Agarré la mano del Arcángel Uriel que se había colocado en
su lugar favorito a mi izquierda, él se agachó para estar a mi altura, con él
no me importaba porque realmente es muy alto.
-
¿Ya tienes
listo los tres deseos para los Maestros?- me preguntó con especial interés.
-
Creo que si, ¿pero porque debo hacerlo?- le
pregunté.
-
Los seres
de luz tenemos una tradición para este día, cada uno le puede pedir tres deseos
y ellos, los tres Maestros, harán todo lo posible para ayudarte a conseguir que
se cumplan.- explicó Uriel.
-
¿Y tú puedes pedir también o solo son para
nosotros?- pregunté.
-
Si, todos
los seres de luz también podemos.- contestó con una sonrisa super amable
como siempre.
Cambiar los regalos por tres deseos, era algo que me parecía
más normal, porque a veces en clase veía que se empezaban a pelearse porque a
uno le habían regalado un juguete y a otro uno muy distinto y eso dividía la
clase en dos, los que vienen de padres con recursos y los que no. Por eso,
intentaba esconder en todo momento, lo que les pedía que me trajeran, aunque
pedía juguetes también, la tradición de los deseos me parecía algo más
funcional, porque como dijo Uriel, ellos te ayudarían a conseguirlo.
-
Lo único
que debes saber es que cada deseo tiene una duración de un año.- dijo
Uriel.
-
¿Por qué?- pregunté.
-
Es el
tiempo que se dan para ayudarte con lo que pidas, si no se ha conseguido el
próximo año, siempre puedes volver a desearlo y así tener otra oportunidad.-
contestó.
Eso es debido a que la responsabilidad de pedir un deseo no
es dejar que el otro lo solucione todo y tú no tengas que hacer nada, es muy
distinto, cuando pides un deseo es lo mismo que pedir ayuda, así que tú también
tendrás que arrimar el hombro para conseguir que se cumpla, pero teniendo en
cuenta el ser de luz que te acompaña en eso. Porque deberás trabajar en
cooperación, algo que se me daba muy mal en el colegio.
Cuando la cavalgata empezó, me puse realmente nerviosa, aún
no se podían pedir los deseos, según la tradición de ser de luz, había que
esperar en el punto de encuentro, es decir la Plaza Frà Bernadí dónde se
encuentra el ayuntamiento. Allí simplemente estábamos recibiéndolos, pero
aunque a mí me gustase mejor el Rey Negro (Baltasar), también saludaba a los
otros dos. También esperaba el camión cargadito de caramelos, como todo niño
era el camión más deseado de todos, porque antiguamente tiraban caramelos,
hasta que lo prohibieron. Lo más lindo eran los caballos del final, había más
de cincuenta caballos que los llevaban jinetes, la mayoría de Manlleu, porque
conocía a chicas del colegio, decían que lo hacían para darles la bienvenida y
acompañarlos a su destino.
Con mis padres nos fuimos para la plaza enseguida que
pasaron por delante de nosotros en aquella calle, a esperarlos de vuelta, y
mientras esperábamos, nos encontramos con mi abuela Filo y su mejor amiga
Pepeta, que nos habían guardado un lugar en la entrada de la Plaza.
-
¡Iaia!- le decía con un abrazo a mi abuela
favorita.
-
¡Hola Laia! ¿ya estás lista para los regalos de
los Reyes?- me preguntó con una sonrisa hermosa.
-
¡Si!- le dije con mucho entusiasmo.
-
Luego, cuando esto termine, iremos a mi casa a
poner la bandeja en casa, ¿de acuerdo? Así sabrán dónde tendrán que poner los
regalos.- dijo ella tan buena como siempre.
-
Vale.- contesté ilusionada.
En casa de mi abuela no ponían árbol de navidad, pero si el
belén, y por eso teníamos que poner la bandeja, para señalizarles dónde tenían
que dejar las cosas en el comedor. Ya que al día siguiente, por tradición en su
casa celebrábamos con la familia Galí el día de Reyes con un almuerzo especial.
En el momento en que apareció el camión del carbón, me
empecé a sentir algo mal, aunque estaba encima de los hombros de mi padre, me
agarré al hombro de Uriel, él me observó y como vio que me sentía mal, empezó a
decirle al ángel de mi padre si me podía bajar, y aunque mi padre no se hable
con su ángel porque no está en eso, curiosamente me bajó de sus hombros y me
subí encima de una ventana, me quedé sentada y Uriel se quedó conmigo.
-
¿Qué te
ocurre mi amor?- preguntó Uriel.
-
No lo sé. Me siento mal.- le dije.
Uriel me abrazó de lado y se quedó junto a mí, mientras que
seguían pasando las carrozas. No entendía que me estaba pasando, pero con el
tiempo comprendí que seguramente reconocí ese camión de carbón, ya que el
cabrón representa la rueda del Karma y en ese tiempo sin saberlo, estaba muy
ligado a ella, tenía mucho trabajo para compensarlo, por eso a veces tenía
situaciones complejas a tan corta edad, como lo de la profesora de un curso
anterior.
-
Uriel, ¿Sabes algo del titi?- le pregunté
mientras ya nos dirigíamos hacia el centro de la plaza.
-
Sigue
fuera, ¿Por qué?- contestó.
-
Creo que ya regresó.- le dije.
Uriel arqueó las cejas en señal de sorpresa, pero no nos
dijimos nada más, permanecimos en silencio durante el discurso de los reyes, y
recién allí, cada uno pidió sus deseos telepáticamente mirando el cielo, en la
primera estrella que hubiese y te captase la atención. Durante los fuegos
artificiales, poco a poco nos fuimos a hacer ese recado en casa de la Iaia
Filo, y luego teníamos que irnos a cenar en casa de mi otra abuela.
El titi Hilario había desaparecido por una semana, en casa
les dijo que tenía un trabajo que hacer en la capital catalana, en Barcelona,
pero la verdad es que él me contó que tenía que irse más lejos, porqué la Orden
del Karma le habían pedido verle, por lo tanto yo sabía que no se encontraba en
la Tierra, sino en el cinturón de Orión. Esto no es muy normal que ocurra si
sigues encarnado, solo si trabajas junto con los seres de luz de forma
consciente, pero si sigues tú encarnación como un humano simple, no te van a
llamar, van a tener que esperar a que desencarnes para hacerlo, es decir, a que
mueras.
Para mí era la primera vez que un familiar tenía que ir de
visita a la Orden, en ese momento recordaba poco de ellos, pero sabía
perfectamente que es un lugar sagrado y muy importante. La verdad es que la
Orden del Karma es quién gobierna el sector del Universo dónde nos encontramos,
en el sector 5 (en número romanos V).
Aunque era un día feliz, yo me sentía algo preocupada,
porque mientras que estábamos casi todos en el salón haciendo bromas con la
familia, notaba que faltaba Hilario, que ya había regresado pero estaba ausente
en la mesa, así que empecé a buscarlo por el piso. Me dirigí al pasillo que
llevaba a la cocina, al baño y a las demás habitaciones a parte de la puerta
principal, y pensé que estaría en el único baño que había en todo el piso, pero
no fue así, al ver que la puerta estaba entreabierta y las luces apagadas.
Entonces, me dirigí hacia las habitaciones del final, ese pasillo tenía forma
de “L” inversa, es decir como si estuviera en un espejo, la primera habitación
a la izquierda era la suya, la puerta estaba ajustada, quería llamar, pero mis
ojos se quedaron perplejos al verlo sentado en la cama, llorando.
Su melena a lo Beatles me impedía verle con claridad, sino fuera que en un momento giró
la cabeza hacia la puerta, pensé que me había visto pero no fue así, y empezó a
hablar, porque con él vi que había una chica que no había visto nunca, llevaba
una melena ondulada rubia hasta media espalda y una túnica blanca hasta las
rodillas, un cinturón de flores rosas y una diadema de flores igual, y atrás, a
su espalda unas alas blancas hermosas. Otro ángel. Sin querer, puse la oreja.
-
No entiendo porque no han aceptado mi propuesta,
¡no me quiero ir tan pronto!- dijo Hilario indignado.
-
Seguro que
ahora no lo comprendes, pero la Orden saben lo que hacen. Te recuerdo que
llevas muchos años de permiso y Anael está empezando a plantearse muchas cosas
sobre ti…- dijo la chica que de alguna forma intentaba consolarle, no se de
qué forma, porque no entendí bien sus modales.
-
¡Sé que debo volver! Pero no ahora, no tan
pronto. La Orden saben lo que hacen… ¡claro, por eso la quieren dejar tan
desprotegida! ¿No?- dijo, no sabía bien a quién se referían pero mi corazón me
decía que era a mí, sin saber el motivo.
-
Sabes que
no es así, Humiel. No la vamos a dejar sola, pero debes dejar que completa su
camino, recuerda que no es la primera vez que haces esto. Pero parece ser que
es la primera vez que te has implicado mucho más de lo que te imaginabas. ¿Por
qué?- contestó la chica.
-
Supongo porque nunca me había tocado enseñar a
una creadora de mundos. De todas formas, intentaré volver como sea. Para que
note mi presencia y sepa que sigo con ella, guiándola. – contestó Hilario
dándose esperanza.
-
La vas a
poder ver desde las nubes. Es lo más cercano que estarás de ella.- comentó
la chica.
-
¡No! En cuanto sea, voy a intentar que me
ordenen como arcángel.- terminó de decir.
Me acerqué tanto a la puerta que sin querer me apoyé y la
puerta se abrió. Hilario se me quedó mirando y la chica también, pensando que a
lo mejor no la veía, pero al girar la cabeza para observarla a ella, supo que
sí.
-
Perdón, no quería molestar…- dije con una
vergüenza que no paraba de crecer en mi interior.
-
No pasa
nada, querida. ¡Ven, dame un abrazo!- pidió el Titi entré y se lo di.
-
Les dejaré
solos. Nos vemos, Humiel- dijo la
chica, antes de que dijera nada, desapareció ante nuestras narices.
-
¿Quién era ese Ángela?- le pregunté.
-
Una
compañera de trabajo que ha venido a saludarme y hablar de unos asuntos que
quería explicarte.- aunque estaba algo mejor, su cara de preocupación aún
era importante, así que le dejé hablar, me sentó encima de sus rodillas.- La visita a la Orden ha sido porque debían
revisar el caso de que pronto tendré que regresar a mi estado original,
¿recuerdas?- dije que si con la cabeza.- Vine en esta familia, porque yo soy el ángel guardián de tu mamá, pero
como ella no es como tú, pedí un permiso a la Orden para acompañarla en su
encarnación. En un principio solo sería hasta que tu mamá consiguiera su misión
de vida, yo le haría recordar qué es, ya que al encarnar se olvidó por
completo. Pero cuando tu mamá se casó con tu papá, la Orden me avisaron de que
algo muy hermoso iba a pasar muy pronto, algo que tiene que ver con el camino
que tiene este planeta y que se iniciaría gran parte contigo y más hermanos que
están encarnando, como ya te dije. Pues la Orden me pidió una prorroga y me
pude quedar solo hasta que tú cumplas cinco años. Ahora que lo vas a cumplir en
tres meses, volví a la Orden para pedirle otra prorroga, al principio quería de
cinco años más, pero la Orden solo me han aceptado tres años, con la promesa de
que no podré pedir más prorrogas, cuando vayas a cumplir ocho años, yo me
tendré que ir y volver a mi estado original ¿sabes qué significa eso?- me
dijo de nuevo con lágrimas en sus ojos de pena que me contagió.
-
¿Vas a morir?- le pregunté con la voz entre
cortada.
-
No, los
ángeles no morimos. Le llamamos, ascensión.- contestó.
Me quedé sin palabras y le abracé tan fuerte que ambos nos
pusimos a llorar, no podía imaginarme que mí único tío que entendía lo que me
estaba pasando al cien por cien, se iba a ir tan pronto. ¿Por qué debía hacer
este camino de esta forma sin él? Me lo estuve preguntando durante varios días
y meses, hasta que cumplí cinco años y él me regaló algo muy especial que sigo
conservando, un regalo por el cual no puedo decir qué es, porqué los Seres de
Luz no me lo permiten.
Recomendación: Maluma - No se me quita ;)
HR.
HERO&Corporation.
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