Poco a poco nos íbamos acercando a los Guardianes de luz, y
sus vestimentas me resultaron muy similares a las estatuas que había visto en
algunos castillos que había visitado en excursiones con el colegio o con mis
padres. Lo que con el tiempo identifiqué como vestuario de gladiador romano,
pero en ese tiempo, no sabía nada de Roma ni de historia en general.
-
¡Bienvenidos!
– decía un guardián que estaba a mi izquierda. – ¿identificaciones, por favor?- pidió.
Otro guardián que estaba delante de nosotros, se acercó.
Observé como Uriel agarraba la tarjeta y se lo mostraba al guardián, yo imité
sus pasos. El guardián me atendió a mí primero, reconocí que llevaba un anillo
igual al que se puso Uriel en el dedo índice, y de la misma forma como si
pasasen los productos por la caja registradora de un supermercado, se escuchó
un pitido y el anillo se iluminó en verde. Para asegurarse, el guardián con la
ayuda del otro anillo, abrió esa especie de pantalla holográfica y observó
detalladamente.
-
¡Bienvenida
a tú primera visita a Agartha, querida!- dijo con una amabilidad
fascinante. - ¡Adelante!- me dejó
pasar.
El mismo guardián atendió a Uriel, dónde se escuchó el mismo
pitido, aceptándonos a ambos a entrar. Uriel se adelantó hacia a mí, me agarró
de la mano y seguíamos en la cola.
-
Ya estamos
a dentro. Ahora tendremos que escoger diferentes opciones, así que no te
sueltes de mi mano ¿ok?- informó.
Poco tiempo después, dos guardianes vestidos iguales que los
anteriores, nos atendieron. Delante de nosotros, la cola se bifurcaba en tres
caminos: ALUMNOS, VISITANTES o TRABAJADORES.
-
Escojan,
por favor.- dijo uno de los guardianes.
Uriel agarró mi mano fuertemente, y nos fuimos a la
izquierda, por la cola que decía ALUMNOS. Más adelante, nos ocurrió algo
parecido, pero era la forma de transporte, entre METRO, AERONAVE o CARRUAJE.
-
Metro-
decía Uriel.
Seguimos así, hasta que al final, nos tocó bajar por unas
escaleras y llegamos a una estación llena de seres de luz y personas. Allí ya
podíamos ir por libre, me quedé muy impresionada, porque parecía las típicas
estaciones que salen en las películas en hora punta, todo el mundo iba de aquí
para allá, en busca de su transporte.
-
¡Wow!- dije alucinando.
-
Este es el
modelo de transporte que vas a usar para ir a IÓN. Yo te voy a acompañar, hasta
este lugar todos las noches que tengas clase. Pero solo podré acompañarte hasta
la puerta de tú andén. Dentro del metro, estarás sola y cuando llegues a tú
parada, allí te recogerá otro ser de luz como ya te informé antes. – decía
Uriel.
-
¿A dónde van todos estos transportes?- pregunté.
-
A
cualquier rincón de Agartha. Esta es la estación que hay más importante, debajo
de Cataluña. Todos los transportes bajan aquí, antes de llegar a Barcelona. –
informó.
-
Atención,
el metro con parada a Roma está a punto de llegar. Les recordamos a los
pasajeros que vayan de inmediato al andén número 4.- decían por una especie
de megafonía una voz masculina.
-
¡Vamos,
que sino perderemos el nuestro!- antes de que dijera nada más, me arrancó
de las escaleras para ir rápidamente a la salida marcada que estaba justo a la
mitad de la sala a la izquierda.
Roma, jamás había estado allí. El metro llegó casi de
inmediato, tal y como dijo Uriel, esta vez me acompañaría él todo el viaje, por
eso, subimos a dentro y enseguida nos sentamos. El metro tenía unos ventanales
gigantes, y los asientos estaban de cuatro en cuatro, nos sentamos en los
primeros cercanos a la puerta de salida, al lado había un holograma que iba
indicando las paradas. Me senté al lado de la ventana, mi lugar favorito en
cada transporte, a simple vista, parecía un tren bastante corriente, pero los
asientos eran muy cómodos y todo tenía una tendencia bastante futurista.
Las puertas se cerraron casi sin hacer ruido, y una voz
femenina inundó el vagón.
-
Bienvenidos
al metro con destino Roma, les recomendamos que tomen asiento y que disfruten
de su viaje. En dos minutos llegaremos a Tolusse.- no sabía cuanta
distancia era eso, pero no me pareció que fuera tanto.
-
Este metro
solo para cinco veces, antes de llegar a tú parada. Primero en Francia, Tolusse
y París, y luego Italia, Milán, Florencia y finalmente IÓN.- dijo Uriel.
-
Pero vamos a tardar mucho tiempo en cruzar
tantos países…- dije, hacía poco que sabía los dos países más cercanos a dónde
me encuentro. Lo había visto en la televisión, y sabía que esas ciudades
estaban muy lejos y que nos tomaría todo el día de viaje.
-
No te
preocupes, este transporte va mucho más rápido de lo que estás acostumbrada-
comentó.
No se notaba la velocidad, pero a través del paisaje tan
bello que estaba presenciando, me quedé hipnótica, se podía ver que era de día,
en un atardecer continuo. Las montañas se veían hermosas, con grandes selvas
que jamás había visto nunca, especies volaban por los cielos como si fueran
pájaros que ya no existen en mi dimensión. Entre los bosques, se veían
ciudades, llenas de luces de mucha pureza y simpleza, con una torre muy alta en
el centro de cada ciudad.
-
Bienvenida
a Agartha, mi amor.- dijo Uriel con una sonrisa de ilusión en su rostro.
Esta maravilla era lo que Anasiel me contó algunas veces,
una gran tierra dentro de otra tierra, dónde aquello que brilla por naturaleza,
se conserva en esta segunda tierra. ¡Qué maravilla! Habían ríos y lagos y
algunos mares que se podían ver, parecía que estuviese en la ciudad de los
sueños, pero era la realidad, esa era la realidad de otra dimensión unida a la
nuestra.
-
¿Qué son esos pájaros? – pregunté.
-
No son
pájaros, son centuriones. Lo que en tú dimensión dirían un caballo con alas,
muy parecidos a los Pegasus, pero la diferencia es que los Centuriones son los
hijos de los Pegasus. – contestó.
-
¿Pegasus?- dije.
-
Un caballo
blanco con alas, la historia dice que fue el primer caballo en pisar estas
tierras, en su momento era un caballo como los de tú dimensión, pero al entrar
a los bosques, le creció alas y pudo volar. De ella surgieron los demás
Centuriones, por eso, aquí en Agartha solo hay un Pegasus que solo tiene dos
domadores ¿te haces una idea de quiénes son?- dije que no con la cabeza y
él prosiguió – El Maestro Jesús y el
Arcángel San Gabriel. – dijo.
Los centuriones no eran blancos, pues tenían colores de la
tierra, oscuros y con tonos marrones. Captaron por completo mi atención desde
aquel entonces.
La estación de Toulouse, estaba dentro de una montaña, de
hecho nadie bajó allí, más bien subió más gente, que curiosamente había asiento
para todo el mundo. Antes de un abrir y cerrar de ojos, se cerraron las puertas
y continuamos el trayecto. Al entrar en Italia, vi ciertas ciudades blancas y
radiantes que me captaron mucho la atención, casi todas eran chiquitas, no
debían tener más de 20.000 habitantes, era impresionante la cantidad de
naturaleza que envolvía cada ciudad, de tal forma tan frondosa, que costaba a
veces discernir entre ciudad y bosque.
En tan solo media hora desde que habíamos subido en Manlleu,
ya nos encontrábamos a la espera de llegar a nuestra parada. Uriel me agarró de
nuevo de la mano y nos colocamos delante de la puerta, dónde la gente empezó a
apelotonarse. Por lo que podía ver, casi
todos se bajaban allí, pero tal y como estaba dibujado en el holograma, aún les
quedaban dos paradas más a aquellos que se quedaban dentro del transporte.
-
Hoy hemos
tenido suerte y hemos ido directo, pero normalmente el transporte que agarrarás
tú, tiene una parada en París y allí tendrás que agarrar otro para llegar aquí.
Ya me he puesto en contacto con el ser de luz que te acompañará y te va a
esperar todos los días en París, luego al volver te volverá a acompañar hasta
la misma ciudad.- informó Uriel, mientras subíamos las escaleras para salir
de la estación de IÓN.
La estación no era tan grande como la de Manlleu, pero tenía
más gente transitando. Me aferré a la mano de Uriel, hasta que finalmente
salimos a fuera y un rayo de Sol de ese atardecer eterno, me iluminó el rostro,
no me di cuenta de que habíamos llegado al fin a la escuela.
Me quedé sin palabras, al ver la cantidad de animales en
libertad que había alrededor de los diferentes edificios de la nueva escuela,
los jardines inmensos que tenía, y los grandes espacios para hacer cualquier
cosa, correr, saltar, divertirse, estar con las plantas, los minerales, los
animales, y los demás compañeros de la escuela. Al parecer era como una de esas
ciudades que había visto durante el viaje, pero era más pequeño.
-
Mira, estos
dos edificios son dónde realizarás las clases más importantes. Las demás, serán
aquí a fuera, junto a los animales, vas a aprender mucho sobre ellos. –
informaba Uriel. – Y si te giras, verás
los dos pabellones, el de la derecha es dónde se encuentra el gran comedor, y a
su lado, es el edificio de administración, que es dónde nos están esperando. No
te lo he comentado, pero hoy tienes la entrevista con el director del centro,
quiere conocerte para saber ¿qué día vas a poder empezar al final?-
terminó.
-
¿Una entrevista personal? Pensaba que ya había
hecho todo lo necesario para entrar.- pregunté sorprendida.
-
Y así es,
pero el director debe verte. No te preocupes, es solo rutina él debe conocer a
todos sus alumnos. – informó.
Mientras nos dirigíamos hacia el pabellón de administración
que su fachada era diferente a los demás, todos tenían un color de luz blanca
pureza total, pero el de administración tenía un color violeta.
-
Si ves más
allí, a tu izquierda… - informó Uriel, le seguí con la mirada vi un edificio
más bajo. – allí es el pabellón de
entrenamiento, si quieres volver a estar en forma para volver a entrar a la
unidad, allí te van a refrescar todo lo que ya aprendiste en las vidas pasadas…-
dijo.
-
¿Y este juego qué es?- dije ya que delante del
edificio de administración había una pista de deportes con un juego algo raro
que no había visto jamás.
-
Ah, es el
popular juego de la rata. Dentro del campo, se introducen dos conejos, uno
negro y otro blanco, la intención es que uno de los dos equipos consiga atrapar
al conejo blanco, para poder ganar la partida. Es un juego de agilidad mental y
física, y muy divertido. – decía con una sonrisa recordando supongo verlo
en acción.
-
¿y qué pasa con el conejo negro? – pregunté.
-
Pierden la
partida. – dijo.
Recomendación: universo - Blas Cantó.
HR.
HERO&Corporation.
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