Lo bueno de tener a mi abuela Filo viviendo en Manlleu, es
que no hacía falta agarrar auto para ir a su casa, tan solo caminar menos de
cinco minutos y ya llegamos a su antigua casa. Mamá me agarró en brazos y yo
llamé al timbre, uno de mis primos fue quienes nos abrieron la puerta y subimos
al primer piso. Me sentía ilusionada, con esta parte de la familia solo tenía
que hablar en catalán, por lo tanto no me sentiría desfasada con ellos.
Saludé a mi tio Quim, el único hermano que tiene mi padre, y
a su mujer Rosa María, luego a mi abuela, a mi tío segundo Josep, y luego a mi
primo favorito por el cual, le conoceremos con el nombre de Líon (su nombre
verdadero no lo voy a mostrar). Lo llamo así, porque es el nombre que recuerdo
y recordaba de otras vidas, que en Maghus lo entendía como “León Protector de
la Energía Planetaria de Gaia” más común llamado como “León protector”, es
decir Líon. Luego a mis dos otros primos que son curiosamente gemelos Eddie y
Guillem. Todos eran mayores que yo, creo que me llevaba más de 12 años con los
gemelos y más de 15 con Líon, todos eran hijos de mi tío y mi tía.
En el momento en que llegué al salón y vi la bandeja llena y
llena de regalos, me alegré mucho, eran muchos regalos, tantos que no cabían
dentro de la bandeja y se apelotonaban, con sus distintos colores del papel de
regalo, que en estos casos si que llevaban nombre, pero la gran mayoría ponían
mi nombre, ventajas de ser la chiquita. Pero lo que realmente me llamó la
atención fue que detrás de los regalos, pude percibir una bicicleta roja y
blanca, me quedé en shock.
-
¿Una bici?- susurré casi sin aire.
-
Ahora
podremos enseñarte a andar en ella.- dijo Uriel con su gracia divina.
En realidad nunca había tenido una, todavía andaba en
triciclo, si lo sé, ya era demasiado mayor para eso, pero me gustaba ir. La
abuela como era tradición era quién repartía los regalos, y yo fui abriendo, un
muñeco, que me quedé con la cara de ¿Por qué me pasaron esto si yo no juego a
eso? Igual no lo descarté. Luego ropa para el invierno, cosas para el colegio,…
más legos, eso me gustó mucho, y finalmente la bicicleta con rueditas.
Entonces llegó el gran almuerzo, de primero un pica-pica de
aceitunas, patatas, berberechos, cóctel de gambas,… de segundo rollito de
ternera estofada, en ese tiempo comía carne, y me encantaba pero cuanto menos
hecha mucho mejor. Y de postre, la tradicional torta llamado tortell de reyes o
roscón de reyes. Está relleno de crema o de nata, con frutas confitadas (a mi
nunca me gustaron, pero a mi abuela le encantan), lo especial es que lleva
doble sorpresa, dentro del roscón puedes encontrar una figurita de porcelana de
un rey, si te toca te ponen una corona y durante ese año, energéticamente
hablando tus deseos tendrán más potencia, o una haba de plástico, que si te
toca, pues tendrás que pagar todo el almuerzo. Curiosamente me tocaba todos los
años el rey, hasta que vi que los adultos lo hacían a cosa hecha por ser la
chiquita, así que dejé de creer que mis deseos tendrían mayor potencia, si la
forma en como había sido, no era para nada a la merced del universo.
-
Todos los
deseos que pidas durante este año, tendrán más facilidad para que te ayudemos a
conseguirlo, mi amor. – decía Uriel.
Mi carita triste no decía lo mismo.
-
¿Estás
bien? – preguntó.
-
No, no quiero que se haga así.- dije.
-
¿Por qué?
– preguntó con los ojos de sorpresa.
-
No me ha tocado por divina gracia, sino por la
mano de un humano.- dije refunfuñando.
Mi abuela se empeñó en que me pusiera la corona y así
hacerme una foto tradicional con quién le había tocado la haba, pero como
éramos tantos, había dos reyes y dos habas. Por eso, durante muchos años, no
salía contenta en las fotos, más bien, obligada a celebrar algo intencionado
por adultos que no saben lo importante que es dejar que el universo cuente su
versión de la historia, es decir, que haga su voluntad ante nosotros. Me sentía
muy mal, me sentía como si hubiese faltado al respeto a la gran magnitud que
todos los ángeles respetaban como a su vida, aunque era una víctima y
comprendía que lo hacían para que no me enojara (que no lo hubiese hecho),
pensé en que lo más importante es ser fiel al universo, ya que ella es el único
que sabe realmente cómo te encuentras y qué necesitas a cada rato.
Ese fue el primer año, que vi como los adultos habían
perdido muchas más cosas de lo que se imaginaban, perdieron el creer en la
magia y en serle fiel al universo. Dos cosas que inevitablemente componen
nuestro día a día en esta encarnación.
Me fui al sofá, mientras que los demás charlaban y charlaban
de temas tan aburridos que decidí volver a revisar los regalos uno por uno.
Líon me vio y decidió venir conmigo, a pesar de ya tener casi 20 años, decidió
venirse conmigo a la otra parte del comedor, la zona del sofá. Se sentó a mi
derecha en silencio, esperando a que yo dijera algo, pero lo ignoré, no había
hecho nada malo, pero no quería decir nada.
-
¿No tienes
nada que decirme, pequeña? – intentó, pero no coló.- ¿Te gustaron los regalitos? – siguió.
-
No entiendo esto.- le mostré el muñeco.- ¿Por
qué?
-
Algún día
vas a ser mamá, deberás aprender a cuidar bebés, ¿no?- dijo con ironía, la
comprendí enseguida y nos reímos.
-
Prefiero ser soldado, es menos complicado.- le
contesté entre risas.
-
Cierto es.
¿Sabes que en IÓN entrenan a los guardianes?- dijo.
-
En realidad sé poco de ese lugar, pero ¿crees
que volverían a repasarme los conceptos básicos? ¡Los tengo medio olvidados! –
dije.
-
Claro que
sí. Allí vas a conocer al viejo, es amigo mío y le hablé de ti, está deseando
verte entrenar. – comentó.
Abrí los ojos como platos, no podía creer que mi entrenador
sería Lonan, más conocido como el caballero San Jordi, sí el de las leyendas
del libro, el dragón y la rosa. ¿Siguen pensando que las leyendas solo son
leyendas? ¡No pierdan su inocencia!
-
¡La mano derecha de san Miguel Arcángel! –
susurré asombrada.
-
Así es,
pequeña. Él te va a entrenar, para que recuerdes todos los conceptos, y si lo
deseas, podrás volver a la unidad de la guardia de luz de la orden de San
Miguel – dijo Líon con asombro y gozo en sus palabras.
La reacción de Líon era comprensible, él también entrenó con
Lonan para volver a ser lo que es, un León Protector, es un cargo dentro de la
Orden. La conversación se terminó acá, cuando decidieron los primos llevarme al
garaje a enseñarme a montar en bicicleta. Recuerdo que en el momento de
subirme, Uriel colaboró, junto a Líon y los ángeles de los primos. Me subí y
como tenía las rueditas, me sujeté sin problema y entonces, le di a los pedales
y Líon me siguió al lado hasta que al final, se puso un primo de lado a lado
del garaje, para ayudar a girar, que aún era difícil.
Los primos se vinieron arriba y quisieron llevarme con los
demás, pero para enseñarles que ya sabía montar, pusieron la bicicleta en la
entrada del piso y me hicieron ir hasta el comedor, con la suerte de que la
abuela estaba al final del comedor tomándome una foto. El flash me afectó a los
ojos y terminé atropellando la mesa, me cargué sin querer dos copas de cava.
¡Uy! Por eso nunca me gusta tomarme fotos con flash, me duelen mucho los ojos,
aún no comprendí porque.
Dos días después, pudimos regresar al colegio y la
normalidad regresó, seguí aprendiendo mucho con la María Ángeles e incluso en
el patio, las niñas de clase, me admitían en sus grupos, de hecho, se acoplaban
ellas, cuando me veían tan “sola”. ¡Qué tiernas! Aceptaba sus compañías y las
escuchaba, pero cuando volvían a criticar a los demás en la espalda, como no lo
veía correcto, siempre intentaba irme a otro lado. Ya les había dicho que yo no
me sentía igual que ellas en eso, pero como seguían haciéndolo, al final decidí
con dejarlas y que criticasen lo que quisieran, pero yo no me quedaba, porque
tampoco era tonta y sabía que escuchar historias que no debía, me afectaban
emocionalmente, así que evité problemas superiores. Con el tiempo, dejaron de
venir, eso me afectó, pero si era para seguir criticando, casi me hicieron el
favor, y así fue como pasé durante gran parte del segundo trimestre, acompañada
de mis guías de nuevo, como siempre.
A finales de Enero del 1999 Uriel y Anasiel empezaron a
enseñarme de forma práctica a meditar más consciente y a un nivel mucho más
profundo. Un día en el patio, hablaba con Uriel…
-
Esta
noche, vamos a entrar en meditación y te vamos a enseñar, cómo vas a poder ir a
IÓN ¿de acuerdo? – dijo Uriel con una sonrisa de corazón, ansioso de saber
de mi aprobación.
-
Vale.- contesté.
-
A media
noche será entonces.- concluyó.
Por aquel tiempo, me iba a dormir a las 11pm, un poco tarde
quizás por la gente de la clase, pero yo tenía que esperar que mi padre saliera
de laburar para poder al menos, cenar todos juntos, algo que mi madre quiso
hacer como costumbre, por lo tanto, no llegaba hasta las 9pm pasadas, la
gestoría le tenía muy ocupado.
-
Laia,
¿quieres que vayamos a mi cama a leer un cuento?- preguntó mi madre.
-
No, hoy no quiero cuento mamá. Me quiero ir a mi
cama.- le dije.
-
¿Y eso?
¿Estás bien? – me preguntó preocupada.
-
Si, solo estoy cansada.- dije.
Me llevó a la cama, me ayudó a ponerme el pijama, me arropó,
encendió la luz pequeña de la mesita de noche y tras un beso de buenas noches,
se fue cerrando la puerta tal y cómo últimamente estaba durmiendo.
-
¿Dary, estás aquí? – empecé a susurrar
llamándole.
Pero no obtuve su respuesta, y era algo raro, porque siempre
que lo llamaba, él ya estaba cerca. Así que decidí esperarle, mirando al techo,
intentando relajar, porque me sentía ansiosa, sus palabras eran claras, a
medianoche me iban a mostrar cómo será ir a IÓN.
De repente, escuché el ruido de unas campanas repicar, pero
no eran las campanas de la Iglesia de Manlleu, eran más puras, y comprendí que
provenían de un ángel.
-
¿Dary?- volví a susurrar con una sonrisa de
oreja a oreja.
Pero tampoco apareció nadie. Volví a escuchar las campanas
repetir su tono, miré por la habitación, pero nadie había.
-
¿Quién hay? ¡Que se haga ver!- dije susurrando
de nuevo.
En medio de la habitación apareció una hermosa angélica con
una túnica amarilla casi blanca y unas alas hermosas en blanco puro, una
cabellera anaranjada y en sus manos, como dos pequeñas castañuelas pero eran
como mini platos dorados que al unirlas sonaban como una campana. Sus ojos eran
azules. ¡Qué belleza!
-
Un gato
camina por la ciudad, buscando aventuras, buscando paz, buscando un hogar. –
cantó. – la aventura le aterraba y en su
corazón el hogar le ansiaba. – tocó esos platillos y prosiguió cuando de
fondo se escuchaban acordes de guitarra sonar.- la ciudad no lo quería y su paz desapareció de su corazón. – volvió
a tocar los platillos y de fondo el coro de ángeles en la distancia hacía los
acordes con “O”. – su solitario camino,
le llegó a su corazón, y de ella, surgió una gran luz de amor, pues su gracia
le llenó de esperanza, y su aventura fue hallada. – terminó de cantar.
Detrás de esa bella angélica, apareció Uriel bailando al
ritmo de la canción, mientras que el coro seguía cantando y la bella angélica
con una sonrisa me acarició la cara, me dio un beso en la frente y se fue
volando con el coro, mientras que Uriel se acercó a la cama, le permití
sentarse a un lado, pero se mantuvo de pie.
-
¿Qué te ha
parecido el cuentito de hoy? – me preguntó.
-
Extraño.- dije.
Los cuentos de los ángeles no son simples para entretener,
siempre tienen un mensaje a descubrir, solo que cada uno debe interpretarlos,
pues a cada uno le llena algo distinto.
Recomendación: Just lov me - Britney Spears.
HR.
HERO&Corporation.
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