sucediera lo mismo que a él.

-        ¿Por qué no puedo adelantar mí ascensión, Dary?- le pregunté mientras que salíamos de la estación de transporte y nos dirigíamos hacia la ciudad de Amsha.

-        Hay varias razones, pero principalmente hay una ley que firmaron antes de encarnar, dónde obligatoriamente uno de los dos tiene que permanecer en 3D a pesar de las adversidades, hasta que todo lo que viniste a hacer lo hayas hecho. – Informó Uriel.

-        ¿Y mi familia?- le dije.

-        Estarán a salvo bajo nuestros brazos. Hemos doblado la seguridad y la protección en cada miembro de tú familia, tanto por la parte de tu padre como la de tu madre. Todos están protegidos por los mejores ángeles y Maestros Ascendidos. Gämael le costará cercarse a ellos, para lastimarte. – respondió.

Me detuve y le solté la mano, le miré cuando Uriel se volteó a verme.

-        Esto no es justo.- susurré.

Uriel acarició mi mejilla, me dio un beso en el pelo, me agarró de la mano y seguimos caminando. La imaginación se me disparó enseguida, pensando en las miles de formas de intentar proteger a los míos, de a poco me iba enojando cada vez más y no sabía ya como respondería si lo volvase a ver. Primero se quiso aprovechar de mí vida, ahora me intenta matar y además amenaza a los míos… me estaba hartando de ser la buena de la película.

En el momento en que ya entrabamos en el jardín de delante de la casa…

-        Si se acerca Gämael, le patearé el culo.- susurré.

Escuché la risa de Uriel, al parecer me había escuchado.

-        Sería divertido verlo, pero nosotros somos los buenos, no lo olvides, mi amor. No hacemos eso. – advirtió Uriel.

-        ¡Me da igual! ¡Nadie amenaza a los míos!- dije.

Me avancé y llamé al timbre. Gabriel abrió la puerta, pero ni le dije nada, subí las escaleras al ver que no estaba en el salón y me fui a la habitación del Chico, llamé a la puerta, escuché su voz que me dejaba pasar, la abrí y me lancé a la cama dónde estaba el medio dormido a abrazarlo.

-        ¿Estás bien, preciosa?- preguntó el Chico.

Le conté lo que había pasado, al parecer Gabriel no le había dicho nada y me enojó aún más…

-        ¿Alguna vez Gabriel juega a tú favor o qué?- dije de malas formas.

El Chico arrugó la frente.

-        Siempre, seguramente que se le habrá olvidado.- dijo el Chico.

-        ¿Algo tan grave?- repetí alzando más la voz.

-        ¡Cálmate, mi flor! No le eches la culpa a Gabriel. Entiendo cómo te sientes, yo estuve muy mal cuando Gämael mató a mi padre, me sentía muy desprotegido.- dijo el Chico.

-        ¿Cómo lo mató?- dije curiosa pero me quise calmar.

El Chico se sentó en la cama, yo estaba dando vueltas por la habitación, nos miramos a los ojos y me propuso sentarme a su lado, así que le hice caso.

Capítulo 107:

No podía dejar de mirarle a los ojos, mientras esperaba a que me contase esa historia que sabía que no me iba a gustar, pero sus ojos una vez más me atraparon en un estado de calma, amor y paz. Como si volvase a casa después de haber estado fuera durante mucho tiempo, el corazón lo sabía, pero la mente se volvía loca con las dudas y dudas que se le presentaba y no me dejaba disfrutar de esas imágenes en paz.

-        El último fin de semana de Noviembre, nos fuimos al pueblo de mí abuela, a la casa de mi padre en Vilanova de Alcolea, en la comunidad Valenciana. Porque mi abuela había preparado una comida familiar. Nosotros íbamos a pasar cuatro días allí, porque mi padre había agarrado vacaciones y yo me perdería dos días de clase.- empezó a explicar.

No sabía dónde era Valencia, pero de repente se volvió un lugar dónde me moría de ganas de visitar, solo sabía que estaba dentro del país de España, intuí enseguida que estaba cerca, pero con el tiempo supe que está a 400km de distancia y me puse algo mal.

-        La noche antes de la comida familia, mi padre se despertó en la madrugada para ir al baño. De repente se escuchó un ruido extraño que nos despertó a todos, tenía miedo, pero mi hermano estaba en la otra habitación, así que salí para estar con él. Para ir a su habitación tenía que pasar por un pasillo que estaba cerca del salón. En cuanto llegué…- se quedó en silencio, vi que le brotaban lágrimas de los ojos, le agarré de la mano, él se tomó su tiempo y prosiguió.- vi a Gämael que lo agarraba del cuello y lo alzaba lo suficiente como para que mi padre no pudiese respirar. Le reconocí, por lo que me habías dicho, así que grité su nombre y bajé las escaleras tan rápido como pude…- volvió a hacer una pausa, se secó las lágrimas con las yemas de los dedos, inspiró profundamente por la nariz y prosiguió.- en cuanto llegué al pie de las escaleras, Gämael soltó a mi padre, dándose un fuerte golpe en la cabeza. Los médicos dijeron que había sido un accidente, que se tropezó y al caerse se dio mal en la cabeza, pero las manos de Gämael se le habían quedado marcadas en el cuello, por eso el caso fue llevado como un homicidio.- explicó.

-        Lo siento mucho, soy demasiado terca a veces, me lo tomo demasiado a pecho, Chico… disculpa por ser tan así, pero ¿entiendes lo que me pasa? No quiero que maten a ninguno de mis familiares, y me da mucha rabia que yo tenga que quedarme en 3D, sin que pueda decirles a mis padres lo que pasa realmente y que tienen que tener mucho cuidado a partir de ahora, porque Gämael se puede presentar en cualquier momento.- confesé, dándole un abrazo, le rodeé por la cintura y él simplemente lo aceptó, nos apoyamos mutuamente en los hombros del otro.

-        No te preocupes, superaremos todo esto juntos, ¿de acuerdo? Desde aquí tengo acceso a todo lo que sucede en la 3D, si veo algo relacionado, te lo haré saber ¡te lo prometo, mi flor!- dijo el Chico.

-        Gracias, servirá de algo que estés aquí. Por cierto, ¿cómo ha quedado el caso al final, han encontrado al culpable?- le dije.

Dejamos de abrazarnos y nos miramos a los ojos, de nuevo como siempre me hipnotizaron.

-        Obviamente no les podíamos decir a la policía quién había sido, violaríamos demasiadas reglas. Así que les dijimos que no conocíamos el joven que había hecho eso, solo que entró por la puerta de la cocina y todo ocurrió sin más. La policía interrogó a todo el vecindario, pero al parecer el caso se cerró sin culpable.- informó el Chico.

-        Que mal, no poder decir nada. Así es como me siento ante mis padres, cuando regreso de IÓN, y más si llevo buenas noticias, como si he aprobado los exámenes finales o cuando conseguí volver a la Unidad de la Guardia. Duele mucho tener que guardarse esto, a veces me siento como si viviera dos vidas muy distintas en una sola… y no me gusta cómo me hace sentir…- le confesé.


Nos volvimos a abrazar, pero cuando nos miramos a los ojos, estábamos tan cerca uno del otro, algo que nunca había pasado. Fue extraño pero el corazón latió muy fuerte y empecé a tener bastante calor, a pesar de que la 5D siempre es primavera. Nos quedamos así, con la respiración agitada, en un silencio, olvidándonos de dónde estábamos, incluso de lo que estábamos hablando.

-        ¿Te han besado ya en esta encarnación o aún tus labios no tienen una firma?- preguntó el Chico arqueando las cejas al mismo tiempo que sonría ligeramente.

Yo simplemente me ruboricé y bajé la mirada, sin querer le miré los labios. Él colocó el dedo pulgar en mi barbilla y me obligó a mirarle a los ojos de nuevo.

-        No sabes la rabia que me da, haber nacido seis años antes. – susurró.

Entonces escuchamos que alguien subía las escaleras y simplemente nos apartamos, el Chico se levantó de la cama, iba sin camiseta, recogió una del suelo, y se la puso. Empezaba a estar más guapo de lo que ya estaba, arrugué la frente sin entender lo que pasaba, pero fue todo un espectáculo.

Llegó la hora del desayuno, estábamos los cuatro, sentados en la mesa, repartiéndonos las tortas de maíz que había preparado Gabriel con mucho amor esa mañana. Uriel empezó a montar su plato con una torta de maíz, uvas moradas y finalmente untó la torta con una base de crema de leche vegetal que habían conseguido de hacer a través de la soja.

La mesa era para ocho, pero solo ocupábamos cuatro asientos, delante tenía al Chico, a mi lado estaba Uriel y al suyo Gabriel, era de las pocas veces que había visto a Gabriel sin la parte de arriba de la túnica, también estaba en forma, todos lo estaban.

-        ¿Hay gimnasio por aquí?- comenté.

-        No, ¿por qué?- contestó Gabriel.

-        Es curioso pero, nunca he visto un Ser de Luz con problemas de obesidad.- dije.

-        ¡Buena observación, Laia!- dijo riéndose Uriel.

-        Solemos estar en forma, quizás sean los entrenos que nos echamos para poder protegeros como es debido.- comentó Gabriel mientras bebía de su jugo de arándanos.

El Chico empezó a reír yo me contagié sin quererlo.

-        Parece que vivir en la 3D sea como antiguamente, ¿no? Me refiero en aquel tiempo en que los hombres iban con armadura y caballo, para luchar contra las Conquistas de sus tierras.- comentó entre risas el Chico.

-        Algo así pero más moderno…- dijo Uriel.

Nos echamos a reír los cuatro un buen rato, bromeando sobre ese tema.

-        Sí, ahora los que luchan no se hacen llamar caballeros, ni usan espadas, pero visten de Prada y amenazan al mundo con guerras con misiles y armas de fuego.- comentó sarcásticamente Gabriel.

-        ¿Por qué hay guerras en el mundo?- pregunté.

-        Porque los hombres siempre han querido mostrarse fuertes ante su clan.- dio sarcásticamente Gabriel.

-        ¡Venga hermano, que lo dice en serio ahora!- le gritó Uriel normalizando la situación.

-        Arriba dicen que las guerras son malas, porque provocan muertes y separación- dije.

-        Algo de cierto es, pero las guerras no son ni buenas ni malas. Si lo ves todo siempre des del mismo punto de vista, no conseguirás saber porque ocurren. Es cierto que en este tiempo, la lucha sigue siendo el plato de cada día, pero pronto van a usar otras herramientas más factibles. El sentido de la lucha, solo ha servido para ver quién era el fuerte y el débil.- comentó Gabriel.

-        ¿Es una herramienta de control?- preguntó el Chico.

-        Ellos piensan que si, pero no.- respondió Uriel.

-        ¿Por qué no?- dijimos al mismo tiempo el Chico y yo.

Me puse a pensar y me di cuenta de que en esta encarnación todavía no había visto ninguna guerra ni un conflicto armado que pasase en el mundo, pero tenía la sensación de que había participado en ellas cuando estaba encarnada en otras vidas. Entonces volví a sentirme algo mareada y supe que estaba recordando algo de otra vida…


Me encontraba tumbado en el suelo, con la respiración agitada, no estaba en casa ni en esa casa dónde vive ahora el Chico. Me encontraba en medio de la calle, hacía calor y era de día, tenía algo pesado encima por la zona de la barriga, miré y vi que era un cadáver de un hombre que se estaba pudriendo encima de mí. En mi mano derecha tenía una espada, aparté el muerto a un lado y me puse de pie, miré como iba vestido. Era un hombre, con el pelo ondulado negro hasta los hombros, tenía barba y bigote algo largos, vestía como si fuese de año 1600 y parecía que fuese Inglaterra.

Caminé por las calles estrechas, había un silencio que atemorizaba a la población, luego llegué a una pequeña plaza y reconocí a otro hombre vestido como yo, pero con la caballera de rubio, mi corazón me hacía creer que ese hombre era la reencarnación del Chico de ojos verdes. Me acerqué a él y reconocí esos ojos hermosos.

-        ¿Estás herido?- me preguntó.

-        No, la sangre que ves no es mía. Me he tenido que esconder en un montón de muertos para que no me vieran.- le dije.

-        Vamos.- dijo, pero le paré del hombro.

-        ¿Y los demás?- le pregunté.

-        Han muerto. Tenemos que irnos, antes de que los ingleses nos atrapen y terminemos en la horca.- dijo el Chico.

Nos fuimos corriendo, intentando que no nos vieran, los ingleses nos estaban buscando y no parecían muy amigables por lo que habíamos hecho. Todas esas muertes, eran responsabilidad nuestra, por el conflicto que habíamos causado, en un intento de conquista de los ingleses en Irlanda.

Cuando regresé miré al Chico directamente a los ojos, él estaba riéndose por algo que habían comentado en la mesa, pero yo no estaba por la labor, así que comí el desayuno rápido, me despedí del Chico y junto a Uriel nos regresamos a Manlleu.

Me desperté de buen humor para ir al colegio, ese día nos íbamos de excursión porque era San Jordi. Por primera vez, íbamos a estar fuera de la ciudad en este día tan especial, pero me ponía contenta porque era una excursión diferente, una caminata de Manlleu a Llafrenca, unos 5km aproximadamente. El punto de encuentro era el colegio, me alegré que esta vez Sergi había elegido venir, normalmente él en las excursiones no venía, se quedaba en casa.

Empezamos a caminar con muchas ganas, porque era un día diferente, no sabíamos cuánto tiempo tardaríamos a hacer la ruta, pero yo me puse con Uriel y Sergi al principio disfrutando del camino. Me di cuenta de que no éramos el único curso que iba a allí, venían con nosotros tercero y cuarto. Después de abandonar Manlleu, Sergi se puso a charlar con su amigo del alma que iba un curso más arriba y nos dejó a solas. Los compañeros ya no iban tan contentos, porque empezaban a notar el cansancio y la mayoría ya no seguían con el grupo clase, se mezclaban entre los cursos y las clases, yo intentaba ir con un profesor, aunque fuese la mitad del grupo, para no perderme. Ese día empezó a hacer mucho calor y eso provocaba que el camino fuese más intenso, en un momento dado en que me encontré delante de un cruce de caminos, me giré para ver qué hacía la profe, pero me di cuenta de que estaba sola, junto a Uriel.

-        ¡Ay, que nos perdimos!- le dije, Uriel se reía.

 

PD. La última foto es la del Señor Ojos Verdes en la batalla de los 9 años en 1590 contra Inglaterra (En la actualidad se parece mucho).

Recomendación: El juego del Calamar (Netflix).

HR.

HERO&Corporation. 

 

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