martes, febrero 27, 2024

Tener un Flechazo - Parte II

 Continuamos con la reflexión de la semana pasada ;)


Se encendió un cigarro rubio (supongo que era camel, no intuí bien), y sin dejarme de mirar en todo momento se lo fumó manteniéndose al otro lado de la calle. ¡Ay, madre de dios! ¿Qué cuernos hacía allí mirándome de esa forma tan directa? No asustaba para nada, se veía que el chico lo tenía claro, pero… ¿Qué tenía en mente? Con los papis allí me sentí un poco incómoda, porque no me podía permitir expresar mis sentimientos con total normalidad, no quería que supieran eso, era demasiado pronto (y en ese tiempo yo estaba soltera, o sea que podía hacer lo que me diese en… ya saben).

Mi madre comentó una cosa que había visto en el periódico y mi padre se puso a hablar, yo intenté estar atenta, pero mi mirada estaba centrada en otro lado. Hasta que mi madre me dijo algo importante y la tuve que mirar, y cuando terminó volví a mirar dónde estaba él, pero ya no estaba… lo empecé a buscar disimuladamente, la moto seguía allí o sea que no se pudiera haber ido muy lejos, me giré disimuladamente, diciéndole algo a mi padre, que ya ni recuerdo qué era, y vi al chico caminando por la acera del lado dónde estábamos, se colocó el cascó en el brazo izquierdo y caminó hacia el bar dónde estábamos. ¡Mierda, que venía hacia a aquí!

Pasó de largo caminando por la acera, y pensé que se iba a otro lugar, pero luego entró en la terraza y se fue detrás de la camarera, la mujer que les he hablado hace un ratico, que estaba atendiendo en alemán a unos guiris. El chico le tocó la espalda a la camarera, y le dijo “¡Hola mamá!” la camarera se giró y yo me quedé muda preguntándome ¿cómo que mamá? ¡Ay dios, que la camarera era su madre! Y ella le dijo con una sonrisa de alegría “Hola Gabriel, hijo ¿cómo estás?” y yo me morí dos veces más… ¿cómo que Gabriel? ¡Ay dios se llamaba Gabriel! La madre se lo habíamos preguntado y nos dijo que se llamaba María, y vi en el cartel que era un asador argentino que hacían pizzas italianas, de hecho todos cuando hablaban en español, tenían acento de argentina (concretamente de Santa Fe).

Luego nos fuimos mis padres y yo, mi padre insistía en que tenía que acompañarles al super y luego podía hacer lo que quisiera en mí mañana, no hacía tiempo para ir a la playa, pero… allí se me encendió la bombilla, y tomé cartas en el asunto. Acompañé a mis padres a un super de la misma calle, y al terminar, me despedí de ellos, disimulando que me iba al paseo marítimo, cuando en realidad, en cuanto se alejaron con el auto, volví al bar a buscarle. Quería invitarle a dar una vuelta conmigo hasta la Ermita de San Antonio, ya era el momento de actuar, porque sabía que su presencia allí había resultado que era para responder algo claro… que él también había sentido ese flechazo.

Vi dónde se había sentado que estaba su taza de café con leche, pero él no estaba sentado, y pensé que se había ido al baño. Miré a dentro sin entrar pero no lo vi, y entonces se me ocurrió mirar si todavía estaba la moto, y efectivamente la moto ya no estaba. Me acerqué derrotada, por tardar tanto tiempo en ese estúpido supermercado, hacia esa mesa dónde él estaba… ¡Mierda, se me había escapado! Me fijé en algo extraño, no se había tomado su café, se había ido sin tomárselo, ni tampoco me había percatado en si se lo tomaba o qué, de hecho toqué la taza y aún quemaba un poco.


Podría regresar, así que me fui a pasear por esa calle, pero a la que di unos pasos, miré hacia atrás y vi como María se llevaba la taza de su hijo. ¡Mierda, no iba a volver! Solo me quedó una chance más, así que me fui al bar dónde trabajaba, iba con el uniforme, quizás tenía que abrir el local que habrían a las 12 del mediodía. Pero le tocó abrir una chica y en todo el día no apareció por allí… ¿A dónde iba con el uniforme? Tan a huevo no lo volví a tener, y me puse triste, porque el viernes y el jueves lo vi en su trabajo pero ya era demasiado tarde, aunque una de las veces que pasé por allí, al cabo de un rato de haber pasado, me giré y lo vi que se quedaba quieto mirándome todo atónito a mis pasos (o a otra cosa, no sé). El sábado, pensé que vendría a desayunar en el restaurante de su madre, pero no fue así, nos despedimos con María y tras dejar las llaves del apartamento, nos fuimos a Manlleu. Las vacaciones habían terminado.

Lo traté de buscar en redes sociales, pero no hubo suerte, ni en Facebook, Twitter, ni Instagram. En redes sociales no existe, sé que es extraño pero he conocido chicos que viven al margen de todo eso, y son chicos que merecen mucho la pena conocerlos, porque están llenos de sabiduría de vida, están vivos, ellos viven, en vez de compartir en redes una vida que quizás sea postureo. Porque tras ver la serie You me preocupé que si no tienes redes sociales eres un asesino en serio o violador, y a veces, es peor un asesino en serie que tenga Instagram, que uno que no tenga.

Lo importante, es que el martes en que ya había vuelto a Manlleu, ese día durante el viaje dimensional, el CHICO DE OJOS VERDES que tanto hablo en la serie El Espejo De Mí Vida, por fin me dijo quién era. Y dos meses después empezaba mi relación con el arcángel Gabriel, el 28 de Noviembre. En el corazón tengo la huella de este chico llamado también Gabriel y que durante mucho tiempo pensé que era mi arcángelito que había decidido bajar por una semanita, pero él mismo me dijo que ese chico se le parecía mucho pero que no era él, solo una versión más de mi amado Gabriel Arcángel.

El viento se lo llevó pero en mí corazón quedó grabado, pensé en seguir adelante, porque era inútil pensar que podría haber algo… si decidió irse tenía sus motivos. Un día entré en el Facebook del restaurante, y a pesar de que las imágenes que veía no me decían nada en especial, eran platos de pizza, recibí un mensaje telepático de uno de los Maestros que menos pensé que me mandaría uno, Isis.

-        Él ya no vive en Alcossebre ni en Vilanova de Alcolea, ahora está con unos tíos que viven en el Empordán- dijo la Maestra Isis.

Una hora más tarde, mis padres me compartieron la noticia de que íbamos a comprar un apartamento en el Empordán, y me quedé flipando… ¡quizás lo encuentre de nuevo! Me alegré mucho, porque el universo no se había dado por vencido, y yo a pesar de estar con el arcángel, no sabía qué planes tenía él para bajar… si usaría esta vía de este chico o sería diferente. Pero él también estaba de acuerdo.

Al mes de comprar el departamento en el Estartit, descubrimos que existía un restaurante de paellas valencianas que también hacía para llevar. Un domingo, mis padres quisieron reservar una de marisco, y a mí me tocó irla a buscar junto a mi padre (que conducía el coche). Entré yo al restaurante, porque no encontró aparcamiento cerca, esperé un ratito porque tenían que atender a dos clientes, primero  una señora de cincuenta años, y luego me quedé sin palabras… cuando la dependienta dijo “Gabriel…” junto el apellido, me giré para ver quién respondía a ese nombre y allí me petrifiqué, allí estaba él. Solo habían pasado nueve meses, y allí estaba, recibiendo esa paellera de marisco, por lo que vi los conocía bastante bien, y luego se giró, yo me giré no quería que me viese directamente, pasó junto a mi derecha hacia la puerta, salió y a través del cristal le observé como caminaba hasta que desapareció de los cristales. ¡Wow, era él!

La última vez que me lo encontré fue el pasado septiembre, a las diez de la noche recogía yo unas pizzas para irme a casa, y nos lo encontramos junto a mis padres en un parque cerca del apartamento, y por lo que vi, su apartamento o su casa está en el mismo bloque que él mío, pero al otro lado. ¡Somos vecinos y no lo sabía! En cualquier momento me lo encuentro en la piscina en verano.

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HR.

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