Lo que quiero compartirles hoy pasó a unos días de Semana
Santa del año pasado, no os lo he compartido hasta este momento, porque pensé
que su momento aún tenía que llegar, y además el Maestro Jesús me dijo “Cuando veas que sea el momento, lo será”
y ahora lo es.
Era sábado por la noche y me sentía molesta porque Orange no
había venido a Xauxa esa noche, de hecho me sorprendía que me sintiera así,
porque nunca me molesta sino viene, pero supongo que estaba en uno de esos días
raros de mí vida. Regresaba de la calle, había ido un momento a tomar el aire,
ya que en el jardín no se podía de la gente que había y como andaba cansada un
poco de esa situación, pensé que descargarme un juego de disparos, solucionaría
mis sentimientos, así que lo hice. El juego consistía en ser un francotirador,
jugué ese juego durante tres días en los ratitos que tenía del día, y veía que
empezaba a gustarme y a divertirme, pero la noche del martes al miércoles, recibí
una visita muy especial, vino el Maestro Jesús.
Uriel se alejó a un lado para dejar paso al Maestro Jesús
para que viniera a mi derecha y se sentara en un hueco en mi cama, me agarró de
la mano que tenía fuera de debajo de las mantas y me dijo con una sonrisa “Me alegro de verte, querida y amada hermana”,
¡qué amor! Y yo le dije “Bienvenido a mi
linda morada, hermano querido. No te esperaba, Uriel no me dijo nada de que
venías” y Uriel dijo “No estaba
previsto, amor” eso sí que fue raro, todas las visitas (aunque hablamos de
que esto ocurrió días antes de que empezaban las visitas el año pasado) siempre
van programadas. Y le pregunté “¿Entonces,
porque has venido?” y el Maestro Jesús contestó con una sonrisa de
complicidad que me ardió en el corazón de amor “¡Demos un paseo!” dijo ofreciéndome su mano, miré a Uriel que
estaba como siempre y acepté la mano mientras que me incorporaba en la cama, me
quitaba las capas de mantas y de pie, me iba con el Maestro Jesús sin saber a
dónde íbamos exactamente.
De repente, me encontraba abrazada al Maestro Jesús que me
dijo “Cierra los ojos, esta luz puede
dañarte” sin rechistar le hice caso, vi una luz a través de mis párpados
blanca y después se puso ligeramente dorada, dentro de la luz se escuchaba un
cántico angelical muy hermoso que removía mí alma, era tan bello, que parecían
ángeles de verdad y dije “¿Qué son esos
cánticos?” y el Maestro Jesús dijo “Son
los ángeles, cantan para nosotros ¿te gusta?” y yo dije asombrada “¡Mucho!”. ¡Era mágico! Poco a poco
empecé a escuchar mucha gente, que simplemente gritaban de horror, no entendía
porque, poco a poco los cánticos celestiales se escuchaban cada vez menos y los
gritos de la gente cada vez más, entonces el Maestro Jesús dijo “Ya puedes abrir los ojos, pero no me
sueltes de la mano” le hice caso y abrí los ojos.
Nos encontrábamos en una calle estrecha y polvorienta,
reconocía que estábamos en el pasado, muy hacia atrás, no reconocía las formas
de las calles, cuando el Maestro Jesús dijo “Estamos en Jerusalén, ven por aquí” le seguía entre los callejones,
hasta que llegamos dentro de una pequeña plaza, dónde el sumo sacerdote junto a
un Romano intentaban condenar a alguien, pero no conseguía ver a nadie, la
multitud nos tenía muy apretados, y dije “¿Qué
está pasando? ¿Por qué grita la gente?” y el Maestro Jesús me acercó más
hacia él y me quedé paralizada, quién estaba allí arriba en la “palestra” era
el Maestro Jesús, miré a quién estaba abrazando y lo vi a él también, no
entendía qué estaba pasando y dije “¿Eres
tú? Pero… también estás aquí…” no entendía nada y él dijo “Acabamos de viajar en el tiempo, quiero
enseñarte algo que obviamente has olvidado aplicar en tus últimas enseñanzas. Pero
para qué lo entiendas mejor, te doy la oportunidad de que lo experimentes por
tú cuenta, ¿aceptas mí petición?”.
El Maestro Jesús me estaba ofreciendo estar allí y ver cómo
lo juzgaban a morir en la cruz esa misma tarde. No quería estar allí, pero una
pequeña parte tenía curiosidad sobre su petición, así que dije “Acepto” y él dijo “Ponte en mí piel” no entendí lo que dijo, pero de repente, me
encontraba vestida con la túnica de Jesús en la palestra, mirando a la gente,
cuando Pilato decía “¡Lo condeno a ser
Crucificado!”. El terror me llenó por todo el cuerpo, me miré las manos,
las tenía atadas con unas cuerdas, un guerrero agarraba el otro extremo de la cuerda
dirigiéndome así hacia a dentro, la multitud se alegraba de enviarme a la Cruz
¡Yo no lo podía creer! Estaba en la piel de Jesús.
Lo siguiente que recuerdo es estar atada en un mástil y
hostigada con un látigo durante casi toda la noche, me dolía la espalda
muchísimo, casi no me podía mantener en pie, intentaba gritar pero nadie me
escuchaba, supongo que solo estaba sintiendo y observando, como si fuera su
consciencia pero nadie podía escucharme. ¡Fue horrible verlo llorar en cada
golpe y los soldados se mofaban de él, con la corona de espinas que le clavaban
en la frente! Sus gritos me rompían el alma en tres mil trozos, y me enojaba
escuchar a los dos soldados reírse de él… pero él solo dio la otra mejilla.
¡Sufrió mucho!
Pero lo peor, fue toda la pasión con el cargamento de la
gran cruz que pesaba como si estuviese hecho de cemento, ¡madre de dios! Le
ayudaba a cargar pero mis fuerzas flaqueaban como las suyas, sus lágrimas
seguían brotando por sus mejillas, pero cuando vio a su madre que lloraba en el
camino, se tragó sus lágrimas y siguió adelante a su muerte, él era consciente
de lo que sucedía y sabía que sufriría por una razón, que cambiaría el mundo. Yo
empezaba a arrepentirme de haber aceptado, pero sabía que si me lo estaba
mostrando era por alguna razón, y no por lo que pensaba mi cabeza, que era
demasiado fuerte para pensar que lo había hecho aposta para pasar el rato, mi
corazón me dignaba a seguir con eso hasta el final.
Una vez en el monte calvario, la gente se agrupaba cerca de
dónde estaba el Maestro Jesús, la cruz estaba en el suelo y obligaban a Jesús a
tumbarse encima de la cruz, venía lo peor, los clavos. Cada vez que lo
lastimaban me dolía a mí, así que no tenía ganas de sentir lo que estaba a
punto de suceder. Entre dos soldados agarraron un brazo en la cruz, mientras
que otro soldado sujetaba el martillo y el clavo, jamás me había dolido tanto,
sus gritos eran desgarradores, yo empecé a llorar, la mano me dolía, pero no
era a mi quién se lo habían destrozado. El soldado se aseguró que los clavos
estuviesen bien sujetos, ¡qué horror! Hicieron lo mismo con la otra mano, pero
cuando fueron los pies, ¡qué dolor! Yo grité, grité tal fuerte que podía haber
dejado sordo al tiempo.
Alzaron la cruz con ayuda de cuerdas, poco a poco podíamos
ver lindas vistas de la ciudad de Jerusalén, pero el dolor de la espalda, con
el de la cabeza de la corona, con el de las manos y los pies, no permitían
disfrutar de la linda vista, a esa altura dificultaba mucho poder respirar,
Jesús jadeaba fuerte, exhalando un poco de aire por piedad de dios. Y yo dije “¿Por qué me enseñas esto, Maestro? ¡Es una
crueldad lo que te hicieron! ¿Por qué lo muestras ante mí de nuevo?”
enseguida escuché una voz del Maestro que decía “¿Crees que la violencia es el camino?” y yo le dije “¡No, no lo es! ¡Es una crueldad!” y el
Maestro dijo “¿Crees que la violencia
tendría que ser arrebatada de la humanidad?” y yo le contesté “La violencia no es el camino, es una
crueldad, es matar la confianza, esconder la vergüenza y morir de miedo.
¡Sácame de aquí, por favor!”.
De pronto, me encontraba de nuevo en el suelo arenoso de
Jerusalén, la cruz estaba detrás de mí y Jesús decía las famosas palabras “Dios, ¿Por qué me has abandonado?” y
moría al acto, el primer relámpago chocó muy cerca y el temblor lo que provocó
fue que cayera al suelo, cuando todo acabó, cerré los ojos y empecé a decir “No pienso ser ni hacer nada que aporte a la
violencia a mi vida ni a la vida de los demás, ¡no lo haré! En su lugar, pondré paz dónde la violencia
quiera estallar, pondré paz, dónde la violencia quiera quebrar, pondré paz
dónde la violencia quiera rebelarse. Soy un ser de luz, que lleva paz en su
espíritu, que ha olvidado qué era ser pacífico, y que ahora lo recuerdo. Soy un
ser de luz, dónde aportaré amor y paz en cada uno de mis hermanos y hermanas.
Cumpliré mi promesa, la promesa de Dios sella mis labios a partir de este
momento. Gracias Maestro Jesús, por tus enseñanzas, gracias Dios por
permitirlo, gracias mundo por hacerme ver que la violencia no es el camino”.
Cuando abrí los ojos, me encontraba al lado de Jesús, nadie
más estaba con nosotros, seguíamos en el monte calvario, pero parecía que el
tiempo volvía a estar correcto entorno a mi tiempo. El Maestro Jesús, me
ofreció una mano, me aferré a él junto a su sonrisa y le abracé, él lo aceptó,
tras el silencio me dijo “Vamos, te
acompañaré a casa” agarrados de la mano, empezamos a caminar y enseguida
llegamos a casa a través de un portal dimensional, me tumbé en la cama y nada
más llegar a la 3D, me incorporé, agarré el móvil y eliminé ese juego violento
de francotirador y JAMÁS volví a cometer un acto violento ni a descargarme
ningún juego de ese tono.
Esta experiencia me ha enseñado mucho, a lo mejor para
vosotros será violento al principio, y pensaréis ¿por qué? Porque en vez de
hacerme el sermón de la paz quiso enseñármelo de esta forma, sinceramente, hace
muy poco tiempo que sé que hay más testimonios de aquí en Gaia que han pasado
por la misma experiencia, el hecho de no poder cambiar nada de la historia era
porque solo tenía que observar y entender que la violencia que él sufrió no
debería emplearse jamás, y tiene razón. Si Jesús ha escogido a algunos para
enfrentar la violencia de esta tipo, es porque la paz es el camino de la unión.
Os tengo que explicar que esto fue un viaje en el tiempo, de
momento solo había viajado a través de mis encarnaciones pasadas y futuras,
pero en este caso, y porque la mayor parte del trabajo lo hizo el Maestro
Jesús, yo recuerdo que cuando Jesús nacía yo hacía cinco años que había dejado
una encarnación, entonces, cuando Jesús había reunido a sus discípulos yo y
Orange que estábamos en Nosso Lar (la ciudad de Almas), queríamos encarnar,
pero el gobernador me propuso hacerlo después de lo que se avecinaba con el Maestro
Jesús, ya que por lo visto el rayo verde sería de utilidad para los discípulos,
el gobernador de Nosso Lar, sabía qué sucedería, sabía que el gran dolor de la
humanidad sería canalizado por Jesús y sería así la humanidad “salvada”, por lo
tanto el trabajo que hacía en la sala de regeneración (hospital) por el rayo
verde, sería de gran utilidad para curar a algunos de los discípulos, que no
iban a volver a encarnar y se irían después de Nosso Lar a las esferas mayores
a convertirse en Maestros Ascendidos. Cómo hacía un buen trabajo de curar las
almas, ayudarlas a curarlas por las grandes culpas y dolores ocasionados en la
muerte o antes, me ofrecieron quedarme y ayudar y después de toda esta misión,
podría volver a pactar en volver a bajar a encarnar. Se lo compartí a Orange y
decidimos esperar, así que me tocó ayudar a curar a los discípulos Mateo, Tomás
y San Juan Amado, ¿ahora entienden porque algunos ya los conocía? Y cuando
terminó esa misión, el gobernador cumplió su trato y encarnamos Orange y yo, además
de que eso ocurrió tres vidas después de la última que tuve con mi marido
Atlante (en Egipto) que seguía encarnando en distintos planetas, y con Orange
ya llevábamos casi mil años juntos.
Recomendación: Película
– El hijo de Dios.
HR.
HERO&Corporation.
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