viernes, mayo 13, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 137 [2T]

 

Ese día comimos super tarde y sin ganas, en el momento en que mamá estaba poniendo las verduras al fuego para que se hicieran en el agua, cayó la Torre B. La iaia Filo había estado allí mismo hacía tan solo unos meses, de hecho tiene una fotografía con sus amigas Pepeta y Emilia dónde de fondo se ven las Torres Gemelas. Ahora solamente quedarían recuerdos en algunas películas y fotos de aquellos afortunados que pudieron verlos en pie.

Después de comer casi sin hambre, salieron imágenes de cómo habían quedado las calles cercanas al lugar, llenas de cenizas y cuanto más cerca estaban del lugar menos se podía ver y más daños estructurales había. Entonces, sonó el teléfono fijo, mi padre fue a contestar rápido, era el tio Joaquín. Al terminar, mi padre vino con buenas noticias, a Guillem no le pasó absolutamente nada, pudo salir de la zona antes de que el primer edificio fuese reducido a cenizas, estaba en casa de unos amigos que le habían dado hospedaje por un par de días, porque en la zona no se podía estar por precaución. Pero él estaba muy bien y sin ningún rasguño.

-        ¡Gracias!- miré al cielo y lo dije en voz muy alta agradecida y aliviada de que nadie de mí familia hubiese salido perjudicada.

Uriel no regresó ni por la noche, de hecho tardó más de un día en volver, las reuniones urgentes son así. No sabes cuándo van a regresar. Por la noche le dije a Gabriel que se metiera en la cama a abrazarme, tenía muchas pesadillas y abrazada a él se me quitaban todas, me sentía más protegida.


Esa fue la primera vez que Gabriel se metió toda la noche en mi cama, a pesar de lo difícil que se había puesto todo en los últimos meses, esa noche todo se olvidó y tenía que reconocer que su presencia era muy importante para mí, a pesar de no entenderle a veces, lo echaba mucho de menos cuando miraba al cielo y no lo veía. Coloqué mi cabeza encima de su pecho, él estaba durmiendo plácidamente mientras me abrazaba, me quedé un buen rato mirándole, no sabía por qué pero eso me relajaba y me ponía contenta. ¿Cuántas veces una persona puede decir que ha estado así de cerca de un ángel en su vida? Sé que la respuesta es difícil, pero los milagros existen, señores.

Gabriel solía dormir como Dios le creó, pero al final le pude convencer para que se quedase con ropa interior, había dejado la túnica blanca encima de los banquitos fuera de la cama, pero su anunciador estaba encima del mueble cerca de la cama. Vi como la piel de los brazos y del torso se volvía de gallina y pensé que tenía algo de frío, así que le tapé con la sábana blanca hasta el pecho, pero aún tenía algo de frío, por lo tanto agarré su anunciador y se lo puse encima del pecho, era roja pero con un tacto muy peculiar y muy suavecito, entonces simplemente cerré los ojos y me dispuse a descansar.

Noté una ráfaga de aire extraña y abrí los ojos.

-        ¡Ah!- grité cuando vi las ciudades del mundo a muchos pies de altura debajo de nuestros pies.

-        ¡Tranquila mi amor! – decía Gabriel que me tenía bien fijada en sus brazos.

Me quedé sin palabras, estaba volando en los brazos de Gabriel, en esa noche de Septiembre algo fría, usé su anunciador para taparme los brazos y las piernas un poco, porque aún dormía con pijama de verano, pantalón corto y camiseta de manga corta.

-        ¿Qué haces?- le dije.

-        Te llevo a un lugar para estar los dos más tranquilos… Uriel va a tardar dos días en venir, y me ha pedido que me quede contigo todo este tiempo, y he pensado que antes de empezar el último día en Sitges, nos vayamos a dar una vueltita juntos por el aire, ¿te apetece? – respondió Gabriel.

Dije que si con la cabeza, no tenía palabras, el plan me apetecía un montón. Finalmente me llevó hasta la costas del Garraf, dónde hay montaña y playa al mismo tiempo, nos sentamos en una rama de un árbol bien fijados y nos quedamos allí mirando como el Sol aparecía en el horizonte del mar Mediterráneo. ¡Qué belleza!

-        Veo que te sigue gustando ver salir el Sol en la playa. Pasan las vidas pero, casi no cambias de gustos. ¡Me gusta eso! – comentó Gabriel.

Le miré arqueando una ceja pero al final estallé a reír, su brazo lo pasó por detrás de mi espalda para sujetarme fuerte por la cintura para que no me cayera de la rama del árbol. Estar allí era peligroso pero hermoso.

-        Aún me gustan las aventuras, Gab.- le dije irónicamente él también se empezó a reír.

-        ¿Quién me iba a decir que después de tantas vidas, seguiríamos uno al lado del otro? – dijo Gabriel.

-        Así son las buenas amistades, ¿no? O eso veo en televisión…- le respondí.

Gabriel me miró arrugando la frente pero no dijo nada, entonces me soltó de la cintura, pero le agarré del brazo y le obligué a seguir agarrándome así, él al final se quedó agarrado así a mí.

-        ¿Solo amigos? – preguntó Gabriel, su tono había cambiado de feliz y bromista a serio y tocado emocionalmente.

Le miré pero no le entendí así que me quedé en silencio.

-        Pensaba que… - se paró y se aclaró la gola para proseguir – Uriel me contó lo que viste en aquel armario, y yo pensé que… - pero no terminó la frase, se me quedó mirando fijamente con sus ojos verdes angelicales que él siempre me refleja como si sus ojos fuesen el espejo perfecto de la pura divinidad, sinceros, puros, amorosos….

-        Me sorprendió saber que fuimos pareja.- dije él empezó a ponerse algo triste su rostro y le dije – pero soy joven para elegir, de todos modos me gusta tener tú presencia conmigo, aunque a veces nos peleamos.- terminé sincerándome con él.

-        Entonces, ¿no se descarta? – preguntó interesado.

Coloqué mi cabeza encima de su hombro sin dejar de mirar como salía el Sol.

-        Dejemos que nuestro Sol nazca de nuevo en este mar.- le dije.

Noté como me agarraba con fuerza por la cintura y nos quedamos en silencio viendo el amanecer tan hermoso. Me sentía demasiada pequeña para elegir con quién quiero estar eternamente, pero la compañía de Gabriel no me desagradaba, ni tampoco la del Chico de Ojos Verdes.

Ese último día la pasamos en la playa a la mañana, con Gabriel empezamos a jugar a saltar las olas, luego con Juanito jugamos a las palas y después hicimos un agujero lo más profundo que pudimos, hasta que al final nos fuimos al chiringuito a tomarnos un heladito, despedirnos de la playa. Después de comer, mi padre se tumbó en la tumbona para hacer la siesta, con sus ronquidos armonizaba la estancia, mientras que yo me puse a jugar con Gabriel y el Bilbo al pilla-pilla que le habíamos enseñado al perro a jugar. Después tocó empacar y empezar a colocar las cosas en el maletero del auto y empezar el viaje de vuelta a Manlleu, pasando por una pequeña parada en Vic para dejar a Juanito con sus abuelos, la tita Mari y el Tito Juan habían subido con el Jordi para venir a buscar a Juanito, a cambio nos invitaron a comer caracoles en la lata, un plato típico de aquí en Cataluña. Había un montón de primos pequeños por parte de la familia de la tita Mari, ella había nacido en Vic pero vivía en el Prat de Llobregat con mi tito Juan.

Al día siguiente fue un caos en casa, probarse la bata, mi padre forrando los libros, mirando el material que todo estuviese correcto, ponerle nombre al nuevo material, colocar las cosas en la mochila, preparar la ropa para ir al colegio al día siguiente, que sería el primer día de clase de Tercero de Primaria.

Casi no pude pegar ojo, Gabriel seguía conmigo, al parecer Uriel estaría toda la mañana fuera, pero a la hora de la comida que sería en casa de la Abuela, él regresaría y Gabriel volvería a sus quehaceres. Mi madre me llevó al colegio de la mano, con la bata puesta y con todos los libros que pesaban como un demonio en la mochila, empezaba otra vez el infierno del colegio, y surgían las mismas dudas ¿sería un buen curso? ¿Me declararían la guerra? ¿Haría alguna nueva amistad?


Mamá entró en el patio conmigo y me llevó junto a la clase de 3rA, la profesora se llamaba Laura. Era una señora de cincuenta años, bastante redondita, pelo lacio hasta los hombros rubio platino, siempre iba pintada como una puerta, y solía llevar un bolso de abuela. Su voz era bastante grave por ser una mujer, era bastante raro. Mi madre me dio un beso en la mejilla  se fue, yo me quedé con la clase, buscando a Sergi pero no estaba, aún no había llegado, así que lo esperé. Gerard me saludó y José también, algo les había pasado en el verano, porque no era muy normal.

-        ¿Qué has hecho durante el verano, Laia?- me preguntó Gerard.

-        Disfrutar mucho del campo y de la familia, ¿y tú?- le pregunté.

-        Me fui de vacaciones a Salamanca con mi familia.- respondió Gerard.

-        Yo me fui a Sevilla a conocer parte de mí familia que no conocía.- decía José era de origen andaluz.

Entonces apareció la Júlia y José y Gerard dejaron de hablarme, me quedé de la manito agarrada de Gabriel esperando a Sergi, pero no aparecía, incluso en el momento en que la profesora Laura nos dijo que la siguiéramos para ir a nuestra nueva clase.

Aún no éramos lo suficientemente mayores para ir al segundo y último piso, por eso nos quedamos en el primer piso, del lado derecho hasta el fondo, pasamos nuestra antigua clase de segundo y finalmente llegamos a la zona de tercero, la primera clase era la nuestra, si el año anterior fuimos el B este año nos tocaba el A.

-        Antes de que se sientan, ya les he dejado sus nombres encima de las mesas, se van colocando como les puse, ¿de acuerdo?- dijo la Laura.

¡Genial, empezábamos el curso sin sentarnos como quisiéramos! Me tocó sentarme en el bloque del medio en la tercera fila junto a Cristina, tampoco me desagradó la compañía, delante tenía a Xevi y detrás estaba Nil.

-        Supongo que echarán de menos a su compañero Farid, resulta que no superó segundo y repitió curso. De momento no tienen ningún compañero nuevo.- informó la Laura.

-        Por lo menos, no tendremos “accidentes”- comentó Aleix.

Toda la clase se puso a reír, yo incluida. Pobre Farid, pero Aleix tenía razón. En P4 en un momento en que la Vicky estaba atendiendo a alguien en la mesa del profe, se armó cola para pedir algo, y Farid se quedó por otro lado de la mesa y se puso a jugar con la grapadora, entonces no sé qué le picó, pero puso el dedo debajo de la grapadora y se grapó el dedo. De repente se escuchó un grito y Farid mostró a la profe de P4 su dedo índice de la mano derecha con una grapa entre la carne del dedo y el hueso.

Se grapó el nacimiento de la uña y le perforó el hueso de la falange, se fue a urgencias en Vic y llevó durante un mes el dedo con una cédula. Cada año la recodrabamos esa anécdota, Farid era así de kamikaze. 

Recomendación: Doctor Strange - Película.

HR.

HERO&Corporation.

 

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