lunes, abril 10, 2017

La Torre del Conocimiento



Días antes de que se realice el viaje a Montserrat, después del pasado miércoles, que he recibido muchos mensajes de la Hermandad blanca, tanto ángeles, maestros ascendidos, maestros Arcturianos…. Hoy quiero compartir con todos vosotros la visita de mi guía que es la segunda vez que se presenta ante mí de forma física, el nombre que resuena en mi corazón es Anasiel, pero lo que si sé es que es un Maestro Arcturiano, o sea de dónde yo vengo de la estrella de Arcturus en la constelación de Bootes, es la segunda estrella más brillante que se ve en el firmamento al lado de la Osa Mayor.

De alguna forma inexplicable cambié de dimensión de tercera que es donde estamos ahora y estamos intentando pasarnos a la cuarta, de hecho no lo estamos intentando, más bien lo estamos haciendo todos juntos, de forma consciente o inconsciente para los que todavía no han despertado, porque aún no es el momento o porque en esta vida no les toca. De alguna forma, mi guía me enseñó (con mucha ayuda) a cambiar de dimensión, ¿sabéis cómo lo hicimos? Pues la respuesta es bastante simple, reconociendo que cada uno de nosotros es un ser de luz, y el Amor del Padre nos llega al corazón, pero esta vez era en cantidades muy grandes, tanto que notaba como el corazón ARDÍA como si tuviese fuego, pero no era un ARDOR doloroso, sino que era un ARDOR hermoso, no dolía sino que era el AMOR INCONDICIONAL que nos dicen los ángeles, Jesús de Nazaret y nuestros guías. 

Esta era la primera vez que cambiaba de dimensión de forma física, es decir que yo durante un periodo de cuatro horas, desaparecí de mis aposentos, al cambiar de dimensión de cuarta hacia la quinta es cuando ocurrió. Y cuando pasó, el viaje se inició… para hacer el cambio tenía que ponerme en posición relajada, y para mantenerme concentrada, yo estuve todo el tiempo con los ojos cerrados, pero en ningún momento llegué a un estado parecido al dormir, estaba totalmente despierta.

Escuché la voz de mí guía que decía “cuando quieras puedes abrir los ojos”, aún me sentía alterada un poco por el paso de cuarta a quinta dimensión, la sensación de que me ardía el corazón de amor era muy agradable, pero la sensación que se mezcló al pasar de dimensión, fue la misma entre un cañón de plasma que te disparase en el pecho, con la sensación de que te vas a desmayar, que ves que caes y caes pero en un punto que casi sabes que vas a tocar de morros contra el suelo, esa sensación de densidad y pesadez, desaparece y te siente de repente mucho más ligera que de costumbre. Me tomé unos minutos, no sé cuántos, para volver a tener fuerzas de abrir los ojos, mientras tanto intentaba relajarme con el sonido de su voz, que era grave pero hermosa a la vez, una voz que no había escuchado nunca, solo en una ocasión hacía tres años, así que identifiqué enseguida que no estaba con el Maestro Jesús, porque su voz no es tan grave y tampoco con mi ángel guardián porque su voz más bien es más aguda. 

Abrí los ojos y me desperté en una habitación con las paredes de color dorado, la habitación era redonda y el techo hacía como una pequeña bóveda donde en el centro había un gran cristal, donde se podía ver brillar perfectamente la luz del Sol, pero no era el Sol que conozco sino que era un Sol mucho más vivo y amoroso. Me incorporé, no sabía que estaba encima de una cama, también vi que en la mesita de noche había un espejo parecido al que te compras para maquillarte en el baño, de esos medianos, en él de repente vi la cara de mi guía de Anasiel. 


Me impactó su presencia, mi corazón que seguía ardiendo, al verlo ardió más fuerte que nunca, enseguida comprendí la luz brillante que emergía ese lugar, tan hermoso, que no puedo explicar la luz que tenía. Llevaba un velo azul que le tapaban sus cabellos, comprendí que eran dorados porque el bigote y la perilla que llevaba eran rubios pero era un rubio tan blanco que parecía un anciano, aunque realmente no lo es, es joven para ser un Maestro Ascendido, aunque él ya me contó en otras ocasiones, que su misión es ser uno de ellos. Los ojos verdes más vivos que nunca, hacían juego con la perla que llevaba en la frente, su piel era blanca. Allí estaba Anasiel, sus ojos se encontraban con los míos en el espejo, sonrió mientras me colocaba la capucha de la túnica que yo llevaba puesta, noté sus manos que rozaban mis orejas, fue en ese instante cuando comprendí que eso que estaba viviendo no era una imagen simplemente, sino que era real, seguidamente me dijo “aquí tienes que llevarlo puesto de esta modo”, yo no pude decir nada, solo le contesté con una sonrisa que él mismo aceptó.

Anasiel me dijo cerca de mi oído izquierdo “Ven conmigo, te voy a enseñar este lugar”, me levanté y al girarme efectivamente estaba allí, rodeó la cama y me ofreció su mano gigante, parecían dos manos en una, yo le acepté y noté su piel suave, hermosa, su piel brillaba de luz de forma tan hermosa, que era indescriptible. La habitación tenía cuatro camas iguales, las sabanas eran azules, en ese momento me doy cuenta de cómo va vestido Anasiel, sus colores de la túnica también han cambiado un poco desde la última vez que él me vino a visitar, antes llevaba una túnica blanca con rayas doradas, pero ahora iba con una túnica con colores azules, verdes, amarillos y naranjas, estos últimamente son los colores que me persiguen en mi día a día, y ahora entiendo porque. 

Cruzamos una puerta de madera, que nos llevó a un pasillo, giramos hacia la derecha, íbamos al paso, es decir ni muy rápido ni muy lento, entonces cruzamos otra puerta y llegamos a una sala totalmente redonda y gigantesca dónde había mucha gente, que iban con túnicas como nosotros pero de muchos colores distintos, había niños, que Anasiel decía “esos niños son los de Montrat”, me alegró mucho de saberlo pero yo ya los había reconocido porque en una meditación de hace dos semanas tuve el placer de conocerlos, van con la cabeza rapada y con túnicas verdes, son de la misma estatura que un niño de doce años. 

Rodeamos la sala por el pasillo que rodea toda la habitación sin salir de ella, yo me fijo que hay mucha gente que pertenece a muchos lugares y distintas galaxias, todos estaban iluminados de luz, era todo muy hermoso, el corazón seguía ardiendo. Anasiel me iba diciendo “Esto es un punto de encuentro, aquí vienen muchos seres de luz procedentes de galaxias cercanas, que son de quinta dimensión”. También me doy cuenta de que todos iban con un Maestro, menos uno que era un Maestro que había algunos otros Maestros que hablaban con él y nosotros nos estábamos acercándonos a él, hasta que finalmente nos detuvimos delante de él, cuando Anasiel le dijo “Querido Hermano, te presento a Flor de Lis” así me llama él, tengo entendido que así es como me llamo cuando regreso a “casa” tras una encarnación hecha, es mi nombre Arcturiano.
El Maestro dejó de hablar con los otros, y se fijó en nosotros, primero se acercó a Anasiel, que me dejó de la mano para agarrar los antebrazos de él e inclinó la cabeza para tocarse con la frente junto a la frente del Maestro y sus narices se frotaban unos segundos, luego volvió a la posición en la que estaba, agarrándome de nuevo la mano. El otro Maestro que parecía el máximo representante de ese lugar, iba con una túnica blanca con un manto azulado, era un hombre igual que el mío. Me sonrío, cuando me estaba fijando que sus ojos eran dorados, y me dijo “Bienvenida a la Torre del Conocimiento, yo soy Amsa”. 

Recordé que alguna vez he recibido algún mensaje de él, pero en muy pocas ocasiones, este con quién más se comunica es con Sol Ahimsa. El Maestro miró a Anasiel y le dijo “Muéstrale el lugar, hermano”, Anasiel confirmó con la cabeza y seguimos el camino, salimos por la puerta de al lado y empezamos a subir por un pasillo que hacía subida, estuvimos un tiempo largo subiendo, ya que me parecía que estaba subiendo cuatro o cinco pisos, hasta que llegamos subiendo unas escaleras de caracol en la azotea del edificio. 

Me quedé enamorada y abrumada al ver dónde estaba, en lo alto de una torre, el Sol ya se estaba escondiendo, y la ciudad brillaba de luz blanca, era una ciudad enorme que jamás había visto, miré al cielo y era un cielo azulado precioso, me quedé apoyada en la barandilla, observando todo el paisaje, se podía ver que no habían carreteras que uniesen la ciudad con el bosque hermoso, dónde había plantas exóticas que jamás había visto y que eran lo suficientemente altas como para poder verlos desde allí. Anasiel estaba conmigo todo el rato, hasta que escuché su último mensaje que decía así…

Querida hermana de luz,
Ha llegado el momento de recordar tus poderes que tienes de tú vida como Arcturiana. El tiempo que tanto he visto que ansiabas, al final está aquí, durante estos últimos años, has aprendido lo básico para entender qué es ser un Ser de Luz, ahora empieza la misión que has venido a realizar. 

La Torre del Conocimiento, es una escuela, dónde enseñamos a todos los seres que han venido voluntariamente a aprender, los cuatros conocimientos espirituales, El Amor, Los colores, La vibración y la Esencia. Estos cuatro aprendizajes te servirán de ayuda para la primera parte de la misión, que de momento van relacionadas con la ascensión del Planeta Tierra. Pronto entregaré el primer código y nos volveremos a presenciar. 

En estos tiempos, mantén luz en tú corazón y verás mis enseñanzas.

Después del mensaje, volvimos a la habitación principal, pero antes de volver a mi dimensión, le abracé, fue hermosísimo. 

Lo siguiente que recuerdo es volver a estar a mi habitación, saltar de la cama que seguía sentada para irme al baño, ya que ya eran más de la una del mediodía y mis padres ya me estaban llamando para continuar mi vida como si nada, pero la verdad es que ¿cómo puedes continuar como si nada después de haber visto lo que he visto? Supongo que ya llevo un tiempo teniendo contactos parecidos, pero esto ocurrió la mañana del sábado, y realmente estuve cuatro horas que desaparecí, y de milagro que nadie de mi casa se dio cuenta, sino, ¿cómo le podría explicar sino están en la misma línea de conocimiento de la luz que yo? 

Pronto será el viaje a Montserrat, traeré noticias y si así es, pronto los sabréis. Un beso, os quiero mucho.

Recomendación: Tina Turner – Sarvesham.

HR.

HERO&Corporation.

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