martes, marzo 06, 2018

¡Recuérdame!



Suena el despertador a las 7:30 am, me levanto y escucho una voz en mi cabeza que me dice “Recuérdame” la voz era el Ojo de Horus (Seraphis Bey), primer día de mes, primera jornada de reflexión sobre el Ojo de Horus. Al llegar al trabajo y agarrar las cartas para irme a trabajar, esa voz vuelve a decirme “Recuérdame” y vuelve a ocurrir en medio de la ruta, en un momento en que se me caen las cartas al suelo y me dice “Recuerda, yo soy la voz de la consciencia, la consciencia del recuerdo”.

Un pergamino tengo delante de mí, agarro el tintero y empiezo a escribir, pero en vez de escribir en palabras escribo en jeroglíficos, lo siguiente… los antiguos quisieron construir tres pirámides que emergen con la energía de Orión, una esfinge y la plaza de los reyes, tres edificios que se han se han admirado y seguirán admirándose, la eterna juventud yace en ellos Flor de Lys, Orange y… (Mí marido atlante).

Cuando recupero el sentido, me encuentro en los brazos de Uriel, que me observan con sus ojos preocupados y yo le digo “¿Qué ha sido eso?” y él contesta “¿El qué? No he visto nada” y yo le digo “No importa” así que vuelvo a ponerme de pie, agarro las cartas que Uriel me ofrece y continuamos caminando sin hablar del tema…

Paseaba por el mercado delante del palacio dónde vivía con mi familia, había muchos mercaderes, la gente iba vestidos como en el antiguo egipcio, yo iba con una túnica hasta los pies y llevaba muchas joyas en el cuello y en la cabeza una especie de diadema dorada, era la hija de una persona importante amigo del faraón. Entre los mercaderes, me encontré con Orange, aún no lo conocía, pero estaba en un lado observando a la gente pasar, estaba solo y yo iba con mi hermana pequeña de ese tiempo, que hablábamos de comprarnos alguna joya, pero mi atención estaba en los ojos de Orange, que aunque no lo conocía, sabía que lo conocía de alguna parte.


Agarré el brazo de Uriel con fuerza, él estaba a mi izquierda como de costumbre, y se preocupó mucho, pero esas imágenes volvieron a desaparecer. “¿Te pasa algo?” y yo le dije “¿No lo ves?” él miro a nuestro alrededor, y dijo “¿Qué tengo que ver, estamos en la calle?”. No lo entendía qué me estaba ocurriendo, pero continué con el trabajo sin darle mucha importancia.

Me encontraba en un salón cerca de la sala del faraón, observaba las largas y bien dibujadas columnas que había en la sala, por lo menos había más de diez. Intentaba leer lo que ponía pero no lograba ver toda la historia completa. Era joven, cuando de repente, me encuentro con Orange que deambulaba también por esa sala, me quedé observándole a los ojos durante un largo tiempo, pero quería continuar leyendo los jeroglíficos, cuando de repente Orange me dice “siempre haces lo mismo” le observo con asombro, no sabía a lo que se refería y él prosiguió “siempre inclinas la cabeza unos grados y te tocas el cuello, cuando ves algo interesante y que te gusta”, jamás me había reflejado de tal forma, le miré y le dije “¿Me espías?” y él dijo “solo observo lo que me gusta”.

Volvía a estar en los brazos de Uriel, él ya preocupado quería una explicación, como estábamos cerca de un parque, le pedí que me acompañara a sentarme en un banco, él aceptó y me escuchó y le dije “Acabo de ver a Orange, pero no en este tiempo, sino en la época Egipcia, creo que estoy recordando” Uriel se puso a sonreír de alegría y dijo “¡Qué maravilla, amor! Ya me contarás, yo estaré pendiente de ti, no te preocupes”, que majo que es. 

Me encontraba en la sala del faraón, estaba llena de gente, mi padre era el escribano del faraón, en ese momento el hijo regresaba de sus hazañas subido a una carroza de caballos, que llegaba hasta el patio que había justo delante de la sala dónde nos encontrábamos, vestido con casco, un cinturón con su espada y sandalias, junto a su vestido de guerrero habitual, caminó por el pasillo central derecho a su padre. Una vez a sus pies, se quitó el casco y se inclinó y le dijo “Padre, es un placer volver a casa” el faraón le daba la bienvenida con un saludo seco y abrupto, antes de volverse a poner derecho, sus ojos color cafés me observaban, yo que me escondía entre las columnas, intentando que no me pillasen mirándolos, en teoría no tenía que estar allí, el muchacho era mi marido atlante. Me sonrió, y cuando pudo regresar a sus aposentos, se fue por un lateral, a paso liguero se fue hacia las columnas y antes de pasar hacia la sala de las columnas, me miró y me saludó en silencio con una reverencia. 


Casi llegando de nuevo a la oficina, le tuve que decir a Uriel “Agárrame fuerte ahora, porque cada vez es más y más duro y no quiero que nadie se dé cuenta de lo que me pasa, ¿de acuerdo?” y él contestó “No te preocupes, cuenta conmigo”. No quiero ser la atención del día, tengo que poder hacer lo de siempre, mientras que voy sobrellevando el hecho de recordar, la mayoría de las veces ocurre y no pasa nada, pero esa vida era muy dura. Cada minuto o menos de un minuto recordaba un fragmento de ella, es emocionante y peligroso al mismo tiempo, porque dejas de tener consciencia del tiempo actual y puede ser peligroso si conduces un auto, que no es mi caso, a veces cuando me preguntan por el carné de conducir, para que me lo saque, me gustaría hacerlo, pero pienso… y si algún día empiezo a recordar mientras conduzca, seguro que tengo un accidente, y por eso sigo usando los transportes públicos, por lo menos hasta que lo tenga controlado, que según declaraciones del marido atlante, llega un día en que esto, todo estos recuerdos, se aclaran, se ordenan y luego cuando ya no hay más qué recordar, paran. 

Volvía a estar sentada delante de un pergamino, pero esta vez en vez de explicar una historia o escribirla con jeroglíficos, observaba a través de las cortinas blancas que había en la sala, allí observándome estaba Orange, pero lo ignoraba porque mi padre me había encargado que escribiera una historia del faraón. Orange se paseaba por la sala para distraerme intentaba hablar conmigo hasta que al final vino a mi lado y me dijo “¿Porque vas a casarte con él, yo sería mejor que él?” se había enterado de que en unos días me iba a casar con el hijo del faraón (mi marido atlante) y yo le dije “no es una cuestión de ser mejor o no, hay otras cosas” y él contestó “¿Cuestiones políticas?” y yo le dije “No me interesan…” y él dijo “¿Por no defraudarlo?” y yo le dije que no con la cabeza hasta que al final comprendió y dijo “¿Amor?” le miré y le dije “Así es, lo amo”.


Salía del trabajo y tenía que ir a la residencia, tenía que ir como fuese, aunque la situación no era la adecuada le había prometido a mi abuela que la iría ver, como hago cuatro veces por semana. Aunque Uriel me decía que no era buena idea, yo le tuve que convencer y fuimos, pero de camino seguí recordando.

Me encontraba vestida con un vestido precioso tradicional en Egipto, mis manos agarraban las de mi marido atlante, ahora convertido en mi marido egipcio, mí faraón y eso me convertía a mí en faraona, pero lo más importante era que estaba con el amor que quería y quiero aún. Entre los invitados, estaba Orange que se miraba el evento con recelo, con el ceño fruncido, cómo si hubiese perdido una batalla por lo cual no vi que empezaba. 

Uriel me volvió agarrar y regresé al presente de nuevo, me encontraba en clase, había perdido la noción del tiempo, no recordaba haber ido a ver a mi abuela, ni haber almorzado, ni tampoco recordaba cómo había llegado hasta clase, ya que era más de la segunda hora y faltaba poco tiempo para la hora del patio. En ese momento me acordé que a primera hora tenía un examen y le dije “¿He estado todo este tiempo recordando?” y él dijo “Así es, amor” y yo le dije “¿Y el examen?” y él contestó “Te he ayudado a conectarte, pero seguramente que lo aprobarás” y yo le dije “¿Cómo?” y él dijo “Tú parte inconsciente ha agarrado el control y él ya sabía el temario” no había caído en eso, en la división de conocimientos que me enseñaron los seres de luz hace unos meses, es uno de los secretos de porque el curso me va bien sin apenas tener que esforzarme mucho, sobre todo en situaciones semejantes a esta.

Después de la muerte del anterior faraón, y de habernos convertido en faraones junto a mi nuevo marido, nos encontrábamos en la sala del trono, dónde aceptábamos ofrendas de nuestro pueblo, al anunciar públicamente que dentro de unos meses vendría al mundo el primer príncipe, el futuro faraón. Orange vino agradeciéndonos la noticia con un cuenco lleno de panecillos tradicionales y dijo “Mi señor, os felicito por el heredero, por favor, aceptad estos panecillos en señal de disculpa por todos los rocecillos que hemos tenido en los últimos meses y permitidme así, estar cerca del heredero para que le enseñe cómo ser un buen faraón, así seguir el trabajo que hizo con vos mi padre”. El padre de Orange fue un gran consejero del faraón, tenerlo cerca haría más fácil las cosas, mi marido le dijo “Acepto tus ofrendas, pero tú proposición la rechazo. Porque quiero que seas mí consejero” yo no sabía nada de eso, los demás invitados también era una sorpresa, y para Orange también, levantó la cabeza y me miró a los ojos, escondían felicidad, supuse para estar cerca de mí, y de alguna manera también sentía felicidad de tenerlos cerca. Y dijo “Acepto ser vuestro consejero, mi señor”.


Quedaba una hora para terminar las clases del día, cuando regresé, madre mía, ahora tocaba contabilidad y no estaba dispuesta a hacer clase, seguramente que me volvería a ir muy pronto. Recuerdo que en ese momento, a una compañera de clase que me veía que no estaba demasiado bien, me preguntó “¿Estás bien?” y yo le dije con esfuerzos de mantenerme estable, ya que le apreté la mano a Uriel para permitirme así no volver a viajar durante un par de minutos “Sí, no te preocupes. Lo que pasa que estoy recordando una vida pasada y estoy vulnerable, pero se me pasará” ella alucinó, solo hace dos años que sabe que me pasa eso, y me gusta que lo comprenda, seguía con la idea de no llamar la atención de nadie, porque no estaba dispuesta a responder preguntas, ese día no podía. 

Mama, ¿Voy a ser guerrero igual que papá para ganar la guerra?” decía mi hijo de seis años, ¡qué hermoso verlo así idolatrando a su padre! Había salido una copia de su padre, el pelo moreno, la mirada de él y la piel era un poco más blanquecina como la mía, ¡qué hermoso era! Solo esperaba que el segundo, que estaba en camino saliera igual y le dije “¡No hijo, tú vas a ser mejor que él! No permitas que ser guerrero sea solo lo único que puedes ser” le di un beso en la mejilla, mientras que se iba con la muchacha y nos dejaba solos a Orange y a mí. Él me agarró del brazo y me pegó de espaldas a la pared al lado de la ventana dónde se podía ver de fondo el pueblo egipcio que seguía con su día a día, lo tenía a muy poca distancia, me miraba con su mirada llena de misterio que siempre me intrigaba saber más de él, mientras él decía “¿Cuándo le vas a decir que yo formo parte de ti?” decía enojado y yo le decía “No es lo mejor, acaba de saber que vamos a volver a ser padres y la guerra está demasiado complicada, no es el momento” y él dijo “¡Nunca va a ser el momento! Ahora la guerra, luego tienes otro hijo con él, y yo ¿qué, eh? Sacrifiqué mi vida para estar cerca de ti, acepté que te casaste con él para complacerle, pero ¿a mí, quién me complace?” jamás lo había visto tan enamorado de mí desde que lo conocí, desde que me dijo “Yo observo lo que me gusta”, había sufrido mucho por aceptar un matrimonio que realmente es muy bueno, pero su compañía también es importante para mi y le dije “Estoy casada con el faraón, lo amo a él, pero a ti también te amo. Fuiste tú quién aceptó formar parte de esto yo no te obligué a que fueses su consejero ni mucho menos que te convirtieras en un tío para mi hijo, tú elegiste estar aquí, podías haberte ido de la ciudad, podías haberte marchado y no volver, pero decidiste quedarte. ¡No tienes derecho a exigirme que elige cuando le diga que tú también formas parte de eso, porque no lo voy a hacer!”. Orange me agarró con las dos manos, los brazos, estaba tan cerca que sus labios podía saborearlos sin apenas moverme, aunque finalmente sus labios se rozaron con los míos para fundirnos en un beso apasionante. Lo que no sabía es que tres días después, perdí ese niño y en esa vida no volví a quedarme embarazada.

Me encontraba cenando, había regresado cuando recibí la vocecita de nuevo y dijo “Ahora ya has visto cuál es el origen de este trino perfecto que creaste, la consciencia del pasado sigue abierta, y el ojo siempre lo ve todo de ti, de él y del otro”. Con estas palabras, dejé de recordar durante ese día, en los siguientes días, fueron días normales y no ha vuelto a pasar de momento. Lo que si que os diré, es que a partir de la siguiente vida, mi marido atlante dejé de rastrearle la pista ya que decidió encarnar en otros planetas, mientras tanto la relación de matrimonio desde la Atlántida había quedado en un largo tiempo de espera, cortando así la relación por un tiempo, eso quería decir que en teoría era libre y fue entonces cuando en la siguiente vida, empecé la relación de “novios” con Orange eso hace más de 8.000 años aproximadamente. 

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HR.

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