sábado, mayo 01, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 83

 

-        Gabriel…- susurré.

Nadie excepto Uriel me escuchó, me quedé bastante impactada. No había vuelto a dirigirme la palabra desde aquel día en el comedor, pero verlo así me destrozó por dentro, y me pregunté ¿por qué siento esto si apenas lo conozco? Pero pensé que era normal en mí, porque no me gusta ver a la gente sufrir. No le di mucha importancia, aunque su cara se me quedó grabada en la retina, al verlo abrazado a su madre llorando, herido, ¿quién era la victima?

Entonces el resto del camino hasta casa fue condicionado por un radio-cassette de Rosario Flores que cantaba De mil colores. Esa canción describía un hombre de ojos verdes, pero solo describía los ojos del hombre, una canción que me dejó llorando en silencio, puesto que no quería darles explicaciones a mi padres de porque lloraba, porque no era por el accidente, sino por esos ojos verdes que son tan importantes en todas mis vidas pasadas y que una vez más, volvían a ser presentes.

-        Dary, ¿se puede enamorarse uno de solo unos ojos en concreto?- le pregunté una vez ya estábamos de nuevo en el cuarto, en casita.

-        El amor es tan apasionante que no te sabría decirte, mi amor. – dijo Uriel con una sonrisa de enamorado.

-        ¿Te has enamorado alguna vez?- le pregunté.

-        Así es y lo sigo estando. – contestó algo sonrojado.

-        ¿De quién?- le pregunté, estaba demasiada intrigada.

-        De mi mujer. – contestó mostrando los dientes perfectamente blancos.

Esa fue la primera vez que supe que él estaba casado, pero no quiso darme explicaciones de quién era.

-        ¿Por qué nunca me cuentas cosas sobre ti?- le pregunté.

-        Pregunta lo que quieras y yo te responderé, mi amor. – dijo.

-        ¿Qué es tu mujer, humana, ángel… maestra…?- le pregunté.

-        Ángel. – dijo.

-        ¿Tienes hijos? – le dije.

-        Sí, un hijo. – contestó con los ojos brillantes acorde con su sonrisa.


Esa misma noche, mientras que esperaba en el andén para ir a IÓN, no encontré al Chico por ningún lado. Cuando llegó el metro, me quedé con Rita, me quedé preocupada porque era raro que no viniese, le habría pasado algo. De todos modos no perdí la esperanza en que quizás al volver, él estaría. Pero tampoco vino. No perdí la esperanza y al día siguiente volvió a ocurrir, tampoco vino y así hasta casi toda la semana y sin avisar en ningún momento.

Al quinto día, vi a Gabriel en la estación de París que caminaba velozmente para alcanzar un metro muy lejos al que yo solía agarrar, pero no pude evitar echarme a correr y pararle los pies, lo conseguí pero me costó un poquito, Gabriel se detuvo a esperarme.

-        Laia, ¿qué te pasa? – preguntó el arcángel.

-        Gabriel, ¿dónde está el chico? Lleva cinco días sin venir… ¿le ha pasado algo?- le dije preocupada.

La cara de Gabriel le cambió de amabilidad a misteriosa, pues parecía que sabía lo que había pasado pero como que no quería contarme nada.

-        No te preocupes, él está bien… solo necesita tiempo… - dijo.

-        ¿Tiempo? ¿Para qué?- dije.

-        Él te va a contar, el lunes ha prometido ir a clase. Él te contará. Ahora tengo prisa, lo siento. – dijo, me dio un abrazo y se largó.

Cuando ya no le podía escuchar él se giró, se detuvo.

-        Recuerda lo que te dije… - escuché en mi corazón con la voz de Gabriel.

Dije que lo había comprendido con un gesto con la cabeza y él se marchó, pero no me vino hasta que recordé que tenía que pasar algo antes de su ascensión. Esa cosa que desconocía que era, ya había pasado, eso quería decir que en dos meses se iba a ir a 5D. Me eché a llorar allí mismo, mientras que intentaba volver al andén que me tocaba, no paré de llorar hasta que llegué a IÓN. Tampoco quise estar con nadie, me fui a clase solita y me senté lejos de los amigos.

Agarré el cuaderno y empecé a dejar el lápiz suelto en mi mano haciendo garabatos y sin quererlo me puse a dibujar unos ojos que ni sabía que tenía tanto talento dibujando, puesto que en la superficie me iba más el dibujo abstracto. Reconocí esos ojos, evidentemente eran del Chico pero no sabía porque empecé a pensar con Gabriel el niño de la superficie, ¿estaría por aquí? Algo me decía que también era un conectado, pero nunca lo había visto por el andén o en IÓN… pero luego pensé, si tenía doce años ya no estaría en este lugar estudiando. Incluso por un instante pensé que eran la misma persona, pero como el pelo era diferente, lo dejé correr.

-        Lindo dibujo. – dijo el duende Garol que se dirigió hacia mi pupitre con cara de que me había pillado soñando cualquier cosa.

-        Lo… siento…- dije mientras que cerraba el cuaderno y dejaba el lápiz a un lado de la mesa.

-        No, espera… dibujaste a… si, lo dibujaste a él, ¿cierto? – preguntó.

-        ¿Perdón? – dije, se me escapó.

-        Si, ¡así es! Lo dibujaste… ¡wow! Pensaba que ya no te ibas a acordar… pero estaba equivocado… - dijo.

Garol agarró el cuaderno y empezó a buscar el dibujo, pero no era el único, en los últimos días había dibujado varias veces lo mismo, incluso me sorprendió porque no recordaba haberlo hecho.

-        ¡Clase, presten atención un segundo! – dijo Garol mientras que se iba con el cuaderno hacia su mesa y mostraba a los compañeros mis dibujos.

-        No, no, no…- susurré, ¡qué vergüenza!

-        Este es el ejemplo que les conté ayer. Dibujar canalizando a alguien que les tenga prendido por completo, es fusionarse con ese ser que en realidad es la cara B de lo que ustedes son. En la vida les darán tiempo para hacer muchas cosas, pero cuando se trate de encontrar a sus propios espejos, será en forma de cualquier cosa, un dibujo canalizado, una señal del universo… o cualquier cosa. Así que este es el ejemplo perfecto de lo que les conté ayer, vuestra compañera Laia lo entendió perfectamente que a través del dibujo, tu llama gemela y tú se comunican. Miren, aquí se ve el ojo perfectamente, pero si miran el siguiente, en el iris verán que se refleja algo… ¿ven? – dijo Garol a la clase.


Me quedé sin palabras cuando vi que en el siguiente dibujo tenía razón, había dibujado el iris más grande y dentro dibujé sus manos en el cristal del metro, algo que últimamente me fijo mucho cuando hablamos de nuestras cosas. Pero no recordaba haber hecho eso… se veía tan nítido, que jamás pensé que se podrían comparar como obras de arte.

-        ¿Qué significa entonces?- dije.

-        Eso lo tendrán que saber ustedes dos. Estas señales solo lo pueden leer ustedes dos. – contestó.

-        ¿Por qué?- dije.

-        Porqué él es tú ventana y tú eres su ventana al mundo. Pero ambos unidos en un solo latido del corazón. – dijo.

Al final de clase Garol me devolvió el cuaderno, entonces me fui al comedor junto a Rita y comí algo, aunque no pude dejar de mirar y repasar los siete dibujos de sus ojos que había canalizado.

-        ¿Has entendido a Garol hoy?- le pregunté a Rita.

-        No, ¿y tú?- contestó ella mientras se comía un sándwich de atún.

-        Tampoco, pero es curioso, hace cinco días que el Chico no viene y desde entonces que no he parado de dibujar esto… ¿qué significará?- dije arrugando la frente como si fuera un detective de las series que mi madre estaba enganchada en esa época.

Repasé los cinco ojos que había dibujado a lápiz, y vi que era como una historia encadenada, en el primero era un ojo dónde el iris mostraba unos labios perfectos y carnosos, sus labios. En el segundo eran sus manos, en el tercero un pájaro, en el cuarto una guadaña y en el quinto su mano y la mía agarrados.

Como era de esperar no podía llevarme el cuaderno a casa, porque siempre antes de irnos teníamos que dejar todo el material en nuestras taquillas que eran propiedad de la institución igual que los cuadernos y se nos prohibía sacarlos del recinto. Pero me entraron ganas de hacer una locura y llevármelos, pero ese tipo de cuadernos no se podía. Quería analizarlos con Uriel, así que antes de irme aquel día, me fui a administración a ver si me podían permitir llevarme una copia. Allí me atendió una angélica llamada Escarlata, el nombre fue extraño porque nunca lo había escuchado pero me resonó en el corazón.

-        Lo siento pero no es posible llevarse ninguna copia del recinto. – dijo Escarlata.

-        ¿Puedo saber si el lunes cuando regrese esto seguirá aquí? – pregunté.

Escarlata miró en una pantalla holográfica que había encima de la mesa, me quedé en silencio esperando su respuesta.

-        No creo, hay una programación de revisar los cuadernos en unas horas. Seguramente que el sistema va a archivar los dibujos en caso que no hayas terminado. – dijo.

-        Ya terminé.- dije.

Escarlata se disgustó por mí, no se podía hacer nada. ¡Qué mierda! Me fui al metro muy disgustada por el sistema de archivo que tenía la institución, la única forma de conseguir esos dibujos una vez archivados era aprendiendo como son las claves que se usan para guardar los recuerdos en los registros Akashicos. Algo que en ese tiempo para mí estaba muy lejos de mi alcance, en la actualidad algo aprendí pero aún no pude.

Esos cuadernos eran lo que ahora se dirían tablets, pero en ese tiempo cada semana pasaban una revisión y todo quedaba archivado, eso quería decir que el lunes el cuaderno parecía nuevo, solo si habías terminado los trabajos, tareas e incluso dibujos o escritos canalizados. De este modo no gastabas tanto espacio, solo tenía acceso el guardián de Akashicos que desde tú primera vida trabaja, guardando tus recuerdos. Ya saben que Agartha tiene una tecnología muy avanzada que la humanidad si alcanza ascender, conseguirá manejarla algún día.

Como perdí el metro de siempre, al cabo de diez minutos llegó y estuve todo el trayecto leyendo la lección de clase de Garol, repasando la del otro día, mientras que Kihara simplemente se dignaba a charlar con los demás que había alrededor.

-        Tendrás que disculparte ante Uriel por llegar tarde y perder el anterior transporte… ¿dónde estabas? – me preguntó Kihara.

-        Tenía que ir a administración a hacer unos trámites.- dije.

Kihara me miró sin entenderme, pero siguió charlando con los demás y yo proseguí leyendo el libro.

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Recomendación: Rosario Flores - De mil colores.

HR.

HERO&Corporation.

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