Abrí los ojos y me encontraba tirada en el piso, encima del
cemento, pero no recordaba cómo había llegado hasta allí, lo último que
recordaba era estar delante del computador escribiendo mi querido diario, pero
de alguna manera había terminado allí, tumbada encima del cemento, miré a mi alrededor
y la habitación estaba vacía, reconocí que ya no estaba en mi habitación, ni en
mi dimensión correspondiente. Me levanté enseguida tras escuchar un estruendo
que sacudió la habitación por completo, intentaba descubrir de dónde procedía
pero no encontraba ningún motivo, miré por las paredes hasta que encontré una
puerta, me dirigí hacia ella, pero el estruendo regresó tirándome al piso de
nuevo, con las manos en el cemento frío y las rodillas marcadas por el suelo,
intentaba volver a levantarme e ir hacia la puerta de madera.
De nuevo de pie, agarro el pomo y lo giro, abro la puerta y
me encuentro con una gran máquina destructora que estaba intentando destruir la
casa, me sentía impotente pero al mismo tiempo fuerte, le miré, me quedé
observándolo como si el tiempo dejase de tener fuerza, intentando ver y
comprender ¿Por qué? Pero en mí interior empezó a resonar una vibración de
confianza y enfaticé con el cemento, dicen que la pierda está muerta, pero
realmente no lo está, tiene memoria, vida y está viva una vez lo separas de su
nacimiento, la montaña. Sentía que la casa me decía “¡impide que me destruyan, si te unes conmigo, lo conseguiremos!”. Apreté
los puños y respiré profundamente sin dejar de mirar al gran destructor, quería
defender la casa, por alguna extraña razón sentía que formaba parte de ella y
ella de mí, y no quería dejarla atrás, no quería verla morir.
Podía hacer mil cosas, ir hacia ella e intentar destruirle
pero su fuerza era realmente fuerza y aunque quisiera apagarlo, alguien seguramente
lo volvería a encender, también podía pelear contra ella, pero eso empezaría
una persecución por la casa que acabaría dañando más recamaras, ya que estaba
bastante dañada de lo que el cemento me mostraba de cómo era antes. Pero no me
di por vencida, aun hice una cosa, me acerqué hacia el gran destructor, cerré
los ojos y empecé a ver en mi interior, empecé a ver cada una de las recamaras
de mi corazón que estuvieran llenas de Kundalini, su frecuencia, respirando
profundamente, aguantando los derrumbes, mantuve la posición y con FE y
ESPERANZA poco a poco sentía la frecuencia latir fuerte en mi corazón.
Con los ojos aún cerrados, me concentré en la forma de la
casa, e intenté simular que era mi corazón, que cada habitación era una
recamara de ella, que vete a tu saber porque motivo, se había descuidado de
sentir el poder más importante del Universo la Kundalini. Notaba la presencia
del destructor, pero empecé a notar la frecuencia Kundalini que también rondaba
por la casa, simulado en el viento repentino, visualicé las cámaras y recamaras
tanto de mi corazón como las de la casa, una a una, para repararla, escuchaba
como crujía las paredes al volver a ser puestas en pie, ver las habitaciones
cada una de ella volviendo a estar antes de que el destructor viniera y
destruyera todo y en ese momento dije en voz alta “Yo Soy, Yo Soy, Yo Soy, un ser de luz, y permito Aquí y Ahora, que la
Frecuencia de Kundalini, repare e invada cada rincón de esta magnífica casa,
para mantenerse en pie, aunque la tormenta sea imposible de vences, aunque el
Sol intente derretir sus paredes, aunque el tiempo no permita mantenerse más en
pie, yo soy, yo soy, yo soy, la presencia divina hace acto de presencia para
dejar que la Kundalini repare cada rincón de esta casa. ¡Que así sea! En el
nombre de Jesús. Amén.” El viento se alzó más fuerte, como si el espíritu
santo me envolviera por completo, pero era la Kundalini que mantenía su fuerza
recorriendo cada rincón de esa casa, dejando así al destructor sin fuerzas,
hasta llegar tal punto de su destrucción.
Con lágrimas en los ojos de amor incondicional, el viento
dejó de darme en la cara, y miré la pared que se estaba volviendo a construir
como por arte de magia, que tapaba el gran paisaje, y dije “¡Maravilloso!” con los ojos cristalinos
observando los Picos de Europa, me encontraba en Asturias de nuevo, a los pies
de la montaña, junto al río que lo separa ¡qué bello! La casa volvía a estar
impecable, con muebles antiguos y modernos, solo faltaba que alguien viviese
allí, pero de repente, todo se esfumó al escuchar unas risas de felicidad de la
otra habitación, volví a abrir otra puerta y me encontré en un lugar totalmente
diferente.
La casa había desaparecido a mi alrededor, miré mejor y me
fijé que había cambiado de lugar, miré hacia arriba, una gran cúpula que
reconocí, hermosa, pintada con cuadros y escenas de la Biblia, miré a mi
alrededor y estaba dentro de la Basílica de San Pietro en el Vaticano, otra vez
estaba allí, después de dos noches que había estado con el Arcángel Haziel, volvía
a estar allí. Pero delante de mí, había dos Maestros que reconocí de inmediato,
una era Lady Rowena y a su izquierda estaba ni más ni menos que el Maestro
Feder, ¡qué alegría me dio verlos de nuevo! No me pude resistir y les di un
abrazo que recibieron de buen grado. “¿Qué
haces en el Vaticano Feder?” y él contestó “El regreso de un hijo a su patria, es como el amor a un hijo, aunque
lleves años sin verlo, siempre es bienvenido” qué alegría más grande que me
dio.
Estar allí dentro de la Basílica con ellos dos parecía un
regalo del cielo, hace mucho tiempo que no voy a Roma, pronto hará siete años,
pero últimamente tras las pruebas o las visitas o se puede decir las pequeñas
misiones como emisaria, todos acaban en el Vaticano ¿vosotros entendéis por qué?
Yo sí, pero la respuesta tendréis que pensarla vosotros… Lady Rowena también
hacía eones de tiempo que no regresaba a Gaia a vivir de nuevo, pero no había
llegado allí para hablar ¿qué han venido a hacer en Gaia? Ni tampoco saber ¿Por
qué han regresado a vivir aquí después de tanto tiempo? La verdad es que había
llegado a ellos, por otro motivo…
Bienaventurada es tu
fe y tú esperanza al gran Padre, porque de ti yacen milagros de amor que vas
esparciendo por Gaia y entre los demás hermanos, que tienen falta de ella. La
Flor de la vida que yace en tú corazón, ya ha empezado a abrir sus hojas, dónde
cada hoja conlleva un milagro y con cada milagro conlleva el regalo del gran
Padre, su amor.
Te amamos de corazón,
Lady Rowena y Maestro
Feder.
El mensaje que os acabo de pasar, en realidad cada uno decía
una frase, pero qué bonito lo que dicen. Volví a darles un abrazo, porque
sentía que Uriel volvía avisarme de que ya era hora de regresar, pero antes de
irme cuando me estaba abrazando con Feder él me susurró “Muy pronto nos veremos en tú dimensión”, los ojos se me pusieron
como platos, pero lo agradecí de corazón y con una sonrisa de oreja a oreja de
corazón, regresé a casa.
P.D Hoy es mí cumpleaños, cumplo 25 años, sino lo has hecho, felicitame por redes sociales, yo soy Laia Galí.
Recomendación: Life
– Audiomachine.
HR.
HERO&Corporation.
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