domingo, noviembre 14, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 112 [2T]

 

Pasaron tres días cuando se originó el funeral en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia en Manlleu, no recordaba la última vez que había estado en un funeral, el momento de la misa, pero esta vez nos tocaría estar a primera fila, puesto que el Titi me dijo que los familiares directos siempre se sientan a primera fila. Antes de entrar, nos quedamos a fuera en la puerta, rodeados de familiares esperando a que llegase al auto fúnebre, con el cuerpo de la abuela Vitorina. Aún no me había permitido llorar, no me salían las lágrimas ni estando acompañada de Uriel en mi habitación, quizás ya tenía asumido desde hacía mucho tiempo que esto tarde o temprano pasaría.

Lo cierto es que si que tenía ganas de llorar, pero no me salían, algo en mí interior me impedía hacerlo, así que tenía una mezcla de sentimientos encontrados que no sabía cómo sacarlos a fuera. Me daba como vergüenza que mi madre me viera llorar, y no entendía el motivo, porque me habían visto llorar desde que había nacido por cualquier cosa importante, en cambio allí me sentí como si realmente fuese una extraña. ¿Por qué me sentía así?


Mi padre tampoco lloraba, mi madre a ratitos se caía literalmente en un mar de lágrimas y mucha tristeza, esa fue la primera vez que pude identificar uno de sus bajadas al pozo de su existencia interna o lo que los psicólogos llaman depresión. Quería ayudarla por como se sentía, estar con ella, pero ella se iba de mi lado, porque era chiquita y se suponía que no la tenía que ver llorar, así que me quedé con el Titi todo el rato. Hasta que llegó mi otra abuela y el Tiet Josep, entonces me quedé un rato con ellos, que a pesar de no estar tan afectados emocionalmente pudieron acompañarme un rato.

Se armó un silencio de repente sin explicación, cuando vi que todos miraban hacia la calle y veían como el auto fúnebre llegaba atravesando la bóveda principal de la iglesia y estacionaba el auto al pie de las escaleras de la puerta principal. Dos trabajadores con traje negro y corbata, salieron del auto para abrir el baúl, entre la cristalera se veía el ataúd de la abuela Vitorina, acompañada de dos coronas de flores, una de rosas blancas y el otro de azucenas. Nunca había visto un ataúd en esta vida, me dio mucha impresión que después de una vida larga y llena de emociones, termines así… sepultado dentro de una caja de pino anaranjada, con una cruz santa encima.

Nos apartamos para que los trabajadores pudieran subir el ataúd en una plataforma con ruedas, por la rampa que habían construido hacía poco tiempo. Detrás, me quedé atónita sabía que los demás no podían ver lo que estaba viendo yo, pero detrás del ataúd estaba mi abuela Vitorina caminando, observando a los demás, algo triste porque no quería despedirse de sus queridos, acompañada de su ángel de la guarda y un ángel de la unidad de la orden de San Miguel arcángel, porque traía el uniforme de gladiador, que a veces ya les conté. La abuela Vitorina iba con una túnica blanca, le brillaba el aura y parecía triste pero estaba bien, hermosa y había vuelto a ser ella antes de la enfermedad, pero en la vibración de los desencarnados.

-        Titi,…- susurré mientras le agarraba con fuerza su mano, él se agachó y le dije a la oreja- la veo, a la abuela… ¿tú la ves?- le dije le miré a los ojos.

-        Si, también la veo. Pero disimula, ¿ok? Nadie tiene que verte así… - respondió el Titi susurrando.

-        Ok. ¿Por qué está aquí?- le dije.

-        Tiene que despedirse de nosotros, es el protocolo. – informó el Titi.

Nunca le había escuchado que él también podía verlos, pero entré en razón cuando recordé que él era un ángel encarnado, los ángeles pueden ver a los muertos y algunos humanos como yo, también.

Los dos señores que iban con traje negro dejaron el ataúd unos metros cerca de la puerta una vez ya estaban dentro de la Iglesia, mientras que nosotros nos fuimos a primera fila a esperar empezar el funeral. Nunca había estado en esa Iglesia, solo supe que el 1 de diciembre del año 1990 mis padres se casaron en esta iglesia, y que desde entonces no habían vuelto nunca más hasta ese momento. A pesar de no haber estado nunca allí a dentro, tenía la sensación de que ya había estado.

-        Dary, ¿alguna vez desde que nací he estado aquí a dentro?- le hablé telepáticamente.

-        No, esta es la primera vez. Pero sí que has estado aquí antes, creo que reconoces el lugar, ¿cierto? – me contestó directamente.

Uriel estaba delante de mí, puesto que a mi derecha tenía al Titi y a mi izquierda Alfonsito. Uriel se puso delante, justo a los pies del altar, estaría allí durante toda la misa del funeral.

-        Sí, pero… ¿Cuándo?- le dije telepáticamente.

-        Durante la boda de tus padres, estuvimos de espectadores de 5D. En realidad casi todos los hijos visitan a sus padres antes de nacer, incluso van a las bodas de sus padres antes de que tengan que nacer. Es una forma de apoyarles y que prontito de ese fruto de amor, vendrás tú. – informó Uriel, sus ojos verdes se iluminaron.

El cura llegó por una de las puertas del altar, vestido para la ocasión bajó las escaleras del altar, y se fui por el pasillo del medio de la Iglesia, hacia el ataúd, dijo unas palabras en latín y volvió a caminar mientras que los dos señores con traje condujeron el ataúd hasta la primera fila. Toda la iglesia estaba llena de personas, la mayoría eran familiares y amigos, pues una bella mujer había dejado su paso por la tierra una huella difícil de olvidar, difícil de aceptar que a partir de ese momento solo eran recuerdos vivos en los corazones de los vivos.

Alfonsito era el que estaba más cerca del ataúd, me daba mucha cosa estar tan cerca de algo tan triste, daba miedo. Así que agarré la mano del Titi y simplemente me quedé escuchando al cura, que nos dio permiso para sentarnos. No entendía el discurso del cura, mis pensamientos estaban en otro lugar muy distinto, pensé en el Chico de Ojos Verdes, en mis amigos de Agartha, pero en ningún momento pensé en el colegio, a pesar que mi padre me había dicho que esa tarde iba a volver a clase.

De repente, escuché una trompeta que provenía del techo así que miré hacia arriba, allí vi a dos ángeles de luz que estaban volando literalmente con los pies en el techo, tocaban las trompetas una marcha fúnebre. Se podían ver perfectamente lo tristes que estaban, en medio del techo había un tragaluz circular que se iluminó de repente, a pesar de que era un día triste y lluvioso, sentía la calor de Agartha, la calor dimensional, ese tragaluz no provenía del cielo de 3D puesto que desde allí venían más ángeles a cantar y tocar instrumentos.


Miré al resto de los presentes en la iglesia si se daban cuenta de la presencia angelical que teníamos en el techo, pero nadie escuchaba nada, todos estaban llorando, tristes, taciturnos,… en cambio yo no podía dejar de mirar a esos ángeles que seguían cantando cosas tan hermosas, dónde el espíritu de la abuela Vitorina dejó de mirar a los presente algo triste, y se puso a escuchar a los ángeles.

-        ¿Son reales?- dijo Vitorina.

Nadie le contestó, ni siquiera su ángel de la guarda que estaba a su lado, dando vueltas alrededor del ataúd.

-        ¿Esto es lo que te espera cuando uno muere?- volvió a hacer la pregunta Vitorina.

El ángel que iba vestido como un gladiador, le mandó a callar para que escuchase a los ángeles, Vitorina simplemente los escuchó, y yo también. Porque me parecía mucho más hermoso que escuchar al cura con su fantasía de que cuando uno muere, va al cielo. Recordaba perfectamente, al menos mí espíritu que tras morir y pasar ese Haro de luz, no hay un cielo, no vas con dios, porque él se encuentra mucho más arriba en la 9D, cuando uno muere va a la 4D, a una ciudad de almas llena de luz, pero no es el cielo. Sin saber porque, sabía que así era, supongo que mí espíritu reconoció la sensación, puesto que yo ya había muerto muchas veces en otras vidas, con otros nombres y otras identidades, por eso me daba miedo el ataúd y no el hecho de pasar por ese Haro de luz.

La religión cristiana cada vez veía que me estaba distanciando de ella, puesto que decían cosa inconexas y también muchas falacias sobre el más allá y Dios. El cura seguía leyendo la biblia ante los presentes, curiosamente cuando uno muere hablan de la resurrección del Maestro Jesús, que venció la muerte con sus poderes, lo hacen creer así, pero me di cuenta de que no estaba conectado con el más allá, porque ni se percató de la presencia del coro de ángeles en su Iglesia, en ningún momento miró al techo, ni siquiera miró a su derecha dónde estaba su ángel guardián. ¿Cómo es posible que el cura se hiciera llamar un siervo de Dios, si no era ni siquiera capaz de comunicarse ni con su ángel de la guardia?

Seguramente que el Cura tenía sus razones de porque decidió cumplir con esta vida, pero este trabajo de ser un canal para la luz eterna universal, como requisito mínimo que le veo esencial es comunicarse con los Seres de Luz, se supone que te dedicas a aconsejar y ayudar a las personas a encontrar su voluntad, mediante los ojos y las manos que Dios te ofrece, pero sin comunicarse con su ángel de la guardia y pensar que nunca dios ha estado en contacto directo conmigo… esto no es cumplir con este trabajo, incluso uno tendría que saber qué pasa tras la muerte, y por mucho que estuviese escrito en la Biblia, deberían saberse las misas de memoria, por eso en el momento que miré directamente a los ojos del cura que ya rondaba los 80 y pico años, me di cuenta de lo hipócrita que estaba siendo, sin que él fuese consciente de ello.

-        Oremos…- dijo el cura.

Toda la iglesia se quedó en silencio durante varios minutos, excepto uno de los ángeles del techo que habían terminado de tocar sus canciones, uno de ellos bajó volando hasta el altar, bajó las escaleras y se fue hacia mi abuela Vitorina, le ofreció la mano.

-        Vitorina, es la hora.- le dijo el ángel rubio con la túnica violeta, sus ojos eran anaranjados, nunca había visto unos ojos así, era bastante alto más de dos metros y medio, iba descalzo. – pero primero, despídete de tus hijos.- le señaló hacia dónde estábamos nosotros, cuando le miré al ángel él me guiñó un ojo, él sabía quién era y que le estaba viendo.

-        Vale.- dijo la abuela Vitorina.


Caminó por delante del altar, se quedó ella un rato con cada uno de sus hijos, aunque no escuchaban nada, ni la miraban, les ofreció la mano, en otras ocasiones les tocó la mejilla, en vez de a mí que me abrazó, yo me tuve que hacer la que no veía nada, pero me puse muy contenta de sentir su abrazo a pesar de que solo eran cosquillas por todo el cuerpo, era ella. Con el Titi también le hizo lo mismo.

Entonces, se fue con el ángel, le agarró de la mano y empezaron a volar lentamente juntos, las alas del ángel le sujetaban.

-        ¡Os echaré mucho de menos, familia, os quiero mucho!- gritó emocionada Vitorina.

Entonces estallé a llorar de felicidad sin dejar de verla, hasta que el Haro de luz se la llevó y tras ella, el otro ángel también se fue. 

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HR.

HERO&Corporation.

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