domingo, febrero 09, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 14


Me quedé mirando el juego, de alguna forma era muy interesante, se parecía al futbol, pero el hecho de tener que atrapar a uno de los dos conejos, hacía que los jugadores se tuvieran que embarrarse en el fango, de una forma en que inevitablemente tenías que ser muy hábil, tanto físicamente como mentalmente. Me gustaba tanto, que me acerqué a la barandilla, quería seguir observando un ratito más, pero Uriel me agarró de la mano y me frenó.

-          ¿A dónde vas?- me preguntó.

-          ¿podemos ver el partido?- le pregunté.

-          Te están esperando, mi amor. Debemos entrar.- informó.

Le miré a los ojos directamente, para que tuviera un lindo detalle de dejarme aunque fueran cinco minutos. Él sonrió y suspiró aceptando mi petición.

-          Mira, si me prometes que no te vas a mover de aquí. Aprovecho, me adelanto y les digo que hemos llegado. Eso serán más de cinco minutos, quizás sean diez, ¿crees que tendrás tiempo suficiente de mirar el partido?- dijo.

-          Si, no me muevo de aquí.- le señalicé la barandilla y él aceptó, me dio un abrazo con un beso en la frente y se fue para dentro del edificio violeta, yo me quedé a mirar el partido.

No pasó mucho tiempo, cuando noté como un chico que tenía como diez años o más, se me puso cerca de mi izquierda a observar el partido. Ni me fijé quién era, pero curiosamente mi corazón latió con fuerza, su energía por así decirlo me hacía sentir algo alterada y un poco incomoda. Giré la cabeza para observarlo, pero me quedé deslumbrada, el chico miraba fijamente el partido, era alto, tenía la piel color miel como si fuera tostado, una nariz interesantemente increíble, el pelo liso y corto a cinco dedos de distancia. Una espalda recta y bastante fuerte, sus brazos eran largos y parecía se mantuviese en forma, aunque no marcaba músculos como los adultos, porque como ya he dicho apenas tenía doce años. 

-          ¿Eres del nuevo curso?- me preguntó sin apartar la mirada de la cancha.

-          Si, pero todavía no sé cuándo voy a empezar…- dije me costaba hablar, no entendía por qué.

-          Ah, ya entiendo. Vienes a las pruebas de ingreso… ¿supongo?- volvió a preguntar.

-          No, ya estoy aceptada. Mi ángel dice que debo pasar una entrevista con el director.- le contesté ya más segura de mí misma, aunque las manos me temblaban y curiosamente en Agartha no hace frío es primavera constantemente…

-          ¡uh!...- no entendí bien su reacción, hasta que volví la vista al partido y un jugador estaba en el suelo como si se hubiese partido la pierna, pero se levantó todo pringoso del fango y siguió adelante.- Pues entonces, empezarás muy pronto. – dijo, le miré de nuevo y él había despegado al fin la cara del partido y le pude mirar a los ojos, ¡qué ojos más verdes y qué sonrisa más bella! 


Dentro de mí, no sé qué pasó, pero el estómago se encogió de repente y sin explicación, y mis piernas empezaron a temblar, no se veía, pero yo lo notaba. 

-          Soy…- pero antes de terminar él me alzó la mano para cortarme.

-          No, no, no… mejor no me digas tú nombre… prefiero que lo descubramos si el camino nos vuelve a bendecir ¿de acuerdo?- dijo y yo solo asentí con la cabeza con los ojos más abiertos que jamás había tenido en mi corta vida.

-          ¿Estarás por aquí mucho rato?- le pregunté.

-          Solo hasta Junio. Estoy en el último curso. Pero, en cuanto empieces, vengo aquí todos los miércoles, después de tercera hora.- dijo y sin decir nada, se fue.

Solo pude suspirar y observarlo como caminaba rápidamente de regreso a uno de los edificios que habíamos dejado atrás con Uriel. Me quedé allí, intentando encontrarle sentido a lo que había pasado y la reacción de mi cuerpo, pero no encontré nada. 

Uriel no pudo entrar conmigo al despacho del director, tuvo que quedarse a fuera, así que me tuve que andar de valor para cruzar la puerta de madera que tenía delante de mi y sentarme en… ¿cómo? No había sillas, solo almohadas en el suelo, sin mesas, sin nada… solo un Ser de luz muy alto que iba con una túnica violeta hasta los pies, estaba sentado con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Le observé, tenía el pelo rubio y una barba de semanas del mismo color, pero tiraba a naranja, de sus manos salía una especie de bolita de energía de color violeta. Me quedé plantada allí, esperando a que saliera de… ¿qué era lo que estaba haciendo?

-          Toma asiento, querida- dijo, su voz era pausada y muy hermosa, obedecí.

-          Gracias.- le susurré.

Finalmente abrió los ojos y esas perlas amatistas se fijaron en los míos de una forma noble y muy respetuosa. Tenía los ojos violetas, jamás los había visto así, que yo recordase.

-          Yo soy el Maestro Ascendido Saint Germain, el director de esta escuela. – dijo y se quedó en silencio, iba para decirle algo pero prosiguió antes – Te doy la bienvenida a nuestra escuela, nos complace que vengas a terminar de formarte aquí. – dijo con una sonrisa franca.

-          No entiendo, ¿terminar de formarme? ¿En qué?- le dije.

-          Aquí preparamos a todos aquellos hermanos de la superficie – se referían a nosotros, los humanos. – para que en algún momento de su camino, puedan realizar su misión y propósito de vida para Nuestro Hogar Sagrado, llamado Tierra – dijo con tanto entusiasmo que me vino una sensación de tranquilidad y paz eterna.

-          ¿Qué significa eso? – pregunté inocentemente.

-          Cada hermano decidió venir a encarnar a este tiempo, porque ha venido a hacer algo importante para este maravilloso hogar. La misión es el camino que vienen a experimentar, porqué así encuentren su verdadero motivo, es decir, el propósito de porque decidieron venir una vez más.- informó con una amabilidad increíble, no perdió en ningún momento la paciencia, yo solía ser una niña muy preguntona en ciertos casos, y aquel era uno de ellos.

La energía del lugar era muy relajante, parecía que seguía tumbada en la cama, en el regazo de Uriel, y eso me sorprendió porque jamás en la escuela me había sentido así, pero allí era diferente.



-          ¿Cuál es mi misión y propósito? – pregunté intrigada.

-          Por eso estás aquí, querida. Tú misma lo vas a descubrir, con la ayuda de los Seres de Luz. – dijo.

-          ¿Por qué no me lo dices tú mismo? – pregunté mostrando mi inocencia de nuevo.

-          Oh no querida, yo no sé qué viniste a hacer. Tú misma nos dijiste que era un secreto que solo tú podrás descubrir. Nosotros, te ayudaremos a encontrar las pistas de tú propio secreto.- informó.
-          ¿Cómo?- abrí los ojos tanto que casi se me iban a caer de la cara.

Resulta que antes de encarnar, les dejé muy claramente que no querían que me dijeran cuál era mi misión y propósito, desconocía el motivo, pero tampoco recordaba que lo hubiera decidido, de hecho, poco recordaba de ese tiempo entre vidas. Ya saben a lo qué me refiero, el período que se pasa entre el final de una vida y el inicio de otra. Ese tiempo, se llama el período entre vidas o el espacio sin tiempo (más tarde nombrado como cuarta dimensión). 

-          ¿Por qué decidí esto? – pregunté curiosa.

El Maestro Saint Germain se encogió de hombros e inclinó la cabeza hacia la derecha, sin dejar de mirarme a esos zafiros violetas que tenía por ojos.

-          No nos diste una razón, solo querías que acatáramos tú decisión y así se ha hecho, querida. – dijo.

-          ¿Por qué tanto misterio? No lo entiendo…- dije con cara de disgusto.

-          No hay que ponerse triste, mi querida Laia. No hay misterio más hermoso, aquel que sirva para descubrir quién es uno mismo. La mayor aventura de tú vida, tan solo acaba de empezar, querida. ¿Acaso te esperabas que todo fuese masticado? La mayor aventura es descubrirlo uno mismo, y nosotros te vamos a ayudar en todo lo que necesites, estamos contigo para eso, para ser tus amigos y los amigos, se ayudan entre sí.- contestó el Maestro animándome.

-          No debe ser fácil… ser como tú…- le dije sentía que las cosas iban a cambiar demasiado y el miedo empezó a visitarme casi sin darme cuenta, pero Saint Germain me rodeó con su brazo, para sentirme acompañada.

-          No querida, es demasiado fácil ser como los demás, lo difícil es ser uno mismo. – dijo tenía razón aunque no comprendí bien esas palabras.

Acabé abrazándole, no lo conocía de nada, pero su corazón estaba lleno de ternura y mucho amor, más de lo que podía haber imaginado nunca, y de alguna forma, confié en que él y estudiar en este centro, me ayudaría a encontrar mi verdadero propósito en la vida. Quizás para algunos que lean esto les parecerá demasiado pequeña como para empezar a trabajar con lo que realmente vine a hacer en esta encarnación, pero aquellos que trabajamos para la consciencia planetaria, nos ha ocurrido así, la formación empezaba a los cinco años. Quizás no hayan ido a IÓN, pero hay más centros en Agartha que se dedican a esto, lo bueno es que por mucho que no lo crean, quién ha estudiado en Agartha, en el momento en que sube a la superficie para seguir con su día a día, de repente adquiere algunas características a nivel intelectual que los demás compañeros ignoran, porque empiezan a usar toda la capacidad craneal, en vez de usar solamente el 5% que se usa normalmente.

Antes de marcharme, el Maestro Saint Germain tenía algo más que decirme…

-          Debes saber una cosa más, querida… - dijo, yo le miré a los ojos, esperando.

-          ¿Sí?- dije curiosa.

-          Aquel que te va a acompañar a realizar tú misión y propósito de vida, ya ha pasado por aquí y sigue su formación. Tal y como ustedes dos dijeron que ocurriría, manteniendo el secreto hasta que estén ambos listos para rencontrarse en algún punto del camino, su formación será la misma para ambos, pero separados. – dijo con una sonrisa de haber hecho las cosas bien, sus ojos mostraban confianza y aunque no entendí nada, me di cuenta de que alguien en el camino también se estaba preparando para hacerlo juntos.

El Maestro Saint Germain, me permitió salir de su despacho tras cantar un par de canciones en un dialecto que no identifiqué (se parecía al Maghus pero era más cerrado). Y luego pude regresar al pasillo, dónde me estaba esperando sentado al lado de la barra de recepción de secretaría, Dary. 


Me acerqué a él feliz de todo, porque me gustó hablar con el director y tenía muchas ganas de empezar, Dary de pie, nos quedamos a hacer cola en la secretaría porque se suponía que todavía teníamos que llevar unos documentos, cuando identifiqué a Kiahara detrás de la barra atendiendo a los señores que teníamos justo delante. 

PD1. En IÓN se cambia de director cada 12 años, cuando llegué hacía solo un año de Saint Germain estaba en el cargo.

PD2. Si quieren saber más, busquenme en redes (instagram, twitter o facebook) con el nombre Laia Galí HR.

Recomendación: Crystal Pyramid - Cirque du soleil.

HR.

HERO&Corporation.

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