domingo, noviembre 22, 2020

El Espejo de Mí Vida - Capítulo 58

 

Esta fue la primera vez que supe lo que era morir en esta época, desgraciadamente recordaba cómo habían sido los velatorios en otras épocas de la historia de este planeta, porque seguía recordando vidas anteriores. En este caso fue distinto porque resulta que se había muerto un tio segundo, hermano de mi abuela Victoria que nunca había conocido, pero que teníamos que ir allí a darle las condolencias.

La calle estaba desértica y muy en silencio, papá consiguió aparcamiento cerca de la casa, era la única que se escuchaba hablar mucha gente en el garaje, las puertas eran blancas. Mamá llamó al timbre, nos abrieron enseguida, no tuvimos ni que subir ningún piso, todos estaban en reunión improvisada, sentados en un ovalado círculo hablando de la vida, la muerte, y del tiempo que hacía que no se veían las caras.

Me presentaron a un montón de gente que ni me acordé de sus nombres, conocí a la tita Antonia, la tita Rosita, el tito Pedro (esposo de Rosita) y algunas de las hijas de cada tita. Faltaban más titas y titos, pero no vivían en Cataluña, estaban repartidos entre Jaén y Madrid. Mi abuela Victoria era la cuarta de doce hermanos, por los cuales solo quedaban ocho con vida repartidos por España.


Quince minutos después de todas las presentaciones, llegaron más familiares, estos los conocía, llegó el Titi y Rafalé, Alfonso se quedó con la abuela para cuidarla, era muy tarde para ella. Como hacía dos días que no veía al Titi, él se acercó a nosotros, disimuló la presencia de Gab y de Uriel, pero le vi algo incómodo porque no paraba de observar a Gabriel, para que pensase en otra cosa, le di un fuerte abrazo al Titi, él me lazó por los aires en sus brazos hermosos, me puse a reír. Hasta que lo abracé.

-          ¿Qué hace Gabriel aquí?- me preguntó el Titi.

-          Estaba en clase y nos han interrumpido y le he pedido que viniera.- le dije.

El Titi me miró a los ojos, primero sorprendido pero luego parecía que le había venido una idea en la cabeza y automáticamente mostró su sonrisa más tierna, miró de reojo a Gabriel y le guiñó el ojo, Gabriel asintió mostrando sus blancos dientes. Yo no entendí absolutamente nada.

De nuevo en el suelo, nos dieron de comer, al final cenamos y todo. Me puse al lado del Titi, sentada en una de las sillas, mientras que los adultos hablaban de sus cosas, delante tenía a Gabriel sentado en el suelo, y detrás a Uriel de pie, mientras que comían algo que les había preparado el Titi, siempre iba precavido, llevaba más de lo que debía. Con platitos de plástico y vasos también igual de agua o jugo, empezamos a cenar.

-          Así que tú eres Laia…- dijo uno de mis primos segundos que acababa de conocer y parecía tener 25 años.- yo te fui a ver en el hospital en Barcelona cuando naciste… ¡qué grande estás!- dijo.

Me di cuenta de que era la única niña pequeña que había allí, faltaba otro por lo visto, pero se había quedado con otro familiar y no vino, el otro tenía un año menos que yo. Reconocí a su madre, porque muchas veces la había visto al recoger a su hijo al colegio, curiosamente ese primo tercero iba al mismo colegio que yo.

Me estaba aburriendo, los adultos hablaban de muchas cosas pero yo ya estaba cansada y quería moverme, así que me senté en el suelo, literalmente quise ponerme encima de las rodillas de Gabriel, pero al estar con tantas personas, me tuve que conformar con ponerme a su derecha.

-          Me aburro…- susurré.

-          ¿Y si retomamos la clase? – propuso Gabriel.

Me quedé mirándolo con los ojos tan abiertos que no sabía qué decir.

-          ¿En serio, hermano? – respondió Uriel.

-          Si, este es un buen lugar para practicar. Además, Uriel puedes decirle a alguien que nos pongan música de fondo y así será más fácil. – dijo Gabriel convencido.

-          ¿Aquí?- repetí algo avergonzada.

Gabriel dijo que si con la cabeza, me sentía rara, porque nunca habíamos tenido público, pero antes de que dijera nada, un ángel de un familiar aceptó el reto y le susurró a su protegido poner música.

-          ¡Voy a poner algo de música para animarnos un poquito!- dijo el familiar, parecía que había escuchado a su ángel.

-          ¡Bien! – susurró alegre Gabriel.

Al principio me dio algo de vergüenza, pero a la que se escuchó la música, me puse en medio del círculo y con Gabriel y Uriel, montamos un espectáculo con pequeñas acrobacias que había aprendido a hacer, todo al ritmo de la música, la gente nos estaba observando, más de cuarenta personas observándonos. Pensaba que nos cortarían enseguida, pero no fue así, resultaba que les gustaba lo que hacía y nos dejaron por una hora y media más o menos.

De repente se acabó el cassette y todo se quedó en silencio por unos segundos, yo regresé al aquí y ahora, cuando escuché como todos los familiares se pusieron a aplaudir. Me los quedé mirando, mientras me ponía de pie algo avergonzada, puesto que todos me estaban mirando y aclamaban todo el espectáculo que había dado, y que yo… no me acordaba de casi nada de lo que había hecho, me olvidé de dónde me encontraba y solo estaba ensayando.

Al final me fui con el Titi, él me subió encima de su regazo y lo abracé, me sentía muy avergonzado aunque fuese por algo bueno. Gabriel se acercó a mí para decirme algo.

-          Cuando estés preparada, tendrás que hacer todo lo que te estoy enseñando delante de la gente. Hoy ha sido poquita gente, pero llegarás a más de 500 personas en una sola sesión. Solo cuando estés completamente preparada y hayas aprendido todo lo que te estoy enseñando, querida. Aún falta para eso, pero se te da muy bien estar arriba de los escenarios…- dijo Gabriel, me quedé observándole y él luego dijo – ahora me voy, pero volveré pronto – le di un abrazo disimulado, el Titi nos ayudó a disimularlo y entonces Gabriel se esfumó delante de nuestras narices, una bolita de luz irradió el centro del círculo que nadie pudo ver y desapareció.

En realidad a mí también me gustó, pero sus palabras me dejaron bastante inquieta, este trabajo sería para estar encima de un escenario, como si fuese el circo. ¿Ese sería mi destino, la misión y el propósito de mí vida?

Pasaron tres días más, cuando me encontraba en la última prueba de entrenamientos en IÓN. Me puse la túnica azul que era obligatoria para esta ocasión, los zapatos y las muñequeras, la prueba de hoy sería la más difícil de todas, porque estaría sola y tenía que salir con éxito. Debajo de la túnica llevaba un corsé para proteger las caderas, y en la cabeza me coloqué una diadema especial, para proteger energéticamente la cabeza y todo el cuerpo. Como todavía no formaba parte de la guardia tenía que ir así de protegida, porque en algunas ocasiones recibiría golpes muy fuertes como para terminar internada en un hospital.


Estaba en una sala al lado del campo de entrenamientos, fui la última de ese día, no había podido ir a ninguna clase, porque tenía este examen muy importante. De fondo se escuchaban los golpes que recibían mis compañeros que salían uno a uno, presentados por el Maestro Lonan al público que nos acompañaba, curiosamente por lo que había escuchado, todas las gradas del campo estaban llenas de Seres de luz. Solo esperaba que entre ellos estuvieran Uriel y el Chico de Ojos Verdes, que se tomó el placer de no ir a Ávalon para venirme a apoyar. ¡Es único!

Escuché la trompeta, esa era la señal de que me tocaba salir a hacer el examen, así que me puse de pie y caminé hasta la puerta, antes de llegar se abrió sola, la oscuridad del pasillo me daba miedo, pero la incertidumbre de no saber qué me iba a tocar hacer en el examen, me mataba por dentro y en un riguroso silencio. Los demás exámenes habían sido complejos, pero eran en grupo, este sería completamente en solitario. Se me aceleró la respiración y consigo el latido del corazón, era lo único que podía escuchar, hasta que llegué a la siguiente puerta de madera, esperando así a que se abriera sola.

Al otro lado de la puerta, estaba el Maestro Lonan, vestía con su túnica y uniforme de gala, en sus manos llevaba un saco con algo que tenía que agarrar, me acerqué a él.

-          ¿Nerviosa, querida? – me dijo con una sonrisa, solo pude confirmarlo con la cabeza.- ¡Todo saldrá bien! En la prueba de hoy, debes meter la mano y dentro tendrás una figura dónde dentro dirá cuál es tu mayor miedo, y detrás de esta cortina, se plasmará. El objetivo será vencer el miedo, ¿de acuerdo? – dijo, pero antes de decir nada prosiguió.- recuerda, nada de armas de ningún tipo – concluyó Lonan.

-          Ok.- dije.

Metí la mano en la bolsa, noté un rombo lo saqué y dentro de ella salió un trozo de escama de lagarto. ¡Mierda!

Caminaba por uno de los pasillos de la casa de mi abuela, cuando al traspasar el umbral de una de las puertas del vestidor, vi al final delante de la puerta de la terraza, un ser gigante casi tocaba de cabeza en el techo, no tenía pelo, pero su piel era como un lagarto gigante, en plan mantis religiosa. El ser se giró y me miró con esos ojos negros tan horribles, me vi reflejada en ellos, me asusté. No sabía porque pero sentía que lo conocía pero no era algo bueno, era un miedo del pasado. Entonces vi que iba armado, con una especie de pistola con un componente que te desgarraba la piel hasta deshacerte. ¡Era horrible!

El Ser me apuntó con ella, no se le entendía al hablar, pero no alcé las manos, me asustaba tanto que me quedé paralizada varios segundos. Admitía que iba a morir, aunque me había olvidado de dónde realmente estaba, hasta que recordé las palabras de Lonan “es una prueba”. Entonces el Ser disparó, esquivé el líquido que derritió la silla con las patas de aluminio. Me quedé agachada en el suelo, mientras que con la mano derecha, tocaba la zona de las cuerdas vocales, y con la lengua intentaba buscar la vibración correcta para entender al Ser. No me costó mucho, hasta que le pude entender qué hablaba.

-          Yo maté a tú madre… en la invasión… - repetía con maldad.

No lo entendía, pero como iba armado y disparaba, tuve que esquivar todos sus disparos para no terminar mal. Hasta que pudo ver uno de sus puntos ciegos.

-          ¡La Galaxia de Orión será para la Corporación! – amenazaba.

Tenía que desarmarle antes de que pudiera detenerlo, eso conllevaría a un combate cuerpo a cuerpo, noquearlo sería difícil con alguien tan grande, por eso sus puntos ciegos, me servirían como comodines. Sin pensármelo mucho, me fui a uno de ellos, su arma cayó en el suelo y con el pie lo aparté de la sala y con una de las bolas de energía que había creado mediante esquivar sus tiros, lo envié al hiperespacio. Usar un truco de las clases con Gabriel, no era hacer trampa en la prueba, estaba permitido, mientras no fueses armado. Entonces empezó el combate cuerpo a cuerpo.

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HR.

HERO&Corporation.

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