Cuando tenía seis años, era una niña muy especial, una niña
que no tenía muchas amistades, no era muy sociable, me pasaba la mayor parte
del tiempo jugando en un rincón con el Arcángel Uriel, que siempre me ha apoyado,
siempre ha estado conmigo, siempre ha sabido comprenderme y siempre me ha
ayudado en los momentos más difíciles que la vida me ha regalado para seguir
aprendiendo. En la guardería siempre estaba en un rincón jugando a juegos que
los demás niños no entenderían por ser niños, ya que a muy corta edad tenía una
inteligencia muy amplia, es por eso que con el Arcángel Uriel jugábamos a
juegos como por ejemplo el de “Observador”, en qué consistía en observar a la
gente qué hacía y nombrar el mayor de detalles más raros que hacía cada
persona. Sinceramente, me encantaba ese juego.
Cuando pasé a Parvulario en la Primaria en el colegio El
Carme Vedruna, la pasé exactamente igual, tenía compañeros que tampoco me
relacionaba demasiado pero me querían a su lado, yo también quería estar con
ellos, pero no todo el tiempo, siempre he intentado defender que mi autonomía
es y ha sido siempre una virtud importante en mí, ya que cuando quiero decir
autonomía quiere decir estar con el Arcángel Uriel, eso me sigue ocurriendo y
creo que de momento seguirá así.
Todo iba bien hasta que llegó los seis años… Dónde ningún
niño, profesor ni mucho menos mi familia, pensarían que estarían a punto de
vivir un INFIERNO, pero realmente quién vivió en un INFIERNO fui YO.
Cuando llegó el mes de Octubre, ya empecé un poco raro ese
mes, como siempre notaba la compañía de Uriel siempre conmigo, pero al mismo
tiempo, notaba que algo muy denso y pesado y pudiéramos decir malvado se había
enganchado a mí, e iba a dónde yo iba. ¿Saben lo típico de las películas del
angelito y el demonio? Pues me ocurrió lo mismo. De escuchar…
U: ¿Por qué no te
acercas un poco a ellos, estás muy solitaria ahora mismo?
Yo: De acuerdo, pero
acompáñame.
U: Siempre, mi amor.
A escuchar lo siguiente…
U: ¿Porque no te acercas
un poco a ellos, estás muy solitaria ahora mismo?
D: ¡Tonterías! ¡Ve
allí y haz justicia!
U: ¡No! ¡Esta no es
la solución, mi amor!
D: ¡Ve allí y dales
un puñetazo en la cara!
U: ¡No, mi amor! ¡A
las personas se les ama, no se les daña!
D: ¡Tonterías! ¡Ellos
merecen que les dañes!
U: ¡No, mi amor! ¡Haz
el amor no la guerra!
Yo mareada de tanta controversia terminaba llorando en una
esquina, deseando que esas voces terminarán, deseando que solo se quedase
Uriel. Pero el Demonio seguía y seguía y así fue durante semanas. Hasta que,
pasó lo peor, lo indeseable…
Estaba un día en la hora del patio con el grupo molón de la
clase que estábamos a punto de jugar a algo, cuando de repente una chica dijo
algo… y perdí totalmente el control de mi cuerpo, totalmente…
Dejé de ver con mis
ojos, dejé de estar controlando mi cuerpo, el Demonio me había vencido y me
había rebajado en lo más profundo de mi alma, en la oscuridad más absoluta. Yo
gritaba ¡Socorro! ¡Socorro, ayúdenme! Pero nadie podía escucharme, me sentía
sola, rodeada de oscuridad, tenía frío, y no notaba la presencia de Uriel, de
mi familia, de mi vida, solo era oscuridad y oscuridad. Sin saber qué ocurría
fuera de mi cuerpo, mi alma, solo era mi alma, rebajada sin saber cómo, a la
oscuridad, al infinito infierno.
Gritaba y gritaba,
lloraba, me sentía abandonada, me sentía que no estaba viva, incluso pensé en
ocasiones que había muerto, pero no sabía dónde me había quedado. Perdí
totalmente el sentido del tiempo, hasta que un día escuché…
D: ¡Eres una escoria
de alma! ¡Jamás vencerás! ¡Yo tengo el control ahora!
Yo: (entre lágrimas)
¡Déjame volver, por favor!
D: Y ¿estropear mi
obra maestra? ¡No!
Yo: ¡Eres un
miserable, te apoderas de almas débiles para hacer el mal!
D: (risa malvada) Me
gusta que me des cumplidos, escoria…Intento ser igual de malvado tal como me
enseñó mi padre.
Yo: ¡Déjate ver!
¡Quiero verte la cara!
Se escuchaban risas
malvadas, pero entre la oscuridad el Demonio se presentó ante mí. Un demonio de
cuerpo rojo y ardiente, con cuernos y una cola super larga, de una altura de
dos metros, estaba ante mí. Sus oscuros ojos rojos ardientes, podía presentir
su maldad, después de oler ese olor a azufre que me picaba la nariz.
En ese momento y no sé
cómo me llené de valor, me puse de pie, que hacía días que no volvía a estar
así, le miré a los ojos, había conocido el infierno, sabía que la única forma
de salir de allí era luchando cuerpo a cuerpo para el control de mi cuerpo en
su totalidad.
Yo: ¡No te dejaré
vencer!
Me lancé hacia él y
empezó la lucha cuerpo a cuerpo, me costó mucho, tenía mucho poder, hasta que
al final conseguí escuchar la luz que dijo…
U: ¡Estamos juntos en
esta lucha, mi amor!
Tras tiempo y tiempo
de lucha, llegó el momento en que pude vencerlo, recordé que hacía un tiempo me
habían enseñado cómo vencerlos, así que atrapé la punta de la cola, y cuando lo
tenía inmovilizado en el suelo le clavé la punta de su cola en el pecho,
provocando así que ardiera en su totalidad y se rebajase a cenizas.
Fue entonces, cuando volví a ver a través de mis ojos, pude
sentir mi cuerpo en su totalidad, y podía sentir y festejar que había vuelto,
que ¡había vencido el infierno! Uriel estaba junto a mí, feliz de verme, feliz
de saber que había podido ganar, feliz de reencontrarme con él. Pero cuando vi
lo que acababa de hacer, quise morirme.
Cuando recuperé el control, me encontré con mis dedos de la
mano derecha ensangrentados, vi a quién le había hecho daño, sin querer y por
obra del diablo, le había abierto la yugular a mi mejor amigo, con las uñas. Cuando
lo escuché llorar de dolor, ver sus ojos cristalinos que me miraban, me quería
morir. El panorama parecía el apocalipsis, todos huían de mí, miré a cada uno
de ellos y mi corazón lloraba, mis ojos lloraban, mi alma lloraba, no lo podía
creer.
Media hora más tarde… me dejaron en un despacho delante de
una psicóloga, al parecer querían avaluarme para ver qué me había pasado. Fue
en ese momento cuando vi el calendario y mi sorpresa fue que había pasado casi
dos meses, luchando contra el demonio que me había poseído. Fue en ese momento,
dónde mi vida dio un giro tremendo, fue en ese momento, dónde ningún culpable
externo excepto yo por permitir que el diablo entrase en mí, empezó el Bullying
que duró diez años. Nadie quería estar conmigo, tenían miedo.
Acepté mi nueva situación, el hecho de que la gente rehusaban
de mí, de que no querían estar conmigo, el miedo les concomía por dentro,
aunque había abierto los ojos cuando vi a mi mejor amigo herido, me alegró
verlo que después de dos semanas, una en el hospital, se había recuperado y
seguía vivo, pero su distancia me dolió más que si hubiese muerto, esos ojos
marrones que siempre me comprendían, se habían transformado en una mirada de
dolor y miedo que me concomía mi corazón.
A pesar de esa situación tan dolorosa, no perdí la
esperanza, de que algún día esa situación volvería a ser cómoda, y estaba
dispuesta a esperar el tiempo que fuese, luchando para que su confianza
volviese a florecer entre nosotros, y no solo por él, sino hablo por todos mis
compañeros de clase y de curso. El Bullying fue justo, en primaria casi no se notaba,
pero en la secundaria sí que se notó y mucho, me pasé desde los once años hasta
los 16 sin amigos, el precio fue duro pero era justo. Es por eso que no culpo a
nadie, porque realmente nadie fue el culpable, aunque recordé una conversación
con una compañera que no me tragaba, ella no me tragaba, desde siempre me odió
y yo a ella NUNCA le he odiado y así SIGO… pero fue entonces cuando ocurrió
todo.
Durante el Bullying me refugié en el Arcángel Uriel, nuestra
relación se iba volviendo cada vez más y más estrecha, ya lo era por las vidas
anteriores que había estado con él, pero aún se estrechó más. Fue duro no tener
con quien hacer los trabajos en grupo, tener que soportar ese desprecio, ese
odio de la gente, fue duro que te tratasen de tonta cuando siempre ha sido todo
lo contrario, pero claro, a la psicóloga jamás le dije realmente lo que
ocurrió, ¿saben por qué? Pues porque sabía qué podía ocurrir si lo decía que
había tenido el demonio dentro de mí, para San Boi que me iba… ¡Y no lo iba a
permitir!
Yo me defino que soy una persona LUCHADORA, desde que nací
en esta vida número 25 que recuerdo, he tenido que LUCHAR por todo aquello que
es INJUSTO. Luché contra el demonio, esa fue mi primera lucha, luego luché por
los DERECHOS de los ESTUDIANTES en la primaria cuando se hacían INJUSTICIAS. Luché
cuando se volvió a repetir las INJUSTICIAS en la secundaria con algún profesor,
defendiendo a los inocentes, defendiendo a las víctimas, defendiendo no a mi
pueblo, sino a mis HERMANOS LOS SERES HUMANOS.
El castigo que tuve que vivir por esta situación, creo que
NADIE lo hubiese podido soportar, el castigo de no acercarse a la gente, prohibir
en todo momento el contacto físico, ni mucho menos permitir hablar cuando mis
labios iba a decir locuras sin sentido, aprender a callar, aprender a otorgar,
aprender a vivir, aprender a no reprimirse, aprender a aprender en silencio,
aprender a dejase entender por los demás, aprender a tener amistades, aprender
a escuchar cuando lo necesitaban y lo necesitan. Y lo más importante, aprendí a
no dejarme vencer por nada ni por nadie, siempre a pesar del grado de
negatividad que tengas, siempre luchar para conseguir ese equilibrio que sabes
que algún día vas a volver a tener.
No le conté a la psicóloga que escuchaba esas voces, para no
quedarme atrapada entre la vida y la muerte, tomando pastillas que NO
SOLUCIONAN EL PROBLEMA. ¿Saben porque lo sé? Sinceramente, tengo un primo que
ahora vive al otro lado de España, que desde muy pequeño le diagnosticaron Esquizofrenia
paranoide. Es una persona violenta, que tiene problemas emocionales muy graves,
trastornos de personalidad graves, está enganchado a las drogas y ha ido varias
veces a la cárcel por violencia, y sigue así en BUCLE. ¿Saben qué veo? Cuando
le miro a los ojos, veo el demonio poseído y le veo a él que llora desamparado
reclamando AYUDA, pero nadie le hace caso, la familia lo ha abandonado, todos
le dan la espalda, menos YO, su madre y su hermana.
El miedo te apodera, lo sé, lo conozco perfectamente, pero
YO NO TENGO MIEDO. Mi primo está en esta lucha desde los cinco años y nadie le
ha ayudado a vencer ese demonio, porque quién quiere ayudarle piensa que
tomando una pastilla se pasa, y es mentira, si así fuese, no hubiera seguido
como está. La PASTILLA que tanto quieren, realmente lo que provoca es que te
corta la COMUNICACIÓN pero solo con la única fuerza que te puede ayudar a salir
de ese momento y es que te corta la capacidad de COMUNICARTE CON LA LUZ. Obligándole
a deambular con el demonio que no quiere irse, que disfruta haciendo daño y
malgastando su vida de esa forma. ¿Realmente creen que le están ayudando? ¡NO!
Todos los delitos que ha cometido no ha sido de él, de mi
primo, sino del demonio que yace en él, pero eso claro, la sociedad que vivimos
no lo SABE, porque no le HA OCURRIDO… ¡Eso me pone en situación y me obliga a
EJERCER como TRABAJADOR DE LUZ DEL RAYO VERDE QUE YO SOY! Estoy preparada para
ayudarle, pero solo Dios dirá cuándo podrá ser, Dios te dejo en tus manos el
momento y cuando sea lo sabré solo por ti, por tu amor que te tengo y tú me
tienes.
Todas las luchas que he tenido que he ayudado, han sido muy
duras, cada una cada vez más duras que la anterior, pero solo hace dos años que
empecé a compartir mi sabiduría para ayudar a otros que pasan por lo mismo a
que aprendan a luchar. He ayudado a personas que sufrían de TOC, personas con
problemas de TRASTORNOS BIPOLARES, personas con ESQUIZOFRENIA, cada lucha es un
peldaño que te ayuda a estar más cerca de DIOS. Les he devuelto esa vida que
habían PERDIDO, esa alegría que habían ABANDONADO, les he ayudado a volver a
VIVIR.
Aceptar las condiciones de ejercer de TRABAJADOR DE LA LUZ
sea del rayo que seas, tiene sus luchas, algunas más fáciles otras más duras,
pero la recompensa es milagrosa. Si no hubiese sido por ese Demonio no hubiese
aprendido a ser quién YO SOY ahora. Yo estoy en LUZ y es desde la LUZ que mi
trabajo de TRABAJADOR DE LUZ DEL RAYO VERDE se producen los milagros, con fe,
esperanza, amor y serenidad.
¡Feliz
Navidad!
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