miércoles, noviembre 30, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 164 [2T]

 

-        ¿Por qué me pegas?- preguntó.

-        ¡Cállate!- le grité suavecito.

Volví a mirar abajo, enseguida miré al frente y cerré los ojos, respiré profundamente mientras escuchaba el latido de mi corazón con fuerza. Entonces, me transformé. Usé el poder de la visualización para intentar inventarme algo más creíble que practicar escalada como deporte, así que me imaginé que tenía que perseguir a un malechor por una pared y tenía que subir como fuese. Eso en caso de emergencia para no pararme del pavor que pudiera sentir, me funciona muy bien, porque abrí los ojos, miré al Pelado y entonces fui buscando un lugar dónde poner las manos y seguir subiendo.

Subí tan deprisa que perdí la noción del tiempo, de hecho a los monitores les costó seguirme el ritmo, cada dos por tres sentía como tiraban de la cuerda para que estuviera siempre tensa, por si me resbalaba o algo no cayera al vacío varios metros. Una vez arribar el Pelado me miró con una cara rara, no quiso decirme nada, se quedó mudo mientras me quitaba la cuerda de la pared y me lo cambiaba al de la tirolina que cruzaba el pabellón de lado a lado. Miré la cuerda y miré lo larga que era, desde allí arriba daba mucha más impresión pero esta vez ya no lo sentía con miedo, sino como una pequeña y bonita libertad, había superado un poco mi miedo a las alturas, estaba feliz.

-        Cuenta hasta diez y luego te lanzas- me dijo el Pelado.

-        Ok.- le respondí.

Miré a mi derecha estaba Gabriel que miraba la cuerda de la tirolina, automáticamente le agarré de la mano con fuerza y él me miró, entonces él empezó a contar lentamente hasta diez. No se soltó de la mano en ningún momento pero él se mantuvo sostenido por sus alas. Al principio me agarré con la otra mano con fuerza a la cuerda que me unía a la tirolina, pero al poco de lanzarme y escuchar ese zumbido que hacía la polea con la cuerda de la tirolina, me solté de las dos manos y experimenté por primera vez lo que era “volar” ¡qué emoción más hermosa, por Dios!


En cuanto mis pies volvieron a tocar el suelo firme, quería volver a subir y bajarme mil veces más, pero no había tiempo, solo le quedaban a tres chicos más subir y luego teníamos que irnos a casa. Esperaba que al día siguiente pudiéramos volver, pero todo el tinglado estaba desmontado al día siguiente, era algo muy esporádico, de hecho ese día nos tocó ir a la pileta de Manlleu. Quedábamos los de las 9am en el pabellón, dónde al acercarse las 10am nos íbamos caminando por el paseo del Ter hasta el embarcador, girar a la calle que va directamente a las piletas y allí nos encontraríamos con los demás compañeros que entraban una hora más tarde.

La pileta de verano era muy distinto a la de invierno, la pileta era la misma, solo que le quitaban el globito que le ponían para el invierno, y en vez de cambiarte en los vestuarios, venías de casa con el biquini, agarrabas tu toalla la ponías en el césped, y luego podías bañarte en cualquier lado de la pileta, porque eliminaban incluso los carriles que normalmente en invierno estaban para los abonados. Tampoco no era necesario ducharse después de bañarse, te ponías la misma ropa y te ibas a tu casa sin problemas. ¡Todo eran ventajas!

En el grupo en el que me encontraba había mucha gente de Torelló, también del colegio Pompeu Fabra, pero de mi colegio no había casi nadie de la clase, si que estaba Xevi y alguien más pero la gran mayoría eran de la clase del C, como por ejemplo Carlos y Valentino. Entre estos compañeros hice amistades de gente de Torelló y una chica llamada Carolina que iba al Pompeu y que además era muy buena amiga de mi prima Sofia que al parecer, le caí muy bien desde siempre. Así que en la pileta me iba con este pequeño grupito, para jugar a cartas, contarnos chismes y bañarnos juntos, incluso comprábamos Chuches en la tienda del mismo recinto y las compartíamos con todos, entre ellos peta-Zetas y chupa-chup con cicle.

Fue un mes de Julio muy bonito, allí supe lo que era tener amigos que te aceptaban sin juicios, además que seguía pensando que si hubiese sido aceptada des del parvulario en el Pompeu quizás no hubiera sufrido Bullying, porque la mayoría de amistades de ese Casal de Verano eran de allí y se veían que tenían un noble corazoncito. Recuerdo perfectamente que una de las chicas que se convirtieron en mejores amigas de verano se llamaba Julieta, era más alta, llevaba gafas azules, como yo, que hacía pocos meses me habían hecho estudios y me dijeron que tenía miopía y me tuve que poner gafas (que sigo llevando ahora con casi 30 años). Solía llevar la cabeza llena de trenzas, era una chica fantástica siempre estaba allí para cualquier cosa y de hecho me levantaba con muchas ganas todos los días para ir a ese Casal, no había deberes, pero unas amistades muy bonitas. Solo pasaba el tiempo solo, cuando las esperaba a las 10 am, era el único momento en que jugaba con Uriel, él cuando me veía socializar solía pasar a un tercer plano.

Durante ese mes, fuimos a la pileta todas las semanas, incluso mientras que preparábamos los espectáculos de magia y actuaciones de circo como malabares, que participé en la función haciendo malabares con tres pelotas de pienso de animales con globitos rotos, pero finalmente ese espectáculo no salió a la luz y eliminaron el número y los que hacíamos circo, nos tuvieron que reubicar. Mientras que lo hacían, fuimos invitados a un programa de radio local en Manlleu, dónde se hacía el anuncio oficial del espectáculo que se hacía públicamente con entradas pagando en el pabellón el último viernes del mes de Julio. Recuerdo que me hicieron poner los cascos delante del micrófono y tuve que responder algunas preguntas del entrevistador.

Es fue mi primera entrevista en público que hice, era difícil para mí porque a esa edad era muy tímida, pero me habían elegido para que contase lo que iba a pasar ese día del espectáculo sin revelar los secretos del evento. Fui con los monitores y dos compañeros más, que a ellos les tocó decir el precio de las entradas, valían 7€ cada una y se tenían que comprar en el momento del espectáculo.

-        Hoy tenemos en exclusiva a unos amigos que van a explicarnos en qué consiste el espectáculo de magia y circo que verán el próximo viernes en el pabellón de Manlleu a las cinco de la tarde. Con todos nosotros, tenemos a Laia Galí, una de las niñas de nueve años que participará en el evento y que ha venido a explicarnos más sobre él. ¡Buenos días, Laia!- dijo el entrevistador.

-        ¡Buen día!- respondí con algo de timidez.

La entrevista no era gravada, era en directo, pero se grababa igualmente para emitirlo en diferido en otra franja horaria.

-        ¿Qué vas a estar haciendo durante el espectáculo, Laia?- me preguntó.

-        Intentaré que el espectáculo salgo como debe ser, preparando los objetos que se van a usar en los shows y además, voy a estar vendiendo palomitas antes de que empiece todo.- le expliqué.

-        ¡Genial! Así que eres una de las técnicas que van a preparar cada escena, ¿verdad?- me preguntó.

-        Si, así es. En un principio teníamos pensado hacer un show, pero al final por falta de tiempo, nos lo eliminaron y haremos este otro trabajo, que aunque no es lo mismo que salir a escena, pero es muy importante, porque sin los técnicos no se podría hacer una obra de teatro ¿no lo crees?- le dije.

-        Así es, Laia. La parte técnica también es muy importante, me alegro mucho que nos lo cuentes.- seguía el entrevistador.

La entrevista duró una hora, no recuerdo toda la conversación pero fue una experiencia muy bonita, lástima que en ese tiempo y por las veces que el colegio me tenía tan ridiculizada por mi voz, no quería escucharme contestar ninguna pregunta una vez lo pusieran en redifusión. (Estuve con este problema hasta que me abrí el canal de Youtube y empecé a hacer videos).

Cuando quedaban dos días para el show, la actividad del jueves era especial, teníamos que venir en bicicleta, porque haríamos una excursión en cleta. Parecía algo muy especial y morboso, porque nunca había hecho una excursión en grupo de esta forma, recuerdo que mi padre me llevó hasta el pabellón usando su cleta de mayor y muy antigua que tenía más de vente años, para que así me pudiera ubicar hasta llegar al punto de encuentro.

Mi cleta era algo diferente a los demás, que ya iban con otras más grandes, yo en cambio aún iba con la cleta de cuando me regalaron con seis o siete años, ya sin ruedines, pero me sentía algo desfasada, porque era la única que iba con una cleta de pequeños. Pero no me importó tanto la verdad, a las diez de la mañana empezó la excursión con una gran ilusión increíble, por lo visto subiríamos el Poquí por un camino diferente que no era muy normal subir y así hacía la excursión algo más largo.

La subida al Poquí fue bastante difícil, el terreno en si estaba asfaltado pero las lomas con curvas lo llevaba bastante mal, yo estaba acostumbrada a ir por el paseo del Ter que todo era plano y con muy pocas curvas. Así que empecé estando en medio de todos y finalicé la primera etapa yendo con la Alicia la monitora del final para que ningún niño se perdiera, con una cleta para pequeño tenía que darle al pedal el doble… Era como si pusieras a Alberto Contador a hacer una etapa del Tour de Francia con un triciclo, ya verían como lo intentaría, eso si, sino se matase por el camino porque ¡vaya tela!


Llegué a la primera parada casi sacando el estómago por la boca, ahora entendía porque los perros sacaban la lengua cada vez que subían lomas, me sentía en ese momento uno de ellos. Los demás compañeros ya habían terminado de desayunar y yo tenía que empezar, tardamos cuarenta minutos en llegar allí y después seguiríamos, aunque yo me sentía algo mareada, quizás por la subida, por el esfuerzo o simplemente por el lugar de descanso, una ermita abandonada que tenía una energía muy rara y densa. No me entró el desayuno, solo el zumito que mi padre me había puesto en la bolsa, un zumito de melocotón.

Para la siguiente etapa, dejábamos atrás el Poquí y ya no sabía dónde estábamos, pero todo era subida, loma, curva y más loma, ¿íbamos al cielo? Porque no íbamos mal encaminados. Me sigo acordando de esa dura etapa, solo deseaba parar para volver a bajar, aunque me daba más miedo la bajada que la subida, la verdad. El Pelado se pasó con la ruta, ¡madre mía! No sé qué se pensaban qué eran los demás, pero a mi la motivación se me escapó nada más subir la primera loma y no la volví a recuperar, durante todo el trayecto me estaba preguntando todo el tiempo “¿qué carajo hago aquí arriba dejándome la piel, la lengua y la sesera?”. Notaba de vez en cuando esa mano encima de mi espalda, la que me reconfortaba en cada subida, el arcángel Uriel apoyándome a que no dejase de pedalear en ningún momento que arriba habría un cajón de oro o algo así para seguir adelante.

En cuanto llegamos a la parada, casi le rezaba a Dios, de algún modo ya lo intuía que estaría descansando bajo algún seto el mismo Dios para decirme que me he matado por el camino. Fue llegar, dejar la cleta así como sin cariño en el suelo y sentarme, entonces el Pelado se levantó y ¡ala ahora tocaba bajarlo todo! Los demás agarraron sus cletas y bajaban como si la corriente se lo llevasen gritando de alegría, yo me quedé, aún no tenía aliento ni para reconocerme si seguía en esta vida o había pasado al más allá.

¡Joder cuando vi la loma al revés, de bajada esta vez! No tengo cojones, pero los noté… Agarré la cleta, me subí, me quedé con los pies en el piso intentando agarrar los cojones que fuesen para lanzarme y seguir la excursión. Además hacía mucho calor, bebí un poco de agua, me dolían las orejas por el casco que me los presionaba.

-        ¡Vamos Laia!- gritaba la Alicia.

Conté hasta tres, y me lancé.

Pero había un problema.

Cuando quería frenar para ir más despacio.

Los frenos.

Dejaron de funcionar…

Recomendación: For KING & COUNTRY - grupo de música spotyfi.

HR.

HERO&Corporation.

 

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