sábado, noviembre 05, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 161 y 162 [2T]

 Hoy estamos de celebración, porque el pasado 2 de Noviembre se cumplieron tres años que publicamos esta serie de la vida con ángeles. Espero que lo disfruten con este DOBLE capítulo:

CAPÍTULO 161:

Cuando llegamos a la Masia, me quedé bastante impresionada, porque éramos los únicos que estábamos hospedados allí, por lo tanto se respiraba tanta paz y una vibración tan bonita, me sentía como en casa y eso era raro porque yo normalmente en lugares extraños no suelo sentirme bien. Sobretodo cuando tengo que pasar algunas noches allí, siempre extrañaba mi camita, mi habitación, y la privacidad. Allí todo era diferente, pero me sentía muy bien, feliz y con ganas de descubrir ese lugar para experimentar sus vibraciones y probar sobretodo la pileta que nada más verla que estaba en la entrada, se veía tan apetecible meterse un ratito.

Esta vez, la habitación era compartida con los chicos, nos dieron la más grande que tenían, había como 30 literas, los amigos empezaron a agrupar literas para poder estar todos juntos a la hora de dormir. En mi caso, con Jesús, Sergi y la Gloria, nos juntamos un par de literas, y dormimos los cuatro en la litera de arriba. Esta vez me atreví a superar mi miedo a las alturas, porque tenía barandilla y eso era muy diferente, no había escalera ni para subir ni bajar, pero ya nos espabilábamos como pudiéramos.

-        ¿La litera de arriba, Laia? – me preguntó Uriel.

-        Si, no quieres que me quede a bajo mientras que mis amigos están arriba, ¿no?- le dije.

-        Claro, comprendo. ¿Necesitas mí ayuda? – ofreció Uriel tan amable como siempre.

-        Si, ven.- le dije que viniera a los pies de la cama, él se acercó, yo me agarré de su hombro.- me voy a subir aquí, necesito que te asegures que no me caiga, ¿vale?- le dije.

-        Si, claro. ¡Apoyate en mí! – dijo Uriel, mientras me agarraba de la cintura.

Puse un pie en la barra que había a los pies de la cama de abajo, me agarré fuerte al hombro de Uriel, antes miré que nadie me mirase, para ellos me estaría agarrando a la nada, entonces él me dio un pequeño empujón y me pude agarrar a la barra de los pies de la cama de arriba, Uriel contó hasta tres y me empujó para que terminase tumbada en la cama.

-        ¿Estás herida? – preguntó preocupado por el grito que pegué por el esfuerzo.

-        ¡Estoy bien! Gracias.- le dije mientras me reía del momento.


Uriel finalmente también se rio conmigo, le vi que miraba por encima de la cama sin tener que esforzarse, era bastante alto por ser ángel. Expresamente me quedé la cama de en medio, para evitar que cayera por algún lado a la hora de dormir, a Uriel le pareció bien y no se tenía que hablar más, así que me instalé, Uriel me ayudó a colocar el saco de dormir por los pies de la cama, entonces tocaba bajar, eso era un poco más complicado. Literalmente bajé de cara, pero se me resbaló el pie en la barra de abajo y terminé en los brazos de Uriel que me agarraron al vuelo y enseguida me puso con los pies en el suelo. Ambos miramos a los lados para saber si alguien nos había visto, por suerte nadie se percató de ello.

-        Debemos mejorar la bajada, mi amor. – comentó.

Le dije que si con la cabeza, pero volví a reírme.

-        Vigila cuando bajes, mejor de culo, Laia.- decía la monitora Esther, que se había instalado unas cuantas literas hacia la derecha, pero en la parte de abajo.

Cuando la vi tuve mi momento de Tierra Tragame, porque me habría visto “volar” unos segundos sin motivos. Ni sabía que ella había venido también a acompañarnos ese año, así que me acerqué a ella, que estaba sentada en su cama ya con el saco de dormir colocado y el neceser encima de la mesilla de noche. Me miró con sus ojos verdes con una media sonrisa, inclinando la cabeza hacia un lado.

-        ¿Qué haces aquí?- le pregunté.

-        Repito como tú, ¿no te alegras de tenerme?- dijo Esther.

-        Si, claro que si.- le respondí con una sonrisa, ella se levantó y nos dimos un abrazo, ya le había sacado unos centímetros, nos dimos dos besos.

Solo la veía en las colonias pero no sé, la sensación que tenía con ella era de muy familiar, pero no sabía muy bien porqué. En ningún momento hablamos de nada de ángeles, Agartha o maestros, pero tenía la sensación de que ella sabía cosas de estas. La verdad es que Esther era todo un misterio, porque nunca supe su apellido para buscarla ahora en estos tiempos en redes sociales, de hecho solo esperaba volver a encontrarla cuando nos íbamos de colonias, y siempre venía, como si escuchase mis pensamientos. ¡Era mágico!

-        Ya debes tener pensado unos cuantos cuentos de terror para contar estos días, ¿no?- le pregunté.

-        Si, tengo uno que les gustará mucho.- respondió con mucha intriga.

-        Estoy deseando escucharla.- dije con una sonrisa, mientras que ella seguía desvalijando la maleta.

-        ¿Sabes dónde está el baño?- me preguntó.

-        Si, es la puerta de allí. También es mixto.- le informé.

-        Vale, ¡gracias!- dijo, agarró su neceser y se fue al baño.

La lectura de las normas fue en el patio central, que era el patio que te encontrabas nada más entrar, las habitaciones estaban bajando una bajada, debajo de un pequeño puente antiguo de rocas que era la entrada al comedor. Molaba mucho ese lugar, porque era ideal para los juegos de terror de la noche, la casa era antigua pero daban ganas de jugar en sus recovecos. Como era tradicional, con la lectura de las normas, que eran las mismas que las del año pasado, pileta todo el día, caminata después de desayunar, cuento de terror al terminar de almorzar, merendar en la pileta y cenar, tras eso el juego de noche monotemático pero de terror. Nos repartieron napolitanas de chocolate, que estaban muy buenas.

Al finalizar, nos enseñaron algunos lugares del complejo, dónde había una especie de jardín bajo la copa de los árboles, había una fuente de agua pero que no estaba dada la llave para evitar malentendidos como el año anterior. En un pequeño porche bajo las ramas de los árboles que hacían como un tipo de entramado tan bonito que daba sombra, allí nos sentamos en los bancos de piedra para jugar a un juego todos juntos en corro, primero jugamos al teléfono escacharrado, después Pep sacó una pelota y jugamos a la bomba, y finalmente nos pusimos a jugar al pobre gatito.

Uno se ponía en medio y buscaba a alguien, se acercaba a esa persona y le tenía que maullar como un gatito, se suponía que no tenías que reírte, era una prueba de resistencia quién se reía tenía que parar y si no te reías, la persona que estaba en medio le volvía a tocar. Cuando te maullaban, tú tenías que “acariciar” la cabeza de la persona y decirle “pobre gatito” te lo repetía tres veces, y tú no podías reírte ni una vez, sino perdías.

Cuando ya todos les había tocado, a mi ni una vez, me habían venido a hacerlo pero me había mantenido fría como un témpano. Finalmente lo intentaron de nuevo, como insistiendo y yo, seguía sin reírme.

-        ¡No puede ser que ganes esto!- decía Pep indignado.

-        Si soy buena, ¿qué se le va a hacer?- le dije.

-        ¡No, no y no! ¡Ya sé! ¿por qué no se lo hacemos todos a ver si se ríe?- propuso Pep.

Todos los compañeros se levantaron mirándome, se vinieron hacia a mí, eso en vez de hacer gracia, asustaba. No sabía si salir a correr o prepararme un contra ataque… noté la mano de Uriel que le toqué sin querer detrás de mí, y me dio un empujón hacia adelante. En todo momento tenía que mantenerme fría como el hielo, así que todos maullaron al contar tres y yo con la mano y sin mostrar ni una emoción dije “pobres gatitos”.

-        ¡No, no puede ser!- decía la Esther y Pep a la vez indignados.

Lo volvieron a hacer, y yo dije el mismo resultado, hasta una tercera vez… pero al final les miré a los ojos respondí igual, y al terminar, me reí.

-        ¡Se acabó el juego!- dijo Pep.

-        ¿Cuál es tú truco?- me preguntó la Esther.

-        Imaginarse cosas horribles.- respondí.

-        ¡Acabáramos!- comentó la Esther sorprendida.

Esta vez no había ninguna indicación para enseñarles a los compañeros a ser un buen equilibrador de emociones, sino que fui yo que quería retarlos y ganarles. Nunca me daba el privilegio de intentarlo, siempre tenía ganas de hacer otras cosas, pero este juego me apetecía jugar bien, y gané.

En el momento en que volvimos al patio central, noté una brisa inexplicable detrás de mí, me giré y vi a Gabriel que todavía no había entrada en la plaza, me señalizó con el dedo para que fuera con él, como estaba sola, miré a los demás que iban delante.

-        ¡Vayan, ahora les alcanzo!- les dije.

-        Ok.- dijeron los demás.

Me fui con Gabriel, me agarró de las manos con fuerza y me tiró hacia él, me quedé de espaldas a la pared de rocas viejas, dónde estaba la sala de baile.

-        Hola Gabriel,…- le dije pero cuando le vi la cara de preocupado.- ¿Todo bien?- le pregunté.

-        No, esta noche debes acompañarme a un lugar, es urgente ¿vale? – dijo arrugando la frente, sus ojos verdes estaban demasiado cerca de mí cara.

-        ¿Qué pasa?- le insistí.

-        Mi hermano, el arcángel Miguel ha convocado una reunión, dónde tú y yo debemos acudir sin excusas. – explicó Gabriel.

-        Pero si estoy de vacaciones…- le repetí.

-        Lo sé, pero es urgente. Le he dicho que iríamos sin falta, ¿de acuerdo? – dijo Gabriel.

-        Ok, nunca he estado en las reuniones de la Orden, pero ¿tú porque debes ir si ya no trabajar en ella?- le pregunté arrugando la frente.

-        No es una reunión de la Orden, Laia. ¿Te acuerdas ya de dónde vienes o todavía está confuso eso? – preguntó curioso, inclinó la cabeza a un lado mirándome directamente a los ojos, llevándose una de las manos a la barbilla.

-        No entiendo la pregunta.- le respondí arqueando las cejas.

-        Vale, ya veo que sigue confuso… entonces solo puedo decirte que debes ir conmigo, es algo sobre tu origen. – dijo.

-        ¿Mi origen? ¿De qué?- le dije.

-        ¡Ay niñita… de tú origen universal! ¿De qué crees que te estoy hablando? – dijo refunfuñando poniendo los ojos en blanco un segundo.

Preferí no decirle nada, porque acabaríamos peleados, porque en ese momento lo único que sabía de mí origen universal era que había encarnado en la Atlántida, pero claro eso solo era una gota de polvo de todas las vidas que llevo en la espalda cargando constantemente. En la actualidad de este año 2022, son un total de 88 vidas, pero quién sabe si en unas horas recuerdo alguna más y el número parece que crece por momentos, eso sí, soy más vieja que el padre tiempo, pero si es estando al lado de los arcángeles, volvería a firmar para volver a hacerlo.

Después de cenar, me fui a la habitación a buscar la linterna porque en breve tocaba saber qué historia de terror tendríamos este año como juegos de noche. Nos reunimos todos con nuestras linternas en el patio central. Las luces estaban apagadas expresamente para crear ese ambiente de terror, nos sentamos en corro para escuchar la historia…

-        Este mismo lugar dónde estamos sentados ahora, hace mucho, mucho tiempo, vivía una aldea India que desapareció misteriosamente.- empezó a explicar Pep.

CAPÍTULO 162:

La historia me gustó mucho, al principio no daba mucho miedo, pero todo el tema de los indios americanos siempre me ha gustado mucho, pero no entendía porque, ya que las películas del oeste o antiguas sobre nativos americanos, siempre me aburrían. Pero era como si me atrapase, como si de alguna forma me digese mi corazón que yo había estado allí en ese tiempo, ¿podría ser una vida anterior? No lo sé, porque ya con nueve años dejé de recordar, no tenía imágenes que perteneciesen a otro tiempo-espacio, pero si la sensación aquella de que eso que acababa de conocer, ya lo conocía de antes.

-        Durante estos días aquí, cuando sea el momento del juego de noche, se tendrán que poner estos collares que les hemos preparados, cada uno de ustedes tienen un nombre, que durante el juego deberán llamarse así y olvidar por unas horas su nombre de este tiempo.- informó la Maribel.

Empezaron a llamarnos por turnos, a cada uno les regalaban un collar de cartulina con un nombre, cuando me tocó a mí, me quedé bastante satisfecha por el nombre que llevaba mi collar: Flor de Lys. No recibí ninguna imagen pero el corazón latió con mucha fuerza que casi se me escapaban las lágrimas, en ese momento no sabía que este nombre es en realidad mi nombre universal, sé que los del Tripijoc tampoco lo sabían, así que todo fue fruto de un chiste del propio universo, ya saben, de aquellos que a veces hace y solo los locos entienden y se ponen a reír. Pues me pasó así, sin saber porque en ese momento, como no recordaba mi nombre universal, el universo me contó un chiste de los suyos, que yo no entendí hasta que no cumplí 23 años.

Cuando la gente durante esas colonias me llamaban por el nombre del juego, era increíble lo bien que reaccionaba al nombre, es decir, para nada me vi forzada a girarme si decían Flor de Lys en vez de Laia, era como si mi cuerpo y mi espíritu ya reconocieran ese nombre de forma tan natural, que era impresionante. Como ya les he compartido, no tenía imágenes del pasado, pero si que en los “sueños”, empecé a tener cosas muy raras durante las noches allí, tres noches y las tres con pesadillas…

Escuchaba de fondo el nombre de Flor de Lys que lo iba diciendo en plan ECO casi durante todo el tiempo que duraba el sueño, pero siempre era la misma voz que identifiqué, y fue la del Chico de Ojos Verdes. Entonces aparecía en medio de una batalla, yo siendo hombre con armadura y espada de metal, matando a gente que intentaban matarme también con espadas. Después sentía un latido muy fuerte y estaba navegando en una pequeña canoa por una selva en un día soleado, llevaba un traje de mujer en plan Azteca y remaba con intensidad, mientras que detrás de mí sentía la presencia del Chico de Ojos Verdes que me acompañaba.

Después del siguiente latido fuerte, me encontraba en medio de un campo nevado, volvía a ser hombre, llevaba en mis hombros la piel de un animal muy peludos, parecido a un oso, miraba encima de una colina, una aldea que estaba muy cerca de nosotros, a mi derecha estaba el Chico de ojos verdes, vestido casi igual con el escudo en una mano y la otra una maza. Más tarde, volvía a ser soleado, era una mujer, me encontraba navegando de nuevo encima de un colchón por una especie de canal con muchas flores azules flotando, de fondo escuchaba una guitarra, me giraba y allí estaba el Chico de Ojos Verdes cantándome una canción en Arcturiano.

Después, volvía a ser hombre y me estaba bañando en una especie de baños públicos, llevaba una toalla tapando mis partes nobles, en la piscina estaba sola, pero escuchaba unos pasos que venían de atrás, y enseguida daba un salto y se tiraba desnudo a la piscina, al sacar la cabeza del agua, reconocí al Chico de Ojos Verdes que venía nadando hacia a mí, mientras que yo comía un pequeño racimo de uva recostado en las escaleras de mármol de la piscina. Después, hacía mucho frío, estaba en la cubierta de un gran barco que estaba algo inclinado de la popa, escuchaba gritos por todas partes y mi nombre resonaba con mucha fuerza en mi cabeza, el Chico de Ojos Verdes vestido con chaqué me agarraba de la mano con fuerza y tiraba de mí, intentábamos bajar las escaleras para irnos a nuestros camarotes, dejar los chalecos salvavidas, tumbarnos en la cama y esperar…


Me desperté de golpe y casi no podía respirar, me incorporé, aún estaban durmiendo los demás, pero el Sol ya había salido, me fui a los pies de la cama para buscar a Uriel, en vez de eso, me encontré aún a Gabriel conmigo, le agarré de la mano y le indiqué que subiera a la cama de arriba conmigo, él simplemente acató mis normas. Gabriel se tumbó en la cama, nadie más lo podía ver, así que no había ningún problema, pero él no se quiso poner debajo del saco y me abrazó, yo me aferré a su cintura colocando mi cabeza encima de su pechito, así conseguí volver a dormir un par de horitas más, mientras notaba como me acariciaba el pelo.

En cuanto terminamos de desayunar nos fuimos todos juntos ya con el bañador puesto a hacer una caminata por el bosque para ayudar a hacer la digestión, Uriel estaba conmigo, mientras que veía a Gabriel volar a mucha altura que a veces se podía confundir perfectamente con un avión.

-        ¿Qué te ha pasado esta noche? Gabriel me ha dicho que le has pedido que te abrazara. – preguntó Uriel preocupado como siempre por mí.

-        He tenido unos sueños muy raros.- le confesé.

-        ¿Quieres hablar de ello? – preguntó inquietado.

Dije que no con la cabeza y simplemente se quedó callado caminando a mi izquierda.

-        Tengo miedo.- le susurré.

-        ¿De qué? – respondió Uriel.

-        De equivocarme con Gabriel. Él está muy unido a mí y me gusta mucho su compañía, pero siempre que tengo recuerdos, no le recuerdo a él, sino al Chico. ¿Y si me estoy equivocando?- confesé.

-        ¿Sabes lo que representa cuando recuerdas a alguien en tu cabeza aunque no concuerde en el tiempo-espacio? – preguntó mientras que mostraba una ligera sonrisa.

-        Si, que el Chico de Ojos Verdes es el amor de mi vida.- respondí, algo preocupada.

-        Un recuerdo es en realidad una pequeña imagen fragmentada en mil pedazos, que a su vez se transforma en pequeñas ondas de vibración que vibran igual, para que ese recuerdo tenga lugar. Una imagen solo es el eco de una vibración que a pesar del tiempo y el espacio, sigue unido a ti allá donde vayas, entonces la pregunta es esta, ¿qué es más importante, la imagen o la vibración? – me preguntó Uriel, volvía sus enseñanzas que hacía tiempo no sacaba a pasear y esos ratitos los apreciaba tanto que me quedé escuchándole con toda la atención del mundo.

Me quedé pensando en la pregunta, entendía lo que decía, pero no sabía qué podía responder. Una imagen vale más que mil palabras, pero ¿y una vibración cuánto vale en realidad? Aprendí en IÓN a valorar el sentido de la ley de vibración, que dice así: cualquier objeto, ser o lugar, nos une en vibración constante, a pesar del tiempo y el espacio esa vibración está ligado al corazón, por ende las vibraciones son la expresión de objetos, seres o lugares que se representan en forma de sentimientos.

-        La vibración, porque a través de ella se expresan los sentimientos.- respondí.

-        ¡Has acertado, Laia! Un sentimiento es mucho más que una emoción que se exprese, puede ser todo tu mundo en tan solo la expresión de muchos sentimientos. Estos recuerdos, se unen a ti a través de sentimientos, cuando hay dolor, el recuerdo está como cortado o tiene tonos más oscuros, pero cuando es algo bonito, el recuerdo no sufre ningún corte, tiene más luz y además lo recuerdas sin poder borrarte esa sonrisa de la cara. – explicó Uriel.

-        Cada vez que recuerdo algo, aunque ya no recuerde nada nuevo, sé que hay de todo, hemos sufrido mucho, pero también hemos tenido momentos muy bonitos.- le informé.

-        ¿Y la imagen cambiaba? Me refiero a su aspecto, ¿tenía siempre la misma cara, el mismo pelo, las mismas cicatrices? – preguntó Uriel intrigado.

-        No, solo los ojos y la nariz eran siempre iguales, el resto cambiaba…- dije algo taciturno.

-        Aquí lo tienes, Laia. La respuesta que andabas buscando. – terminó Uriel.

Le miré frunciendo el ceño, intentando comprender sus palabras, pero no llegaba a ello y dije que no con la cabeza, él me estaba mirando en ese momento, sonrió aún más.

-        La imagen solo es una expresión, aquí lo que cuenta es lo que sientes. – aclaró Uriel.

Entendí que los recuerdos solo son sentimientos, y que quizás la imagen que tengo del pasado del Chico solo es una forma de hacerme recordar de lo que siento cuando estoy con la llama gemela. No me podía aferrar a la imagen, sino en el sentimiento que ofrece, porque hombres con los ojos verdes en el mundo de la 3D hay un montón, quizás un tanto por ciento menos que tengan la misma nariz, pero ¿ustedes piensan que todos los chicos de ojos verdes con la nariz pequeñita pueden ser mi llama gemela?

Este es el problema que este planeta tiene con el amor, ¿Cuántos de aquí que leen esto se han enamorado alguna vez de la voz de esa persona sin tener la obligación de ver una imagen? La humanidad se aferra tanto en que para enamorarte tiene que gustarte el físico primero y de a poco vas profundizando, lo que se vaya dejando, en vez de ir directamente a la esencia. Los ángeles quizás para muchos de ustedes no existen o aún dudan de si realmente su función social es buena o mala, pero ellos lo tienen claro como es en realidad enamorarse.

-        El amor parece complicado en esta época.- comenté.

-        Si, lo complican porque tienen miedo de sufrir el síndrome de Narciso, ¿sabes quién es? – preguntó el arcángel Uriel.

-        No.- respondí.

-        Había un dios en la mitología griega que se llamaba Narciso, que no sabía lo que era el amor, un día se encontró un espejo y al verse reflejado en él, se enamoró del reflejo de su propio espejo. – contó Uriel.

-        ¿Miedo a enamorarse de uno mismo?- pregunté al mismo tiempo que me reía a carcajada limpia.

-        Mejor dicho Laia, esta época tienen miedo de conocerse a sí mismos, para saber qué les gusta de verdad. Cuando complican las cosas, es porque el miedo tiene el control y cuando pasa esto, la libertad de expresión se tira por la ventana. – dijo Uriel también riéndose.

No entendía muy bien qué significaba enamorarse de uno mismo, pero si que tenía razón Uriel de que cuando uno está enamorado o siente algo parecido, tiene mucho miedo a cagarla y perder al ser amado. Era chiquita, pero sentía dentro mí que Gabriel era especial para mí, pero a su vez el Chico también, entonces fue cuando me pregunté a mí misma ¿Por qué ya tan chiquita debía sentir esas cosas? Siempre me he sentido extraño ajeno a los demás, pero en cuestión de sentimientos aunque era chiquita, tenía más claro lo que sentía por la gente, pero el miedo lo sentía tan vivo dentro de mí que me sentía “atrapada” sin poder ver las cadenas que me sujetaban las manos y los pies. Me sentía tan unida a Gabriel, supongo que mi pasado de haber sido algo importante tanto para él como para mí, hacía un año que me había visto a mí misma de otra vida en esa misma habitación besar a Gabriel de tal forma que sentía que éramos pareja.

El miedo me concomía por dentro, y la presión de elegir bien a su debido momento me perseguía silenciosamente todos los días hasta que tuviera la suficiente valentía como para aceptar inevitablemente su respuesta. 

PD. Vamos a tener que hacer un pequeño paron de emisión de estos capítulos porque estamos trabajando con el 11:11 así que durante dos semanas no habrá capítulo, pero quizás si que haya reflexión. 

Recomedación: La mujer del hombre que viaja en el tiempo - HBO.

HR.

HERO&Corporation.

 

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