El Ser quedó inmovilizado boca abajo en el suelo, me subí enseguida a su espalda, agarré sus patas delanteras con una mano y con la otra, le di un pequeño golpe en las rodillas, ese ser era mitad mantis mitad hombre, le fusioné las rodillas, él gritó de dolor.
- En nombre de la Hermandad Blanca y la Guardia de San Miguel Arcángel, queda usted detenido, por incumplir las normas 487 de conducta Universal, la norma 82 de armonía espacial y la norma 134 de pertenencia de armas ilegales. – dije, entonces sonó la trompeta, la prueba había terminado.
El resultado no lo iba a saber hasta dentro de unos días, pero me sentía que había hecho un buen trabajo todos los días. Para mí era importante superar este examen, porque de este modo, me centraría más en la recuperación del cargo que según Lonan decía, como guardiana de la Unidad 23, que al mismo tiempo estaban esperando mi regreso. Sentía que mi lugar era allí, formando parte de la unidad de la guardia de San Miguel Arcángel, aunque recordaba la opinión del Chico de Ojos Verdes, era importante para mí.
Salí por la segunda puerta, ya de nuevo con la ropa de siempre, a fuera cerca de la cancha del juego de la Rata me esperaba el Chico de Ojos Verdes, ya era demasiado tarde como para ver un trozo de un partido, todos nos teníamos que ir a casa, así que con la compañía del Arcángel Uriel, nos fuimos los tres a buscar el metro. Al salir una hora más tarde de lo habitual, ese metro iba directamente a Manlleu. Me sentí muy feliz saber que habían podido venir al final, y también por las críticas constructivas que daba Uriel respecto a la prueba.
- ¿Sabías que te iba a tocar enfrentarte con un… insectoide?- me preguntó el Chico de Ojos Verdes, que no había abierto la boca en todo el trayecto.
- Un… ¿qué?- dije.
- Insectoide, la especie más hostil del universo conocido. ¿por qué elegiste enfrentarte a una proyección así?- dijo el Chico, se le veía emocionalmente afectado, preocupado por mí y por más cosas que no llegué averiguar.
- Ni sabía. Solo he metido la mano en el saco y ha salido esto. Ni sé quién era.- le confesé.
- Bueno… solo era una proyección, chicos… - decía Uriel para calmar los ánimos, pero no daba resultado.
- ¡Ves, sigues recordando lo que pasó! ¿Por qué decidiste volver? ¿No sabes al peligro que te estás exponiendo y yo no voy a poder protegerte siempre, si te pones constantemente en peligro, sabes?- confesó con los ojos emocionados, indignado el Chico.
- ¿Perdón? ¿qué tú me protejas a mí? ¡No me conoces como soy en esta vida, chico! Pero de ningún modo soy una princesita, y no lo pienso ser. ¿entiendes? ¡Además ya te lo dije! Es algo que siento que debo hacer, tengo que volver a la guardia, sí lo quiero hacer.- le dije sinceramente.
- Esas palabras que ha dicho la proyección, son ciertas. Ellos mataron a tu mamá.- dijo el Chico.
Las dos paradas que faltaban para llegar a Manlleu, las pasamos en silencio mirando el paisaje, pero ambos llorando en silencio. Uriel me agarró la mano, pero también se la agarró a él y las juntaron.
- Ustedes dos no se pueden pelear, son amigos y a los amigos se les cubre las espaldas, pase lo que pase, decidan lo que decidan. – dijo Uriel poniendo paz, esta vez lo consiguió.
Me lancé a los brazos del Chico y le susurré “perdón” y él dijo lo mismo, entonces llegamos a mi parada. Con Uriel bajamos del metro, y al girarnos para saludarlo desde la distancia, me di cuenta de que el Chico ya no estaba en el metro. Se cerraron las puertas y el metro prosiguió su curso, me puse a caminar junto a Uriel, pero alguien me dio en la espalda, me giré, era el Chico, había bajado del metro.
- ¿Qué haces?- le pregunté.
- Ah… te tenía que decir una cosa… me he mudado a Manlleu.- dijo con una sonrisa que cambió por completo el momento agrio.
- ¿Cómo?- dije pero él me abrazó y salimos juntos del andén.
Aunque no me dijo dónde vivía, por lo menos sabía que lo tenía super cerca, incluso en 3D, puesto que él también vive en esa dimensión. Quizás me lo cruce por algún lado de la calle y no me dé cuenta de que es él, pero cerquita lo tengo.
La última semana antes de terminar Abril, en el colegio terminamos el proyecto de los dinosaurios, la Ramona nos dio un cuadernito impreso que habíamos hecho entre todos en algunas horas en informática y al fin dábamos por terminado el proyecto. Había aprendido muchas cosas sobre nuestro antiguo reino, los Dinosaurios. Ya de por sí, me enamoraron aquellos que tenían el cuello tan largo y comían hierbajos tanto de las hojas más altas de un árbol hasta las más bajas en el suelo. Mientras que los demás se peleaban por el Tiranosaurios Rex, yo me quedaba con mi cuellilargo pacífico y amoroso.
- Bueno alumnos, hoy iremos a la clase de Octavo B para presentarles nuestro proyecto, ¿de acuerdo?- dijo la Ramona.
Me alegré mucho porque tenía la posibilidad de volver a charlar con Silvana, aunque la última vez no fue demasiado bien, esperaba que con este proyecto quizás consiguiera algo. De camino hablaba telepáticamente con Uriel.
- Dary, ¿cuál es la mejor forma de decirle a alguien que te acuerdas de ella pero que la última vez que se vieron fue en otra vida?- le pregunté.
- Quieres un consejo…- dijo yo dije que si con la cabeza.- dale pistas, es mejor que lo descubra ella misma, es una forma de que no te tome por loca, si va descubriendo paso a paso quién es. De la otra forma, la perderías para siempre. – dijo Uriel.
- ¿Cuál me puede asegurar que a pesar de que se tome un tiempo para averiguarlo solita, pueda seguir con ella?- le dije.
- Ninguna, solo hay que tener paciencia, mi amor. Es la base para que todo ocurra. – contestó.
Mientras la tutora de aquella clase, nos presentaba en conjunto, empecé a buscarla, se encontraba en la tercera fila a la izquierda, nada más verla le sonreí, ella me vio y resopló. Algo me decía que le molestaba algo… pero no entendí qué… tenté a la suerte, porque no sabía ni por dónde empezar, ¿cómo podía vincular este proyecto con la vida en la antigua Roma? ¡Ay Dios, dónde me había metido!
Caminé hacia Silvana sin dudarlo, curiosamente nadie iba hacia ella, hasta que llegué, le sonreí y ella me lo devolvió. Bien, eso era un buen comienzo. Puse el cuaderno encima de su mesa y ella empezó a revisarlo, observando las fotografías y los títulos, sin ceñirse mucho al texto del proyecto, me quedé observándola. ¿Por qué estaba tan nerviosa?
- ¿Por qué me dijiste la última vez si sabía quién eres?- me preguntó.
- Porque me suenas mucho, y pensaba que a ti también.- le dije, los nervios me hacían tartamudear un poco.
- No sé quién eres, pero me resultas conocida. ¿Te llamas Laia, verdad?- dijo, me mostró la portada del documento que llevaba mí nombre.
- Sí.- dije.
- Lo siento, pero no me suenas.- confesó.
Me giré un momento, miré la pizarra, curiosamente estaban dando clase de historia, miré lo que había en la pared, historia Romana. ¡Qué curioso es el universo! Le volví a mirar.
- ¿Daban historia ahora?- le pregunté.
- Si, es algo aburrido… ¡qué suerte tienes de no pensar en eso!- dijo no tenía mucho interés por el tema.
- En mi clase no damos eso, pero yo la estudio aparte, por mí cuenta. Dime ¿cuál es tú parte de la historia de Roma favorita?- le pregunté.
- ¿Eres un celebrín o qué?- dijo para reírnos un rato.
- No, no lo quiero ser. Pero voy por tú nivel en realidad, aunque esté en primero.- le confesé.
Silvana alucinó, no se lo esperaba.
- Entonces, ¿sabrás explicarme la antigua roma, cuando fueron las conquistas de España, verdad?- me preguntó.
¡El universo ya lo dice, todo está conectado! Le sonreí y después de tomar aire, le empecé a explicar, parecía perdida en el tema, así que le ayudé un poco. Hasta que se quedó muda, mirando a la cuarta pared durante bastante tiempo, al volver, me miró con los ojos algo bañados en lágrimas.
- Ampurias, Barcino y Tarragona fueron ciudades muy importantes, ¿verdad?- me preguntó.
- Si.- le dije.
A partir de aquí, ella empezaba a recitar sus memorias, de forma inconsciente pero recordaba, y se acordaba del general, aunque no me reconoció como tal, pero se acordó. Para mí también fue nuevo eso, me dejé llevar por el flujo del universo y pude decir lo que quería decir. Pero en el momento en que le iba a decir algo más, nos tuvimos que ir, no pude decirle que era yo el general, que la manzana que comía la había compartido con ella, pero no quiso y que durante toda una semana, estuve yendo a ese pozo para solo verla. No le pude decir eso, tuve que esperar al fin de curso.
Durante la última semana de clases, ya en Junio, la Ramona para despedirse de nosotros, quiso hacer un ejercicio escrito.
- Les estoy repartiendo una ficha, dónde hay dos preguntas, quiero que me digan ¿qué más les ha gustado del curso? Y en el otro lado ¿qué no les ha gustado del curso? – dijo.
Mire a mis compañeros, pensaban y pensaban pero no escribían, tampoco era tan difícil, para mí me fue más difícil rellenar la parte positiva, puesto que ese curso había sido una mierda, la relación con la Ramona no era nada bueno, aunque me he callado algunas pullas, pero fue nefasto, su actitud antes las cosas, la forma de ponerme en peligro sin tener el mísero interés en procurar por sus alumnos,… siempre que ocurría algo, salía mí nombre aunque no hubiese hecho nada, solo era el centro de su atención, algo que detestaba.
La parte que menos contenta estaba, fue que ella era la de oposición, en cuanto me pasó lo de Gämael, en vez de intentar ayudarme, me puso contra las cuerdas del tiempo y el espacio, aumentando así ya las burlas entre los alumnos. ¡Fue la guerra que no quise empezar y no empecé pero ella daba guerra! Durante ese curso, me sentí muy indefensa, los compañeros se metían conmigo, cada vez que abría la boca, se reían de mí, y la Ramona aunque tenía una sonrisa falsa, también me metía en ridículo, apuntándose a las burlas de mis compañeros. ¿Tenía que mentir en esa ficha? ¡Claro que no! Pero mis compañeros sí que le hicieron la pelota, por miedo a suspender. A mí me daba igual, la había peleado hasta el final.
Entonces, me levanté y me dirigí hacia la mesa de la Ramona y le entregué la ficha, en la parte positiva solo puse la excursión al Gnomopark pero la otra pregunta no me quedó ni un espacio libre. La Ramona se asombró, se puso de pie y caminó por la clase, leyéndola.
- ¡Escuchen esto que ha puesto Laia!- dijo la Ramona.
¡No me lo podía creer! ¡No sería capaz de…!
- Positivo, la excursión al Gnomopark.- los compañeros estaban normal.- pero en negativo, ha puesto <la Ramona, su actitud ante el sufrimiento de uno de sus alumnos es inaceptable> - dijo la Ramona, me miró sorprendida.
Los compañeros se quedaron en silencio, me miraban como si me fuesen a castigar.
- ¿Por qué has puesto esto?- me preguntó la Ramona.
- ¡Por qué es cierto! No estoy contenta con sus servicios, seño. Ha estado todo el curso, buscándome para su guerra, y como ha podido comprobar, no lo he aceptado en ningún momento. Si lo que quería era poner en ridículo a alguien, que sepa ha sido usted quién lo ha hecho consigo misma. Porqué si hubiese hecho un buen trabajo, quizás ahora no tendría este moco delante de los compañeros.- le dije con sinceridad.
Los alumnos empezaron a reírse, pero esta vez no eran de mí, sino conmigo. Aunque yo no estaba contenta del numerito que se había formado, me senté entre aplausos, mientras que la Ramona se sentaba avergonzada.
Aprendí muchas cosas durante ese curso, una de ellas era a no aceptar injusticias, solo había montado dos numeritos en todo el curso, el de la psicóloga y el de la profesora. Pero eran para no convertirme en el juguete de nadie.
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HR.
HERO&Corporatión.