jueves, abril 30, 2020

Aceptar Que Es El Momento De Dejarlo Ir


Una de las cosas que más me ha costado aceptar en esta vida, es el hecho de que todo lo que hacemos tiene un tiempo y un espacio programado, y que durante este periodo hay ciertos procesos que uno va pasando, en expresión, experimentación, integración y trascendencia. El peor de todos, a nivel personal y quizás a algunos de ustedes, es el paso de la trascendencia, en ese momento en que debes aceptar que ha llegado el momento de dejar ir aquella situación, conflicto o sentimiento que has ido aprendiendo y experimentando a lo largo de un tiempo y un espacio.

Tal y cómo cuento en el espejo de mí vida el momento en que me doy cuenta con cinco años, de que el titi Hilario en cuestión de unos pocos años tiene que volver a su estado original, es uno de los momentos más duros que viví en esta encarnación. Me costó mucho adaptarme a la idea de que no lo podría ver más de la forma en cómo lo conocí, en 3D. Me hubiese gustado que siguiera conmigo, pero cada uno tenemos una vida que vivir, y si me digo a mi misma “no quiero que te vayas” estás causando un vínculo que aunque las cosas sucedan, no vas a poder liberarte para permitir trascender esa situación. 

Es duro cuando uno decide irse, en este caso el Titi no murió solo ascendió, agarró sus cositas y se fue a vivir a 5D, el proceso de morir es distinto, pero se parece mucho a la ascensión, con la diferencia de que cuando mueres, tú espíritu y tú alma sigue contigo, pero el cuerpo no. En la ascensión, te vas a la 5D con el cuerpo, el alma y el espíritu, es parecido a una mudanza, dónde si que se te permite llevarte “ciertas cosas” contigo del plano material al de 5D. 


O sea, imaginemos que estamos en el aeropuerto en 3D, esperando en la cola de control para poder ir a buscar la puerta de embarque. Llegamos a control y ven que vas con una maleta llena de cosas que te quieres llevar en el viaje, pero el policía (en este caso sería un guardián de luz) te dice “¡alto allí! Por favor, abre la maleta para ver qué puede o no llevarse, gracias”. En ese momento, pones la maleta encima de una mesa y la abres, y qué tienes, pues botellas, cinturones,… todo tipo de cosas que no están “permitidas” para el viaje que vas a llevar, excepto una muda y una joya en forma de piedra. El guardián te dice “solo puedes llevarte estas dos cosas, la muda y la piedra, todo lo demás, no está permitido”, entonces tienes que dejarlo todo allí, y llevarte lo que sí que puedes. 

¿Por qué solo puedes llevarte eso? Porque el proceso de ascensión es complejo, es como poner en un vaso de agua diferentes tipos de líquido dónde algunos más densos estarán en el fondo del vaso y los más sutiles estarán más arriba. En la muda, la tela que se usó para coserla, puede que tenga propiedades de 5D, por lo tanto será más sutil y podrá acompañarte en el viaje, la piedra tiene propiedades de 5D y también te puede acompañar, pero en cambio las botellas y el cinturón, solo tienen propiedades de 3D y no te pueden acompañar. Esto ocurre porque la muda y la piedra fueron creadas de una forma en que pueden seguir existiendo en cualquier dimensión a la que te mudes. 

Para ascender solo necesitas maleta de mano, no se permite sobrepeso en efectos materiales, porque la gran mayoría no te permitirían seguir el viaje. Lo peor es cuando mueres, que no te puedes llevar nada, ni una foto, todo lo denso y material se queda en 3D. Es duro aceptar que las cosas solo duran un tiempo y que normalmente cuando llega el momento de dejarlas ir, te hace creer que es demasiado rápido todo. Con el titi me pasó, aunque ya lo explicaré mejor con el paso de los capítulos, fue la primera vez que tuve que aprender en consciencia sobre este proceso tan complicado, nada es para siempre, una frase que durante hace relativamente muy pocas semanas, no quería escuchar, porque no me sentía preparada para aceptarlo. 

No simplemente se puede atribuir a una muerte de alguien importante o una ascensión de alguien conocido, pues todo lo que tenemos en nuestras manos está determinado por el patrón de 4D, un tiempo y un espacio y un motivo en 6D el conflicto a aprender. Por ejemplo, cuando los guías me estaban enseñando el funcionamiento de la numerología como herramienta para comunicarnos con los otros planos o con personas que estén lejos en este mismo plano. Durante todo un año, mes a mes, los guías me iban explicando mediante la práctica cómo se dividen los números entre “sagrados” que serían: 2, 4, 8 y 22. Y los “semi-sagrados” que serían: 1, 3, 5, 6, 7, 9, 11 y 33. Donde la combinación de números de cada grupo forman una o varias figuras geométricas que se acaban convirtiendo en patrones de conducta a nivel personal, familiar, grupal o universal. Dando más importancia a los “semi-sagrados” por ser la estructura que forma la realidad y los “sagrados” solo nos muestran qué debemos aprender de ella. 

Durante ese tiempo que me estaban enseñando, la vida misma era una práctica constante de estos números para entender cómo vibraba la realidad. Pero en cuanto pasó el año y los guías me avisaron de que ya había aprendido todo lo que tenía que saber, de repente dejé de recibir los números en plan señal divina y me tuve que centrar en el siguiente aprendizaje. En ese momento, no me costó nada dejarlo ir, transmutar el aprendizaje, porque era un conocimiento más que debería usar para este tiempo del 2020 a 2022. Si que lo echaba de menos, pero el hecho de dejarlo ir, me permitía a mi liberarme de ese aprendizaje y permitirme empezar otra cosa, y eso tiene mucho que ver con aceptar los cambios y adaptarse a ellos, ¿cuál es tú nivel de adaptación a la vida realmente? ¿Me cuesta cambiar o soy fácil de aceptar el cambio para un medio mejor? 

Imagínense la primera vez que dos hombres descubren el fuego, uno acepta y aprende el cambio de que el fuego es bueno para calentarse a la noche y para cocinar o para iluminarse en momentos de oscuridad, mientras que el otro decide no aceptar ese cambio y sigue pasando frío a la noche, se come las cosas crudas y no puede moverse de noche solo de día para saber a dónde tiene que ir. ¿Cuál de los dos permitiría haber llegado hasta la actualidad? ¿Por qué el que no llegó no pudo llegar a la actualidad? La adaptación al medio es una cosa que llevamos en el ADN, ya no digo familiar, pues la humanidad ya tenía este patrón en el ADN cuando llegó los dinosaurios, es un patrón que nos lo otorgaron los reptilianos. En la prehistoria servía para adaptarnos en la supervivencia, en la actualidad nos sirve para comprender que las cosas deben cambiar para evolucionar. 

¿Qué pasa sino permito dejar ir una situación que ya está aprendida? Si alguien cercano muere, siempre se dice “ahora está en un lugar mejor” y así es, pero si sigues todos los días pensando “¿Por qué se fue? No quería que se fuera tan pronto…” sin consciencia lo que estás creando es que esa persona que ahora está en otra vibración, no pueda seguir su camino siendo un espíritu. Es decir, que le estás diciendo a esa persona que murió que todavía no puede irse, cuando ella eligió marcharse, por lo tanto, se crea un vínculo, como una cuerdecita que no le permite a la persona desencarnada seguir y se queda junto a ti, preguntándose ¿qué hago acá? ¿Por qué no puedo irme? No te das cuenta de ello, de que debes aceptar que esa persona terminó su vida y que debe seguir su camino en el otro plano, evidentemente que lo echarás de menos, pero sino lo aceptas y no le permites irse, estás condicionando a ese espíritu a deambular alrededor de ti de forma inconsciente y por eso si vas a una vidente, siempre te dirá “veo a tú papá junto a ti, pero está como triste o enojado contigo por…” o quizás de repente en tú casa pasan fenómenos extraños como se prende la luz sin motivo alguno, la televisión de repente hace rayas sin una explicación… o te llaman por teléfono pero no contesta nadie. Cuando ocurre, es aquella persona que no le permites seguir su camino en el otro plano y se pregunta mil veces “¿Por qué estoy acá? ¡Ah ya sé, la voy a llamar y que me diga porqué!”. 


Para solucionar este problema es, admitir que la vida sigue, es fácil pero doloroso. Durante mucho tiempo ignoraba la idea de que el titi una vez estaba ascendido pudiera volver, pensaba que me había abandonado y que una forma dulce de no decir adiós para siempre, era decirme que estaba en 5D, pero cuando cumplí 14 años, regresó en 4D y 5D en mi casa, pero ya no estaba vinculado a nadie, regresó porque decidió seguir su trabajo de arcángel guardián de mi mamá. Y en ocasiones lo veo, pero lo siento a nuestro lado en casita, siendo un vínculo por trabajo y no por una forma egoísta de no querer cambiar las cosas por las cuales crecí. 

Un ejemplo que me pasó ayer cuando supe que mi abuela Filo murió, y es que después de dar la vueltita al reloj por asuntos que tuve que hacer respecto a esto, cada vez que cerraba los ojos y la luz, sentía el vínculo con ella muy fuerte, de hecho siempre sentía y sabía dónde estaba ella a cada rato, mientras ella vivía, ya que para mi ha sido como una segunda mamá y para ella su hija que nunca pudo tener. Así que al igual que me ocurre con mi llama gemela, cuando cerraba la luz y los ojos, me conectaba con su cuerpo que ya estaba en el ataúd, claro eso daba un miedo increíble…. Por eso me costaba agarrar el sueño o intentarlo con la luz encendida, algo difícil, pero como ya me conocen, no permito que el miedo me limite, lo intentaba de diferentes formas, dibujando, escribiendo, hablando o lo que fuese… pero siempre me seguía ocurriendo. Hasta que al final, lo que tenía que hacer era ponerme a escribir, pero no explicando lo que me sucedía, sino explicando el último mensaje que quería compartir ella a través de mi, y fue cómo fue desencarnar (una experiencia que no voy a compartir por ser un tema privado, pero algún día alguien importante del futuro, podrá leerlo).

Ese vínculo con ella, tenía que pasar por un paso importante de la transmutación, mi abuela me quería explicar cómo fue… y dónde se encuentra o con quién se encuentra ahora. Notaba que está en luz, por eso desde que supe la noticia no me puse triste pues estaba contenta y muy agradecida por todo lo aprendido con ella. Por eso sentía en mi corazón cómo una ancla clavada, era doloroso pero lidiaba con ella pensando “es el proceso, o sea que todo está bien, se te pasará con los días y semanas”, pero no era así, lo que sentía en realidad era mi abuela que decía “te quiero contar cómo fue, para que estés tranquila de que estoy bien dónde estoy” y cómo siempre nos contábamos todo, pues le hice caso y me puse a escribir a mano. No lloré porque era algo hermoso saber que no había sufrido, que eso me preocupaba, pero poco a poco esa ancla en mi pechito se fue disipando, se fue transmutando, hasta que al final, pude dormir con la luz apagada cómo cualquier día. 

Esa ancla en realidad era el vínculo con ella, ahora solo estoy vinculada a nivel emocional y espiritual, es la forma en cómo estamos con nuestros seres queridos del otro lado, pero en que no les condicionamos en su camino, y de vez en cuando si lo desean, nos dejan algún mensaje en plan señal divina o visión interna. Espero que les ayude a entender, les mando un abrazo. Gracias por leer.

Recomendación: Casi Ángeles – No te rindas.

HR.

HERO&Corporation.

sábado, abril 25, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 25 y 26

Como esta semana fue el día de Sant Jordi en Cataluña, es decir el día de la Rosa y el Libro, hoy tenemos doble capítulo. ¡Que la disfruten!

Capítulo 25:

Kihara era tan buena conmigo que no quiso acompañarme hasta el andén, me dejó al pie de las escaleras, ella se abrazó a mi cuello con lo chiquita que era, y yo le di las gracias por el primer día que había sido impresionante. Luego bajé las escaleras del andén número 5, para ver si lo encontraba, por lo que había sugerido antes, ya no le acompañaba ningún Ser de Luz. El metro tardaría cinco minutos en llegar, me preocupé un poco cuando vi que no llegaba, hasta que escuché el nombre que él había elegido nombrarme que estaba justo detrás de mí, me giré y nos quedamos mirándonos con una sonrisa.

-          Pensaba que te acompañaban hasta el andén.- preguntó.

-          Ella ha dicho que no hacía falta y ha decidido dejarme antes de bajar.- le contesté.

-          Mejor…- susurró pero lo escuché.

Empezamos a hablar de diferentes cosas del día, pero en un momento dado cuando llegó el metro, no me pude aguantar preguntarle…

-          ¿también estás en 3D? – le dije.

-          Sí, al final del trayecto me espera mí ángel de la guardia. – contestó.

-          ¿En Barcelona?- dije.

-          No, como ya tengo una edad, puedo hacer el trasbordo solito.- contestó pero en ningún momento mencionó a qué dirección iba.

Las puertas del metro se abrieron y entramos, le seguí sin tener que darnos de la mano, de hecho, procurábamos mantener las distancias de seguridad, me parecía bien, aún no me sentía preparada. Nos sentamos de lado, cerca de la puerta, para seguir conversando.

-          Me toca… ¿cuántos años tienes?- dijo con especial interés.

-          5 años ¿y tú?- pregunté.

-          Voy a cumplir 11 en verano. Ya debería estar en otro centro, pero hubo un año en que no pude venir y cuando volví tuve que ir un año atrás a lo que hacían mis compañeros. Por eso, me graduaré en Junio.- contestó.

-          O sea que si hubieses hecho las cosas bien, ¿quizás no nos hubiésemos conocido?- se me escapó mientras que fruncí el ceño.

-          No, pero igualmente seguro que el tiempo nos hubiese regalado conocernos tarde o temprano.- nos reímos de inmediato.

-          Seguramente. ¿Por qué no pudiste seguir?- le dije.

-          Problemas de familia.- contestó pero vi que eso le ponía triste así que no quise indagar más.

El metro empezó su trayectoria, mientras que la conversación seguía su curso, jamás habíamos hablado tanto, parecía un regalo de la propia divinidad. Observé a los demás en un momento en que estábamos en silencio, y pude ver a Rita que hablaba con algunos de los compañeros de clase al fondo del vagón, me alegré por ella que fuese tan sociable, ya se me hacía raro hablar tanto con alguien. 

-          ¿Es difícil compaginar vivir de día en 3D y de noche en 5D?- le pregunté arqueando la cabeza hacia un lado sin darme cuenta.

-          Bastante, porque además son dos niveles muy distintos entre la escuela y IÓN.- dijo.

-          Y que lo digas. En mí escuela no soy muy bien recibida, hay algunos profesores que parecen que estén hablando con el enemigo, y no lo entiendo.- comenté.

-          ¿De verdad?- dijo arqueando las cejas.- ¿son tan duros contigo?- dijo.

-          Algunos.- contesté sin ganas.

-          Ya entiendo.- susurró.

-          Pues yo no.- dije preocupada.

-          Los adultos a veces parecen más críos que nosotros.- dijo en tono de humor, nos pusimos a reír de inmediato.

Pasó un tiempo, hasta que llegamos a la siguiente parada, nos faltaba una parada para separarnos, ¡qué corto era el camino! 

-          ¿Qué pasa cuando uno se gradúa?- le pregunté.

-          Pues que tiene que comenzar un curso en otra ciudad, este año nos han estado informando de los diferentes centros que podemos ir para continuar la formación, y la verdad es que no lo tengo muy claro todavía… debo escoger entre Ávalon o un centro que está más al norte, por Rumanía. Pero todavía no lo tengo nada claro.- dijo dudando mucho de pros y contras de ambos lugares.

No sabía qué eran países en ese tiempo, por eso las distancias me parecían el triple de largas y demasiado lejos.

-          Si voy a Inglaterra, podré seguir usando esta línea hasta París. Si me voy al otro, tendré que cambiar de línea.- comentó, ahora no parecía que estuviese hablando conmigo, más bien, pensando en alto.

Me quedé escuchándole, tampoco quería dejar de verlo entonces, pero el hecho de irse a Inglaterra, habría chance de seguir. 

-          ¿Qué quieres hacer realmente?- le pregunté.

-          Me gustaría ser Alquimista. Así que lo más probable es que vaya a Ávalon.- dijo casi convencido de sus propias palabras.

-          ¿Brujo?- dije.

Él empezó a reírse.

-          No, es como ser un guardián de los elementos, pero que consigues aprender sus fórmulas para convertirte igual que hace un Maestro Ascendido. Es algo muy bonito y para mí algo que me atrae mucho la atención.- contestó.

Terminamos por reír los dos, mientras que la gente subía al vagón y las puertas se volvían a cerrar.

-          Ser un Maestro Ascendido… ¡Wow! ¿Eso se estudia?- dije.

-          Sí, pero no en Ávalon ni en Rumanía. Desconozco dónde, pero es un aprendizaje muy largo, no conozco ningún Maestro que lo haya conseguido en una sola vida.- contestó.

-          De momento solo he conocido uno, y fue el primer día en que te vi y charlamos.- le comenté él arqueó las cejas.

-          En cuando termines IÓN, no podrás decir lo mismo. Quizás en primero no haya, pero en los demás cursos, tendrás uno para alguna materia. Hay muchos, es genial.- comentó con gran fascinación que curiosamente, compartíamos.

-          Y ¿qué tal los entrenamientos se van complicando cada vez más?- le pregunté.

-          Espera… ¿estás entrenando? – dijo con la boca más abierta que jamás había visto.

-          Sí.- dije preocupada.

-          O sea que… ¿quieres volver a la Guardia?- dijo su tono de voz se apagó bastante pero no lo entendí.

-          Sí.- dije.

-          ¿Por qué?- preguntó asustado.

-          Pues porque… me gusta, bueno, lo poco que recuerdo parece un buen trabajo…- dije ya algo más asustado.

-          Pensaba que no querías volver… no después de lo que vivimos en Orión…- dijo, bajó la mirada, noté que se le escapaba una lágrima que no llegué a entender.


No recordaba eso, tampoco sabía que había pasado en Orión, de hecho, no sabía qué era. Pero no pude decirle nada, porque en ese momento, el metro paró, y tuve que bajar, me despedí de él saludándolo en la distancia con la mano con la intención de verlo mañana. Salí del metro, y me quedé allí observándole tras el ventanal, las puertas se cerraron y él siguió. Entonces, una mano muy grande tocó mi hombro derecho, me giré, era Uriel, sin decirle nada, vio que lloraba y me abracé a su cintura, él no pudo hacer más que quedarse allí aceptándome de esa forma. Como teníamos que salir de allí, Uriel me agarró en brazos y caminó por los dos hasta salir del portal dimensional y luego, abrió sus alas y volé en sus brazos, mientras que yo seguía llorando desconsoladamente.

-          ¿Qué te ha pasado mi amor? – preguntó muy preocupado Uriel.

-          No me lleves a casa, quiero hablar contigo antes de volver. Llévame algún lugar, pero no a casa, por favor…- le supliqué.

-          De acuerdo, vamos un rato al bosque…- dijo, con sus alas cambió la dirección para ir al río, en este caso era al otro lado del río.

Sentados bajo un árbol, iluminados por el baile de las hadas que aguardan el bosque de la Devesa, le empecé a contar sobre el chico de Ojos Verdes. En realidad eran las cinco de la mañana, quedaba una hora para que empezase a hacerse de día y en dos horas o tres, me “despertarían” para ir a clase en la escuela. 

-          Ha sido uno de mis mejores días de toda mi vida, Dary. Pero ese comentario no sé por qué, me ha dejado así. ¿Qué es Orión? ¿Por qué dije en esa vida que no quería volver a la Guardia?- le dije un poco desesperada porque quería saber las respuestas que obviamente requerirían más tiempo de lo esperado, días, semanas incluso años para saberlo todo, pero quería saber porque lloraba porque tampoco lo entendía.

-          Echa un vistazo en el cielo y comprenderás mejor esto… - dijo, él observó el cielo se veían las constelaciones perfectas, seguíamos en 5D, había muchas yo le escuché.- todas estas estrellas, son en realidad lugares muy hermosos dónde hay vida y existen otras civilizaciones distintas a aquí. Cada una de ellas, está agrupada en algo que se dice constelaciones, y cada una de ellas, aparece o es más visible según el paso de los meses, también tienen nombre, por ejemplo, esa de allí que parece un triángulo, es la constelación del triangulum, esa otra de allí, es la constelación Canis Mayor y esa de allí, al sur esa es la Constelación de Orión- dijo me quedé fascinada de lo hermoso que se veía todos los puntos de cada constelación.

Me quedé viendo Orión, como un reloj de arena, con cabeza, arco y en el centro tres puntitos alineados en diagonal. Muy curioso, porque mi corazón empezó a latir con fuerza.

-          Orión es un lugar muy especial, y tú, mi querida y amada Laia, estuviste hace mucho tiempo viviendo allí, mucho antes de venir a vivir en este planeta. Allí, te encontraste con este chico y vivieron dos vidas juntos, dónde en uno en particular cambió la existencia de nuestro Universo y ustedes dos, fueron participes de ese cambio. – la historia de Uriel parecía ciencia ficción, no sabía que se pudiera vivir en otros planetas, pero él lo sabía por algo, porque era cierto y si lo había comentado el chico era porque realmente ocurrió.

Me volví a acurrucar en su pecho mirando las estrellas, pero me sentía preocupada.

-          Entonces, ¿qué tiene que ver la Guardia con lo que él dice?- le pregunté.

-          Me gustaría poder contestarte, pero la verdad es que eso, tendrás que recordarlo a su debido tiempo. Él siempre irá un poco más avanzado que tú, pero habrá algún momento en que ambos estaréis en la misma vibración. – contestó Uriel.

“En la misma vibración” no sabía a qué se refería pero sentí que estaba lejos de conseguirlo. Era obvio de que estaría más avanzando que yo, se supone que es mayor y que empezó a ir a clases antes que yo, así que ¿Por qué pensaba Uriel que llegaría un punto en que estaríamos iguales? Siempre habría y habrá diferencia, no lo entendí en su momento, pero tampoco quise indagar más en eso, después de eso, Uriel me regresó en sus brazos hasta casa y enseguida mamá me despertó porque tenía que ir al colegio, ese fue el primer día en que dije que no quería ir, de nuevo tenía mucho sueño… pero tuve que ir, de hecho a partir de ese día, empecé a llegar tarde a todos los lugares.

Capítulo 26:

No quería llegar tarde, pero era inevitable mi cuerpo se sentía de nuevo unido tras el viaje astral solo unas dos o tres horas, las clases en la tercera dimensión empezaban a ser algo cargantes y María Ángeles notó que el rendimiento empezó a bajar bastante rápido, y un día ya cuando había pasado un mes, me invitó a salir de la clase para charlar mientras los demás compañeros seguían con sus actividades.

-          ¿Estás bien, Laia? Últimamente te veo con carita de sueño, ¿descansas por las noches? ¿Te vas a dormir prontito?- decía un sinfín de preguntas a las nueve de la mañana, una mala hora para indagar con preguntitas, apenas podía responderlas, el sueño crecía día tras días, porque las clases en IÓN eran cada vez más complejas, pero no podía decirle nada y solo asentía con la cabeza.- Cuéntame, ¿qué te pasa? – dijo con los brazos cruzados en el pecho, sus ojos mostraban preocupación…

-          Nada, está todo bien. Tengo sueño, nada más. Sí, me voy a dormir pronto, pero eso no soluciona nada.- contesté.

-          Sabes que puedes confiar en mí, si hay algo que te esté pasando, me lo puedes contar, ¿sabes?- dijo, insistía mucho pero no le podía decir nada.

Intenté ignorarla pero lo que hice fue mirar a Uriel y le hablé de corazón a corazón.

-          ¿Qué le digo para que deje de hacerme preguntas, Dary? – le dije.

-          Dile que últimamente tienes pesadillas y te despiertas por las noches- me aconsejó y le hice caso.

-          ¿pesadillas? ¿Fuiste al médico?- preguntó María Ángeles.

-          Evítalo. – dijo Uriel.

-          No me hace falta un médico, estoy bien, seño. ¿Puedo volver con los demás, por favor? – le dije y ella al fin me dejó en paz.

La verdad es que tenía razón, el rendimiento había bajado mucho, ya no me surgían cosas para crear, en plástica todo lo que nos hacían hacer con la arcilla, la plastilina o con tan solo reseguir un patrón con un pincho para cortarlo, incluso eso, de repente se me daba tremendamente mal. Muchas veces Uriel, tenía que agarrar mis manos y ayudarme a crear cosas, aunque salían un poco abstractas y no sabía cómo interpretarlas.

-          Dary, ¿Cuándo voy a dejar de sentirme tan cansada? ¡Llevamos un mes casi!- me quejé.

-          Esto forma parte del proceso de adaptación, mi amor. Pronto tendrás un poco más de energía para seguir con las clases aquí arriba – contestó siempre con esperanza de que esto era transitorio y que todo pasaría, aunque yo no lo sentía igual.

-          Pues deberás recomendarme que coma algo en especial para que me dé energía, no aguanto más…- le dije.

-          De acuerdo, puedes tomar un poquito más de chocolate, creo que hoy la iaia hoy trae chocolate para ti – dijo y me alegré.

Esa tarde me fui de clase acompañada de la iaia Filo, que efectivamente traía galletas con chocolate para merendar y un trocito de pan, en ese tiempo era la especialidad de ella, una de mis meriendas favoritas. Aquella tarde, tuve que irme con ella, pero no estaba ni mi tía Cristina con ella ni tampoco la Sofía, al parecer le habían apuntado a clases de inglés y algunos días tenía que ir y otros no. De hecho, muchos compañeros de clase, en esa edad habían empezado a ir a clases extraescolares y yo me preguntaba una y otra vez ¿por qué yo no? Aunque me alegraba la idea de que a las cinco de la tarde ya era libre del colegio, me sentía algo excluida al ver que la mayoría de compañeros se iban a esas clases juntos y yo con mi abuela o con el Titi… 

No era nada, pero cuando llegaba al día siguiente y contaban la jugada de esas clases por el cual yo no estaba apuntada, me sentía algo más excluida, aunque mi forma de socializar era diferente a lo que expresaban los demás, en cierto modo me sentía compañera de clase, no amigos pero sí compañeros. 

-          Mamá, ¿Por qué yo no voy a ninguna clase extraescolar? – le pregunté aquel mismo día a las nueve de la noche tras regresar de casa de mi abuela ya cenada.

-          ¿te gustaría? – me preguntó.

-          No sé lo que es.- le contesté.

-          Es hacer alguna actividad fuera del colegio que dure una o dos horas, ¿te gustaría?- dijo.

-          ¿Pero esas actividades serían con más deberes?- dije aunque a esa edad no tenía deberes solo de IÓN.

-          Puede, pero ¿cómo sabes lo de los deberes si nunca has hecho?- dijo.

-          Por los mayores, de otro curso, se ve que tienen muchos deberes y no les gusta por la cara de aburrido que ponen.- dije para esquivar el tema.

Ella se puso a reír pero yo no la entendí. 

-          Bueno, si quieres, le preguntó a la profesora si hacen alguna actividad después de clase y vemos si te apuntamos, ¿de acuerdo?- dijo.

De la emoción le di un abrazo fuerte y volví con Uriel a seguir jugando a nuestros juegos. Dos días después, mi mamá me apuntó a gimnasia que hacían en el mismo colegio los martes de 5pm a 6pm, me gustaba mucho porque hacíamos clase de gimnasia pero algo diferente, con muchos juegos de correr y saltar y lo mejor de todo, sin deberes. 

Pronto llegó la segunda excursión con el colegio, nos fuimos a Camprodon un pueblo muy antiguo al norte de Cataluña casi que hacía frontera con Francia, para ir a la fábrica de galletas Birba. Es una fábrica muy antigua que está abierta desde finales del siglo XIX y que se les conoce mucho por el tipo de galletas que venden en los supermercados, es la típica que la iaia Filo nos regalaba en aquel tiempo cuando iba a ser Navidad, más bien por el Santo de mi mamá el 23 de Diciembre. Ver su fábrica me impresionó muchísimo, nunca había estado en una, y me encantó verla des del inicio dónde colocaban los ingredientes en una gran cacerola gigante para hacer la masa, hasta las otras máquinas que les hacían cierta forma, porque además en la caja hay diferentes tipos de galleta, con azúcar, leche o chocolate incluso normales. Me gustan mucho aunque no son mis favoritas, pero si que son ricas. 

Esa visita en realidad fue más educativa de lo que pueden llegar a imaginar, porque dónde algunos veían artilugios raros dónde la masa entraba por un lado y al otro lado salía con la forma y el ingrediente especial. Yo lo que veía era lo siguiente… Uriel aprovechaba en las excursiones de este estilo en explicarme conceptos humanos propios del tiempo y el espacio que hemos ido haciendo a lo largo de nuestra historia en este planeta.

-          Esto se llama el proceso de construcción, mi amor. ¿Te resuena? – dijo Uriel.

-          Es el momento en que todas las piezas deben encajar entre sí…- dije.

-          A nivel físico sí, pero el proceso de construcción es a nivel social, es decir a todo el mundo. Imagina que aparece de la nada una semilla de manzana en las manos de una persona que a su vez, para poder plantar esas semillas, necesita la ayuda de cinco personas. ¿Qué crees que deben hacer para poder plantar esas semillas? – dijo Uriel.

Me dejó bastante estupefacta con ese ejemplo por eso intenté pensar en ello, imaginé a esas cinco personas y una con las semillas en las manos. Intentaba ver todos los puntos, y de lo que tendrían que hacer para que consiguieran plantarlas.

-          ¿Por qué las tienen que plantar?- pregunté.

-          Para que crezca un árbol y de más manzanas. – contestó Uriel.

-          ¿tienen que colaborar todos?- pregunté.

-          Sí. – dijo Uriel.

Me quedé pensando, mientras que el guía del grupo seguía explicándonos cosas de la fábrica que obviamente no presté atención, de galletitas a manzanas, cómo había cambiado la cosa en tan solo unos segundos. 

-          Creo que lo tengo… uno hace el agujero, otro coloca las semillas en el agujero, otro tapa el agujero, otro riega el lugar, y el último observa.- dije.

-          ¿Por qué observa? – preguntó.

-          Porqué tiene que decir si el proceso funcionó.- dije.

-          Interesante cómo lo planteas, mi amor. En la sociedad es algo parecido, uno plantea algo y otros aceptan hacerlo o no, y si lo aceptan, colaboran cada uno contribuyendo su parte para que lo que se haya planteado sea una realidad. ¿Comprendes? El mundo no se construyó solo, pero tampoco puede depender de uno solo para llegar a construir todo lo que se ha construido en la actualidad. – dijo Uriel.

-          Por eso las galletas no se realizan solas, uno tuvo una idea, y los demás siguieron la idea y colaboraron para que aquí y ahora estas galletas puedan tener su utilidad en el mundo, ¿cierto? – le dije para ver si lo había entendido, Uriel dijo que si con la cabeza y empezó a aplaudir de la emoción.

Con ese ejemplo me quedó claro que nadie puede depender de algo, pues todos tenemos nuestra función en el mundo, solo que debemos realizarla para que todo funcione. Son las piezas de una máquina, si las piezas funcionan mal, la máquina no funciona, en cambio si lo hacemos como debemos, entonces la máquina funcionará para su propósito.

Dos días después de esa excursión, era San Jordi, un día muy importante para Cataluña, que aunque sea un día importante no es festivo, es el día de los enamorados dónde las parejas o los familiares se regalan libros y rosas rojas. Esta celebración es el 23 de Abril y es muy hermosa porque en la plaza de la ciudad hay paradas de rosas y libros, ya no hace frío y se nota que la primavera empieza a florecer en los jardines de la ciudad. En realidad ese año fue muy hermosa, nunca lo habíamos celebrado en el colegio, los años anteriores éramos muy pequeños para entender la fiesta, la leyenda es algo especial y para los más pequeños quizás dé miedo. 

A partir de las diez de la mañana estuvimos en la plaza de la ciudad, rodeada de esas paradas y espectáculos que hacían otros niños de todos los colegios de la ciudad, pero a nosotros por edades, nos mandaron cerca de las escaleras para dibujar algo sobre la leyenda que nos habían contado nada más empezar el día.

La leyenda de San Jordi cuenta, que en una aldea muy antigua había un gran castillo que vivía un rey y una reina y una hija muy hermosa que era la princesa del reino, la aldea vivía en paz, hasta que un día un gran dragón que vivía en una cueva en las montañas salió de caza y atacó a los civiles de la aldea, cada día se llevaba a una persona para ser engullido por su hambre atroz. Ese dragón daba mucho miedo, el fuego que sacaba por la boca mostraba mucho respeto a los aldeanos y a los reyes del lugar. Un día, hartos de que el dragón secuestrara a uno de los civiles, decidieron reunirse y hacer un pacto, dónde se decidiría quién sería el último en sacrificarse, hicieron un sorteo y salió la princesa del reino elegida. 

La tristeza de los reyes no era motivo suficiente para que la princesa no hiciera lo que le tocase hacer, así que a la mañana siguiente, aunque sentía mucho miedo y tenía el corazón roto en mil pedazos porque perdería a sus padres que la querían mucho, se dirigió a la cueva del dragón para ofrecerse al sacrificio. El dragón cuando la vio, la invitó a dentro de la cueva, la agarró de malas formas y la princesa empezó a gritar por si alguien pudiera ayudarla. En uno de los caminos que provenían del bosque hacia la aldea y la cueva del dragón, cabalgaba un caballero junto a su caballo blanco, al escuchar esos gritos, empezó a cabalgar con gran rapidez hasta que llegó a la cueva del dragón, al ver a la princesa, bajó del caballo blanco, agarró su espada y empezó a luchar contra el dragón. 

La lucha fue atroz, pero el caballero clavó su espada en el corazón del dragón que murió desangrado, salvándole la vida a la princesa y a toda la aldea. El caballero al ver a la princesa, se enamoró a primera vista, y la magia de su amor transformó el río de sangre del dragón en un camino de rosas, el caballero agarró una rosa y se la entregó a la princesa con motivo de su amor, la princesa en su bolso que se había preparado, llevaba un libro y le entregó al caballero para mostrarle su amor hacia él. La princesa regresó a la aldea con el caballero, se casaron, fueron felices y comieron perdices.

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