Esa noche casi no pude pegar ojo, no sabía qué hora era,
pero no me sentía cómoda durmiendo en el colchón inflable, di varias vueltas,
mientras escuchaba los ronquidos de Jordi, que parecía que disfrutaba de mí
cama… soy generosa, pero mi cama es sagrada y no me gustaba ni me gusta
prestarla a nadie. De hecho los muebles que tenía en mí habitación no tenían ni
un año, son muebles muy especiales, construidos y diseñados por mis tres tíos
carpinteros Alfonso, Rafalé e Hilario. En ese tiempo, tenían un taller de
carpintería, dónde hacían muebles de cualquier tipo a medida y de diseño
exclusivo a buen precio y muy prácticos. Por eso el regalo de cumpleaños, fue
reformarme la habitación, para transformarla de un bebé a una niña, que ya era
lo que yo era.
Me quedé mirando el techo esa noche, apenas podía cerrar los
ojos, no podía parar de pensar en diferentes cosas, mientras que de fondo los
demás disfrutaban en los mundos de los sueños… Miré alrededor un momento, y en
la oscuridad de la noche, que a mí me daba mucho miedo, me sentí por primera
vez, muy acompañada y no era precisamente por mis primos, pues la compañía que
sentía pertenecía de otra dimensión.
-
Dary… ¿dónde estás?- susurré, exigiendo verlo.
-
Acá estoy,
mi amor… ¿estás bien? ¿necesitas algo?- dijo al mismo tiempo que noté sus
manos encima de las mías, su tacto era el que recordaba.
-
¿Por qué no han dejado la luz encendida, aunque
fuese la pequeña? Ya sabes que me da miedo, la oscuridad… y esta es mi
habitación…- dije algo indignada y bastante aterrada.
-
Jordi ha
querido apagar la luz… él está acostumbrado a dormir como los mayores. Pero acá
estoy, mi amor. Si lo deseas me tumbo contigo y te abrazas a mí. Yo te protejo…-
dijo tan protector y hermoso como él siempre es conmigo, lo acepté y mientras
que se estaba colocando, seguimos conversando…
-
No permitas que me duerma así, ¿ok?- le dije
aferrándome a su cintura.
-
Cuéntame,
¿qué te pasa?- preguntó Uriel, su curiosidad era tan importante que dejó
por un momento de prestar atención a los demás ángeles que había en la sala,
ángeles protectores de mis primos, para prestarme atención a mí.
-
Cada vez que cierro los ojos, veo a un monstruo
que me da mucho miedo. Me persigue y me dice y me da miedo, mucho miedo… ¿Por qué me pasa esto?- pregunté casi
al borde de las lágrimas.
-
Habrá
momentos en la vida en que te va a tocar elegir por qué camino quieres seguir,
mi amor. Este monstruo que te persigue, no es más que el peso que llevas, de
todo aquello que has elegido y has sido en otras veces que has regresado a
vivir una experiencia aquí en la Tierra o como lo llamamos nosotros Gaia. -aprovechó
para hacer una pausa para quedarnos en silencio, apoyé mi cabeza en su pecho y
seguí escuchándole – En cada vida que has
tenido, debes aceptar que tiene un peso que en esta vida te perseguirá, el
monstruo es una forma que tiene Gaia de mostrarte cuanto peso tienes encima.-
terminó.
-
¿Para qué?- pregunté.
-
Porque
este peso, son tus tareas pendientes que en esta vida tienes otra chance para
poder sanarlas y así superarlas para aprender de ellas. – dijo con una voz
serena y llena de amor.
Comprendí el mensaje, ese monstruo alto como de dos metros,
con poca carne y medio esquelético, en realidad eran todos aquellos asuntos que
por motivos que en ese momento desconocía, dejé sin terminar y que tenía que
sanar. Al principio me dio más miedo tener que enfrentarme a ello, porque huir
siempre ha sido una solución fácil, pero nunca la solución que elimina por
completo el problema, pues cuando te enfrentas a él, es cuando realmente estás
mostrándote a ti mismo, lo que realmente vales en esta existencia, si eres de
los que se limitan o de los que rompen todos sus límites.
En el momento en que sonaron las doce campanadas y estaba
haciendo por primera vez la tradición europea de comer doce uvas junto a las
campanadas del último día del año. El tío Hilario me agarró en sus brazos para
felicitarme la entrada al año 1999, un año antes del épico momento, el cambio
de siglo, me abracé a él y le deseé feliz año, mientras que él me susurró “Traigo buenas noticias para ti, querida. En tres meses, empezarás a ir a la escuela IÓN, te han aceptado finalmente. Serás la
primera de esta familia que empiece a estudiar en una escuela ajena a esta dimensión.
¡Felicidades, pequeña!”. Me alegré tanto que le di un abrazo gigante, hasta
que al final me dejó de nuevo al suelo, y pude felicitar a los demás miembros
de la familia.
Según lo que me había compartido Anasiel, entrar en esta
escuela no quería decir dejar la escuela convencional, sino todo lo contrario,
seguiría yendo a los dos colegios, solo que uno de ellos no se encuentra en la
dimensión dónde vivo, es decir la tercera dimensión (3D), pues esta escuela que
tanto se habían empeñado los Seres de luz se encuentra en la dimensión de la
Maestría, es decir en la quinta dimensión (5D). Por lo cual me había convertido
con casi cinco años de edad, en la primera de la familia en ser alumna oficial de la dimensión de la
Maestría, por lo tanto, al hacer esto, se convertiría en el
pistoletazo de salida para prepararme para mí famoso propósito de vida, que
seguía siendo todo un misterio para mí.
Dentro de mí me sentía como si hubiese ganado algo muy
importante que desconocía por completo, como si hubiese hecho unas pruebas para
hacer una competición, sin saber para qué exactamente, ni si me iría bien para
lo que tendría que hacer. En realidad la única prueba que tuve que pasar, fue
una visita de un Seraphín que estuvo conmigo durante dos días, charlando
conmigo y con Uriel, yo sabía que era importante, no me acuerdo de su nombre,
creo que no me lo dijo, pero resultaba ser de la escuela IÓN, por lo cual
hablaba en español, y pensé que la escuela se encontraría cerquita de casa.
Lo único que me preguntaba era ¿cómo se lo iban a tomar mis
padres todo esto? Pero Uriel me estuvo hablando de ciertas cosas importantes…
-
Para que
puedas asistir, deberás aprenderte unas normas de seguridad ¿de acuerdo? –
dijo.
-
Si claro. ¿cuáles?- pregunté curiosa.
-
A partir
de este momento, no podrás hablar en español con nadie de la familia, solo
catalán. Tú acento no cumple los requisitos de esta familia y para evitar
problemas antes de tiempo, deberás hacerte que no sabes ese idioma, pero podrás
escucharlo y entenderlo como siempre. – aprovechó para hacer una pausa, no
entendí bien a qué se referían con que no cumpliera los requisitos, pero acepté
igual.- deberás mantener en secreto hasta
nuevo aviso, que has entrado en el mundo de la Maestría, solo a la familia y
todo lo que te involucre en esta dimensión tercera, ellos todavía no están
preparados para ello. – volvió a hacer una pausa. Mantenerlo en secreto,
difícil, pero comprensible.- y la tercera
norma es que vas aprender a ser un Ser de Luz como nosotros, por lo tanto, todo
lo que aprendas solo lo podrás practicar acompañada siempre de uno de nosotros
y si lo autorizamos nosotros, fuera de la escuela no es recomendable que
practiques nada sino te lo decimos nosotros ¿de acuerdo? – su seriedad era
importante y lo comprendí.
-
De acuerdo. – acepté.
Tanto secretismo daba miedo pero al mismo tiempo, confiaba
que ellos sabían que si lo decían, era por una buena razón, por lo tanto,
confié y de hecho sigo confiando en ellos en la actualidad, porque siempre me
han intentado ayudar en todo lo que necesitaba ayuda, en cualquier momento que
fuera necesario. No entendía mucho, porque debía mantenerlo tan en secreto,
pero seguramente que todo esto valdría la pena, tenía esperanza de que fuese lo
que fuese esa escuela, aprendería mucho sobre los aspectos que realmente había
venido a aprender en esta encarnación.
De antemano ya tuve un problema bastante importante, porque
la familia de parte de mí madre, todos hablan en español, y a mí, los Seres de
Luz me habían prohibido hablarlo por sus razones (que no entendí en ese
momento). ¿Cómo se suponía que me iba a comunicarme con ellos? ¿Eso me daría
problemas de integración familiar? Esperaba que no, pero todo apuntaba a que si…
¿Por qué tenía que ser así en realidad? ¿Por la escuela? Me daba la sensación
que era por otra cosa (y así era). Sin querer, les obligué a mis primos y a mis
tíos a hablarme en catalán, cuando se pensaba que a lo mejor no entendía el
español y por eso no lo hablaba… yo en ese tiempo, tuve que hacerme la
catalana, por decirlo de alguna forma, porque a pesar de que me hacía sentir
como el culo, realmente no podía traicionar la promesa, hasta que los Seres de
Luz no dijeran lo contrario. Por eso fue difícil de explicar… porque además,
tampoco podía explicarlo, y con el tiempo se inventaron que había activado mi
parte catalana tan fuerte que parecía patriota o algo así… con la excusa de mi
familia Galí que es catalán.
¿Dónde podían ver que no entendía el español si todo lo que
veía en la televisión era en español? Si cuando estaba con los tíos, hablaban
solo en español… pero aún y así, seguía guardando mis razones, hasta que un día
tuve que pedir explicaciones a Uriel.
-
¿Me puedes explicar porque no puedo hablar en
español?- le pregunté.
-
El
problema es que tú español no es el mismo que el suyo, ¿entiendes? – dije
que no con la cabeza – De la misma forma
que el catalán tiene diferentes acentos, tú español tiene un acento muy
distinto al de los demás, y para no crear problemas o complicaciones, por un
tiempo deberás permanecer así ¿comprendes ahora, amor? – dijo con un
interés de que lo entendiera.
-
¿Por qué tiene un acento distinto? – pregunté
sorprendida.
-
Eso tiene
que ver con tú destino de vida, que ya te contaremos más adelante. Ahora
quédate con todo lo que ya estamos trabajando conjuntamente ¿de acuerdo? Ya
habrá tiempo para eso…- dijo.
No me esperaba esa respuesta. Pero antes de que pudiera
decir nada más, el Arcángel Uriel me agarró de una mano y me obligó a dar una
vuelta sobre mí misma, aprovechando de que teníamos música, ya que seguíamos
celebrando el fin de año, en este caso, la entrada del nuevo año… a las puertas
del siglo XXI. Una de las cosas que más me gustaba hacer por aquel entonces,
era bailar y mucho (incluso en la actualidad lo adoro), lo bueno es que a Uriel
también, eso era una de las cosas que más teníamos en común, junto a mi tio
Hilario y la familia en general menos mí padre… que en ese sentido, al ser
Galí, son más secos y el ritmo de la música no les dice mucho… supongo que la
gracia de los Garcia riega mis venas de música y ritmo.
Mi madre muchas veces me comentaba, que cuando era un bebé,
me acunaba en sus brazos, con música de fondo y ella bailando conmigo.
Recuerden, como me acunaban los ángeles, con música del coro de los ángeles,
que no tiene que ser precisamente música clásica, también era música del
momento. Ni se imaginan lo actualizados que están los seres de luz en ese
ámbito (Las veces que he visto a Uriel enganchado en la actualidad con un
reggeton y en ese tiempo con la canción argentina el baile del pimpollo).
De repente, en medio de la fiesta, un año se fue la luz y
nos quedamos todos mudos por un minuto. En el momento en que papá se iba a
revisar los plomos, la luz milagrosamente regresó, pero algo había cambiado en
casa, algo que los demás no pudieron darse cuenta, porque un ser muy brillante y
muy alto que casi tocaba con la cabeza en el techo, se presentó en medio de la
sala, dónde lo habíamos convertido en sala de baile. Al verlo me quedé
totalmente hipnótica, su pelo rubio ondulado hasta los hombros, su piel fina y
blanca, su sonrisa y sus ojos llenos de amor, su túnica blanca hasta las
rodillas y sus sandalias doradas, me dejaron inmóvil, observándole en silencio.
Recomendación: Angelo de Augustine - All your life.
HR.
HERO&Corporation.
No hay comentarios:
Publicar un comentario