-
Dary, necesito ayuda. Creo que me he roto el
tobillo.- le dije susurrándole para que la familia no escuchara nada.
-
Ahora en
el auto, llamo a un Maestro y vemos qué hacemos, tú apóyate en mí tanto como
necesites. El auto está lejos. – dijo sinceramente Uriel.
Se me había olvidado que el auto lo habían aparcado en lo
alto de unas escalinatas más empinadas de lo que recordaba, aunque hacía 24h
que había pasado por allí y no me parecía tanto, pero claro, no estaba con un
tobillo roto. Con la ayuda de Uriel en todo momento, subimos escalón por
escalón haciendo intentar ver que en realidad no pasaba nada, aunque cada vez
que ponía el pie en el suelo, veía las estrellas, les daba un abrazo y un beso
y regresaba a la Tierra. Ese dolor, formaba parte de la experiencia que había
decidido pasar, hacer ver que no ocurría nada, era la forma de decirles a mi
familia lo fuerte que soy que me rompí un tobillo pero aún y así, no me quejo e
intento seguir como si nada. ¿Cuántos serían capaces de hacerlo?
Esto es algo que me sucede siempre que me rompo o me lastimo
algo, el dolor es parte del proceso, por eso por mucho que grites no pasará
hasta que aceptes que es parte del trabajo que estás aprendiendo, tampoco es
que hayas hecho algo malo, solo que tenías que ver que de esa forma, hay más
puntos de vista que debes fijarte para la próxima vez.
-
Me asombra
que no grites ni digas nada de momento a la familia, mi amor ¿por qué? – me
preguntó Uriel cuando ya llegábamos al auto.
-
Recordé cómo eran las cosas en el frente, cuando
era guardiana de luz en una guerra de hace mucho tiempo, allí me lastimé mucho,
y aun así, tenía que seguir luchando para el bien de lo que fuese que estuviese
defendiendo, hasta el fin de mis días, Dary. Así que lo de hacer escándalos no
es lo mío…- le dije y ambos nos pusimos a reír.
-
Si,
recuerdo que me dijiste que habías estado en una guerra muy importante, mucho
antes de que nos volviésemos a encontrar. Pero no pensé que serías tan valiente
incluso en estas circunstancias. Efectivamente, eres toda una guardiana. –
contestó Uriel con una sonrisa de agradecimiento.
Uriel me ayudó a sentarme en el asiento de atrás derecho del
auto, que iba lleno. Mari conducía, mi mamá iba de copiloto, en el medio estaba
Juanito y al otro lado Jordi. Uriel disminuyó tanto su tamaño que pudo sentarse
detrás del asiento del copiloto entre mis piernas, manteniendo así un poco en
alto el tobillo, encima de una de sus manos, mientras que con la otra me
agarraba la mano. El viaje de vuelta al piso, fue bajo el ritmo de uno de los
temas del verano mix del radio casette del auto.
Al llegar al piso, los primos fueron los primeros en
ducharse, luego fue la tita Mari y luego mamá me invitó a ducharnos juntas.
Mientras esperaba mi turno, Uriel agarró sus anillos que los tenía dentro de su
maleta de viaje, en teoría él también había venido a “desconectar” pero debido
a la situación, tuvo que ponerse los anillos en los dedos y pedir ayuda. Me
senté en el sofá, mientras que él se sentó junto a mí, estuve todo el tiempo
observando cómo Uriel tocaba botones holográficos de la pantalla e intentaba hablar
con un Maestro, para que nos indicara qué debíamos hacer.
Le costó mucho porque no eran horas de conectar y sabían que
estábamos de vacaciones, así que al final uno de los Maestros por el cual no
supe el nombre en ese momento (ahora lo recuerdo como Hilaríon), se apareció en
la pantalla holográfica para pasarnos consulta.
-
Gracias
por atendernos, Maestro Hilaríon. Verás, hemos tenido un pequeño accidente en
la playa…- Uriel le contó lo ocurrido, mientras que Hilarión ponía cara de
interesante. - ¿qué debemos hacer? –
terminó Uriel.
-
¡Déjame
verlo, por favor! – dijo Hilarión.
Uriel puso la pantalla holográfica cerca del tobillo y
cuando vio que estaba aún más hinchado, su sorpresa me alertó de que era grave.
-
¡Deben ir
a un hospital se ha roto el tobillo y habrá que intervenir!- dijo Hilarión
su sorpresa era como si fuese demasiado urgente.
-
Pero no puedo decirlo en casa… quizás no nos
manden a dónde quieren ustedes…- le dije.
-
No te
preocupes, iremos nosotros dónde te manden. Díselo. Y nosotros te atendremos en
el hospital. Uriel, en cuanto salgan, mándame un mensaje y enviaré a mis
compañeros a socorrerla de inmediato. – dijo Hilarión.
-
De
acuerdo. – contestó Uriel, cerró la pantalla holográfica.
-
Se lo voy a decir, en cuanto nos toque
ducharnos.- le dije a Uriel.
Después de la ducha, mamá se empeñó en ayudarme a secarme
con la toalla los pies, en cuanto vio el tobillo se quedó blanca.
-
¿Qué te ha pasado?- dijo algo alterada.
-
Me tropecé y creo que me lo he roto, me llevas
al hospital, ¿por favor?- le dije.
Me vestí, mamá también, antes avisó a toda la gente del
piso, algo alterada, mi mamá es así, le cuesta mantener la calma en estos
casos. La tita Mari se ofreció a llevarnos al Hospital San Juan de Dios.
Al llegar al hospital, entramos por la parte de urgencias
tal y como debía ser, mi mamá se fue a la centralita dónde le entregó la
tarjeta sanitaria con mis datos y nada más ver mi nombre la chica que atendía
llamó por teléfono.
-
¡Ya llegó, parece grave!- dijo la chica.
Mamá no escuchó nada, porque se puso a hablar con Juanito
que quiso acompañarnos, aunque no sabía qué sucedía (porque él nació con un
pequeño retraso a nivel intelectual y estas cosas le costaban más de entender).
No pasó mucho tiempo, cuando un celador, vino con una silla de ruedas para que
pudiera sentarme y trasladarme por el lugar más fácil.
De la puerta de entrada para los pacientes, salió un chico
de apariencia de 30 años, muy alto y ancho de espaldas, con cabellos dorados
hasta las orejas y perilla también dorada, unos ojos verdes muy brillantes.
Vestía el uniforme de médico jefe de sala de trauma (de fracturas de huesos y
articulaciones del cuerpo)
-
Señora
Garcia, ¿es usted la madre de Laia, cierto? – dijo el médico, no miró la
carpeta que tenía en su mano para saber mi nombre, cuando le miré él me miró y
me guiñó un ojo, entonces comprendí que ese médico era Hilaríon.
-
Si, soy yo y ella es Laia, mi hija.- estaba
preocupada.
-
Bien. Cuénteme,
¿qué ha sucedido? – le preguntó a mamá.
-
Mejor te lo cuento yo.- les interrumpí.
-
Claro. –
dijo Hilaríon se agachó mientras le contaba lo sucedido, inspeccionó un poco el
tobillo.- Vamos a mi consulta, para
hacerle unas pruebas – dijo, se puso de pie y empezó a empujar la silla,
mamá y Juanito vinieron conmigo, Uriel me agarraba la mano.
Desde que Hilaríon había dicho que teníamos que ir al
Hospital en la pantalla holográfica, le dijera a mamá lo sucedido y Uriel
informase de que íbamos a ese hospital, desde que salimos del piso para el
hospital, pasaron solo 20 minutos, el tiempo suficiente como para que Hilaríon
y su “equipo de seres de luz” se apareciesen en el hospital y nos estuviesen
esperando, tanto la secretaria de la centralita, como el celador, él mismo y
otro compañero que colaboró, todos ellos, eran Seres de Luz que habían bajado a
3D para acudir en mi ayuda. ¡Wow!
No era la primera vez que visitaba ese hospital, pero si que
era la primera vez que entraba por urgencias. Si lo recuerdan bien, ese fue el
lugar dónde me operaron en la boca cuando tenía 15 meses de vida, y allí pasaba
consulta con Cati una vez por semana durante un tiempo, desde entonces que no
había vuelto. El pasillo estaba abarrotado de gente por todas partes, entre
pacientes y médicos o ayudantes de médicos, casi no se podía pasar, antes de
llegar a su consulta número 23, me dejó delante del ventanal con vistas a las
casas que había al otro lado del hospital, edificios de Barcelona. Varios
minutos después, Hilaríon nos permitió entrar, él mismo me trajo hasta allí y
un compañero que estaba dentro de la consulta y que resultaba ser un ayudante
(también discípulo de él) cerró la puerta tras nuestra entrada.
-
Por favor,
siéntate aquí- dijo Hilaríon señalando la camilla en medio de la consulta.
Uriel me ayudó, por el otro lado el compañero también me
ayudó, mamá no le permitieron tocarme, no querían complicar más las cosas, así
que les ofreció asiento en dos sillas que había a un rincón de la camilla.
-
Soy el
doctor Hilaríon y este es mí ayudante, con su permiso vamos a proceder a
hacerle una revisión para averiguar qué se ha dañado realmente y cuál será la
cura más adecuada para ella. Así que les pido que se queden allí y no hablen,
en este caso, solo podemos hablar con ella, ¿de acuerdo? – informó muy
amablemente Hilaríon.
-
Ok.- dijo pero su cara era de preocupación y
algo extraña pero no quiso indagar, solo quería que yo estuviese bien.
-
No te preocupes, no creo que vaya a hacer nada,
Hilaríon.- le dije.
-
Solo sigo
el protocolo, querida. – dijo mientras se dirigía hacia a mi, se sentaba en
un taburete que era demasiado pequeño para su altura gigante.- vamos a ver, voy a tocarte para ver qué te
duele y averiguar cuanto está roto… ¿preparada? – alzó las cejas en señal
de advertencia.
-
Si.- me aferré a la mano de Uriel con fuerza.
Hilaríon empezó a inspeccionar, me dolía bastante incluso
sin poder controlarlo grité varias veces cuando, intentó poco a poco mover el
tobillo, pero como vio que podía moverlo con dificultad, su cara de
preocupación masiva que tenía empezó a disiparse.
-
Bien, por
lo menos es una buena noticia, no está roto, solo parece un esguince. De todas
formas, haremos placas para averiguar que el hueso este bien, y seguramente te
vamos a poner una escayola. – dijo Hilaríon.
La verdad es que podría haber sido peor, a tan nivel que
quizás hubiese tenido que operarme, pero curiosamente solo era un esguince, las
placas (rayos X) determinaron que era un esguince no muy grave, pero que me
tenía que olvidar de tener un verano de piscina y playa, porque lo más probable
es que me pasaría todo el verano con la escayola en la pierna. ¡A tomar por saco
mí verano!
Recomendación: Vem Me Satisfazer - MC Ingrid.
HR.
HERO&Corporation.
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