sábado, diciembre 03, 2022

Ohana Navideña

 

Desde que era una niña adoraba celebrar la Navidad, no es de mis fiestas favoritas, pero me gustaba mucho juntarme con mis tíos y pasar dos días maravillosos junto a ellos. Los regalos realmente pasaban a un segundo plano, porque la familia de mi madre tienen un corazón muy noble y sincero, son increíblemente fabulosos, porque allá dónde van, derrochan amor. Me gusta pasar las Navidades con ellos, porque aunque no hayan regalos de por medio, se siente el espíritu de la familia, que al fin y al cabo es una de las cualidades de la Navidad, el día de estar con los tuyos y sentirte parte de la Ohana.

Pero la nochebuena de hace ocho años, algo en mi cambió por completo. Para mi la Navidad es reunirse con los tuyos y los regalos solo los hacemos si lo sientes en el corazón, puesto que con tan solo estar con ellos ya es una bendición de Dios. Hace tiempo que supe que hay familias que van a misa, otras cantan villancicos y otras ven las estrellas juntos, hay tradiciones muy queridas en mi familia, pero la única que veo que realmente simboliza el espíritu de la Navidad, son los abrazos y las risas. En mí familia no cantamos villancicos, pero comemos marisco, contamos historias chistosas que nos hayan pasado y nos echamos unas risas, recordando el pasado, agradeciendo lo que somos aquí y ahora y desear que el próximo año nos podamos volver a ver así de felices.


Mi espíritu navideño no es para nada material, me da igual si una navidad no hay turrones, marisco, regalos o que no tengamos el belén puesto. Para mí lo importante es reunirme con mi Ohana, soy parte de ella desde que decidí nacer, y los amo con todo mi corazón. Hace ocho años, pensaba que celebraría las mejores navidades de mi vida, porque a diferencia de otros años, tenía pareja desde hacía casi cinco meses. Todo estaba preparado, para que pudiera celebrarlo con mi Ohana pero a la vez con mi pareja, cuando de repente a la mañana del 24 de diciembre, mi pareja decidió dejarme.

Pasé las navidades más horribles de toda mi existencia, me reuní con la Ohana, que siempre está allí en las buenas y en las malas, pero algo en mí estaba roto. No era igual, y perdí la ilusión de celebrar cosas con personas que te importan. Por mucho tiempo, estuve tan lastimada que culpaba a mi expareja de que hubiese perdido la ilusión de volver a tener una navidad como antes. Pero la verdad es que me estaba anclando en la percepción de victima y no entendía lo que estaba pasando realmente conmigo misma. Por eso empecé a tener miedo a la Navidad, a sentirme triste y sin ganas de estar con los míos, y fingir que estaba con ellos, pero en verdad, solo quería estar en medio de la calle a -8ºC esperado a que el calendario saltase directamente a 27 de diciembre.

La Navidad no es ser inocente como un niño, porque un niño no está ilusionado porque venga papá Noel o los reyes Magos y te dejen regalos, sino que lo que realmente hace que los niños sigan creyendo en estas festividades, es porque lo que sienten es REAL. Sienten que la magia de la Navidad existe, la Ohana contigo, alegría, felicidad, al igual que los Reyes Magos, este es el espíritu que tienen los niños de estas fechas tan señaladas.

Pasa lo mismo con creer a los ángeles, cuando me preguntan si creo en ellos, yo siempre respondo “yo no creo, yo siento a los ángeles, sé que están aquí, junto a mí, cuidándome y trabajamos juntos. No necesito alguien que me diga si debo o no creer en ello, yo sé lo que siento y ellos simplemente me acompañan”. No necesito que me regalen cosas para estar con los ángeles, o que vengan personas y me digan si soy religiosa o si todavía soy demasiado ingenua y no he vivido lo suficiente. Los ángeles son reales, al igual que el espíritu de la Navidad, que aunque el Maestro Jesús realmente nació el 25 de Julio y no en Diciembre, celebramos el espíritu de la Navidad.

La ilusión se rompe más fácil que un sentimiento puro, esta sociedad no sé qué le pasa que últimamente solo veo que las personas odian que las otras personas tengan ganas de sentir diferente, es decir que hay personas que se dedican a joder las ilusiones y creencias de los demás, simplemente porque a ellos les pasó y sienten el deber de hacerlo. ¿De verdad que le dirás a un niño que Papá Noel no existe? ¡Si a ti te dolió el corazón y las Navidades no fueron lo mismo, qué haces romperle la ilusión! El niño es libre de sentir su espíritu navideño, al igual de que respetamos a las personas por sus culturas o formas de vestir o como se sientan si hombres, mujeres o binarios… ¿Por qué nos empeñamos a arruinar la felicidad de los demás por puro egoísmo? ¡TE RECUERDO QUE ERES HUMANO IGUAL QUE TÚ VECINO DE ENFRENTE y eso quiere decir que ambos necesitan, respirar, comer, latir el corazón y sentir libremente! REALMENTE NO ERES TAN DIFERENTE COMO PIENSAS por sentirte superior al otro.

Llevaré siempre el recuerdo que me rompieron el espíritu navideño ese 24 de diciembre de hace ocho años, pero ¿voy a permitirme a mí misma perder mi verdadero significado de la Navidad porque la relación se rompió? Encontrar el amor en la otra persona es algo verdaderamente difícil, no es complicado, eso depende mucho de tú punto de vista, y cuando empecé con él podía pasar que no durase, porque digamos que empezó un poco raro, pero aprendí todo lo que tenía que aprender y cuando hablo de ello, no lo digo con dolor ni resentimiento, lo digo con respeto y admiración porque gracias a esa relación, yo misma empecé el camino a conocerme a mí misma, ya que me di cuenta de que no sabía quién era. Por eso siempre le daré las gracias a mí ex por todo lo que pasó, fue un infierno, si, pero ahora sé lo que no quiero y sé quién soy. 

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miércoles, noviembre 30, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 164 [2T]

 

-        ¿Por qué me pegas?- preguntó.

-        ¡Cállate!- le grité suavecito.

Volví a mirar abajo, enseguida miré al frente y cerré los ojos, respiré profundamente mientras escuchaba el latido de mi corazón con fuerza. Entonces, me transformé. Usé el poder de la visualización para intentar inventarme algo más creíble que practicar escalada como deporte, así que me imaginé que tenía que perseguir a un malechor por una pared y tenía que subir como fuese. Eso en caso de emergencia para no pararme del pavor que pudiera sentir, me funciona muy bien, porque abrí los ojos, miré al Pelado y entonces fui buscando un lugar dónde poner las manos y seguir subiendo.

Subí tan deprisa que perdí la noción del tiempo, de hecho a los monitores les costó seguirme el ritmo, cada dos por tres sentía como tiraban de la cuerda para que estuviera siempre tensa, por si me resbalaba o algo no cayera al vacío varios metros. Una vez arribar el Pelado me miró con una cara rara, no quiso decirme nada, se quedó mudo mientras me quitaba la cuerda de la pared y me lo cambiaba al de la tirolina que cruzaba el pabellón de lado a lado. Miré la cuerda y miré lo larga que era, desde allí arriba daba mucha más impresión pero esta vez ya no lo sentía con miedo, sino como una pequeña y bonita libertad, había superado un poco mi miedo a las alturas, estaba feliz.

-        Cuenta hasta diez y luego te lanzas- me dijo el Pelado.

-        Ok.- le respondí.

Miré a mi derecha estaba Gabriel que miraba la cuerda de la tirolina, automáticamente le agarré de la mano con fuerza y él me miró, entonces él empezó a contar lentamente hasta diez. No se soltó de la mano en ningún momento pero él se mantuvo sostenido por sus alas. Al principio me agarré con la otra mano con fuerza a la cuerda que me unía a la tirolina, pero al poco de lanzarme y escuchar ese zumbido que hacía la polea con la cuerda de la tirolina, me solté de las dos manos y experimenté por primera vez lo que era “volar” ¡qué emoción más hermosa, por Dios!


En cuanto mis pies volvieron a tocar el suelo firme, quería volver a subir y bajarme mil veces más, pero no había tiempo, solo le quedaban a tres chicos más subir y luego teníamos que irnos a casa. Esperaba que al día siguiente pudiéramos volver, pero todo el tinglado estaba desmontado al día siguiente, era algo muy esporádico, de hecho ese día nos tocó ir a la pileta de Manlleu. Quedábamos los de las 9am en el pabellón, dónde al acercarse las 10am nos íbamos caminando por el paseo del Ter hasta el embarcador, girar a la calle que va directamente a las piletas y allí nos encontraríamos con los demás compañeros que entraban una hora más tarde.

La pileta de verano era muy distinto a la de invierno, la pileta era la misma, solo que le quitaban el globito que le ponían para el invierno, y en vez de cambiarte en los vestuarios, venías de casa con el biquini, agarrabas tu toalla la ponías en el césped, y luego podías bañarte en cualquier lado de la pileta, porque eliminaban incluso los carriles que normalmente en invierno estaban para los abonados. Tampoco no era necesario ducharse después de bañarse, te ponías la misma ropa y te ibas a tu casa sin problemas. ¡Todo eran ventajas!

En el grupo en el que me encontraba había mucha gente de Torelló, también del colegio Pompeu Fabra, pero de mi colegio no había casi nadie de la clase, si que estaba Xevi y alguien más pero la gran mayoría eran de la clase del C, como por ejemplo Carlos y Valentino. Entre estos compañeros hice amistades de gente de Torelló y una chica llamada Carolina que iba al Pompeu y que además era muy buena amiga de mi prima Sofia que al parecer, le caí muy bien desde siempre. Así que en la pileta me iba con este pequeño grupito, para jugar a cartas, contarnos chismes y bañarnos juntos, incluso comprábamos Chuches en la tienda del mismo recinto y las compartíamos con todos, entre ellos peta-Zetas y chupa-chup con cicle.

Fue un mes de Julio muy bonito, allí supe lo que era tener amigos que te aceptaban sin juicios, además que seguía pensando que si hubiese sido aceptada des del parvulario en el Pompeu quizás no hubiera sufrido Bullying, porque la mayoría de amistades de ese Casal de Verano eran de allí y se veían que tenían un noble corazoncito. Recuerdo perfectamente que una de las chicas que se convirtieron en mejores amigas de verano se llamaba Julieta, era más alta, llevaba gafas azules, como yo, que hacía pocos meses me habían hecho estudios y me dijeron que tenía miopía y me tuve que poner gafas (que sigo llevando ahora con casi 30 años). Solía llevar la cabeza llena de trenzas, era una chica fantástica siempre estaba allí para cualquier cosa y de hecho me levantaba con muchas ganas todos los días para ir a ese Casal, no había deberes, pero unas amistades muy bonitas. Solo pasaba el tiempo solo, cuando las esperaba a las 10 am, era el único momento en que jugaba con Uriel, él cuando me veía socializar solía pasar a un tercer plano.

Durante ese mes, fuimos a la pileta todas las semanas, incluso mientras que preparábamos los espectáculos de magia y actuaciones de circo como malabares, que participé en la función haciendo malabares con tres pelotas de pienso de animales con globitos rotos, pero finalmente ese espectáculo no salió a la luz y eliminaron el número y los que hacíamos circo, nos tuvieron que reubicar. Mientras que lo hacían, fuimos invitados a un programa de radio local en Manlleu, dónde se hacía el anuncio oficial del espectáculo que se hacía públicamente con entradas pagando en el pabellón el último viernes del mes de Julio. Recuerdo que me hicieron poner los cascos delante del micrófono y tuve que responder algunas preguntas del entrevistador.

Es fue mi primera entrevista en público que hice, era difícil para mí porque a esa edad era muy tímida, pero me habían elegido para que contase lo que iba a pasar ese día del espectáculo sin revelar los secretos del evento. Fui con los monitores y dos compañeros más, que a ellos les tocó decir el precio de las entradas, valían 7€ cada una y se tenían que comprar en el momento del espectáculo.

-        Hoy tenemos en exclusiva a unos amigos que van a explicarnos en qué consiste el espectáculo de magia y circo que verán el próximo viernes en el pabellón de Manlleu a las cinco de la tarde. Con todos nosotros, tenemos a Laia Galí, una de las niñas de nueve años que participará en el evento y que ha venido a explicarnos más sobre él. ¡Buenos días, Laia!- dijo el entrevistador.

-        ¡Buen día!- respondí con algo de timidez.

La entrevista no era gravada, era en directo, pero se grababa igualmente para emitirlo en diferido en otra franja horaria.

-        ¿Qué vas a estar haciendo durante el espectáculo, Laia?- me preguntó.

-        Intentaré que el espectáculo salgo como debe ser, preparando los objetos que se van a usar en los shows y además, voy a estar vendiendo palomitas antes de que empiece todo.- le expliqué.

-        ¡Genial! Así que eres una de las técnicas que van a preparar cada escena, ¿verdad?- me preguntó.

-        Si, así es. En un principio teníamos pensado hacer un show, pero al final por falta de tiempo, nos lo eliminaron y haremos este otro trabajo, que aunque no es lo mismo que salir a escena, pero es muy importante, porque sin los técnicos no se podría hacer una obra de teatro ¿no lo crees?- le dije.

-        Así es, Laia. La parte técnica también es muy importante, me alegro mucho que nos lo cuentes.- seguía el entrevistador.

La entrevista duró una hora, no recuerdo toda la conversación pero fue una experiencia muy bonita, lástima que en ese tiempo y por las veces que el colegio me tenía tan ridiculizada por mi voz, no quería escucharme contestar ninguna pregunta una vez lo pusieran en redifusión. (Estuve con este problema hasta que me abrí el canal de Youtube y empecé a hacer videos).

Cuando quedaban dos días para el show, la actividad del jueves era especial, teníamos que venir en bicicleta, porque haríamos una excursión en cleta. Parecía algo muy especial y morboso, porque nunca había hecho una excursión en grupo de esta forma, recuerdo que mi padre me llevó hasta el pabellón usando su cleta de mayor y muy antigua que tenía más de vente años, para que así me pudiera ubicar hasta llegar al punto de encuentro.

Mi cleta era algo diferente a los demás, que ya iban con otras más grandes, yo en cambio aún iba con la cleta de cuando me regalaron con seis o siete años, ya sin ruedines, pero me sentía algo desfasada, porque era la única que iba con una cleta de pequeños. Pero no me importó tanto la verdad, a las diez de la mañana empezó la excursión con una gran ilusión increíble, por lo visto subiríamos el Poquí por un camino diferente que no era muy normal subir y así hacía la excursión algo más largo.

La subida al Poquí fue bastante difícil, el terreno en si estaba asfaltado pero las lomas con curvas lo llevaba bastante mal, yo estaba acostumbrada a ir por el paseo del Ter que todo era plano y con muy pocas curvas. Así que empecé estando en medio de todos y finalicé la primera etapa yendo con la Alicia la monitora del final para que ningún niño se perdiera, con una cleta para pequeño tenía que darle al pedal el doble… Era como si pusieras a Alberto Contador a hacer una etapa del Tour de Francia con un triciclo, ya verían como lo intentaría, eso si, sino se matase por el camino porque ¡vaya tela!


Llegué a la primera parada casi sacando el estómago por la boca, ahora entendía porque los perros sacaban la lengua cada vez que subían lomas, me sentía en ese momento uno de ellos. Los demás compañeros ya habían terminado de desayunar y yo tenía que empezar, tardamos cuarenta minutos en llegar allí y después seguiríamos, aunque yo me sentía algo mareada, quizás por la subida, por el esfuerzo o simplemente por el lugar de descanso, una ermita abandonada que tenía una energía muy rara y densa. No me entró el desayuno, solo el zumito que mi padre me había puesto en la bolsa, un zumito de melocotón.

Para la siguiente etapa, dejábamos atrás el Poquí y ya no sabía dónde estábamos, pero todo era subida, loma, curva y más loma, ¿íbamos al cielo? Porque no íbamos mal encaminados. Me sigo acordando de esa dura etapa, solo deseaba parar para volver a bajar, aunque me daba más miedo la bajada que la subida, la verdad. El Pelado se pasó con la ruta, ¡madre mía! No sé qué se pensaban qué eran los demás, pero a mi la motivación se me escapó nada más subir la primera loma y no la volví a recuperar, durante todo el trayecto me estaba preguntando todo el tiempo “¿qué carajo hago aquí arriba dejándome la piel, la lengua y la sesera?”. Notaba de vez en cuando esa mano encima de mi espalda, la que me reconfortaba en cada subida, el arcángel Uriel apoyándome a que no dejase de pedalear en ningún momento que arriba habría un cajón de oro o algo así para seguir adelante.

En cuanto llegamos a la parada, casi le rezaba a Dios, de algún modo ya lo intuía que estaría descansando bajo algún seto el mismo Dios para decirme que me he matado por el camino. Fue llegar, dejar la cleta así como sin cariño en el suelo y sentarme, entonces el Pelado se levantó y ¡ala ahora tocaba bajarlo todo! Los demás agarraron sus cletas y bajaban como si la corriente se lo llevasen gritando de alegría, yo me quedé, aún no tenía aliento ni para reconocerme si seguía en esta vida o había pasado al más allá.

¡Joder cuando vi la loma al revés, de bajada esta vez! No tengo cojones, pero los noté… Agarré la cleta, me subí, me quedé con los pies en el piso intentando agarrar los cojones que fuesen para lanzarme y seguir la excursión. Además hacía mucho calor, bebí un poco de agua, me dolían las orejas por el casco que me los presionaba.

-        ¡Vamos Laia!- gritaba la Alicia.

Conté hasta tres, y me lancé.

Pero había un problema.

Cuando quería frenar para ir más despacio.

Los frenos.

Dejaron de funcionar…

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martes, noviembre 22, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 163 [2T]

 

Metí la cabeza debajo del agua, intentando que mis pensamientos se callaran y sentir al mismo tiempo la calma que a veces el agua te puede hacer sentir, pero solo escuchaba el latido del corazón y me venían imágenes de ciertos momentos vividos con Gabriel. Abrí los ojos debajo del agua y lo vi allí tan tranquilo buceando hacia las profundidades y haciéndome señales para que le acompañase. Pero yo simplemente me quedaba allí sentadita en el fondo, tocando el culito en el piso de la pileta, esperando a que el universo tuviera una idea mejor que seguirle siempre a Gabriel.

Salí al cabo de poco tiempo para respirar pero en vez de quedarme más en el agua, me fui a buscar la escalerilla y me fui a la toalla, Uriel estaba echado boca abajo al lado de mi toalla (se había puesto la suya desde su respectiva dimensión). Me senté y finalmente me tumbé también boca abajo en mi toalla, cerré los ojos y me relajé. Hasta que sentía que algo me hacía cosquillas en la nariz, en más de una ocasión me froté la nariz para que parara pero no había forma, pensé que era una mosca cojonera, pero al abrir los ojos, vi a Gabriel que jugaba con mi nariz con un trocito de césped que había cortado con sus manos. Le miré arrugando la frente, mientras que él sonreía todo mojado, simplemente gruñí y giré la cabeza, volví a cerrar los ojos y a relajarme.

-        ¡No te enojes conmigo, Laia! Solo quería jugar… ¿no te aburres? – insistía Gabriel.

Lo ignoré. Entonces noté una cabeza encima de mi espalda, abrí de nuevo los ojos y vi a Uriel sentado a mi lado encima de su toalla, solo podía significar una cosa, Gabriel estaba reposando su dulce cabecita encima de mi espalda. En vez de decirle nada, con el dedo índice empecé a tocarle las narices, poniendo el dedo en su oreja o donde fuera, eso le molestaba y empezó una pelea tonta muy divertida que no pude evitar reírme, ignorando que estaba rodeada de personas no dimensionales.


Gabriel retiró su cabeza y empezó a hacerme cosquillas, en plan guerra de ataque, yo sin querer me giré y me empecé a retorcerme riéndome intentando no hacerlo muy alto, porque no quería que me viesen teniendo un ataque de risa yo solita.

-        ¡Ahora te vas a enterar!- dijo Gabriel gracioso haciéndome cosquillas como si fuese el rey.

¡Ay no podía aguantarme!

-        ¡Laia, ¿quieres jugar a la pelota en el agua con nosotros?!- me preguntó una chica.

-        ¡Si, voy!- dije para escapar de las garras de Gabriel.

Esas colonias eran muy divertidas, pero a la hora de dormir tenía pesadillas, veía a un señor con la piel tostada, con un turbante que no paraba de pronunciar mi nombre “Flor de Lys”, me miraba de malas formas, como si quisiese algo de mí que yo no le quería compartir. Todas las noches, me despertaba un par de veces, hasta que le decía a Gabriel que subiera a la litera de arriba conmigo, solo así, se me pasaban. No se me repetía la misma pesadilla durante las tres noches, sino que tenía como continuación.

La verdad es que a mí como mucho, se me habrá repetido un sueño dos veces en 29 años que llevo actualmente viviendo en esta encarnación. Por eso, esas pesadillas no eran sueños sin importancia, eran algo mucho más que debía averiguar. Para hacerlo sabía exactamente qué tenía que hacer, si la tierra llama a mí espíritu, yo me tengo que entregar a ella, por ende lo que hice fue ir a la fuente de agua que había a un lado de la finca, entonces llevé dos piedras que encontré en el camino por el bosque que hicimos esa mañana, me agaché y con las manos agarré tierra del suelo y arranqué un par de pétalos de una planta.

Primero de todo, encendí la fuente y me lavé las manos, después me bendecí los Chakras, solo los del espíritu, es decir: Corona, 3r ojo y Garganta. Con la arena en una mano, agarré agua con la boca y escupí encima de la mano, al quedarme la mano bañadas en fango, me dispuse a pintarme una espiral (en el sentido contrario de las agujas del reloj) en la zona del 3r ojo, con la otra mano agarré una piedra y me la puse encima de la cabeza y con la otra piedra la mantuve en la mano derecha, en la otra mano agarré los pétalos. Cerré los ojos y respiré profundamente seis veces, empecé a escuchar pájaros cantar, incluso escuchaba pájaros que no solían estar en ese tiempo por allí, estaba funcionando.

-        Eres la aguja que marca el tiempo, pero en tus alas veo espacios sin sentido pero conectados…- decía una voz suave de mujer que nunca había escuchado, como si fueran los mismos pájaros quienes estuviesen hablando.- Si en este viaje estás preparado, hacía atrás debes saber y hacia adelante debes retroceder- decía la voz.

Entonces, me centré en la pesadilla, la cara de quién solía decir mí nombre. Por un instante perdí el equilibrio pero lo recuperé enseguida, estaba de pie, pero tenía la sensación de que estaba sentada, con los pies cruzados. Me estaba induciendo automáticamente una especie de regresión a vidas pasadas sin un guía que fuese una persona, sino a través del canto de los pájaros, la naturaleza es nuestra gran maestra que nos invita a sentirla dentro de nosotros, si permitimos su intromisión.

Empecé a ver un desierto, hacía mucho calor, casi no podía respirar, vi rocas apiladas de color rojo que parecía el planeta Marte. Caminaba sin sentido, sin saber a dónde, pero tenía que hacerlo, aunque fuesen llevando unas botas de piel, una falta muy corta y un top demasiado ceñido, era una mujer de veinte años aproximadamente, con el pelo color negro con unas trenzas a los lados, en la cabeza llevaba una joya de oro, que fomentaba el poder de la visión de la naturaleza.

De repente escuché el crepitar de una hoguera, y un calor repentino en pleno desierto en la oscura noche me abrazó.

-        ¡Llegas a tiempo para la historia, Flor de Lys!- una voz que provenía de detrás de mí me estaba hablando, me giré rápidamente y vi a un señor mayor con el pelo canoso y largo y una pluma en la cabeza que estaba mirando fijamente la hoguera.- Ven, acompáñame…- insistía.

-        ¿Quién eres tú?- le dije.

-        Yo soy el Maestro Águila.- respondió.

Automáticamente me senté, aunque estaba algo impresionada, me senté a su izquierda sin dejar de mirarle.

-        ¿Conoces la historia de los lobos?- me preguntó el Maestro.

-        No, lo siento.- respondí.

-        Dicen las historias antiguas, que cuando un humano es capaz de ver a los ojos del lobo alfa, se le entrega el honor de ser parte de la pachamama. Un verdadero lobo, cuida del hogar en el que habita, cuida de los suyos y para los demás. El lobo es el emblema de los indios nativos de estas tierras, aunque nuestras voces se hayan callado al derramar nuestra sangre, siguen estando en las miradas del lobo alfa que habita estas llanuras. Donde el hombre blanco más tema, más que a un oso. – hizo una pequeña pausa para admirar por un momento las estrellas, en cuanto miré hacia el cielo, un conjunto de estrellas se habían dibujado en el firmamento en forma de lobo gigantesco.- Nuestros cuerpos fueron calcinados por la huella blanca, pero nuestras voces siguen aquí, si escuchas a las piedras, te cantarán sus cánticos, si abrazas a un árbol, sentirás sus sentimientos, y si ves a un lobo reflejarse en ti, nos verás unidos en un mismo punto.- terminó.

Abrí los ojos con fuerza, el latido de mi corazón se alzó tanto que pensaba que estaba a punto de morir, la respiración se me aceleró sin motivo, hasta que me di cuenta que había vuelto a la casa de campo de colonias. Esa pesadilla terminó en cuanto conecté con el Maestro Águila, seguía sin entender porque me llamaba de esa forma, pero en primera instancia pensé que lo hacía para seguir el juego de noche que se habían inventado los monitores.

En el momento en que bajamos de nuevo por el caminito hacia buscar el autobús para volver a Manlleu, hubo un momento en que me quedé sola en el camino, un viento extraño se presentó justo detrás de mí, se estampó conmigo y se quedó toqueteando las ramas de un árbol, en las ramas más altas pude ver sentado al Maestro Águila que me enseñaba su palma de la mano para saludarme, le devolví el saludo, entonces escuché que alguien venía, me giré y al volver a mirar en el árbol el Maestro había desaparecido.

Mis padres me apuntaron ese verano en el anigami, lo que fuese para no estar haciendo cuadernitos de verano, mientras que a fuera hiciese días espléndidos y muy largos para poder disfrutarlos al máximo. Recuerdo que les exigí eso exactamente, que no tuviese que hacer tarea, y lo encontraron a buen precio por lo visto. Todas las mañanas, mi padre me despertaba a las ocho de la mañana, para prepararme, y a las nueve me dejaba en el pabellón de deportes de Manlleu.


Pero yo entraba a primera hora al igual que veinte alumnos más, ya que los demás venían a las diez de la mañana, mientras tanto podíamos estar en la sala grande jugando con las pelotas a lo que quisiéramos, yo agarraba una pelota, me iba a la pared para jugar con Uriel a chutar la pelota y si la pelota era alta, intentábamos devolverla haciendo algún pase de voleibol. En Agartha se juega mucho a un juego parecido al básquet y el vóley, no recuerdo el nombre y eso era lo qué intentábamos jugar pero también con el pie, futbol con vóley.

A las diez de la mañana, nos íbamos cada alumno con su grupo, dónde las edades estaban mezcladas, en mi caso me pusieron con los de cuarto y quinto de primaria, de tercero había muy pocos y nos tuvieron que dividir en diferentes grupos. Ese año tenía una monitora llamada Isabel (pero le llamábamos Belle) y otra que solía venir solo los viernes llamada Alicia, dos maravillas lo digo con la mano en el corazón. Nos preparamos ese mes de Julio porque el último día, haríamos una función de magia, así que aprendimos a hacer trucos de magia y a hacer cosas relacionadas con el circo, nos enseñaron a hacer pelotas de malabares con pienso de pájaro y globitos (allí fue cuando aprendí a hacer malabares).

También nos enseñaron a sacar conejitos de la chistera, elevarse con una sábana encima, sacar un ramo de flores de la chaqueta,… trucos muy baratos que no tenían nada que ver con la magia que se hacía en Agartha. Allí aprendí a escalar, de hecho el primer día que lo hice, aunque sabía que estaba atada y que no me pasaría nada, en un momento dado me dio para ver para abajo y me vino un miedo. ¡Madre mía! ¡Cerré los ojos y todo! Me detuve en seco, mientras que escuchaba al monitor que curiosamente se llamaba Pep, pero no era el mismo del Tripijoc, por eso le llamaremos Pelado, para no confundirlos.

-        ¡Vamos Laia, casi llegas arriba!- gritaba el Pelado, él estaba arriba del todo que había una plataforma para que así me pudiese enganchar y bajar por la tirolina (que eso era lo que más me motivaba en subir una pared con rocas).

-        ¡Ay, está muy alto!- susurré aferrándome a las rocas con todas mis fuerzas.

-        Mi amor, ¡vamos, tú puedes!- decía Uriel, estaba volando a mi derecha, abrí los ojos para mirarlo.

-        ¡Es que yo no tengo alas como tú, Dary!- le dije enojada pero miedosa.

-        ¿Qué tendrá que ver en que estés a más de diez metros de altura atada con cuerdas a dos monitores y aferrada a la pared de rocas, con saber volar?- se burló Uriel.

Le di un guantazo en la cara con una de mis manos, se escuchó el ruido pero solo entre nosotros, Uriel se quedó mudo con la mano encima de su mejilla haciendo una mueca de dolor.

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HR.

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El Espejo De Mí Vida - Capítulo 205 [3T]

  Sabía que me jugaba algo grave, nunca les había mentido a mis padres, ni les había hecho algo parecido jamás. Pero yo no podía volver a ...