lunes, julio 06, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 36

Sus ojos eran oscuros, pero mi corazón se estaba calmando, así que acepté que quizás estaba diciendo la verdad. ¡Vaya lugar y momento para aparecerse un compañero de trabajo!

-          Le dije a Uriel que no recibiría visitas por esta semana…- renegué molesta.

-          Lo sé, pero es importante, querida. – dijo yo alcé la ceja, y él prosiguió – he venido a presentarme, aunque tu y yo ya nos conocemos de hace muchos milenios, he venido a volver a presentarme ante ti, querida. No sabes, el tiempo que hace que he estado esperando este momento…- le miré sin entenderle.

-          ¿Ya nos conocemos? ¿De dónde?- le dije.

-          No, no voy a picar, querida. Eso ya lo descubrirás tú misma, ¡tenemos mucho tiempo para eso! – dijo haciéndome un guiño.

-          ¿Entonces, para que te presentas sino puedes decir nada? – le repliqué, medio enojada todavía.

-          Estoy siguiendo el protocolo de Ser de luz. ¿Hay algo que quieras saber?-  Preguntó y yo dije que no con la cabeza, pero él prosiguió- ¿ni siquiera te preguntas que han sido aquellas espadas y susurros que acabas de escuchar? – eso me dejó descolocada.

-          ¿Cómo sabes eso?- le pregunté con los ojos como un búho.

-          Este lugar no es simplemente un museo interactivo, todo lo que has escuchado, es el tiempo que solo a aquellas personas que saben leer su energía, pueden volver a revivir todas las experiencias que han ocurrido entre estos muros. Y tú, querida Laia, eres una lectora de energía atemporal. ¿Sabes qué significa? – dijo.

-          No.- dije interesada y sorprendida del tema.

-          Significa que las piedras que conforman estos muros, al estar vivas, te cuentan sus vivencias, solo tú puedes decidir si quieres escucharles o ignorarles, pero decidas lo que decidas, ellas te lo contaran absolutamente todo. Dándote así, un punto de vista más a la verdad. – dijo y a mí me dejó totalmente hipnotizada.

Orange, se giró y empezó a caminar por alrededor de las estatuas, mientras que de fondo se escuchaba una representación del fuego para cocinar los platos.

-          Recuerda, que todo está vivo por muy muerto que parezca, sigue vivo. – dijo se quedó en el centro de la caseta, me observó – ahora tengo que volver, pero siempre que me necesites, estaré, yo de mientras, protejo tus espaldas desde las alturas, junto a los demás. – sonrió y enseguida una luz anaranjada le envolvió todo el cuerpo, se hizo chiquito y salió entre los muros de la caseta.

Salí de la caseta en shock, papá me miró un momento pero no dijo nada, seguimos caminando hasta la siguiente casa, Uriel se quedó a mi lado, pero no le pude decir nada. Antes de entrar en la siguiente caseta, las piedras de esa calle, volvieron a mostrarme espadas, tras lo que había dicho Orange, les permití ver…

Era en la época del poblado íbero, un señor que aparentaba ser el macho de una familia, salía de su casa, mientras que otro más mayor, le miraba y le gritaba en un idioma que no entendía, el hombre de la caseta se acercaba con confianza mirándole a la cara al otro hombre, y cuando estaban a un metro de distancia, de repente el hombre que le había llamado, le clavó una lanza en medio del estómago.

-          ¡Ah!- grité, me puse de rodillas, me tapé las orejas, cerré los ojos y grité tan fuerte y lloré, no quería ver más.

-          Laia, ¿Qué te pasa? – decía papá preocupado, me agarró en brazos y salimos de allí, yo llorando, Uriel preocupado, mamá también.

La visita la terminamos, pero yo no entraba en ningún lugar, me quedaba sin permitir ver nada, no quería ver como mataban a alguien, no quería… hasta que no salimos del lugar, no me calmé. ¡Qué miedo por dios! Nunca les pude contar a los papis, la verdad, solo se quedaron con la idea de que ese lugar me daba mucho miedo, lo relacionaban con el miedo a la oscuridad, no les quise compartir nunca, incluso en la actualidad, menos lo iban a entender.

Al día siguiente en la orilla de la playa por la mañana, me encontraba con Uriel que estábamos dibujando en la arena mientras que el agua nos borraba los dibujos, los papis estaban en la toalla un poco lejos pero pendientes de mí, aproveché para hablar con él.

-          Ayer en el poblado, conocí a Orange. – le conté lo que había pasado, Dary estaba escuchándome atentamente.

-          Ahora comprendo lo que te pasó. Pensaba que te había asustado Orange, él a veces le cuesta mantener el cuidado, no hace mucho que es guía… - dijo aliviado en parte.

-          ¿Es verdad eso que dijo, que todo está vivo?- le pregunté.

-          Sí, así es. Una piedra siente, ve y vive igual que nosotros, a pesar de estar inmóvil, no signifique que esté muerta, ¿entiendes?- dijo con cariño.

-          ¿la arena también?- le dije.

-          Sí, y el agua, el aire, el fuego… estos son distintos porque son elementos sagrados, por el cual hacen posible la vida en este bello planeta. Pero si, ahora mismo esta playa está escuchando lo que te estoy diciendo, y el agua, también.- informó.

Agarré entre mis manos un montón de arena y me dispuse a observarla, esperando a que pasase algo, pero Uriel empezó a reírse.

-          Así no te va a decir nada, mi amor. Ven conmigo, deja la tierra, vamos a conectar con el agua, que es más fácil. – dijo me ofreció la mano, dejé la arena y me fui con él.

Hundimos los pies en el agua, mirando hacia el horizonte, el Sol nos estaba iluminando con su fuerza, Uriel me dejó de la mano y le miré.

-          Haz como yo. – dijo.

Miré hacia el horizonte, cerré los ojos y los brazos los dejé en señal de cruz a mi lado.

-          Siente tus pies hundidos en el agua sagrada, como nutren tus raíces. No pienses en nada, solo siente el latido de tú corazón, dónde las partículas de esta agua, llegan a las venas y circulan por tú cuerpo, hasta llegar a tú corazón. – dijo Uriel.

Acaté sus órdenes al pie de la letra, sentía cómo el corazón se nutría con el agua. ¡Era fantástico!

-          Ahora, dale permiso des del corazón, para que el agua te cuente su historia que tiene preparada para ti hoy, solo tendrás que dejarte llevar, confiando en ti y en él. – dijo Uriel.

No voy a contar qué es lo que vi, pues es mejor que hagan esto en la playa, porque es mejor que lo experimenten ustedes mismos. Pero fue una conexión muy especial, aviso que puede que vean cualquier cosa de cualquier tiempo-espacio. También se puede hacer en el río o en una fuente de agua dónde el agua corra.


La última noche en Calafell, nos fuimos a cenar una paella en el chiringuito de la playa, de chiquita me gustaba mucho la paella, pero ahora de mayor la he aborrecido. Al terminar damos la vuelta por el centro y en la plaza había concierto, nos quedamos a bailar, adoro bailar ya lo saben, pero a mi mamá también y me puse a bailar con ella, excepto mi papá que no le gusta nada, solo escuchaba la música allí plantado como un macetero, hasta que terminaron a las dos de la madrugada. Antes de dormir, ya teníamos casi las maletas hechas, faltaba poner la ropa de cama para así irnos prontito para casa, a las diez teníamos que dejar el departamento intacto, eso quería decir que nos tocaría limpiarla.

-          ¡Laia, despierta!- gritó papá al parar el auto. - ¡Hemos llegado!- concluyó.

Abrí los ojos y miré por la ventana, pero no identifiqué nada, eso no era Manlleu.

-          ¿Dónde estamos?- pregunté con cara de sueño.

-          En Tarragona, vamos a comer y pasar parte del día aquí.- dijo papá, en el momento en que entrabamos al párquing y todo se puso oscuro.

Tarragona, antigua ciudad romana. En el año 218 A.C. los Romanos tomaron la península ibérica empezando por Emporion, la capital íbera de esos tiempos, a partir de allí se fueron extendiendo alrededor de Cataluña, creando así ciudades como Vic, Barcelona, Tarragona, Lleida y mucho más… Leía eso en los cartelitos que había por todo el circo romano, que se encontraba en el centro de la ciudad actual, donde se había podido conservar muchas cosas en pie, incluyendo estatuas y artefactos que se usaban en esos tiempos y que ahora se encontraban en un gran museo dispersados en distintos lugares de la ciudad.

Aprendí a leer muy rápido, gracias al Tiet Josep y a mi madre, que todas las noches me animaban a leer un cuentito en la cama, había noches en que quería leer en vez de escuchar un cuento cantado por el coro de los ángeles. Sabía que eso era distinto a los demás compañeros del colegio, porque a esa edad sabían leer algo, pero aún lo hacían con el dedo, y yo ya iba sin eso. En realidad el Tiet Josep me animaba a leer antes y después de las comidas en casa la iaia Filo, él quería que aprendiese rápido y a través de juegos en plan, él agarraba el periódico y yo un libro, él leía un artículo la primera línea, y yo la primera línea del primer capítulo del libro. Era divertido ver como la realidad superaba la ficción en ciertos aspectos.

-          ¿De qué te ríes, Laia?- preguntó mi padre mientras salía de ese recuerdo casi a hostias.

-          Nada, solo algo del tiet Josep. Nada importante.- dije evadiendo más preguntas.

Pasando por varios pasillos, llegamos al largo pasillo dónde se “suponía” tenían a los animales para los grandes números. A pesar de ser un circo donde practicaban deporte los romanos, a veces lo usaban como un pequeño coliseo. Nada más entrar, me puse mal de golpe, me sentía como si todo diese vueltas, mareada y como si tuviera una piedra de cien toneladas encima de mis hombros, me costaba respirar y caminar. Por arte reflejo me agarré fuerte al brazo de Uriel, él me agarró de la cintura e intentó sostenerme.

-          ¿Qué te pasa? – preguntó Uriel con su voz.

-          No sé, todo da vueltas, me siento pesada de golpe…- le dije, no tenía ni fuerzas para hablar.

-          Tranquila, mi amor. Caminamos juntos, ¿ok? – dijo.

-          ¿Qué me pasa, Dary? – dije.

-          Respira profundamente, cuenta cinco latidos y suelta el aire poco a poco por la nariz. Al parecer tienes un recuerdo muy importante aquí a dentro, así que si lo deseas, haz esto para sacarlo, yo me encargo de que nadie lo vea. No lo bloquees, porque él mismo te puede abatir, déjalo que fluya, mi amor. – informó, su dulce voz preocupado como un padre y sus consejos de un buen amigo, me hicieron relajar e intenté hacer lo que me dijo.

Nunca me había agarrado así un recuerdo, pero no lo dudé en hacer lo que Uriel me pidió que hiciera, pasó así porque él sabía que recordar consiste en esto, el cuerpo enferma y hasta que no le haces caso, no se recupera.

Recomendación: 365 días - Película de Netflix.

HR.

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martes, junio 30, 2020

¿A qué le doy a los Hombres o a las Mujeres?

*Antes de empezar a explicarme, me gustaría dejar claro una cosa, en este post y siempre que se habla de este tema, mostro mucho amor y respeto a las orientaciones sexuales de los demás y la mía propia. Lo que les voy a contar ahora, quería ponerlo en el Espejo de Mí Vida, pero por circunstancias que han ocurrido estos días, tendré que decirlo en esta reflexión. Así que les pido que abran el corazón y escuchen (bueno lean sinceramente), además que no quiero causar daño a nadie, puesto que este es mi experiencia y por lo tanto una perspectiva de la realidad del UNO. Gracias.

He crecido en una familia muy abierta a estos temas, de forma en que juzgar la forma en como uno expresa el amor de pareja si en un hombre o en una mujer, está mal, puesto que el universo es femenina y masculino y no tiene por qué ser juzgado por ello. Por eso mi familia me ha enseñado a respetar y aceptar, puesto su orientación sexual no cambia la forma en cómo uno se relaciona con los demás. Amor, respeto y paz, así de sencillo. Personalmente de pequeña no entendía muy bien, si debía elegir “bando” puesto mi familia me educó dejándome que mí propio corazón se exprese libremente sin juicio. Pero en el colegio de nuevo estaba muy marcado, se burlaban de ti por querer jugar con las niñas en vez de jugar a futbol, lo vi en uno de mis mejores amigos que conocí en segundo de primaria, que des del primer momento le abrí mí corazón neutralidad sin querer obligarle a elegir un bando, puesto que a mí eso no me importaba yo seguiría siendo su mejor amiga fuese lo que fuese.

No entendía porque le maltrataban así los compañeros si quería jugar con las niñas de clase, recuerdo que él se sentía mal e intentaba “hacer ver” que era igual de hombre que ellos, aceptando a jugar a futbol, cuando decía que no le gustaba hacerlo, de tal forma que me invitó él a que le acompañara y así lo hice. En ocasiones, quería jugar con él en el patio pero me decía con tristeza “no, no puedo jugar contigo, tengo que jugar con los chicos” y se iba avergonzándose quién sentía ser. Nunca le obligué a quedarse si él no quería o no se sentía con fuerza de hacerlo, y le respeté, seguí cuidándolo pero en el anonimato, puesto que los fines de semana quedábamos en mi casa y jugábamos juntitos toda la tarde.

Actualmente no tengo ni idea de cómo se sentirá, puesto que los caminos se han ido separando, pero espero que pudiese expresarse tal y como sentía. Yo desde aquí siempre le daré, le he dado y le doy mi corazón. Pero ver la situación en clase, me parecía algo malo, se burlaban mucho de él por expresarse diferente y yo le quería defender pero no ayudaba mucho la verdad. Me prometí a mí misma que no volvería a permitir algo así si alguien que me importa se burla de él o ella.

Con el tiempo en la adolescencia, me di cuenta de que los compañeros de clase empezaban a tener sus relaciones de pareja y sus líos, pero yo no tenía tanta suerte, también porque no me sentía preparada para empezar con la expresión de la pareja, pero me pregunté ¿qué me gusta las mujeres o los hombres? Interiormente y hasta ese momento nunca me lo había planteado, pero tampoco pude contestar a la pregunta, cuando veía al chico de Ojos Verdes, los guías me decían “no te fijes en la forma, pues todavía no tú corazón no se ha expresado su verdadera forma”. Querían decir, que todavía no podía saber si me gustaban los hombres o las mujeres, porque el corazón tarda en expresar dónde reconoce y en qué forma aquel que realmente estás destinado o destinada a encontrarte en cada esquinita de tú sendero.

Los compañeros de clase se me quedaban mirando cuando me preguntaban “¿Te gusta alguien?” y yo les decía “No lo sé” y luego decían “¿Qué chico es?” y yo les decía “No sé si es hombre o si es mujer”. Se me quedaban mirando con una cara de que estaba loca, una vez más, no entendían mi punto de vista en este mundo. Los guías me decían “un día lo sabrás” confié totalmente hasta ese momento sentía el mismo amor de pareja tanto para los hombres como para las mujeres, pero no hacía nada. Por ejemplo, me gustaba mucho de pequeña Gerard, pero en mujer sentía una admiración muy fuerte por la Cristina pero luego en mi mejor amiga Núria (mejor amiga en la actualidad). Comprendí que etiquetarse es un concepto social, el corazón se expresa con AMOR, por eso no me importó pero no hice nada hasta que un día supe por dónde tenía que seguir mí camino.

El 12 de Abril del 2010 (apúntense esta fecha porque en el espejo en el futuro lo sabrán mejor porqué es muy importante), ese día no pude ir al colegio porque de repente a las ocho de la mañana mientras me preparaba para ir al colegio, me estaba a punto de sacar la secundaria, me tuve que quedar en casa porque todo me daba vueltas. En ese momento no lo entendí qué me pasaba porque nunca me había mareado por nada, ahora sé que estaba cambiando de dimensión físicamente por primera vez, con la ayudita de Uriel. Me fui a 4D en un universo paralelo, dónde allí curiosamente se encontraba el chico de Ojos Verdes, pero yo no lo podía ver, me taparon los ojos los guías al decirme “el amor es dejar que el corazón se exprese, pues los ojos condicionan, el corazón debe sentirse libre”.

Allí, tuve dos pruebas muy importantes. La primera consistía en que todos los chicos tenían que agarrarme en brazos y yo tenía que elegir a través del corazón quién sentía que podría ser el Señor Ojos Verdes (el hombre que me he ido casando en cada encarnación). Después de unos cuantos hombres, llegó él, sí era él, iban sin camiseta, y mi corazón empezó a latir y vibrar con tanta fuerza que era capaz de volver a crear un nuevo universo. La segunda prueba, era la llamada prueba de fuego, un beso de amor verdadero, cuando volvió a aparecer y yo seguía con la venda en los ojos, volví a sentir lo mismo, era él y solo podía ser él porque solo me pasaba con él.

Regresé sabiendo que mí corazón se había definido, me gustaban los hombres, solo que ahora empezaba la búsqueda de este chico en 3D, pues los guías me dijeron “vive en este mismo planeta y en tú misma dimensión, es tiempo de reencontrarse”. Y así empecé mi viaje de búsqueda, sin nombre, sin saber de qué país era, qué edad tenía, solo sabía que era un hombre joven, mayor que yo, y con los ojos verdes. Durante esa búsqueda, tuve que conocer a diferentes chicos, dónde cada uno eran clave para encontrarlo. Pero con el tiempo me di cuenta de que las formas en cómo se habían expresado las cosas, eran distintas a lo que suele ocurrir socialmente, había dejado que mí corazón fuese quién realmente debe ser, libre, si condiciones de pelo corto, largo, barba… o lo que sea, libre, ciego de amor.

Fue entonces cuando comprendí, porque me costaba definirme años atrás, de nuevo la sociedad ahora está determinando mucho qué orientación sexual eres. Una vez más, un límite cuando somos seres infinitos, si piensas en el amor libre, muchos piensan en que te perdiste en la vida, pero yo no lo siento así, es decir… ahora me van los hombres, pero quizás en diez años o más de repente conozca a una chica y me gusten las chicas. ¿Eso debe definirse para ser una etiqueta? ¿Para ser de un grupo o de otro? ¡Pues no! El universo es masculino y femenino es UNO, un ser COMPLETO. Y si estamos volviendo a ser UNO, debemos ser COMPLETOS, por lo tanto debes ser masculino y femenino.

Llevo toda la vida, viviendo en UNIDAD y siendo COMPLETA, no me dejo limitar yo soy es una propiedad infinita dónde el universo se expresa ante cualquier forma, yo soy, simple. No me determino heterosexual, ni bisexual ni lesbiana, yo me determino INFINITA COMPLETA EN UNIDAD, masculino y femenino. Tal y como dice Araceli el personaje de la que se avecina “somos hojas movidas por el viento”. Así que les pido que no intentan definirme en nada, ni sexual, ni mi forma de ser, como ya habrán visto mucho de ustedes, no me dejo limitar por una creencia o un patrón. Transformo mi ser para SER COMPLETA EN MASCULINO Y FEMENINO. En anteriores momentos del pasado, os he dicho que no era lesbiana, y que me gustan los hombres, ahora ya saben por qué. Gracias por a todos aquellos que comprendan esta información.

Recomendación: Vino Nuevo – Hillsong en español.

HR.

HERO&Corporation.

domingo, junio 28, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 35

Después de cenar, seguimos paseando por el paseo marítimo hasta que de repente encontramos un parque de hinchables a pie de playa.

-          ¡mamá, mira!- le dije.- ¿puedo?- le pregunté.

No había nadie más que el señor que custodiaba los hinchables, pero como era un día especial y supongo que no era muy caro, mis padres aceptaron. ¡Qué alegría! Lo que más me llamó la intención fue un tobogán, Uriel vino conmigo, así que me quité los zapatos y vi como él también se los quitaba, suele llevar sandalias doradas, tiene un pie muy grande creo que su número es un 53, como decimos en España “casi podría dormir de pie”.


Mientras que empezaba a dar saltitos antes de subir, para terminar de esperar a Uriel, me sentía como una niña como cualquiera, feliz, jugando, cómo si todo lo demás no fuese importante. ¡Qué divertido fue ese tobogán! Me sentía una niña, y no alguien maduro con cuerpo de niña de 5 años. Tanto papá como mamá, parecían adoptar sus responsabilidades como debía ser, y en ocasiones eso me provocaba dudas, porque no sabía si lo hacían para aparentar o es que se habían dado cuenta de lo que pasaba… dejé de prestar atención a esos pensamientos negativos, cuando Uriel y yo empezamos a subir con la cuerdecita, que además teníamos todo el tobogán para nosotros, no había ningún niño allí, parecía que nos estuviese esperando.

-          ¿y si lo hacemos sin cuerda? – preguntó Uriel.

-          ¡Me caigo!- le dije entre risas, como si Uriel estuviese diciendo una estupidez.

-          No, no lo permitiré. ¡venga, tú puedes, mi amor! Yo te acompaño, por si te desvías, yo te agarro…- dijo animándome que lo estaba consiguiendo.

-          Pero… ¿cómo sería? – le pregunté.

En realidad Uriel no tuvo que enseñarme, fue ver cómo era la cosa, y automáticamente me puse de pie y empecé a caminar. Me giré para ver a los papis.

-          ¡Miren, sin manos!- les dije como tantas veces había oído en la televisión decir eso los dibujitos animados.

-          ¡Agárrate, hija!- gritaba papá.

-          ¡No, yo puedo!- dije.

Seguí subiendo sin manos en la cuerda, sin que Uriel me agarrase, pero estaba cerca y cuando lleguemos arriba, antes de ver la altura que era eso, que parecía que te tirabas de un tercer piso.

-          Dary, ¡sígueme! – le dije.

Uriel se quedó un poco atrás para observar qué iba a hacer. Papá y mamá estaban observando, ellos a pie del hinchable. Inspiré profundamente por la nariz, puse las manos en alto y me puse a hacer la vertical, aguantando el equilibrio, Uriel se puso a mi lado, vigilando.

-          Tú también…- le dije intentando no perder la concentración.

Uriel me copió, estábamos a los pies del tobogán, cuando vi que ya estaba como yo, le di una señal alzando una ceja, y empezamos los dos a bajar los pies hacia adelante, para terminar haciendo el puente pero en vez de terminar haciendo el puente, la bajada nos empujaba, por eso nos soltamos de las manos y bajamos hasta llegar abajo. ¡Qué divertido!

Tenía muchas ganas de probarlo, después de uno de los entrenamientos con Lonan, él me sugirió hacerlo y en cuanto tuve la chance, ni me lo pensé. La sorpresa fue la cara de mis padres, cuando nos pusimos de pie, para volver a subir, se quedaron en shock. Pero la verdad es que probamos con Uriel distintas figuras y nos salieron muy bien, lo recuerdo de una forma en que no me importó lo que dijeran los demás, solo me estaba divirtiendo practicando posturas que había reaprendido a hacer en los entrenos, figuras que son importantes para entrar en la guardia una vez más.

De camino de regreso al apartamento, mis padres se quedaron en silencio, pero me miraban cómo si fuese extraña. Empecé a correr descalza por la arena fría de la playa, mientras que todavía hacia alguna figurita. Como si fuese el circo del Sol, mis padres por primera vez los había dejado sin derecho a despreciar mis especialidades acrobáticas. De hecho a esa edad practicaba mucho, porque tenía que volver a recuperar el equilibrio físico, que con las últimas encarnaciones me había desviado del eje.

En el momento en que me estaba haciendo la cama para ir a dormir, papá se quedó en el otro sofá para ver la televisión un rato que echaban una película. Me fui a la terraza, me senté en una silla, agarré una libreta que había comprado en el quiosco de la esquina, me puse con los rotuladores y empecé a dibujar, bajo un cielo estrellado, la luz tenue de las calles, permitían ver muchas más estrellas de las que estaba acostumbrada a ver. Era más de media noche, pero no me importaba trasnochar.

Cerré los ojos con un rotulador en la mano derecha y otro en la izquierda, respire profundamente, puse las manos uno en cada hoja y me dejé llevar. Mientras que estaba en trance para relajarme un poquito, me imaginé cuál era mi eje en mí interior, como si una cuerda atravesara todo mi Cuerpo, vibrando en alguna sintonía rápida. A la que abrí los ojos, dibujé la mano derecha un corazón y la izquierda estrellas.

Uriel observó los dos dibujitos…

-          ¡Maravilloso, mi amor! Estás en sintonía… ¿sabes lo que acabas de canalizar? – dijo.

-          No, no lo entiendo.- le dije.

-          La conexión entre el cielo y la tierra, el corazón simboliza la unión entre las estrellas y el camino que has venido a hacer. Toda la información que recibirás, será de este conjunto que forma lo que hagas en esta vida. Pues todo lo que necesitas para comunicarte, se encuentra vibrando en sintonía para ser recibido. – dijo Uriel pero no entendí nada.

En vez de esperar su significado, nos fuimos a descansar.

Pasamos la mañana jugando en la playa, y bañándonos en el mar, ¡qué vacaciones tan fabulosas! Llevábamos tres días allí, y no quería irme, quería estarme allí eternamente. Después de almorzar, mis padres hicieron la siesta, como yo no tengo por costumbre hacerla, me quedé dibujando en la terraza que daba un solecito interesante, aún llevaba el bañador puesto. Uriel se quedó a mi lado, descansando, hasta que uno de sus anillos se puso de negro a dorado, eso quería decir que tenía una llamada urgente, a pesar de no haber atendido nada desde que habíamos llegado, era la primera vez que alguien quería ponerse en contacto con él.

-          Tengo que contestar, no será nada… - dijo, se levantó y se fue a un rincón de la terraza.


Uriel contestó una video llamada de algún Ser de Luz, por la cara que ponía o los movimientos de ajetreo que hacía, parecía importante y algo inesperado. De pronto me asusté, cuando un auto pasó tocando la bocina, era un auto blanco y antiguo, pero en el momento en que volví a observar a Uriel, se había girado, me daba la espalda y no podía ver su cara.

-          No sé si es una buena idea… intenta que sea suave, ¿ok? No queremos sustos… - decía.

No tuve tiempo de indagar más porque la llamada se cortó enseguida y Uriel regresó, mi cara de interesada lo decía todo ¿qué había sido eso? Pero Uriel se volvió a sentar a mi lado, se tapó con su anunciador rojo la cara, y no dijo nada, se quedó allí… intentando dormir un ratito.

-          ¿Todo bien?- le dije.

-          Si, mi amor. Esta tarde iremos al poblado íbero, me lo estaban diciendo. – no dijo nada más.

Desconocía que iríamos a ver a las tardes, pero Uriel tenía razón, papá cuando se despertó decretó que iríamos al poblado íbero que lo habían convertido en museo interactivo.

Bajé del auto, observando el desierto del bosque que habíamos podido aparcar, caminamos por un camino hasta que al final llegamos a la entrada, la chica nos dijo ciertas indicaciones que no llegué a escuchar, mientras que observaba por encima la gente que había, dos grupitos de cinco personas y nosotros, que íbamos por libre, con un montón de propaganda en las manos y una especie de teléfono dónde te decía la charla al apretar uno de los números.

-          No quiero estar aquí…- susurré, Uriel me escuchó, se agachó yo le agarré de la manito.

-          ¿Qué te pasa mi amor? ¿Estás bien? – dijo Uriel.

-          No, algo va mal.- no le pude decir exactamente qué me pasaba, me agarré a su brazo con fuerza, él se volvió a estar de pie y seguimos a mis papis poco a poco para entrar al recinto.

Sentía en el centro de mis pulmones una presión tan fuerte que me costaba respirar con normalidad, por lo tanto, empecé a respirar más acelerada consiguiendo así acelerar el pulso y los latidos del corazón. Efectivamente, era un poblado íbero, con muchas piedras apelotonadas una encima de la otra, formando así muros de una casa, calles, puentes y pozos, intentaba no tocar nada, pero esa sensación era cada vez más fuerte. Hasta que de repente, escuchaba el sonido de varias espadas tocándose en un combate a muerte como en las películas. Miraba a mí alrededor varias veces, pero no veía absolutamente nada, pero al volver la vista al frente, las escuchaba como si tuviera la espada pegada a la espalda.

Lo peor fue, cuando empecé a escuchar susurros, que por muchas veces que me girase y no ocurriese nada, no había nadie, ni en la torre de vigía, escuchaba los susurros. Me agarré con más fuerte al brazo de Uriel, que finalmente él se quejó de lo fuerte que lo agarraba, se agachó, pero antes de que dijera nada, le pasé los brazos alrededor de su cuello y empecé a llorar sin intentar llamar la atención de nadie más.

 Antes de que Uriel me preguntase, noté sus alas que me rodeaban las espaldas, esas plumas que en muy pocas ocasiones las había podido tocar, tan suaves y ligeras que parecía que durmieses encima de un edredón de un rey. Me sentía en casa, todo lo que escuchaba, de repente había dejado de escucharlo, así que le di un besito en la mejilla como acto reflejo y le di las gracias.

-          Laia, ven, ¡vamos a entrar aquí!- dijo papá mientras que entraba dentro de una de las casas.

Me desenganché de la mano de Uriel y caminé rápido hacia papá, que se quedó a fuera, mamá también, y yo entre pensando que me seguían detrás. Pero todo estaba oscuro, hasta que de repente automáticamente se encendieron las luces y se vieron personajes de cartón piedra que simulaban lo que hacían en esa casa hace muchos años atrás. Me giré para ver si Uriel estaba, pero tampoco, y al volver a mirar al frente, una estatua de cartón piedra se movió.

-          ¡Hola Laia!- dijo el hombre.

-          ¡Ah!- grité de miedo.

-          Ei, tranquila, tranquila… no soy una estatua, soy un… Ser de luz, amigo de… Uriel…- dijo para calmarme.

Me quedé allí, medio muerta de miedo, observándole, no tenía alas, pero tampoco era muy alto, llevaba gafas azules, pelo moreno corto, camiseta y pantalón como si fuese cualquier persona, pero que conocía a Uriel, cuando en ese tiempo no le decía a nadie que lo tenía… ¡qué raro!

-          ¿Quién eres?- le dije.

-          Soy Orange, un guía de 5D. – dijo siendo muy amable.

Recomendación: Un alma llamada Axel - Libro de Amada Selina.

HR.

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