viernes, febrero 16, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 189 [2T]

 ¡AVISO IMPORTANTE! Nos estamos acercando al final de la segunda temporada.


A pesar de ese pequeño accidente mientras que actuaba, el resto de la obra fue una maravilla, me lo estaba pasando en grande, estando entre bambalinas, escuchando todos en silencio lo que pasaba en el escenario para esperar nuestro pie y volver a salir. Cuando nos tocó bailar, fue la hostia en patinete, me sentía yo misma, a pesar de que siempre he sido muy vergonzosa pero al interpretar un personaje Laia se iba a un lado y aparecía el personaje como si tuviera vida propia. Creí que podía intentar profesionalizarme en esta vocación que sin saber de dónde había salido, sabía hacerlo, lo que las personas llaman que es un don.

Mis padres disfrutaron de la función, no solían ir a ver pastorets pero esta era especial, a mi abuela le encantó, pudo presumir ante las amigas que su nieta tenía un talento especial para la actuación, porque sino recuerdan mal, les dije que mi abuela no se perdía ninguna función del Tripijoc, y esa menos se lo podía perder. Durante la cena del sábado, mis padres lo comentaron a mis tíos Rafalé y Drakho, y yo aproveché la ocasión…

-        Papá, ¿y si me hago actriz?- le pregunté.

De repente un silencio nos invadió, la mirada asesina de mi madre decía que no estaba de acuerdo y la mirada de mi padre que parecía que hubiese dicho algo malo también decía que no era buena idea.

-        ¿Artista?- preguntó mi padre al cabo de un tiempo.

-        Si, adoro actuar, siempre me toca hacer protagonistas en el Tripijoc, algo de talento parece que tengo, ¿no?- dije.

-        ¿para que termines bajo un puente? ¡Deja de decir tonterías y céntrate en sacarte el curso!- esas fueron sus últimas palabras al respecto.

¡A la mierda la actuación! ¿Tenía que hacerle caso? No me atreví a replicarle, la situación habían enrarecido el ambiente y mi padre intentaba hablar de otras cosas con mis tíos, ignorando por completo lo que había dicho la “niña”. Con casi once años a la vuelta de la esquina no era edad suficiente como para que mi padre me tomase en serio, pensé que quizás cuando tuviera quince la cosa mejoraría… ¿ilusa? Puede…



Tras la Navidad, las cosas funcionaron sin ninguna novedad, excepto que las vacaciones de Navidad me hicieron sentir algo más humana de lo que era, porque a pesar de que con la Sandra no habíamos empezado con buen pie, durante esas vacaciones asistí dos veces a su casa (ella insistió). Entonces, fue cuando me di cuenta de lo que le estaba ocurriendo, su madre le golpeaba con el cinturón y le dejaba marcas en la cara y en los brazos, me enseñó unos cuantos moratones que tenía en los hombros que eran de latigazos del cinturón, por haberse permitido tomar postre una noche, cuando ella tenía prohibido tomarse postre. ¡Dios, no exageraba era cierto! Porque pillé a su madre gritándole y tratándola muy mal sin haber hecho ella nada.

-        ¿Y esta mala perra qué hace aquí contigo? ¡No quiero que esté en mí casa!- gritó su madre mirádome a mi.

-        ¿Disculpe?- dije.

-        ¡Callate es mí casa!- me gritó.

-        ¿Y yo una invitada que no le hecho nada y me trata así de mal?- le respondí.

-        ¡Eres una mala perra, ¿sabes?!- me amenazó la madre de la Sandra.

-        ¿Y usted se cree que es humana pero es un animal si trata así de mal a sus hijas?- le dije mirándole a la cara y a los ojos fijamente, sabía que si retiraba la mirada perdía el combate por suerte lo retiró ella y se regresó al cuarto.

Sandra se puso a llorar, le abracé e hicimos como que lo del verano no había pasado, me disculpé por mí ignorancia y le di una oportunidad. Ella no se merecía tanto dolor, mi compasión aquí me mostró que a veces una sin saber cómo la puede cagar y mucho.

-        Siento mucho que hayas visto esto.- dijo la Sandra entre sollozos.

-        No te preocupes. Aquí lo que sí que me preocupa es la forma en como sacas este dolor. Me separé de ti por tus malas compañías, pero si quieres que esté a tú lado, me tienes que prometer que las vas a dejar, porque si no acabarás muy mal, Sandra, ¿comprendes?-  le expliqué.

-        Lo sé, pero hacer esas cosas me hace sentir mejor… o no sé…- dijo ella super arrepentida de todo.

-        No creo que te hagan sentir mejor lastimar objetos urbanos o a alguien. ¿Te gusta que tú madre te trate así?- le dije.

Ella me miró y dijo que no con la cabeza.

-        Entonces, no trates igual a los demás, dales lo que necesitan y ansían tener, un amigo que les dé cobijo en los malos momentos, y alegrías para compartir en las buenas.- le dije.

-        ¡Eres mí mejor amiga, Laia!- dijo la Sandra y nos abrazamos.

Fue cuando empezamos a quedar más a menudo, incluso vino a mi fiesta de cumpleaños en mí casa. Para hacerla feliz cuando venía muy machacada mentalmente por su madre, poníamos un CD y nos poníamos a bailar, fue cuando ella me quiso dar clases y en el garaje de mí casa empezamos a bailar como ella hacía, un poco de flamenquito, luego Pop, reggetton…

Poco a poco ella dejaba de ser tan tóxica al tenerme a su lado y ver que si ella es simplemente ella y no proyecta sus emociones negativas en las demás personas, puede tener amigos de verdad, algo que ansiaba tener. Así que esa semana santa hablé con mis padres y la invitamos a venir a Sitges, aunque mí tío Drakho nos advirtió de que habían puesto a la venta los terrenos de allí, y eso quería decir que iba a ser nuestro último viaje allí. Se acababa mi infancia, estaba triste pero había llegado el momento de enfrentarme a la adolescencia, ese mundo que daba mucho miedo, pero por lo menos cuando echase la vista atrás y recordase Sitges, siempre tendría una sonrisa en mi rostro.

Despedirse de Sitges, fue muy duro. Como vino la Sandra con nosotros, ella y yo decidimos dormir juntas en la caravana, allí había dos camas, le di la mejor cama porque yo siempre soy así, a mis invitados les doy lo mejor, y yo me quedé en aquella que daba un poco de miedo que por la noche no se plegase en el armario. Mis padres se quedaban en la habitación del pasillo, la única que era de matrimonio la cama. Nos lo pasamos muy bien, solo encendíamos la televisión para ver las noticias y como mucho para ver dibujos por la mañana.

La primera noche, no sé como fue, pero nos quedamos dormidas las dos en la misma cama, estábamos hablando y hablando que al final nos quedamos las dos allí, pero ya las otras noches ya cada una en su cama. Nos pasábamos el día ella y yo paseando por los terrenos, probando ciruelas que ya habían salido, comiendo manzanas de los árboles, y de repente a la Sandra le vino por hacer papiroflexia con pañuelos de papel, a mi madre también le gustaba hacer eso, yo me apunté pero no se me daba tan bien, de hecho hacer manualidades se me hacía demasiado pesado.

Les dejé haciendo rosas de papel y de colores, mientras que yo me fui a ver al Bilbo y me puse a jugar con él, que con la compañía de la Sandra le estaba dando un poco de lado y yo le echaba de menos. A la Sandra le gustó tanto la papiroflexia que se pasaba horas y horas haciendo cosas, incluso le compramos un libro que encontramos en el mercadillo de la ciudad y estaba encantada. Allí fue cuando empezamos a hacer actividades por separado, a mi me gustó porque estaba acostumbrada a jugar con los ángeles y con la compañía casi no pasaba tiempo ni con Uriel ni con Gabriel (que al dormir en la misma habitación que la Sandra no podía venir a dormir conmigo Gabriel).


Estaba en la hamaca de sentar, leyendo una revista bajo los pinos, la brisa de primavera azotaba suavemente las hojas de los pinos y el Sol se escondía tras ellos. La calma se podía palpar en el ambiente, de fondo se escuchaban los pájaros algunos bichos más, pero nada más, el ruido de las ciudades era historia en ese momento. Entonces escuché pasos que se acercaban y que venían del segundo terreno, esos pasos eran calmados y se detuvieron detrás de mí, me giré y allí estaba el Arcángel Gabriel mirándome con sus ojos brillantes y su expresión más amable, junto a esa sonrisilla tan bonita que siempre me ofrecía.

-        ¿Qué estás leyendo? – me preguntó Gabriel.

Él agarró con una de sus manos una de las cuerdas de la hamaca, inclinó la cabeza hacia un lado y se inclinó hacia adelante.

-        Un artículo sobre las pirámides de Egipto y de tutankamón.- le dije.

-        ¡Uy, me interesa! ¿a ver? – dijo acercándose a la revista.

-        ¿Y si nos tumbamos en la otra hamaca?- le sugerí.

-        Vale. – respondió Gabriel.

Me levanté y nos fuimos hacia la otra hamaca que era para tumbarnos, pero en vez de tumbarnos juntos, nos sentamos él a un lado y yo al otro, le ofrecí una de las páginas de la revista y nos pusimos a leer.

-        ¿Te gusta la historia? – preguntó Gabriel.

-        Si, la adoro. Saber lo qué pasó, o ver qué es lo que la humanidad piensa qué pasó, me ayuda a comprender muchas cosas que la humanidad está haciendo actualmente. – le respondí.

-        ¿Qué parte de la historia te gusta más? – preguntó Gabriel.

Le señalé las pirámides, y él sonrió.

-        Me llaman mucho la atención, no sé porqué…- le dije.

-        Si, las recuerdo. Dijeron que serían importantes para la eternidad y para los dioses…- comentó Gabriel.

-        ¿Cómo dices?- dije.

-        ¡Vamos, Laia! ¿no lo recuerdas? – dijo Gabriel mirándome a los ojos.

-        ¿Debería?- dice frunciendo el ceño.

-        Si, estuvimos allí. – respondió el arcángel Gabriel.

Arqueé las cejas, quería preguntarle más, pero no me salían las palabras. Alguna cosa había recordado pero no la construcción de las pirámides.

-        ¿Yo vi la construcción de las pirámides?- le pregunté.

-        Así es. Lo vimos juntos. ¿Por qué lo dudas? – él preguntó.

-        Aún no recordé eso. Digo, que recuerdo haber estado en el antiguo Egipto pero, tengo recuerdos muy saltados y desordenados. – aclaré.

-        ¡Qué pena! Porqué cuando lo recuerdes, entenderás muchas cosas. – dijo Gabriel suspirando.

Lo poco que recordaba, no recordaba la presencia de Gabriel, pero por lo que acababa de confirmar, ya nos conocíamos.

-        Fue una bellísima experiencia estar en el antiguo Egipto, en los orígenes de esta belleza construcción… - explicó admirando la foto de la pirámide de Keops.

-        ¿En esa vida hablaba contigo o ya no estaba conectada?- le pregunté.

-        Siempre has hablado conmigo, en todas tus vidas, Laia. – respondió con una pequeña sonrisa.

-        ¿Pero Uriel me dijo que no volví a conectar con los ángeles hasta esta vida?- le pregunté.

Gabriel me volvió a mirar y me dio un besito en la mejilla pero no respondió a mí pregunta.

-        Conmigo, siempre encontrabas la forma de hablarme – dijo.

Gabriel agarró la revista y pasó de página, seguimos leyendo el artículo.

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HR.

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martes, febrero 13, 2024

Siento Compasión

 

La emoción que todos andamos buscando como humanidad, no es la comprensión sino que es la compasión. Cualquiera te puede entender, pero ¿quién puede hacerlo sin celarte y sin hacerte creer que no eres merecedor de lo que te sucede? En este mundo, se cuentan con los dedos de una manito, personas que sean así, que se alegran por ti cuando pasan cosas bonitas, y cuando te pasan cosas malas, se queden a acompañarte y escucharte. ¡Me da vergüenza decirlo pero es muy cierto! Vivimos en una sociedad dónde le damos más importante a la imagen que le das a los demás, con si tienes un casoplón o si tienes un auto de lujo, para aparentar riqueza, en vez de intentar comprender a tus amigos y tener compasión por ellos, que al fin y al cabo ellos si son de verdad, moverán la luna por ti, y tú por ellos.


No tiene el mismo valor sentimental, una sonrisa de alguien que te cuenta algo gracioso y te quedas horas y horas doblado de la risa, con que te haga risa un video de Tik-Tok que ni siquiera lo ha hecho con amor, solo para ganar seguidores y visualizaciones, con algo que es fácil de conseguir (caídas, cachorros,…). No tiene el mismo valor sentimental, quedar con tu amigo a charlar de tus problemas y de los suyos, que estar a su lado en silencio mirando el celular o hablando con otra persona pero ignorando a la que tienes al lado que es con quién has quedado. ¡DESPIERTA, CHAVAL!

Imagina que cuando te vayas de casa a la calle, para ir con tus amigos, sea la última vez que veas a tú madre que te diga que te ama. Imagina que a la que vuelvas a casa, tu madre ha tenido un accidente y ha muerto o ha quedado invalida de cuello para abajo y no puede hablar más contigo porque incluso el accidente le ha afectado el habla. ¿Qué harías por ella para que volvieras a escuchar esas palabras que son tan importantes “hijo, te amo” sabiendo que nunca más podrá hablar contigo? ¿Tendrás un móvil para mandarle What’s app? ¿Tendrás mucho dinero para regalarle un Lamborghini? Cuando ella tan solo necesitará tú compañía para que le ayudes a comer y a estar con ella… ¡solo quiere eso de ti, compañía y mantener esa relación! Al fin y al cabo, es gracias a ella que estás aquí… ella calentó el bollito para que pudieras nacer, y te olvidas todos los días de esa labor tan importante, que sino fuera por eso, la humanidad no existiría.

Siento compasión por la humanidad, cada uno tiene su propio sistema emocional y recibe y gestiona como puede, pero eso no es excusa para ignorar a lo que realmente estarán allí contigo si te pasa algo el día de mañana. Yo tengo a mi madre físicamente en esta dimensión, pero no me puedo acercar a ella porque es muy tóxica, me lastima mucho, por eso mantengo ciertas distancias con ella, y ella nunca ha conocido el amor de verdad, el amor incondicional, tiene muchas traumas infantiles y está bastante herida, la niña interior está tan herida que todo que se acerca a ella le ataca casi a matar. ¿Qué siento? ¡Me siento tan mal tener que ir dejándola a ratitos porque yo quiero aprovechar el tiempo con ella y aprender cosas, consejos que ella solo me podría decir, pero no es posible! Solo es posible si me pongo a ver series que ella ve, para poder hablar de algo, porque de nada más hablamos. La respeto, la intento ayudar pero ella no quiere y no puedo hacer nada por ella, solo puedo sentir la compasión hacia ella.

Maestro Jesús dice “¿amas a tu madre? ¿amas a tu padre? ¿amas a un asesino? Cuando comprendes que todos han tenido el mismo amor pero no lo han vivido igual, comprenderás porque un asesino debes amarlo a pesar de que haya matado a alguien cercano a ti, porque su educación ha sido distinta pero es hermano tuyo igual que todos lo son contigo, la humanidad se merece ser amada por ti, si sabes hacerlo, conocerás el verdadero sentido del amor incondicional, pero sino lo intentas, la duda te va a separar de sentir el amor incondicional”.

La compasión me ayuda a no olvidarme de que no soy nadie mejor que nadie, que tanto tú, que ni conozco quién eres, no eres mejor que yo, tanto tú como yo, somos humanos viviendo una experiencia humana en las mismas condiciones ambientales. 

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 HR.

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viernes, febrero 09, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 188 [2T]

 

Ernesto tenía algo particular en una de sus manos, le faltaba medio dedo, concretamente el dedo anular de la mano derecha. Nunca supe qué le pasó, pero a mi me daba un poco de cosa, no se si recuerdan que el verdadero motivo por los cuales empecé a usar cojín en la cama, fue porque tenía pesadillas. Había una entidad del reino de la obscuridad que me había amenazado con cortarme los dedos de la mano si no empezaba a usar cojín a la hora de dormir. Puede parecer una tontería ahora, pero en su momento… me daban miedo las personas que tuvieran un miembro amputado, por suerte, lo superé. Aunque en ese tiempo, fue mi primer contacto con alguien que le faltaba una pequeña extremidad y me daba cosa, cuando sin querer ponía esa mano encima de la mesa y movía el dedito… ay que mal la pasaba… pero no tenía la culpa él, eran cosas mías.

Me apetecía mucho la asignatura de Teatro, especialmente porque por fin había llegado un curso que estaba esperando desde que entré a este colegio, y es que todos los de este curso haríamos la función de Pastorets versión de Josep Maria Jornet i Bonet. El director serian dos el Ernesto y Toti, a la que pasaron dos semanas, fue cuando empezó el reparto de papeles, sin hacer ningún càsting directamente se sortearon los papeles.

-        ¿Que levanten la mano quién quiere ser de los 7 pecados originales?- preguntó Ernesto al curso.

Medio curso levantó la mano, normal era un papel muy solicitado entre ellos, yo también levanté la mano. Es que entre ser el ángel Gabriel (anunciador de los pastores, que en esta versión lo hacía cantando en un micrófono delante de todo el mundo) a ser uno de los 7 pecados originales, me quedo en demonio (aunque solo puedo serlo en una obra de teatro). No hubo otra que hacer un sorteo… en el primero uno tuvo que pensar un objeto de su estuche y esconderlo en su espalda, los que lo habían adivinado (yo incluida) pasaban a la siguiente ronda del sorteo. Y en esta segunda ronda, Toti escribió un número detrás de un papel que escondió, y preguntó… quién adivinaba el número seria pecado original (yo lo acerté y conseguí un papel muy interesante) el número era el 8.

-        Laia, tú harás de envidia, ¿te parece bien?- dijo Toti.

-        Genial, gracias.- respondí ilusionada.

El papel no lo supe hasta al día siguiente, que fue cuando nos repartieron los guiones, tenía que aprenderme un párrafo y luego tenía que aprenderme una coreografía y más tarde una actuación más pero era solo acción. O sea que en total, salía a escena unas cinco o seis veces, en toda la obra que está compuesta de 10 escenas más o menos, no estaba mal. Esta fue la primera obra de teatro en que NO fui la protagonista, pero en el Tripijoc siempre lo era, me gustaba pero me gustó aún más compartir escenario con mis compis.

En esta obra, aunque todo vaya entorno a dos personajes LLUQUET i ROVELLÓ realmente no es una obra para ser el protagonista, todos los personajes, excepto algunos pastores por ser tantos, tienen su momento de gloria en escena y eso me gusta mucho. Claro está que quizás SATANÁS tenga más letra que los 7 pecados, pero está bien integrado que ninguno se haga el prota.

-        ¡Mamá, mamá… me ha tocado ser de los 7 pecados originales!- le dije a mi mamá aquel mismo mediodía en que volví a casa con el guión en mano, con muchas ganas de estudiar de inmediato.

-        ¡Qué bien, hija!- dijo mi mamá, era de las pocas veces que se alegraba de algo que hacía.

-        Voy a hacer de ENVIDIA. ¡Es gracioso, porque yo no soy envidiosa!- le dije riéndome.

-        ¿Estás segura que no lo eres?- dijo mi madre para picarme en plan irónico.

-        No, no creo… pero tu…- le dije, y se puso a reír.

Mi padre también se ilusionó mucho con la obra, tanto que él insistió en hacerme los cuernos que tenía que llevar durante la obra. ¡Ay madre…! Mi padre es un fanático del papel maché, y la gente del curso que le tocó hacer de demonio, bueno optaron mejor para comprar unos cuernos, antes de intentar hacerlos ellos mismos. Y sinceramente, suerte tuve que mi madre no me tuvo que hacer el traje, porque era todo material de compra íbamos camiseta manga larga negra, leotardos negros (todo el día así) y una capa roja que tuvieron que comprar, pero al final el Tripijoc se lanzó una manito y nos la prestó. El tridente ya lo tenía el colegio, algo que habían conservado de largos años de hacer la obra, es que en verdad no teníamos equipo de vestuario especial, por eso los padres tuvieron que colaborar un poco.

-        ¿Repasamos el texto desde arriba, Laia? – dijo Uriel en la salita.

-        ¡Dale!- respondí.

Era mi primer ensayo, y como ya habíamos repasado tres veces, dejé el guión en la mesita de la salita, Uriel se puso a un lado. Me quedé un momento con los ojos cerrados para concentrarme, y cuando los abrí, caminé hacia la puerta de la terraza.

-        De esta pequeña fortuna, si la deseas es toda tuya. Del más rico, vuelvo ciego y del más pobre de hambre es mor. Todo este dinero, es para ti.- dije entonando y ya creyéndome encima del escenario en el estreno.

-        ¡Muy bien! ¡Bravo! – Decía Uriel con aplausos.

Parecía que había nacido para este mundo de la actuación, a pesar que ya les he contado mis pequeñas aventurillas en el teatro, esta vez me lo tomé diferente, quería estar a la altura del personaje, aunque solo tenía estas frases, quería que las demás acciones saliesen a la perfección. Aunque me lo tomé muy en serio, disfruté de cada momento y parte de la función, incluso de aquellos ensayos en que ni siquiera a los demonios nos sacarían al escenario. Pero si que era mi primera vez actuando en un pequeño escenario, eso para mí ya eran palabras mayores. De actuar siempre en el patio del Tripijoc o en la sala de juegos, a un escenario de verdad aunque fuese pequeño… era un salto importante, que empecé a plantearme si quizás de mayor podría ser actriz.


Se iba acercando las navidades, y eso quería decir que la noche del estreno estaba muy cerca. Mis padres estaban interesados en venir a la función de padres, y yo estaba muy ilusionada para mostrarles que esto se me da bien. Para que saliera todo perfecto, les dije a mis padres que la función era media hora antes de lo que era en realidad, ya que siempre se retrasaban como veinte minutos, esta vez, vendrían a la hora y me verían actuar, ya que mi aparición era en la quinta escena.

La función de padres sería a las nueve de la noche, qué raro fue ir a clase a las ocho de la tarde, que ya estaba todo oscuro, pero teníamos que terminar de cambiarnos en el baño, dejar las cosas en la clase, fíjense que miraba por la ventana para ver el patio y no se veía nada, todo estaba oscuro. Me dio algo, la verdad yo y la oscuridad en ese tiempo no éramos muy amigas, es decir que siempre respetaba cada uno su lugar. Tenía un poco de miedo pasar por los pasillos oscuros, solo se iluminaba nuestra clase al final del pasillo, no quedaba otra que hacer ver que me había alistado como guardiana para vencer esos miedos tan difíciles para mí. Pero ni se imaginan, porque terminaba corriendo por el pasillo como si e persiguiera un fantasma enojado o algo así… no veía pelis de miedo a esa edad, pero había vivido cosas que las pelis de terror parece caricaturas.

Gerard fue quién me maquilló, porque no podíamos ir al baño a maquillarnos, porque solo había luz en clase, así que decidimos los demonios maquillarnos por parejas. Y luego, dejamos las cosas allí, y nos fuimos hacia la sala de actos, pero nos llevamos una sorpresa, la puerta que llevaba a las escaleras dónde se suponía que siempre teníamos que ir, estaban cerradas con llave, no sabía cómo había pasado si habíamos entrado por allí. Las puertas no estaban automatizadas, no sabíamos qué había pasado, así que decidimos ir a probar si la escalera de los profesores si estaba abierta, pero tampoco… nos habíamos quedado encerrados en el penúltimo piso. ¡Ay madre! La función empezaría en diez minutos… y los demonios tenían que salir en la segundo o tercera escena… ¡ay madre!

Pasaron diez minutos, intentando gritar a ver si alguien nos escuchaba pero nada. La desesperación fue creciendo, hasta que al final escuché detrás de mí una risa que conocía demasiado bien, me giré y con tan solo la luz que emitía nuestra clase, pude ver en las sombras a Gämael apoyado en la pared mirándome directamente a los ojos mientras me mostraba en una de sus manos un juego de llaves.

-        ¡No van a ir a ninguna parte! ¡Ustedes son míos! – dijo Gämael seguido con la risa malvada.

-        ¡Dame eso!- grité, pero como los demás gritaban de desesperación y algunos lloraban ya, nadie se percató de esto.

-        ¡Se te da horrible interpretar la maldad! Tienes un corazón demasiado blanco para este trabajo, que se hace a través del arte de ser… malo. – decía Gämael regocijándose de su poder.

Intenté ir hacia él para quitarle las llaves, pero aparecía y desaparecía por el pasillo a su antojo. Miré hacía atrás para asegurarme de que nadie me estuviera viendo, entonces miré a mi derecha dónde estaba Uriel.

-        De acuerdo. – susurró Uriel.

Volví a correr hacia Gämael, pero cuando intentó desaparecer, en mis manos tenía una bolita de energía blanca azulada, que le atravesó el pecho y le impidió saltar, de sus manos se le cayeron las llaves. Gämael gritó de dolor pero cuando me vio que me acercaba, me atacó con una llave de judo, pero me agaché agarré las llaves, le di un puñetazo con la palma de la mano en el estomago y salió unos metros hacía atrás, impulsado por la energía de mis manos, y cuando se quedó mirando, me preparé para la siguiente llave, pero él simplemente gritó de rabia y desapareció.

Abrí la puerta, nadie supo porque tenía las llaves yo, les dije que las había encontrado en la mesa del profesor, y pudimos ir a la sala de actos. Los entrenamientos para estar en la Orden de San Miguel habían servido de mucho, y me alegraba que pudiese usar de esas herramientas, antes de permitir que él se saliera con la suya. La función fue una maravilla, con un pequeño percance, y es que cuando salí y tuve que decir mis frases, las dije sin problemas mirando al público. Con la luz no veía nada, pero vi como una mano se alzaba y saludaba (eran mis padres y mi abuela, ¡que bonitos!), pero al final vi cinco arcángeles, entre ellos estaba Miguel, Raffaello, Gabriel, Saryel y Melchizedeck. En el momento que fui a recoger el billete de 50 euros falso que me habían dicho que tenía que tirar en el suelo para mis frases… los cuernos que me hizo mi padre, eran de cartón piedra (su especialidad) pero pesaban mucho, pues a la que miré abajo para recoger el billete, los cuernos literalmente se me cayeron al suelo y la gente se empezó a reír. A mi me entró una vergüenza que recogí los cuernos y volví a mi lugar, ya lo decía Freddie Mercury the show must go on

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