viernes, octubre 20, 2017

Yo Sigo A Jesús



Un día Jesús estaba reunido con gente que le escuchaba hablar todos los días en el mismo lugar, mientras que sus discípulos aprendían a su lado el verdadero sentido de ser humano y de ser un ser de luz, uno del pueblo se quejaba porque en Roma habían aumentado el pago de sus impuestos, y le preguntaron a Jesús ¿qué podían hacer al respecto? Jesús pidió una moneda de Roma y se lo dieron y dijo: “Dad lo que es de Roma a Roma, y Dad lo que es de Dios a Dios”.

 
No suelo referirme mucho a la Biblia en mis reflexiones, pero hoy quiero hablaros de algo que me ha cambiado completamente la vida desde que me di cuenta porque Jesús dijo lo que dijo sobre ese problema a sus fieles seguidores. Y para hacerlo, dejadme que os cuente una pequeña historia que me pasó en Julio de este año 2017.

Eran las nueve y media de la noche del 13 de Julio, salía de un evento literario en el centro de Manlleu, cuando al salir aunque ya era esa hora y era un jueves, quise dar una pequeña vuelta para ir a casa, sentía en mi corazón que tenía que cambiar el rumbo hacia a casa, así que empecé a caminar por distintas calles de la ciudad, hasta que llegué al Paseo de San Juan cerca de la rotonda con la Avenida de Roma, cuando de repente vi a un señor mayor de más de 70 años, que iba más o menos aceptable vestido, que rebuscaba en todas las papeleras de esa calle, también lo hacía en los contenedores, sobre todo en los residuos orgánicos en búsqueda de un trozo de pan o de comida. 

De repente dejé de caminar, dejé de leer la revista que llevaba en las manos de literatura y me puse a observar qué hacía el anciano, él no me veía porque estaba de espaldas, pero en ese momento mi corazón se estremeció como nunca lo había hecho, y recordé que en la tarde había comprado merienda, unas galletitas en el super y me habían sobrado, así que me dispuse a buscarlos en el bolso que llevaba, pero con la mala pata de que no los llevaba encima y no llevaba nada más, además tenía claro que no le daría dinero porque eso no era lo que ansiaba el anciano, más bien quería algo que llevarse a la boca para pasar la noche con el estómago aunque sea poca cosa lleno. 

Quizás otra persona pasaría de ese hombre aunque se hubiera visto que lo haya visto, con el simple hecho de auto engañarnos diciendo “¡seguro que está fingiendo!” y así no sentirnos mal por no darle nada ni ayudarle al hombre. Pero yo me sentí obligada a caminar, pasar de largo sin decir nada e ir a mi casa a paso ligero y en silencio, sin leer la revista, sin pensar en nada excepto en lo que acababa de pasar y sobre todo recuerdo que antes de llegar a mi casa, se me estaban cayendo las lágrimas por haberme sentido tan “incompetente” en ese momento, imaginaba volver a buscarle y decirle “¿quiere que le compre algo para cenar en un bar?” pero tenía que regresar a mi casa, porque me estaban esperando mi familia. 

Llegó el día siguiente y cuando era por la tarde y me iba a la Biblioteca a trabajar un poquito de mis guiones de seres de TV, quise pasar por el mismo lugar dónde había ocurrido eso el día anterior, y en uno de las papeleras que sabía que el señor volvería a revisar, le dejé un paquete entero de galletas para estrenar o casi, como mucho le faltaban dos o tres galletas. Me fui, pero cuando salí de la Biblioteca volví a pasar por allí y vi como el mismo anciano pasaba por allí, y rebuscando en la papelera a un lado, se encontró con una sorpresa. 

El anciano vio el paquete de galletas, se le arquearon las cejas del asombro, agarró el paquete lo vio de cerca, miró lado a lado pero no vio a nadie en particular, volvió a ver el paquete, sacó una galleta y se la comió con tal gusto que cerró los ojos y sonrío de oreja a oreja como si fuese la primera vez en mucho tiempo que comería algo más que una rebanada de pan.

Verlo así, de pronto mi corazón se fundió de AMOR mientras que en mi cara se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja. Fue entonces cuando comprendí los gestos del Maestro Jesús, de porque a los pobres nunca le daba dinero, ya que lo que realmente necesita el necesitado no es el dinero, sino que otro valor.

En otra ocasión, me lo volví a encontrar mientras que repartía cartas, en mi trabajo, dos semanas después. Al verlo, me acordé que llevaba una horchata pequeña en mi riñonera y en vez de pasar de él y bebérmelo yo, el anciano se acercó, ya que iba a mi dirección, me detuve delante de él, y le di la horchata diciéndole “Seguro que le hará más falta a usted que a mí, buen hombre. ¡Que le aproveche!” y el señor anciano miró la horchata y me miró a mí con una sonrisa de oreja a oreja, igual que se me dibujó a mí y lo aceptó. De nuevo volvieron esas mismas sensaciones mientras veía como se lo tomaba con gran afán, ya que antes de terminar la pequeña calle ya se lo había tomado todo.

Me lo volví a encontrar hace un par de semanas y compartí mi desayuno con él, un par de galletas, lo había guardado por si acaso y entonces cuando lo vi, se lo entregué. A veces no llevo nada, como hoy ha ocurrido, pero cuando pasa eso, le hablo ya que el anciano también necesita que le hablen que está muy solo. Siempre que hago una cosa como la que hace el Maestro Jesús, mi corazón ARDE DE AMOR INCONDICIONAL y me siento como si él estuviese a mi lado poniendo su mano en mi hombro y diciéndome “así se hace, Laia”. 

Le darás de beber al sediento y de comer al hambriento.

Maestro Jesús.

No nos cuesta nada ayudar al prójimo, hemos hablado de cómo actúa el universo de la ley del dar y recibir, hemos hablado de que para ascender necesitamos quemar karma, ayudando al prójimo ayuda a quemar karma y nos ayuda a sentirnos más felices y en parte nos sentimos en luz. El Maestro Jesús antes de ser horriblemente crucificado, no dudaba en aplicar sus valores de solidaridad, a sus discípulos, aunque él murió y resucitó al tercer día y regresó a su dimensión pertinente, él está con nosotros aquí, y si haces todo esto, aún lo sientes contigo, os lo digo por propia experiencia, esto no es porque tenga mensajes suyos o porque en mis viajes lo veo y esté con él, lo que os enseño aquí en este Blog de HR es a SER UN SER DE LUZ de 4D. 

Recomendación: Película – El cielo es real

HR.

HERO&Corporation.

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