viernes, enero 19, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 185 y 186 [2T]

 ¡Bienvenidos a un DOBLE capítulo del Espejo de Mí Vida! Esperamos que la disfruten, no se olviden de seguirnos en redes sociales en las cuentas de IG estamos como @maestria_serdeluz y @Laia_Gali_HR 

CAPÍTULO 185:

-        ¡Has suspendido!- dijo el Maestro Saint Germain dos días después de la prueba.

¡Mierda! Gabriel también estaba en la sala del director, de hecho lo habían mandado a llamar, me sentí tan mal conmigo misma que quise llorar, pero me aguanté, me aferré a la mano de Gabriel que él respondió con seguridad, e intenté averiguar algo que me pudiese ayudar a mejorar.

-        Solo tenías una chance, si quieres volver a probarlo, tendrás que intentarlo el próximo año. Lo malo de Ávalon es que son exigentes y solo hacen una convocatoria una vez al año.- explicó Saint Germain.

-        ¿Qué voy a hacer durante el próximo curso?- pregunté preocupada.

-        En dos semanas te gradúas, tendrás que ir a un centro de recuperación, en alguna ciudad de Agartha que te pille cerca. Si necesitas referencias, estaré encantado de ayudarte.- respondió Saint Germain.

-        Hay uno en Amsha que te van a ayudar, mi amor. Si quieres te acompaño a inscribirte cuanto antes. – dijo el arcángel Gabriel preocupado por mí, que rico.

Me levanté de la silla y me puse a demabular por la sala, pensativa intentando acerme a la idea que por primera vez, perderé a mis amigos de vista por un año. Todo se había colapsado, nunca me había ido mal Agartha, pero claro, en la superficie las cosas iban demasiado bien, ¿y si estaba tomando menos atención aquí abajo y arriba más? ¿Y si en realidad no estaba destinada a ir a Ávalon? Me hacía mucha ilusión entrar, me había preparado con todas mis fuerzas, y suspender, me sintió horrible. No me sentía igual que suspender en matemáticas aquí en la superficie que suspender, algo tan importante en Agartha.

Perdí la esperanza, me tapé la cara con las manos y dejé que mis rodillas perdieran su fuerza para caer en el suelo, pero antes de que tocasen el suelo, sentí como Gabriel me agarró por las axilas y me sujetó con todas sus fuerzas.

-        ¡No aflojes ahora, mi amor! ¡Estoy contigo pase lo que pase, y juntos superaremos esto! ¿Confías en mí? – dijo Gabriel susurrándome en la oreja izquierda.

-        ¿Cómo? He perdido mi oportunidad.- susurré casi sin fuerzas, destrozada entre llantos.

-        Si estoy contigo, no lo has perdido. Te ayudaré en lo que me pidas, te prometo que así será. ¿Confías en mí? – respondió Gabriel.

-        Confío en ti.- dije mirándole a los ojos verdes.

De la emoción le di un beso largo en la mejilla, cuando le observé vi que se había sonrojado un poco y sin querer dibujó una sonrisa que intuí que era de felicidad. Volví a ponerme de pie y acepté la ayuda de Saint Germain, y nos fuimos de allí.

No nos dirigimos la palabra ni cuando estábamos esperando al metro, ni dentro de él, bajamos del metro en París, justo delante de nosotros había una pantalla con los siguientes metros que iban a llegar en sus andenes, una de ellas venía de Ávalon. Al verlo, me puse a llorar, me abracé al pecho de Gabriel, él me agarró en brazos y lo único que recuerdo es de quedarme dormida en sus brazos. Tanto llorar me cansó.

Papá me levantó a las ocho de la mañana para ir al colegio, esa noche había sido extraña, había descansado mucho tiempo, unas siete horas, pero me sentía más cansada. Me fui al colegio y todo el día estuve distraída, no podía parar de pensar en que había suspendido, Uriel estaba de rodillas a mi derecha, su cara de preocupación lo decía todo, y a la hora del patio no quise jugar con nadie, me quise quedar en las jardineras al lado de los profesores, en silencio.

Faltaban tres semanas para terminar el colegio en la superficie, hacía calor la primavera tenía su mejor color en el ambiente, se notaba que la alegría había regresado, pero para mí seguía siendo invierno. De repente apareció una mariquita que se posó en mi bata por la altura del brazo y empezó a subir hasta llegar al hombro. Con la ayuda del dedo de la otra mano la marquita se puso allí y se quedó quieta mientras la miraba. ¡Qué bonita que era!

-        Mira Dary, a pesar de que el invierno es duro y las mariquitas no salgan. Siempre para ellas hay esperanza para que cuando llega la primavera pueden salir a vivir y descubrir el mundo.- hice una pausa dramática, suspiré profundamente, la mariquita se fue volando y me levanté intentando mirar hacia dónde se había ido, pero la perdí, por primera vez sonreí y miré a Uriel.- como ha dicho Gabriel, no he perdido mi oportunidad, así que voy a entrar duro este año para que pueda entrar a Ávalon el año que viene.- le dije.

-        ¡Así se habla, querida!- dijo Uriel levantándose animado me dio un abrazo.

Me había olvidado la promesa que me hice en 2003, ser más positiva. Y esa mariquita me devolvió esas ganas de seguir luchando día a día por lo que quiero. La noche siguiente Gabriel me acompañó a Amsha a ese centro que me habían recomendado, me inscribí, por lo visto las clases empezarían a principios de Septiembre, me pareció bien.

Al día siguiente en el colegio, se iban terminando lentamente las clases, hacía tanta calor que ya nos habían dicho que la bata no era necesaria llevarla. ¡Qué alegría! Durante el parón del mediodía, me tocaba ir a casa a almorzar, mi mamá estaba en la cocina haciendo tiempo mirando dibujos, cuando fui hacia a ella a pedirle una cosa.

-        Mamá, ¿Puedo llevar ropa de verano? Es que tengo calor.- le pedí.

-        Claro. Ahora te preparo algo para que te cambies.- dijo, se fumó el cigarro, dejó la cerveza encima la mesa y se fue al piso de arriba, yo me quedé en la salita jugando con el Bilbo mientras de fondo tenía dibujos en la televisión.

Mamá bajó con un vestido tejano que me había comprado hacía poco, todavía no lo había estrenado, era un vestido tejano que se ataba detrás del cuello, dejando media espalda libre, y el vestido llegaba hasta las rodillas, muy fresquito pero a la vez muy bonito. Me fui a la habitación y mi mamá me ayudó a atármelo. Almorcé y me fui a clase a las 3pm.

Llegué a clase, me senté en mi sitio y la Carmencita llegó un minuto antes de que tocase el timbre. Empezamos la clase como si nada, pero de repente a los quince minutos, llamaron a la puerta y era la directora Assumpta. Carmencita fue a abrir y le dejó pasar, se pusieron a charlar ellas dos de algun asunto importante, ignorando a los alumnos, cuando de repente la directora me ve e interrumpe la conversación, se vino hacia mi mesa sin dejar de mirare frunciendo el ceño y poniéndose la manos en las cartucheras.

-        ¿Qué haces así vestida, Laia? ¡No puedes llevar este vestido! ¡Ponte la bata de inmediato!- dijo gritando y exigiendo sin escucharme en ningún momento la Assumpta.

-        Pero, ¿por qué? ¡Es monísimo!- dije.

-        ¡Que te pongas la bata! ¡En el colegio no toleramos este tipo de vestimenta!- gritó la directora.

-        Pero si…- me cortó.

-        ¡Qué te pongas la bata YA!- gritó.


Me tuve que levantar, ir a por la bata que aún estaba colgada en el perchero y ponérmela con una cara de mala hostia, mientras que los compañeros se reían de mí.

-        ¡Qué sirva de lección chicos, aquí no toleramos vestir como una fresca!- se pavoneó la directora.

-        ¿Qué?- dije.

La clase se río de mí pero a carcajada limpia, parecía una pesadilla pero desgraciadamente era verdad.

-        ¡Dile a tú madre que no puedes ir a la calle como una fresca! ¿Tú sabes lo que pueden hacerte si te ven así? ¡Te pueden agarrar unos chicos malas y te pueden hacer cosas malas! ¿Vale?- gritaba entró en cólera, nunca le había visto así.

Yo miré de brazo cruzados hacia la ventana, quería que se callara, porque vi como la Carmencita no dijo nada, hasta que al final ella le invitó a marcharse de nuevo de su clase.

Carmencita intentó calmar a la multitud, cuando lo consiguió no pudo seguir con la clase.

-        Lo siento Laia… ¡Chicos no hagan caso de lo que dijo la directora! ¡Laia y cualquier niña puede ir como quiera! Así que Laia, quítate la bata… si vuelve yo me encargo…- dijo arrepentidísima de la situación Carmencita.

Le miré a los ojos, vi que estaba realmente arrepentida, así que le hice caso. La directora regresó pero Carmencita se enfrentó a ella y la directora se tuvo que ir con el rabo entre las piernas.

Cuando llegué a casa le conté lo que había pasado y mi madre se enojó tanto con la directora, que le escribió un comunicado en mi agenda pidiéndole una cita. Se lo enseñé a la hora del patio y la directora no quería ver a mi madre, pero cuando llegué al mediodía le dije eso a mamá y ella vino conmigo y pidió ver a la directora conmigo delante.

Sinceramente me sentí feliz que mi madre me defendiera tan bien como hizo, la verdad es que la imagen fue así, mi madre cantándole las cuarenta diciéndola incluso machista y maleducada y además le dijo carca a la directora por compartir a las nuevas generaciones la idea de que una mujer no puede ir vestida como quiera por miedo a que me violen o me hagan algo malo. La directora se tragó sus ovarios porque mi madre enojada… es capaz de volar el planeta entero de un chasquido. Ver a la directora sentada en la silla como si fuera una segunda piel, no tendría que sentirme así pero vi que se había hecho justicia. Al final y por primera vez, vi a la directora pedir perdón a mi madre.

-        No, no me tiene que disculpar a mí, sino a ella, a mi hija, que es a ella a quién le ha fallado.- exigió mi mamá.

-        ¿Me perdonas Laia?- dijo con su sonrisa más amable pero estaba asustada.

-        Si.- le dije pero terminé con un – no vuelva a criticar mi ropa, ni la de ningún compañero de este colegio, ¿vale?- dije.

-        Si, si, vale.- respondió.

A partir de ese momento la Assumpta no me volvió a joder… estaba más asustada que volviese mi madre a cantarle las cuarenta, ella intentó hacerse amiga mía. De hecho ahora cuando nos cruzamos por la calle, siempre dice “somos muy buenas amigas tu y yo” le digo que si porque no soy rencorosa y entiendo que fue educada con unos modelos que ya son muy antiguos, sé que si la gente quiere cambiar lo hace y ella lo hizo, por eso cuando lo dice, siento que lo dice de verdad y eso es importante. Aprender que todo el mundo la caga y que todo el mundo debería tener otra oportunidad para reparar sus errores y aprender de ellos. Que a veces, eso a la humanidad se les olvida.

Miren, para la Assumpta tenía que pasar por esto, para que ella comprendiera lo que significaba en realidad ir vestido en libertad. Cada uno tiene su estilo de vestir, pero quién somos cada uno de nosotros para juzgar por como se visten los demás. ¿Por qué pensamos que un motero que se ponga una camiseta de Metalica es una persona mala? A lo mejor es la persona más dulce que vayas a conocer en todo el globo, y ya la estás prejuzgando solo con el aspecto que tiene. ¿Qué pasa que si tiene un aspecto desagradable ya no tiene chance de hablar contigo o qué? Juzgar está mal, y eso es lo que aprendió la Assumpta aquel día, y cambió porque no volvió a hacerlo, aunque algún día si que se preguntaba porque yo llevaba a veces algún jersei que se me viera la barriga aunque fuese un dedo, y ya se ponía un poco mal… igual aprendió.

Otra cosa muy diferente es que a ti no te guste, por ejemplo, a mi nunca me han gustado los tops, y ahora se han vuelto a poner de moda, no los veo bonitos pero no juzgo a nadie por llevarlos, pero si que doy mi opinión cuando veo que hay tops que se pasan de sexualizar los cuerpos, sobretodo ahora que tenemos redes sociales y eso se ha puesto muy de moda tener un cuerpo “100 o aceptable socialmente” para encajar y obtener likes. 

CAPÍTULO 186:

Despedirme de 4rto de primaria fue doloroso, Carmencita había sido tan adorable que me dio un pequeño tirón el corazón. Me asustaba saber que quizás el próximo curso me tocaría una profesora que me declarase la guerra, con lo lindo que había sido cuarto curso. Fue el primer año que si que lloré cuando entregaron los claveles a los chicos de sexto curso, solo me faltaban dos cursos para irnos a la secundaria. ¡Qué mayores nos estábamos haciendo los de la clase!

Creo que el verdadero dolor fue cuando cantamos la típica canción al final llamado Auld Lang Sygne (la hora del adiós traducido al español), y por primera vez tuve recuerdos de vidas anteriores con esa canción.

Estábamos sentados en círculo, los ropajes eran distintos, dorados y con poca ropa, como si fuese tribal. Cantábamos esta misma canción pero en un idioma antiguo que comprendía. A mi derecha tenía al Chico de ojos verdes agarrado de la mano cantando conmigo la misma canción, y a mi izquierda identifiqué a Uriel con los mismos ropajes.

Entonces paramos de cantar y un silencio se presentó ante nosotros, la plaza tenía estátuas de Poseidón y del dios Hydra, la plaza tenía relieves de piedra y había una ancla dibujada con rocas negras, era el símbolo de una de las plazas más importantes que había en ese lugar.

-        KHEFISLÍON – empezaron a susurrar todos cantando la melodía.

Acto seguido tembló la tierra pero nadie se alteraba, en silencio, esperando pero ¿qué esperaban? Se escuchaba la playa cerca, no sé cuanto tiempo pasó, pero hubo un segundo temblor aún más fuerte y después llegó el stunami. Vi como esa gran ola venía desde la lejanía podía verse como grandes palacios de gobiernos hechos de oro caían ante la fuerza de Poseidón, las calles se inundaban de agua y todo quedaba bajo el agua. Llegó a la plaza enseguida y con mucha fuerza, antes de que terminase de llegar, el Chico y yo nos abrazamos, aguantamos la respiración y simplemente la ola nos arrastró.

Recogí mis últimas cosas de esa clase que había sido muy feliz todavía con las piernas temblorosas y con lágrimas en los ojos. Había recordado algo horrible, que se me hizo muy pequeño el corazón. La abuela me vino a buscar, la saludé con tristeza, le tuve que explicar que no quería terminar el curso, pero se me pasó al final. Lo importante es que llegó el verano, la época más bonita y de más energía.

Tiramos muchos petardos en san Juan, me fui de colonías con el tripijoc cuatro días en el esquirol a revivir la leyenda de Serrallonga. Me despedí de mis amigos de IÓN y por primera vez andábamos solitos por Agartha, ya no hacía falta vigilancia de Hadas, podía ir a cualquier lado con un ángel, solo tenía que especificar cúal y a veces era Gabriel y otras Uriel. Si cuarto curso fue bonito, el verano fue largo sobretodo cuando empecé en el Anigami ese año, porque la Sandra también se quiso apuntar conmigo y eso fue más una tortura china que una buena experiencia.


Durante el verano, la Saida se fue muy pronto a Marruecos con su familia, el Sergi estaba en un esplai y la Salima salíamos a jugar pero la Sandra me tenía ocupada todas las mañanas. Ir al Anigami y verla era un suplicio, no podía más… no quería hacerme amiga de ella… el corazón me decía que no era buena idea y tenía razón, pero ella insistía e insistía e insistía. ¡Joder!

El primer día ella conoció a una amiga de mi edad llamada Agatha, pensé que me dejaría en paz, pero no, quería hacer piña las tres. Agatha me caía super bien, era muy parecida a mí, también ese año nos tocó el grupo con viejas amigas de mi prima Sofía como la Ariana y la Carol, me puse muchas veces con ellas porque intentaba no estar con la Sandra y no sabía cómo decirle más, que si me juntaba con ella terminaba discutiendo y diciéndole que no quería nada con ella, pero ella nada, tu, le entraba por una oreja y se le salía por la otra… tenía malas compañías y ella era la líder de esas compañías que no quería tener nada que ver. ¡Madre de dios que tortura!

 A la mañana discutía con la Sandra, a la tarde la Sandra venía a mi casa y quería ir en cleta por la ciudad. Mi padre le dejaba su cleta y yo iba con la mía, pero siempre era horrible, se saltaba los stops, iba en contra dirección y además dejaba abandonada la cleta de mi padre. Para terminar en el Puig con sus amigos (que no la tragaban tampoco) de clase, y se veía que ya eran adolescentes, fumaban, se drogaban e incluso rompían mobiliario urbano, así que yo agarraba la cleta y le decía a la Sandra que teníamos que irnos, pero ella no quería, hasta que un día me fui a casa de mi prima que vivía cerca y le invité a ir en cleta de mi padre, ella aceptó y fue diferente.

Pero claro, a la mañana siguiente tenía a la Sandra de morros para hacer el proyecto de fin de esplai juntas con la Agatha… teníamos que seguir construyendo nuestra tienda de cerdos, ya que ese año el espectáculo final iba sobre la época medieval. Con cartones tuvimos que crear nuestra tienda, pintarla y eso… que horrible fue. De las peores experiencias que tuve en ese lugar… y sé que no fue el lugar la culpa, sino fue mía porque le dije a mi padre que me quería apuntar, y la Sandra se enteró por su padrastro que la apuntó en plan “ya que son amiguitas”. ¡Noooo!

-        ¿Por qué me dejas tirada siempre?- preguntó la Sandra discutiendo conmigo.

-        ¡Es que no te aguanto, Sandra! No quiero estar contigo, ¿entiendes? ¡no quiero estar contigo porque estar contigo es delinquir y yo no quiero hacer eso!- le dije ya harta de todo.

Quedaban dos días para presentar la tienda en el espectáculo y en esta discusión todos los grupos del Anigami estuvieron de testigos.

-        ¿Delinquir?- preguntó asombrada aumentando el tono.

-        Si, delinquir. Te saltas los stops, vas en contra dirección. A la que tienes una oportunidad destrozas cosas de las calles. Robas e incluso mientes a la gente. ¡No quiero estar contigo!- le dije.

Entonces ella se puso a llorar, recuerden que había público.

-        Llora lo que quieras, yo ya te lo he dicho. Soy buena persona, no me meto con nadie, no haga nada malo a nadie, y como soy una persona que cumple sus promesas, vamos a hacer una cosa, terminamos de hacer esto pero a la que el espectáculo termine… olvídate de mi, ¿vale?- le dije clarito.

-        ¡Vale!- dijo intentando hacerme creer que si me hace chantaje emocional conseguía algo, y me fui por el otro lado.

Entonces vi a Agatha y le paré.

-        ¡Ah por cierto, que quede clarito…! Agatha, si sigues con ella, acabarás entre rejas. ¿Te gustaría eso?- le dije.

-        No, ¿por qué?- dijo ella inocente sin saber nada.

-        Pues no te juntes con ella, porque terminarás así.- le dije y me marché al pabellón grande a continuar con pintar la tienda que quedaba poco ya.

Nadie del Anigami le hablaba, nadie del Tripijoc le hablaba, nadie ni de su clase o lo que habían sido de su clase, le hablaban. Ahora pensaran que soy una Bully pero, es que si ella hace cosas malas… lo siento pero es que no puedo. Tengo personalidad y es una de las cosas que mi madre gracias a dios me ha enseñado y valoro con mucho amor, sabía que si seguía con ella, terminaríamos entre rejas, aunque yo no hiciera nada, sería cómplice y le tuve que decir así, no me gusta montar espectáculos. No quedó otra, pero funcionó.

La Sandra no me molestó en todo el verano, y pensé que lo había logrado, hasta que ella ya no pudo venir más al Tripijoc por tener 14 años y todavía estaba en quinto de primaria. Había repetido tantas veces que nos llevaba tres años de ventaja, casi cuatro. El resto del verano, estuve con la Salima y el Sergi hasta que se fue de vacaciones a Linares cuando se acercaba Septiembre. En casa habíamos puesto la piscina en el patio y la Salima venía las tardes a bañarse, que maravilla y alegría, primero nos bañábamos en la piscina tantas veces como queríamos, y después a las siete, nos vestíamos e íbamos una vez por semana a Can Crespi en la plaza a buscar un helado y nos lo tomamos en casa de la Salima viendo series de Disney Channel.

A veces me invitaban a cenar y podía degustar de la comida musulmana, sobretodo cuando en el piso de abajo se mudaron dos de sus primas que curiosamente ya conocía por el colegio Dounia y Layla.

El verano se iba disipando y septiembre llegó tan rápido como inesperado, el nuevo centro de recuperación era muy distinto a IÓN. Mi primera vez fuera de un centro oficial para seguir preparándome para el futuro, para ese 2024 que tanto empeño tenían los Maestros Ascendidos, sentirme en esta situación todavía me costaba admitir que había fallado algo que no podía volver a pasar. Me jugaba demasiado, la vida de muchas personas, el destino de una esfera, el futuro de miles de millones de humanos… no me podía permitir fallar algo tan importante como unas pruebas de acceso a estudios superiores como lo era Ávalon.

El Chico tenía que esperar un año más, ¡qué mal! Lo echaba tanto de menos, esperaba poder compartir los recreos con él y seguir conociéndonos, pero la situación era la que era, y Gabriel se había empeñado en acompañarme al nuevo centro todos los días que tenía que ir. Al ser un centro diferente, solo tenía que ir tres días a la semana, domingo, martes y jueves. El resto, tenía libertad para viajar por Agartha o pasar tiempo con Gabriel que estaba encantado y yo también, porque nunca está mal pasar tiempo con amigos, ¿verdad?

El horario era de 2:30am a 4:45am y lo único que iba a hacer allí era aprender a superar la maldita prueba. Cada día era un aspecto importante en tener en cuenta, y los días que no tenía clase, aparte de pasar tiempo con Gabriel, también le pedí que me fuera poniendo a prueba, porque así podría estar más preparada. El metro solo tenía dos paradas o tres si lo agarraba desde Manlleu directamente o des del Hangar, o sea que tardaba como diez minutos en llegar, luego teníamos que caminar cinco cuadras y listo.

Al día siguiente después de empezar, no tenía clase, así que Gabriel aprovechó y nos fuimos de excursión a los Sistemas de Agartha, me quería enseñar una catarata muy famosa que normalmente había gente pero al ser un día normal, estaríamos más a solas. Acepte con la ilusión de conocer lugares naturales cerca de Amsha. Mientras que íbamos caminando, empezamos a charlar…

-        ¿Sigues en contacto con… tu mujer?- le pregunté en ese tiempo me faltaba algo de tacto, la verdad.

Gabriel se paró y se giró un momento para mirarme con cara de asombro.

-        No sé qué contestar a eso, la verdad. – respondió Gabriel.

-        ¿Por qué?- pregunté.

-        Ella me dejó, se supone que no debería ir detrás de ella si no quiere estar conmigo. Pero… si tú pregunta es si sé dónde está… la respuesta es si. Pero desear o tener contacto con ella… no puedo responder a eso. – respondió tan sincero como es siempre.

-        No lo entiendo. ¿No quieres estar con ella? ¿Sigues enojado por ello?- pregunté arrugando la frente.

-        No estoy enojado. Pero es que ella, aún no ha dicho nada por si quiere perderme de vista o mantenerlo. – respondió Gabriel.

Cada vez que abría la boca lo entendía menos, así que él siguió caminando yo le seguí.

-        ¿O sea que si que se ven?- pregunté.

-        Técnicamente si, pero solo por el trabajo. A nivel personal, aún no se sabe nada. – por fin confesó.

-        ¿Y si te dijera de volver?- pregunté.

Gabriel volvió a detenerse, respiró profundamente, se giró, me miró a los ojos que noté la conexión que teníamos.

-        Si ella quiere volver, volvería con ella, porque yo también quiero. Y deseo que volvamos des del minuto cero en cuanto me dejó. Respeté su voluntad, pero vivir así… me parte el corazón. – Confesó el Arcángel Gabriel.

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HR.

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