domingo, febrero 02, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 13


Poco a poco nos íbamos acercando a los Guardianes de luz, y sus vestimentas me resultaron muy similares a las estatuas que había visto en algunos castillos que había visitado en excursiones con el colegio o con mis padres. Lo que con el tiempo identifiqué como vestuario de gladiador romano, pero en ese tiempo, no sabía nada de Roma ni de historia en general. 

-          ¡Bienvenidos! – decía un guardián que estaba a mi izquierda. – ¿identificaciones, por favor?- pidió.

Otro guardián que estaba delante de nosotros, se acercó. Observé como Uriel agarraba la tarjeta y se lo mostraba al guardián, yo imité sus pasos. El guardián me atendió a mí primero, reconocí que llevaba un anillo igual al que se puso Uriel en el dedo índice, y de la misma forma como si pasasen los productos por la caja registradora de un supermercado, se escuchó un pitido y el anillo se iluminó en verde. Para asegurarse, el guardián con la ayuda del otro anillo, abrió esa especie de pantalla holográfica y observó detalladamente.

-          ¡Bienvenida a tú primera visita a Agartha, querida!- dijo con una amabilidad fascinante. - ¡Adelante!- me dejó pasar.

El mismo guardián atendió a Uriel, dónde se escuchó el mismo pitido, aceptándonos a ambos a entrar. Uriel se adelantó hacia a mí, me agarró de la mano y seguíamos en la cola.

-          Ya estamos a dentro. Ahora tendremos que escoger diferentes opciones, así que no te sueltes de mi mano ¿ok?- informó.

Poco tiempo después, dos guardianes vestidos iguales que los anteriores, nos atendieron. Delante de nosotros, la cola se bifurcaba en tres caminos: ALUMNOS, VISITANTES o TRABAJADORES. 

-          Escojan, por favor.- dijo uno de los guardianes.

Uriel agarró mi mano fuertemente, y nos fuimos a la izquierda, por la cola que decía ALUMNOS. Más adelante, nos ocurrió algo parecido, pero era la forma de transporte, entre METRO, AERONAVE o CARRUAJE. 

-          Metro- decía Uriel.




Seguimos así, hasta que al final, nos tocó bajar por unas escaleras y llegamos a una estación llena de seres de luz y personas. Allí ya podíamos ir por libre, me quedé muy impresionada, porque parecía las típicas estaciones que salen en las películas en hora punta, todo el mundo iba de aquí para allá, en busca de su transporte.

-          ¡Wow!- dije alucinando.

-          Este es el modelo de transporte que vas a usar para ir a IÓN. Yo te voy a acompañar, hasta este lugar todos las noches que tengas clase. Pero solo podré acompañarte hasta la puerta de tú andén. Dentro del metro, estarás sola y cuando llegues a tú parada, allí te recogerá otro ser de luz como ya te informé antes. – decía Uriel.

-          ¿A dónde van todos estos transportes?- pregunté.

-          A cualquier rincón de Agartha. Esta es la estación que hay más importante, debajo de Cataluña. Todos los transportes bajan aquí, antes de llegar a Barcelona. – informó.

-          Atención, el metro con parada a Roma está a punto de llegar. Les recordamos a los pasajeros que vayan de inmediato al andén número 4.- decían por una especie de megafonía una voz masculina.

-          ¡Vamos, que sino perderemos el nuestro!- antes de que dijera nada más, me arrancó de las escaleras para ir rápidamente a la salida marcada que estaba justo a la mitad de la sala a la izquierda.

Roma, jamás había estado allí. El metro llegó casi de inmediato, tal y como dijo Uriel, esta vez me acompañaría él todo el viaje, por eso, subimos a dentro y enseguida nos sentamos. El metro tenía unos ventanales gigantes, y los asientos estaban de cuatro en cuatro, nos sentamos en los primeros cercanos a la puerta de salida, al lado había un holograma que iba indicando las paradas. Me senté al lado de la ventana, mi lugar favorito en cada transporte, a simple vista, parecía un tren bastante corriente, pero los asientos eran muy cómodos y todo tenía una tendencia bastante futurista. 

Las puertas se cerraron casi sin hacer ruido, y una voz femenina inundó el vagón.

-          Bienvenidos al metro con destino Roma, les recomendamos que tomen asiento y que disfruten de su viaje. En dos minutos llegaremos a Tolusse.- no sabía cuanta distancia era eso, pero no me pareció que fuera tanto.

-          Este metro solo para cinco veces, antes de llegar a tú parada. Primero en Francia, Tolusse y París, y luego Italia, Milán, Florencia y finalmente IÓN.- dijo Uriel.

-          Pero vamos a tardar mucho tiempo en cruzar tantos países…- dije, hacía poco que sabía los dos países más cercanos a dónde me encuentro. Lo había visto en la televisión, y sabía que esas ciudades estaban muy lejos y que nos tomaría todo el día de viaje.

-          No te preocupes, este transporte va mucho más rápido de lo que estás acostumbrada- comentó.

No se notaba la velocidad, pero a través del paisaje tan bello que estaba presenciando, me quedé hipnótica, se podía ver que era de día, en un atardecer continuo. Las montañas se veían hermosas, con grandes selvas que jamás había visto nunca, especies volaban por los cielos como si fueran pájaros que ya no existen en mi dimensión. Entre los bosques, se veían ciudades, llenas de luces de mucha pureza y simpleza, con una torre muy alta en el centro de cada ciudad.

-          Bienvenida a Agartha, mi amor.- dijo Uriel con una sonrisa de ilusión en su rostro.

Esta maravilla era lo que Anasiel me contó algunas veces, una gran tierra dentro de otra tierra, dónde aquello que brilla por naturaleza, se conserva en esta segunda tierra. ¡Qué maravilla! Habían ríos y lagos y algunos mares que se podían ver, parecía que estuviese en la ciudad de los sueños, pero era la realidad, esa era la realidad de otra dimensión unida a la nuestra. 
 


-          ¿Qué son esos pájaros? – pregunté.

-          No son pájaros, son centuriones. Lo que en tú dimensión dirían un caballo con alas, muy parecidos a los Pegasus, pero la diferencia es que los Centuriones son los hijos de los Pegasus. – contestó.

-          ¿Pegasus?- dije.

-          Un caballo blanco con alas, la historia dice que fue el primer caballo en pisar estas tierras, en su momento era un caballo como los de tú dimensión, pero al entrar a los bosques, le creció alas y pudo volar. De ella surgieron los demás Centuriones, por eso, aquí en Agartha solo hay un Pegasus que solo tiene dos domadores ¿te haces una idea de quiénes son?- dije que no con la cabeza y él prosiguió – El Maestro Jesús y el Arcángel San Gabriel. – dijo.

Los centuriones no eran blancos, pues tenían colores de la tierra, oscuros y con tonos marrones. Captaron por completo mi atención desde aquel entonces.

La estación de Toulouse, estaba dentro de una montaña, de hecho nadie bajó allí, más bien subió más gente, que curiosamente había asiento para todo el mundo. Antes de un abrir y cerrar de ojos, se cerraron las puertas y continuamos el trayecto. Al entrar en Italia, vi ciertas ciudades blancas y radiantes que me captaron mucho la atención, casi todas eran chiquitas, no debían tener más de 20.000 habitantes, era impresionante la cantidad de naturaleza que envolvía cada ciudad, de tal forma tan frondosa, que costaba a veces discernir entre ciudad y bosque.

En tan solo media hora desde que habíamos subido en Manlleu, ya nos encontrábamos a la espera de llegar a nuestra parada. Uriel me agarró de nuevo de la mano y nos colocamos delante de la puerta, dónde la gente empezó a apelotonarse.  Por lo que podía ver, casi todos se bajaban allí, pero tal y como estaba dibujado en el holograma, aún les quedaban dos paradas más a aquellos que se quedaban dentro del transporte.

-          Hoy hemos tenido suerte y hemos ido directo, pero normalmente el transporte que agarrarás tú, tiene una parada en París y allí tendrás que agarrar otro para llegar aquí. Ya me he puesto en contacto con el ser de luz que te acompañará y te va a esperar todos los días en París, luego al volver te volverá a acompañar hasta la misma ciudad.- informó Uriel, mientras subíamos las escaleras para salir de la estación de IÓN.

La estación no era tan grande como la de Manlleu, pero tenía más gente transitando. Me aferré a la mano de Uriel, hasta que finalmente salimos a fuera y un rayo de Sol de ese atardecer eterno, me iluminó el rostro, no me di cuenta de que habíamos llegado al fin a la escuela. 

Me quedé sin palabras, al ver la cantidad de animales en libertad que había alrededor de los diferentes edificios de la nueva escuela, los jardines inmensos que tenía, y los grandes espacios para hacer cualquier cosa, correr, saltar, divertirse, estar con las plantas, los minerales, los animales, y los demás compañeros de la escuela. Al parecer era como una de esas ciudades que había visto durante el viaje, pero era más pequeño.

-          Mira, estos dos edificios son dónde realizarás las clases más importantes. Las demás, serán aquí a fuera, junto a los animales, vas a aprender mucho sobre ellos. – informaba Uriel. – Y si te giras, verás los dos pabellones, el de la derecha es dónde se encuentra el gran comedor, y a su lado, es el edificio de administración, que es dónde nos están esperando. No te lo he comentado, pero hoy tienes la entrevista con el director del centro, quiere conocerte para saber ¿qué día vas a poder empezar al final?- terminó.

-          ¿Una entrevista personal? Pensaba que ya había hecho todo lo necesario para entrar.- pregunté sorprendida.

-          Y así es, pero el director debe verte. No te preocupes, es solo rutina él debe conocer a todos sus alumnos. – informó.

Mientras nos dirigíamos hacia el pabellón de administración que su fachada era diferente a los demás, todos tenían un color de luz blanca pureza total, pero el de administración tenía un color violeta. 

-          Si ves más allí, a tu izquierda… - informó Uriel, le seguí con la mirada vi un edificio más bajo. – allí es el pabellón de entrenamiento, si quieres volver a estar en forma para volver a entrar a la unidad, allí te van a refrescar todo lo que ya aprendiste en las vidas pasadas…- dijo.

-          ¿Y este juego qué es?- dije ya que delante del edificio de administración había una pista de deportes con un juego algo raro que no había visto jamás.

-          Ah, es el popular juego de la rata. Dentro del campo, se introducen dos conejos, uno negro y otro blanco, la intención es que uno de los dos equipos consiga atrapar al conejo blanco, para poder ganar la partida. Es un juego de agilidad mental y física, y muy divertido. – decía con una sonrisa recordando supongo verlo en acción.

-          ¿y qué pasa con el conejo negro? – pregunté.

-          Pierden la partida. – dijo.

Recomendación: universo -  Blas Cantó.

HR.

HERO&Corporation.

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