martes, octubre 31, 2017

El Acompañante De La Vida Y La Muerte



Unos nacen y otros mueren, cuando naces inicias un viaje que al final muere, tras vivir una experiencia que te hace crecer, para que en la próxima vida, comprendas lo antiguo y lo nuevo y lo que vendrá. Hasta que llega esa vida, que es diferente, y cuando llega, tu fecha de caducidad no se deja ver, pero tú promesa y tu compromiso es al cien por cien de ayudar al prójimo.

Así es tal como me dijo Dios y el Maestro Hilaríon me lo volvió a decir, a finales del 2015, cuando me convertí en acompañante de la vida y la muerte. Desde que desperté en el 2013 y dos años más tarde fomenté mi despertar para ser lo que soy ahora, y para entender y mantener los viajes que tengo con los seres de luz en estos momentos, que me he dado cuenta de que tengo dos vidas en una misma, está la parte de 3D que estudio, trabajo, tengo una familia, tengo amigos, y ratos a solas con mi arcángel Uriel, el custodio. Y está la parte de 4D en la que tengo viajes astrales, visitas a mis hermanos y hermanas de la Hermandad Blanca de la 5D, además de canalizar mensajes para ellos y en parte trabajar para el gran Todo y para el Plan Divino, y es aquí cuando me convertí en acompañante de la vida y la muerte, además de saber cuándo realmente un alma se ha ido de verdad de su vehículo biológico (es decir un cuerpo). 

El pasado jueves durante la oscura noche entré en meditación muy rápidamente porque mi corazón me pedía hacerlo ya que me decía “hay alguien que te necesita, ahora mismo”, así que como ya era la hora de ir a la “cama” me dispuse a ello. Tumbada en la cama y con las luces totalmente apagadas, en plena oscuridad y con los ojos cerrados, empecé a concentrarme con mi respiración, para entrar de pleno en la 4D y enseguida me desprendí de mi cuerpo dónde me encontraba en medio del universo rodeada de estrellas, nubes y planetoides muy hermosos, flotando en el espacio, tan calmado estaba todo, que no me quería ir de allí.

En un santiamén, volví a la tierra, cuando toque de pies en el suelo en la sala de espera del hospital Santa Cruz de Vic, en la primera planta, el hospital seguía como un día cualquiera en la noche de un jueves para el viernes. Cuando estas en 4D nadie te puede ver, además era por así decirlo “emisión en directo” es decir, la misma hora que dónde estaba mi cuerpo en Manlleu, en mi habitación. Iba observando a la gente de la sala de espera, las enfermeras y enfermeros que seguían su trabajo rutinario, hasta que de repente escuché con gran fuerza los latidos de un corazón débil que necesitaba atención, me dispuse a seguir esos latidos, así que giré a la derecha en el primer pasillo y entré en la habitación 111. 


Allí estaba una anciana de ochenta años que lentamente dejaba su cuerpo para ir al más allá, la señora atendía al nombre de Montserrat y a pesar de cómo estaba entre la vida y la muerte, estaba sola, la señora no tenía familia, ni hermanos, era viuda, ni hijos, ni vecinos… estaba completamente sola muriendo. La señora le costaba respirar, pero no estaba conectada a ningún respirador artificial, tosía bastante, empecé a notar el miedo que tenía, ya que era completamente consciente de lo que le estaba pasando. 

Rodeé la cama para estar a su izquierda, le agarré la mano que ella apretó con gusto, abrió los ojos, y a pesar de mi estado de dimensión la señora me podía ver, cuando las almas están abandonando su cuerpo, empiezan a ver la otra dimensión que les espera, Montserrat tenía mucho miedo, a pesar de todo eso, yo le sonreía, sin llorar, porque no tenía ansias de hacerlo por dos motivos, primero porque no conocía a la señora, y segunda porque realmente lo que se dice morir, no lo iba a hacer, ya que solo cambia de percepción, vuelve a su estado natural que es el alma. Ella quería decirme algo pero no podía, entonces le dije “Estamos aquí contigo”, no le mentí, realmente no le mentí, porque sabía que en nada vendrían a por ella los seres de luz.


Un par de minutos más tarde, desde la ventana que permanecía con las cortinas abiertas, se veía el cielo estrellado, cuando una luz desde una estrella muy brillante y muy potente de color blanco atravesó la ventana, y de allí la luz se transformó en un dorado magnifico, Montserrat con los ojos abiertos perpleja de lo que estaba viendo, empezó a balbucear “Dios bendito”. Parecía de día de repente ya que esa luz inundó toda la habitación en plena madrugada, esa luz maravillosa dónde el pavor no tiene lugar, fue entonces cuando comprendí quién vendría a buscarla y me alegré mucho, de fondo se escuchaban cánticos celestiales de los ángeles más hermosos que cualquiera se podría imaginar, muy hermoso.


Del centro de la luz hermosa apareció ni más ni menos que el Maestro Jesús, me alegré mucho de verlo, aunque tampoco hacía tanto tiempo que no lo había visto pero siempre que lo veo mi corazón arde de amor tan fuerte, que parece que no nos hayamos visto en siglos. El Maestro Jesús puso sus pies en el suelo justo en los pies de la cama, estaba sonriendo con una sonrisa de oreja a oreja, muy divertida y alegre, él caminó hacia el otro lado de la cama para estar al lado de Montserrat y le dijo “Hola, mi querida Montserrat, ¿sabes quién soy?” la señora le estaba mirando con lágrimas en los ojos y con una sonrisa de oreja a oreja, el miedo se le había ido de golpe, eso me alegró, el maestro Jesús se inclinó hacia ella y con la mano izquierda le empezó a acariciar la frente, que ella agradecía cerrando los ojos de forma para agradecerle la visita y dijo “Sí que lo sé”, rápidamente Jesús le preguntó “¿Tienes miedo?” y ella susurró “Ahora no”, Jesús se alegró y yo también y le dijo “¡Qué me dices! ¿Quieres venir conmigo? Hay gente que quiere volver a verte”. 

La señora contestó “Sí, llévame contigo” entonces Jesús me miró a los ojos y ofreció sus manos para que le diese las manos de ella, hice lo que me pidió, pero le ofrecí agarrarle de las manos pero el Maestro Jesús no lo hico así, tan solo puso sus manos sin tocar encima de las suyas, cerró los ojos y empecé a ver como Montserrat salía de su cuerpo, rompiendo así su vínculo con su vehículo porque ya había terminado esa encarnación y volvía a ser un espíritu lleno de amor. Cuando ya estaba Montserrat casi fuera de su cuerpo, entonces el Maestro Jesús abrió los ojos y le agarró de las manos espirituales, entonces le ayudó a salir poco a poco de su cuerpo hasta mantenerse en pie a su lado, delante de la cama, yo notaba como esas manos estaban frías, y ya no tenía pulso, así que las dejé encima de su abdomen enlazadas.

El Maestro Jesús acompañado de Montserrat, se detuvieron antes de llegar a la luz dorada hermosa, Jesús se giró y caminó hacia a mí, yo abrí mis brazos para recibir su fuerte e increíble abrazo y me susurró en la oreja derecha “Muchas gracias por estar aquí, Laia. Muestra al mundo tus experiencias, eres los ojos y el corazón de esta humanidad que está despertando, muchas gracias por tu trabajo, te amamos” y yo le dije “Y yo a ti también te amo, Jesús. Gracias por todo lo que haces, has hecho y harás” él se puso a reír, entonces nos separemos y me quedé a ver como entraban en la luz y desaparecían enseguida. 

Entonces me uní de nuevo a mi cuerpo casi en segundos o fracciones de segundos, abrí los ojos y le dije a Uriel que estaba a mi izquierda de la cama tumbado “Ya es la hora, Uriel. Jesús me lo acaba de decir” Uriel que reposaba su linda cabeza encima de la almohada, se incorporó un poquito para acariciarme la frente, darme un beso y decirme “Entendido, ahora descansa, mi amor”, me puse a dormir mirándole a los ojos, ¡qué hermoso! Pero pronto el sueño venció mi razón.

Esta es el testimonio de una de las veces que he tenido que estar acompañando a las almas a dar el paso de la vida a la muerte, no siempre ocurre así, hay mucha variedad, pero tengo que reconocer que este es de los más lindos e hermosos que pueden suceder, es totalmente comprensible que no siempre aparece el Maestro Jesús tras la luz, pero cuando tú corazón rebosa en luz y no en ese momento sino toda tú vida a pesar de todo lo que te haya ocurrido, hay más posibilidades de tener un paso hacia la vida eterna de esta forma, sin sufrir lo más mínimo. 

Sigue a tú corazón y no permitas que tu arrogancia y tu egoísmo invaden lo único que de verdad te salva de ser un ser de luz, tú corazón vale más que el ORO.

  Arcángel Uriel.

Si vas por el buen camino, no tendrás miedo a vivir ni a morir, si tu corazón vibra en AMOR INCONDICIONAL, verás a Jesús en tú gran momento.

Recomendación: Enya – I could never say Goodbye.

HR.

HERO&Corporation.

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