domingo, febrero 09, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 14


Me quedé mirando el juego, de alguna forma era muy interesante, se parecía al futbol, pero el hecho de tener que atrapar a uno de los dos conejos, hacía que los jugadores se tuvieran que embarrarse en el fango, de una forma en que inevitablemente tenías que ser muy hábil, tanto físicamente como mentalmente. Me gustaba tanto, que me acerqué a la barandilla, quería seguir observando un ratito más, pero Uriel me agarró de la mano y me frenó.

-          ¿A dónde vas?- me preguntó.

-          ¿podemos ver el partido?- le pregunté.

-          Te están esperando, mi amor. Debemos entrar.- informó.

Le miré a los ojos directamente, para que tuviera un lindo detalle de dejarme aunque fueran cinco minutos. Él sonrió y suspiró aceptando mi petición.

-          Mira, si me prometes que no te vas a mover de aquí. Aprovecho, me adelanto y les digo que hemos llegado. Eso serán más de cinco minutos, quizás sean diez, ¿crees que tendrás tiempo suficiente de mirar el partido?- dijo.

-          Si, no me muevo de aquí.- le señalicé la barandilla y él aceptó, me dio un abrazo con un beso en la frente y se fue para dentro del edificio violeta, yo me quedé a mirar el partido.

No pasó mucho tiempo, cuando noté como un chico que tenía como diez años o más, se me puso cerca de mi izquierda a observar el partido. Ni me fijé quién era, pero curiosamente mi corazón latió con fuerza, su energía por así decirlo me hacía sentir algo alterada y un poco incomoda. Giré la cabeza para observarlo, pero me quedé deslumbrada, el chico miraba fijamente el partido, era alto, tenía la piel color miel como si fuera tostado, una nariz interesantemente increíble, el pelo liso y corto a cinco dedos de distancia. Una espalda recta y bastante fuerte, sus brazos eran largos y parecía se mantuviese en forma, aunque no marcaba músculos como los adultos, porque como ya he dicho apenas tenía doce años. 

-          ¿Eres del nuevo curso?- me preguntó sin apartar la mirada de la cancha.

-          Si, pero todavía no sé cuándo voy a empezar…- dije me costaba hablar, no entendía por qué.

-          Ah, ya entiendo. Vienes a las pruebas de ingreso… ¿supongo?- volvió a preguntar.

-          No, ya estoy aceptada. Mi ángel dice que debo pasar una entrevista con el director.- le contesté ya más segura de mí misma, aunque las manos me temblaban y curiosamente en Agartha no hace frío es primavera constantemente…

-          ¡uh!...- no entendí bien su reacción, hasta que volví la vista al partido y un jugador estaba en el suelo como si se hubiese partido la pierna, pero se levantó todo pringoso del fango y siguió adelante.- Pues entonces, empezarás muy pronto. – dijo, le miré de nuevo y él había despegado al fin la cara del partido y le pude mirar a los ojos, ¡qué ojos más verdes y qué sonrisa más bella! 


Dentro de mí, no sé qué pasó, pero el estómago se encogió de repente y sin explicación, y mis piernas empezaron a temblar, no se veía, pero yo lo notaba. 

-          Soy…- pero antes de terminar él me alzó la mano para cortarme.

-          No, no, no… mejor no me digas tú nombre… prefiero que lo descubramos si el camino nos vuelve a bendecir ¿de acuerdo?- dijo y yo solo asentí con la cabeza con los ojos más abiertos que jamás había tenido en mi corta vida.

-          ¿Estarás por aquí mucho rato?- le pregunté.

-          Solo hasta Junio. Estoy en el último curso. Pero, en cuanto empieces, vengo aquí todos los miércoles, después de tercera hora.- dijo y sin decir nada, se fue.

Solo pude suspirar y observarlo como caminaba rápidamente de regreso a uno de los edificios que habíamos dejado atrás con Uriel. Me quedé allí, intentando encontrarle sentido a lo que había pasado y la reacción de mi cuerpo, pero no encontré nada. 

Uriel no pudo entrar conmigo al despacho del director, tuvo que quedarse a fuera, así que me tuve que andar de valor para cruzar la puerta de madera que tenía delante de mi y sentarme en… ¿cómo? No había sillas, solo almohadas en el suelo, sin mesas, sin nada… solo un Ser de luz muy alto que iba con una túnica violeta hasta los pies, estaba sentado con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Le observé, tenía el pelo rubio y una barba de semanas del mismo color, pero tiraba a naranja, de sus manos salía una especie de bolita de energía de color violeta. Me quedé plantada allí, esperando a que saliera de… ¿qué era lo que estaba haciendo?

-          Toma asiento, querida- dijo, su voz era pausada y muy hermosa, obedecí.

-          Gracias.- le susurré.

Finalmente abrió los ojos y esas perlas amatistas se fijaron en los míos de una forma noble y muy respetuosa. Tenía los ojos violetas, jamás los había visto así, que yo recordase.

-          Yo soy el Maestro Ascendido Saint Germain, el director de esta escuela. – dijo y se quedó en silencio, iba para decirle algo pero prosiguió antes – Te doy la bienvenida a nuestra escuela, nos complace que vengas a terminar de formarte aquí. – dijo con una sonrisa franca.

-          No entiendo, ¿terminar de formarme? ¿En qué?- le dije.

-          Aquí preparamos a todos aquellos hermanos de la superficie – se referían a nosotros, los humanos. – para que en algún momento de su camino, puedan realizar su misión y propósito de vida para Nuestro Hogar Sagrado, llamado Tierra – dijo con tanto entusiasmo que me vino una sensación de tranquilidad y paz eterna.

-          ¿Qué significa eso? – pregunté inocentemente.

-          Cada hermano decidió venir a encarnar a este tiempo, porque ha venido a hacer algo importante para este maravilloso hogar. La misión es el camino que vienen a experimentar, porqué así encuentren su verdadero motivo, es decir, el propósito de porque decidieron venir una vez más.- informó con una amabilidad increíble, no perdió en ningún momento la paciencia, yo solía ser una niña muy preguntona en ciertos casos, y aquel era uno de ellos.

La energía del lugar era muy relajante, parecía que seguía tumbada en la cama, en el regazo de Uriel, y eso me sorprendió porque jamás en la escuela me había sentido así, pero allí era diferente.



-          ¿Cuál es mi misión y propósito? – pregunté intrigada.

-          Por eso estás aquí, querida. Tú misma lo vas a descubrir, con la ayuda de los Seres de Luz. – dijo.

-          ¿Por qué no me lo dices tú mismo? – pregunté mostrando mi inocencia de nuevo.

-          Oh no querida, yo no sé qué viniste a hacer. Tú misma nos dijiste que era un secreto que solo tú podrás descubrir. Nosotros, te ayudaremos a encontrar las pistas de tú propio secreto.- informó.
-          ¿Cómo?- abrí los ojos tanto que casi se me iban a caer de la cara.

Resulta que antes de encarnar, les dejé muy claramente que no querían que me dijeran cuál era mi misión y propósito, desconocía el motivo, pero tampoco recordaba que lo hubiera decidido, de hecho, poco recordaba de ese tiempo entre vidas. Ya saben a lo qué me refiero, el período que se pasa entre el final de una vida y el inicio de otra. Ese tiempo, se llama el período entre vidas o el espacio sin tiempo (más tarde nombrado como cuarta dimensión). 

-          ¿Por qué decidí esto? – pregunté curiosa.

El Maestro Saint Germain se encogió de hombros e inclinó la cabeza hacia la derecha, sin dejar de mirarme a esos zafiros violetas que tenía por ojos.

-          No nos diste una razón, solo querías que acatáramos tú decisión y así se ha hecho, querida. – dijo.

-          ¿Por qué tanto misterio? No lo entiendo…- dije con cara de disgusto.

-          No hay que ponerse triste, mi querida Laia. No hay misterio más hermoso, aquel que sirva para descubrir quién es uno mismo. La mayor aventura de tú vida, tan solo acaba de empezar, querida. ¿Acaso te esperabas que todo fuese masticado? La mayor aventura es descubrirlo uno mismo, y nosotros te vamos a ayudar en todo lo que necesites, estamos contigo para eso, para ser tus amigos y los amigos, se ayudan entre sí.- contestó el Maestro animándome.

-          No debe ser fácil… ser como tú…- le dije sentía que las cosas iban a cambiar demasiado y el miedo empezó a visitarme casi sin darme cuenta, pero Saint Germain me rodeó con su brazo, para sentirme acompañada.

-          No querida, es demasiado fácil ser como los demás, lo difícil es ser uno mismo. – dijo tenía razón aunque no comprendí bien esas palabras.

Acabé abrazándole, no lo conocía de nada, pero su corazón estaba lleno de ternura y mucho amor, más de lo que podía haber imaginado nunca, y de alguna forma, confié en que él y estudiar en este centro, me ayudaría a encontrar mi verdadero propósito en la vida. Quizás para algunos que lean esto les parecerá demasiado pequeña como para empezar a trabajar con lo que realmente vine a hacer en esta encarnación, pero aquellos que trabajamos para la consciencia planetaria, nos ha ocurrido así, la formación empezaba a los cinco años. Quizás no hayan ido a IÓN, pero hay más centros en Agartha que se dedican a esto, lo bueno es que por mucho que no lo crean, quién ha estudiado en Agartha, en el momento en que sube a la superficie para seguir con su día a día, de repente adquiere algunas características a nivel intelectual que los demás compañeros ignoran, porque empiezan a usar toda la capacidad craneal, en vez de usar solamente el 5% que se usa normalmente.

Antes de marcharme, el Maestro Saint Germain tenía algo más que decirme…

-          Debes saber una cosa más, querida… - dijo, yo le miré a los ojos, esperando.

-          ¿Sí?- dije curiosa.

-          Aquel que te va a acompañar a realizar tú misión y propósito de vida, ya ha pasado por aquí y sigue su formación. Tal y como ustedes dos dijeron que ocurriría, manteniendo el secreto hasta que estén ambos listos para rencontrarse en algún punto del camino, su formación será la misma para ambos, pero separados. – dijo con una sonrisa de haber hecho las cosas bien, sus ojos mostraban confianza y aunque no entendí nada, me di cuenta de que alguien en el camino también se estaba preparando para hacerlo juntos.

El Maestro Saint Germain, me permitió salir de su despacho tras cantar un par de canciones en un dialecto que no identifiqué (se parecía al Maghus pero era más cerrado). Y luego pude regresar al pasillo, dónde me estaba esperando sentado al lado de la barra de recepción de secretaría, Dary. 


Me acerqué a él feliz de todo, porque me gustó hablar con el director y tenía muchas ganas de empezar, Dary de pie, nos quedamos a hacer cola en la secretaría porque se suponía que todavía teníamos que llevar unos documentos, cuando identifiqué a Kiahara detrás de la barra atendiendo a los señores que teníamos justo delante. 

PD1. En IÓN se cambia de director cada 12 años, cuando llegué hacía solo un año de Saint Germain estaba en el cargo.

PD2. Si quieren saber más, busquenme en redes (instagram, twitter o facebook) con el nombre Laia Galí HR.

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HR.

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domingo, febrero 02, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 13


Poco a poco nos íbamos acercando a los Guardianes de luz, y sus vestimentas me resultaron muy similares a las estatuas que había visto en algunos castillos que había visitado en excursiones con el colegio o con mis padres. Lo que con el tiempo identifiqué como vestuario de gladiador romano, pero en ese tiempo, no sabía nada de Roma ni de historia en general. 

-          ¡Bienvenidos! – decía un guardián que estaba a mi izquierda. – ¿identificaciones, por favor?- pidió.

Otro guardián que estaba delante de nosotros, se acercó. Observé como Uriel agarraba la tarjeta y se lo mostraba al guardián, yo imité sus pasos. El guardián me atendió a mí primero, reconocí que llevaba un anillo igual al que se puso Uriel en el dedo índice, y de la misma forma como si pasasen los productos por la caja registradora de un supermercado, se escuchó un pitido y el anillo se iluminó en verde. Para asegurarse, el guardián con la ayuda del otro anillo, abrió esa especie de pantalla holográfica y observó detalladamente.

-          ¡Bienvenida a tú primera visita a Agartha, querida!- dijo con una amabilidad fascinante. - ¡Adelante!- me dejó pasar.

El mismo guardián atendió a Uriel, dónde se escuchó el mismo pitido, aceptándonos a ambos a entrar. Uriel se adelantó hacia a mí, me agarró de la mano y seguíamos en la cola.

-          Ya estamos a dentro. Ahora tendremos que escoger diferentes opciones, así que no te sueltes de mi mano ¿ok?- informó.

Poco tiempo después, dos guardianes vestidos iguales que los anteriores, nos atendieron. Delante de nosotros, la cola se bifurcaba en tres caminos: ALUMNOS, VISITANTES o TRABAJADORES. 

-          Escojan, por favor.- dijo uno de los guardianes.

Uriel agarró mi mano fuertemente, y nos fuimos a la izquierda, por la cola que decía ALUMNOS. Más adelante, nos ocurrió algo parecido, pero era la forma de transporte, entre METRO, AERONAVE o CARRUAJE. 

-          Metro- decía Uriel.




Seguimos así, hasta que al final, nos tocó bajar por unas escaleras y llegamos a una estación llena de seres de luz y personas. Allí ya podíamos ir por libre, me quedé muy impresionada, porque parecía las típicas estaciones que salen en las películas en hora punta, todo el mundo iba de aquí para allá, en busca de su transporte.

-          ¡Wow!- dije alucinando.

-          Este es el modelo de transporte que vas a usar para ir a IÓN. Yo te voy a acompañar, hasta este lugar todos las noches que tengas clase. Pero solo podré acompañarte hasta la puerta de tú andén. Dentro del metro, estarás sola y cuando llegues a tú parada, allí te recogerá otro ser de luz como ya te informé antes. – decía Uriel.

-          ¿A dónde van todos estos transportes?- pregunté.

-          A cualquier rincón de Agartha. Esta es la estación que hay más importante, debajo de Cataluña. Todos los transportes bajan aquí, antes de llegar a Barcelona. – informó.

-          Atención, el metro con parada a Roma está a punto de llegar. Les recordamos a los pasajeros que vayan de inmediato al andén número 4.- decían por una especie de megafonía una voz masculina.

-          ¡Vamos, que sino perderemos el nuestro!- antes de que dijera nada más, me arrancó de las escaleras para ir rápidamente a la salida marcada que estaba justo a la mitad de la sala a la izquierda.

Roma, jamás había estado allí. El metro llegó casi de inmediato, tal y como dijo Uriel, esta vez me acompañaría él todo el viaje, por eso, subimos a dentro y enseguida nos sentamos. El metro tenía unos ventanales gigantes, y los asientos estaban de cuatro en cuatro, nos sentamos en los primeros cercanos a la puerta de salida, al lado había un holograma que iba indicando las paradas. Me senté al lado de la ventana, mi lugar favorito en cada transporte, a simple vista, parecía un tren bastante corriente, pero los asientos eran muy cómodos y todo tenía una tendencia bastante futurista. 

Las puertas se cerraron casi sin hacer ruido, y una voz femenina inundó el vagón.

-          Bienvenidos al metro con destino Roma, les recomendamos que tomen asiento y que disfruten de su viaje. En dos minutos llegaremos a Tolusse.- no sabía cuanta distancia era eso, pero no me pareció que fuera tanto.

-          Este metro solo para cinco veces, antes de llegar a tú parada. Primero en Francia, Tolusse y París, y luego Italia, Milán, Florencia y finalmente IÓN.- dijo Uriel.

-          Pero vamos a tardar mucho tiempo en cruzar tantos países…- dije, hacía poco que sabía los dos países más cercanos a dónde me encuentro. Lo había visto en la televisión, y sabía que esas ciudades estaban muy lejos y que nos tomaría todo el día de viaje.

-          No te preocupes, este transporte va mucho más rápido de lo que estás acostumbrada- comentó.

No se notaba la velocidad, pero a través del paisaje tan bello que estaba presenciando, me quedé hipnótica, se podía ver que era de día, en un atardecer continuo. Las montañas se veían hermosas, con grandes selvas que jamás había visto nunca, especies volaban por los cielos como si fueran pájaros que ya no existen en mi dimensión. Entre los bosques, se veían ciudades, llenas de luces de mucha pureza y simpleza, con una torre muy alta en el centro de cada ciudad.

-          Bienvenida a Agartha, mi amor.- dijo Uriel con una sonrisa de ilusión en su rostro.

Esta maravilla era lo que Anasiel me contó algunas veces, una gran tierra dentro de otra tierra, dónde aquello que brilla por naturaleza, se conserva en esta segunda tierra. ¡Qué maravilla! Habían ríos y lagos y algunos mares que se podían ver, parecía que estuviese en la ciudad de los sueños, pero era la realidad, esa era la realidad de otra dimensión unida a la nuestra. 
 


-          ¿Qué son esos pájaros? – pregunté.

-          No son pájaros, son centuriones. Lo que en tú dimensión dirían un caballo con alas, muy parecidos a los Pegasus, pero la diferencia es que los Centuriones son los hijos de los Pegasus. – contestó.

-          ¿Pegasus?- dije.

-          Un caballo blanco con alas, la historia dice que fue el primer caballo en pisar estas tierras, en su momento era un caballo como los de tú dimensión, pero al entrar a los bosques, le creció alas y pudo volar. De ella surgieron los demás Centuriones, por eso, aquí en Agartha solo hay un Pegasus que solo tiene dos domadores ¿te haces una idea de quiénes son?- dije que no con la cabeza y él prosiguió – El Maestro Jesús y el Arcángel San Gabriel. – dijo.

Los centuriones no eran blancos, pues tenían colores de la tierra, oscuros y con tonos marrones. Captaron por completo mi atención desde aquel entonces.

La estación de Toulouse, estaba dentro de una montaña, de hecho nadie bajó allí, más bien subió más gente, que curiosamente había asiento para todo el mundo. Antes de un abrir y cerrar de ojos, se cerraron las puertas y continuamos el trayecto. Al entrar en Italia, vi ciertas ciudades blancas y radiantes que me captaron mucho la atención, casi todas eran chiquitas, no debían tener más de 20.000 habitantes, era impresionante la cantidad de naturaleza que envolvía cada ciudad, de tal forma tan frondosa, que costaba a veces discernir entre ciudad y bosque.

En tan solo media hora desde que habíamos subido en Manlleu, ya nos encontrábamos a la espera de llegar a nuestra parada. Uriel me agarró de nuevo de la mano y nos colocamos delante de la puerta, dónde la gente empezó a apelotonarse.  Por lo que podía ver, casi todos se bajaban allí, pero tal y como estaba dibujado en el holograma, aún les quedaban dos paradas más a aquellos que se quedaban dentro del transporte.

-          Hoy hemos tenido suerte y hemos ido directo, pero normalmente el transporte que agarrarás tú, tiene una parada en París y allí tendrás que agarrar otro para llegar aquí. Ya me he puesto en contacto con el ser de luz que te acompañará y te va a esperar todos los días en París, luego al volver te volverá a acompañar hasta la misma ciudad.- informó Uriel, mientras subíamos las escaleras para salir de la estación de IÓN.

La estación no era tan grande como la de Manlleu, pero tenía más gente transitando. Me aferré a la mano de Uriel, hasta que finalmente salimos a fuera y un rayo de Sol de ese atardecer eterno, me iluminó el rostro, no me di cuenta de que habíamos llegado al fin a la escuela. 

Me quedé sin palabras, al ver la cantidad de animales en libertad que había alrededor de los diferentes edificios de la nueva escuela, los jardines inmensos que tenía, y los grandes espacios para hacer cualquier cosa, correr, saltar, divertirse, estar con las plantas, los minerales, los animales, y los demás compañeros de la escuela. Al parecer era como una de esas ciudades que había visto durante el viaje, pero era más pequeño.

-          Mira, estos dos edificios son dónde realizarás las clases más importantes. Las demás, serán aquí a fuera, junto a los animales, vas a aprender mucho sobre ellos. – informaba Uriel. – Y si te giras, verás los dos pabellones, el de la derecha es dónde se encuentra el gran comedor, y a su lado, es el edificio de administración, que es dónde nos están esperando. No te lo he comentado, pero hoy tienes la entrevista con el director del centro, quiere conocerte para saber ¿qué día vas a poder empezar al final?- terminó.

-          ¿Una entrevista personal? Pensaba que ya había hecho todo lo necesario para entrar.- pregunté sorprendida.

-          Y así es, pero el director debe verte. No te preocupes, es solo rutina él debe conocer a todos sus alumnos. – informó.

Mientras nos dirigíamos hacia el pabellón de administración que su fachada era diferente a los demás, todos tenían un color de luz blanca pureza total, pero el de administración tenía un color violeta. 

-          Si ves más allí, a tu izquierda… - informó Uriel, le seguí con la mirada vi un edificio más bajo. – allí es el pabellón de entrenamiento, si quieres volver a estar en forma para volver a entrar a la unidad, allí te van a refrescar todo lo que ya aprendiste en las vidas pasadas…- dijo.

-          ¿Y este juego qué es?- dije ya que delante del edificio de administración había una pista de deportes con un juego algo raro que no había visto jamás.

-          Ah, es el popular juego de la rata. Dentro del campo, se introducen dos conejos, uno negro y otro blanco, la intención es que uno de los dos equipos consiga atrapar al conejo blanco, para poder ganar la partida. Es un juego de agilidad mental y física, y muy divertido. – decía con una sonrisa recordando supongo verlo en acción.

-          ¿y qué pasa con el conejo negro? – pregunté.

-          Pierden la partida. – dijo.

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HR.

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viernes, enero 31, 2020

Uniendo El Gran Corazón Con La Red


Hace tiempo que mi corazón ha vuelto a latir de la misma forma que lo hacía hace 12.000 años, el gran latir se está acercando, queridos alumnos de mi corazón y pronto nos uniremos allí dónde nos encontremos, de nuevo en la gran RED planetaria, para empezar a ser UNO. No falta mucho, porque el primer contacto empieza este próximo domingo 2 de Febrero del 2020. Sinceramente, quería hacer una reflexión sobre los pilares de consciencia, pero creo que hablar del gran corazón planetario, es lo que va más acorde en lo que está sucediendo. 

En mis memorias tengo muy presente algo que realmente me ha marcado todas mis vidas desde que salí de mi primera fuente divina, la fuente en que realmente nací y no fue precisamente en este universo. Por lo que recuerdo, provengo del universo primordial, porque recuerdo haber visto lo que sucedió antes de que existiera el Big Bang. Mientras que divagaba entre las estrellas y los planetas, decidiendo qué experiencias quería vivir, vi algo que me dejó totalmente captivada. 


Danna me había contado cuando apenas aprendía a ser una bolita de luz infinita que divagaba por mundos muy elevados, desde las dimensiones dónde el cuerpo no puede llegar, y las emociones tampoco lo pueden sentir vibrar, Danna me contaba la historia de cómo se mantienen todas las existencias en un mismo punto. 

El gran Mher creador de realidades, arquitecto de vidas y de esencias, creó un sustento tan flexible y tan resistente para que el TODO los pudiera escuchar. Pues el sustento no se puede ver, solo con los oídos de la pura divina gracia del propio Mher, pueden bendecirte a escuchar su hermoso canto de luz, dador de vida y creador de existencias. Porque en algún lugar, siempre podrás escuchar el latido de la vida bombear en su centro, el poder del equilibrio perfecto entre luz y sombra, neutralidad entre sutil y densidad, maravilla y tormento. 

Allí me encontraba, en la oscuridad, en la luz, en la neutralidad, entre sutil y denso, maravilla y tormento, cuando escuché el latido del gran corazón del Universo, el que sostiene la gran red de planetas. Escuchaba cada latido, me encontraba en el centro y allí pude reconocer que todos los latidos provenían del mismo origen, de aquellas existencias, que resonaban en luz sus consciencias brillantes, civilizaciones que a pesar de tener cuerpo físico, eran luz en consciencia. ¡Una maravilla del gran Mher! 

Hace 12.000 años, tuve que dejar de escuchar el gran corazón latir, y eso me quemó el corazón, quebrándolo en millones de trozos, que se fueron perdiendo en cada vida que seguí encarnando en Gaia. Recuerdo que en cada una de ellas, tenía mucho miedo a sentir AMOR, cualquier tipo relacionado con esta palabra AMOR, me dolía el corazón, sin recordar el motivo. Por eso, le tuve miedo a sentir y en muchas ocasiones, fui un ser sin sentimientos que a ojos de los demás, no era nadie, solo una persona algo arisca con las relaciones humanas. 

La verdad es que sentía que alguien me había abandonado y no podía reconocer quién o qué era y culpé a todos aquellos que se acercaban a mí, dándome una chance a volver a querer, y quise, pero AMAR solo una vez en cada encarnación. Mher fue mi primer amor en mi existencia en los universos, pero tuve un segundo AMOR, que renace encarnación tras encarnación. Pero por muchos arcoíris aparecieran en el cielo, sentía pavor mostrarme con sentimientos, a pesar de ser humana en ese momento, y por ley de encarnación, tenía sentimientos, herí a aquellos que me importaban, al comportarme como si fuera un palo. 

Me di cuenta de ellos, en dos ocasiones, una en 1912, en el momento en que el barco se estaba ya inundándose en las profundidades del Océano Atlántico y ver aquellos ojos y aquel corazón que me había estado sosteniendo y que yo no había reconocido a su tiempo, me di cuenta de que el amor es algo esencial en la vida, porque sin amor no hay vida y esos ojos verdes, me dejaron petrificada en el espacio tiempo, atrapada en una eterna nada que solo quería llorar del dolor que sentía. Morir en aquel océano, me volvió a romper como Mher, pero esta vez me culpaba a mí, de ser tan tarada de no amar a quién muy joven le había jurado amor y fidelidad ante un altar y ante el gran Mher. Durante un espacio sin tiempo, me sentí peor que nunca, a pesar de estar desencarnada, deambulando por allí, sin amor… culpándome por no haber estado con mi amor el tiempo que tenía. 

Regresé a un lugar dónde siempre me había sentido una más, Arcturia (Arcturus) a reflexionar. Me puse de rodillas, ante la montaña de ARS, el gran sagrado mineral de Ownel (El creador de reinos, hermano de Mher) y durante mucho tiempo, me quedé allí llorando, hablando, en silencio, sin comer, sin nada, las tormentas me visitaron, el viento azotó mi pelo, y la arena azulada se me metía por todas partes, pero no me moví. 

Ucna’hat aktham na’hat. (El latido que dejé de sonar)
Empecé a cantar en Arcturiano (el padre del Sayónico).

Mher ajne’m shuxta’em. (Universo vuelve a mis tímpanos)
Ukaneh etzhe’m nanuum. (Late en mi corazón)

En un silencio roto por mis lágrimas, coloqué mi frente en la arena azulada, y entonces lo escuché, de nuevo su latido. Mher volvió a mí. 

Desde entonces que no he parado de escuchar su latido sonar en mi corazón, manteniendo la pureza de este canto, cada día puedo ser parte del TODO en consciencia. Y el domingo, este latido, por primera vez en 12.000 años, los cuatro reinos volverán a escucharlo, al reconectarse en su primer contacto en la RED PLANETARIA. 

Si quieren saber más sobre las cosas que se harán el domingo, sigan mis redes y la Fundación Arsayian (allí van a estar mejor informados, pero compartiré todo lo que pongan). 

Recomendación: In this life – Israel Kamakawiwo’ole.

HR.

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Cuando No Te Permiten Sacar La Sabiduría

  A veces no te das cuenta, de que hay tres atributos que las personas tienen y que son esenciales para que el fluir de la vida, haga su e...