domingo, mayo 03, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 27


Existen muchas versiones de la leyenda de San Jordi, pero esta es con la que crecí, porque es algo especial, en todas se mata el dragón, pero por lo que sé nadie ha intentado averiguar que las leyendas que en realidad no son literatura. Desde chiquita sabía que los cuentitos de hadas solo lo podían contar las propias hadas, pero cada cuentito tiene su verdad, y más si es una leyenda popular, dónde no se sabe quién la escribió primero. 

Mientras intentaba dibujar algo que tuviera relación con la fiesta, me quedé charlando con Uriel en una esquinita de las escaleras, quería pasar este rato con él, mientras que los demás compañeros intentaban dibujar el dragón muerto o la princesa con el caballero, a mí no se me ocurría nada al respecto.

-          No entiendo esta historia, ¿por qué el caballero tiene que matar al dragón y porque los padres de la princesa no se sacrifican por su hija? Se supone que su hija debe seguir viva, pero sus padres que ya son viejos, deciden lo contrario, no lo entiendo…- dije divagando en voz alta, lo suficientemente baja para que nadie pudiera escucharme excepto Uriel.

-          El concepto es entender la moraleja de la leyenda, mi amor. ¿Qué has aprendido de ella? – dijo con un cariño abrasador Uriel.

-          Pues que la princesa siempre tiene que salir de situaciones que otros han causado.- contesté.

Uriel se puso a reír, yo también aunque algunos compañeros me miraron con ganas de saber por qué me reía y porqué lo hacía sola. 

-          El caballero la salva, no lo hace todo la princesa – dijo Uriel.

-          Claro, pero tampoco el caballero hace mucho, aparece en el final del cuento para hacer una sola cosa y luego qué… ¿se queda con ella?- intenté argumentar mis razones, pero Uriel se dignaba a indagar más.

-          Mi amor, se supone que las princesas deben ser salvadas por un príncipe o un caballero, pero veo que tú no estás de acuerdo con ello, ¿por qué? – dijo Uriel.

-          Lo veo en cada historia que mamá me ha leído, Blancanieves, la Bella durmiente,… en todos los caballeros o el príncipe encantador salva a la princesa con un beso o con una rosa y no lo entiendo. ¿Es que la princesa no puede ser también una heroína? – pregunté ya indignada.

-          Bien visto, mi amor. Quizás sea por esto mismo, que no te gusta vestirte de princesita como a las demás niñas de tú edad, ¿verdad? Para no dejar que el “príncipe” te salve y tú misma seas la heroína de tú propio cuento ¿me equivoco? – dijo Uriel.

-          Si, creo que si.- contesté.


No entendía muy bien con lo que dijo de “ser la heroína de mi propio cuento” pero me clavó, él me conoce muchísimo más que yo misma. De chiquita odiaba el color rosa y las cosas de princesitas, como ya les comenté, no pedía muñequitas para jugar a papás y mamás, yo pedía autos, pelotas, piezas de lego… cosas que socialmente se asociaban a los niños y no a las niñas. Me daba mucha rabia que por ser niña, pensasen algunos que tenía que jugar a ser una princesita, desgraciadamente algunas madres de mis compañeros cuando me topaba con ellas sin querer, decían cosas que tenían derivado a la separación de sexos, es decir, que yo tenía que ser una princesita y los niños tenían que jugar a futbol. Madres que habían educado a sus hijos, con estos patrones de conducta que en la actualidad les está chocando tanto que no se dan cuenta del error que causaron. Mis padres por suerte, nunca tuve este problema, se adaptaron a mis gustos muy bien, siempre me preguntaban qué quería para no equivocarse, tampoco pedía mucho, ya saben. 

Aunque les parezca mentira, en cada leyenda en que se mata a un animal tan sagrado como un dragón o un lobo de montaña o un león gigante, siempre me pongo de parte del animal. En que el punto de vista del cuento siempre era humano y sin sentimientos, muy superficial, en el sentido de que nunca se volteaban a ver la historia des del punto de vista del dragón y preguntarse ¿Por qué el dragón se comía a los civiles de la aldea? ¿Qué es lo que quería realmente el dragón? ¿De verdad que el dragón era la amenaza o era que no aceptaban la existencia de este ser sagrado? Estas preguntas tenían origen a las clases de cuidador de reinos en IÓN, mientras que Tzorelle nos enseñaba cómo tratar a los animales y a los reinos, en 5D, al llegar a 3D y escuchar estos cuentos, se me encogían el corazón y muchas veces me ponía a llorar, no por la princesa o el príncipe, pues por el animal sagrado que habían tenido que matar injustamente porque tenían miedo.

De acuerdo, quizás no lo vean cómo yo, pero es lo mismo que está pasando en el mundo, ¿Cuántas personas se matan en el mundo por no aceptar al otro tal y cómo es? ¿Cuantas personas mueren por racismo? Los cuentitos nos dicen que debemos matar por miedo, algo que inevitablemente nos marca el camino de la vida y no vivimos, seguimos en modo supervivencia, con la lucha del mejor, cuando todos tenemos los mismos derechos a vivir, tanto humanos, plantas, animales y minerales. 

Mis dos historias favoritas de cuando era chiquita eran la Sirenita y la Bella y la Bestia, porque en ambas se ve que la búsqueda en sí no es matar, pues la intención es buscar su camino. Por ejemplo, en la sirenita se ve claramente que Ariel lo único que quiere es explorar nuevos horizontes pero su padre no le deja, hasta que se escapa y conoce a un marinero que se enamora locamente. Y en la Bella y la Bestia, esa es una de mis favoritas, mientras que Gastón va detrás de Bella solo por ser guapo y ser arrogante, Bella busca en los libros la belleza, y en el momento que salva a su padre para quedarse con Bestia, y empiezan a conocerse, eso es lindo, conocerse sin personalidad, sin máscaras, Bestia tuvo que ser “feo” para comprender la gran canción que dicen, la belleza está en el corazón. 

El tiempo empezó a pasar muy deprisa, mayo llegó y se fue también muy rápido, hasta que llegó Junio a punto de las vacaciones en el colegio, sabiendo que también era el último mes que vería al chico de ojos verdes en IÓN, luego solo nos quedaría el transporte hasta París. Me desperté un sábado algo triste, eran las 8am y mi padre seguía durmiendo, pero por norma ya podía bajar a la salita a ver la televisión, como ya les dije, me costaba levantarme entre semana para irme al colegio pero los fines de semana, me levantaba solita a la misma hora. 

Me senté en el sofá, agarré el mando de la TV y en vez de encenderla, me tumbé en el sofá y empecé a llorar en silencio. Ni dos segundos después, me encontré a Uriel arrodillado en el suelo, acariciándome el pelo con mucho amor, preocupado por mí, pero no quería decir nada, y nos quedamos en silencio, me aferré a su otra mano y él simplemente se quedó allí respetándome hasta que se me pasó.

-          ¿Laia ya te has levantado? – preguntó papá casi asustándome.

-          Si, papa.- dije mientras que encendía la TV sin dejar de estar tumbada, me sequé las lágrimas e intenté hacer que no pasaba nada.

Papá se sentó en el otro sofá y mientras ponía dibujos, él se quedó dormido en el sofá por un par de horas. Luego se levantó, se fue a la cocina a desayunar, yo le acompañé, no tenía mucha hambre pero algo tenía que comer y me tomé una chocolatada. En la televisión hacían un reportaje en la sección de noticias sobre los sueños, me quedé fascinada escuchando qué decía.

-          Los sueños suceden cuando nuestro cuerpo está cansado y se va apagando lentamente para que podamos descansar en la cama. Uno de los problemas que causan el sueño, es que la mente, recuerda ciertas cosas que ha vivido durante el día y las emite en forma de película modificada para hacer otra historia distinta a la que ha pasado de verdad. – decía la reportera con imágenes de neuronas en un cerebro que transmitían puntos de luz, eso me gustó.

-          Papá, ¿A ti te continúan los sueños? – le pregunté curiosa de saber si a alguien le pasaba algo parecido a lo mío.

-          ¿Cómo que si te continúan? Los sueños no continúan…- dijo de forma muy extraña.

-          No papá, a mí me continúan todas las noches.- le dije.

Lamentablemente no pudo contestarme, porque a él no le ocurría lo mismo, de hecho por la cara que había puesto, era la primera vez que escuchaba algo igual. Al final me fui a ver la televisión en la salita y me quedé de nuevo con Uriel, la mejor compañía mientras que el día avanzaba, aunque salí a la terraza para ver desde allí a Frodo, que papá se había ocupado antes de desayunar de sacarlo al jardín. 

-          ¡Frodo!- grité.

Frodo se encontraba durmiendo encima del tejado de su gran caseta hecha de ladrillos que papá le construyó mucho antes de que yo naciera, pero al escucharme, lo supe porque una oreja se levantó sin levantar la cabeza, me puse contenta y volví a llamarla. Hasta que al final, levantó la cabeza y empezó a mirar a su alrededor.

-          ¡Aquí arriba, Frodo!- le grité.

Frodo comprendió perfectamente y miró hacia la terraza, dónde vio mi cabeza entre los barrotes de obra de la terraza. 

-          ¡Buen día! ¿Cómo estás?- le dije.

Frodo se levantó y bajó del tejado toda nerviosa, empezó a andar por el jardín solo por el trozo que la cadena le permitía hacerlo, se le veía contento, Uriel estaba a mi izquierda.

-          Dary, ¿Cómo puedo escucharla?- le pregunté.

-          Recuerda lo que dijo Tzorelle. - contestó.

Uriel no sabía nada de las clases porque no le contaba qué hacíamos, pero hacía poco tiempo que nos habían enseñado a poder comunicarnos con el reino animal y poder escuchar lo que dicen pero requiere concentración, y quería practicarlo por eso le conté a Uriel días antes lo que había dicho. Así que cerré los ojos, y escuché primero la respiración de mi cuerpo, y luego el latido de mí corazón,…

-          Bien, ahora recuerda, visualiza la pregunta que se la haces des del corazón a Frodo.- me recordó.

Visualicé cada letra de cada palabra de la pregunta “¿Cómo estás?” y a través del latido del corazón visualicé una cuerdecita que salía de allí e iba directamente al corazón de Frodo, que ella cerró los ojos, se detuvo en seco, ya que mientras que ella escuchaba mis palabras en su corazón, abrí los ojos para fijarme en los suyos en la distancia, tan hermosos color miel. 

-          Buen día, hermana. Estoy bien, me gustaría que vinieras a estar conmigo aquí ahora… - escuché en mi corazón, la voz era de una niña de dos años mayor que yo, que me llamaba hermana, era Frodo.

PD. Para aquellos que no siguen las redes sociales, esta semana nos ha dejado la Iaia Filo, finalmente se confirmó que fue por el Covid_19. Según los médicos, dio negativo días antes, y en menos de 24h lo agarró y se piadó de ella, aunque tenía los pulmones algo delicados, ya. 

Recomendación: Me muero por conocerte - Alex Ubago. 

HR.

HERO&Corporation.

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