No había caído que en las vidas por los cuales yo había sido un hombre, el Chico de ojos verdes también lo podía haber sido, yo pensaba que si yo decidía venir como hombre él en esa vida sería una mujer.
- ¿Y él alguna vez ha sido una mujer cuando yo era hombre?- le pregunté a Uriel.
- No, tu Chico de ojos verdes, siempre ha sido un hombre. – respondió.
- ¿Y las veces que me he visto casada con una mujer siendo yo hombre?- pregunté asustada.
- Te casabas con otra alma y no con tu llama gemela. – respondió de nuevo Uriel.
- ¿Por qué renunciaba a él?- seguí preguntando.
- Tendrás que esperar a que tus vidas te lo muestren, antes debes aprender otras cosas que son más importantes ahora mismo. – eludió la respuesta, sentí en el corazón que quizás se lo habría dicho yo antes de encarnar.
Entonces lo tuve claro, si yo en esta vida hubiese sido un hombre, sería gay. Me entró tanta curiosidad que aprovechando que faltaban todavía un día para final de año del 2001, me encontraba cenando con mis padres, mientras que terminaban de hablar del menú que tendríamos en la fiesta que haríamos en casa para celebrar el fin del año y el inicio del siguiente, con la compañía de la abuela y el Tiet Josep en nuestra casa.
- Mamá, si hubiera sido un niño, ¿qué nombre hubiese tenido?- le pregunté cambiando radicalmente de tema.
- Te hubieras llamado Marc. Ese era el nombre que nos gustaba a los dos des de un comienzo. En cambio cuando supimos que eras una niña, tuvimos un poco de problema, porque no sabíamos qué nombre ponerte y no nos poníamos de acuerdo.- respondió mi mamá.
- ¿A no?- dije.
- No, yo te quería poner Hermenegilda.- dijo mi padre.
- Pero a mí me resultaba demasiado antiguo para esta época.- respondió mi mamá.
Cuando escuché el nombre de Hermenegilda, me vino a la mente una abuela de ochenta años, tejiendo, y me preguntaba ¿esa hubiera sido yo? No sentía que lo fuera, y casi le di las gracias a Dios que al final no cuajó ese nombre horrible.
- Entonces la iaia Filo nos propuso llamarte Alicia, pero no nos gustaba.- dijo mi papá.
- ¿Cómo llegaron a la conclusión de ponerme Laia?- pregunté.
- Cuando estaba de ocho meses, me quedé traspuesta en el sofá una tarde después de almorzar. Mientras que estaba como medio dormida y despierta, escuché una voz masculina que me decía “¿Y si le pones Laia?”. Cuando me desperté, el libro que empecé a leerme en ese día, una de las protagonistas se llamaba Laia, y me gustó tanto que se lo dije a tu padre y finalmente nos pusimos de acuerdo.- me explicó mi madre.
¡Qué místico la resolución de mi nombre! Me empecé a reír, porque supe que esa voz masculina que decía mi madre, no podía ser ni más ni menos que el arcángel Gabriel hablándole a mi madre a través de los sueños. Mi madre también habla con ellos, pero no lo tiene reconocido aún, ella en si misma piensa que habla con ella misma, pero siempre tiene ángeles a su alrededor que le ayudan y se comunican con ella, y ella les escucha.
La tarde antes de cambiar de año, le pedí a mi mamá que me llevase a casa de los titos, quería pasar un tiempo con el Titi, sentía en el corazón que era muy importante, así que aprovechando que Rafalé había venido a casa a buscar tabaco, me fui con él acordando que cuando fuesen las ocho y media de la tarde, mi madre me vendría a buscar, mientras que mis padres terminaban de limpiar la salita y la cocina, además de preparar la cena convite llena de marisco que siempre nos hacíamos para festejar ese día.
Por suerte, ese día el Titi se encontraba mucho mejor y pudimos jugar a las cartas UNO, luego al parchís y finalmente nos pusimos a pintar en el cuaderno de pinta y colorea. Entonces, fui a buscar en la chaqueta una moneda de veinte duros y se la mostré, él sonrió.
- Si la hago girar, es que estás a mi lado.- dije y empecé a girar la moneda, fue de las primeras veces que me funcionó a la primera.
- Di esta frase cada vez que quieras que esté a tú lado y simplemente te daré señales para que sepas que estoy- dijo.
- Hoy me he levantado, sintiéndome lista para lo que deba suceder este mes de Enero. ¿Ya has pensado quién hará la prueba que dijo Metatrón?- le pregunté.
- Si. – respondió y me miró.
- ¿Quién?- le pregunté.
El Titi me miró y no despegó su mirada de mi rostro.
- Tú.- dijo.
En gran parte ya me lo pensé, la única en ese tiempo que sabía el funcionamiento del universo y estuviera “activa” de la familia, solo podía ser yo. Respiré profundamente y simplemente le di un abrazo agradeciéndole, no le pude prometer nada porque no sabía qué prueba sería, pero daría todo lo que estuviera en mi mano para intentarlo con todas mis fuerzas.
A las nueve y media de la noche, empezaron a venir los invitados a casa, como era habitual primero llegó mi abuela cinco minutos antes de la hora, tocó el timbre tres veces como era costumbre y le damos paso. Mientras que esperábamos al tiet Josep, le enseñé a la abuela el belén, ya lo había visto antes de navidad, por el santo de mi madre el día 23 de diciembre, pero se lo volvió a mirar, le gustaba mucho los belenes que hacía mi padre cada año uno diferente.
Luego saludó al Bilbo, eran sus primeras navidades con nosotros y se alegró mucho de que la bisabuela estuviera en casa, se le puso a dos patas y ella le acarició la cabeza con esos golpecitos que solía hacer flojitos como a modo de caricias de la época dónde ella creció y nació en 1926. Entonces la iaia Filo vio la gran mesa puesta y bien colocada y se alegró mucho, de primero teníamos un picoteo de paté, jamón ibérico (recién cortado de paletilla), salmón ahumado, jamón de pato, canapés con ensalada de marisco y más cosas. Ya estaban en la mesa, esperando a que llegasen todos y poder empezar.
Diez minutos después, volvió a sonar el timbre, el tiet Josep llegó a la casa regalándome una bolsa de chuches y con 5€ en monedas de 1€. Eran las primeras monedas que veía de la nueva moneda que entraría en vigor oficialmente en un par de horas. No solía darle un besito a mi tio, él era más seco y era más de hacerse un cabezado cariñoso ¿de dónde salía ese saludo? Porque no le vi a hacer eso con nadie, como si fuera un reno dándose con otro simplemente por simpatía, ¡qué raro era a veces! Por esas “costumbres” que tenía, creo que él pertenecía de una civilización bastante lejana dentro de nuestra Galaxia, porque era algo especialito.
- ¿Aún no te has acostumbrado a nuestras costumbres Josep? – comentó Uriel entre risas.
El tiet Josep miró hacia dónde estaba Uriel pero no le dijo nada solo le mostró su sonrisa. Aprovechando que mi padre le llamó, me quedé con Uriel sorprendida, le agarré suavemente del brazo, él se agachó para susurrarle en la oreja.
- ¿Te ha oído y visto?- le pregunté sorprendida.
Uriel me miró y dijo que si con la cabeza. ¿Desde cuando hacía eso él? ¡Nunca se lo había visto hacer!
- Si él es capaz de ver a Ashtar y Roxanne, a nosotros también nos ve, aunque disimula cuando está con los demás. – respondió Uriel
- ¿Y él sabe que yo…?- le pregunté.
- Si, pero él solo puede explicarte cosas del universo, para todo el tema de los ángeles ya tienes a Humiel o a nosotros. – respondió Uriel.
Empezamos a cenar, lo primero que se terminó fueron las gambas, tanto a la familia de mi padre como la de mi madre, siempre las gambas son lo primero que se gasta. Entonces empecé a comer todo lo demás, a la mitad, empecé a sentirme algo rara, como si el tiempo fuera más lento y el sonido de la gente charlando fuese solo un zumbido en el tiempo-espacio.
- Laia…- escuché una voz tierna de mujer que llamaba mi nombre, miré hacia la puerta de la cocina y vi a una mujer de ojos verdes, con el pelo castaño a lo afro, su tez era blanquita, caminaba hacia la salita sin dejar de mirarme con una sonrisa de complicidad.
Se me cayó la comida que tenía en las manos en el plato, mientras que no podía parar de mirarla, sabía que ella no pertenecía a la misma dimensión, porque iba con una túnica blanca y una tocaya azul clarito, me di cuenta de que no llevaba zapatos, sus pies desnudos se detuvieron al otro lado de la mesa.
- ¿María?- dije sorprendida.
Ella dijo que si con la cabeza, la virgen María había interrumpido la última cena del año 2001. La reconocí por las estatuas que había de ella en la capilla del colegio, esa si que no la habían tergiversado ni su propio aspecto, tan puro y tan divino. Las apariciones de vírgenes o maestras en este caso, suelen ser esporádicas y sin previo aviso, cuando pasan, el mundo literalmente se detiene ante tus ojos, porque ellos suelen llevar un mensaje importante para ti, dónde a veces no les hace ni falta hablar. Si escuchas su voz, eso demuestra que tú corazón es puro, en cambio si solo ves a la vírgenes de Fátima, Lourdes… que hablan pero no les escuchas qué dicen, es que tú corazón aún no ha superado el último miedo que te separa de la divinidad.
- He venido a dejarte un mensaje, que deberás guardar en secreto hasta que yo te diga ¿aceptas? – dijo la virgen María.
Le dije que si con la cabeza, miré un momento a mi derecha, estaba Uriel mostrando su mejor sonrisa, obviamente también la estaba viendo y escuchando, así que podría hablar de esto con él, ya era un alivio, mientras que los demás de la mesa, literalmente se habían detenido, no estaban atentos a la aparición, ni siquiera se podían mover porque para ellos eso no estaba ocurriendo. A lo mejor me estaban mirando a mi perdida en cualquier parte de la cuarta pared, cuando en realidad estaba presenciando algo tan hermoso y difícil de compartir.
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