domingo, abril 10, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 132 [2T]

 

-        ¿Interrumpo algo?- escuché la voz de una mujer que estaba justo detrás de Gabriel y de mí, ambos nos giramos.

-        ¡Hola! No adelante.- le dijo Gabriel.

La mujer era muy bella y alta, llevaba una túnica roja que le brillaba, aunque tampoco hacía tanto calor ese día, llevaba la capucha puesta, sus ojos eran azules, llevaba el pelo trenzado rubio a un lateral del hombro, su sonrisa era hermosa y muy contagiosa. Las abuelas no la podían ver, así que supe que era un Ser de Luz pero al ver que no tenía alas, sabía que era una Maestra Ascendida.

-        Laia te presento a la Maestra Ascendida Lady Nada, o como tú la debes recordar María Magdalena, la esposa del Maestro Jesús. – me la presentó Gabriel.

-        ¡Hola!- le dije sorprendida me lancé a sus brazos, sentía dentro de mí que la conocía de otra vida por eso me alegraba tanto de volver a verla.

-        ¡Bienvenida a Lourdes, Laia! – dijo muy amable Lady Nada.


Ese sentimiento de familiaridad últimamente era muy frecuente entre Seres de Luz, a pesar de no recordarla, simplemente con sentirlo dentro ya era una señal de que era verdad. Gabriel se puso a hablar con ella, perdí el hilo de la conversación al contemplar las vistas e intentar no dejar de mirar a las abuelas para que no sospechasen de lo que estaba ocurriendo a mi lado. Todo parecía bastante controlado y tranquilo…

-        No es buena idea que se lo digas, Gabriel. Ella necesita caminar, si debe ser, dios la pondrá en el camino. – le decía Lady Nada.

-        ¡Lo sé, Magdalena! Pero es que… ¿tú te alejarías de Jesús si volviese a encarnar? – le preguntó Gabriel, se le veía cabiz bajo algo que no era muy usual viniendo del Gran Arcángel por el cual todos los seres de luz tenían un gran aprecio.

-        Si es la voluntad de Dios, si. – respondió Lady Nada.

-        Está claro que no lo entiendes…- comentó Gabriel.

Lady Nada le dio una colleja a Gabriel que se quejó enseguida, pero la cara de molesta de ella simplemente le sirvió para que Gabriel le pidiera disculpas por el comentario. Yo simplemente me reí, me gustaba saber que no era la única que intentaban ponerle de los nervios… si éramos familia, se notaba en la forma de reaccionar.

-        Bueno, ¿alguien me va a contar porqué estamos aquí o seguirán hablando de mí como si no estuviera?- les pregunté a los Seres de Luz.

-        Tienes razón, mi querida Laia. – respondió con una sonrisa Lady Nada.- El motivo de tú visita era, para que nos conociéramos de nuevo y para decirte, que cuando quieras subir aquí, estaré encantada de escuchar tus problemas y ayudarte en lo que sea necesario, tanto yo como mi esposo. – terminó de decir Lady Nada.

-        ¿Tu esposo?- dije mirando alrededor si lo veía.

-        El Maestro Jesús, Laia. Te lo he comentado antes, mientras subíamos… - dijo Gabriel arrugando la frente.

Lo acepté sin más. En ese momento mi abuela empezó a caminar hacia la Ermita, la Maestra Lady Nada subió tan rápido la colina del final que no la pude atrapar.

-        Lo siento pero no tienen permiso para entrar en la ermita, tus acompañantes no están en sintonía, pero tú si lo deseas, puedes entrar. – me dijo Lady Nada.

-        No gracias, si ellas no pueden yo tampoco.- le dije.

Lady Nada puso los ojos como dos naranjas. Gabriel simplemente se puso a reír para ser amable.

-        Será mejor que les cierres la puerta antes de que entren sin permiso, Magdalena. – le dijo Gabriel.

Lady Nada accedió y volvió a correr, cerró la puerta de madera con la llave de hierro antigua que tenía y se quedó a un lado, cuando la Pepeta intentó abrir la puerta y vio que estaba cerrada, se puso algo triste. Mi abuela lo comprobó y se puso igual de triste.

-        ¡Qué pena, con la ilusión que me hacía rezarle un rosario a la virgen de Lourdes!- susurró mi abuela.

-        Yo le quería entregar esto, una estampita de la virgen de Guadalupe de nuestro viaje a Nuevo Mejico.- dijo la Pepeta mostrando la estampita, al final la dejó debajo de la puerta de madera con la intención de que quién tuviese la llave aceptaría el obsequio.

Estaba claro que vibrábamos muy diferentes mi abuela y yo, porque sin tener que rezarle a ninguna virgen, tenía a mi lado a la esposa del Maestro Jesús y también la presencia del arcángel san Gabriel. Desde muy pequeña entendí que los rezos de la religión cristiana no sirven para conectar con Dios ni con las divinidades, pero si para mantener las mentes ocupadas, mientras que esperan el milagro caer del cielo.

-        ¿Cuándo veré al Maestro Jesús?- le pregunté a Lady Nada.

-        Él solo se deja ver cuando Dios lo permite, pero no te preocupes que Jesús está al tanto de todas tus cosas. – respondió Lady Nada.

Con casi siete años y medio aún no había tenido el placer de verlo y charlar un rato con él, era extraño sabiendo que los demás Seres de Luz no tenían ningún problema en venir a charlar un ratito. ¿Por qué con Jesús era diferente todo?

En el momento en que llegamos de nuevo a casa, tenía tanta sed que me bebí dos vasos de agua fría de golpe, entonces tenía que esperar que mi madre me viniese a buscar, así que me puse al salón a jugar con los almohadores del sofá a hacer una especie de automóvil y cabaña, como si me imaginase que así volvería a mi casa, si a los lados del sillón tuviese ruedas, lo hubiese intentado. Del mismo modo de aquel gag de Mr Bean, cuando compra un sillón en las rebajas de Enero y como compra tantas cosas, no puede manejar su auto, y decide manejarlo subido al techo de su auto sentado en su nuevo sillón. ¿Se imaginan eso en la vida real? ¡Qué risas y qué divertido yo me apuntaría!

Uriel seguía sin venir, así que Gabriel se pasó el tiempo intentando jugar conmigo, pero yo no le dejaba, así que se quedó sentado en el otro sofá de brazos cruzados encima de su pecho, mirándome fijamente arrugando la frente. Por ser un arcángel tan bello y solicitado por mucha gente, se enoja con facilidad, ¿de qué signo podía ser? En un momento que me tuve que salir de la cabaña, porque volvía a tener Sed y me fui a tomarme otro vaso de agua, mientras que la abuela estaba en la cocina ya preparando su cena para el tiet Josep que vendría en una hora aproximadamente.


Cuando regresé al salón-comedor, vi que Gabriel no estaba, se había marchado, lo agradecí, así que me volví a meter en la cabaña, puse la compuerta de seguridad que estaba hecha de almohadores y simplemente me puse cómoda para seguir jugando sola. Pero al girarme, mi nariz chocó con la nariz de Gabriel, me quedé tan sorprendida que pegué un grito, su mano me tapó la boca y me contrajo hacia él para susurrarme a la oreja que me callara. Al final nos quedamos allí mirándonos como dos tontos, aunque él estaba realmente incómodo, medio encorvado, casi sin poder moverse de lo grandioso que siempre ha sido, intentando encontrar una posición cómoda pero no había manera, era una imagen muy chistosa.

-        ¿Te esperabas un room-service o qué?- le dije bromeando.

-        No, pero podías haber pensado un poquito en mí, ¿no crees? – se quejó Gabriel.

-        Veo que captaste la idea, pero no lo pusiste en práctica. ¿Qué haces aquí a dentro?- le pregunté.

-        Pasar tiempo contigo, mi amor. – dijo con esa mirada mezclada entre rabieta y desafiante.

-        ¡Adiós!- le dije, me giré y empecé a desmantelar la puerta de la cabaña, entonces noté sus brazos agarrarme muy fuerte por la cintura tirando hacia su cintura, apartándome de la salida.

-        Juguemos a lo que quieras, pero no me dejes de lado, por favor… quiero hacer las paces… - susurró a mis orejas Gabriel.

Inevitablemente eso me provocó unas cosquillas que me retorcí toda yo, sin querer le di una patada demasiado fuerte a una de las paredes de la cabaña y se cayó literalmente la cabaña encima de nosotros.

-        ¡Ahora verás!- le dije, me giré y me puse encima de él, empecé a hacerle cosquillas en la parte del cuello (es su zona más sensible) y simplemente empezó a reír y a retorcerse como si fuese un niño pequeño pidiendo que pare pero no lo hacía.- ¿Vas a dejar de hacer el tonto conmigo?- le pregunté exigiéndole.

-        ¡Si, si, lo haré! – decía Gabriel riéndose sin parar.

-        ¡Prométeme que nunca más vas a desaparecer así!- le dije.

-        ¡No, no puedo! – dijo riéndose pero intensifiqué las cosquillas.- ¡Si, lo prometo!- gritó riéndose.

En cuanto paré me levanté y empecé a recoger los almohadores porque si venía mi abuela, me daría la bronca, porque no querían que los almohadores tocasen el suelo. Gabriel me ayudó y en ese momento mi madre tocó el timbre y en menos de diez minutos, ya nos fuimos para casa.

Durante el mes de Julio, me pasé todas las noches viajando a Agartha, aprovechando que estaba de vacaciones, estuve visitando dos veces por semana al Chico de Ojos Verdes en la ciudad de luz de Amsha. Era de las pocas veces que podíamos visitar una ciudad de Agartha sin la supervisión de los Arcángeles, estar relativamente solos en esa ciudad, nos resultó bastante inquietante, partiendo de la base de que yo era la menor y él tan solo acababa de cumplir 15 años. El Chico ya empezaba a desentonar, sus características de niño ya empezaban a convertirse lentamente en un hombrecito, preparándose para cuando llegase a la juventud, algo que inevitablemente me daba mucha rabia haber decidido nacer tan lejos de él. Todavía nuestra relación de amistad, no se veía demasiado afectada por los pensamientos de los demás, pero yo con casi ocho años y él con quince años, era extraño hacer amigos de esta forma, sentía dentro de mí que en cualquier momento él me diría que habría conocido a una chica de su clase y se habría enamorado, ¿estaba dispuesto a ser solo la amiga sabiendo que dentro de mi corazón para él siempre fue algo más que una amistad?


A pesar de ser tan pequeña, siempre me he sentido como un adulto atrapado en un cuerpo de una niña, mi edad mental siempre ha sido muy diferente a mi edad física. En esos tiempo mentalmente estaba en la misma edad que el Chico, pero físicamente se notaba la gran diferencia que teníamos, veía demasiado lejos el momento en que la ley de este tiempo nos permitiera ser libres totalmente y sentir y expresar aquello que sentíamos sin avergonzarnos de lo que los otros pudiesen decir. Fue entonces que le dejé de dar la mano y le seguí, él se dio cuenta e intentó darme la mano pero se lo impedí.

-        ¿Estás bien?- preguntó el Chico.

-        Prefiero no ir así… - le dije.

-        Como quieras. – dijo sin detenerse.

Durante esos viajes me estuvo enseñando dónde estudiaba y empezaba a hacer prácticas para su futuro trabajo que había elegido ser asesor emocional, que estaba en la rama de comunicadores espirituales, un trabajo que en la actualidad (en nuestro año 2022) es muy importante para ayudar a las personas a encontrar su misión de vida en esta encarnación, después llegarían los terapeutas emocionales. 

PD. Nos vamos de vacaciones de semana santa, así que volveremos a partir del 19 de Abril. 

Recomendación: Entre dos mundos


 HR.

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miércoles, abril 06, 2022

Las Caras De La Serpiente A La Vista

 

Los mayas adoraban a las serpientes, pero no eran reptilianos, sino que era la forma en cómo activaban la consciencia interna para convertirse en la sabiduría que fueron. Se ha dado una mala imagen sobre las serpientes, pero en realidad es que no todas son emisarios del reino oscuro, aprovechando que estamos en la lucha por la armonía, voy a contarles una cosa que a lo mejor algunos de ustedes, pensará que me ha poseído un oscuro. Y es que las serpientes son las portadoras de la conciencia del espíritu, por ende, siendo una serpiente oscura o de luz, llevan consigo un aspecto de la consciencia interna de tú espíritu.

Aquí, en el reino neutral no vemos los demás reinos como bueno o malo, blanco o negro, luz u oscuridad. Aquí integramos ambos lados y nos damos cuenta de que son necesarios para que la creación se haga posible, por ejemplo sin energía femenina ni masculina fluyendo en un mismo Ser, una persona sería incapaz de saber amar o recibir amor, y al mismo tiempo saber gestionar su tiempo o sus gastos económicos.


Si siempre separamos que la luz es lo bueno y lo que se debe buscar y la oscuridad lo malo y lo que se debe evitar, nunca llegaremos a la 5D. Esta división es la función de la 2D, la ambigüedad del mundo de las energías universales, intenten responderme a esta pregunta ¿creen que la luna se podría decir que no es ambigua? Reflexionen bien, porque la preguntita tiene truco…

¿Cómo podemos determinar que porqué la luz sea blanca es buena y la oscuridad porque sea negra es mala? Durante los últimos 7.000 años, la sociedad ha intentado inculcarles que todo se separa entre bien y mal, dónde el mal debe ser “castigado” y el bien “bendecido”. Es curioso como la Luna según qué épocas de la propia sociedad ha sido considerada como la gran madre gestadora de los ríos, océanos y la que dictamina el flujo universal del aspecto sexual. Cuando en la inquisición, se determinaba que la luna era malvada y perversa, quién adoraba a la luna era fruto de satán y probablemente una bruja, vampiro, hombre lobo… Entonces, ¿cómo podemos determinar que la luna no sea ambigua si sí lo es?

El problema es nuestra educación social que hemos tenido a lo largo del tiempo-espacio. Por ejemplo, ¿se han dado cuenta que ahora el conflicto entre Ucrania y Rusia es el espejo de nuestra propias emociones intentando ser liberadas mediante el conflicto bélico en vez de hablar las cosas? Según los seguidores de Rusia, Putin es un héroe pero según los Ucranianos Zelenski es el bueno… siempre nos quedamos en la imagen del conflicto y no profundizamos, ya podemos empezar a entrar en terminologías políticas de lo que quieran, pero si lo hacen así, seguirán partiendo de la base que solo se pondrán del lado bueno, ¿y cuál es el lado bueno de este conflicto si ambos piensan que el otro es el malo?

La mente divisoria de bueno y malo, nos ha dado como fruto siempre un conflicto interno en que debemos posicionarnos a favor o en contra de algo, y cuando lo hacemos el otro lado debemos matarlo, aniquilarlo, ser devorado porque no merece seguir viviendo ni existiendo. ¿Y si ambos extremos están unidos por una ley universal de balance que no pueden existir sin el otro? Es decir, si siempre nos posicionamos solo a un lado, ignorando al otro, ¿cómo nos podemos asegurar que el otro lado hay alguien apoyándolo para que esta balanza no se caiga en el vacío?

Para entender el trabajo de ambos lados, debemos emprender el viaje interno y externo. En primer lugar, viajar al interior de nuestras emociones y recordar un conflicto con alguien que haya sido muy importante para cada uno y que ha marcado un antes y un después en tú vida. Analicen esos conflictos, y encontraran una razón que inevitablemente irá unida a la parte contraria, por ende la ambigüedad existe porque ambos lados se deben apoyar mutuamente para estar en equilibrio.

En segundo lugar, tras mirar en el interior de cada uno de nosotros, deben mirar el exterior, los conflictos del mundo son un fractal de tus propios conflictos internos. Pregúntense, ¿Cuál es mi papel en este conflicto interno? ¿Qué escondo directamente detrás de este conflicto interno? ¿Comprendo ambos lados para qué finalidad han servido dentro del conflicto interno?

Estos conflictos que tenemos, se les llaman las caras de la serpiente o la conciencia tiene mil caras pero solo al integrarlas todas se consolida una sola. En la Ayahuasca está muy claro que la portadora de la consciencia es la serpiente, que en una de sus sesiones te lleva al viaje interno y así observar tus conflictos internos y verte ambiguo incapaz de tomar una decisión sin tener que posicionarte, cuando puedes ser neutral. 

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Recomendación: El internado las cumbres 2T – Prime Video.

HR.

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domingo, abril 03, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 131 [2T]

 

Le pedí el zumo de melocotón a mi abuela, ella me lo dio, tenía mucha sed mientras que seguíamos subiendo hacia San Jaume, para hacer la primera parada técnica. Nos sentamos en el pedral bajo los árboles hermosos que había en el pequeño patio, teníamos unas vistas muy bonitas a la ciudad de Manlleu que aún se veía grande a pesar de haberla dejado hacía mucho rato. Pero se podía empezar a ver la ermita de Lourdes a lo lejos, como si con el pulgar pudieses taparla entera, aún estábamos lejos.

Mi abuela me ofreció que agarrase una galleta del pequeño pote de galletas que solía llevar en el bolso, agarré una y me puse a jugar con los árboles de ese pequeño patio, en ningún momento ellas me dejarían de ver, porque tenían muy buena visión. Así que me fui hacia el final del patio, mientras que saludaba a los árboles que estaban felices de vernos allí, algunas incluso cantaban de felicidad. Me puse a saltar por allí a dar abrazos a los árboles y darles besitos. Cuando de repente a mis espaldas noté una ráfega de viento muy exagerado, me giro y veo al arcángel San Gabriel que estaba a unos cinco pasos de mí, sus ojos verdes se quedaron mirando los míos, dentro de un pequeño silencio, mientras que intentaba regresar al aquí y ahora.

-        ¿A qué has venido?- le pregunté susurrando.


Gabriel no me contestó, pero se puso a caminar para estar al lado de Uriel, podía notar como seguía conservando su promesa, guardaría las distancias conmigo hasta que las cosas fuesen distintas. Mi corazón se aceleró bastante, en ese momento giré la cabeza para mirar a las abuelas, ni se habían percatado de nada, y seguían charlando de sus cosas.

A pesar de su mirada penetrante, le notaba que se estaba esforzando demasiado en intentar que la situación no fuese incómoda, pero él sabía que no lo estaba consiguiendo. Así que estuvo todo el tiempo muy tenso, como si con la mirada intentase solucionar las guerras del mundo.

-        Te cubro las espadas, hermano. Vuela un rato, yo me ocupo de ella.- le ordenó Gabriel a Uriel.

-        ¿Estás seguro?- preguntó Uriel.

-        Sí, todo estará bien.- le dijo sin apartar su mirada en mí.

Antes de que le pudiese agarrar de la mano a Uriel, abrió sus alas y en menos de medio segundo desapareció levantando otra ráfaga de viento inexplicable.

Gabriel se apoyó en el tronco del árbol que tenía más cerca justo delante de mí, pero sin apartar su mirada y sin decir absolutamente nada, se quedó así como un psicópata acosador, me sentía tan incómoda, que me giré y empecé a caminar hacia las abuelas. Si tenía que ser así, preferiría mejor estar con personas y no con ángeles. Sentía mí corazón romperse repitiéndome mil veces, porque, pero ya era inútil hacía un mes que no lo había visto… y aunque el dolor era intenso, solo lo sentía más fuerte si él aparecía.

-        ¡Espera!- gritó Gabriel.

Aunque no quería hacerle caso, mi cuerpo reaccionó de tal forma que me detuve en seco, pero no me giré.

-        Quiero hacerte una pregunta.- dijo Gabriel, se detuvo un instante para agarrar aire y después prosiguió.- Aún estás a tiempo de renunciar a entrar a formar parte de la Orden de San Miguel, y así intentar tener una vida más “normal” en esta encarnación. Si quieres renunciar, solo tienes tiempo hasta el doce de agosto.- informó Gabriel.

-        ¿Renunciar?- dije mientras que me daba la vuelta y le miraba a los ojos, escrudiñando sus palabras.

-        Laia, es muy peligroso entrar otra vez. Tu destino y tus misiones son más importantes que volver.- dijo Gabriel, a pesar de que sonaba como si estuviese tomando la paz entre un conflicto de guerra, yo no lo notaba muy razonable.

-        ¿Te envía el Chico?- le pregunté.

Gabriel dijo que no con la cabeza.

-        ¿Alguno de tus hermanos?- pregunté.

Gabriel volvió a decir que no con la cabeza.

-        ¿Entonces, eres tú?- pregunté.

Gabriel dijo que si con la cabeza. Dio un paso hacia adelante, para quedarse a un metro de mí.

-        ¡Hazme caso por una vez, aunque sea en esta vida, Laia! No aceptes entrar en la orden otra vez. Aún no eres inmortal y si tengo que verte morir una vez más, no lo resistiría.- confesó Gabriel, vi que me quería agarrar de las manos, pero desestimó hacerlo.

-        Me da igual si soy o no inmortal. No voy a renunciar a entrar, ni mucho menos ahora que en menos de un año entraré a la nueva unidad.- le dije como si mis palabras fuesen alfileres apuntándole directamente al corazón.

-        ¿No me has escuchado, si mueres yo me muero?- repitió con énfasis Gabriel.

Me giré y di un paso hacia las abuela, enseguida noté las manos de Gabriel agarrando las mías, frenándome en seco, se aceró para susurrarme.

-        ¿No te importo?- dijo Gabriel.

Hice un esfuerzo para liberar mis manos, me giré y le di un golpe en el estómago para que me dejase en paz. Él dio un paso atrás y se agachó.

-        Me importas tanto, que duele saber qué quieres mantener las distancias y solo llegas para contarme cosas que me lastimen aún más. Esta vida, he decidido tomar mis propias decisiones, así que si vienes con las intenciones de no respetarme, ¡no te molestes en volver, ya me acostumbraré a no vivir contigo!- le dije.

Me giré y empecé a correr hacia las abuelas. Seguimos caminando, escuchaba detrás de mí los pasos de Gabriel ya que Uriel todavía no había regresado, pero no quise empezar ninguna conversación con él, me había enojado mucho, tampoco quería que me viera llorar a pesar de que tenía muchas ganas de hacerlo, me tuve que tragar esas lágrimas.

-        No camines tan deprisa, Laia. Quiero que hablemos.- susurraba Gabriel a mis espaldas.

Ni le quería hacer caso, quería escuchar y entender un poco más la conversación de las abuelas, antes de escuchar otra exigencia de mi gran Arcángel Protector. Sentía en mí corazón, que se volvía a repetir la misma historia de siempre, pero no recordaba porqué.

-        Discúlpame que me haya comportado así de bruto, pero es que me preocupo mucho por ti. Me importas mucho y lo sabes, el hecho de que me haya separado de ti, sé que no lo entiendes ahora, pero lo entenderás con el tiempo. A pesar de que allí arriba hayan nubes de tormenta, yo sigo a tú lado, aunque tus ojos dejen de mirarme, yo sigo a tú lado, aunque tú corazón ya no sepa dónde registrarme, yo sigo a tú lado. Sea en el silencio del camino, sentirás esa brisa de aire que siempre te acompaña, es el sonido de mis palabras guiándote día a día. He mantenido las distancias, pero sigo aquí, porque no me pienso ir para desaparecer. – confesó Gabriel.

Le miré con mala cara, quería que se callara pero no lo hacía. Me puse las manos en las orejas, no quería escucharle, pero no funcionaba, él seguía hablando y hablando.

-        Seguiré hablando aunque no quieras escucharme, Laia. – decía insistiendo.

-        ¿Por qué eres así conmigo? Me lastimas todo el tiempo… ¿No lo ves?- le decía sin sentimientos, estaba demasiado enojada como para conversar.

-        Ya te lo he dicho, porque me importas mucho y no soy capaz de irme para desaparecer entre las estrellas más lejanas de este universo. – respondió con sinceridad, de hecho nunca me mentía.

Entonces me detuve, dejé a las abuelas dar cinco pasos hacia adelante, le agarré la mano a Gabriel y le miré directamente a los ojos.

-        ¡A veces pecas de cobarde, sabes!- le dije Gabriel quería cortarme, pero le puse un dedo encima de sus labios porque se agachó y se calló mirándome con esos ojos verdes inocentes.- ¡Eres un cobarde, por no decirme que tú y yo en otra vida fuimos novios!- le dije, le dejé la mano y seguí caminando pero él me agarró del brazo, me giró y me tuvo nariz con nariz mirándome fijamente.

-        ¡No soy un cobarde y nunca lo he sido! ¿Te recuerdo que quién me dejó fuiste tú y tú misma me dijiste que no querías que te buscase? Pero aquí estoy. Pagando el precio de verte morir y nacer por eones. – dijo Gabriel.

Gabriel me miró los labios, se apartó enseguida pero no me dejó de sostenerme de los hombros con fuerza.

-        ¿Qué pasa con mi llama gemela entonces? Según los Maestros, el Chico es mi llama gemela, pero también estás tú.- le dije.

El rostro de Gabriel cambió radicalmente, se puso triste, me dejó de los hombros y empezó a caminar, le seguí.

-        Cuando tengas la edad para enamorarte, tendrás que elegir con quién quieres pasar el resto de tú encarnación. Con la diferencia que en esta encarnación elegirás para pasar el resto de la eternidad con quién realmente ames. – informó Gabriel, estaba de capa caída, de alguna forma intuía que quizás no lo elegiría a él.

Le agarré de la mano con fuerza, él me miró con un poco de esperanza.

-        ¿Cuándo será eso?- le pregunté.

-        Cuando el Consejo de Llamas Gemelas te de autorización para empezar tú relación con tú llama. – respondió.

Finalmente llegamos a la ermita de Lourdes es pequeñita pero muy bonita con unas lindas vistas de las montañas que nos rodean y sobretodo se puede ver perfectamente toda la Plana de Vic, con las ciudades de Vic, Roda de Ter, Manlleu, La Gleva, Sant Hipólit de Voltregà, Torelló, Sant Viçens de Torelló y finalmente Sant Andreu de la Vola. Cuando era pequeña me fascinaba mucho la naturaleza, pero mientras que iba creciendo me fascinaba mejor las ciudades grandes como Buenos Aires, Barcelona, Madrid y Valencia, por los cuales solo había estado en dos de ellas alguna vez y las otras solo lo veía por la televisión en documentales de viajes.


A pesar de todo, me alegraba poder disfrutar de esas vistas acompañada de Gabriel, cuando las abuelas no estaban mirando, aproveché para pasar mis brazos por la cintura de Gabriel y así quedar abrazaditos, él me miró con su mejor sonrisa yo le respondí igual, pero simplemente me quedé en silencio admirando ese momento que esperaba que durase eternamente. 

Recomendación: Les luthiers - Youtube.

HR.

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