Para encontrar una solución a cada problema que nos plantee
la vida, solo hay que hacer una cosa y es que aunque te de miedo hacerlo, sabes
que por mucho que huyas e intentes empezar de nuevo en otro sitio, ese problema
va contigo allá donde vayas. Por eso, es inevitable tener que enfrentarse a
ello y aceptar que ahora me toca vivir esto, por alguna razón, que debo saber
qué razón para así poder encontrar la solución más adecuada a la situación que
estoy viviendo.
Como humanos, nos cuesta identificar que nuestra vida está
cargada de conflictos que son un problema para el camino que estás realizando.
Socialmente nos hemos creído que si lo compartimos al mundo, está mal porque de
alguna manera te haces débil ante los demás, que quizás eso pueden usarlo en tú
contra, para el puro beneficio de la persona o más bien del ego de una persona
que cree que es mejor que los demás, por tener una vida “aparentemente
perfecta”. El conflicto es la vía que tenemos para encontrar solución a
nuestros problemas y yo te pregunto “¿sino hubiesen problemas en tú vida,
tendrías el mismo aprendizaje que tienes ahora tras haber superado muchos más
problemas?”.
Sinceramente te digo que no, yo personalmente no sería la
misma que está aquí y ahora explicándote esto, sino hubiese tenido ningún
problema nunca, si mi vida hubiese sido siempre sin esfuerzo, sin valorar lo
que es llorar por tristeza, vacío, o reír hasta que no hubiese un mañana por
algo que te da la vida, sino hubiese vivido todo eso, yo no estaría aquí
diciéndote estas cosas que tanto te ayudan en tú camino en este blog. Hace poco
que cumplí 27 años, y al echar la vista atrás, me doy cuenta de todo lo que he
vivido desde aquel momento en que decidí volver a nacer y emprender este camino
de consciencia del SER ya desde entonces, sin tener la intención de
desconectarme de esto y procurar hacer lo que vine hacer. Estoy feliz de
haberlo conseguido, de que aquí y ahora puedo reconocerme y decirme a mí yo del
pasado “tenías razón, aunque lloras sin saber cuándo parará este dolor, o te
sientes algo marginada sin saber si en algún momento vas a encontrar la
compañía que realmente vaya acorde contigo, tenías razón en una cosa, en que
siempre llega la calma tras la tormenta”.
No tengo orgullo de todo lo que he vivido, porque el orgullo
me hace poner triste, cuando me reconozco en todo lo que he vivido que ha sido
para estar aquí y ahora para ayudarte a seguir adelante, en realidad siento
compasión. Cuando alguien dice “me siento orgullosa de lo que he hecho” a mí me
pone triste, porque esa persona no ha aprendido que la mayor fuerza que tenemos
es el amor y el amor no se consigue con orgullo, pues es la compasión la
herramienta que nos hace estar unidos con todos. Sentir compasión es decirle al
otro “te reconozco y por eso siento lo mismo que tú, porque tú y yo somos uno”,
el orgullo dice “gracias a mi yo, he superado esto”. ¿Podéis ver la diferencia
en que uno es consciente y el otro es inconsciente? Recuerda que no hay YO sin
SOY ni SOY sin YO, pues ambos son UNO. Porque el YO (es la mente) mientras que
el SOY (es el corazón).
La parte más difícil es el hecho de reconocer que tenemos un
problema, porque nos da miedo reconocer que no estamos bien, como ya he dicho
antes, no queremos mostrarnos débil ante los demás. Por eso mentimos a cada
rato a quién sea, cuando nos preguntan “¿Cómo estás?” y tú aunque sabes que la
noche anterior quizás te hayan echado del trabajo y te quieran embargar la casa…
para no mostrarte tal y como eres, le dices al otro “Bien, estoy bien”. Pero te
sientes como una mierda. Mentir es una de las fases del problema, pero que te
perjudica el doble, porque a veces cuando mientes a los demás para que no se
preocupen, tu puedes llegar a creerte que no ocurre nada y sigas ignorándolo.
Es una actitud inconsciente pero que en realidad lo que
escondes es miedo, esta emoción creada por el propio ego que te manipula por
doquier, haciéndote creer que en sus brazos estás bien, cuando en realidad solo
tergiversa la verdad de la situación pero realmente no soluciona nada. Por
ejemplo, imaginemos que tienes que arreglar el tejado de tú casa, pero no
tienes escalera y en el tejado hay un agujero que cuando llueve provoca goteras
en tú salón, aquí puedes hacer dos cosas, pedirle a alguien que te deje una
escalera o cambiar el agua de los cubos hasta que el techo decida desaparecer
por arte de magia. ¿Qué harías? Aunque parezca curioso que no lo es, porque es
triste, el 85% elegirían cambiar los cubos regularmente y quedarse sin techo,
antes de pedirle a alguien una escalera.
¿Por qué? Pues porque imaginemos que tienes miedo a las
alturas y el hecho de estar en un tejado sin seguridad y en un lugar inestable
que quizás te mates, resulta más cómoda pero no la solución la otra opción. El
problema no desaparece, pero el ego te hace creer que si, agarrando la
responsabilidad de cambiar los cubos con regularidad. Y te lo crees, tanto que
quizás estás años viviendo así. Hasta que llega un día que hay temporal y el
techo de tú casa desaparece y es entonces cuando te dices “Si hubiese sido
menos cobarde y hubiese arreglado el techo cuando tuve ocasión, quizás ahora no
tendría una piscina interior en el salón de mí casa”.
La cobardía es una reacción del ego que actúa por su cuenta
cuando el corazón te plantea enfrentarte a eso, pero le haces más caso al miedo
que al sentirse valiente y emprender la solución al problema. Entonces ¿Crees
que resuenas en YOSOY? Si sientes esto de que la cabeza actúa por separado del
corazón, la respuesta es no. Entonces, ¿qué debes hacer? Poner paz a esta lucha
entre ego vs corazón, porque a la larga deberán trabajar juntos, porque juntos
somos uno. La mejor solución es saber escuchar.
Si hubieses escuchado al corazón y te hubiese dicho “te da miedo,
lo sé, pero juntos conseguiremos poniendo atención, que el techo se repare”. Luego
el ego te hubiese dicho “pero se va a matar, demasiado alto y peligroso…” y el
corazón contestaría “es un riesgo, pero no podemos vivir cambiando los cubos,
debemos arreglarlo” y el ego diría “¿y si se mata?”, luego el corazón hubiese
dicho “nos ataremos a un lugar seguro para que eso no ocurra y pediremos ayuda
a un amigo porque dos será más fácil que uno”. Aunque quizás te lleve tiempo
llegar a estar “colaboración” así es el fluir, la conversación entre YO y SOY.
Si lo consigues, volverás a sentir la armonía en ti, puedes practicarlo
a través de la meditación consciente o a la hora de elegir o plantearte hipótesis,
teorizar ayuda a centrar estos dos campos. Argumentar una hipótesis sobre un
tema particular contigo mismo, ayuda a que ambas partes vayan encontrando las
claves para darse cuenta de que no son el enemigo que ambos quieren y trabajan
por lo mismo, para seguir viviendo y aprendiendo en la vida. La intención es
que ambas partes se pongan de acuerdo, no es fácil al comienzo pero se
consigue.
PD. A partir de mañana día 17, emitiremos el primer programa de RE-CONECTANDO en nuestra cuenta de patreon contribuyendo 5€/mes podrás acceder a todos los contenidos exclusivos sobre CONCIENCA DEL SER, aquí.
Recomendación: El
taxi – Osmani García.
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