domingo, diciembre 20, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 61 y 62

 Capítulo 61

Papá aparcó el auto en el parquing que el mismo restaurante había habilitado si éramos familiares de los novios, aun me encontraba algo mal, durante los veinte minutos que había durado el tiempo entre tirarles el arroz a los novios delante de la iglesia, agarrar el auto y llegar al restaurante, no había dejado en ningún momento la mano del Titi, le pedí que viniera con nosotros, así que mamá se fue en el otro auto. Necesitaba estar al lado de él, me sentía insegura, realmente el Creador me había pedido eso… tenía muchas dudas de si había sido real o un simple sueño.


No quería caminar así que el Titi se ofreció llevarme en brazos, algo que mi padre no le gustó y decía “ya eres grande para ir así, Laia” pero lo ignoré recostando la cabeza en el hombro del Titi, mientras que él se excusaba con un “no me importa”. Nos quedamos atrás expresamente, antes de entrar le susurré al oído “¿podemos hablar por favor?” el Titi aceptó y nos fuimos en un rincón bajo los árboles. Me dejó en el suelo, le agarré de las manos y nos sentamos en un banco de piedra muy bonito, parecía romano antiguo.

-        Necesito contarte algo importante que ha pasado antes en la iglesia, pero debes prometerme que no se lo contarás a nadie, ¿ok?- le dije mi cara triste y preocupada le fue suficiente para que entendiera la gravedad, así que le conté.

El Titi se quedó totalmente sorprendido cuando terminé de explicarle, su carita me preocupó aún más, ¡ojalá hubiese sido un sueño! Pero parecía ser que era cierto.

-        ¿Quién es el Creador?- le pregunté.

-        Tiene muchos nombres, pero uno que tú lo conoces muy bien porque muchos lo nombran así es Dios.- contestó.

-        ¿Cómo Dios? ¿En serio?- dije, no podía ser…

-        Así es, querida. Dios te ha mandado un trabajito, que debes cumplir.- dijo el Titi, estaba más ilusionado que yo misma, porque yo sentía miedo.

Soy muy joven para empezar a trabajar, pero eso parecía no importarles a los Seres de Luz.

-        Dios manda a los mejores para que le ayuden, siéntate reconfortada, querida. – me animó el Titi.

-        ¿Alegre? Pues tengo miedo…- comenté.

-        Es normal, el primer trabajo siempre da respeto.- dijo.

-        ¿A ti también se te apareció cuando trabajaste por primera vez?- le pregunté.

-        No, lo mío fue distinto. Yo fui a su casa, porque quería verme y me ofreció trabajar aquí y acepté.- informó.

-        Espera… ¿Has estado en su casa? ¿En… el universo?- le pregunté.

-        Si, en un planeta a 120 años luz de aquí. ¡Es una belleza su casa!- decía con cierta admiración.

-        ¿Cuándo fue eso?- le pregunté.

-        Hace unos… 110 años aproximadamente.- dijo mientras cerraba un poco los ojos mirando el cielo como si así fuese a recordarlo mejor.

Me explicó que Dios le había mandado a cuidar de esta familia hacía cinco generaciones atrás, pero no fue hasta que llegaba mi madre, unos años antes que él pidió permiso para reencarnar y cuidarnos mejor, bueno eso ya les había compartido en otros capítulos. Pero desconocía que fuese durante tanto tiempo, pensaba que solo había estado en esta y quizás en mi generación, pero ya me di cuenta de que no.

-        ¿Por qué esta familia? ¡No lo entiendo!- le dije.

-        Su plan es algo maravilloso, porque sigue siendo un secreto.- dijo por no dejarme con la palabra en la boca.

-        ¡Hilario, ven!- gritaba Rafalé a lo lejos.

Nos quedamos mirándolo con cara de no entender nada de lo que estaba pasando a nuestro alrededor más allá de nuestra conversación, hasta que volvimos a recordar que nos encontrábamos de fiesta y que no debíamos hablar de trabajo.

Rafalé se acercó a nosotros con un cigarro en la boca.

-        Dime.- dijo el Titi.

-        Los novios quieren hacerse una foto con todos los hermanos juntos y con mamá. ¡Vamos!- dijo Rafalé.

-        Si, ya vamos. Solo necesitamos unos minutos.- contestó el Titi.

Rafalé regresó con los demás, mientras seguimos hablando.

-        Lo único que sé que parece que está planeando Dios con esta familia, es que la está preparando para algo mucho más grande que vendrá, después de ti, querida. A mí me dijeron que tenía que cuidar de tú madre y de ti un tiempo, en cuanto me vaya, sabré más cosas y te las vendré a decir a pesar de que los demás no me puedan ver y tú en cambio sí podrás.- informó el Titi.

Algo más grande después de mí, me dejó la mente inquieta sea lo que sea, cada vez envían más Seres de luz a reencarnar en esta familia, algo me decía que el trabajo que había aceptado hacer con Dios, tendría mucho que ver con el propósito y misión que había decidido venir a realizar en el futuro.

Los siete tíos se tomaron la foto junto a los novios, el Titi agarró del brazo al primo José y la abuela Victoria le agarró del otro brazo. ¡Qué bonitos estaban todos! Al terminar me tocó a mi junto a mis padres con los novios, luego subí las escaleras blancas y arriba nos esperaba grandes mesas rectangulares con comida de todo tipo, había llegado la hora del pica-pica antes del catering. Empecé a comer de pie, mientras veía a toda la familia charlar, era la única prima pequeña que estaba, aunque conocí a los primos pequeños de parte de la novia, pero no me relacioné porque me costaba bastante relacionarme con gente cercana a mi edad. Solo me puse a comer y estar al lado de Juanito, vi al primo Noel siendo el padrino de boda, una responsabilidad importante que lo hacía con mucho humor.


Me senté un momento para comer un pequeño platito que me agarré que estaba buenísimo, cuando se me sentó alguien a mi lado que no conocía, al parecer venía de parte de la novia, era un chico bastante guapo de vente años, con el pelo largo hasta los hombros de color castaño oscuro, unos ojos verdes hermosos y llevaba perilla y los contornos de la mandíbula recortados por la barba. Me sentí algo incómoda, porque se me quedaba mirando como si disfrutase de la experiencia, le miré un segundo pero giré enseguida cuando me di cuenta de que me miraba, buscaba a Uriel pero no lo encontré a mi lado.

-        ¿Dónde se ha metido este ahora…?- susurré.

Seguí comiendo intentando no decir nada.

-        El padre de Aros, está invitado a la boda.- dijo ese chico.- pero Aros no le han dejado venir.- concluyó.

Me quedé mirándolo intentando recordar si formaba parte de la familia, sabía perfectamente que no. ¿Quién era él?

-        ¿Perdón?- susurré.

-        Tienes la oportunidad perfecta para decirle lo que sientes a su padre, solo así, quizás reconsidere la opción de liberar a su hijo de aquellas jaulas psicológicas por el cual está perdiendo el juicio.- dijo ese chico.

-        ¡No voy a hacer nada, ese hombre me da miedo!- le dije, quería evitar hablar con él, no parecía de fiar.

-        Así que… de esta forma es como piensas salvar al mundo, ¿no? ¡Dejando que el miedo te venza!- dijo ese chico, noté la ironía de sus palabras pero me lo tomé mal.

-        No estoy en condiciones para hablar de esto con extraños.- le dije.

-        ¿Extraño?- dijo molesto, del bolsillo sacó su identificación.- ¡mira quién soy!- me puso la tarjeta identificativa en las narices.

La tarjeta decía que era un emisario de luz de la constelación de Vega, bajo la tutela de Orión enviado directamente por el Consejo de Orión. Me quedé a cuadros, se suponía que era un día de fiesta y no hacía más que recibir visitantes de otras dimensiones que quizás no se dejaban ver en 3D. ¡Madre mía!

-        ¿Y ahora qué quiere el Consejo de Orión? ¡Estamos en una fiesta familiar! ¿no saben respetar las tradiciones humanas?- le dije en realidad ya quería terminar de trabajar y empezar a disfrutar de la celebración.

-        Me puedes llamar Emisario, mejor no digo mí nombre. Estoy aquí para que me ayudes, estoy para conseguir que Aros regrese a su casa y que le saquen de ese lugar horrible por los cuales se está volviendo demasiado violento, y si no lo consigo, el Consejo habrá perdido a uno de sus mejores emisarios.- informó.

-        ¿Te van a echar?- dije riéndome.

-        No, a mí no. Pero a Aros si.- contestó.

 

Capítulo 62

No era buena señal que el Consejo de Orión estuviera detrás del padre de Aros, no suelen comportarse así sino es una buena causa o una emergencia, al parecer el hecho de que estuviese encerrado en ese colegio / psiquiátrico había infringido más de la mitad de las normas del Consejo y Mintaka había pedido un permiso especial para regresar de vuelta a Aros a Orión y salvarle la vida, pues su vida ya no podía seguir en este planeta, ni mucho menos en la familia que él mismo había elegido trabajar.

La situación era grave, cuando le pedí al emisario la hoja de reclamación, hasta ese momento lo tomé como una broma universal, pero la orden no parecía en ningún momento falsa y la situación en verdad era grave. Mintaka tenía que conseguir el regreso de su emisario lo antes posible y si habían venido durante la boda era por algo, así que acepté ayudarle.

-        ¿Sabes dónde debe estar su padre ahora?- preguntó el emisario.

-        Está por aquí, pero me temo que lo tendremos que buscar.- le dije.

-        ¡Vamos, entonces!- dijo agarrándome de la mano y tirándome escaleras abajo.

-        ¡Espera, deja que venga Uriel con nosotros, es mi guardián, es importante nos ayudará!- le exigí.

El emisario aceptó, empecé a buscar entre las mesas a Uriel, había agarrado dos pinchos de gambas, lo agarré del brazo y me lo llevé rápido.

-        ¿Qué haces, amor?- preguntaba Uriel.

-        ¡Tenemos trabajo urgente que hacer! ¡Vamos, nos están esperando!- le dije arrastrándolo.

No lo entendió hasta que vio al emisario, se puso uno de los pinchos en la boca y el otro me lo ofreció a mí, lo acepté a pesar del trabajo, era la hora de almorzar y tenía hambre. El local también servía a seres dimensionales, así que tuvo bastante suerte Uriel porque pudo alimentarse sin ningún problema. El emisario le resumió el problema, le mostró la orden y nos fuimos escaleras abajo a buscar a nuestro objetivo.

-        Seguramente estará con la Tita Julia.- comenté.

Pero no la encontrábamos ni a ella ni a él. Hasta que vi al primo Noel que organizaba a la gente por grupos para hacerse las fotos con los novios.

-        ¿Sabes dónde está la tita Julia?- le pregunté.

-        Ya ha subido a picar algo.- dijo sin dejar de organizar.

Pregunté por el padre de Aros.

-        ¡No lo sé, no iba con ella!- contestó Noel.- debe haberse ido a fumarse un pitillo por allí…- comentó.


Nos fuimos hacia la zona del parquing con la esperanza de verlo, aunque fuese en la distancia, porque yo había decidido no acercarme a menos de cinco pasos de él, su olor a azufre me mareaba y además me lastimaba por dentro. Lo vimos detrás de uno de los autos, fumaba solo, nadie le acompañaba, tampoco había hecho buenas migas con la familia, pero de repente vimos que se giraba y hablaba con alguien, que yo no podía ver.

-        ¿Pueden ver con quién habla?- susurré curiosa.

-        No… ¿Saben si va más acompañado? – preguntó el emisario.

Sabíamos que su hija mayor estaba pero nadie más, además la Laura estaba con su madre picando algo. Así que estaba solo.

-        Espera… ¿los seres oscuros pueden comunicarse con seres más oscuros que no estén al alcance de nosotros?- pregunté susurrando.

-        Si, si que pueden. ¿Crees que…? – contestó Uriel, le dije que si con la cabeza.

Busqué en el saco de Uriel unas gotas para los ojos que en IÓN nos habían recetado si había algún caso difícil como este. Me puse una gota en la yema del dedo y me la pasé por el lagrimal, volví a repetir el proceso con el otro ojo, cerré tres veces los ojos y luego guardé las gotas en su saco. Miré al padre de Aros, que hablaba con un ser oscuro que no tenía rostro, era todo negro, no tenía ni ojos, boca, nariz… era realmente aterrador y por lo visto el padre de Aros hablaba como si fuese su amiguito del alma.

-        Sí, está hablando con un rostro negro.- susurré los demás no quisieron ponerse las gotas, así que les tuve que traducir la escena.

-        ¿Dicen algo? – preguntó el emisario.

Me dispuse a escuchar.

-        El plan es sencillo, lo reducimos y así Orión no nos toca más los cojones…- comentó el padre.

-        Prepararé las armas para el levantamiento, señor.- dijo el rostro.

-        Asegúrate de que ese planeta no quede nadie con vida que pueda contar nada, ¿de acuerdo?- le ordenó.

-        Por supuesto, mi señor.- contestó el rostro.

Se me pusieron los pelos del brazo de punta, me agarré a la mano con fuerza de Uriel.

-        ¡Tenemos problemas, quieren atacar Mintaka!- susurré aterrada.

-        ¿Cómo? – contestó el emisario.

Les conté lo que había pasado, enseguida el emisario con sus anillos llamó a su superior y le explicó lo ocurrido.

-        El ataque va a ser en pocas horas, reuniré a mis naves para que defiendan todo lo posible, pero prepárense, van a por el Consejo. – decía el emisario con el rostro totalmente serio.

-        Recibido.- escuché.

Un conflicto bélico universal estaba a punto de acontecer durante esa boda, mientras que nosotros celebrábamos con mucha alegría la unión, un planeta conocido de Orión se debatiría entre el apocalipsis o la Salvación.

Volvimos a dentro con los demás, porque no podíamos hablar en esas condiciones, la única forma de parar esto era hablando con él. No entendía el conflicto pero no era joda, iba todo en serio. De repente, se me cortó el hambre. En cuanto subimos de nuevo los escalones para ir a picar algo, Noel y Rafalé se acercaron a mi preocupado.

-        ¿Por qué  te has ido? ¡No debes irte del lado de tus padres o del Titi! Te puedes perder…- decía Rafalé echándome la bronca.

-        Perdón, buscaba el baño y a la tita Julia.- le dije.

Volvimos a dentro, y nos dieron permiso para entrar en el comedor y observar dónde nos tocaría sentarnos. Me quedé mirando la tarjetita con mi nombre, a mi derecha tenía a mi padre, y a mi izquierda al padre de Aros. ¡Hala, lo que faltaba!

-        ¿Alguien me cambia el sitio, por favor?- pregunté los de la mesa.

-        ¿Por qué?- preguntó papá.

-        Mira con quién me ha tocado y no quiero.- le mostré.

-        ¡Es solo una comida, Laia!- dijo papá inocente de todo lo que realmente significaba eso.

-        ¿Alguien me cambia el sitio por favor?- exigí a la gente de la mesa.

-        ¡Yo!- dijo el Titi.

En realidad lo solucionamos con poner a mamá al lado de ese demonio y yo me quedaba entre mi padre y el Titi, con suerte solo tenía que girar la cara para otro lado, y ya está. El Titi no sabía nada, pero le dije a Uriel que se lo contase disimuladamente, se enojó mucho.

Llegaron los novios, la música se prendió a todo volumen y la gente con las servilletas de hilo las hacían voltear con las manos como si fueran hélices de un helicóptero, entre silbidos y gritos de “¡vivan los novios!”. A pesar de todo, la fiesta tenía que continuar siendo hermosa para la familia, pero mi cara era todo un cristo. Solo me venía la gran duda del millón de pesetas ¿Qué había hecho Aros como para que su padre quisiese conquistar o atacar de forma violenta a un planeta indefenso de la Constelación de Orión?

¿Qué hacía yo allí parada comiendo platos que no sabía ni lo que era gritando “¡vivan los novios!” mientras una civilización entera moría asesinada? Se me cerró el estómago y los titos dijeron “Claro, te has hinchado a gambas y salmón y ahora no tienes hambre”. El Titi les miraba con cara de asco, pero tampoco podía decir la verdad. Me gustaría saber si serían capaces de comer en la misma situación que estábamos viviendo los conscientes en esa sala… el Titi tampoco pudo comer casi nada, ni se puso a beber alcohol, en su lugar pedía que le rellenasen su copa y la mía con agua fría.

-        Si te hidratas, quizás consigamos alguna idea para ayudar – susurró el Titi.

En cuanto apagaron las luces, encendieron las luces de discoteca y apareció la gigante tarta, todos se pusieron de pie y con las manos seguían el ritmo de la música. Los novios cortaron la tarta con una espada tan grande y plateada que pude verme reflejada, la cortaron justo delante de nosotros. Entonces, me puse a llorar me lancé a los brazos del Titi y lloré.

-        Oh, se ha emocionado…- decían las titas.

-        Sí, voy a fuera un momento con ella, para que le dé el aire.- dijo el Titi.

Él me agarró en brazos y empezó a caminar hacia la salida principal para quedarnos en el pasillo delante de la puerta al jardín del pica-pica. Me puso de pies en el suelo, se agachó y me abrazó sin decir nada.

Del baño salió el padre de Aros, lo miré él me miró y antes de que diera ningún paso más, con el corazón la puerta para entrar dentro del comedor, se cerró de golpe en sus narices. Caminé hacia él, enojada.

-        ¿No te bastó con encerrar a tú hijo que ahora tienes que atacar a un planeta?- le dije.


Nunca había hablado con él. Me sequé las lágrimas de los ojos, el Titi me quería agarrar pero se lo impedía.

-        En este universo se respetan las leyes de convivencia, y si alguien ataca o secuestra o encierra a alguien que nos importa, acaba perjudicado. ¿Olvidaste los modales universales?- le dije muy seriamente, sabía lo que decía y lo que hacía, pero tenía que hacerlo…

Él empezó a hablar en Sayónico, entonces yo cambié el idioma por educación.

-        Quédate con esta carita, porque cada vez que pongas en peligro al universo, vas a tener que sacar cuentas conmigo, ¿entendiste? ¡Yo defiendo a los débiles y a los inocentes! La guerra no es con tú hijo, ni con Mintaka, ni con Dios… es conmigo. Si quieres terminar con la vida de cualquier civilización, termina conmigo antes, hasta que uno de los dos muera.- le dije.

-        ¡Que así sea!- es lo único que dijo.

Entonces, regresó al comedor. 

Recomendación: Alone with me - Vance Joy.

HR.

HERO&Corporation.

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