domingo, noviembre 21, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 113 [2T]

 

¿Cómo era posible que pudiera sentir felicidad si los demás estaban tristes por la pérdida? Me sentía extraña y fuera de lugar, ¿y si no fuera yo humana?...

-        ¿Por qué he llorado de felicidad?- susurré mientras que el Titi tomaba un sorbo de su coca-cola y me miraba con atención.

Tras el entierro, me fui con él a pasear y después cuando fue la hora de almorzar, me invitó a almorzar en el bar la llesca los dos a solas, para poder hablar tranquilamente de lo que había pasado.

-        Normalmente las personas no presencian algo tan hermoso como lo que has visto, Laia. Siéntete afortunada de ser diferente, es una virtud que deberías tener en cuenta, porque quizás en el futuro alguien valore tu forma de ver el mundo, y comprenda nuestro mundo.- aconsejó el Titi.

-        Nunca he mentido y espero seguir así toda mi vida, pero tienes razón Titi, lo que hemos visto ha sido único, algo mágico y hermoso, ¿por qué las personas no son capaces de ver lo bonito que es morir? ¿Soy un asesino por pensar así?- le dije.

-        ¿Asesina?- repitió alzando las cejas en señal de sorpresa.- ¿Por qué lo preguntas?- terminó.

-        Solo ellos son capaces de ver felicidad, matando a otras personas. ¿Eso es lo que siente Aros cuando lastima a personas o… Gämael?- pregunté.

-        ¿Quieres hacer daño a alguien?- preguntó.

-        No.- respondí.

-        ¿Disfrutas manipulando a los demás para conseguir lo que quieres?- peguntó el Titi.

-        No.- respondí.

-        Entonces, no tienes de qué preocuparte, no eres una asesina. Solo entiendes mejor que nunca lo que es morir. La humanidad piensa que la muerte es el final de la vida, ayudarles a entender que solo es un cambio de dimensión definitivo, es nuestro trabajo. Tenemos que formar a la humanidad para que entienda que hay vida después de la vida, es diferente, pero sigue existiendo la vida.- explicó.

-        ¿Por qué soy tan diferente cuando quiero ser normal como los demás?- le pregunté.

La Isabel nos interrumpió, porque trajo la comida, yo había pedido una hamburguesa con queso en cambio el Titi pidió un entrecot con patatas fritas.

-        Si te soy sincero, los ángeles sabemos de primera mano qué pediste que cumpliéramos al pie de la letra en esta encarnación, y pedir ser normal, no era una de tus prioridades antes de nacer.- informó.

A pesar de estar él encarnado, de alguna forma le pasaban los informes del otro lado, él también estaba informado de mi estatus, eso por primera vez me lo tomé como si fuese la oportunidad de mi vida, en encaminarme a un lugar dónde quizás muy pocas personas hayan tenido la misma chance que yo.

-        Me tenías que haber parado los pies, cuando viste que era una idea tan descabellada, Titi.- le dije sarcásticamente.

-        Con lo terca que eres, solo es capaz de pararte un cataclismo.- respondió irónicamente.


Nos pusimos a reír, y empezamos a comer. Al terminar, cuando ya se acercaban las tres de la tarde, el Titi de camino al colegio, me acompañó a casa a buscar la mochila para ir al colegio y me trajo él dando un paseo, el Titi no manejaba auto, lo único que hacía cuando nadie le miraba era volar con sus propias alas, eso solo lo podía hacer cuando estaba en el bosque y sin ninguna compañía de 3D que no hubiese abierto la consciencia universal.

Me despedí del Titi y entré en el patio cubierto, saludé a la Carmen que estaba allí vigilando la entrada y me dirigí hacia la clase algo contenta, en el momento en que entré, dejé la mochila encima de mi mesa, dejé la chaqueta en el perchero y me puse la bata. Entonces sonó el timbre de las tres en punto, me senté en mi mesa y empecé a sacar los libros de la materia que tocaba, entonces esperé a la llegada de la profesora.

-        ¿Dónde has estado estos días?- preguntó Houssine.

-        De luto, se me ha muerto la abuela y mis padres no han querido que fuese al colegio porque estaba muy afectada. Gracias por preguntar.- le respondí sinceramente.

-        Lo siento.- respondió sorprendido Houssine.

-        No te preocupes… ¿me he perdido muchas cosas de clase?- le pregunté.

Pero Houssine se marchó sin decirme nada, vi que todavía no se había puesto la bata y me extrañó porque ya había sonado el timbre y no era común eso. Entonces me di cuenta de que nadie llevaba la bata puesta, así que me acerqué a Nil que estaba una mesa atrás de la mía.

-        ¿Por qué no llevan la bata?- le pregunté.

-        Estos días vamos sin ella, estamos de celebración.- respondió Nil.

-        ¿Celebración?- repetí.

-        Si, es divertido.- dijo y no volvió a dirigirme la palabra.

Me puse de pie y me saqué la bata, la volví a poner en el perchero y me senté de nuevo en mi sitio, entonces llegó la Carmen, cuando en realidad tocaba música.

-        Ponganse en una fila de a dos delante de la puerta, que nos vamos al salón de actos.- dijo la Carmen.

Todos los compañeros se pusieron de pie y se fueron formando una fila de a dos, yo guardé los libros en el cajón y me puse en la fila, pero de las últimas, me fui con la Camen que estaba buscando algo en su mesa.

-        Disculpe pero, Nil me ha dicho que estamos celebrando algo… ¿qué celebramos?- le pregunté.

-        ¡Ay es verdad no te lo he dicho! Esta semana se celebra el 218º cumpleaños de Joaquina de Vedruna, la fundadora de los colegios Vedruna, y no hacemos clase. Ahora iremos a ver un documental sobre ella, y les diremos algo importante.- informó la Carmen.

-        Gracias.- dije contenta.

Fue curioso saber la vida de la fundadora del colegio, nació en Barcelona en el año 1783 siendo hija de un rico o de un noble en aquel tiempo, aunque no había estudiado nunca la historia del mundo, me resonaba las diferencias de clases sociales por algunos de los recuerdos que ya había tenido el placer de recordar, dónde yo me encontraba o siendo pobre sin recursos o la gran mayoría era hija o hijo de condes o Nobles. Ella fue monja, pero fue diferente porque antes de serlo o durante su primer año como novicia se casó y tuvo que dejar temporalmente el noviciado para atender su hogar y tener así nueve hijos. Pero finalmente dejó su familia y se unió a las Carmelitas De La Caridad, se convirtió en monja y fue entonces cuando empezó a crear escuelas, conventos y hospitales. Murió con 71 años y durante su vida y su unión con las Carmelitas viajó por el mundo, incluso llegó a fundar colegios en Argentina.


De nuevo Argentina regresaba a mis oídos, sin localizar dónde se encontraba ese país en ese tiempo, pero una vez más me resonaba tanto que no podía describir exactamente qué siento cada vez que el universo me manda una señal de este maravilloso país, por los cuales aún mis pies no caminaron por allí, ni en la actualidad. Pero me muero de ganas de irme allí y no con fines turísticos.

Cuando se terminó el documental, la directora Assumpta nos informó que la semana siguiente iríamos a la Salle Bonanova de Barcelona a hacer un reencuentro con los alumnos de primaria de allí, dónde haríamos actividades juntos y conoceríamos a nuevos amigos. En el momento que llegué a casa, en las manos llevaba el papel con la autorización para la excursión improvisada para dárselas a mis padres, a pesar de que eso de hacer nuevos amigos no me llamaba mucho la atención, el hecho de salir del colegio para ir a otro lugar, me apetecía mucho y por eso mis padres aceptaron la autorización. Creo que costó la mitad de lo que solían costar las excursiones, por el simple fin de ir a otro colegio a almorzar.

Días antes de la excursión en clase de gimnasia, habíamos cambiado las volteretas por aprender un baile regional de la tierra catalana que poca gente sabe que existe, llamado el baile de cintas. Consistía en hacer un corro de la patata, en medio había una persona que aguantaba un palo que estaba enganchado las cintas de dos colores, podía ser amarillo y violeta o cualquier combinación. Se nos daba a cada uno del corro de la patata una cinta, según qué color tenías formabas parte de un equipo u otro.

El baile empezaba girándote por el lado derecho hacia a fuera del corro, agarrando tensando la cinta con fuerza con ambas manos, luego tenías que hacer diez pasos hacia adelante, al ritmo de la música, y entonces pararte y estar de frente al palo. En el primer turno, el equipo amarillo tenía que enlazar las cintas, así que daba cinco pasos hacia adelante, daban uno al lado y luego las cintas violetas daban un paso hacia atrás para que quedase como una especie de trenza en el palo, el equipo amarillo regresaba los pasos hacia atrás y vuelta a empezar a dar vueltas. En el segundo tiempo, hacían lo mismo pero con el violeta, y así hasta que terminaba la canción.

Anímicamente aún estaba mal por la muerte de la abuela Vitorina, pero esa excursión me gustó bastante, fue diferente. Más bien tenía curiosidad como era un colegio en Barcelona, así que aproveché la excursión para informarme sin saber exactamente porqué, pero sentía dentro de mí que así tenía que ser. Con Uriel subimos al autobús buscando un lugar para nosotros dos, aunque no venía tanta gente como pensaban, había muchos lugares libres y Uriel pudo sentarse a mi lado.

-        ¿Cómo estás hoy mi amor? – me preguntó Uriel.

-        Mejor, aunque veo que mi familia está cada vez peor, Alfonsito lleva días sin salir de la casa y el Titi está muy ocupado ayudando a sus hermanos a deshacerse de las cosas de la abuela.- confesé.

-        Debe ser duro para ti, ¿no? – me preguntó Uriel.

-        Aún no me atrevo a entrar en la habitación de la abuela, cuando estoy en el salón, cierro la puerta de su habitación. Me da cosa, y dentro de mí aún piensa que por lo menos en el recuerdo puede seguir en este plano. – le respondí.

No me quería poner triste, así que le pedí a Uriel que cambiáramos de tema, pero como no tenía ningún tema más, nos quedamos en silencio admirando el paisaje de la C-17. De fondo se escuchaba a los compañeros de clase cantar canciones como “Si el conductor es de primera, acelere” esta era un clásico al salir de excursión. Algunos jugaban al conejito de la suerte un juego de palmadas muy divertido que en algunas ocasiones pude jugar, dónde se jugaba a darle un beso si te tocaba al chico o chica que te gustase más. Cuando me tocaba darle un beso a la mejilla, siempre se lo daba a Gerard si jugaba, en ese tiempo me caía muy bien, incluso me llegó a gustar en algunas ocasiones. Poquito a poco se me fue quitando lo que sentía hacía meses de la Cristina, y me fui dando cuenta que en esta vida no vine a ser homosexual. Básicamente porque el Chico de ojos verdes era un hombre. 

Recomendación: First Time - Ellie Goulding.

HR.

HERO&Corporation.

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