viernes, febrero 09, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 188 [2T]

 

Ernesto tenía algo particular en una de sus manos, le faltaba medio dedo, concretamente el dedo anular de la mano derecha. Nunca supe qué le pasó, pero a mi me daba un poco de cosa, no se si recuerdan que el verdadero motivo por los cuales empecé a usar cojín en la cama, fue porque tenía pesadillas. Había una entidad del reino de la obscuridad que me había amenazado con cortarme los dedos de la mano si no empezaba a usar cojín a la hora de dormir. Puede parecer una tontería ahora, pero en su momento… me daban miedo las personas que tuvieran un miembro amputado, por suerte, lo superé. Aunque en ese tiempo, fue mi primer contacto con alguien que le faltaba una pequeña extremidad y me daba cosa, cuando sin querer ponía esa mano encima de la mesa y movía el dedito… ay que mal la pasaba… pero no tenía la culpa él, eran cosas mías.

Me apetecía mucho la asignatura de Teatro, especialmente porque por fin había llegado un curso que estaba esperando desde que entré a este colegio, y es que todos los de este curso haríamos la función de Pastorets versión de Josep Maria Jornet i Bonet. El director serian dos el Ernesto y Toti, a la que pasaron dos semanas, fue cuando empezó el reparto de papeles, sin hacer ningún càsting directamente se sortearon los papeles.

-        ¿Que levanten la mano quién quiere ser de los 7 pecados originales?- preguntó Ernesto al curso.

Medio curso levantó la mano, normal era un papel muy solicitado entre ellos, yo también levanté la mano. Es que entre ser el ángel Gabriel (anunciador de los pastores, que en esta versión lo hacía cantando en un micrófono delante de todo el mundo) a ser uno de los 7 pecados originales, me quedo en demonio (aunque solo puedo serlo en una obra de teatro). No hubo otra que hacer un sorteo… en el primero uno tuvo que pensar un objeto de su estuche y esconderlo en su espalda, los que lo habían adivinado (yo incluida) pasaban a la siguiente ronda del sorteo. Y en esta segunda ronda, Toti escribió un número detrás de un papel que escondió, y preguntó… quién adivinaba el número seria pecado original (yo lo acerté y conseguí un papel muy interesante) el número era el 8.

-        Laia, tú harás de envidia, ¿te parece bien?- dijo Toti.

-        Genial, gracias.- respondí ilusionada.

El papel no lo supe hasta al día siguiente, que fue cuando nos repartieron los guiones, tenía que aprenderme un párrafo y luego tenía que aprenderme una coreografía y más tarde una actuación más pero era solo acción. O sea que en total, salía a escena unas cinco o seis veces, en toda la obra que está compuesta de 10 escenas más o menos, no estaba mal. Esta fue la primera obra de teatro en que NO fui la protagonista, pero en el Tripijoc siempre lo era, me gustaba pero me gustó aún más compartir escenario con mis compis.

En esta obra, aunque todo vaya entorno a dos personajes LLUQUET i ROVELLÓ realmente no es una obra para ser el protagonista, todos los personajes, excepto algunos pastores por ser tantos, tienen su momento de gloria en escena y eso me gusta mucho. Claro está que quizás SATANÁS tenga más letra que los 7 pecados, pero está bien integrado que ninguno se haga el prota.

-        ¡Mamá, mamá… me ha tocado ser de los 7 pecados originales!- le dije a mi mamá aquel mismo mediodía en que volví a casa con el guión en mano, con muchas ganas de estudiar de inmediato.

-        ¡Qué bien, hija!- dijo mi mamá, era de las pocas veces que se alegraba de algo que hacía.

-        Voy a hacer de ENVIDIA. ¡Es gracioso, porque yo no soy envidiosa!- le dije riéndome.

-        ¿Estás segura que no lo eres?- dijo mi madre para picarme en plan irónico.

-        No, no creo… pero tu…- le dije, y se puso a reír.

Mi padre también se ilusionó mucho con la obra, tanto que él insistió en hacerme los cuernos que tenía que llevar durante la obra. ¡Ay madre…! Mi padre es un fanático del papel maché, y la gente del curso que le tocó hacer de demonio, bueno optaron mejor para comprar unos cuernos, antes de intentar hacerlos ellos mismos. Y sinceramente, suerte tuve que mi madre no me tuvo que hacer el traje, porque era todo material de compra íbamos camiseta manga larga negra, leotardos negros (todo el día así) y una capa roja que tuvieron que comprar, pero al final el Tripijoc se lanzó una manito y nos la prestó. El tridente ya lo tenía el colegio, algo que habían conservado de largos años de hacer la obra, es que en verdad no teníamos equipo de vestuario especial, por eso los padres tuvieron que colaborar un poco.

-        ¿Repasamos el texto desde arriba, Laia? – dijo Uriel en la salita.

-        ¡Dale!- respondí.

Era mi primer ensayo, y como ya habíamos repasado tres veces, dejé el guión en la mesita de la salita, Uriel se puso a un lado. Me quedé un momento con los ojos cerrados para concentrarme, y cuando los abrí, caminé hacia la puerta de la terraza.

-        De esta pequeña fortuna, si la deseas es toda tuya. Del más rico, vuelvo ciego y del más pobre de hambre es mor. Todo este dinero, es para ti.- dije entonando y ya creyéndome encima del escenario en el estreno.

-        ¡Muy bien! ¡Bravo! – Decía Uriel con aplausos.

Parecía que había nacido para este mundo de la actuación, a pesar que ya les he contado mis pequeñas aventurillas en el teatro, esta vez me lo tomé diferente, quería estar a la altura del personaje, aunque solo tenía estas frases, quería que las demás acciones saliesen a la perfección. Aunque me lo tomé muy en serio, disfruté de cada momento y parte de la función, incluso de aquellos ensayos en que ni siquiera a los demonios nos sacarían al escenario. Pero si que era mi primera vez actuando en un pequeño escenario, eso para mí ya eran palabras mayores. De actuar siempre en el patio del Tripijoc o en la sala de juegos, a un escenario de verdad aunque fuese pequeño… era un salto importante, que empecé a plantearme si quizás de mayor podría ser actriz.


Se iba acercando las navidades, y eso quería decir que la noche del estreno estaba muy cerca. Mis padres estaban interesados en venir a la función de padres, y yo estaba muy ilusionada para mostrarles que esto se me da bien. Para que saliera todo perfecto, les dije a mis padres que la función era media hora antes de lo que era en realidad, ya que siempre se retrasaban como veinte minutos, esta vez, vendrían a la hora y me verían actuar, ya que mi aparición era en la quinta escena.

La función de padres sería a las nueve de la noche, qué raro fue ir a clase a las ocho de la tarde, que ya estaba todo oscuro, pero teníamos que terminar de cambiarnos en el baño, dejar las cosas en la clase, fíjense que miraba por la ventana para ver el patio y no se veía nada, todo estaba oscuro. Me dio algo, la verdad yo y la oscuridad en ese tiempo no éramos muy amigas, es decir que siempre respetaba cada uno su lugar. Tenía un poco de miedo pasar por los pasillos oscuros, solo se iluminaba nuestra clase al final del pasillo, no quedaba otra que hacer ver que me había alistado como guardiana para vencer esos miedos tan difíciles para mí. Pero ni se imaginan, porque terminaba corriendo por el pasillo como si e persiguiera un fantasma enojado o algo así… no veía pelis de miedo a esa edad, pero había vivido cosas que las pelis de terror parece caricaturas.

Gerard fue quién me maquilló, porque no podíamos ir al baño a maquillarnos, porque solo había luz en clase, así que decidimos los demonios maquillarnos por parejas. Y luego, dejamos las cosas allí, y nos fuimos hacia la sala de actos, pero nos llevamos una sorpresa, la puerta que llevaba a las escaleras dónde se suponía que siempre teníamos que ir, estaban cerradas con llave, no sabía cómo había pasado si habíamos entrado por allí. Las puertas no estaban automatizadas, no sabíamos qué había pasado, así que decidimos ir a probar si la escalera de los profesores si estaba abierta, pero tampoco… nos habíamos quedado encerrados en el penúltimo piso. ¡Ay madre! La función empezaría en diez minutos… y los demonios tenían que salir en la segundo o tercera escena… ¡ay madre!

Pasaron diez minutos, intentando gritar a ver si alguien nos escuchaba pero nada. La desesperación fue creciendo, hasta que al final escuché detrás de mí una risa que conocía demasiado bien, me giré y con tan solo la luz que emitía nuestra clase, pude ver en las sombras a Gämael apoyado en la pared mirándome directamente a los ojos mientras me mostraba en una de sus manos un juego de llaves.

-        ¡No van a ir a ninguna parte! ¡Ustedes son míos! – dijo Gämael seguido con la risa malvada.

-        ¡Dame eso!- grité, pero como los demás gritaban de desesperación y algunos lloraban ya, nadie se percató de esto.

-        ¡Se te da horrible interpretar la maldad! Tienes un corazón demasiado blanco para este trabajo, que se hace a través del arte de ser… malo. – decía Gämael regocijándose de su poder.

Intenté ir hacia él para quitarle las llaves, pero aparecía y desaparecía por el pasillo a su antojo. Miré hacía atrás para asegurarme de que nadie me estuviera viendo, entonces miré a mi derecha dónde estaba Uriel.

-        De acuerdo. – susurró Uriel.

Volví a correr hacia Gämael, pero cuando intentó desaparecer, en mis manos tenía una bolita de energía blanca azulada, que le atravesó el pecho y le impidió saltar, de sus manos se le cayeron las llaves. Gämael gritó de dolor pero cuando me vio que me acercaba, me atacó con una llave de judo, pero me agaché agarré las llaves, le di un puñetazo con la palma de la mano en el estomago y salió unos metros hacía atrás, impulsado por la energía de mis manos, y cuando se quedó mirando, me preparé para la siguiente llave, pero él simplemente gritó de rabia y desapareció.

Abrí la puerta, nadie supo porque tenía las llaves yo, les dije que las había encontrado en la mesa del profesor, y pudimos ir a la sala de actos. Los entrenamientos para estar en la Orden de San Miguel habían servido de mucho, y me alegraba que pudiese usar de esas herramientas, antes de permitir que él se saliera con la suya. La función fue una maravilla, con un pequeño percance, y es que cuando salí y tuve que decir mis frases, las dije sin problemas mirando al público. Con la luz no veía nada, pero vi como una mano se alzaba y saludaba (eran mis padres y mi abuela, ¡que bonitos!), pero al final vi cinco arcángeles, entre ellos estaba Miguel, Raffaello, Gabriel, Saryel y Melchizedeck. En el momento que fui a recoger el billete de 50 euros falso que me habían dicho que tenía que tirar en el suelo para mis frases… los cuernos que me hizo mi padre, eran de cartón piedra (su especialidad) pero pesaban mucho, pues a la que miré abajo para recoger el billete, los cuernos literalmente se me cayeron al suelo y la gente se empezó a reír. A mi me entró una vergüenza que recogí los cuernos y volví a mi lugar, ya lo decía Freddie Mercury the show must go on

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