sábado, octubre 09, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 106 y 107 [2T]

 Capítulo 106:


Jesús se cansó de hablar conmigo y se volvió a sus juegos más en el lugar dónde él estaba más cómodo porque no cubría, así que con Uriel nos fuimos hacia el fondo, nadie se percató de a dónde iba, mientras que seguía charlando con Uriel de nuestras cosas.

-        ¿Por qué hay tantos límites en este mundo y la humanidad se esconde en ellos?- le pregunté estaba bastante preocupada por la conversación con Jesús y me sentía bastante indignada a pesar de que yo tuve una mano divino para poder ver estas cosas e intentar solucionarlas a nivel colectivo.

-        Para entenderlo, primero debes entender los límites para qué sirven. ¿Alguna vez en tú vida te has encontrado con un límite? – me preguntó Uriel.

No me di tiempo a pensar y contesté que no, pero la cara de Uriel me invitaba muy amablemente a reflexionar sobre ello, así que hice memoria.

-        Tengo uno que me da mucha rabia, porque tengo un cuerpo de niña pero me entero de todo lo que pasa a mí alrededor, cuando los adultos me ocultan sus cosas, me siento inferior y me enojo. ¿Por qué estoy viviendo así?- le dije.

-        Tus padres han crecido pensando que los niños no deben preocuparse por las cosas de los adultos, porque piensan que los niños son inocentes y no saben nada más allá de lo que aprenden en la escuela. – comentó Uriel.

-        Me da rabia que hagan eso. – dije.

-        ¿Por qué? – preguntó Uriel inclinando la cabeza hacia un lado.

-        Sé que no puedo compartir nada de lo que estoy viviendo, pero a veces pienso en el momento en que sí que pueda, y me da miedo de que no acepten lo que significa mi mundo. Tengo miedo que ellos me digan que no tengo derecho a vivir así y me juzguen para lastimarme aún más. – dije algo triste.

Uriel se acercó a mí flotando en el churro y me pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros, apoyé la cabeza en su hombro unos segundos, hasta que recordé dónde estaba, volví a ponerme normal y miré si alguien nos había visto. Curiosamente todos estaban haciendo sus cosas y no vieron nada.


De repente alguien me agarró del pie derecho y tiró de mí muy fuerte, provocándome saltar del flotador e hundirme en el agua, quién me agarraba el pie lo hacía con fuerza, no me había dado tiempo de agarrar el suficiente aire como para aguantar tanto rato, miré hacia arriba, y vi a Uriel buscándome, se me escaparon burbujas de aire, miré hacia abajo. ¡Mierda!

Tenía algo atado en el pie que me tiraba hacia abajo, era muy pesado, parecía una cuerda roja, pero no sabía de dónde había salido, me agaché e intenté desengancharme, pero cuando lo tocaba, salía como una energía parecida a la electricidad.

-        ¡No te escaparás! – decía una voz en mí cabeza, la reconocí. Mierda…

-        ¿Gämael?- pensé.

-        ¡Esta vez me tendrás que escuchar! – gritaba en mí cabeza, la conversación era telepática.

Antes de poder decirle nada, otra cuerda roja me rodeó el cuello y apretó tanto que no podía ni retener el poco aire que tenía en los pulmones, noté la presencia de Gämael detrás de mí, él después me rodeó sin tocarme y sonrió.

-        ¡Mírame! ¡Mira lo que hiciste aquel día! – dijo Gämael acercándose.

Daba repelús tenía media cara quemada y casi todo un brazo calcinado también, al parecer me culpaba él a mí de esos daños, que se los provoqué yo cuando quise salir de la posesión.

-        No pude hacerlo de otra forma, no te quería en mí, Gämael. ¿Es por eso que has matado al padre de mi llama gemela? ¿Me culpas a mí de que me poseyeras o de que yo soy más fuerte que tú?- le dije ya desesperada y directa, quería respirar y volver a la superficie.

Escuché como alguien saltaba al agua, miré hacia arriba y vi a Uriel que me venía a rescatar, pero antes de que pudiera agarrar mí mano, Gämael sin tocarlo le empezó a atacar agarrándole de un brazo.

-        Voy a por ti y a por los tuyos. Solo quería que supieras, que sus muertes caerán sobre tus espaldas, quiero hacerte sufrir hasta que me supliques trabajar para mí. – dijo Gämael.

Gämael se transformó en una especie de nube viscosa en medio del agua, que rompió las cuerdas rojas al mismo tiempo dejó que Uriel dejase de estar inmovilizado, Uriel nadó hacia a mí, me agarró de la mano y me sacó a la superficie. No quise estar más tiempo en el agua, Uriel me llevó hasta la orilla y me dejó con medio cuerpo fuera del agua, pero me agarré a él y me salí del todo. Él se sentó en el bordillo, nos quedamos en silencio esperando recuperar el aliento los dos, me apoyé en su hombro suavemente. En el momento en que ya quería volver al agua, las monitoras nos hacían salir porque había que ir a ducharse y cambiarse de ropa.

En cuanto llegué a la ducha, me quedé un rato bajo el agua caliente pensando en que podía haber muerto, pero también en lo que había dicho Gämael. Uriel no quiso sonsacarme nada porque él me veía que no estaba en condiciones de hablar, así que se puso de espaldas en lo que debería ser la puerta de la ducha con la toalla, esperándome a que terminase. Me sentía tan mal, que me fui a cambiarme en el baño, no me gustan los vestidores, me siento muy incómoda.

Una vez ya eran las ocho, salimos al exterior a esperar a que viniese papá a buscarme, él solía venir pronto siempre, pero ese día se tardó un poco, fue el tiempo suficiente para hablar en un rincón con Uriel susurrándole para no levantar sospechas.

-        Uriel, tenemos un problema. Hay que avisar a Jacob.- dije.

-        ¿Qué te ha dicho? – preguntó Uriel su rostro se volvió serio y pensativo.

-        Me ha amenazado a mí y a la familia, a ellos de muerte, a mí solo quiere que trabaje para él.- le comenté.

-        No te preocupes, les protegeremos a todos. – dijo Uriel y se puso con sus anillos a llamar a toda la galaxia.

Entonces vino mi papá, me subí en el auto atrás y me fui a casa. En realidad, dejamos el auto a casa y nos fuimos hacia el bar Nuremberg a tomar algo con mis tíos, entre ellos el Titi. En cuanto le conté lo que había pasado, me abrazó tan fuerte que podía fusionarme con él.

-        Lo siento mucho, querida… ¡Lo habrás pasado muy mal! – comentó el Titi.

Estábamos a solas en la calle, mientras que los familiares estaban hablando con otros amigos, antes de entrar a dentro y tomar algo. No les dije nada a mis padres, obviamente que no podía hacerles eso. Pero estaba muy asustada. Durante varias noches no pude pegar ojo, me costaba incluso entrar al viaje astral, así que eso retrasaba el reencuentro en 5D con el Chico, con las ganas que tenía, pero la culpa que me concomía por dentro, porque tal y como dijo Gämael, la muerte de su padre en realidad había sido por culpa mía.


Finalmente pude entrar al viaje astral, a pesar de que tenía que ir a clase, le insistí a Uriel que me llevara a ver al Chico, no tuvo más remedio que acompañarme. Tenía muchas ganas de verlo, pero tenía que compartirle que yo también estaba en peligro y mi familia, pero al parecer sería complicado que me sucediera lo mismo que a él.

-        ¿Por qué no puedo adelantar mí ascensión, Dary?- le pregunté mientras que salíamos de la estación de transporte y nos dirigíamos hacia la ciudad de Amsha.

-        Hay varias razones, pero principalmente hay una ley que firmaron antes de encarnar, dónde obligatoriamente uno de los dos tiene que permanecer en 3D a pesar de las adversidades, hasta que todo lo que viniste a hacer lo hayas hecho. – Informó Uriel.

-        ¿Y mi familia?- le dije.

-        Estarán a salvo bajo nuestros brazos. Hemos doblado la seguridad y la protección en cada miembro de tú familia, tanto por la parte de tu padre como la de tu madre. Todos están protegidos por los mejores ángeles y Maestros Ascendidos. Gämael le costará cercarse a ellos, para lastimarte. – respondió.

Me detuve y le solté la mano, le miré cuando Uriel se volteó a verme.

-        Esto no es justo.- susurré.

Uriel acarició mi mejilla, me dio un beso en el pelo, me agarró de la mano y seguimos caminando. La imaginación se me disparó enseguida, pensando en las miles de formas de intentar proteger a los míos, de a poco me iba enojando cada vez más y no sabía ya como respondería si lo volvase a ver. Primero se quiso aprovechar de mí vida, ahora me intenta matar y además amenaza a los míos… me estaba hartando de ser la buena de la película.

En el momento en que ya entrabamos en el jardín de delante de la casa…

-        Si se acerca Gämael, le patearé el culo.- susurré.

Escuché la risa de Uriel, al parecer me había escuchado.

-        Sería divertido verlo, pero nosotros somos los buenos, no lo olvides, mi amor. No hacemos eso. – advirtió Uriel.

-        ¡Me da igual! ¡Nadie amenaza a los míos!- dije.

Me avancé y llamé al timbre. Gabriel abrió la puerta, pero ni le dije nada, subí las escaleras al ver que no estaba en el salón y me fui a la habitación del Chico, llamé a la puerta, escuché su voz que me dejaba pasar, la abrí y me lancé a la cama dónde estaba el medio dormido a abrazarlo.

-        ¿Estás bien, preciosa?- preguntó el Chico.

Le conté lo que había pasado, al parecer Gabriel no le había dicho nada y me enojó aún más…

-        ¿Alguna vez Gabriel juega a tú favor o qué?- dije de malas formas.

El Chico arrugó la frente.

-        Siempre, seguramente que se le habrá olvidado.- dijo el Chico.

-        ¿Algo tan grave?- repetí alzando más la voz.

-        ¡Cálmate, mi flor! No le eches la culpa a Gabriel. Entiendo cómo te sientes, yo estuve muy mal cuando Gämael mató a mi padre, me sentía muy desprotegido.- dijo el Chico.

-        ¿Cómo lo mató?- dije curiosa pero me quise calmar.

El Chico se sentó en la cama, yo estaba dando vueltas por la habitación, nos miramos a los ojos y me propuso sentarme a su lado, así que le hice caso.

Capítulo 107:

No podía dejar de mirarle a los ojos, mientras esperaba a que me contase esa historia que sabía que no me iba a gustar, pero sus ojos una vez más me atraparon en un estado de calma, amor y paz. Como si volvase a casa después de haber estado fuera durante mucho tiempo, el corazón lo sabía, pero la mente se volvía loca con las dudas y dudas que se le presentaba y no me dejaba disfrutar de esas imágenes en paz.

-        El último fin de semana de Noviembre, nos fuimos al pueblo de mí abuela, a la casa de mi padre en Vilanova de Alcolea, en la comunidad Valenciana. Porque mi abuela había preparado una comida familiar. Nosotros íbamos a pasar cuatro días allí, porque mi padre había agarrado vacaciones y yo me perdería dos días de clase.- empezó a explicar.

No sabía dónde era Valencia, pero de repente se volvió un lugar dónde me moría de ganas de visitar, solo sabía que estaba dentro del país de España, intuí enseguida que estaba cerca, pero con el tiempo supe que está a 400km de distancia y me puse algo mal.

-        La noche antes de la comida familia, mi padre se despertó en la madrugada para ir al baño. De repente se escuchó un ruido extraño que nos despertó a todos, tenía miedo, pero mi hermano estaba en la otra habitación, así que salí para estar con él. Para ir a su habitación tenía que pasar por un pasillo que estaba cerca del salón. En cuanto llegué…- se quedó en silencio, vi que le brotaban lágrimas de los ojos, le agarré de la mano, él se tomó su tiempo y prosiguió.- vi a Gämael que lo agarraba del cuello y lo alzaba lo suficiente como para que mi padre no pudiese respirar. Le reconocí, por lo que me habías dicho, así que grité su nombre y bajé las escaleras tan rápido como pude…- volvió a hacer una pausa, se secó las lágrimas con las yemas de los dedos, inspiró profundamente por la nariz y prosiguió.- en cuanto llegué al pie de las escaleras, Gämael soltó a mi padre, dándose un fuerte golpe en la cabeza. Los médicos dijeron que había sido un accidente, que se tropezó y al caerse se dio mal en la cabeza, pero las manos de Gämael se le habían quedado marcadas en el cuello, por eso el caso fue llevado como un homicidio.- explicó.

-        Lo siento mucho, soy demasiado terca a veces, me lo tomo demasiado a pecho, Chico… disculpa por ser tan así, pero ¿entiendes lo que me pasa? No quiero que maten a ninguno de mis familiares, y me da mucha rabia que yo tenga que quedarme en 3D, sin que pueda decirles a mis padres lo que pasa realmente y que tienen que tener mucho cuidado a partir de ahora, porque Gämael se puede presentar en cualquier momento.- confesé, dándole un abrazo, le rodeé por la cintura y él simplemente lo aceptó, nos apoyamos mutuamente en los hombros del otro.

-        No te preocupes, superaremos todo esto juntos, ¿de acuerdo? Desde aquí tengo acceso a todo lo que sucede en la 3D, si veo algo relacionado, te lo haré saber ¡te lo prometo, mi flor!- dijo el Chico.

-        Gracias, servirá de algo que estés aquí. Por cierto, ¿cómo ha quedado el caso al final, han encontrado al culpable?- le dije.

Dejamos de abrazarnos y nos miramos a los ojos, de nuevo como siempre me hipnotizaron.

-        Obviamente no les podíamos decir a la policía quién había sido, violaríamos demasiadas reglas. Así que les dijimos que no conocíamos el joven que había hecho eso, solo que entró por la puerta de la cocina y todo ocurrió sin más. La policía interrogó a todo el vecindario, pero al parecer el caso se cerró sin culpable.- informó el Chico.

-        Que mal, no poder decir nada. Así es como me siento ante mis padres, cuando regreso de IÓN, y más si llevo buenas noticias, como si he aprobado los exámenes finales o cuando conseguí volver a la Unidad de la Guardia. Duele mucho tener que guardarse esto, a veces me siento como si viviera dos vidas muy distintas en una sola… y no me gusta cómo me hace sentir…- le confesé.


Nos volvimos a abrazar, pero cuando nos miramos a los ojos, estábamos tan cerca uno del otro, algo que nunca había pasado. Fue extraño pero el corazón latió muy fuerte y empecé a tener bastante calor, a pesar de que la 5D siempre es primavera. Nos quedamos así, con la respiración agitada, en un silencio, olvidándonos de dónde estábamos, incluso de lo que estábamos hablando.

-        ¿Te han besado ya en esta encarnación o aún tus labios no tienen una firma?- preguntó el Chico arqueando las cejas al mismo tiempo que sonría ligeramente.

Yo simplemente me ruboricé y bajé la mirada, sin querer le miré los labios. Él colocó el dedo pulgar en mi barbilla y me obligó a mirarle a los ojos de nuevo.

-        No sabes la rabia que me da, haber nacido seis años antes. – susurró.

Entonces escuchamos que alguien subía las escaleras y simplemente nos apartamos, el Chico se levantó de la cama, iba sin camiseta, recogió una del suelo, y se la puso. Empezaba a estar más guapo de lo que ya estaba, arrugué la frente sin entender lo que pasaba, pero fue todo un espectáculo.

Llegó la hora del desayuno, estábamos los cuatro, sentados en la mesa, repartiéndonos las tortas de maíz que había preparado Gabriel con mucho amor esa mañana. Uriel empezó a montar su plato con una torta de maíz, uvas moradas y finalmente untó la torta con una base de crema de leche vegetal que habían conseguido de hacer a través de la soja.

La mesa era para ocho, pero solo ocupábamos cuatro asientos, delante tenía al Chico, a mi lado estaba Uriel y al suyo Gabriel, era de las pocas veces que había visto a Gabriel sin la parte de arriba de la túnica, también estaba en forma, todos lo estaban.

-        ¿Hay gimnasio por aquí?- comenté.

-        No, ¿por qué?- contestó Gabriel.

-        Es curioso pero, nunca he visto un Ser de Luz con problemas de obesidad.- dije.

-        ¡Buena observación, Laia!- dijo riéndose Uriel.

-        Solemos estar en forma, quizás sean los entrenos que nos echamos para poder protegeros como es debido.- comentó Gabriel mientras bebía de su jugo de arándanos.

El Chico empezó a reír yo me contagié sin quererlo.

-        Parece que vivir en la 3D sea como antiguamente, ¿no? Me refiero en aquel tiempo en que los hombres iban con armadura y caballo, para luchar contra las Conquistas de sus tierras.- comentó entre risas el Chico.

-        Algo así pero más moderno…- dijo Uriel.

Nos echamos a reír los cuatro un buen rato, bromeando sobre ese tema.

-        Sí, ahora los que luchan no se hacen llamar caballeros, ni usan espadas, pero visten de Prada y amenazan al mundo con guerras con misiles y armas de fuego.- comentó sarcásticamente Gabriel.

-        ¿Por qué hay guerras en el mundo?- pregunté.

-        Porque los hombres siempre han querido mostrarse fuertes ante su clan.- dio sarcásticamente Gabriel.

-        ¡Venga hermano, que lo dice en serio ahora!- le gritó Uriel normalizando la situación.

-        Arriba dicen que las guerras son malas, porque provocan muertes y separación- dije.

-        Algo de cierto es, pero las guerras no son ni buenas ni malas. Si lo ves todo siempre des del mismo punto de vista, no conseguirás saber porque ocurren. Es cierto que en este tiempo, la lucha sigue siendo el plato de cada día, pero pronto van a usar otras herramientas más factibles. El sentido de la lucha, solo ha servido para ver quién era el fuerte y el débil.- comentó Gabriel.

-        ¿Es una herramienta de control?- preguntó el Chico.

-        Ellos piensan que si, pero no.- respondió Uriel.

-        ¿Por qué no?- dijimos al mismo tiempo el Chico y yo.

Me puse a pensar y me di cuenta de que en esta encarnación todavía no había visto ninguna guerra ni un conflicto armado que pasase en el mundo, pero tenía la sensación de que había participado en ellas cuando estaba encarnada en otras vidas. Entonces volví a sentirme algo mareada y supe que estaba recordando algo de otra vida…


Me encontraba tumbado en el suelo, con la respiración agitada, no estaba en casa ni en esa casa dónde vive ahora el Chico. Me encontraba en medio de la calle, hacía calor y era de día, tenía algo pesado encima por la zona de la barriga, miré y vi que era un cadáver de un hombre que se estaba pudriendo encima de mí. En mi mano derecha tenía una espada, aparté el muerto a un lado y me puse de pie, miré como iba vestido. Era un hombre, con el pelo ondulado negro hasta los hombros, tenía barba y bigote algo largos, vestía como si fuese de año 1600 y parecía que fuese Inglaterra.

Caminé por las calles estrechas, había un silencio que atemorizaba a la población, luego llegué a una pequeña plaza y reconocí a otro hombre vestido como yo, pero con la caballera de rubio, mi corazón me hacía creer que ese hombre era la reencarnación del Chico de ojos verdes. Me acerqué a él y reconocí esos ojos hermosos.

-        ¿Estás herido?- me preguntó.

-        No, la sangre que ves no es mía. Me he tenido que esconder en un montón de muertos para que no me vieran.- le dije.

-        Vamos.- dijo, pero le paré del hombro.

-        ¿Y los demás?- le pregunté.

-        Han muerto. Tenemos que irnos, antes de que los ingleses nos atrapen y terminemos en la horca.- dijo el Chico.

Nos fuimos corriendo, intentando que no nos vieran, los ingleses nos estaban buscando y no parecían muy amigables por lo que habíamos hecho. Todas esas muertes, eran responsabilidad nuestra, por el conflicto que habíamos causado, en un intento de conquista de los ingleses en Irlanda.

Cuando regresé miré al Chico directamente a los ojos, él estaba riéndose por algo que habían comentado en la mesa, pero yo no estaba por la labor, así que comí el desayuno rápido, me despedí del Chico y junto a Uriel nos regresamos a Manlleu.

Me desperté de buen humor para ir al colegio, ese día nos íbamos de excursión porque era San Jordi. Por primera vez, íbamos a estar fuera de la ciudad en este día tan especial, pero me ponía contenta porque era una excursión diferente, una caminata de Manlleu a Llafrenca, unos 5km aproximadamente. El punto de encuentro era el colegio, me alegré que esta vez Sergi había elegido venir, normalmente él en las excursiones no venía, se quedaba en casa.

Empezamos a caminar con muchas ganas, porque era un día diferente, no sabíamos cuánto tiempo tardaríamos a hacer la ruta, pero yo me puse con Uriel y Sergi al principio disfrutando del camino. Me di cuenta de que no éramos el único curso que iba a allí, venían con nosotros tercero y cuarto. Después de abandonar Manlleu, Sergi se puso a charlar con su amigo del alma que iba un curso más arriba y nos dejó a solas. Los compañeros ya no iban tan contentos, porque empezaban a notar el cansancio y la mayoría ya no seguían con el grupo clase, se mezclaban entre los cursos y las clases, yo intentaba ir con un profesor, aunque fuese la mitad del grupo, para no perderme. Ese día empezó a hacer mucho calor y eso provocaba que el camino fuese más intenso, en un momento dado en que me encontré delante de un cruce de caminos, me giré para ver qué hacía la profe, pero me di cuenta de que estaba sola, junto a Uriel.

-        ¡Ay, que nos perdimos!- le dije, Uriel se reía.

 

PD. La última foto es la del Señor Ojos Verdes en la batalla de los 9 años en 1590 contra Inglaterra (En la actualidad se parece mucho).

Recomendación: El juego del Calamar (Netflix).

HR.

HERO&Corporation. 

 

martes, octubre 05, 2021

¡Atrévete!

 

Hay una pregunta en mí vida, que aunque pasen miles de segundos, minutos, meses o incluso años, sigo sin obtener una respuesta clara. Esta pregunta no es simplemente mía, muchos de ustedes también en algún momento se la habrán planteado, algunos habrán intentado indagar en ella e incluso habrán encontrado una posible solución, y otros simplemente no tengan ni puñetera idea y simplemente piensen en que es una tontería. La experiencia, me ha hecho aprender que investigar es bueno, solo así adquieres los mejores conocimientos que al fin y al cabo, es lo único que te llevarás cuando llegue la sagrada muerte y te invite a ir a danzar con ella, incluso si no tienes ni idea de bailar.


Un día un Maestro Ascendido me dijo “con simplemente haber vivido una simple cosa, ya tienes material suficiente, como para darle un consejo a alguien en el futuro”. Entonces me pregunté, ¿de dónde salen los consejos? ¿Cuándo una persona puede dar un consejo a alguien? Sus palabras me ayudaron a seguir investigando en la vida y aceptar que para poder crecer en la vida, inevitablemente tenemos que vivir experiencias y pasar por los conflictos emocionales. De esta forma será la mejor manera de poder ayudar a alguien que viene detrás de ti, y en eso no importa si el que viene detrás es mayor que tú. Quizás haya dado más vueltas al Sol, pero está en la misma situación que pasaste tú, cuando te encontrabas en ese conflicto emocional y aquí es cuando tus consejos sirven. Porque los consejos, son resúmenes de tú experiencia, pero un consejo nunca será algo absoluto, solo será un punto de vista de la realidad que nos rodea, que al fin y al cabo, compartes con el mundo.

Otro Maestro Ascendido me dijo “Quién confíe en las verdades absolutas, es como leerse un libro solo hasta la mitad e intentar adivinar el final”. Yo nunca confié en que la vida tal y como la conocemos era la única forma de vivirla, sobretodo porque si me ceñía a lo que los demás creían que era la vida, en ningún momento llega el capítulo dónde una persona empieza a hablar con sus ángeles, sin tener que morir para hacerlo. Le hablaba alguna vez a alguien sobre los ángeles y siempre obtenía la misma respuesta “solo están en el cielo y porque la Biblia lo dice”. Al vivir ajena a cualquier religión pero me eduqué en colegio de monjas y monjes, la Biblia siempre me ha parecido una novela ficticia. No encontraba a nadie que hubiese mantenido aunque fuesen dos palabras con su ángel guardián, por eso la Biblia me parece una novela, allí dice que los ángeles solo están en el cielo y se comunican contigo una vez hayas muerto o estés al borde de la muerte.

Siento decepcionar al creador de la Biblia, pero cuando nada más levantarme le digo al Arcángel Uriel los buenos días, no tengo que tener un infarto para escuchar su respuesta. Entonces, un día viendo videos en youtube, estaba mirando un documental de gente que había tenido experiencias cercanas a la muerte, y todas acababan diciendo lo mismo “una vez regresas de la muerte, los del otro lado empiezan a contactar contigo”. Me puse a pensar y quizás algo de razón tienen, puede que se intensifique ese sexto sentido, pero luego me acordé del día de mí nacimiento.

En los informes dicen que nada más nacer, como no podía respirar bien por culpa de mi problema en la boca, entré en parada cardio-respiratoria y literalmente estuve muerta un minuto. Volvieron a reanimarme y a los cinco minutos volví a entrar en parada, entonces me estabilicé en la ambulancia que iba directo al Hospital San Juan de Dios en Barcelona, des del Hospital General de Vic. Mentiría si allí fue cuando realmente obtuve una experiencia cercana a la muerte y que a partir de allí pudiese ver y sentir a los ángeles de esta forma tan especial. A veces pienso que si y otras pienso que no, pero en ningún momento pienso que es un Don.

Tener un Don es como pensar en las verdades absolutas, y aquí nadie viene para que una persona sea diferente o especial pues venimos a contribuir el crecimiento de la humanidad entre todos. Ay que empezar a pensar que en la Tierra todo es dinámico, por ende lo que ahora está, mañana se hará del revés. Ser dinámico significa adaptarse a algo que nos da mucho miedo los cambios, de la misma manera que todos los días sale el Sol y luego llega la Noche, debemos pensar que el Sol amanece siempre, pero ningún día amanece igual que el anterior. Quizás un día tiñe el cielo de naranja y al siguiente lo tiñe de violeta, y todo a la misma hora. Además, la Luna no está siempre allí, por lo menos hay cinco días al mes en que parece que no está y no todas las noches podemos ver las mismas estrellas en el firmamento, ni tampoco asegurarnos de que las podremos ver a la noche siguiente, porque puede que las nubes tapen esa obra de arte.

Las verdades absolutas es lo mismo que nos hemos inventado y que a nadie le gusta, es decir la rutina y la monotonía. No nos gusta que todos los días sean iguales que al anterior, haciendo que la diversión y las ganas de aprender y experimentar el día, se queden estancadas haciendo siempre lo de siempre, así creando nuestras costumbres. Observa lo que piensas y encuentra tus propias verdades absolutas, pregúntate ¿hay otra forma de experimentarlo? Simplemente, atrévete a romper con ellas.

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Recomendación: Nuvole Bianche – Ludovico Enaudi.

HR.

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sábado, octubre 02, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 105 [2T]

 

-        Laia, ¿nos puedes explicar qué haces en la ventana?- preguntó la Carmen.

Cuando abrí los ojos, me dolían por la luz, pero no sabía cómo me había puesto de pie de cara a la ventana, casi poniendo las manos en el cristal, suerte que me paró la profesora. Todos me estaban observando, pero no pude decir nada, me entró una vergüenza que simplemente sonreí y me volví a sentar en mí lugar, intentando volver a mis quehaceres.

Uriel se partía solo a mí lado de rodillas, mientras que yo intentaba dibujar una casa en el dibujo, algo que no sabía ni por dónde empezar. Finalmente sonó el timbre de las cinco de la tarde, la libertad acababa de empezar, aunque fuesen solo por dos días. Recogí mis cosas, metí la bata en la mochila y después de abrigarme me fui en la fila con los demás compañeros. Salimos hacia el patio cubierto, tenía que esperar a que mi mamá me viniese a buscar, que curiosamente llegaba algo tarde.

Mientras que me estaba preocupando porque no volvase a ocurrir eso que pasó hacía un par de cursos atrás, la Carmen se acercó a mi para hablar conmigo.

-        ¿Todo bien, Laia?- preguntó.

-        Si, estoy esperando a mi mamá, hoy me toca ir a la piscina.- le dije.

-        ¿Haces natación? No me contaron tus papis…- respondió Carmen.

-        No, es porque esta semana empecé a ir al Tripijoc, ¿le suena?- le dije.

La Carmen se quedó reflexionando unos segundos, pero al final terminó afirmándolo con la cabeza.

-        Resulta que hoy toca piscina, aún no sé los horarios del centro, porque literalmente empecé ayer.- le respondí.

-        No pasa nada. ¿Te lo pasas bien allí?- preguntó.

-        Si, me gustó mucho. Es otra cosa diferente, y lo diferente parece divertido.- dije.

Nos pusimos a reír, Uriel hablaba con el ángel guardián de la Carmen, una angélica hermosa, con pelo rubio hasta media espalda y ondulado, llevaba una túnica blanca hasta las rodillas con una inicial con la letra “I” bordada en un lateral de la túnica en color azul clarito, le quedaba hermoso. Supuse que era la inicial de su nombre o su congregación angelical.

-        ¿Le puedo decir algo, profe?- le pregunté.

-        Claro.- respondió.

-        Le quería dar las gracias, porque este año me está gustando mucho y por primera vez, no quiero terminar el curso. Usted es una profe genial, se nota que le gusta lo que hace y es muy buena.- le dije con el corazón.

-        ¡Ay, muchas gracias Laia!- dijo casi emocionada, lo hacía con facilidad que bonita.


Mamá llegó solo diez minutos tarde, como siempre con prisa de ir a casa, me despedí de la Carmen y me fui con ella, Uriel se vino conmigo obligatoriamente. Según lo que le habían dicho, a las seis teníamos que estar en las piscinas de Manlleu, que no sabía en esa edad si estaban cerca o no de casa, pero todo parecía que no, porque como mi mamá no manejaba auto, teníamos que ir caminando cruzando la ciudad. Así que llegué a casa, me cambié, me puse el bañador debajo de la ropa, mientras que ella terminaba de organizarme la bolsa de natación, entonces, merendaba algo rápido, un zumo de melocotón y una tostada con jamón de York (nosotros le llamamos Dulce solo en Cataluña).

El camino desde casa hasta las piscinas me pareció bastante largo, supongo que mis pasos eran pequeños, normalmente mi madre literalmente parecía que me arrastraba paso a paso, porque ella tiene las piernas muy largas y casi tenía que correr, en plan como los perros corren al lado del dueño para ir al mismo ritmo, porque cuando ella daba un paso, yo tenía que hacer tres como mínimo y uno tenía que ser un saltito, aunque iba de la mano de ella, me asustaba caerme y darme de morros contra el suelo.

Era extraño llegar puntual con mi mamá, pero ese día lo conseguimos. Nos esperamos junto a la madre de Jesús, porque los monitores aún no habían venido, ese día solo tenía que venir la Maribel con otra compañera, también llamada como ella, pero le llamábamos Morales, su apellido. En realidad era la psicóloga que solía venir al centro cada dos meses para entrevistarnos de cómo nos iba todo. Eso lo supe por los compañeros que hablaban de ella, antes de entrar a dentro de las piscinas. Mamá se quedó conmigo hasta que las dos monitoras llegaron con más compañeros, entonces ella se fue, me dio un besito y me dijo que papá me vendría buscar a las ocho de la tarde allí mismo.

Nada más pasar la puerta de dentro, la humedad del lugar empezó a invadir mí cuerpo hasta tal punto de que empecé a sudar. Las monitoras hablaron con el recepcionista, entregaron una tarjeta y el mismo recepcionista que me quedé mirándole, nos dio paso, porque se suponía que era un lugar de deportes, pero el recepcionista tenía sobrepeso de tal forma que incluso era perjudicial para su salud, le llamaban Manel y solía fumar puros habaneros (en ese tiempo se podía fumar dentro de recepción). Nos sentamos en los bancos y nos quitamos los zapatos, para ponerlos en cubículos de madera, también los calcetines para entrar en el recinto con chanclas.

En la siguiente sala, hacía aún más calor, separados por hombres y mujeres, entrabamos al vestidor, allí dejábamos la ropa y la bolsa para quedarnos, con el bañador, el gorro de piscina, la toalla y las chanclas. Ya no tenía calor, aunque notaba la temperatura alta como si fuese Julio, antes de bajar por las escaleras (teníamos que seguir el circuito) nos tacaba mojarnos en las duchas, luego bajamos las escaleras y esperamos a los chicos, entonces, el grupo volvió a unirse y seguimos el circuito.

En ese tiempo Manlleu no tenía piscina de invierno, usaban la misma del verano para ambas épocas, lo que pasa que en invierno rodeaban la piscina como si fuese un gran globo blanco de aire para mantener el lugar calentito. ¿Saben esas películas en que los personajes se contagian de algo radiactivo y les ponen en tiendas de aire aisladas del mundo? Pues algo así sentía cuando iba a la piscina, tanto con el colegio como en el Tripijoc. A veces cuando veía la puerta giratoria pensaba, la cellarán en cuanto pase y me dejarán aquí encerrada hasta vete tú a saber cuándo. Pero luego recordaba que yo no estaba infectada y se me pasaba, solo era una imaginación o a veces me imaginaba que nos llevaría a una nave e iríamos de viaje por el cosmos, pero también era demasiado tentador para chicos de esa edad.

Al cruzar la puerta giratoria, simplemente esperábamos a los demás, la Maribel nos indicaba en qué carril nos tocaría estar, siempre era en una punta para tener más aceso a poder salir del agua, y más fácil para todos. Puse la toalla en el banco y me quité las chanclas, esperé a lo que dijeran las monitoras, pensaba que haríamos ejercicios de natación como en el colegio.

-        ¡Vayan a jugar, a las siete y media todos a las duchas!- dijo la Maribel.

La multitud se fue corriendo hacia el extremo de la piscina, el lugar dónde cubría poco, para agarrar flotadores y objetos para jugar. A mi me sorprendió porque estaríamos todo el rato jugando, algo que deseaba hacer desde hacía mucho tiempo. Así que con Uriel nos fuimos a buscar un churro de plástico y nos fuimos a la mitad del carril, en cuanto iba a saltar, noto que alguien me agarra del brazo.

-        Disculpa Laia, pero ¿sabes nadar?- me preguntó la Morales.

-        Si, obtuve el caballito amarillo en el cursito del colegio.- le dije.

-        Perfecto. De todas formas, no te vayas mucho al hondo, ¿ok?- me dijo la Morales.

-        Ok.- le dije.

Ella me soltó y con Uriel saltamos al agua como dos niños riendo y disfrutando, nos fuimos nadando hasta casi al fondo, porque queríamos estar en paz. Me puse el churrito en plan sillita y así no tenía que nadar tanto, podía relajarme, Uriel también se agarró uno para él.

-        Mi amor, te informo de que el Chico ya ha llegado a Amsha. Hace un rato me lo ha confirmado Amsharah. ¡Ya lo tienes en Gaia! – dijo Uriel contento.

-        ¡Qué bien! ¿Podremos ir hoy a verlo?- le pregunté.

-        Si, no te preocupes. – respondió Uriel.

¡Qué maravilla poder jugar y hablar con Uriel en la piscina! Ese tiempo valía oro en mí corazón. En algunas ocasiones, Jesús por ser tan alto, venía dónde estábamos sin nadar, de hecho él no sabía porque de pequeño le operaron las orejas y el médico le aconsejó que no buceara, así que jugaba con él con juguetes que se había traído, serpientes de plástico aptos para el baño.

-        ¿Por qué te operaron las orejas?- le pregunté, tenía curiosidad.

-        Nací con un problema en el cerebro y me tuvieron que operar- informó Jesús.

Entendí que había nacido con una enfermedad muy grabe en el cerebro, y en esa operación le ayudaron a poder moverse, porque al parecer tenía como un tumor benigno que le afectaba a la zona motora, el habla e incluso se podía quedar sordo y ciego de un ojo. Al operarlo, solo se quedó con una secuela, discapacidad intelectual, hablando en términos un poco menos ortodoxos, Jesús tiene la mentalidad de cinco o diez años menor de lo que debería.

-        Mucha gente no quiere estar conmigo, porque no soy como ellos.- comentaba sin dejar de jugar.

-        Yo si que quiero ser tu amiga, Jesús. Para siempre.- le dije con una sonrisa de comprensión, él se alegró y me dio la mano para chocar mis dedos, le respondí y a partir de ahí fuimos muy buenos amigos.

Por favor, no digan “¡ay pobre!” porque de pobre nada. Las personas que nacemos con obstáculos, no deberíamos discriminarlos. Yo nací con un problema en el habla por culpa de no nacer con paladar ni campanita, oficialmente no soy discapacitada, pero si hubiese tenido más secuelas, seguramente que lo sería. Solo por hablar diferente, me declararían incapacitada por ser diferente a los demás, a los que llaman “niños sanos”, cuando el problema de la humanidad que tiene más grande, es que no para de “discriminarse entre sí” y no decide “amarse”. Si un niño o niña decidió nacer con dificultades, deberíamos aplaudirlos porque su labor es muy importante ¿saben?


Uno de los motivos básicos que pasan por ese obstáculo, es porque como ya deben saber, ninguna familia está limpia de “pecado”, a ver no quiero ponerme religiosa, me refiero a que ninguna familia es “perfecta” esas imperfecciones ayudan al patrón familiar a resolver los traumas que se hayan ido ocasionado desde el primer familiar con el apellido, hasta la actualidad. Decidir nacer con Síndrome de Down, por ejemplo en el universo se le llama purgador de traumas emocionales densos familiares y aquí ¿discapacitado intelectual?

Ya con nada más nacer, la sociedad ya no le acepta tal y como es, sus padres sí, pero lo que en el futuro será algo para la sociedad, está “catalogado” a ser ¿jardinero, ayudante de kellys o algo que él no quiere ser? Supongamos que el niño decide ser médico, a pesar de tener Síndrome de Down tiene el mismo derecho que cualquiera para serlo, ¿por qué no lo ven igual ustedes? ¿Y se creen que están evolucionando discriminando a tanta gente? ¡Perdón pero no lo acepto, lo tenía que compartir!

Recomendación: Serie Un Paso Adelante (Netflix). 

HR.

HERO&Corporation.

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