jueves, marzo 08, 2018

Las Enseñanzas De Paz Del Maestro Jesús



Lo que quiero compartirles hoy pasó a unos días de Semana Santa del año pasado, no os lo he compartido hasta este momento, porque pensé que su momento aún tenía que llegar, y además el Maestro Jesús me dijo “Cuando veas que sea el momento, lo será” y ahora lo es.

Era sábado por la noche y me sentía molesta porque Orange no había venido a Xauxa esa noche, de hecho me sorprendía que me sintiera así, porque nunca me molesta sino viene, pero supongo que estaba en uno de esos días raros de mí vida. Regresaba de la calle, había ido un momento a tomar el aire, ya que en el jardín no se podía de la gente que había y como andaba cansada un poco de esa situación, pensé que descargarme un juego de disparos, solucionaría mis sentimientos, así que lo hice. El juego consistía en ser un francotirador, jugué ese juego durante tres días en los ratitos que tenía del día, y veía que empezaba a gustarme y a divertirme, pero la noche del martes al miércoles, recibí una visita muy especial, vino el Maestro Jesús.

Uriel se alejó a un lado para dejar paso al Maestro Jesús para que viniera a mi derecha y se sentara en un hueco en mi cama, me agarró de la mano que tenía fuera de debajo de las mantas y me dijo con una sonrisa “Me alegro de verte, querida y amada hermana”, ¡qué amor! Y yo le dije “Bienvenido a mi linda morada, hermano querido. No te esperaba, Uriel no me dijo nada de que venías” y Uriel dijo “No estaba previsto, amor” eso sí que fue raro, todas las visitas (aunque hablamos de que esto ocurrió días antes de que empezaban las visitas el año pasado) siempre van programadas. Y le pregunté “¿Entonces, porque has venido?” y el Maestro Jesús contestó con una sonrisa de complicidad que me ardió en el corazón de amor “¡Demos un paseo!” dijo ofreciéndome su mano, miré a Uriel que estaba como siempre y acepté la mano mientras que me incorporaba en la cama, me quitaba las capas de mantas y de pie, me iba con el Maestro Jesús sin saber a dónde íbamos exactamente.

De repente, me encontraba abrazada al Maestro Jesús que me dijo “Cierra los ojos, esta luz puede dañarte” sin rechistar le hice caso, vi una luz a través de mis párpados blanca y después se puso ligeramente dorada, dentro de la luz se escuchaba un cántico angelical muy hermoso que removía mí alma, era tan bello, que parecían ángeles de verdad y dije “¿Qué son esos cánticos?” y el Maestro Jesús dijo “Son los ángeles, cantan para nosotros ¿te gusta?” y yo dije asombrada “¡Mucho!”. ¡Era mágico! Poco a poco empecé a escuchar mucha gente, que simplemente gritaban de horror, no entendía porque, poco a poco los cánticos celestiales se escuchaban cada vez menos y los gritos de la gente cada vez más, entonces el Maestro Jesús dijo “Ya puedes abrir los ojos, pero no me sueltes de la mano” le hice caso y abrí los ojos.

Nos encontrábamos en una calle estrecha y polvorienta, reconocía que estábamos en el pasado, muy hacia atrás, no reconocía las formas de las calles, cuando el Maestro Jesús dijo “Estamos en Jerusalén, ven por aquí” le seguía entre los callejones, hasta que llegamos dentro de una pequeña plaza, dónde el sumo sacerdote junto a un Romano intentaban condenar a alguien, pero no conseguía ver a nadie, la multitud nos tenía muy apretados, y dije “¿Qué está pasando? ¿Por qué grita la gente?” y el Maestro Jesús me acercó más hacia él y me quedé paralizada, quién estaba allí arriba en la “palestra” era el Maestro Jesús, miré a quién estaba abrazando y lo vi a él también, no entendía qué estaba pasando y dije “¿Eres tú? Pero… también estás aquí…” no entendía nada y él dijo “Acabamos de viajar en el tiempo, quiero enseñarte algo que obviamente has olvidado aplicar en tus últimas enseñanzas. Pero para qué lo entiendas mejor, te doy la oportunidad de que lo experimentes por tú cuenta, ¿aceptas mí petición?”.

El Maestro Jesús me estaba ofreciendo estar allí y ver cómo lo juzgaban a morir en la cruz esa misma tarde. No quería estar allí, pero una pequeña parte tenía curiosidad sobre su petición, así que dije “Acepto” y él dijo “Ponte en mí piel” no entendí lo que dijo, pero de repente, me encontraba vestida con la túnica de Jesús en la palestra, mirando a la gente, cuando Pilato decía “¡Lo condeno a ser Crucificado!”. El terror me llenó por todo el cuerpo, me miré las manos, las tenía atadas con unas cuerdas, un guerrero agarraba el otro extremo de la cuerda dirigiéndome así hacia a dentro, la multitud se alegraba de enviarme a la Cruz ¡Yo no lo podía creer! Estaba en la piel de Jesús.


Lo siguiente que recuerdo es estar atada en un mástil y hostigada con un látigo durante casi toda la noche, me dolía la espalda muchísimo, casi no me podía mantener en pie, intentaba gritar pero nadie me escuchaba, supongo que solo estaba sintiendo y observando, como si fuera su consciencia pero nadie podía escucharme. ¡Fue horrible verlo llorar en cada golpe y los soldados se mofaban de él, con la corona de espinas que le clavaban en la frente! Sus gritos me rompían el alma en tres mil trozos, y me enojaba escuchar a los dos soldados reírse de él… pero él solo dio la otra mejilla. ¡Sufrió mucho!
Pero lo peor, fue toda la pasión con el cargamento de la gran cruz que pesaba como si estuviese hecho de cemento, ¡madre de dios! Le ayudaba a cargar pero mis fuerzas flaqueaban como las suyas, sus lágrimas seguían brotando por sus mejillas, pero cuando vio a su madre que lloraba en el camino, se tragó sus lágrimas y siguió adelante a su muerte, él era consciente de lo que sucedía y sabía que sufriría por una razón, que cambiaría el mundo. Yo empezaba a arrepentirme de haber aceptado, pero sabía que si me lo estaba mostrando era por alguna razón, y no por lo que pensaba mi cabeza, que era demasiado fuerte para pensar que lo había hecho aposta para pasar el rato, mi corazón me dignaba a seguir con eso hasta el final.


Una vez en el monte calvario, la gente se agrupaba cerca de dónde estaba el Maestro Jesús, la cruz estaba en el suelo y obligaban a Jesús a tumbarse encima de la cruz, venía lo peor, los clavos. Cada vez que lo lastimaban me dolía a mí, así que no tenía ganas de sentir lo que estaba a punto de suceder. Entre dos soldados agarraron un brazo en la cruz, mientras que otro soldado sujetaba el martillo y el clavo, jamás me había dolido tanto, sus gritos eran desgarradores, yo empecé a llorar, la mano me dolía, pero no era a mi quién se lo habían destrozado. El soldado se aseguró que los clavos estuviesen bien sujetos, ¡qué horror! Hicieron lo mismo con la otra mano, pero cuando fueron los pies, ¡qué dolor! Yo grité, grité tal fuerte que podía haber dejado sordo al tiempo. 


Alzaron la cruz con ayuda de cuerdas, poco a poco podíamos ver lindas vistas de la ciudad de Jerusalén, pero el dolor de la espalda, con el de la cabeza de la corona, con el de las manos y los pies, no permitían disfrutar de la linda vista, a esa altura dificultaba mucho poder respirar, Jesús jadeaba fuerte, exhalando un poco de aire por piedad de dios. Y yo dije “¿Por qué me enseñas esto, Maestro? ¡Es una crueldad lo que te hicieron! ¿Por qué lo muestras ante mí de nuevo?” enseguida escuché una voz del Maestro que decía “¿Crees que la violencia es el camino?” y yo le dije “¡No, no lo es! ¡Es una crueldad!” y el Maestro dijo “¿Crees que la violencia tendría que ser arrebatada de la humanidad?” y yo le contesté “La violencia no es el camino, es una crueldad, es matar la confianza, esconder la vergüenza y morir de miedo. ¡Sácame de aquí, por favor!”.

De pronto, me encontraba de nuevo en el suelo arenoso de Jerusalén, la cruz estaba detrás de mí y Jesús decía las famosas palabras “Dios, ¿Por qué me has abandonado?” y moría al acto, el primer relámpago chocó muy cerca y el temblor lo que provocó fue que cayera al suelo, cuando todo acabó, cerré los ojos y empecé a decir “No pienso ser ni hacer nada que aporte a la violencia a mi vida ni a la vida de los demás, ¡no lo haré! En su lugar, pondré paz dónde la violencia quiera estallar, pondré paz, dónde la violencia quiera quebrar, pondré paz dónde la violencia quiera rebelarse. Soy un ser de luz, que lleva paz en su espíritu, que ha olvidado qué era ser pacífico, y que ahora lo recuerdo. Soy un ser de luz, dónde aportaré amor y paz en cada uno de mis hermanos y hermanas. Cumpliré mi promesa, la promesa de Dios sella mis labios a partir de este momento. Gracias Maestro Jesús, por tus enseñanzas, gracias Dios por permitirlo, gracias mundo por hacerme ver que la violencia no es el camino”. 


Cuando abrí los ojos, me encontraba al lado de Jesús, nadie más estaba con nosotros, seguíamos en el monte calvario, pero parecía que el tiempo volvía a estar correcto entorno a mi tiempo. El Maestro Jesús, me ofreció una mano, me aferré a él junto a su sonrisa y le abracé, él lo aceptó, tras el silencio me dijo “Vamos, te acompañaré a casa” agarrados de la mano, empezamos a caminar y enseguida llegamos a casa a través de un portal dimensional, me tumbé en la cama y nada más llegar a la 3D, me incorporé, agarré el móvil y eliminé ese juego violento de francotirador y JAMÁS volví a cometer un acto violento ni a descargarme ningún juego de ese tono.

Esta experiencia me ha enseñado mucho, a lo mejor para vosotros será violento al principio, y pensaréis ¿por qué? Porque en vez de hacerme el sermón de la paz quiso enseñármelo de esta forma, sinceramente, hace muy poco tiempo que sé que hay más testimonios de aquí en Gaia que han pasado por la misma experiencia, el hecho de no poder cambiar nada de la historia era porque solo tenía que observar y entender que la violencia que él sufrió no debería emplearse jamás, y tiene razón. Si Jesús ha escogido a algunos para enfrentar la violencia de esta tipo, es porque la paz es el camino de la unión.

Os tengo que explicar que esto fue un viaje en el tiempo, de momento solo había viajado a través de mis encarnaciones pasadas y futuras, pero en este caso, y porque la mayor parte del trabajo lo hizo el Maestro Jesús, yo recuerdo que cuando Jesús nacía yo hacía cinco años que había dejado una encarnación, entonces, cuando Jesús había reunido a sus discípulos yo y Orange que estábamos en Nosso Lar (la ciudad de Almas), queríamos encarnar, pero el gobernador me propuso hacerlo después de lo que se avecinaba con el Maestro Jesús, ya que por lo visto el rayo verde sería de utilidad para los discípulos, el gobernador de Nosso Lar, sabía qué sucedería, sabía que el gran dolor de la humanidad sería canalizado por Jesús y sería así la humanidad “salvada”, por lo tanto el trabajo que hacía en la sala de regeneración (hospital) por el rayo verde, sería de gran utilidad para curar a algunos de los discípulos, que no iban a volver a encarnar y se irían después de Nosso Lar a las esferas mayores a convertirse en Maestros Ascendidos. Cómo hacía un buen trabajo de curar las almas, ayudarlas a curarlas por las grandes culpas y dolores ocasionados en la muerte o antes, me ofrecieron quedarme y ayudar y después de toda esta misión, podría volver a pactar en volver a bajar a encarnar. Se lo compartí a Orange y decidimos esperar, así que me tocó ayudar a curar a los discípulos Mateo, Tomás y San Juan Amado, ¿ahora entienden porque algunos ya los conocía? Y cuando terminó esa misión, el gobernador cumplió su trato y encarnamos Orange y yo, además de que eso ocurrió tres vidas después de la última que tuve con mi marido Atlante (en Egipto) que seguía encarnando en distintos planetas, y con Orange ya llevábamos casi mil años juntos. 

Recomendación: Película – El hijo de Dios.

HR.

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martes, marzo 06, 2018

¡Recuérdame!



Suena el despertador a las 7:30 am, me levanto y escucho una voz en mi cabeza que me dice “Recuérdame” la voz era el Ojo de Horus (Seraphis Bey), primer día de mes, primera jornada de reflexión sobre el Ojo de Horus. Al llegar al trabajo y agarrar las cartas para irme a trabajar, esa voz vuelve a decirme “Recuérdame” y vuelve a ocurrir en medio de la ruta, en un momento en que se me caen las cartas al suelo y me dice “Recuerda, yo soy la voz de la consciencia, la consciencia del recuerdo”.

Un pergamino tengo delante de mí, agarro el tintero y empiezo a escribir, pero en vez de escribir en palabras escribo en jeroglíficos, lo siguiente… los antiguos quisieron construir tres pirámides que emergen con la energía de Orión, una esfinge y la plaza de los reyes, tres edificios que se han se han admirado y seguirán admirándose, la eterna juventud yace en ellos Flor de Lys, Orange y… (Mí marido atlante).

Cuando recupero el sentido, me encuentro en los brazos de Uriel, que me observan con sus ojos preocupados y yo le digo “¿Qué ha sido eso?” y él contesta “¿El qué? No he visto nada” y yo le digo “No importa” así que vuelvo a ponerme de pie, agarro las cartas que Uriel me ofrece y continuamos caminando sin hablar del tema…

Paseaba por el mercado delante del palacio dónde vivía con mi familia, había muchos mercaderes, la gente iba vestidos como en el antiguo egipcio, yo iba con una túnica hasta los pies y llevaba muchas joyas en el cuello y en la cabeza una especie de diadema dorada, era la hija de una persona importante amigo del faraón. Entre los mercaderes, me encontré con Orange, aún no lo conocía, pero estaba en un lado observando a la gente pasar, estaba solo y yo iba con mi hermana pequeña de ese tiempo, que hablábamos de comprarnos alguna joya, pero mi atención estaba en los ojos de Orange, que aunque no lo conocía, sabía que lo conocía de alguna parte.


Agarré el brazo de Uriel con fuerza, él estaba a mi izquierda como de costumbre, y se preocupó mucho, pero esas imágenes volvieron a desaparecer. “¿Te pasa algo?” y yo le dije “¿No lo ves?” él miro a nuestro alrededor, y dijo “¿Qué tengo que ver, estamos en la calle?”. No lo entendía qué me estaba ocurriendo, pero continué con el trabajo sin darle mucha importancia.

Me encontraba en un salón cerca de la sala del faraón, observaba las largas y bien dibujadas columnas que había en la sala, por lo menos había más de diez. Intentaba leer lo que ponía pero no lograba ver toda la historia completa. Era joven, cuando de repente, me encuentro con Orange que deambulaba también por esa sala, me quedé observándole a los ojos durante un largo tiempo, pero quería continuar leyendo los jeroglíficos, cuando de repente Orange me dice “siempre haces lo mismo” le observo con asombro, no sabía a lo que se refería y él prosiguió “siempre inclinas la cabeza unos grados y te tocas el cuello, cuando ves algo interesante y que te gusta”, jamás me había reflejado de tal forma, le miré y le dije “¿Me espías?” y él dijo “solo observo lo que me gusta”.

Volvía a estar en los brazos de Uriel, él ya preocupado quería una explicación, como estábamos cerca de un parque, le pedí que me acompañara a sentarme en un banco, él aceptó y me escuchó y le dije “Acabo de ver a Orange, pero no en este tiempo, sino en la época Egipcia, creo que estoy recordando” Uriel se puso a sonreír de alegría y dijo “¡Qué maravilla, amor! Ya me contarás, yo estaré pendiente de ti, no te preocupes”, que majo que es. 

Me encontraba en la sala del faraón, estaba llena de gente, mi padre era el escribano del faraón, en ese momento el hijo regresaba de sus hazañas subido a una carroza de caballos, que llegaba hasta el patio que había justo delante de la sala dónde nos encontrábamos, vestido con casco, un cinturón con su espada y sandalias, junto a su vestido de guerrero habitual, caminó por el pasillo central derecho a su padre. Una vez a sus pies, se quitó el casco y se inclinó y le dijo “Padre, es un placer volver a casa” el faraón le daba la bienvenida con un saludo seco y abrupto, antes de volverse a poner derecho, sus ojos color cafés me observaban, yo que me escondía entre las columnas, intentando que no me pillasen mirándolos, en teoría no tenía que estar allí, el muchacho era mi marido atlante. Me sonrió, y cuando pudo regresar a sus aposentos, se fue por un lateral, a paso liguero se fue hacia las columnas y antes de pasar hacia la sala de las columnas, me miró y me saludó en silencio con una reverencia. 


Casi llegando de nuevo a la oficina, le tuve que decir a Uriel “Agárrame fuerte ahora, porque cada vez es más y más duro y no quiero que nadie se dé cuenta de lo que me pasa, ¿de acuerdo?” y él contestó “No te preocupes, cuenta conmigo”. No quiero ser la atención del día, tengo que poder hacer lo de siempre, mientras que voy sobrellevando el hecho de recordar, la mayoría de las veces ocurre y no pasa nada, pero esa vida era muy dura. Cada minuto o menos de un minuto recordaba un fragmento de ella, es emocionante y peligroso al mismo tiempo, porque dejas de tener consciencia del tiempo actual y puede ser peligroso si conduces un auto, que no es mi caso, a veces cuando me preguntan por el carné de conducir, para que me lo saque, me gustaría hacerlo, pero pienso… y si algún día empiezo a recordar mientras conduzca, seguro que tengo un accidente, y por eso sigo usando los transportes públicos, por lo menos hasta que lo tenga controlado, que según declaraciones del marido atlante, llega un día en que esto, todo estos recuerdos, se aclaran, se ordenan y luego cuando ya no hay más qué recordar, paran. 

Volvía a estar sentada delante de un pergamino, pero esta vez en vez de explicar una historia o escribirla con jeroglíficos, observaba a través de las cortinas blancas que había en la sala, allí observándome estaba Orange, pero lo ignoraba porque mi padre me había encargado que escribiera una historia del faraón. Orange se paseaba por la sala para distraerme intentaba hablar conmigo hasta que al final vino a mi lado y me dijo “¿Porque vas a casarte con él, yo sería mejor que él?” se había enterado de que en unos días me iba a casar con el hijo del faraón (mi marido atlante) y yo le dije “no es una cuestión de ser mejor o no, hay otras cosas” y él contestó “¿Cuestiones políticas?” y yo le dije “No me interesan…” y él dijo “¿Por no defraudarlo?” y yo le dije que no con la cabeza hasta que al final comprendió y dijo “¿Amor?” le miré y le dije “Así es, lo amo”.


Salía del trabajo y tenía que ir a la residencia, tenía que ir como fuese, aunque la situación no era la adecuada le había prometido a mi abuela que la iría ver, como hago cuatro veces por semana. Aunque Uriel me decía que no era buena idea, yo le tuve que convencer y fuimos, pero de camino seguí recordando.

Me encontraba vestida con un vestido precioso tradicional en Egipto, mis manos agarraban las de mi marido atlante, ahora convertido en mi marido egipcio, mí faraón y eso me convertía a mí en faraona, pero lo más importante era que estaba con el amor que quería y quiero aún. Entre los invitados, estaba Orange que se miraba el evento con recelo, con el ceño fruncido, cómo si hubiese perdido una batalla por lo cual no vi que empezaba. 

Uriel me volvió agarrar y regresé al presente de nuevo, me encontraba en clase, había perdido la noción del tiempo, no recordaba haber ido a ver a mi abuela, ni haber almorzado, ni tampoco recordaba cómo había llegado hasta clase, ya que era más de la segunda hora y faltaba poco tiempo para la hora del patio. En ese momento me acordé que a primera hora tenía un examen y le dije “¿He estado todo este tiempo recordando?” y él dijo “Así es, amor” y yo le dije “¿Y el examen?” y él contestó “Te he ayudado a conectarte, pero seguramente que lo aprobarás” y yo le dije “¿Cómo?” y él dijo “Tú parte inconsciente ha agarrado el control y él ya sabía el temario” no había caído en eso, en la división de conocimientos que me enseñaron los seres de luz hace unos meses, es uno de los secretos de porque el curso me va bien sin apenas tener que esforzarme mucho, sobre todo en situaciones semejantes a esta.

Después de la muerte del anterior faraón, y de habernos convertido en faraones junto a mi nuevo marido, nos encontrábamos en la sala del trono, dónde aceptábamos ofrendas de nuestro pueblo, al anunciar públicamente que dentro de unos meses vendría al mundo el primer príncipe, el futuro faraón. Orange vino agradeciéndonos la noticia con un cuenco lleno de panecillos tradicionales y dijo “Mi señor, os felicito por el heredero, por favor, aceptad estos panecillos en señal de disculpa por todos los rocecillos que hemos tenido en los últimos meses y permitidme así, estar cerca del heredero para que le enseñe cómo ser un buen faraón, así seguir el trabajo que hizo con vos mi padre”. El padre de Orange fue un gran consejero del faraón, tenerlo cerca haría más fácil las cosas, mi marido le dijo “Acepto tus ofrendas, pero tú proposición la rechazo. Porque quiero que seas mí consejero” yo no sabía nada de eso, los demás invitados también era una sorpresa, y para Orange también, levantó la cabeza y me miró a los ojos, escondían felicidad, supuse para estar cerca de mí, y de alguna manera también sentía felicidad de tenerlos cerca. Y dijo “Acepto ser vuestro consejero, mi señor”.


Quedaba una hora para terminar las clases del día, cuando regresé, madre mía, ahora tocaba contabilidad y no estaba dispuesta a hacer clase, seguramente que me volvería a ir muy pronto. Recuerdo que en ese momento, a una compañera de clase que me veía que no estaba demasiado bien, me preguntó “¿Estás bien?” y yo le dije con esfuerzos de mantenerme estable, ya que le apreté la mano a Uriel para permitirme así no volver a viajar durante un par de minutos “Sí, no te preocupes. Lo que pasa que estoy recordando una vida pasada y estoy vulnerable, pero se me pasará” ella alucinó, solo hace dos años que sabe que me pasa eso, y me gusta que lo comprenda, seguía con la idea de no llamar la atención de nadie, porque no estaba dispuesta a responder preguntas, ese día no podía. 

Mama, ¿Voy a ser guerrero igual que papá para ganar la guerra?” decía mi hijo de seis años, ¡qué hermoso verlo así idolatrando a su padre! Había salido una copia de su padre, el pelo moreno, la mirada de él y la piel era un poco más blanquecina como la mía, ¡qué hermoso era! Solo esperaba que el segundo, que estaba en camino saliera igual y le dije “¡No hijo, tú vas a ser mejor que él! No permitas que ser guerrero sea solo lo único que puedes ser” le di un beso en la mejilla, mientras que se iba con la muchacha y nos dejaba solos a Orange y a mí. Él me agarró del brazo y me pegó de espaldas a la pared al lado de la ventana dónde se podía ver de fondo el pueblo egipcio que seguía con su día a día, lo tenía a muy poca distancia, me miraba con su mirada llena de misterio que siempre me intrigaba saber más de él, mientras él decía “¿Cuándo le vas a decir que yo formo parte de ti?” decía enojado y yo le decía “No es lo mejor, acaba de saber que vamos a volver a ser padres y la guerra está demasiado complicada, no es el momento” y él dijo “¡Nunca va a ser el momento! Ahora la guerra, luego tienes otro hijo con él, y yo ¿qué, eh? Sacrifiqué mi vida para estar cerca de ti, acepté que te casaste con él para complacerle, pero ¿a mí, quién me complace?” jamás lo había visto tan enamorado de mí desde que lo conocí, desde que me dijo “Yo observo lo que me gusta”, había sufrido mucho por aceptar un matrimonio que realmente es muy bueno, pero su compañía también es importante para mi y le dije “Estoy casada con el faraón, lo amo a él, pero a ti también te amo. Fuiste tú quién aceptó formar parte de esto yo no te obligué a que fueses su consejero ni mucho menos que te convirtieras en un tío para mi hijo, tú elegiste estar aquí, podías haberte ido de la ciudad, podías haberte marchado y no volver, pero decidiste quedarte. ¡No tienes derecho a exigirme que elige cuando le diga que tú también formas parte de eso, porque no lo voy a hacer!”. Orange me agarró con las dos manos, los brazos, estaba tan cerca que sus labios podía saborearlos sin apenas moverme, aunque finalmente sus labios se rozaron con los míos para fundirnos en un beso apasionante. Lo que no sabía es que tres días después, perdí ese niño y en esa vida no volví a quedarme embarazada.

Me encontraba cenando, había regresado cuando recibí la vocecita de nuevo y dijo “Ahora ya has visto cuál es el origen de este trino perfecto que creaste, la consciencia del pasado sigue abierta, y el ojo siempre lo ve todo de ti, de él y del otro”. Con estas palabras, dejé de recordar durante ese día, en los siguientes días, fueron días normales y no ha vuelto a pasar de momento. Lo que si que os diré, es que a partir de la siguiente vida, mi marido atlante dejé de rastrearle la pista ya que decidió encarnar en otros planetas, mientras tanto la relación de matrimonio desde la Atlántida había quedado en un largo tiempo de espera, cortando así la relación por un tiempo, eso quería decir que en teoría era libre y fue entonces cuando en la siguiente vida, empecé la relación de “novios” con Orange eso hace más de 8.000 años aproximadamente. 

Recomendación: Ancient egipt music.

HR.

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sábado, marzo 03, 2018

En Los Brazos Del Arcángel Uriel



Anoche cerré la luz y me preparé para ir a meditar, antes de cerrar la luz le dije al Arcángel Uriel que estaba a mi derecha “Buenas noches mi querido Uriel, si lo deseas, puedes meterte en la cama y estar conmigo esta noche, te amo”, no fue hasta que había cerrado la luz cuando noté su mano que me acariciaba suavemente la frente y el pelo, en señal de haber recibido esa petición, cerré los ojos y me dispuse a concentrarme en la respiración. 

Entre 30 o 40 minutos después, estaba consciente de dónde estaba, a la espera de alguna señal exterior, tras los síntomas típicos que ya os he compartido anteriormente, cuando llegas a este estado de 4D, es genial la espera, porque gracias a la visión periférica, lo ves todo sin tener apenas que moverte. La última vez que estuve así, fue durante la revisión de Chakras, que por cierto, quién no siguió el parte por redes sociales, ya me dieron el alta el miércoles de la semana pasada, al ver que las cicatrices ya se habían cerrado, aunque aún tengo que vigilar un poco qué posición hago en qué momentos con la espalda, todo lo demás está todo bien, incluso el fin de semana pasado pude conectarme los dos días, como si realmente esa intervención no hubiese ocurrido, pero gracias igualmente por preocuparos, os mando un beso de mi parte y de parte de los seres de luz de 4D y 5D.
Me encontraba de nuevo de cara a la pared, esperando, en silencio, observando, en silencio, como el arcángel Uriel se acercaba a la cama, retiraba un poco las mantas y se colocaba en la cama tal y como le había permitido hacer. El Arcángel Uriel se acercó y me abrazó de la misma manera que hace tan rica y tan hermoso al mismo tiempo, hasta quedar totalmente inmóvil pegado a él. Aunque esta vez prefirió no enroscar sus piernas con las mías, me apretó fuerte contra su pecho, yo le agarré sus bellas manos y las entrelace junto a mis dedos, mientras que él con la barbilla hacia correr un mechón de mi pelo para despejar la oreja izquierda, me besó en el cuello y luego me dijo “mi amor, cuando estés lista, nos iremos”. Qué curioso, pensaba que estaríamos los dos solos y ya, pero resultaba que teníamos que ir a la 5D juntitos, así que me relajé y le dije “¿Quién ha venido?” y él me respondió enseguida “No tiene que venir nadie hoy aquí, tenemos que ir nosotros a Agartha, pero tranquila, si quieres, yo te llevo” y yo le dije “De acuerdo”.

Me relajé aún más y permití subir de 4D a 5D, en el momento en que estaba a punto de llegar a la 5D, noto como el Arcángel Uriel se despega de mí y vuelve a estar de pie junto a la cama, y cuando ya él notó que estaba en la 5D, noté sus brazos, como el brazo derecho lo pasaba por el cuello y el otro brazo me agarraba de las piernas para llevarme en brazos hacia su pecho, noté como caminaba por la habitación y salíamos por la ventana, cruzándolo ya que la ventana se abrió de par en par y se cerró al pasar, y luego con sus alas gigantes extendidas, empezamos a volar hacia el cielo, estaba con los ojos abiertos y veía como nos íbamos alzando poco a poco, me giré para verle la cara y allí estaba el Arcángel Uriel, tan hermoso como siempre.

Volábamos tan alto, que podía ver las naves que se dirigen hacia la montaña para entrar a Agartha casi a unos metros, era fantástica, muy hermosa la sensación de libertad, de amor y de seguridad al mismo tiempo. Para poder entrar en Agartha hace tiempo que sé que hay diferentes entradas escondidas en distintas montañas, yo conozco una que está cerca de mi casa, y precisamente era hacia allí dónde nos dirigíamos. Me digné a disfrutar del viaje y a no preguntar, tenía preguntas pero me picaba más la curiosidad saber a quién íbamos a ver, de alguna forma me estaba enseñando a ir de otra manera a Agartha, ¡qué bello es Uriel, será así porque lo amo tanto y porque lleva conmigo desde hace tantas vidas! 

Amor, mira…” en ese momento lo estaba mirándolo a él, cuando veo que señala con el cuello hacia delante, miro hacia dónde él me estaba indicando y empiezo a sonreír, ya que delante de nosotros teníamos ni más ni menos que la nave del comando Ashtar, dónde desde la cabina del puente de mando, se podía ver a Ashtar Sheran y a Roxane que nos estaban saludando, yo les devolví el saludo por los dos, ya que Uriel tenía las manos ocupadas en ese momento. Nos pusimos detrás de ellos, para embarcarnos hacia el pequeño pero gran agujero que se abrió en lo alto de la montaña para pasar de la superficie hacia el mundo de Agartha. ¡Qué hermoso!

Sujétate fuerte, amor” me dijo, yo pasé mis brazos por su cintura y me agarré tan fuerte como pude a su cintura, él aprovechó y me contrajo con más fuerza hacia su pecho. Pocos segundos después, vimos como la nave del comando Ashtar entraba en picado hacia el agujero, nosotros nos detuvimos en el aire a esperar a que nos diesen el punto de salida, ya que el agujero es pequeño, se entra y se sale por turnos. Cuando estaba a punto de tocar-nos Uriel me dice “¿Confías en mí?” le miro a los ojos y le digo “¡Confío en ti!”, me agarro con fuerza y él guarda las alas y empezamos a caer en picado hacia el agujero por el efecto de la gravedad. 

El agujero nos atraía muy fuerte, como si estuviéramos subidos en la atracción de port aventura (Tarragona) llamada Shambala, la sensación era la misma que tiene la primera bajada de la atracción, pero con el triple de intensidad. ¡Wow! Pero suerte que tanto a Uriel como a mí, nos gustan montarnos en esos cacharros y sentir esa sensación fue increíble, así que nos pusimos a gritar de alegría y fascinación, mientras duraba la caída, que no duró tampoco mucho, quizás medio minuto, quién sabe. Pero fascinante, ver como ya en la bahía que es la entrada de Agartha dónde se ve el agua que rodea y alimenta las montañas con sus ríos y en el horizonte se veía el nacimiento del Sol, de repente en ese instante, el Arcángel Uriel desplegó sus alas y frenamos esa intensidad y dijo “¡Bienvenida de nuevo a Agartha, amor!”. 

A la derecha todas las naves procedentes de la superficie descendían en la zona de hangares, todos los seres de luz que venían de las estrellas a partir de ese momento, tienen que moverse por Agartha utilizando otros sistemas de transporte, como el metro (que es muy diferente al que conocemos en la superficie), caballos, u otras formas tecnológicas o naturales que están adaptados para el transporte por la región. Pero como nosotros íbamos por particular, podíamos seguir volando hasta nuestro destino, tuvimos que pasar toda la selva antes de encontrar una de las primeras ciudades, cruzamos por los aires la ciudad de luz dónde está la torre del conocimiento, que no he vuelto a ir allí desde que Anasiel me invitó a su proclamación de Maestro pronto hará un año.

Cruzamos tres grandes ciudades de luz más, cuando empecé a reconocer tras el mar que le rodea, la maravillosa ciudad de Posid, era la cara sur, la cara que jamás había visto de la ciudad más bella de todas, a la derecha tenía una pirámide y a la izquierda otra que ambas deslumbraban una luz brillante hacia el cielo, y en medio bastante a lo lejos, estaba la catedral de Posid. Esta catedral es distinta a las demás, tiene tres torres, dos a los lados y una central, que además es la más alta de las dos torres laterales, la central está llena de ventanales enormes que van hacia veinte pisos. Pero Uriel quiso poner los pies en la quinta planta de la torre central, acto seguido me ayudó a poner los pies en el suelo, no me di cuenta que iba sin zapatos, tampoco hacía frío para notar que los tenía desnudos.


Pasé el ventanal y entré en el salón que parecía un piso de viviendas, como si fuera un piso en la ciudad, el salón tenía un gran sofá en medio de la sala, y a la izquierda una cocina pequeña, y atrás un pasillo que travesaba de lado a lado el salón, dónde se veían distintas puertas, conté hasta diez. Detrás, me acompañaba en todo momento Uriel aproveché para decirle “¿Quién vive aquí?” y él me dijo “¿Por qué no lo averiguas tú misma? ¡Llama a alguien!”, le hice caso y empecé a gritar “¿Hola, hay alguien en casa?”. El silencio se presentó ante nosotros, empecé a caminar por la sala, esperando a alguien, hasta que se escuchó abrir una puerta, acto seguido escuchaba sus pasos que repicaban en el suelo hecho de cristal azulado mezclado con gotitas de violeta, brillaba, a pesar de ser de noche, la luz brillaba en el suelo, ¡maravilloso! Me quedé fascinada con el suelo, hasta que escuché una voz femenina que decía “Mamá…” miré hacia adelante y empecé a emocionarme de felicidad, porque esa voz era de mi hija Tauriel-Adana y le dije “Taurie…” sin pensármelo dos veces, fui hacia ella para quedar abrazadas, ¡qué hermoso fue estar con ella!

Mientras que me estaba abrazando con Tauriel, escuché otra voz esta vez masculina, que decía “¡Mamá, has venido!” miré y era Ávalon, mi hijo mediano que se unió al abrazo colectivo, ¡qué hermoso tenerlos a los dos juntitos! Uriel reía por detrás, le miré y le hice un gesto y se unió al abrazo colectivo. 

Nos quedamos sentados en el gran sofá, mientras que hablábamos de nuestras cosas, pero Ávalon tenía tanta curiosidad que él fue quien empezó a preguntar diciendo “¿Te has reencontrado ya con papá?” y le contesté “Aún no, pero falta muy poco. Hace unos cuantos días que ha vuelto de su viaje a Egipto y a Jordania, se supone que tiene dos meses libres y va a estar dando conferencias en distintos lugares pero estoy segura, que entre conferencia y conferencia el reencuentro será posible. Ocurrirá según sea la voluntad de Dios, hijos míos.”. Uriel añadió “Por lo menos, ambos viven a 77km de distancia, es decir que están en el mismo país y ya que él no tiene pensado aún regresar a Argentina, su país de origen”. Es cierto, mi marido Atlante solo sé que tiene que regresar en Noviembre a Argentina, sino tiene ningún viaje más, que en Junio se va a Escocia, se va a quedar en Barcelona.

Recuerdo este lugar, ¿he venido antes verdad?” les pregunto, Ávalon me contestó “Siempre que has querido vernos, has venido, mamá. Uriel ya sabe el camino, lo que pasa es que antes venías que creías que era un sueño, pero ahora sabes la verdad de que nosotros no somos un sueño, somos tus hijos atlantes”. Solo recuerdo que he venido a este piso exactamente, por las vistas de Posid maravillosas y por cómo está estructurado el piso, unas 30 veces en tan solo los últimos 8 años. Porque sé qué habitación es la de Ávalon, la de Taurie y la que era de Áxel, sé dónde está el baño, y si voy a la cocina, sé exactamente dónde tienen las cosas, pero normalmente comen en el comedor común que hay en la catedral rodeado de maestros y antiguos jefes de las 13 castas que había en la Atlántida antes del hundimiento. 

 “Recuerdo cada rincón de este piso, porque recuerdo haber vivido aquí ¿es posible?” Tauriel fue la que me quiso contestar con su gran sonrisa que lo sacó de mí de oreja a oreja y dijo “Antes de encarnar, y después de acompañar a Orange a su encarnación, estuviste dos años viviendo aquí con nosotros, mientras esperabas a poder irte a Nosso Lar (ciudad de almas) a encarnar. Dormías en la habitación del fondo, al igual que papá, mientras que Orange dormía en la habitación de al lado, antes de decidir encarnar los tres, en los tiempos de espera que decidisteis hacer, vivimos todos juntos aquí, en nuestro hogar ¿Lo recuerdas, mamá?”. Le miré francamente a los ojos y le dije “Así es, lo recuerdo. Trabajaba en la ciudad de los templos que no está demasiado lejos, y venía aquí a estar con vosotros. Dijiste la primera vez que vine aquí, que este piso es una representación de nuestro hogar, de cómo fue en la Atlántida, y así lo es”. Le apreté cariñosamente la mano a Tauriel seguido de una sonrisa de complicidad que ella aceptó con los ojos llorosos de felicidad, decidí cambiar de tema…



Miré a Uriel y le dije “Que yo recuerde, creo que hace unos días fue el cumpleaños de alguien, ¿verdad Uriel?” en ese instante, Ávalon nos miró con ojos gloriosos mientras que Uriel contestaba con una gran sonrisa siguiéndome la broma “Creo que sí, pero… ¿creo que no hay regalo?” Tauriel se puso a reír, comprendía el mensaje, mientras que Ávalon arrugaba la frente mirándonos a Uriel y a mí, y dijo “Sí, fue el mío con Áxel… ¿mamá, se te ha olvidado el regalo?” le miré a los ojos y le sonreí… mientras que captaba la atención de Ávalon, Uriel del bolsillo interior de su túnica (en la cintura) sacó un pequeño regalo envuelto y aprovechando que le quería dar un abrazo a mi hijo, le agarré el regalo de sus manos y le dije “Ah, pero mira qué… ¿qué tenemos aquí?” me separé de Ávalon y le di la caja de regalo que él aceptó con ojos hermosos azulados. 

Ávalon abrió el regalo en un abrir y cerrar de ojos, permitiendo así que saliera a la luz un collar muy especial, hecho de calcita dónde hay grabados una imagen de los tres hermanos, para que nunca se olviden de quienes son, también había uno para Tauriel, que no lo esperaba y lo aceptó de buena fe, yo le ayudé a Ávalon a colocarse el suyo mientras que Tauriel le pidió a Uriel que se lo pusiera y él aceptó hacerlo, ella tan bella como es, se agarró su larga melena morena y enrulada con una mano, permitiendo así que Uriel le colocase el collar. Ambos me dieron las gracias con un abrazo, pero también les dije “Uriel también colaboró en buscar las piezas y enviarlas a esculpirlas” le dieron un abrazo a Uriel. ¡Qué bonito!

Mientras que Tauriel se fue un momento a su habitación, aproveché para decirle a Ávalon “Quería que tuvieses un recuerdo de Áxel, ahora que está tan lejos. ¿Cómo lo llevas?” y él dijo “Muchas gracias, mamá. Es curioso no estar juntos, pero de momento puedo resistirlo, acepto su destino al igual que él aceptó el mío de no encarnar” y yo le dije “Podrías haberlo acompañado” y él dijo “Algún día, querré volver a encarnar, pero todavía no es ese tiempo” y yo le dije “De acuerdo”. 

Cuando vino Tauriel no me esperaba lo que tenían para mí, mis dos hijos hermosos me dijeron “Queríamos esperar a tú cumpleaños, pero es mejor que lo tengas ahora.” No entendía a qué se referían, hasta que Tauriel me entregó un pergamino doblado por la mitad con el sello de un León en una de las solapas y dijo “Áxel dejó esta carta para ti, antes de irse”. Agarré la carta y en ese momento lo quería abrir pero las manos de Uriel me impidieron hacerlas al interrumpir ese gesto, le miré a los ojos y me dijo “Tenemos que volver, ya es tarde”. Aunque no quería irme de allí, me despedí de ellos con un abrazo, me guardé la carta en el bolsillo y enseguida Uriel me agarró en brazos para irnos por el mismo lugar dónde habías llegado.


Una vez en la habitación, aún faltaba una hora y media para que sonase el despertador, pero no quería bajar a la 3D, antes necesitaba hacer una cosa y no lo quería hacer sola, necesitaba la compañía aunque fuese de Uriel, al dejarme encima de la cama tumbada, aproveché para sentarme y agarrarle del brazo, ya que Uriel se quería marchar, de hecho quería quedarse sentado en la silla del escritorio, pero al agarrarle del brazo le obligué a girarse y le dije “Espera, ¿puedes sentarte a mi lado un ratito? Quiero hacer una cosa, y quiero tenerte cerca, por favor”, le señalicé que se pusiera a mi izquierda y él sin decir nada y sin dejarme de mirar con sus ojos enamorados a mis ojos, se colocó de tal forma que podía apoyar mi espalda encima de su pecho y al mismo tiempo él podía contemplar lo que iba a hacer.

 
Le agarré de las manos y le obligué a rodear mi cintura, para así sentirme protegida entre sus brazos, la vida se ve diferente, entonces saqué del bolsillo la carta que Tauriel me había entregado, en ese instante los labios de Uriel se hundieron en mi pelo y cerca de mi oreja izquierda me susurró “No tienes por qué hacerlo ahora, sino quieres, puede esperar”, él esperaba una respuesta, pero le dije “quiero hacerlo” entonces él separó sus labios de mi oreja y me besó el cabello con amor. Respiré profundamente, y rompí el sello que aguardaba la carta, la abrí y empecé a leer, notaba como Uriel también leía la carta, eso me gustó, su compañía es muy tierna. La carta decía…

Querida Mamá,

No he tenido el placer de poder despedirme de ti en persona, o quizás aún consigas atraparme a tiempo, pero quiero que sepas que te amo mucho, que siempre te amaré y siempre te he amado. Siempre has sido mi madre y siempre lo serás, eres la mejor madre que un hijo puede desear, me has enseñado la historia que se esconde entre los infinitos puntos del cosmos, me has enseñado el respeto y la comprensión hacia los demás, me has enseñado a ser fuerte y al mismo tiempo a pedir cariño en las veces que hace falta, dónde siempre te he tenido, incluso cuando decidiste volver a encarnar y estar en la superficie dónde te encuentras ahora.

Pero en estas últimas palabras tengo que decirte una cosa más, quiero compartir contigo un secreto que he guardado en mi corazón todo este tiempo, ni siquiera mis hermanos saben de lo que hablo, lo he guardado hasta que fuese el momento de decírtelo, y este es una buena razón para hacerlo. 

La última noche antes de que Orange encarnase, me vino a visitar durante el viaje astral, quería decirme algo que sabía que podía guardar el secreto hasta el momento justo. Yo siempre he sabido que esta vida que habéis elegido vivir, no estáis juntos de forma física, porque te pidió un tiempo para pensar que durará hasta que tú corazón se decida si quieres seguir casada con papá o divorciarte y casarte con Orange. Pero también me dijo es decir su alma. 

Si buscas la respuesta de quién debe ser, la hallarás, porque eres inteligente y eres muy fuerte, la llave que tengo en mi poder y que ahora es tuya, es esta el tyet (nudo de Isis), Orange dijo que te ayudará a encontrar el camino, al recordar el inicio en que los tiempos de papá, Orange y Flor de Lys estaban en la misma línea.

Atentamente,

Tú querido hijo Áxel Irenko. 

Me quedé sin palabras, ¿cómo podía ser que él supiera todo eso? ¿Cómo es que Orange quiso compartirlo con su ahijado y escondérmelo por 28 años? ¿Por qué el nudo de Isis es la clave, si ya se lo he visto que lo llevó mi marido Atlante durante el viaje a antaño a Egipto? ¿Qué relación tiene todo esto con que yo elija divorciarme y empezar una nueva vida junto a Orange o dejarlo todo como está y seguir mi romance con el padre de mis cuatro hijos (uno muerto)? 

Recomendación: Sword and Cross – Fallen I – Mark Hisham. 

HR.

HERO&Corporation.

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