En cuanto regresé al presente, miré a la chica que me seguía mirando…
- Te recuerdo, ¿eras mi madre en alguna vida anterior, verdad?- le pregunté.
- Así es, fue en el siglo XII. Ahora me convertí en Maestra Ascendida y me llamo Sara, pero como vivo en esta ciudad, me llaman Amsharah. – dijo ella.
Le di un abrazo y me emocioné sin saber por qué.
- ¿Por qué estás aquí?- le dije.
- Hoy vamos a preparar el cuarto para tú Chico, mañana vendrá a vivir aquí. – informó.
Efectivamente el Chico había terminado su proceso de ascensión y a partir de mañana viviría oficialmente en 5D en Agartha hasta que todo estuviese más calmado para que regresase a su dimensión correspondiente 3D. Me alegré, pero al mismo tiempo era algo nuevo que tenía que acostumbrarme, aunque siempre lo veía en 5D pero el hecho de pensar que quizás podría estar en el colegio o en Manlleu en mi misma dimensión, me permitía sentirme más cerca de él.
No me opuse a la idea y acompañé a la Amsharah al cuarto, allí a dentro estaba Gabriel desempacando cajas para montar los muebles, le di un abrazo y nos pusimos manos a la obra, a mí me tocó revisar el armario que tuviera todo lo que necesitase, perchas, cajones limpios… Amshara aprovechó para cambiarle el colchón, en un momento en que se fue a buscar más cosas en la sala en el otro lado de la casa, nos quedamos Gabriel y yo a solas.
- ¿Cómo está él?- le dije.
- Feliz por regresar. – respondió.
- Yo le echo mucho de menos… ¿dónde estaba exactamente?- le pregunté.
- En Venusian. Lo maravilloso es que en tan solo cuatro meses haya podido ascender, normalmente tardan más tiempo, pero claro, su condición lo permite… - comentó Gabriel.
¿Condición? No sabía de qué estaba hablando, pero tampoco le pude preguntar, porque Amsharah regresó y simplemente seguimos laburando. Venusian es un planeta que nosotros lo conocemos como Venus, había escuchado hablar a Tzorelle lo que hacían en ese planeta, se dedica básicamente a dos aspectos. La primera en ayudar a integrar la ascensión de cualquier Ser de Luz (Maestros, ángeles, Elohims…) y la segunda, eran los portadores de la sabiduría del cosmos, quienes autorizan la bajada de información universal en nuestro planeta, puesto que aún estamos creciendo espiritualmente. Pero nunca había conocido a alguien que había podido estar allí, aunque fuesen unos meses.
En cuanto regresamos a la sala, me quedé con Uriel hablando un poco de nuestras cosas, también nos acompañaba Gabriel mientras que tomábamos un jugo para reponer sales minerales.
- ¿Yo he estado en Venusian alguna vez?- pregunté.
Gabriel dijo que no con la cabeza, pero Uriel no quiso contestar.
- Ok, pues no entiendo porque me resulta tan familiar…- comenté.
- Hace mucho tiempo estuviste de visita, pero no te podemos contar nada, ya sabes… - dijo Gabriel que en ese momento miró a Uriel que no le quitaba el ojo de encima.
Pactos entre hermanos, supuse por ende no quise preguntar más.
- ¿Vas a volver a fastidiarlo todo, sabes hermano? – dijo Uriel algo molesto.
- No lo creo. La respeto mucho, y lo sabes que es cierto. Le di mi corazón. – respondió Gabriel siempre tenía esa expresión en la cara de relajado y divertido, algo que entre sus hermanos se le veía algo despreocupado, pero en ese momento en cuanto nombró a su corazón, su cara se volvió tensa y seria, algo que normalmente no se veía en él.
- Un latido no responde a una promesa para la eternidad. Ten cuidado de lo que hagas, no te lo quiero volver a repetir ¿ok? – el tono de Uriel subía bastante rápido, era tajante y bastante controlador, algo que nunca le había visto así.
Me sentí incomoda con el tema, así que me fui a la cocina. Curiosamente, no llegué a ella, porque en cuanto crucé el pasillo, escuché que decían. Pensé que dejándoles a solas, quizás encontraría más pistas…
- Uriel, ¿puedes intentar confiar en mí por favor? ¡Sé lo que hago! – le dijo Gabriel.
- Has estado a punto de decirle quién es el Chico. Recuerda la promesa y no me verás así. – le respondió Uriel.
- Cumplo con mi deber, respetando las leyes del tiempo y el espacio, Uriel. Si ella supiese todo antes, lo sabría. – respondió Gabriel.
- ¿Y tú mujer qué piensa de esto? – le preguntó Uriel.
¿Mujer? Si me dijo que no tenía.
- También está de acuerdo en esto. Soy yo el que siempre anda viajando, ¿recuerdas? La idea fue mía. – dijo Gabriel.
Escuché como Gabriel caminaba hacia dónde estaba, así que simplemente me fui al final del pasillo y me escondí detrás de una silla, para que no supiera que lo había escuchado todo. Sin hacer ruido regresé al pasillo y disimulé que venía del ala norte, bajé dos escalones haciendo ruido expresamente y me dirigí hacia la cocina, allí estaba Gabriel a solas buscándome.
- Fui al baño. ¿Querías algo?- le dije.
Gabriel se me acercó y me agarró de la mano, me quedé mirándole sus ojos que también eran verdes, estaban algo emocionado pero triste también.
- ¿Estás bien?- le dije preocupada.
Gabriel se acercó mi mano a sus labios y besó los nudillos de mi mano derecha sin dejar de mirarme a los ojos.
- Si, solo que… me recuerdas a alguien importante para mí… lo siento… - dijo Gabriel.
- Ah. ¿Quién si puedo saberlo?- pregunté curiosa como siempre.
- Es complejo de explicar, pero te prometo que cuando seas más grande, te lo contaré. Te doy mi corazón. – dijo Gabriel super intenso.
Lo acepté aunque le miré algo raro, pero luego hizo el chiste y nos pusimos a reír los dos, al final lo abracé.
Al día siguiente, me puse muy nerviosa por la tarde mientras que esperaba a que sonase el timbre de las cinco, por varias razones, tenía que estar a las seis en la piscina con el Tripijoc y segunda, aún no tenía noticias del regreso del Chico, algo que Gabriel dijo que me mandaría un mensaje a los anillos de Uriel para saber que regresó a Agartha sano y salvo. Aunque no sabía la hora exacta, sentía en el corazón de que no faltaba mucho.
- ¿Sabes algo, Dary?- le pregunté.
- Hace cinco minutos preguntaste y la respuesta no ha cambiado desde entonces, tranquila, mi amor. No falta mucho, pero no te desesperes porque eso es lo peor que puedes hacer… - respondió Uriel con sabiduría o mejor dicho, con mayor paciencia que yo misma.
- ¡Ay, lo siento mucho! Pero es que el timbre no suena, la piscina la tengo al caer y nada dice nada… ¡Esto es horrible!- dije quejándome telepáticamente porque la Carme me estaba observando.
- Disimula porque la profesora nos está mirando. – advirtió Uriel.
Me puse a dibujar, teníamos clase de lengua pero me apetecía dibujar garabatos a un lado del libro, tentando a la suerte de que el tiempo fuese más rápido. Aunque el año en particular en el colegio iba mucho mejor, tenía demasiadas ganas de salir de allí. Cuando la Carme dejó de fijarse en mí, me puse a observar por la ventana, miraba el cielo a ver si era posible ver alguna nave pasar, aunque el día estaba totalmente soleado y despejado.
- ¿Veremos la nave pasar?- le dije a Uriel.
- Tus ojos no captan las naves todavía, no sé qué piensas ver. – dijo con humor.
Arrugué la frente y miré hacia la izquierda, él estaba de rodillas en el suelo, mirando por la ventana igual que yo.
- Pero tú si, ¿verdad?- le pregunté.
- Claro.- respondió.
Empecé a reír, cerré los ojos y me concentré en el latido del corazón, con la intención de sentir la vibración del espacio aéreo a nivel interdimensional. Este ejercicio me lo enseñaron en IÓN, me costaba un poco, porque se puede incluso notar la rotación del planeta y eso te puede desviar unos quilómetros, pero es eficaz.
- Escucha su latido, te será más fácil ubicarlo – comentó Uriel susurrándome en la oreja.
Esto que les voy a contar ahora, es igual que Superman cuando puede ver a través de los objetos, todos nosotros podemos desarrollar esta habilidad, solo es necesario dos cosas: tener paciencia; la acumulación de DMT en la glándula pineal.
Me concentré en el latido de mí corazón, como si pudiera ver un río de fuego o como si pudiese ver igual que se hacía antes, cuando escuchabas un CD en la computadora que se podían ver las ondas que hacían dibujos abstractos. El corazón como órgano tiene varios aspectos, pero en su forma de frecuencia, es tan solo ondas que se van expandiendo en su música que hipnotiza. Si te concentras en esas ondas, puedes empezar a ver el mundo así, todo aquello que vemos a simple vista, con los ojos del corazón, se sienten así.
Identifiqué mis pies, el edificio dónde me encontraba, los cuerpos que me acompañaban en clase, tanto mis compañeros como los ángeles, en el mundo de las ondas de frecuencia, todo lo invisible es visible. Entonces, miré hacia el cielo sin abrir los ojos, podía ver a través de las paredes y del techo, hasta que pude ver el tráfico de naves que suelen pasearse por nuestros cielos cada día, más de mil naves de otros mundos que residen en otras dimensiones aproximadamente.
- ¡Wow, lo estoy viendo!- susurré.
- Ahora identifica el latido de él. – dijo Uriel.
- ¿Cómo?- dije.
- Tú corazón siempre lo sabe identificar, a pesar de cambiar de aspecto en cada vida, el latido siempre es el mismo. – respondió Uriel.
Notaba los latidos de todas las personas que andaban a mí alrededor, era algo difícil, pero enseguida identifiqué un latido que provenía del cielo, volando en una pequeña nave triangular. Sin saber cómo, mis ojos internos se fueron a dentro de la nave, y lo vi, estaba observando por la ventanilla preguntándose si eso que estaba viendo era Manlleu u otra ciudad.
- Sí, estoy aquí abajo, Chico.- le dije con el corazón.
Vi cómo se giraba, buscando a alguien que le hubiese dicho algo, pero nadie estaba a su alrededor, ni siquiera su ángel guardián, ¿dónde estaba Gabriel en ese momento?
Recomendación: Dune - Hans Zimmer Soundtrack complete (Youtube).
HR.
HERO&Corporation.
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