Existen muchas versiones de la leyenda de San Jordi, pero
esta es con la que crecí, porque es algo especial, en todas se mata el dragón,
pero por lo que sé nadie ha intentado averiguar que las leyendas que en
realidad no son literatura. Desde chiquita sabía que los cuentitos de hadas
solo lo podían contar las propias hadas, pero cada cuentito tiene su verdad, y
más si es una leyenda popular, dónde no se sabe quién la escribió primero.
Mientras intentaba dibujar algo que tuviera relación con la
fiesta, me quedé charlando con Uriel en una esquinita de las escaleras, quería
pasar este rato con él, mientras que los demás compañeros intentaban dibujar el
dragón muerto o la princesa con el caballero, a mí no se me ocurría nada al
respecto.
-
No entiendo esta historia, ¿por qué el caballero
tiene que matar al dragón y porque los padres de la princesa no se sacrifican
por su hija? Se supone que su hija debe seguir viva, pero sus padres que ya son
viejos, deciden lo contrario, no lo entiendo…- dije divagando en voz alta, lo
suficientemente baja para que nadie pudiera escucharme excepto Uriel.
-
El
concepto es entender la moraleja de la leyenda, mi amor. ¿Qué has aprendido de
ella? – dijo con un cariño abrasador Uriel.
-
Pues que la princesa siempre tiene que salir de
situaciones que otros han causado.- contesté.
Uriel se puso a reír, yo también aunque algunos compañeros
me miraron con ganas de saber por qué me reía y porqué lo hacía sola.
-
El
caballero la salva, no lo hace todo la princesa – dijo Uriel.
-
Claro, pero tampoco el caballero hace mucho,
aparece en el final del cuento para hacer una sola cosa y luego qué… ¿se queda
con ella?- intenté argumentar mis razones, pero Uriel se dignaba a indagar más.
-
Mi amor,
se supone que las princesas deben ser salvadas por un príncipe o un caballero,
pero veo que tú no estás de acuerdo con ello, ¿por qué? – dijo Uriel.
-
Lo veo en cada historia que mamá me ha leído,
Blancanieves, la Bella durmiente,… en todos los caballeros o el príncipe
encantador salva a la princesa con un beso o con una rosa y no lo entiendo. ¿Es
que la princesa no puede ser también una heroína? – pregunté ya indignada.
-
Bien
visto, mi amor. Quizás sea por esto mismo, que no te gusta vestirte de
princesita como a las demás niñas de tú edad, ¿verdad? Para no dejar que el “príncipe”
te salve y tú misma seas la heroína de tú propio cuento ¿me equivoco? –
dijo Uriel.
-
Si, creo que si.- contesté.
No entendía muy bien con lo que dijo de “ser la heroína de
mi propio cuento” pero me clavó, él me conoce muchísimo más que yo misma. De
chiquita odiaba el color rosa y las cosas de princesitas, como ya les comenté,
no pedía muñequitas para jugar a papás y mamás, yo pedía autos, pelotas, piezas
de lego… cosas que socialmente se asociaban a los niños y no a las niñas. Me
daba mucha rabia que por ser niña, pensasen algunos que tenía que jugar a ser
una princesita, desgraciadamente algunas madres de mis compañeros cuando me
topaba con ellas sin querer, decían cosas que tenían derivado a la separación
de sexos, es decir, que yo tenía que ser una princesita y los niños tenían que
jugar a futbol. Madres que habían educado a sus hijos, con estos patrones de
conducta que en la actualidad les está chocando tanto que no se dan cuenta del
error que causaron. Mis padres por suerte, nunca tuve este problema, se
adaptaron a mis gustos muy bien, siempre me preguntaban qué quería para no
equivocarse, tampoco pedía mucho, ya saben.
Aunque les parezca mentira, en cada leyenda en que se mata a
un animal tan sagrado como un dragón o un lobo de montaña o un león gigante,
siempre me pongo de parte del animal. En que el punto de vista del cuento
siempre era humano y sin sentimientos, muy superficial, en el sentido de que
nunca se volteaban a ver la historia des del punto de vista del dragón y
preguntarse ¿Por qué el dragón se comía a los civiles de la aldea? ¿Qué es lo
que quería realmente el dragón? ¿De verdad que el dragón era la amenaza o era
que no aceptaban la existencia de este ser sagrado? Estas preguntas tenían
origen a las clases de cuidador de reinos en IÓN, mientras que Tzorelle nos
enseñaba cómo tratar a los animales y a los reinos, en 5D, al llegar a 3D y
escuchar estos cuentos, se me encogían el corazón y muchas veces me ponía a
llorar, no por la princesa o el príncipe, pues por el animal sagrado que habían
tenido que matar injustamente porque tenían miedo.
De acuerdo, quizás no lo vean cómo yo, pero es lo mismo que
está pasando en el mundo, ¿Cuántas personas se matan en el mundo por no aceptar
al otro tal y cómo es? ¿Cuantas personas mueren por racismo? Los cuentitos nos
dicen que debemos matar por miedo, algo que inevitablemente nos marca el camino
de la vida y no vivimos, seguimos en modo supervivencia, con la lucha del
mejor, cuando todos tenemos los mismos derechos a vivir, tanto humanos,
plantas, animales y minerales.
Mis dos historias favoritas de cuando era chiquita eran la
Sirenita y la Bella y la Bestia, porque en ambas se ve que la búsqueda en sí no
es matar, pues la intención es buscar su camino. Por ejemplo, en la sirenita se
ve claramente que Ariel lo único que quiere es explorar nuevos horizontes pero
su padre no le deja, hasta que se escapa y conoce a un marinero que se enamora
locamente. Y en la Bella y la Bestia, esa es una de mis favoritas, mientras que
Gastón va detrás de Bella solo por ser guapo y ser arrogante, Bella busca en
los libros la belleza, y en el momento que salva a su padre para quedarse con
Bestia, y empiezan a conocerse, eso es lindo, conocerse sin personalidad, sin
máscaras, Bestia tuvo que ser “feo” para comprender la gran canción que dicen,
la belleza está en el corazón.
El tiempo empezó a pasar muy deprisa, mayo llegó y se fue
también muy rápido, hasta que llegó Junio a punto de las vacaciones en el
colegio, sabiendo que también era el último mes que vería al chico de ojos
verdes en IÓN, luego solo nos quedaría el transporte hasta París. Me desperté
un sábado algo triste, eran las 8am y mi padre seguía durmiendo, pero por norma
ya podía bajar a la salita a ver la televisión, como ya les dije, me costaba
levantarme entre semana para irme al colegio pero los fines de semana, me
levantaba solita a la misma hora.
Me senté en el sofá, agarré el mando de la TV y en vez de
encenderla, me tumbé en el sofá y empecé a llorar en silencio. Ni dos segundos
después, me encontré a Uriel arrodillado en el suelo, acariciándome el pelo con
mucho amor, preocupado por mí, pero no quería decir nada, y nos quedamos en
silencio, me aferré a su otra mano y él simplemente se quedó allí respetándome
hasta que se me pasó.
-
¿Laia ya te has levantado? – preguntó papá casi
asustándome.
-
Si, papa.- dije mientras que encendía la TV sin
dejar de estar tumbada, me sequé las lágrimas e intenté hacer que no pasaba
nada.
Papá se sentó en el otro sofá y mientras ponía dibujos, él
se quedó dormido en el sofá por un par de horas. Luego se levantó, se fue a la
cocina a desayunar, yo le acompañé, no tenía mucha hambre pero algo tenía que
comer y me tomé una chocolatada. En la televisión hacían un reportaje en la
sección de noticias sobre los sueños, me quedé fascinada escuchando qué decía.
-
Los sueños
suceden cuando nuestro cuerpo está cansado y se va apagando lentamente para que
podamos descansar en la cama. Uno de los problemas que causan el sueño, es que
la mente, recuerda ciertas cosas que ha vivido durante el día y las emite en
forma de película modificada para hacer otra historia distinta a la que ha
pasado de verdad. – decía la reportera con imágenes de neuronas en un
cerebro que transmitían puntos de luz, eso me gustó.
-
Papá, ¿A ti te continúan los sueños? – le
pregunté curiosa de saber si a alguien le pasaba algo parecido a lo mío.
-
¿Cómo que si te continúan? Los sueños no
continúan…- dijo de forma muy extraña.
-
No papá, a mí me continúan todas las noches.- le
dije.
Lamentablemente no pudo contestarme, porque a él no le
ocurría lo mismo, de hecho por la cara que había puesto, era la primera vez que
escuchaba algo igual. Al final me fui a ver la televisión en la salita y me
quedé de nuevo con Uriel, la mejor compañía mientras que el día avanzaba,
aunque salí a la terraza para ver desde allí a Frodo, que papá se había ocupado
antes de desayunar de sacarlo al jardín.
-
¡Frodo!- grité.
Frodo se encontraba durmiendo encima del tejado de su gran
caseta hecha de ladrillos que papá le construyó mucho antes de que yo naciera,
pero al escucharme, lo supe porque una oreja se levantó sin levantar la cabeza,
me puse contenta y volví a llamarla. Hasta que al final, levantó la cabeza y
empezó a mirar a su alrededor.
-
¡Aquí arriba, Frodo!- le grité.
Frodo comprendió perfectamente y miró hacia la terraza,
dónde vio mi cabeza entre los barrotes de obra de la terraza.
-
¡Buen día! ¿Cómo estás?- le dije.
Frodo se levantó y bajó del tejado toda nerviosa, empezó a
andar por el jardín solo por el trozo que la cadena le permitía hacerlo, se le
veía contento, Uriel estaba a mi izquierda.
-
Dary, ¿Cómo puedo escucharla?- le pregunté.
-
Recuerda
lo que dijo Tzorelle. - contestó.
Uriel no sabía nada de las clases porque no le contaba qué
hacíamos, pero hacía poco tiempo que nos habían enseñado a poder comunicarnos
con el reino animal y poder escuchar lo que dicen pero requiere concentración,
y quería practicarlo por eso le conté a Uriel días antes lo que había dicho.
Así que cerré los ojos, y escuché primero la respiración de mi cuerpo, y luego
el latido de mí corazón,…
-
Bien,
ahora recuerda, visualiza la pregunta que se la haces des del corazón a Frodo.-
me recordó.
Visualicé cada letra de cada palabra de la pregunta “¿Cómo
estás?” y a través del latido del corazón visualicé una cuerdecita que salía de
allí e iba directamente al corazón de Frodo, que ella cerró los ojos, se detuvo
en seco, ya que mientras que ella escuchaba mis palabras en su corazón, abrí
los ojos para fijarme en los suyos en la distancia, tan hermosos color miel.
-
Buen día,
hermana. Estoy bien, me gustaría que vinieras a estar conmigo aquí ahora… -
escuché en mi corazón, la voz era de una niña de dos años mayor que yo, que me
llamaba hermana, era Frodo.
PD. Para aquellos que no siguen las redes sociales, esta semana nos ha dejado la Iaia Filo, finalmente se confirmó que fue por el Covid_19. Según los médicos, dio negativo días antes, y en menos de 24h lo agarró y se piadó de ella, aunque tenía los pulmones algo delicados, ya.
Recomendación: Me muero por conocerte - Alex Ubago.
HR.
HERO&Corporation.
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